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miércoles, 22 de enero de 2025

Por qué y cómo la clase social sigue siendo importante

Está de moda declarar que el marxismo no tiene mucho que decir sobre las sociedades complejas y modernas. Pero la clase y los intereses materiales que genera siguen siendo los rasgos centrales del capitalismo. Nick French presenta una reseña de The Class Matrix. Social Theory after the Cultural Turn, de Vivek Chibber (Harvard University Press, 2022)

Nick French, Jacobin

Aunque Occupy Wall Street, las campañas presidenciales de Bernie Sanders y otros acontecimientos devolvieron el tema de la clase y la desigualdad económica a la conciencia pública de los Estados Unidos en los últimos años, este resurgimiento fue acompañado de denuncias sobre el marxismo como un marco anticuado para el análisis social y político. Los expertos y los políticos nos advierten de los peligros de centrarnos demasiado en la clase o de tratarla como algo «más importante» que otras identidades sociales o formas de jerarquía.

Estos estribillos populares se hacen eco de afirmaciones que dominaron la teoría social académica durante décadas. Mientras que Karl Marx y sus seguidores consideraban que las fuerzas económicas eran fundamentales para entender la estabilidad y los conflictos sociales, los partidarios del «giro cultural» en la teoría social conceden un lugar de honor a los factores no económicos. Si la clase es una cuestión de ubicación de una persona en una estructura económica —si, por ejemplo, posee medios de producción o debe vender su fuerza de trabajo para ganarse la vida—, entonces tiene poco poder predictivo para explicar por qué la gente hace lo que hace, argumentan los culturalistas. En su lugar, deberíamos fijarnos en factores culturales contingentes: normas sociales, valores y prácticas religiosas.

Es fácil ver el atractivo de estos argumentos. A pesar de la renovada preocupación por la desigualdad económica representada por Sanders y fenómenos afines en otros lugares (el corbynismo en Gran Bretaña, Podemos en España, La France Insoumise), las críticas basadas en la clase social no lograron captar el apoyo de las clases trabajadoras a gran escala. Los viejos partidos de izquierda están en declive y cada vez más trabajadores gravitan hacia la derecha. La política mundial sigue experimentando un reajuste de clases: en comparación con principios y mediados del siglo XX, la clase se está convirtiendo en una categoría cada vez menos destacada de identidad y conflicto políticos. Las divisiones partidistas se están endureciendo, pero ningún bando afirma de forma creíble que representa los intereses —o que puede ganarse la lealtad— de los trabajadores.

domingo, 5 de enero de 2025

Gramsci, “hegemonía” y la extrema derecha


Maciek Wisniewski, La Jornada

Los explícitos intentos por parte de la extrema derecha en el mundo de apropiarse de algunos conceptos que desarrolló el marxista italiano Antonio Gramsci −como por ejemplo la “hegemonía”−, han de constituir uno de los más interesantes y paradójicos desarrollos ideológicos de los últimos años. Si bien ciertas partes de la izquierda posmarxista (Mouffe, Laclau) ya han hecho mucho para simplificarla y “fetichizarla” (t.ly/vClZH) −siendo estas deformaciones fruto de dudas y debates más amplios en tormo a cómo interpretar y situar el legado político e intelectual de Gramsci (t.ly/Qcyzj)−, los afanes de los posfascistas italianos o los conservadores estadounidenses de acaparar este término y convertirlo en una base de sus políticas constituyen un caso aparte y resultan a la vez sintomáticas para los vacíos de la propia izquierda.

