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viernes, 24 de enero de 2025

La guerra híbrida de Trump

La estrategia de Trump se caracterizará por la voluntad de poner fin a las guerras en Europa y Oriente Próximo, con el objetivo de aislar/endeudar por otras vías a Rusia e Irán (y a China)

Enrico Tomaselli, Sinistra in Rete

A pesar de las grandes expectativas con las que ha conseguido rodear su segundo mandato presidencial, es muy poco probable que Trump pueda y vaya a introducir un cambio radical en la política internacional estadounidense.

Y ello por la sencilla y obvia razón de que las líneas estratégicas de una gran potencia no pueden estar sujetas a cambios continuos, salvo a nivel táctico y para los ajustes que la evolución de las situaciones haga necesarios, y que por tanto no es una presidencia la que imparte la dirección, sino que es ésta la que determina al presidente.

Sin perjuicio, por tanto, de que la presidencia de Trump (que, por otra parte, ha sido claramente reivindicada) tendrá como objetivo la reafirmación de la hegemonía estadounidense, y desde luego ninguna apertura al multipolarismo, queda por saber cómo desarrollará concretamente esta línea estratégica, sobre todo en lo que respecta a las grandes zonas de crisis, pero no sólo.

Si nos fijamos, por ejemplo, en la crisis ucraniana, sobre la que, por otra parte, se ha centrado la atención, podemos ver cómo la posición estadounidense -tal y como se está perfilando cada vez más- se caracteriza sobre todo por un enfoque reductor, es decir, considera el conflicto como una cuestión circunscrita, que debe mantenerse y resolverse en un ámbito limitado, sin abordar por tanto las cuestiones fundamentales que subyacen en él, como es no sólo la pertenencia o no de Ucrania a la OTAN, sino también su neutralidad/desmilitarización y, lo que es aún más importante, una nueva arquitectura de seguridad mutua en Europa y a escala mundial.

jueves, 23 de enero de 2025

Tecnato de Norteamérica: ¿Trump quiere hacer realidad la dictadura tecnocrática que soñó el abuelo de Elon Musk?

El Tecnato de Norteamérica (Technocracy Inc.) es una propuesta concebida en la década de 1930 por la Sociedad Fabiana y Joshua Haldeman, abuelo materno de Elon Musk, que plantea integrar territorios como Canadá, Groenlandia, México, Centroamérica, el Caribe y parte del norte de Sudamérica bajo una estructura dirigida por “especialistas”, cuyo objetivo sería reemplazar la democracia y el capitalismo. Según el historiador José Luis Preciado, esta idea ha resurgido en estrategias contemporáneas, como las iniciativas de Donald Trump de renombrar el Golfo de México y buscar el control de Groenlandia, Canadá y Panamá, las cuales reflejan un impulso expansionista planificado por la criptocracia occidental. Este enfoque parece alinearse con el concepto histórico del Tecnato, reinterpretando asimismo elementos de un proyecto ultraglobalista que, aunque ha dejado de ser un modelo viable de gobernanza mundial, ahora sintetiza algunos de sus principios y se presenta como un caballo de Troya para el continente americano en un nuevo orden multipolar.
En los mapas del tecnato trazados desde la década de 1930, se incluían Groenlandia, Alaska, Canadá, Estados Unidos, México, todos los países soberanos de Centroamérica, así como parte del norte de Colombia y Venezuela.

José Luis Preciado, Mente Alternativa

Desde que Donald Trump inició su carrera política, ha desafiado las normas geopolíticas con propuestas y declaraciones controversiales. Este artículo explora sus recientes intenciones de rebautizar el Golfo de México, apropiarse de Groenlandia, Canadá y Panamá, y cómo estos movimientos encajan en una estrategia más amplia de control global, de la cual fue parte el abuelo materno del transhumanista y contratista masivo del Pentágono, Elon Musk.

La propuesta de Donald Trump de rebautizar el Golfo de México como “Golfo de América” refleja una narrativa imperialista que busca reforzar la influencia estadounidense en la región. Aunque el nombre actual tiene raíces históricas que datan de 1524, la iniciativa ha generado rechazo internacional, especialmente en México, donde se percibe como un intento de apropiación al menos simbólica de los recursos petrolíferos del golfo. Paralelamente, el interés de Trump en Canadá (al que quiere anexar como estado 51) y Groenlandia (a donde viajó recientemente uno de sus hijos) pone de manifiesto su enfoque hacia el Ártico, una región rica en recursos naturales y punto estratégico para provocar a Rusia. Las declaraciones sobre posibles intervenciones militares en Groenlandia y las presiones económicas sobre Canadá han suscitado preocupaciones sobre la soberanía de estos territorios y la estabilidad geopolítica.

miércoles, 22 de enero de 2025

Una nueva era: el legado de Biden y las intenciones de Trump


Nahia Sanzo, Slavyangrad

La nueva era comenzó este lunes con la toma de posesión de Donald Trump, que inauguró su segundo mandato con un discurso previsiblemente nacionalista, con toques mesiánicos y centrado en la agenda doméstica, en el que prometió que “la edad dorada de América [Estados Unidos] comienza ahora”. Como se había anunciado previamente, los primeros decretos presidenciales se centraron en el aspecto que el nuevo presidente, su entorno más cercano y sus votantes más fieles consideran principal, expulsar al máximo número posible de migrantes. Es ahí donde va a centrarse la agenda política dura de la segunda presidencia de Trump, que en política exterior tendrá un eje claro a nivel continental, una especie de nueva doctrina Monroe mezclada con grandes dosis de una actualización del destino manifiesto. A esa importancia que la nueva presidencia va a dar al poder estadounidense en América -a ello está dirigido el nombramiento de Marco Rubio, un halcón que luchará activamente contra los gobiernos progresistas del continente- hay que añadir que será Trump quien determine ahora el papel estadounidense en los grandes conflictos mundiales. Además del enfrentamiento, fundamentalmente económico, aunque con componentes militares, contra China, la política de la Casa Blanca será clave tanto en Oriente Medio como en Ucrania.

