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martes, 22 de abril de 2025

Teorizar la crisis capitalista

El sociólogo británico Simon Clarke propuso uno de los análisis más sofisticados acerca de cómo y por qué los sistemas capitalistas caen en crisis. Su trabajo sobre las contradicciones del capitalismo es una guía valiosa al enfrentarnos a una nueva era de agitación económica global.

Gregoris Ioannou, Jacobin

Simon Clarke fue un sociólogo británico que hizo una inmensa contribución al pensamiento marxista y a los estudios laborales antes de su muerte en 2022. Con su investigación teórica y empírica, dio ejemplo de cómo analizar los desarrollos del capitalismo en diferentes niveles simultáneamente y cómo situarlos en la historia.

Los libros más influyentes de Clarke, Keynesianism, Monetarism and the Crisis of the State (1988) y Marx’s Theory of Crisis (1994), contienen una serie de ideas clave sobre la dinámica del capitalismo. Su perspectiva distintiva sobre la crítica de la economía política tiene mucho que ofrecer en nuestro intento de comprender la era actual de agitación económica y convulsión ideológica.

Las contradicciones del capitalismo

Para entender el capitalismo hay que entender sus contradicciones innatas, porque son estas contradicciones las que lo configuran como un sistema holístico y dinámico y, al mismo tiempo, lo hacen vulnerable. A nivel macrosocial, la contradicción más crucial para Clarke era la que existía «entre la tendencia del capitalismo a desarrollar sin límites las fuerzas productivas y la necesidad de confinar ese desarrollo dentro de los límites de la rentabilidad».

lunes, 21 de abril de 2025

¿Hacia un cambio de régimen en Occidente?

Un régimen internacional que hace una década prácticamente se ahogó en el mar de deuda que había creado, se hunde en una inundación de deuda aún mayor, sin un final a la vista

Perry Anderson, London Review of Books

Transcurrido un cuarto de siglo, el cambio de régimen se ha convertido en un término canónico. Significa el derrocamiento, típica, pero no exclusivamente por parte de EEUU, de gobiernos de todo el mundo rechazados por Occidente, empleando para ello la fuerza militar, el bloqueo económico, la erosión ideológica o una combinación de estos. Sin embargo, originalmente el término significaba algo muy distinto: una alteración generalizada en el propio Occidente: no la transformación repentina de un Estado-nación por la violencia externa, sino la instauración gradual de un nuevo orden internacional en tiempos de paz. Los pioneros de esta concepción fueron los teóricos estadounidenses que desarrollaron la idea de los regímenes internacionales como acuerdos que garantizan relaciones económicas de cooperación entre los principales Estados industriales, que podrían o no adoptar la forma de tratados.

Estos, se sostenía, se desarrollaron a partir del liderazgo estadounidense tras la II Guerra Mundial, pero lo reemplazaron con la formación de un marco consensual de transacciones mutuamente satisfactorias entre los países líderes. El manifiesto de esta idea se materializó en 'Power and Interdependence', obra coescrita por dos pilares del establishment de la política exterior de la época: Joseph Nye y Robert Keohane, cuya primera edición, de las que tuvo muchas, apareció en 1977.

Aunque se presentaba como un sistema de normas y expectativas que ayudaba a asegurar la continuidad entre las diferentes administraciones en Washington al introducir una mayor disciplina en la política exterior estadounidense, el estudio de Nye y Keohane no dejaba lugar a dudas sobre sus resultados para Washington. «Los regímenes suelen ser favorables para EEUU porque es la principal potencia comercial y política del mundo. Si muchos regímenes no existieran, EEUU sin duda querría inventarlos, como lo hizo».(1) A principios de la década de 1980, se empezaron a publicar libros en esta línea: un simposio titulado 'International Regimes', editado por Stephen Krasner (1983); el propio tratado de Keohane, 'After Hegemonya' (1984); y una serie de artículos eruditos.

En la década siguiente, esta doctrina tranquilizadora experimentó una mutación con la publicación de un volumen titulado 'Regime Changes: Macroeconomic Policy and Financial Regulation in Europe from the 1930s to the 1990s', editado por Douglas Forsyth y Ton Notermans (estadounidense y holandés, respectivamente). Mantuvo, pero agudizó la idea de un régimen internacional, especificando la variante que prevalecía antes de la guerra, basada en el patrón oro; luego, el orden forjado en Bretton Woods, que lo sucedió después de la guerra; y, finalmente, detallando la desaparición de este sucesor en los años 1970.(2)

domingo, 20 de abril de 2025

Por qué el capitalismo no puede salvar el planeta

Reseña de The Price Is Wrong: Why Capitalism Won't Save the Planet, [El precio está equivocado: Por qué no puede salvar el planeta el capitalismo] (Verso, 2024), de Brett Christophers.