Aunque sobre todo a partir de la revolución cultural de 1968 Gramsci fue un objeto favorito de las críticas ideológicas de los diferentes sectores de la derecha en diferentes países que denunciaban la “penetración cultural marxista encubierta” en sus sociedades (t.ly/bv-sK), la peculiaridad del giro actual −que sigue los pasos del filósofo francés ultraconservador Alain de Benoist, el pionero del “gramscismo de derecha” (t.ly/Hm6SP)−, consiste en que se trata de una “apropiación positiva”. Esta operación despoja a Gramsci de su marxismo y al traducir sus ideas al lenguaje de las “nuevas derechas” se centra en la redefinición del terreno del conflicto político y en la construcción de una “hegemonía cultural” en un afán de alcanzar o afianzar el poder.

domingo, 29 de diciembre de 2024

Capitalismo y destrucción de las fronteras


Diego Fusaro, Posmodernia

El capital, en su lógica de desarrollo, al final tiende a entrar en conflicto con aquellos límites dentro de los cuales se había desarrollado durante la Era Moderna. 1989 inaugura una época que se autocelebra en tiempo real como marcada por el fin de los muros y las fronteras; y esto se debe a que, parafraseando a Marx, para el capital toda frontera se convierte, tarde o temprano, en un muro que debe ser derribado.

La lógica del capital es aquella según la cual la frontera misma, en cuanto figura espacial de la ontología del límite, es un enemigo al que hay que derrotar; por eso el capital no puede distinguir entre muro y frontera, y debe combatir a ambos como figuras indistinguibles de la resistencia a la invasión del propio capital. Todo límite material (como la frontera) e inmaterial (como la ética de la justa medida) resulta sobrepasado, de modo que se anule toda línea divisoria entre lo que es interno y lo que es externo con respecto al orden capitalista mundializado y al «continente invisible» de la finanza planetaria. Se produce contextualmente una deconstrucción de las fronteras conceptuales y de los límites simbólicos (que se determina, entre otras, en la posmoderna evaporación de la línea divisoria entre viejos y jóvenes) y una aniquilación incluso de las fronteras naturales (como la que existe entre hombres y mujeres y, cada vez más, entre humanos y animales -“antiespecismo”-). El mismo pensamiento binario parece estar en crisis, fundado como está en la distinción irreductible entre diferentes.

Según los parámetros marxianos recogidos en los Grundrisse, «el capital debe luchar para derribar toda barrera espacial para las relaciones, por ejemplo para el intercambio, y conquistar el mundo entero para su comercio». Es decir, debe unificarlo bajo el signo de la forma mercancía y del nexo utilitarista entre mónadas kantianamente «insociablemente sociables» y leibnizianamente «sin ventanas». En el plano simbólico, la práxis de la invasión capitalista se legitima a través de la subcultura de la narrativa hollywoodiense no border y la convergente demonización integral de la idea misma de frontera, de límite y de medida. Esta idea, en todas sus declinaciones posibles, se presenta como inevitablemente autoritaria y excluyente, con la remoción integral de su valor protector de defensa de los derechos frente a la ofensiva de la violencia mundialista.

miércoles, 18 de diciembre de 2024

La teoría de las necesidades de Ágnes Heller es una herramienta política vital

Basándose en la obra de Karl Marx, la filósofa húngara Ágnes Heller desarrolló un marco para distinguir entre las necesidades verdaderamente esenciales y las artificiales. Hoy, ante la crisis ecológica global, sus ideas son más relevantes que nunca.

Razmig Keucheyan, Jacobin

¿Cuántos de los bienes que posees considerarías indispensables? ¿Y cuántos son innecesarios? No es una cuestión meramente personal, sino política. Los bienes están hechos de cosas tomadas de la naturaleza. Con la crisis medioambiental, las materias primas son cada vez más escasas, y la contaminación derivada del proceso de producción tiene consecuencias desastrosas para los ecosistemas.

De ahí que sea crucial la tarea de distinguir entre bienes que satisfacen necesidades esenciales y bienes que satisfacen necesidades artificiales. Necesitamos una teoría que nos permita hacerlo. Afortunadamente, tenemos una, formulada por la filósofa húngara Ágnes Heller.

La escuela de Budapest


Heller nació en Budapest en 1929. Era de origen judío y parte de su familia murió en Auschwitz. Después de la guerra, mientras estudiaba y enseñaba filosofía en la Universidad de Budapest, pasó a formar parte de un grupo de pensadores conocido como la «Escuela de Budapest», uno de los más creativos del pensamiento marxista de posguerra. La figura tutelar del grupo era Georg Lukács, autor de Historia y conciencia de clase.