Horas antes de la investidura, Vladimir Putin felicitó públicamente a Donald Trump por su retorno al poder y valoró positivamente la voluntad estadounidense de reiniciar los contactos diplomáticos. Aunque la retórica rusa se ha moderado y es previsible menor hostilidad por parte del Kremlin o de los medios rusos para dar una oportunidad a la diplomacia, el presidente ruso insistió en su mensaje en que lograr la paz a largo plazo, más allá de una tregua temporal o un cierre en falso del conflicto, implica “resolver las causas originales del conflicto”. No es difícil entender de esas palabras que Vladimir Putin se refiere a la arquitectura de seguridad europea y más concretamente a la expansión de la OTAN hacia la frontera rusa, algo que, quizá de forma ingenua, Rusia confía en poder detener por medio de un acuerdo con Estados Unidos, más sencillo con Donald Trump que con Joe Biden. Frente a una visión de la Alianza como herramienta de expansión de los valores occidentales y la democracia liberal, el trumpismo entiende la OTAN como una garantía de que no habrá en Europa un bloque antihegemónico que pueda hacer sombra a Estados Unidos. Para lograr ese objetivo, Washington necesita un número de países lo suficientemente grande para evitar que la unión del resto pueda compensar esa alianza, pero lo suficientemente reducido como para evitar un gasto excesivo. En ese planteamiento, países como Ucrania no son vistos como un lastre, como en ocasiones han manifestado JD Vance o Donald Trump JR., sino territorios difíciles de defender e innecesarios a la hora de cumplir con la función de la alianza. De esta forma, es probable que vaya a producirse un mayor rechazo de la administración Trump al camino euroatlántico de Ucrania -de ahí que Zelensky buscara la invitación oficial de adhesión a la Alianza de Joe Biden, para lograr lo que es consciente que no obtendrá de la nueva administración-, e incluso declaraciones en las que el nuevo presidente afirme comprender la preocupación rusa por la expansión de la OTAN.

lunes, 20 de enero de 2025

Estados Unidos en 2025: Problemas sociales negados mediante retóricas de rechazo


Richard Wolf, Counter Punch

Las sociedades sobreviven y crecen cuando logran sortear sus contradicciones. Sin embargo, con el tiempo, las contradicciones acumuladas superan los medios existentes para sortearlas. Entonces surgen problemas sociales que persisten o empeoran dentro de esas sociedades porque no se los sortea con éxito o no se los atiende. A veces, la reacción consciente dominante ante esos problemas sociales es la negación, la negativa a verlos. La negación de los problemas sociales internos desplaza la resolución de las contradicciones que los causan. El declive social resultante, al igual que el conjunto de contradicciones internas que refleja, se niega e ignora. En cambio, pueden surgir narrativas o retóricas que posicionen a esas sociedades como víctimas de abuso por parte de extranjeros. Estados Unidos en 2025 ilustra este proceso: su retórica de rechazo apunta a poner fin a su victimización.

En los Estados Unidos de hoy, una de esas retóricas es la de no permitir que los extranjeros sigan abusando de ellos “que amenazan nuestra seguridad nacional”. Esta retórica culpa a los malos líderes políticos estadounidenses de no haber puesto a Estados Unidos en primer lugar y, por lo tanto, haberlo hecho grande de nuevo. Otra retórica exige que “nosotros” nos neguemos a permitir que “nuestra democracia” sea destruida por enemigos extranjeros (y sus equivalentes nacionales): personas que, según se dice, odian, no entienden o subestiman “nuestra democracia”. Otra retórica de rechazo es la de que los extranjeros “engañen” a Estados Unidos en los procesos de comercio y migración. La mayoría de los estadounidenses adoptan una o más de esas retóricas, pero, como nos proponemos demostrar aquí, esas retóricas son cada vez menos eficaces.

El aparente impulso de Trump a favor de un alto al fuego en Gaza solo magnifica la maldad de Biden

La facilidad con que el presidente electo de Estados Unidos ha obligado a los dirigentes israelíes a alinearse ha quemado la última hoja de parra que podía justificar que los demócratas alguna vez estuvieron interesados en hacer algo más que ganar tiempo.

Samuel Geddes, Al Mayadeen

Según fuentes regionales, el “gran avance” de esta semana en las negociaciones para un alto al fuego que puso fin a la campaña genocida contra Gaza se produjo tras una única intervención del enviado designado por el presidente electo de Estados Unidos, Trump, Steve Witkoff, en la que ordenó al gobierno de Netanyahu que capitulara. Si bien podemos ser escépticos con respecto a la costumbre de Trump de atribuirse el mérito de cualquier avance, esto fue corroborado por los miembros de extrema derecha del gobierno israelí, que estallaron en el tipo de rabietas por las que ahora son mundialmente famosos, y enmarcaron el acuerdo como un desastre impuesto a “Israel” por la administración entrante.

