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lunes, 5 de mayo de 2025

Lenin y la «tensión hacia el objetivo»

Lejos de la imagen mitificada de un dogmático, Lenin se revela, a través de sus múltiples giros tácticos, rupturas teóricas y encarnizadas polémicas estratégicas, como un iconoclasta implacable, dispuesto a cuestionarlo todo —incluso sus propias certezas— con tal de hacer avanzar la causa revolucionaria. ¿Qué queda hoy de ese espíritu en la izquierda?

Henrique Canary, Jacobin

En una serie de ensayos biográficos sobre Lenin, escritos entre 1918 y 1924, León Trotsky afirma que lo que caracterizaba la naturaleza espiritual del líder soviético era la «tensión hacia el objetivo». Esta tensión está, por supuesto, relacionada con la propia personalidad de Lenin y su historia individual: un revolucionario profesional que desde muy joven y hasta el día de su muerte dedicó todas sus fuerzas y pensamientos a la causa de la liberación del proletariado. Como observó el viejo Plejánov refiriéndose a Lenin: «¡De esta madera se hacen los Robespierres!». No es que Lenin no tuviera otros intereses en la vida. Le gustaba cazar, jugar al ajedrez, era un profundo conocedor de la literatura rusa y europea. Pero para él el verdadero placer provenía del trabajo intelectual y revolucionario. Incluso en el Kremlin, ocupaba una pequeña y modesta habitación en la grandioss ala residencial. Una cama para descansar y un pequeño escritorio le bastaban, siempre que tuviera a su disposición libros, muchos libros; y estadísticas, muchas estadísticas.

Pero la «tensión hacia el objetivo» de Lenin no era solo un rasgo psicológico, una idiosincrasia de su personalidad. Trotsky se empeña en precisar: esa tensión abarcaba todo su ser, y sobre todo su forma de hacer política, de construir el partido y de dirigir el Estado soviético. Lenin subordinaba no solo su tiempo, sino todo a la victoria. Aunque es venerado por muchas sectas como una especie de monumento inamovible, Lenin era, ante todo, un iconoclasta, incluso de sí mismo. Lenin no consideraba que su misión fuera la preservación de ninguna tradición, fuera cual fuera. Todo podía revisarse, revisitarse, si era necesario para alcanzar el objetivo. En eso consistía, sobre todo, esa «tensión hacia el objetivo» de la que nos habla Trotsky.

La «tensión hacia el objetivo» en Lenin

Lenin comienza su actividad revolucionaria e intelectual a finales del siglo XIX como un crítico demoledor de las concepciones populistas, predominantes entre la izquierda revolucionaria rusa. El populismo defendía un socialismo agrario como objetivo y el terrorismo individual como método. Lenin destruye estas ideas una a una en una serie de libros y artículos que escribe aún en su juventud. Sin embargo, cuando se trata de construir el partido, absorbe una parte de las ideas populistas: el partido revolucionario ruso no puede ser la organización abierta y amorfa de la socialdemocracia alemana. La represión zarista impone la construcción de un partido estricto, bien delimitado, jerarquizado, altamente centralizado, basado en el secreto y la confianza mutua, una verdadera cofradía de conspiradores, hasta que el asalto final esté a la orden del día. La heterodoxia del joven revolucionario ruso escandaliza a los viejos maestros alemanes y austriacos y provoca un interesante debate entre él y Rosa Luxemburgo sobre la organización de los socialdemócratas. Lenin es acusado de absorber ideas ajenas al marxismo, a lo que él responde: solo está aplicando el marxismo a las condiciones específicamente rusas.

domingo, 13 de abril de 2025

Conocer el imperialismo, tarea ineludible

Los afanes expansivos del conglomerado industrial, tecnológico, financiero y militar de EEUU y sus aliados, aunque Europa Occidental se sienta ninguneada, nos llevan a la guerra

Marcos Roitman Rosenmann, La Jornada

La caída de los imperios dio a luz el imperialismo. Durante el siglo XX y lo que va del XXI su estructura se ha modificado. Pero su definición sigue vigente. Si nos atenemos a la primera caracterización, Gran Bretaña se estrenaba como faro de la revolución industrial. John Hobson, un liberal educado en Oxford, profesor de secundaria, especialista en literatura clásica, escritor de artículos periodísticos, utilizó por primera vez el concepto en su ensayo Estudio del Imperialismo. Publicado en 1902, tuvo nueva versión en 1905 y la última en vida del autor, en 1938. Bajo su influencia, Lenin, en 1916, redactaría su folleto El imperialismo, fase superior del capitalismo. Le cita profusamente.