Randeep Ramesh, Sin Permiso

Vladimir Lenin definió una vez el comunismo como «el poder soviético más la electrificación de todo el país». Puede que sus palabras toquen la fibra sensible de los rebeldes verdes de hoy en día, que ven en la energía limpia una fuerza para el cambio transformador. Sin embargo, estos revolucionarios tienen todavía que ver su revolución. El año pasado fue el más caluroso de la historia y, muy probablemente, de los últimos cien mil años. Aunque están en auge las energías renovables, no crecen lo bastante rápido como para evitar el colapso climático.

Brett Christophers, catedrático de Geografía Económica de la Universidad de Upsala (Suecia), analiza las razones de esta situación y lo que puede hacerse al respecto. Christophers se ha dado a conocer gracias a una serie de libros que intentan sacar a la luz los sucios secretos del capitalismo, como Our Lives in Their Portfolios (Nuestras vidas en sus carteras), del año pasado [2023], sobre el sector de la gestión de activos. Su objetivo es hacer comprender a los lectores que han sido inducidos a una falsa sensación de seguridad por una doctrina económica que promete la salvación a sus adeptos. Del mismo modo, The Price is Wrong rechaza el razonamiento ortodoxo de que una mezcla de innovación tecnológica y magia de mercado bastará para salvar la Tierra.

Lo que está en juego es si los objetivos mundiales de mitigación del cambio climático pueden alcanzarse mediante esfuerzos por «ecologizar» la mayor fuente de emisiones de dióxido de carbono: la electricidad. Christophers es pesimista, pues la transición de los combustibles sucios a los verdes está actualmente lubricada por el propio capitalismo. Su escepticismo no es nuevo. Hay mucha gente de izquierdas que afirma que está en la naturaleza del capitalismo comportarse como destructor del medio ambiente, clima incluido.

domingo, 13 de abril de 2025

Conocer el imperialismo, tarea ineludible

Los afanes expansivos del conglomerado industrial, tecnológico, financiero y militar de EEUU y sus aliados, aunque Europa Occidental se sienta ninguneada, nos llevan a la guerra

Marcos Roitman Rosenmann, La Jornada

La caída de los imperios dio a luz el imperialismo. Durante el siglo XX y lo que va del XXI su estructura se ha modificado. Pero su definición sigue vigente. Si nos atenemos a la primera caracterización, Gran Bretaña se estrenaba como faro de la revolución industrial. John Hobson, un liberal educado en Oxford, profesor de secundaria, especialista en literatura clásica, escritor de artículos periodísticos, utilizó por primera vez el concepto en su ensayo Estudio del Imperialismo. Publicado en 1902, tuvo nueva versión en 1905 y la última en vida del autor, en 1938. Bajo su influencia, Lenin, en 1916, redactaría su folleto El imperialismo, fase superior del capitalismo. Le cita profusamente.

Pero Hobson sería olvidado o leído dentro de la teoría marxista del imperialismo. El británico había identificado factores que Lenin consideró el armazón del imperialismo. 1) Concentración de la producción y del capital que da origen a los monopolios; 2) fusión entre el capital bancario e industrial, base del capital financiero, y una élite especulativa; 3) aumento cualitativo en la exportación de capitales frente a la exportación de mercancías; 4) formación de los monopolios y capital multinacional, y 5) luchas entre imperialismos por repartirse y controlar el mundo.

Hoy nos enfrentamos a una situación inédita. El capitalismo ha demostrado vitalidad, ser capaz de recrearse. El poder, en manos de los magnates del big data y sus trasnacionales de la inteligencia artificial, abre un proceso cuya fuerza radica en neutralizar y anular la conciencia crítica, haciéndonos creyentes de un relato incuestionable. Creemos en el libre mercado, la democracia liberal, las leyes de la oferta y demanda, la pax americana, la malignidad del socialismo, el sí se puede, el empoderamiento, el egoísmo y la competitividad. El imperialismo se refunda bajo sus premisas iniciales.

El capitalismo es un sistema de dominación

Los defensores del capitalismo a menudo lo justifican destacando las virtudes del mercado. Pero el capitalismo no se define por la existencia de mercados sino por la dominación de los trabajadores por parte de los capitalistas.

Ben Burgis, Jacobin

El video ensayo comienza con citas enfrentadas de la activista medioambiental Greta Thunberg y del candidato independiente a la presidencia de los Estados Unidos Robert F. Kennedy. Ella dice: «El capitalismo nos matará a todos». Él dice: «Los mercados libres nos salvarán a todos». Pero, sugiere suavemente la narradora, ambas son fuentes poco fiables. Afortunadamente, ella está aquí para desmontarlo todo.

El vídeo de Sabine Hossenfelder, física teórica alemana y comunicadora científica de gran talento, ya fue visto casi medio millón de veces. Los socialistas de izquierda que esperaban a la camarada Sabine se llevarán una decepción. Su vídeo se titula «El capitalismo es bueno. Déjame explicarte».