Si bien es un alivio bienvenido, la imposición del cese del fuego a "Israel" por parte de Trump también pone claramente de relieve la inutilidad del último año y medio de matanzas, así como la regionalización de la guerra en Cisjordania ocupada, Líbano, Siria, Irak, Irán y Yemen.

Tras la Operación Diluvio de Al-Aqsa, Biden, mientras repetía como un loro la propaganda atroz de "Israel" sobre bebés decapitados en hornos, dio a Netanyahu carta blanca para declarar la guerra total contra el pueblo de Gaza. Cuando se hizo evidente la escala única de las atrocidades en la Franja, Biden procedió, mediante su débil embajadora ante la ONU, Linda Thomas-Greenfield, a proporcionar cobertura diplomática al genocidio en el Consejo de Seguridad. En un intento de igualar a sus representantes europeos, Estados Unidos vetó todas las resoluciones que pedían el fin de la carnicería, esforzándose claramente por inventar nuevas objeciones para desviar la indignación mundial ante un cinismo tan despiadado.

Trump y el Renacimiento del Panamericanismo


Jean-Jacques Mounier, Geopolitika

El 7 de enero de 2025, en una conferencia de prensa en su residencia de Mar-a-Lago (Florida), el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, reafirmó su intención no sólo de convertir Canadá en el 51º Estado de Estados Unidos, sino también de anexionarse el Canal de Panamá y Groenlandia, utilizando la fuerza si fuera necesario.

Poco después de la dimisión de Justin Trudeau, primer ministro canadiense, a principios de enero, el nuevo presidente estadounidense publicó en su red X un mapa de Estados Unidos que incluía Canadá. Esta declaración, retransmitida y apoyada por Elon Musk, causó conmoción y consternación no solo en Canadá, sino también en Europa.

La cuestión es si estas declaraciones son simples provocaciones destinadas a crear un equilibrio de poder, en particular con Canadá, para resolver las disputas entre ambos países, o si revelan una visión geopolítica más profunda que debería formar parte de una nueva geopolítica mundial.

En primer lugar, recordemos que Donald Trump quiere romper con los trilateralistas y los neoconservadores que, durante décadas, han llevado a cabo una política de guerras estadounidenses en todo el mundo con el objetivo de imponer sus intereses con el pretexto de luchar contra las autocracias y ampliar los derechos humanos.

domingo, 19 de enero de 2025

Trump, Irán y el plan estratégico de Obama

Irán podría exponer la 'improbabilidad de la victoria' y demostrar el 'coste inaceptable' del conflicto, para desmantelar la ilusoria narrativa israelí de la victoria perpetua

Alastair Crooke, Strategic Culture

Al igual que un reloj antiguo destrozado -con sus elaborados engranajes, ruedas de trinquete y entrañas separadas de la carcasa-, la mecánica de Oriente Próximo yace igualmente expuesta y rota. Toda la región está en juego: Siria, Líbano, Qatar, Yemen, Jordania, Egipto e Irán.

El proyecto estratégico original de Obama para contener y equilibrar las energías potencialmente violentas de Asia Occidental se entregó posteriormente a Biden al final del mandato de Obama, y todavía llevaba claramente el sello de Obama hasta su colapso después del 7 de octubre de 2023.

El régimen de Netanyahu destrozó deliberadamente su mecánica: En actos de destrucción gratuita, destruyó el statu quo imperante, que consideraba una camisa de fuerza estadounidense que impedía la consecución de un Gran Israel que alcanzara su "Gran Victoria".

Netanyahu se resintió de las restricciones estadounidenses, aunque al romper el mecanismo existente, paradójicamente, en lugar de liberar a Israel, puede haber desencadenado dinámicas que resultarán mucho más amenazadoras (por ejemplo, en Siria).

¿Puede Trump salvar a Estados Unidos de sí mismo?

Trump podría simplemente continuar por el mismo camino metafísico y simplemente decir que sólo él tiene la visión de salvar a Estados Unidos de la Tercera Guerra Mundial.

Alastair Crooke, Strategic Culture

La semana pasada, el Ministro de Asuntos Exteriores ruso, Lavrov, desestimó las propuestas de paz del Equipo Trump para Ucrania como insatisfactorias. En esencia, el punto de vista ruso es que los llamados a un conflicto congelado no tienen sentido: desde el punto de vista ruso, tales ideas (conflictos congelados, ceses del fuego y fuerzas de paz) no pueden calificarse ni remotamente como el tipo de acuerdo basado en tratados y una “visión amplia” que los rusos defienden desde 2021.

Sin un fin duradero y permanente al conflicto, los rusos preferirán confiar en un resultado en el campo de batalla, incluso a riesgo de que su negativa conduzca a una escalada continua, incluso nuclear, de la política arriesgada de Estados Unidos.

La pregunta es más bien: ¿es posible una paz duradera entre Estados Unidos y Rusia?

La muerte del ex presidente Jimmy Carter nos recuerda la turbulenta “revolución” política de los años 1970, condensada en los escritos de Zbig Brzezinski, asesor de seguridad nacional de Carter: una revolución que atormenta las relaciones entre Estados Unidos y Rusia desde entonces hasta la fecha.

