En la guerra de Occidente contra Irán, este acontecimiento marca también un punto significativo de quiebre en la hegemonía de EEUU y de la cultura imperialista occidental
Renán Vega Cantor, La Haine
"A todo marrano gordo le llega su nochebuena".
-Proverbio popular de nuestra América.
Ya es un lugar común afirmar que existen días en que la historia se acelera y en pocos momentos se condensan acontecimientos de tal calado histórico que parecen haber transcurrido décadas. Ahora mismo vivimos uno de esos momentos, cuya densidad hace época al poner fin a un período y abrir uno nuevo, aunque no sepamos a ciencia cierta de qué se trata y cuáles vayan a ser sus características.
Lo que acontece en Israel en estos instantes marca un punto de inflexión, un quiebre histórico cuyas implicaciones de toda índole sobre la vida presente y futura de Asia Occidental y del mundo entero, cuya importancia -con independencia de la valoración que se haga- no puede ni ocultarse ni negarse. Y eso si suponemos que la demencia sionista e imperialista no implica el fin de la humanidad, algo cada vez más posible.
Lo nuevo a lo que asistimos, aunque falsimedia occidental intente minimizarlo, se muestra con algunas imágenes: Israel es bombardeado en forma continua y precisa, sus edificaciones son destruidas, sus cuarteles, sedes del Mosad e instituciones criminales de alta tecnología (entre otras el instituto Weizmann) soportan el peso de los misiles de Irán, su cúpula de hierro se convirtió en una "coladora de mantequilla", sus habitantes (los mismos que horas antes bailaban y cantaban por las bombas que caían en Teherán) le imploran al cielo que cese la lluvia de misiles...
Todo esto, aparte de ser un hecho inédito que creíamos que nunca íbamos a contemplar, es la clara expresión del fin del mito de la invulnerabilidad de Israel que tiene perplejos y preocupados a todos los sionistas del mundo entero (al "Israel global" como lo denomina Ilan Pappé) empezando por EEUU y sus lacayos de la Unión Europea.