Es una elección de tema extraña. El popular canal de YouTube de Hossenfelder suele tratar temas como la materia oscura, la posibilidad teórica de viajar en el tiempo o la discusión sobre si la interpretación de muchos mundos de la mecánica cuántica tiene algún sentido.

Por lo que puedo decir como lego, ella está haciendo un trabajo valioso en esos vídeos. Me encantaría que más científicos encontraran formas claras de comunicar y corregir conceptos erróneos sobre sus áreas de especialización.

Pero cuando pasa de desacreditar memes erróneos sobre física cuántica a intentar desacreditar a los críticos del capitalismo, se pierde todo su compromiso con el rigor. Ella actúa de manera razonable en varios momentos a lo largo del vídeo, como cuando se enfrenta a la retórica de Thunberg y Kennedy, pero la calidad de los argumentos subyacentes se parece menos a Carl Sagan que a Jordan Peterson. Es un compendio de argumentos comunes que la gente utiliza en defensa del capitalismo cuando realmente no se tomó el tiempo de escuchar a ninguno de los críticos del sistema.

martes, 8 de abril de 2025

Por qué, tarde o temprano, el capitalismo necesita la Guerra

El profesor de Filosofía Moral de la Universidad de Milán entra en el debate sobre la guerra y el rearme con una lectura muy crítica del capitalismo. Según el análisis de Andrea Zhok, el libre mercado, para sobrevivir, requiere un crecimiento continuo. Cuando el crecimiento se detiene, el sistema entra en crisis. Y las soluciones tradicionales –innovación tecnológica, explotación de la fuerza de trabajo, expansión de los mercados– ya no son suficientes. Desde esta perspectiva, argumenta Zhok, la guerra se convierte en el último recurso, ofreciendo al sistema económico un mecanismo de destrucción, reconstrucción y control social.
El mensaje "Capitalismo = Guerra" en una pared de Noruega


Andrea Zhok, Krisis

1. La esencia del capitalismo

El vínculo entre capitalismo y guerra no es accidental, sino estructural e ineludible. Pese a que la literatura autopromocional del liberalismo siempre ha intentado argumentar que el capitalismo —traducido como ‘dulce comercio’— era una vía privilegiada hacia la pacificación internacional, en realidad esto siempre ha sido una flagrante falsedad. Y no porque el comercio no pueda ser vehículo de paz —puede serlo—, sino porque la esencia del capitalismo NO es el comercio, que no es más que uno de sus posibles aspectos.

La esencia del capitalismo consiste en una cosa y sólo una cosa. Es un sistema social idealmente acéfalo, es decir, idealmente desprovisto de orientación política, pero impulsado por un único imperativo categórico: el aumento del capital en cada ciclo de producción. El núcleo ideal del capitalismo es la necesidad de que el capital rinda, es decir, de que aumente el propio capital. La dirección de este proceso no se confía a la política -y menos aún a la política democrática- sino a los detentadores del capital, a quienes encarnan las exigencias de las finanzas.

Es importante darse cuenta de que el punto crucial para el sistema no es que “siempre haya más capital” en el sentido objetivo, es decir, que el stock de dinero siempre aumente; momentáneamente puede incluso reducirse. La cuestión es que siempre debe existir la perspectiva general de un aumento del capital disponible. En ausencia de esta perspectiva –como en una condición persistente de ‘estado estacionario’ de la economía– el capitalismo deja de existir como sistema social, porque desaparece el ‘piloto automático’ representado por la búsqueda de salidas para las inversiones.

domingo, 6 de abril de 2025

«Al imperialismo no se le puede confiar ni tantito así»

Esta emblemática frase del Che Guevara mantiene su plena vigencia incluso seis décadas después

Eduardo Vasco, Strategic Culture

Esta emblemática frase del Che Guevara mantiene su plena vigencia incluso seis décadas después. Cada día que pasa, más personas en todo el mundo se dan cuenta de que están siendo engañadas por el canto de sirena de las potencias imperialistas, especialmente Estados Unidos.

Lo que Donald Trump está haciendo con los ucranianos es un claro ejemplo de cómo funciona el imperialismo. Según el Wall Street Journal, el acuerdo sobre minerales exigiría que Ucrania entregue el control de sus recursos naturales e infraestructura a cambio de la ayuda militar proporcionada por el Pentágono, con efectos retroactivos.

Kiev tendría, así, que ceder el control de su economía a Estados Unidos como pago por la ayuda militar recibida, de acuerdo con el informe filtrado al periódico estadounidense. El plan, aún en discusión, crearía un fondo de inversión bilateral que daría prioridad a empresas estadounidenses en proyectos estratégicos ucranianos.