La era Carter vio un importante punto de inflexión con la invención de Brzezinski del conflicto de identidad armado y su adopción de las mismas herramientas de identidad –aplicadas más ampliamente– para poner a las sociedades occidentales bajo el control de una élite tecnocrática “[implementando] una vigilancia continua de cada ciudadano… [ junto con la manipulación por parte de las élites] del comportamiento y funcionamiento intelectual de todas las personas…”.

viernes, 17 de enero de 2025

Planes del trumpismo para Ucrania


Nahia Sanzo, Slavyangrad

“Los críticos están atacando al presidente electo Donald Trump después de que un asesor clave pareciera retractarse de una importante promesa de campaña”, escribía ayer The Huffington Post al comentar la última y extraña aparición televisiva de quien será el enviado de Donald Trump para resolver la cuestión ucraniana. “Trump ha afirmado en repetidas ocasiones que pondría fin a la guerra entre Rusia y Ucrania en las 24 horas siguientes a su toma de posesión o incluso antes. Pero el teniente general retirado Keith Kellogg, a quien Trump nombró enviado especial para las dos naciones, dijo a Fox News la semana pasada que llevaría más tiempo, haciéndose eco de comentarios hechos anteriormente por el propio Trump”, continuaba el artículo. Trump afirmó, en al menos seis ocasiones diferentes que sería capaz de resolver el conflicto de forma rápida y antes incluso de tomar posesión del cargo. Donald Trump no es el único líder político cuyas promesas de campaña se moderan nada más anunciarse los resultados electorales y las escasas declaraciones que ha realizado como presidente electo apuntaban hace semanas a una clara reducción de unas expectativas que él mismo había elevado con objetivos claramente electorales. Aunque Trump ha alegado “algunos progresos” en el camino hacia una resolución, tanto la situación sobre el terreno como los movimientos diplomáticos indican que esos avances existen solo en la mente del dirigente estadounidense, siempre dispuesto a exagerar sus éxitos e incluso a inventarlos.

“Realmente tengo mucha confianza en su capacidad para llegar a una posición en la que esta guerra haya terminado. Y creo que lo que la gente tiene que entender es que no está intentando dar algo a Putin o a los rusos. Está intentando salvar a Ucrania y su soberanía, y va a asegurarse de que sea equitativo y justo”, afirmó Kellogg, que sigue basando su valoración en la confianza ciega en un hombre que ha dejado claro que no tiene ningún plan. El general precisó estar hablando a título personal y no en nombre de Donald Trump, lo que refuerza aún más la percepción de que, sea cual sea la propuesta que vaya a presentar el futuro presidente, la persona que debe encarrilar el proceso no conoce aún esas intenciones. Pero aun así, Keith Kellogg, que ya presentó el pasado mes de mayo un plan que puede resumirse en utilizar el suministro de armas como palo y zanahoria -continuar el flujo de armamento solo si Ucrania acepta negociar y aumentarlo si Rusia rechaza participar-, es capaz de dar un marco temporal. “Fijémoslo en 100 días y retrocedamos hasta el final y busquemos la forma de hacerlo a corto plazo para asegurarnos de que la solución es sólida, sostenible y de que esta guerra termina para poner fin a la carnicería”, añadió, dando nuevamente una sensación de intenciones, pero de ausencia de planes para conseguir los objetivos. Pese a lo que había manifestado cuando fue nombrado para el puesto, Kellogg no visitará Ucrania en su misión de recopilación de información hasta después de la investidura de Trump. Sin haber visitado el país ni haberse reunido con Zelensky y con la certeza de que no hay una propuesta a nivel de equipo presidencial, no es de extrañar que las comparecencias mediáticas del general Kellogg, cuyo plan peca del mismo simplismo que la visión de Donald Trump, sean escasamente convincentes y den apariencia de serias dudas sobre el resultado del trabajo que aún no ha comenzado.

jueves, 16 de enero de 2025

Te voy a hacer MAGA, Baby

No es de extrañar que a Trump se le haya tenido que ocurrir una seductora, pero aún cargada de peligros, psy op más grande que la vida para cambiar imperiosamente la narrativa

Pepe Escobar, Strategic Culture

Es el mayor espectáculo del mundo: desatar un programa doble de Nuevo Paradigma y Destino Manifiesto sobre el crack. Somos los mejores. Te sacudiremos en todos los sentidos. Os aplastaremos. Nos llevaremos todo lo que queramos porque podemos.

Y si queréis abandonar el dólar estadounidense, os destruiremos. BRICS, vamos a por vosotros.

Trump 2.0, una mezcla de lucha libre profesional y MMA en una jaula planetaria gigante, empieza el próximo lunes.

El objetivo de Trump 2.0 es controlar el sistema financiero mundial, el comercio mundial de petróleo y el suministro de gas natural licuado, así como las plataformas mediáticas estratégicas. Trump 2.0 se está preparando para ser un ejercicio ampliado de la capacidad de hacer daño al Otro. Cualquier Otro. Adquisiciones hostiles - y sangre en las vías. Así es como «negociamos».

Bajo Trump 2.0, la infraestructura tecnológica global debe funcionar con software estadounidense, no solo en el frente de los beneficios, sino también en el del espionaje. Los chips de datos de IA deben ser solo estadounidenses. Los centros de datos de IA deben ser controlados solo por Estados Unidos.