Las relaciones de Lukács y la Escuela de Budapest con el régimen comunista húngaro alternaron fases de represión y tolerancia. Durante el periodo que va de la revuelta de Budapest de 1956 a la Primavera de Praga de 1968 en Checoslovaquia, Heller se posicionó a favor del «socialismo con rostro humano». Se identificó en esa época con la Nueva Izquierda internacional que surgía a ambos lados del Telón de Acero, criticando tanto el imperialismo estadounidense como la degeneración burocrática de la Unión Soviética.

martes, 26 de noviembre de 2024

La hegemonía cultural y la batalla por las ideas


José Alsina Calvés, Posmodernia

De alguna manera, la batalla por las ideas se ha dado siempre en la historia de los estados y los imperios. La lucha contra las herejías en el seno de la Iglesia Católica, las discusiones teológicas entre el islam y el cristianismo o la polémica Reforma/Contrarreforma frente al cisma luterano son buenos ejemplos. Esta batalla por las ideas era la nematología que acompañaba, en ocasiones, al enfrentamiento militar.

Sin embargo, el primero que reflexionó y teorizó sobre estas cuestiones fue el filósofo marxista italiano Antonio Gramsci (Ales, Cerdeña, 22 de enero de 1891 – Roma, 27 de abril de 1937). Gramsci fue uno de los fundadores del Partido Comunista Italiano en 1921, junto a Palmiro Togliatti. En 1926 fue detenido y encarcelado por el régimen fascista, y durante su estancia en prisión escribe los Cuadernos de la cárcel, en los que reflexiona sobre el fracaso del comunismo en Italia y la victoria fascista.

Las ideas de Gramsci sobre el papel de la hegemonía cultural pueden considerarse una revisión importante del marxismo. Según las tesis marxistas clásicas existe una infraestructura (modos de producción), que determina una estructura (organización política), y esta, a su vez, determina una superestructura (religión, filosofía, ideologías).

lunes, 18 de noviembre de 2024

Ensayo sobre la subjetividad política del capital

El carácter fetichista del capital es un tema ampliamente abordado por Marx y los marxistas. Pero, ¿qué sucede con los sujetos que realizan las funciones políticas, estatales, hegemónicas del Estado bajo el imperio del capital? ¿Produce el carácter alienante, fetichizante y despersonalizador del capital una forma particular de subjetividad política?

Manuel Samaja, Jacobin
«El capitalista mismo solo es una potencia en cuanto personificación del capital»
Karl Marx, Teorías sobre la plusvalía
Aquí presentaremos brevemente algunas ideas relativas a lo que podría denominarse una teoría sobre la subjetividad del capital y, especialmente, sobre la subjetividad política del capital. Conviene dejar sentado desde el comienzo que lo que sigue abreva fundamentalmente en la concepción del último Lukács —expuesta en su gran tratado Sobre la ontología del ser social— así como en múltiples ideas de István Mészáros y de Évald Iliénkov. El texto que presentamos aquí, pues, constituye una apretada síntesis de un estudio y reflexión actualmente en pleno desarrollo.

¿Subjetividad del capital?


Hablar sobre la «subjetividad del capital» probablemente produzca ciertas precauciones y hasta escepticismo, cuando no un directo rechazo. Después de todo, el capital no es un demiurgo ni un sujeto autónomo sino una relación social, un modo de la producción social, una forma de organizar la producción, la distribución, el cambio y el consumo.

Sin embargo, como decía Marx, el capital —el valor en proceso de valorización— no es una relación social sin más sino, más bien, una relación social que se presenta en la forma de una cosa. O, mejor, el capital es una relación social que se presenta en la forma de una serie de cosas, una relación social que debe metamorfosearse y «enmascararse» de múltiples «cosas»: dinero, mercancías (fuerza de trabajo, medios de producción), proceso de producción, mercancías preñadas de plusvalor, nuevamente dinero, etcétera. Cabe señalar que estas «cosas» en las que se encarna el proceso de valorización no son meras «cosas» sino —según expresión de Marx— objetos «físicamente metafísicos», relaciones sociales cosificadas.

jueves, 14 de noviembre de 2024

Una respuesta a Saito:
¿Era Marx eco-socialista?