El acuerdo en negociación prevé la creación de un “Fondo de Reconstrucción e Inversión EEUU-Ucrania”, registrado en Delaware, que tendría derecho de preferencia sobre todos los proyectos futuros y existentes relacionados con recursos naturales (metales, petróleo, gas y minerales críticos) e infraestructura (puertos, oleoductos, gasoductos y otras obras estratégicas).

jueves, 27 de marzo de 2025

Trump 2.0: Operación salvar al capitalismo estadounidense

La actual política de Trump no se trata de la antigua rivalidad interimperialista que precipitó las guerras mundiales. Tampoco es una era de ausencia de dicha rivalidad. Más bien, se trata de un esfuerzo de la potencia hegemónica por subordinar a todos sus antiguos aliados imperialistas en beneficio de su propia clase capitalista, incluso si eso implica acostarse con antiguos enemigos.

C.P. Chandrasekhar, La Haine

Si el primer mes del segundo mandato de Donald Trump como presidente de EEUU es indicativo, parece que el capitalismo global, con EEUU como potencia hegemónica, se encuentra en un proceso de reestructuración de origen endógeno. Entre las numerosas señales tempranas de la administración Trump para modificar la política estadounidense, tanto interna como externamente, destacan cinco iniciativas en el ámbito económico.

En primer lugar, se está recurriendo a aranceles de importación más altos, por razones que van desde recuperar la producción estadounidense y acelerar el crecimiento de la producción y el empleo hasta utilizar los aranceles como arma para alcanzar objetivos de seguridad nacional.

La segunda es la descarada facilitación de la captura del Estado por parte de las grandes empresas. Una orden ejecutiva ha buscado subordinar a la Casa Blanca a las agencias gubernamentales de aplicación de la ley, anteriormente independientes, como la Comisión de Bolsa y Valores (SEC) y la Comisión Federal de Comercio (FTC).

Su funcionamiento será supervisado y sus decisiones, examinadas. El impacto inmediato sería el desmantelamiento de los esfuerzos de la SEC para controlar el comercio de criptomonedas y los esfuerzos de la FTC, bajo la excomisionada Lina Khan, para frenar el monopolio y el poder de plataformas como Amazon y Meta.

sábado, 22 de marzo de 2025

El capitalismo es el asesino


Raúl Zibechi, La Jornada

De forma tan metódica y completa, ¿qué otro sistema ha declarado la guerra a la humanidad? ¿Qué otro sistema practica de forma sistemática genocidios y exterminios de porciones enteras de las juventudes, de mujeres y niñeces? ¿Qué papel están jugando los Estados y los gobiernos que los administran, que no pueden ni quieren frenar la violencia contra los pueblos y las personas?

Es hora de ponerle nombre a este sistema: capitalismo. Debemos comprender que la violencia no tiene otro objetivo que la acumulación acelerada de capital. Para ello desplazan y exterminan a aquellos sectores que son un obstáculo para el enriquecimiento del uno por ciento.

No se trata de hechos aislados ni de errores, sino de un plan que vienen perfeccionando en las últimas décadas y que más recientemente hemos visto desplegarse en toda su magnitud, en la vasta geografía que va de Gaza hasta México, como enseñan los bombardeos indiscriminados contra escuelas y hospitales, como muestran los hornos crematorios de Teuchitlán (México).

El mismo modelo con algunas variantes lo observamos en otras geografías de Medio Oriente, y de modo muy particular en los territorios de los pueblos originarios y negros, desde Wall Mapu hasta Chiapas. En el sur de Argentina los grandes empresarios queman bosques mientras el Estado no los apaga, criminaliza al pueblo mapuche y desplaza comunidades para lucrar con sus tierras. La alianza entre el Estado, el empresariado y sus milicias, los grandes medios y la justicia, es lubricada con la presencia de soldados israelíes en esos territorios.

lunes, 17 de marzo de 2025

El error del neoliberalismo

Este ensayo de Alain de Benoist, «L'erreur du liberalism», se publicó originalmente en el número 28-29 de Éléments, en marzo de 1979. Alain de Benoist sostiene que tanto el liberalismo como el marxismo, aunque aparentemente opuestos, comparten el mismo defecto fundamental de reducir la sociedad humana a relaciones económicas y considerar a los seres humanos principalmente como actores económicos. El ensayo critica cómo el liberalismo, en nombre de la igualdad universal y la libertad individual, en realidad sustituye las jerarquías sociales tradicionales por desigualdades económicas, al tiempo que erosiona las identidades culturales, los lazos comunitarios y el poder del Estado.

Alain de Benoist, Nouvelle Droite

La concepción del hombre como «animal/ser económico» (el Homo oeconomicus de Adam Smith y su escuela) es el símbolo mismo que connota tanto el capitalismo burgués como el socialismo marxista. Liberalismo y marxismo nacieron como polos opuestos de un mismo sistema de valores económicos. Uno defiende al «explotador», el otro defiende al «explotado», pero en ambos casos, no escapamos a la alienación económica.

