Hubo un sentimiento, a lo largo de todas las discusiones, de que les toca a los Brics avanzar hacia sus propias soluciones, y rápido. Por algo los medios occidentales la ignoran
Pepe Escobar, Sputnik
Para quitarse el sombrero, una vez más, por la sorprendente impredecibilidad del Ángel de la Historia. Justo cuando creíamos que estábamos condenados mientras una nueva y larga nube oscura se cernía --veamos las actuales convulsiones del Imperio del Caos--, un rayo de esperanza perfora el horizonte.
Contra todo pronóstico la cumbre de los Brics 2025 en Río cumplió. Las expectativas eran bajas, tomando en cuenta la presidencia brasileña --su prioridad para este año siempre ha sido la COP-30 en el Amazonas en noviembre, y no los Brics). Organizar una cumbre geopolítica/geoeconómicamente crucial a mitad de año, con tan solo unos meses de preparación, no es exactamente una estrategia de gestión brillante.
Pero llegado el momento de la verdad, los Brics marcaron un sorprendente regreso. La sensación en Río --de representantes de los negocios y diplomáticos de todo el Sur Global-- fue casi de regocijo.
Comienza con la declaración final de más de 130 puntos, no solo detallando minuciosamente cada tema de envergadura, con moderación calculada, pero resueltamente estableciendo un tono marca Brics --y un claro conjunto de valores humanistas--. Se enfocaron en tres pilares estratégicos: economía/finanzas; el diseño de un marco para una nueva seguridad global; y los intercambios culturales y pueblo a pueblo --para citar a nuestros amigos chinos--. Y todo debajo del paraguas dominante de la inclusividad y el respeto mutuo.
Para resumirlo, existen razones para llamar a esta aproximación el Efecto Lavrov (ministro de RREE de Rusia), basado en el diplomático más relevante de nuestro tiempo.