A propósito del nuevo libro de Kohei Saito '¡Menos! El decrecimiento es una filosofía' :: ¿Qué pensar de esta reconstrucción del itinerario del pensamiento marxista con salsa ecologista?

Daniel Tanuro, Viento Sur

Kohei Saito vuelve a la carga. En La naturaleza contra el capital. El ecosocialismo de Karl Marx (Bellaterra), el marxólogo japonés explicaba cómo el Marx de madurez, concienciado del atolladero ecológico capitalista gracias a los trabajos de Liebig y de Frass, rompió con el productivismo. Su nueva obra, Marx in the Anthropocene. Towards the Idea of Degrowth Communism (Cambridge University Press, 2023), continúa esta reflexión. El libro es excelente y particularmente útil en cuatro cuestiones: la naturaleza de clase, fundamentalmente destructiva, de las fuerzas productivas capitalistas; la superioridad social y ecológica de las (llamadas) sociedades primitivas, sin clases; el debate sobre naturaleza y cultura con Bruno Latour y Jason Moore; en fin, el gran error de los aceleracionistas que se apoyan en Marx para negar la imperiosa necesidad de un decrecimiento. Estos cuatro aspectos tienen una gran importancia política hoy, no sólo para las y los marxistas preocupados por estar a la altura del desafío ecosocial planteado por la crisis sistémica del capitalismo, sino también para las y los activistas ecológicos. Este libro tiene las mismas cualidades que el precedente: erudito, bien construído y sutil y clarificador en la presentación de la evolución intelectual de Marx después de 1868. Por desgracia, tiene el mismo defecto: da por sentado lo que sólo es una hipótesis. Una vez más, Saito exagera al querer encontrar en Marx la perfecta anticipación teórica de los combates de hoy (1).

Al comienzo fue la "fractura metabólica"


La primera parte de Marx en el Antropoceno profundiza en la exploración del concepto marxista de fractura metabólica (2). Saito sigue aquí la estela de John B. Foster y de Paul Burkett, que habían mostrado la inmensa importancia de esta noción (3). Saito enriquece el análisis al resaltar tres manifestaciones del fenómeno -perturbación de los procesos naturales, falla espacial, hiato entre las temporalidades de la naturaleza y del capital- a las que corresponden tres estrategias capitalistas de elusión -las pseudosoluciones tecnológicas, la deslocalización de las catástrofes a los países dominados y el aplazamiento de sus consecuencias a las futuras generaciones (p. 29 y ss.).

lunes, 7 de octubre de 2024

La Globalización como “glebalización” de las masas

El retorno de “la plebe” en el Mundialismo.

Diego Fusaro, Posmodernia

Estamos asistiendo desde hace años a la replebeyización de las masas, durante un tiempo protegidas por derechos conquistados en el marco de los Estados nacionales soberanos y ahora redefinidas como una inmenso ejército de Siervos de la gleba a merced del capital sin fronteras, sobre el que reposa la esencia de esa «glebalización» como fundamento del Nuevo Feudalismo líquido-financiero.

La globalización del mercado se produce al unísono con la glebalización de los trabajadores y de las clases medias pauperizadas, con arreglo a aquella proletarización integral de la sociedad ya prevista por Marx y, después de él, por el «Programa de Erfurt» (1891): el globalismo de los dominantes es el glebalismo de los dominados. Los trabajadores son reducidos a nueva plebe del planetario sistema de las necesidades deseticizado: las suyas son consideradas a todos los efectos como «vidas de deshecho» y tratadas como tales, en una época en la que el welfarismo del compromiso entre Estado y mercado ha cedido paso a la criminalización liberal de la miseria social.

jueves, 3 de octubre de 2024

De Karl Marx al ecomarxismo

Marx nos ayuda a comprender por qué el "capitalismo verde" no es más que una ilusión: el sistema no puede existir sin acumulación y crecimiento, un crecimiento "sin límites ni medida"

Michael Löwy, New Politics

La reflexión sobre la contribución de Marx a una perspectiva ecológica ha avanzado considerablemente en las últimas décadas. La imagen un tanto caricaturesca de un Marx "prometeico", productivista e indiferente a las cuestiones medioambientales, transmitida por ciertos ecologistas con prisa por "sustituir el paradigma rojo por el verde", ha perdido gran parte de su credibilidad.