Liberales (o neoliberales) y marxistas coinciden en un punto esencial: para ellos, la función determinante de una sociedad es la economía. Esta constituye la verdadera infraestructura de cualquier grupo humano. Son sus leyes las que permiten evaluar «científicamente» la actividad humana y predecir los comportamientos. Los marxistas dan el papel predominante al modo de producción en la actividad económica, mientras que los liberales consideran más importante el mercado. Es el modo de producción o el modo de consumo (economía «de partida» o economía «de llegada») lo que determina la estructura social. En esta concepción el bienestar material es el único objetivo que la sociedad civil consiente en asignarse. Y el medio adaptado a este objetivo es el libre ejercicio de la actividad económica.

viernes, 28 de febrero de 2025

Trump y el neobonapartismo

El bonapartismo caracteriza una situación de polarización social entre las clases que, al neutralizarse, permiten el surgimiento de una tercera fuerza, liderada por una figura carismática

Maciek Wisniewski, La Haine

A partir del análisis de Marx del régimen de Louis Bonaparte −sobrino de Napoleón I, presidente de Francia (1848-1852) y luego emperador Napoleón III (1852-1870)−, que inspiró en El 18 brumario de Louis Bonaparte (1851) la famosa idea de que la historia siempre ocurre dos veces: la primera vez como tragedia, la segunda como farsa, el bonapartismo pasó a caracterizar en la teoría marxista −y más allá de ella−, una situación de polarización social entre las clases antagónicas que, al neutralizarse, permitían el surgimiento de una tercera fuerza, liderada por una figura carismática, en cierto modo externa y capaz de concentrar el poder apelando directamente al pueblo, por encima de los modos tradicionales de representación.

Entendido como una forma híbrida −que combinaba el elitismo y el plebeyismo, el autoritarismo y la democracia plebiscitaria, sociedad jerárquica y unión nacional por encima de las clases−, el bonapartismo fue retomado luego por diversos teóricos (Thalheimer, Bauer, Trotsky, Gramsci) para analizar los fenómenos políticos que no se dejaban encasillar fácilmente.

Para Marx, el ascenso de Louis Bonaparte marcó la última forma del dominio burgués y también la decadencia de esa clase, la única forma de gobierno posible en un momento en que la burguesía ya había perdido, y la clase obrera aún no había adquirido la facultad de gobernar la nación.

La clase trabajadora debe luchar para que la IA la beneficie

Los trabajadores no pueden detener la introducción de nuevas tecnologías como la IA. Pero pueden y deben luchar para asegurarse de que las ganancias por productividad los beneficien a ellos y no a los directores ejecutivos y accionistas.

Hamilton Nolan, Jacobin

La inteligencia artificial (IA) es un problema laboral. Quizá tengamos suerte y resulte ser una cuestión laboral marginal. O quizá resulte ser existencial y trascendental, pudiendo compararse con la industrialización o la globalización, fenómenos que revolucionaron su propia era laboral. Sin embargo, antes de sumergirnos por completo en la batalla sobre cómo afectará la IA a los trabajadores, es importante delimitar correctamente el campo de juego. No se trata de una lucha entre un movimiento obrero retrógrado por un lado y el progreso tecnológico por el otro. Más bien, se trata de una cuestión de hacia dónde fluirán las ganancias de riqueza y eficiencia creadas por la IA.

Es fácil considerar a los trabajadores que hoy en día se rebelan contra las intrusiones de la IA como la última versión de una historia muy antigua. Serían los míticos luditas que destruían telares por ignorancia, los artesanos gruñones desplazados por la maravillosa productividad de las fábricas, los conductores de carruajes que se resistían a reconocer la supremacía de los automóviles. Esta es una historia atractiva desde la perspectiva del capital porque considera al cambio tecnológico como un proceso casi biológico, una marcha hacia el progreso impulsada por los útiles empresarios que reorganizan la sociedad para lograr una mayor eficiencia y cosechan las justas recompensas por su inteligencia.

En ese esquema, los trabajadores son los desafortunados subproductos que deja atrás la destrucción creativa inherente al capitalismo. Es comprensible que le teman el cambio, claro, pero no hay que atender a su primitivo interés particular. La marca de un líder pasa por aumentar la productividad total, incluso si eso significa relegar a la pobreza extrema a sectores específicos de la fuerza laboral de ayer. Este fue el triunfo del neoliberalismo, y todos estamos viviendo sus consecuencias.

lunes, 24 de febrero de 2025

Por qué van a fracasar el DOGE y Musk


Laura Tyson, Sin Permiso

A cambio de ayudar a Donald Trump a ser reelegido gastándose 130 millones de dólares en las campañas de Trump y de los republicanos en las demás elecciones coincidentes con las presidenciales, y convirtiendo X (antes Twitter) en su máquina de mensajes, Elon Musk se ganó la oportunidad de codirigir (junto con Vivek Ramaswamy, otro donante de importancia) un nuevo «Departamento de Eficiencia Gubernamental» [DOGE]. Bautizado con el nombre de una criptomoneda de broma, el DOGE no será una agencia oficial. Pero, aunque su papel vaya a ser puramente consultivo, Trump ha prometido poner en práctica sus recomendaciones para recortar el exceso de regulaciones, reestructurar las agencias federales y recortar los gastos superfluos, todo ello con la vista puesta en la eficiencia.