¿«Libre comercio» y «globalización»? Eso es para perdedores. Bienvenidos al mercantilismo neoimperial y tecnofeudal, impulsado por la supremacía tecnológica estadounidense.

El asesor de Seguridad Nacional de Trump, Mike Waltz, ha nombrado algunos de los próximos objetivos: Groenlandia; Canadá; cárteles variados; el Ártico; el Golfo de «América»; petróleo y gas; minerales de tierras raras. Todo en nombre del fortalecimiento de la «seguridad nacional».

Un punto clave: el control total del «hemisferio occidental». Doctrina Monroe 2.0 - en realidad la Doctrina Donroe. Estados Unidos primero, último y siempre.

lunes, 13 de enero de 2025

¿Qué sorprendería a los ricos de Estados Unidos en 2025? No ser más ricos


Sam Pizzigati, Sin Permiso

El nuevo año ha comenzado con viejas noticias: El mundo sigue haciéndose colosalmente más desigual, con Estados Unidos a la cabeza.

En 2024, acaban de informar los rastreadores de riqueza de Bloomberg en un repaso de fin de año, «las 500 personas más ricas del mundo se hicieron enormemente más ricas».

De las 15 personas más ricas del mundo, según los datos de Bloomberg, 14 viven en Estados Unidos. El más rico de estos ricos: Elon Musk. Empezó 2024 con una fortuna personal de apenas 229.000 millones de dólares. Lo terminó con un patrimonio neto de 442.000 millones de dólares, la mayor fortuna personal jamás vista en el mundo.

En total, las 500 personas más ricas del mundo terminaron 2024 con un patrimonio conjunto de 9,8 billones de dólares. Alrededor del 34% de los 1,5 billones de dólares que ganaron a lo largo del año se produjeron en las cinco semanas posteriores a la elección de Donald Trump.

El propio Trump disfrutó de un 2024 bastante gratificante. Su patrimonio neto personal casi se duplicó el año pasado, hasta algo más de 7.000 millones de dólares. El presidente electo posee ahora una fortuna 137.000 veces superior a la riqueza media de una familia del 50% más pobre de Estados Unidos.

Un poco de humildad para Trump: Su nueva fortuna de 7.000 millones de dólares equivale a menos del 2% de la riqueza personal de su nuevo buen amigo Elon.

domingo, 12 de enero de 2025

Trump ni siquiera ha asumido el cargo y ya está prometiendo una guerra total

¿Recuerdan a Donald Trump en su primer mandato presidencial, que no había iniciado ninguna guerra nueva? No se preocupen, es solo un mal recuerdo.
La América de 2025 volverá a la conquista.

Lorenzo María Pacini, Strategic Culture

Un mal hábito que nunca desaparece

Durante unos días (realmente durante unos días) el mundo entero había creído realmente que Donald Trump, al ganar las elecciones, conduciría al mundo a una era de paz y prosperidad, entrando en relación, no en competencia, con los demás países del emergente mundo multipolar; incluso hubo quienes habían creído que el gobierno de Estados Unidos volvería a ocuparse de los problemas de los estadounidenses, que no son pocos y que exigen soluciones con cierta urgencia si se quiere evitar un colapso estructural interno; también hubo quienes habían teorizado una especie de “liberación” del globalismo y sus descartes, poniendo de nuevo la verdadera política en el centro y asegurando un renacimiento de la geopolítica estadounidense y de las relaciones internacionales.

Lamento decepcionar a todos los simpatizantes: Trump es presidente de los Estados Unidos de América y, como tal, parece que quiere hacer lo que todos los presidentes estadounidenses han hecho hasta la fecha, es decir, la guerra de conquista global.

Trump aún no ha asumido la Casa Blanca y ya ha amenazado con destruir Irán, conquistar Canadá, expropiar Groenlandia y explotar tierras del Círculo Polar Ártico, arrebatarle Taiwán a China, anexar Panamá y cambiar el nombre del Golfo de México a Golfo de América, todo ello mientras intimida a Europa a aumentar el gasto militar e imponer sanciones hacia el Este.

Mientras tanto, su colaborador más confiable (o su maestro) Elon Musk está planeando no solo la transición al transhumanismo masivo sino también el reemplazo de cualquiera que se oponga a la hegemonía del gobierno estadounidense, tanto en el país como en el extranjero. Todo ello endulzado con concesiones a la libertad de prensa y expresión en sus redes sociales personales, haciendo creer a la gente que esa es la verdadera libertad, cuando en realidad es una jaula interactiva de colores.