El pionero en el redescubrimiento de la dimensión ecológica en Marx y Engels fue sin duda John Bellamy Foster, con su libro Marx's Ecology: Materialism and Nature (Monthly Review Press, 2000), que destaca el análisis de Marx de la "ruptura metabólica" (Riss des Stoffwechsels) entre las sociedades humanas y el entorno natural, provocada por el capitalismo.

martes, 1 de octubre de 2024

Fredric Jameson, la Praxis del trabajo cultural

Muere a los 90 años el crítico literario y teórico estadounidense vinculado al pensamiento dialéctico. «Postmodernismo» es el volumen que en 1991 le hizo famoso en el debate internacional. Protagonista relevante y original del marxismo contemporáneo, entre sus mentores y maestros se encuentran los nombres de Erich Auerbach y Herbert Marcuse.

Marco Gatto, Il Manifesto

Fredric Jameson falleció hace una semana a los noventa años. Nació en Cleveland, Ohio, en 1934 y se educó en Yale, donde completó sus estudios de doctorado en 1959. Erich Auerbach y Herbert Marcuse, entre otros, estuvieron entre sus mentores y maestros. Personalidad esencial del marxismo contemporáneo, indisolublemente ligada al pensamiento dialéctico, Jameson atravesó el siglo XX y las dos primeras décadas de nuestro siglo concibiendo las representaciones culturales como síntomas complejos de una profunda dinámica histórica. Su obra, basada en una constante comparación con las tradiciones de pensamiento antiguas y modernas, y en un incesante combate con las propuestas teóricas contemporáneas, en nombre de una generosidad intelectual sin límites ("se puede decir de él que nada cultural le es ajeno ", declaró Colin MacCabe evocando a Terence), constituye el punto final y avanzado de ese "marxismo occidental" que Perry Anderson contribuyó a historizar y que Jameson ha refundado y puesto en pie en gran medida.

lunes, 30 de septiembre de 2024

El surrealismo como movimiento revolucionario

La mayoría de surrealistas parisinos no pertenecieron a ninguna organización; el espíritu común era antiautoritario y revolucionario, con una tendencia libertaria dominante

Michael Lowy, La Haine

El surrealismo es, desde su nacimiento, un movimiento internacional. No obstante, en las páginas siguientes nos ocuparemos sobre todo del grupo surrealista de París, inicialmente en torno a André Breton, pero que prosigue su actividad tras la muerte del autor de los Manifiestos del surrealismo. La aspiración revolucionaria está en el origen mismo del surrealismo y adopta de entrada una forma libertaria en el Primer Manifiesto del surrealismo (1924) de André Breton: «Únicamente la palabra libertad tiene el poder de exaltarme.» En 1925, el deseo de romper con la civilización burguesa occidental lleva a Breton a acercarse a las ideas de la Revolución de Octubre, como atestigua su reseña del Lenin de León Trotsky. En 1927 se adhiere al Partido Comunista Francés, pero se reserva, como explica en el folleto Au grand jour, su «derecho de crítica». Fue el Segundo Manifiesto del surrealismo (1930) el que extrae todas las consecuencias de este acto, al afirmar «totalmente, sin reservas, nuestra adhesión al principio del materialismo histórico». Al tiempo que subraya la distinción, o incluso la oposición, entre el «materialismo primario» y el «materialismo moderno» del que se reclama Friedrich Engels, André Breton insiste en el hecho de que «el surrrealismo se considera ligado indisolublemente, en virtud de las afinidades que he señalado, al enfoque del pensamiento marxista y exclusivamente a este enfoque».