La ley federal exige que todo comité consultivo gubernamental notifique públicamente sus reuniones (incluido el orden del día, la hora, el lugar y el propósito) y proporcione acceso a todos los informes, transcripciones, actas, documentos, órdenes del día u otros documentos relacionados con su trabajo. Pero el DOGE bien podría violar estos requisitos alegando que infringen inconstitucionalmente el poder presidencial

Al igual que en el caso de sus demás nombramientos, Trump no se molestará en investigar a fondo a Musk y Ramaswamy, ni les exigirá que se desprendan de sus participaciones corporativas o se abstengan de ofrecer recomendaciones sobre cuestiones que plantean un evidente conflicto de intereses (como las ingentes compras de servicios por parte de la NASA a SpaceX de Musk). En la medida en que el DOGE destripe las regulaciones, promete ser un poderoso vehículo para el «capitalismo de amiguetes». Sus recomendaciones tendrán poco que ver con la mejora de la eficiencia gubernamental o la reducción de costes, y todo que ver con la eliminación de regulaciones y agencias que desean ver finiquitadas poderosos donantes y grupos de presión empresariales .

domingo, 23 de febrero de 2025

El capitalismo atenta contra la libertad

Pensar que tenemos que aceptar la desigualdad social en aras de preservar la libertad es sencillamente absurdo

Ben Burgis, Jacobin

Anarquía, Estado y utopía, de Robert Nozick (1974), es uno de los libros sobre filosofía política que más se suele asignar a los estudiantes universitarios. Cincuenta años después de su publicación, me sorprendería que pudieras entrar en una librería razonablemente bien surtida en cualquier lugar del mundo angloparlante sin encontrar un ejemplar. Este nivel de éxito es, en cierto modo, bien merecido. Nozick es un excelente escritor, que combina un estilo elegante con un alto nivel de rigor en la mayoría de sus argumentos. Es un placer leerlo, incluso si (como yo) aborreces profundamente sus conclusiones.

Cuando escribió el libro, Nozick era un libertario acérrimo. Pensaba que cualquier distribución de la riqueza era aceptable siempre y cuando se produjera dejando que las fichas cayeran donde pudieran en un mercado libre. El único estado justificable sería un «Estado justiciero» que se «limitaría a proteger a las personas contra el asesinato, la agresión, el robo, el fraude, etc.».

Si la desigualdad se vuelve tan grave que los pobres mueren de hambre en las calles, puede ser admirable que los ricos los ayuden voluntariamente, pero gravar a los ricos para financiar un Estado de bienestar sería una violación inaceptable de sus derechos de propiedad. Y nacionalizar las empresas que actualmente son propiedad de los ricos y entregarlas a la gestión democrática de los trabajadores o de comunidades más grandes, como proponen los socialistas, estaría ciertamente fuera de discusión. Por muy agradable que pueda sonar una sociedad más igualitaria, Nozick pensaba que no había forma de lograr y luego preservar una sociedad así sin violaciones ilegítimas de la libertad.

sábado, 22 de febrero de 2025

La purga del Estado profundo y el camino a la dictadura

La guerra de la Administración Trump contra el Estado profundo no es purificadora. No va a liberarnos de la tiranía de las agencias de inteligencia, de la policía militarizada, del mayor sistema penitenciario del mundo o de las multinacionales depredadoras ni va a suponer el final de la vigilancia de masas. No restaurará el imperio de la ley para exigir que rindan cuentas los poderosos y los más ricos. No moderará el gasto desmesurado e irresponsable del Pentágono, que asciende a un billón de dólares

Chris Hedges, Chris Hedges Substack

Todos los movimientos revolucionarios, ya sean de izquierda o de derecha, desmantelan las antiguas estructuras burocráticas. Tanto los fascistas en Alemania como los bolcheviques en la Unión Soviética realizaron purgas agresivas en la administración pública una vez alcanzado el poder. Con toda razón, consideran dichas estructuras como un enemigo que obstaculizaría su poder absoluto. Es un golpe de Estado gradual. Ahora nosotros tenemos el nuestro.

