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martes, 22 de octubre de 2024

La contrarrevolución keynesiana

¿Qué tiene el capitalismo que hace del keynesianismo un horizonte que incluso a los aspirantes a revolucionarios les cuesta traspasar?

Mike Beggs, Jacobin

Marx vivió lo suficiente como para declararse «no marxista». Keynes no tuvo tanta suerte. Sus seguidores harían luego la distinción entre «economía keynesiana» y «la economía de Keynes». Pero para entonces la palabra ya había trascendido al hombre. Un nombre no se convierte en un «ismo» sólo por su genialidad. La obra tiene que atrapar y montar una ola histórica, y gran parte de ella nunca se recupera mientras que lo que sí lo hace empieza a generar nuevas asociaciones. El «keynesianismo» se convirtió así en sinónimo de gasto deficitario, regulación y Estado del bienestar, tres cosas que la Teoría General apenas menciona, si es que lo hace.

Geoff Mann es muy consciente de las diferencias entre Keynes como hombre, su obra y el «keynesianismo». Pero su libro sobre el keynesianismo, In the Long Run We Are All Dead, trata deliberadamente más del «ismo» que del hombre. Para Mann, Keynes ni siquiera es el originador del keynesianismo, que vendría a ser Hegel —«si no el primer keynesiano, sí su encarnación anterior más cercana»—, por lo que tenemos varios capítulos sobre Hegel antes de que el foco se desplace al propio Keynes. El keynesianismo, según lo entiende Mann, es un elemento perenne de la modernidad y Keynes fue simplemente uno de sus más hábiles articuladores, razón por la cual llegamos a conocerlo por su nombre. El propio Keynes aparece en el libro como un filósofo político que resultó ser economista, aunque no es casualidad que las grandes filosofías políticas de la sociedad capitalista estén llenas de economía.

lunes, 29 de julio de 2024

El plan económico laborista carece de ambición keynesiana


Robert Skidelsky, Project Syndicate

El actual clima económico de aversión al riesgo exige un aumento de la inversión pública para atraer al reticente capital privado. Pero la insistencia del Primer Ministro británico, Keir Starmer, en atenerse a estrictas normas fiscales pone en duda su capacidad para sacar al Reino Unido de su malestar económico.

En un reciente discurso, la nueva Ministra de Hacienda del Reino Unido, Rachel Reeves, reiteró su compromiso con las "reglas fiscales". Estas reglas exigen que "el presupuesto actual debe entrar en equilibrio" y que "la deuda [nacional] debe estar disminuyendo como proporción de la economía para el quinto año [del gobierno laborista]". Esto implica reducir la ratio deuda/PIB desde su nivel actual del 100% en un plazo de cinco años y eliminar el déficit presupuestario, que se sitúa en 121.000 millones de libras (157.000 millones de dólares), o el 4,4% del PIB.

Al mismo tiempo, los laboristas se han comprometido a evitar importantes subidas de impuestos. En su lugar, el gobierno ha optado por ajustes menores, como la abolición de la exención fiscal "non-dom" para las personas que viven en el Reino Unido pero declaran una residencia permanente en otro país, la imposición de un impuesto sobre el valor añadido del 20% sobre las tasas de las escuelas privadas, y el cierre de lagunas fiscales.

lunes, 10 de mayo de 2021

Joe Biden recicla a Franklin D. Roosevelt

Atilio Boron, Página 12

La reorientación macroeconómica de la Administración Biden originó un sinnúmero de elucubraciones acerca de cuán lejos llegaría el mandatario estadounidense en este nuevo rumbo. Una lectura cuidadosa de su discurso, pronunciado ante ambas cámaras del Congreso al cumplir 100 días de su mandato, permite vislumbrar una primera respuesta.