domingo, 29 de septiembre de 2024

Fredric Jameson: sumergirse en la historia


Maciek Wisniewski, La Jornada

El domingo pasado, tras haber cumplido hace unos meses 90 años (t.ly/1Mgva), murió Fredric Jameson (1934-2024), un intelectual marxista, filósofo y critico cultural estadounidense cuya vasta obra influyó en generaciones de pensadores, académicos y activistas cambiando nuestra comprensión de la cultura, la política y la estética del “capitalismo tardío”, el término, retomado de Ernest Mandel, que Jameson solía favorecer y que simplemente significa “reciente”, pero también alude a cierta “obsolescencia”.

Jameson −teórico marxista quizás más versátil y prolífico desde Theodor W. Adorno− que había enseñado en la Universidad de Duke desde 1985 y entre cuyos numerosos libros se encuentran Marxismo y forma (1971), El inconsciente político (1981), Posmodernismo o la lógica cultural del capitalismo tardío (1991), Valencias de la dialéctica (2009) o Las antinomias del realismo (2013), desde su temprano encuentro con la obra de Sartre y su “lenguaje filosófico” (t.ly/lI3Wy) y retomando y profundizando nuestro entendimiento de la obra de autores como Hegel, Marx, Gramsci, Lukács, Adorno, Benjamin, Lefebvre o Althusser, exploró los vínculos entre ideología y cultura, economía y estética o historia y lenguaje en la literatura, la arquitectura y el cine, cambiando de modo particular todo el campo de la teoría cultural y la crítica literaria (t.ly/gvE9T).

Cómo Fredric Jameson reinventó la crítica literaria

A lo largo de su carrera como crítico, el marxista Fredric Jameson ha rechazado tanto los enfoques reduccionistas de la cultura como la tradición de crítica 'correcta' que dice ignorar lo político
[En la foto, Jameson como ponente en el Forum de Crítica e Investigación Literarias, en La Habana, 1987.]
Reseña de Inventions of a Present: The Novel in Its Crisis of Globalization de Fredric Jameson (Verso, 2024). Esta reseña fue escrita con anterioridad a la noticia de la muerte de Fredic Jameson.
Robert T. Tally, La Haine

Durante más de cinco décadas, Fredric Jameson ha sido el principal crítico literario y cultural marxista de EEUU, si no del mundo. Nacido en Cleveland en 1934, Jameson asistió al Haverford College, donde estudió con el legendario crítico Wayne Booth, que acuñó el término «narrador sospechoso». Tras especializarse en francés, concluiría sus estudios en Yale, donde se doctoraría en 1959. Ha desarrollado su carrera profesional y académica en programas de literatura francesa, románica o comparada (no inglesa, por cierto), primero en Harvard, luego en la Universidad de California, San Diego; Yale; UC Santa Cruz; y desde 1985, en la Universidad de Duke. Por consiguiente, su perspectiva siempre ha estado a caballo entre ambas costas: mirando al Europa desde EEUU en busca de ideas. La vasta experiencia docente de Jameson influye sin duda en el amplio abanico de temas, lenguas, literaturas y teorías que componen su obra.

miércoles, 25 de septiembre de 2024

Fredric Jameson (1934-2024), crítico del capitalismo y referente del marxismo en EEUU

Los medios tratan de reducirlo a crítico cultural, pero Jameson siempre reconoció explícitamente en sus obras su deuda intelectual con la Revolución Cubana y las insurgencias del Tercer Mundo

Fredric Jameson (1934), crítico, teórico y catedrático literario estadounidense, falleció este domingo a los 90 años, informó la editorial Verso Libros en sus redes sociales.