Como ocurrió en los primeros años de la Unión Soviética y la Alemania nazi, las batallas de retaguardia están teniendo lugar en los tribunales y los medios de comunicación abiertamente hostiles a Trump. Al principio se producirán victorias pírricas -los bolcheviques y los nazis fueron frenados por sus propios poderes judiciales y su prensa hostil-, pero poco a poco las purgas, ayudadas por un liberalismo en bancarrota que ya no defiende nada ni lucha por nada, asegurarán el triunfo de los nuevos amos.

La Administración Trump ha expulsado o despedido a los funcionarios que investigan irregularidades en el gobierno federal, incluidos 17 inspectores generales. Las agencias federales de aplicación de la ley y de inteligencia, como el FBI y la Seguridad Nacional, están siendo purgadas de aquellos considerados hostiles a Trump. Los tribunales, plagados de jueces vengativos, serán mecanismos de persecución de los “enemigos” del Estado y ofrecerán protección a los poderosos y los ricos. El Tribunal Supremo, que ha concedido inmunidad legal a Trump, ya ha llegado a esta fase.

viernes, 21 de febrero de 2025

Los algoritmos no tienen vida propia


Raúl Zibechi, La Jornada

La masificación del uso de la inteligencia artificial (IA) y la naturalización de sus resultados no va de la mano de una comprensión de sus mecanismos, de quiénes la promueven, con qué intereses y objetivos. Si no realizamos este ejercicio, seremos víctimas pasivas de modos que no conocemos.

En reciente entrevista el historiador y filósofo Yuval Harari sostiene que la IA permite “una vigilancia total que acaba con cualquier libertad” (https://goo.su/BndfI4R). Advierte que la capacidad de vigilancia supera ampliamente la de cualquier dictadura o régimen totalitario, ya que a través de las cámaras de vigilancia con capacidad de reconocimiento facial y de los teléfonos celulares, tiene la capacidad de controlar las más mínimas actitudes de todas las personas en todas partes adonde llegue Internet.

En lo personal, he comprobado que me envían publicidad de productos o de marcas de las cuales estoy hablando con mi familia y amigos, casi inmediatamente. Sabemos que la IA permite escuchar a través de los celulares cualquier conversación, por más íntima que sea, todo movimiento y comunicación que hagamos.

lunes, 17 de febrero de 2025

La coalición de Trump se desintegrará

La coalición de Trump se desintegrará. La desilusión se instalará y, al final, su base de masas se desintegrará. Estas son las condiciones para que se desarrolle una opción popular de izquierda, pero también son condiciones bajo las cuales la tendencia fascista podría consolidarse en un abierto fascismo del siglo XXI.

William I. Robinson, Al Mayadeen

El trumpismo es una respuesta neofascista de extrema derecha a la crisis social y económica de la clase trabajadora y a la crisis de legitimidad del Estado que esta crisis socioeconómica ha producido. La clase trabajadora estadunidense ha experimentado una desestabilización continua de sus condiciones de vida durante este último medio siglo de globalización capitalista y neoliberalismo, con un deterioro particularmente agudo desde el colapso financiero de 2008 y a raíz de la pandemia de la covid-19. Se enfrenta a una precariedad creciente, inestabilidad laboral, desempleo y subempleo generalizados y en aumento, salarios miserables, marginalización y descomposición social, inseguridad alimentaria y crisis de atención médica, infravivienda y sinhogarismo.

En 2023, más de 100 mil personas murieron por sobredosis de opioides por tercer año consecutivo y las cifras crecieron, reflejo de una crisis explosiva de salud mental que refleja a su vez la crisis social y económica. Desde 2021, la inseguridad alimentaria aumentó 40 por ciento y, durante ese lapso, la pobreza creció 67 por ciento.

Más de la mitad de los hogares de clase trabajadora viven en la pobreza o justo por encima de la línea de pobreza, aunque los datos oficiales disfrazan el alcance de la pobreza al establecer un nivel ridículamente bajo. Según el gobierno federal, 38 por ciento de hogares carecen de dinero suficiente para cubrir un gasto de emergencia de 400 dólares, frente a 32 por ciento en 2021. Más de la mitad de los hogares estadounidenses no reciben un ingreso estable y dependen de oportunidades de trabajo contingentes a medida que se presentan, mientras 80 por ciento informa que vive de sueldo a sueldo.

domingo, 16 de febrero de 2025

Eternos jóvenes e inmaduros: la condición neoliberal


Diego Fusaro, Posmodernia

A diferencia de las precedentes formas de la producción y de las relaciones sociales, que se basaban esencialmente en la continuidad y la conservación de las condiciones dadas y sobre el «mantenimiento inalterado del antiguo orden de producción», el modo de producción capitalista existe revolucionando continuamente, sin tregua, los instrumentos de producir y las relaciones sociales en las que se estructura, haciendo del cambio incesante su propio fundamento. La “movilización total” de los entes es su base ineludible.