Trump, la guerra de Ucrania y la autonomía europea


Nahia Sanzo, Slavyangrad

Además de sugerir que Hezbollah pudo tener un papel en la insurrección del 6 de enero de 2021, referirse a la lluvia como “agua que cae del paraíso” o especular sobre la cantidad que sale del grifo o la que necesitan las lavadoras o el lavavajillas, el presidente electo Donald Trump dejó un puñado de preocupantes titulares en su rueda de prensa del martes. “Francia y Alemania advirtieron el miércoles a Donald Trump de no amenazar las «fronteras soberanas» después de que el presidente electo de Estados Unidos se negara a descartar una acción militar para tomar Groenlandia, un territorio autónomo de Dinamarca, miembro de la Unión Europea”, escribía ayer AFP para describir la confusión que ha causado en los países de la Unión Europea la reciente insistencia del futuro presidente en la “necesidad” de su país de disponer de Groenlandia. En esta era del retorno de disputas entre grandes potencias, el Ártico será en los próximos años un escenario prioritario en la lucha por minerales y materias primas. De ahí, además del ansia de control de una zona en la que operan, por la ruta del norte, buques de Rusia y China, el interés estadounidense en aumentar su presencia en Groenlandia, donde Estados Unidos disfruta ya de una base militar, rémora de la Guerra Fría. El control del Ártico, y no la balanza de pagos, parece ser también el motivo por el que Trump trolea a Canadá desde hace semanas llamando gobernador general a su primer ministro y “estado número 51” al país. Evidentemente, Trump no busca anexionarse el territorio sino desestabilizar una situación ya de por sí complicada en su vecino del norte, donde Justin Trudeau, perdida toda su popularidad, ha dimitido y se espera la elección de una nueva persona al frente del partido y el Gobierno. El objetivo es puramente económico y está vinculado a la principal lucha de Trump estas semanas, el proteccionismo y los aranceles.

En el caso canadiense, el futuro presidente precisó que la lucha será económica y no militar, algo que Trump rechazó descartar con respecto a Groenlandia o Panamá. En Centroamérica no preocupa la lucha por los recursos naturales, sino lo mismo que ha marcado la política estadounidense en esa región durante el último siglo, el control del comercio y del canal de Panamá. El aislacionista Trump se acoge a una versión modificada de la Doctrina Monroe -evitar que los países europeos recuperaran poder en América Latina- ahora aplicada a China, donde el futuro presidente alega falsamente que soldados chinos operan y controlan el canal. Trump no puede evitar tampoco dar un toque del Corolario de Roosevelt –America para los Americanos– que acompañaba a esa doctrina. En la misma rueda de prensa, anunció que el Golfo de México pasará a llamarse Golfo de América, en referencia evidente a Estados Unidos y no a todo el continente.

viernes, 10 de enero de 2025

La guerra de Ucrania se convierte en una ficción absurda


Estragón: ¡No me toques! ¡No me preguntes! ¡No me hables! ¡Quédate conmigo!
Vladimir: ¿Alguna vez te dejé?
Estragón: Me dejaste ir.

Esperando a Godot, de Samuel Beckett


M. K. Bhadrakumar, Indian PunchLine

Una gran transformación de la guerra de Ucrania en el último año, desde que comenzó la actual ofensiva rusa, es su transición a una ficción absurda que gira en torno a la inseguridad existencial de los europeos, su miedo a ser abandonados por Donald Trump y, sin embargo, su deseo de que les dejen en paz.

En general, la cita anterior pone de relieve la naturaleza fluida y compleja de la memoria europea -memoria olvidadiza e inconsistente- y cómo puede moldear su percepción de la guerra y sus experiencias dentro de ella.

La Administración Biden no ha renunciado a la guerra de Ucrania. El jueves está previsto que se celebre en Alemania una reunión del Formato Ramstein, presidida por el Secretario de Defensa saliente de Estados Unidos, Lloyd Austin, para abordar las necesidades de defensa de Ucrania, a las que se referirá el Presidente ucraniano Zelensky.

Mientras tanto, Kiev lanzó un ataque típico en la región de Kursk en vísperas del evento del Formato Ramstein. La operación, aunque la prensa británica la exagera, está encabezada por sólo 2 tanques y quince carros blindados y, sin duda, será aplastada por los drones rusos y sus helicópteros de combate Ka de alto rendimiento, altamente letales, con capacidad diurna y nocturna, gran capacidad de supervivencia y potencia de fuego.

Trump: verborrea peligrosa


Editorial de La Jornada

El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, prepara el terreno para su vuelta al poder con declaraciones cada vez más agresivas y delirantes. Después de insistir en su añeja idea de comprar Groenlandia a Dinamarca y amenazar –sin que viniera a cuento– con restablecer el control colonial estadunidense sobre la zona del Canal de Panamá, ayer generó inquietud internacional al decir que no descarta la coerción económica o la vía militar para lograr esos objetivos. Al mismo tiempo, mantiene su permanente golpeteo verbal contra México, al que ayer calificó como un lugar muy peligroso, gobernado por los cárteles del narcotráfico, que se encuentra realmente en apuros, en muchos apuros y deja pasar a millones de personas a territorio estadunidense. De una manera que sólo puede tener lógica dentro de su mente, ello le llevó a asegurar que cambiará el nombre del Golfo de México por Golfo de América, denominación que consideró apropiada y dotada de un lindo sonido.

Es necesario analizar por partes tal cadena de despropósitos. Su presión sobre Dinamarca, que incluye un viaje de su hijo a la isla, se inscribe en su tendencia a humillar a los países europeos desde su primer mandato a sabiendas de que el Viejo Continente, y en particular los miembros de la Unión Europea, padecen una debilidad política e institucional aguda y de que sus dirigentes están dispuestos a soportar cualquier vejación antes de marcar un alto a Washington. La actual actitud del magnate exhibe también que los europeos no aprendieron nada entre 2017 y 2021: en vez de reafirmar su autonomía y buscar una política internacional que reduzca su dependencia de Estados Unidos, se sumaron –y Copenhague con más entusiasmo que la mayoría– a las provocaciones contra Rusia y se entramparon en la guerra librada por la OTAN con las vidas de soldados ucranios. Dado que Europa carece de la capacidad económica, industrial y de inteligencia para sostener el conflicto, y que un triunfo absoluto de Moscú lo pondría a las puertas del Espacio Schengen, Trump cuenta con una herramienta de chantaje que evidentemente no duda en utilizar.

jueves, 9 de enero de 2025

¿Por qué Trump quiere hacerse con Groenlandia?