Considerado uno de los grandes referentes de la ideología marxista en su país, Jameson fue de los críticos más importantes del capitalismo y del posmodernismo, ejes centrales de su libro El posmodernismo o la lógica cultural del capitalismo avanzado, publicado originalmente como artículo en la revista New Left Review, en 1984, y en la revista cubana Casa de Las Américas, con traducción de Esther Pérez, y posteriormente en su formato de libro en 1991, con el sello editorial catalán Paidós.

sábado, 21 de septiembre de 2024

Las muchas caras de El Capital

La obra de Karl Marx posee las cualidades de los grandes clásicos: estimula nuevos pensamientos y es capaz de ilustrar aspectos fundamentales tanto del pasado como de la contemporaneidad.

Marcello Musto, Jacobin

Pasan los años y, aunque ha sido calificado varias veces como un texto anticuado, volvemos a discutir El Capital de Karl Marx (recién reeditado en una nueva edición por Einaudi). A pesar de haber cumplido 157 años (se publicó el 14 de septiembre de 1867), la "crítica de la economía política" confirma que posee todas las virtudes de los grandes clásicos: estimula nuevas reflexiones con cada relectura y es capaz de ilustrar aspectos fundamentales del pasado como de la contemporaneidad. Al mismo tiempo, tiene la ventaja de limitar las noticias del presente -así como el peso de sus, a menudo inadecuados, protagonistas- a la posición relativa que merecen. No es casualidad que el célebre escritor italiano Italo Calvino afirmara que un clásico también lo es porque nos ayuda a "relegar la actualidad al rango de ruido de fondo". Los clásicos señalan las cuestiones esenciales y los puntos ineludibles para poder comprenderlas y resolverlas plenamente. Por este motivo captan perpetuamente el interés de las nuevas generaciones de lectores. Un clásico sigue siendo indispensable a pesar del paso del tiempo y, de hecho, en el caso de El Capital se puede decir que este escrito se vuelve tanto más eficaz cuanto más el capitalismo se extiende por todos los rincones del planeta y se expande en todas las esferas de nuestra existencia.

lunes, 16 de septiembre de 2024

No, el liberalismo no ha superado al marxismo

A medida que el pensamiento liberal ha evolucionado para abordar los defectos del capitalismo, algunos argumentan que se ha puesto al día con el marxismo, haciéndolo irrelevante. Vivek Chibber argumenta que el liberalismo puede diagnosticar las injusticias del capitalismo, pero el marxismo nos da las herramientas para superarlas.

Vivek Chibber, Jacobin
Traducción: Natalia López

Durante gran parte de su historia, el movimiento socialista se basó en el marxismo como marco de referencia. En las últimas décadas, sin embargo, la teoría marxista ha perdido influencia en el mundo intelectual. En la filosofía política anglófona, por ejemplo, una corriente marxista antaño vibrante ha dado paso en gran medida a teorías liberales de diversa índole. Dada esta evolución, cabe preguntarse: ¿Sigue ofreciendo el marxismo el recurso esencial que supuso para los socialistas en el siglo XX?

Nick French, de Jacobin, se sentó con Vivek Chibber para discutir esta cuestión y otras, incluyendo la relación entre la filosofía política liberal y el marxismo; el estatus del materialismo histórico como teoría; y los usos y limitaciones de la filosofía moral para los socialistas. Para Chibber, aunque la filosofía liberal puede diagnosticar las injusticias del capitalismo, no ofrece ningún camino significativo para abordarlas. El marxismo, por el contrario, no sólo critica el capitalismo, sino que también proporciona un marco estratégico para el cambio estructural, lo que lo convierte en una fuerza inestimable y duradera para hacer frente a las desigualdades profundamente arraigadas del mundo moderno.

domingo, 15 de septiembre de 2024

Defender lo que somos. Identidad y Frontera


Diego Fusaro, Posmodernia

En nuestro Difendere chi siamo (2020), denominamos “teorema anti-identitario” a la peculiar formulación de la hodierna ideología “no border”, en coherencia con la cual tener una identidad con contornos precisos significaría, por eso mismo, poner en peligro la identidad del Otro. Así, desde el punto de vista de los abanderados del teorema anti-identitario, la renuncia a la propia identidad y la apertura a la de los demás constituiría la condición indispensable para que pudiera producirse un fecundo diálogo multicultural. La falsedad de semejante constructo teórico se manifiesta tan pronto como intentamos generalizarlo: si cada identidad renunciase a Sí misma para abrirse al Otro, se producirá una des-identificación general. Y, en consecuencia, el diálogo multicultural permanecería mudo, ya que carecería de la pluralidad de identidades culturales que representa su fundamento ineludible.