Tales prerrogativas, con mayor razón, pueden atribuirse a aquello que ya Pasolini catalogaba como el «neocapitalismo revolucionario, progresista y unificador», que transforma todo en nombre del progreso, unificando al mundo entero bajo el signo de lo mismo, o sea de la economía fetichizada. Vive volviendo líquido y mutante lo que, en los anteriores modos de producción, se daba en formas estables y rígidas, cuando no petrificadas:
“La agitación constante de la producción, el incesante cuestionamiento de todas las condiciones sociales, la incertidumbre y el movimiento perpetuo diferencian la época burguesa de todas aquellas que la han precedido”.
Esta tendencia, inscrita en las premisas y promesas del capital desde su mirada auroral, puede considerarse llevada a cumplimiento con el tránsito a la hodierna fase absoluta, correspondiente con el tiempo de la flexibilidad global y de la transitoriedad universal.

domingo, 2 de febrero de 2025

Capitalismo de villanos

De Donald Trump a Javier Milei, los principales referentes de la extrema derecha contemporánea son asociados de manera deliberada a los villanos más disfuncionales del cine. Si fuera ficción, quizás sería divertido. Pero no lo es.

Natalio Pagés y Agustín Molina y Vedia, Jacobin

La oscuridad es buena: Dick Cheney,
Darth Vader, Satanás. Eso es poder.

—Steve Bannon
En su prólogo a El capital, Karl Marx aclara que, para el análisis del modo de producción capitalista, la moral importa poco y nada. Si en su libro los capitalistas no aparecen «pintados color de rosa», el verdadero esfuerzo de intelección debe orientarse a los mecanismos impersonales que, mientras tiranizan a las grandes masas obreras, dictaminan también el comportamiento de los que mandan. La bondad circunstancial de un patrón o su crueldad pueden acaso conmovernos o indignarnos, pero este margen de libre albedrío se prueba insignificante cuando lo vemos desde la mirada impávida del sujeto que lo gobierna: Das Kapital.

Cuando desciende al barro de la historia, Marx flaquea. En el capítulo XXIV de ese mismo libro, la calculada explicación de las tendencias autodestructivas de la acumulación intercala descripciones del régimen de cama caliente, el trabajo infantil y los castigos corporales aplicados para disciplinar a la mano de obra. Al cerrar el libro, quedan pocas dudas acerca de la catadura de quienes, no obstante las determinaciones objetivas, cometen esos abusos. En la Comuna de París chocan, no cabe duda, un sistema que no termina de nacer y otro que no termina de morir, pero también una clase heroica, leal, franca y solidaria contra otra sibilina, pérfida y deleznable.

El péndulo no es filosófico. En la historia de la dominación burguesa abundan las oscilaciones entre ideología biempensante y crueldad deliberada. Nuestro capitalismo se parece al que filmaba Elio Petri: una élite del poder compuesta de canallas embriagados por su propia impunidad y coaligados para la manipulación inescrupulosa del público. En los largometrajes de Petri, ningún poderoso está confundido, extraviado o humanizado por sentimientos nobles. A su turno, todos miran a cámara y explican con lujo de detalles cómo sostienen su reino contra cualquier noción concebible de justicia.

martes, 28 de enero de 2025

El capitalismo siempre tuvo problemas con la democracia

Desde Corea del Sur hasta Estados Unidos, hay cada vez más señales de una crisis democrática en el mundo actual. La raíz del problema es la tensión permanente entre el capitalismo y las libertades democráticas, que solo existen gracias a grandes luchas populares.

Jean Batou, Jacobin

Desde Francia hasta Corea del Sur, se multiplican los signos de crisis democrática. Donald Trump toma posesión de su cargo por segunda vez, rodeado de una camarilla de multimillonarios de extrema derecha como Elon Musk y Peter Thiel, y es un momento oportuno para reconsiderar la relación entre capitalismo y democracia.

Existe una versión burda del marxismo que presenta a la democracia como un conjunto de derechos políticos que fueron conquistados por la burguesía en su lucha contra el antiguo régimen y las prerrogativas de derecho divino del monarca. Desde esta perspectiva, la tarea del socialismo sería continuar esta lucha a nivel económico, contra el poder indebido conferido por la propiedad privada de los medios de producción.

En un momento en el que muchos Estados supuestamente democráticos están generando preocupantes tendencias autoritarias, vale la pena recordar que la burguesía siempre intentó condicionar las libertades democráticas a la preservación de sus propios intereses. Por eso, la defensa y la extensión de esas libertades siempre fueron fruto de grandes luchas populares y feministas.

Por esta razón, el socialismo puede reclamar legítimamente esta herencia de lucha por los derechos democráticos para desarrollarla y darle un contenido real. De hecho, el ejercicio de las libertades democráticas es una condición esencial para la autoemancipación humana.

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