El mandatario electo de EEUU, Donald Trump, ha revivido recientemente los llamamientos hechos durante su primera presidencia para que Groenlandia forme parte del país norteamericano, calificándolo de "una necesidad absoluta".

Trump declaró que Dinamarca debería renunciar a Groenlandia en favor de EEUU para garantizar la protección del "mundo libre". "La gente [en Groenlandia] probablemente va a votar por la independencia o por irse con Estados Unidos", dijo, amenazando al mismo tiempo a Copenhague con imponer aranceles "a un nivel muy alto". Asimismo, no descartó el uso de la fuerza militar para apoderarse de la isla.

La isla, en su mayoría cubierta de hielo y de apenas 57.000 habitantes, ha sido parte de Dinamarca durante más de 600 años. Fue colonia danesa hasta 1953, pero ahora es territorio autónomo de Dinamarca y en el 2009 logró el derecho a reclamar la independencia mediante votación. En el 2023, el Gobierno de Groenlandia presentó su primer proyecto de Constitución.

¿Es el primero en desear esto?

martes, 3 de diciembre de 2024

La "solución" OTAN


Nahia Sanzo, Slavyangrad.es

“Gracias por estar aquí. Para nosotros es importante que no se pierda el foco en Ucrania”, afirma Volodymyr Zelensky antes de responder a la primera pregunta del periodista de Sky News que le entrevista. La necesidad de mantener el interés mediático e insistir en la importancia de la causa ucraniana para el futuro mundial implica garantizar la mayor presencia posible en la prensa occidental y soportar incluso entrevistas incómodas, como la realizada por Stuart Ramsay, que desde su apertura insiste en saber si el presidente ucraniano considera que el país se encuentra en una situación crítica. “He cubierto la guerra desde que empezó”, explica Ramsey para precisar que “estuve aquí en 2014”, un comentario al que Zelensky no responde. Ucrania no se ha decidido aún por una narrativa única sobre lo ocurrido tras el cambio irregular de Gobierno en febrero de ese año en Kiev, que derivó en la anexión rusa de Crimea y la guerra de Donbass. La idea de la invasión sin un solo disparo no es lo suficientemente épica para que Kiev se decida por el discurso de diez años de invasión, por lo que suele verse subordinada a una visión de los hechos que simplemente ignora lo ocurrido entre el golpe de estado de Maidan el 22 de febrero de 2014 y el reconocimiento ruso de la independencia de la RPD y la RPL el mismo día de 2022. En cualquiera de los casos, Crimea, y no Maidan o la actuación de Ucrania ante las protestas de una parte importante del país, es el pecado original desde el que, sin pasar por lo ocurrido en Donbass y en el largo proceso de paz, existe una línea directa hasta la invasión rusa del 24 de febrero de 2022.

Al responder a la pregunta del periodista británico sobre la situación grave que Ucrania vive en el frente apelando a la moral de las tropas, el presidente ucraniano introduce uno de los tres temas clave de la entrevista: la cuestión del personal. Visiblemente molesto por la situación y posiblemente por las presiones a las que está siendo sometido por parte de sus aliados, Zelensky trata de dar la vuelta a la pregunta para que el reproche de sus aliados se convierta en uno a sus proveedores. Desde hace varios meses, pero en los últimos días de forma mucho más explícita, Estados Unidos exige a Ucrania ampliar el reclutamiento a la población de hombres más jóvenes para paliar así la escasez de personal que está minando el esfuerzo defensivo ucraniano en Donbass. “Creo que tenemos muchos soldados y la limitación, francamente, es que tenemos que salvar el máximo número de vidas posible”, afirmó Zelensky utilizando el habitual argumento de su propaganda, que contrasta con la práctica de luchar por cada localidad hasta que la batalla está perdida y posteriormente anunciar la retirada para preservar las vidas de los soldados.

domingo, 1 de diciembre de 2024

Ucrania, Trump y Zelensky:
el Plan que no existe


Nahia Sanzo, Slavyangrad

“Han pasado tres semanas desde que Donald Trump ganó las elecciones presidenciales de Estados Unidos. Durante este tiempo, los principales medios de comunicación occidentales han publicado diariamente al menos un artículo en profundidad, a veces varios, especulando sobre cómo planea el futuro presidente estadounidense poner fin a la guerra entre Rusia y Ucrania. En particular, estos materiales exploran qué condiciones podrían aceptar Washington, Kiev y Moscú, qué compromisos son inaceptables y cuestiones relacionadas”, escribe esta semana RBC-Ukraine que, como el resto de medios de comunicación, think-tanks y gobiernos europeos trata de comprender cuáles pueden ser los planes de Donald Trump para Ucrania.