Pero Hobson sería olvidado o leído dentro de la teoría marxista del imperialismo. El británico había identificado factores que Lenin consideró el armazón del imperialismo. 1) Concentración de la producción y del capital que da origen a los monopolios; 2) fusión entre el capital bancario e industrial, base del capital financiero, y una élite especulativa; 3) aumento cualitativo en la exportación de capitales frente a la exportación de mercancías; 4) formación de los monopolios y capital multinacional, y 5) luchas entre imperialismos por repartirse y controlar el mundo.

Hoy nos enfrentamos a una situación inédita. El capitalismo ha demostrado vitalidad, ser capaz de recrearse. El poder, en manos de los magnates del big data y sus trasnacionales de la inteligencia artificial, abre un proceso cuya fuerza radica en neutralizar y anular la conciencia crítica, haciéndonos creyentes de un relato incuestionable. Creemos en el libre mercado, la democracia liberal, las leyes de la oferta y demanda, la pax americana, la malignidad del socialismo, el sí se puede, el empoderamiento, el egoísmo y la competitividad. El imperialismo se refunda bajo sus premisas iniciales.

domingo, 12 de mayo de 2024

Claudio Katz: Lenin Hoy

El arsenal teórico y político leninista es muy utilizado pero rara vez se indaga en profundidad en su contenido. Recuperar el legado de Lenin hoy implica dejar de lado cualquier canonización, academicismo o dogmatismo.

Claudio Katz, Jacobin

Lenin fue el artífice de la primera revolución socialista y del audaz intento de gestar un sistema poscapitalista. Por esa razón fue demonizado durante décadas por las clases dominantes con descalificaciones de todo tipo. Luego del colapso de la Unión Soviética, sustituyeron esa denigración por el olvido. Imaginaron que la globalización neoliberal perpetuaba capitalismo y el gran villano del siglo XX quedó transformado en una simple curiosidad del pasado.

Pero en el centenario de su fallecimiento la oleada ultraderechista ha resucitado la impugnación del líder bolchevique. Los fanáticos defensores del mercado observan rebrotes de comunismo en todas partes y detectan la sombra de Lenin en cualquier protesta. Esa paranoia recrea el interés por un crítico frontal de la atroz matanza perpetrada por el capitalismo durante la Primera Guerra Mundial.

Al cabo de cien años, Lenin reaparece junto a los nuevos focos de militarización que convulsionan a Europa Oriental y Medio Oriente. Esa devastación es complementada por una catástrofe climática, que nadie percibía en la época del dirigente soviético. El dramático impacto actual del calentamiento global induce a retomar los cuestionamientos al capitalismo. La competencia por mayores beneficios amenaza el entorno natural que sostiene al planeta, y el «leninismo ecológico» que sugieren varios autores emerge como respuesta al nuevo peligro que afecta a la humanidad (Dejean; 2024). Lenin resurge para luchar contra ese infortunio y aporta un enorme cúmulo de enseñanzas en numerosos terrenos.

lunes, 15 de enero de 2024

A cien años de su muerte: ¿podemos aprender algo de Lenin?


Miguel Salas, Sin Permiso

El 21 de enero hará cien años que falleció Vladimir Illich Ulianov, más conocido como Lenin. Uno de sus biógrafos, nada partidario de sus teorías, señaló: “el rastro que ha dejado en la historia del mundo es infinitamente más perceptible, pongamos, que el dejado por Alejandro de Macedonia, Tamerlán o Napoleón, pues él solo cambió el curso de la historia” (Robert Payne. Vida y muerte de Lenin). No fue él solo, pero si fue la cabeza de la primera revolución obrera victoriosa que demostró que otro mundo era posible. A pesar de todas las vicisitudes de la revolución rusa de 1917 sus experiencias, virtudes y errores forman parte del bagaje necesario para quienes aspiran alumbrar una nueva sociedad.

Lenin no está de moda. Las campañas en su contra han logrado que en la conciencia de muchas izquierdas aparezca como incómodo, a quien no es nada conveniente acercarse y menos reivindicarlo. Como máximo se le reconoce su lugar en la historia, como agua pasada que mejor no recordar. Él mismo escribió sobre esto: “Ocurre hoy con la doctrina de Marx lo que ha solido ocurrir en la historia repetidas veces con las doctrinas de los pensadores revolucionarios y de los jefes de las clases oprimidas en su lucha por la liberación. En vida de los grandes revolucionarios, las clases opresoras les someten a constantes persecuciones, acogen sus doctrinas con la rabia más salvaje, con el odio más furioso, con la campaña más desenfrenada de mentiras y calumnias. Después de su muerte, se intenta convertirlos en iconos inofensivos, canonizarlos, por decirlo así, rodear sus nombres de una cierta aureola de gloria para “consolar” y engañar a las clases oprimidas, castrando el contenido de su doctrina revolucionaria, mellando su filo revolucionario, envileciéndola” (El Estado y la revolución).

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