domingo, 8 de septiembre de 2024

Clase y pueblo según Dussel, intérprete de Marx


Fabio Ciabatti, Sinistrainrete

Un Marx que critica la economía política desde el punto de vista ético, es decir, desde el punto de vista de la materialidad de la vida, de la subjetividad corporal del trabajador entendido como no ser del capital. Una crítica que parte del exterior, de lo que excluye la totalidad del capital. Esta es la interpretación de Marx que resulta en cierto modo sorprendente, pero siempre sustentada en un conocimiento sólido de los textos que nos presenta Enrique Dussel, un estudioso argentino fallecido el año pasado. Un estudioso que, partiendo de la teología de la liberación, se declaró discípulo de Marx en los años 1990 para rechazar la idea ahora común de que el revolucionario alemán debería ser considerado un "perro muerto".

Marx y la modernidad, recientemente traducido al italiano por Antonino Infranca, es un texto formado a partir de la transcripción de un ciclo de conferencias celebradas en La Paz por Dussel en 1995 y puede leerse como una introducción suficientemente completa a la obra del pensador sudamericano. El origen geográfico es fundamental porque la valorización de la externalidad que hemos mencionado surge precisamente desde el punto de observación que representa la periferia del imperio.

jueves, 30 de mayo de 2024

Marx y el lumpenproletariado


Joakim Andersen, Geopolitika

Es una tradición del 1 de mayo escribir un texto sobre el movimiento obrero y el socialismo que a menudo esté relacionado con Karl Marx y Friedrich Engels. El texto de este año tratará de las opiniones de estos dos caballeros barbudos sobre el llamado lumpenproletariado. En los primeros tiempos del movimiento obrero hubo un fuerte debate sobre el potencial revolucionario de esta clase social. El anarquista Bakunin se refirió a ellos como «la flor del proletariado», «la chusma que casi no había sido tocada por la civilización burguesa», y consideraba que su potencial revolucionario era gigantesco. Detrás de semejante valoración por parte de Bakunin se intuyen elementos de su propia psicología y personalidad, además de algunos aspectos que reaparecieron de forma trivializada en relación con la izquierda de 1968.

martes, 28 de mayo de 2024

Cuando los chinos hablan de socialismo con características chinas, tenemos que tomárnoslo en serio

Según el gobierno chino, ciertas características tomadas del capitalismo pueden utilizarse "antes de cruzar el puente" en la transición socialista al comunismo

Rémy Herrera, La Haine

A los ojos de Occidente, el "marxismo en China" y el "socialismo con características chinas" no son más que el discurso propagandístico oficial de China, y han estado tratando de etiquetar a China como "capitalismo de Estado". Esto es un completo malentendido de China por parte de Occidente, no solo porque China, con estos conceptos, ha logrado grandes logros sino porque respeta la cultura, los intereses y las preocupaciones de otros países y ha hecho importantes contribuciones al mantenimiento de la paz mundial. Su extraordinario desarrollo económico y social es el desarrollo más rápido e impresionante en la historia de la humanidad en las últimas décadas. Este desarrollo estable y a largo plazo es el resultado del liderazgo del Partido Comunista de China y de su elección de un camino de desarrollo que les conviene.

Aquí hay que hablar del tan publicitado "milagro de China". En las últimas décadas, el producto interno bruto (PIB) de China ha crecido rápidamente y mucha gente usa la palabra "milagro" para describir este fenómeno. Esto no es un milagro inesperado, sino el resultado de una planificación cuidadosa, una implementación paciente y una implementación efectiva de las estrategias de desarrollo por parte de todo el país y los sucesivos gobiernos liderados por el Partido Comunista de China.

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