Gran parte de la crítica y los miedos sobre el salario universal se basan en el miedo a que la gente deje de trabajar en masa
Jorge Majfud, La Haine
Ni la democracia ni el capitalismo hicieron más ricos y desarrollados al Noroccidente. Lo hizo el imperialismo. La diferencia entre el capitalismo y la democracia radica en sus principios éticos, ideológicos y de valores sociales. Uno se define por su objetivo de distribución del poder (de la libertad y de los beneficios de las sociedades) y el otro por su contrario: por su concentración en una minoría progresivamente más pequeña y más poderosa.
Como todo sistema dominante, el capitalismo no sólo se especializó en secuestrar bienes materiales sino también simbólicos, desde la política, la ideología, la ética, la estética, la narrativa de sus medios propagadores y los medios periodísticos hasta los medios culturales a través de la industria de la cultura. Como todo sistema dominante, se reproduce como un fractal en cada individuo, en cada sociedad y en el orden global. En los tres niveles existe y ha existido siempre una relación parasitaria de una minoría sobre una mayoría. De la misma forma que dentro de una sociedad la clase trabajadora es parasitada (física e intelectualmente) por las clases dirigentes, así también ha ocurrido siempre con la mayoría de los países y los imperios parásitos.
Para encubrir o justificar una posición de dominio y explotación, el esclavista debe demonizar, desmoralizar, desacreditar y "de-nigrar" al esclavo. Esta moral también es parasitaria, ya que una vez inoculada en el organismo del oprimido se alimenta y reproduce en ese mismo organismo hasta producir esclavos en plenitud, defensores incondicionales de sus amos. Esclavos que quieren ser amos, oprimidos que sueñan con ser opresores ricos y apenas si llegan a opresores pobres.
Entre muchos dogmas, uno que continúa siendo popular reza que "los pobres son pobres porque quieren", porque "no se esfuerzan lo suficiente", "porque se drogan o beben alcohol", "porque no trabajan", como si entre las clases dirigentes, empresariales y políticas no existieran drogadictos, alcohólicos, perezosos y desocupados, y no por eso se caen de la escala de privilegios sociales y mucho menos terminan viviendo en la pobreza. Luego, ante cualquier movilización por justicia social, los herederos de los esclavistas y sus remedos de segunda sacan su látigo clasista: "vayan a trabajar, manga de vagos".