Es evidente en la retórica y en la actuación de Bruselas, los miembros de la OTAN y el Gobierno ucraniano que, desde el momento en el que comenzó a hablarse con más frecuencia de las dudas sobre si Joe Biden estaría en condiciones de liderar la Casa Blanca cuatro años más, se ha producido una preparación ante la posibilidad del retorno de Donald Trump, que se consumará el 20 de enero tras la contundente victoria electoral del 5 de noviembre. La absoluta dependencia de Ucrania del suministro militar y el apoyo político y económico de Washington hace que el cambio haya sido aún más visible en el caso del discurso ucraniano. Para no ser considerado un obstáculo a la paz, el equipo de Zelensky ha modificado ligeramente la narrativa ucraniana para resaltar la voluntad de paz y de justicia, siempre desde un punto de que lejos de parecerse al pacifismo, se centra en la idea de la paz por medio de la fuerza que Donald Trump utiliza como la base de su política exterior. Sin embargo, tanto la adaptación que está realizando el Gobierno de Ucrania como la que a marchas forzadas llevan a cabo los países europeos se produce prácticamente en el vacío ante la incertidumbre de qué ocurrirá a partir de enero. La campaña electoral no es momento propicio para hacer grandes anuncios de planes políticos y en Estados Unidos la política exterior es un plato secundario, por lo que incluso en esta ocasión, cuando las dos guerras activas tanto en Ucrania como en Oriente Medio han tenido cierta presencia, ningún periodista ha conseguido sacar de Donald Trump más que palabras vacías, vagas ideas y una dosis importante de desconocimiento del conflicto.

Trump podría ser ‘oreshnikzado’ en Ucrania incluso antes de llegar a China

Con el misil hipersónico Oreshnik entrando ahora en escena, dondequiera que el Hegemón intente hostigar a China (o a Irán) también tendrá que enfrentarse a Rusia

Pepe Escobar, Strategic Culture

Cuando se trata de armamento ruso de última generación, lo que el inestimable Ray McGovern define como el MICIMATT -(Military-Industrial-Congressional-Intelligence-Media-Academia-Think-Tank), todo el complejo hegemónico- parece vivir en un estupor perpetuo.

No tenían ni idea de Kalibr, Sarmat, Khinzal, Zircon o Avangard antes de que fueran introducidos. No tenían ni idea de Oreshnik («avellana») antes de la advertencia protocolaria de 30 minutos de los rusos, en la que afirmaban que se avecinaba una prueba de misiles, y que no era nuclear. Los estadounidenses supusieron que se trataría de otra prueba de misiles balísticos, como las que se producen habitualmente cerca del Ártico.

Incluso el presidente Putin no supo que Oreshnik estaba listo para su acercamiento hasta el último minuto. Y el portavoz del Kremlin, Peskov, confirmó que sólo un círculo ultra restringido sabía siquiera que Oreshnik existía.

En pocas palabras: el MICIMATT sólo ve lo que Rusia muestra, y cuando sucede. Se trata de un secreto a prueba de filtraciones que impregna el complejo militar ruso, que, por cierto, es una enorme empresa estatal nacionalizada, con algunos componentes privados.

Y eso ofrece al gobierno ruso, en la práctica, mejor ingeniería, mejores conocimientos de física, mejores matemáticas y mejores resultados prácticos y finales que cualquier cosa del presuntuoso Occidente colectivo.

jueves, 28 de noviembre de 2024

El trumpismo, la OTAN y la guerra de Ucrania


Nahia Sanzo, Slavyangrad

“Hace dos años, el general Mark A. Milley, entonces principal asesor militar del presidente Biden, sugirió que ni Rusia ni Ucrania podían ganar la guerra. Una solución negociada, argumentó, era el único camino hacia la paz. Sus comentarios causaron furor entre los altos funcionarios. Pero la victoria del presidente electo Donald J. Trump está haciendo realidad la predicción del general Milley”, escribía The New York Times en un artículo publicado la semana pasada y que forma parte de la creciente línea de argumentación de quienes temen que la llegada de la nueva administración Republicana suponga dejar abandonada a su suerte a Ucrania. Estos artículos, presentes en todos los grandes medios estadounidenses y europeos, toman de forma literal el deseo de Trump de conseguir el final de la guerra y su desinterés por la situación en Ucrania. A ello han contribuido también las palabras de JD Vance que, desde su desconocimiento del conflicto, ha propuesto un plan que solo puede satisfacer a Rusia, o la exaltada respuesta de Donald Trump Jr. tras la confirmación del permiso estadounidense para utilizar misiles occidentales contra objetivos en el territorio de la Rusia continental. En ocasiones, think-tankers y expertos añaden también el desdén de Trump a la OTAN o su voluntad de no rescatar en caso de ataque ruso a aquellos países miembros que no cumplieran con la inversión mínima que exige la Alianza.

Como ahora, quienes quisieron hacer oposición a Donald Trump analizaron su retórica a partir del uso literal de sus palabras. La lógica de ese punto de vista era defender que Trump deseaba desmantelar la OTAN, pese a que era evidente que su objetivo era simplemente lograr que los países europeos aumentaran muy por encima de lo que deseaban sus inversiones en defensa. En otras palabras, el presidente estadounidense no deseaba que Alemania u otros países europeos fueran invadidos por las tropas rusas, sino que pagaran la cuenta de la OTAN, elevando el gasto militar y rompiendo con el acuerdo tácito de la posguerra mundial, que implicaba que los países europeos podrían financiar su estado de bienestar al dejar la cuestión de la seguridad en manos de Estados Unidos. Esa es la ruptura real que supuso Trump y no la de la OTAN.

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