Biden dijo que sus palabras tenían que interpretarse en el marco de una triple crisis: “la peor pandemia del siglo, la peor crisis económica desde la Gran Depresión y el peor ataque a la democracia desde la Guerra Civil.” Enfrentar estas amenazas no era algo que podía hacerse con las políticas habituales sino que requerían creatividad y renovados esfuerzos. De su discurso se desprende que es más fácil combatir a la pandemia, más difícil atacar a la crisis económica y más aún restañar las heridas sufridas por la democracia estadounidense que, a juicio de muchos observadores dentro de ese país, se ha degradado al rango de una voraz plutocracia.

sábado, 27 de febrero de 2016

La teoría general de Keynes a sus 80 años

Robert Skidelsky, Project Syndicate

En 1935, John Maynard Keynes escribió a George Bernard Shaw: “Creo estar escribiendo un libro sobre teoría económica que revolucionará en gran medida – supongo que no enseguida, pero sí en el curso de los próximos diez años – el modo de pensar del mundo acerca de los problemas económicos”. Y, de hecho, la obra más destacada de Keynes, La teoría general del empleo, el interés y el dinero, publicada en febrero de 1936, transformó la economía y la formulación de políticas económicas. Ochenta años más tarde planteo la siguiente pregunta: ¿Se mantiene aún viva la teoría de Keynes?

Dos elementos del legado de Keynes parecen estar asegurados. En primer lugar, Keynes inventó la macroeconomía – la teoría de la producción en su conjunto. Denominó a su teoría con la palabra “general” para distinguirla de la teoría pre-keynesiana, que asumía un nivel único de producción – el pleno empleo.

Al mostrar cómo la economía podría permanecer atrapada en un equilibrio de “subempleo”, Keynes desafió la idea central de la economía ortodoxa de su tiempo: que indicaba que los mercados de todas las materias primas, incluyéndose entre ellas a la mano de obra, se equilibran de forma simultánea y automática mediante los precios. Además, el desafío planteado por Keynes implicó una nueva dimensión para la formulación de políticas: los gobiernos pueden tener la necesidad de incurrir en déficits para mantener el pleno empleo.

lunes, 26 de enero de 2015

El desplome del edificio de Samuelson


Robert Skidelsky, Project Syndicate

Leer The Samuelson Sampler a la sombra de la Gran Recesión permite atisbar la mentalidad de una era pasada. El ejemplar refiere a las columnas semanales del difunto Paul Samuelson para la revista Newsweek de 1966 a 1973.

Samuelson, un premio Nobel, fue el decano de los economistas norteamericanos: su famoso libro de texto, Economics, tuvo 14 ediciones mientras su autor estaba en vida e introdujo a los futuros economistas del mundo a los rudimentos de su oficio. Si bien no fue el único inventor, sí fue el gran divulgador de la "síntesis neoclásica" -la combinación de la economía neoclásica y keynesiana que definió la corriente principal del campo durante 50 años.

viernes, 27 de julio de 2012

¿Qué diría Keynes ante la crisis económica actual?

John Gray, BBC Mundo
"Nos puedo ver como arañas de agua, agraciadamente ojeando, tan brillantes y razonables como el aire, la superficie de la corriente sin ningún contacto con los remolinos y las corrientes de la profundidad".
Así fue como John Maynard Keynes recordaba en 1938 a sus amigos y a sí mismo, que juntos habían presenciado los acontecimientos de la Primera Guerra Mundial, en el Grupo de Bloomsbury.

El influyente economista de Cambridge ha sido una de las figuras claves en los debates que se han generado después del golpe económico de 2007-2008. Keynes era un ingeniero social que planteó usar el poder del gobierno para sacar a la economía de la devastadora depresión de los años '30.

miércoles, 29 de junio de 2011

Keynes nunca fue keynesiano

J. Jacks, Cotizalia

Entre 1920 y 1929, la economía de EEUU creció sin límite, gracias en parte a que la Fed aumentó la oferta monetaria en ese período en un 62%. El crecimiento fue tan intenso que las empresas acumularon dinero como para financiarse con sus beneficios sin tener que depender del crédito de las entidades financieras.

Entre 1920 y 1929, la mayoría de los inversores en Bolsa lo hacían con "margin loans". Sólo pagaban el 10% de la acción con su dinero. El otro 90% era prestado por las entidades financieras. Esto permitía invertir sin disponer de recursos. La desventaja era que las entidades podían exigir a los inversores la devolución de ese 90% en 24 horas.

miércoles, 8 de junio de 2011

Smith, Keynes y las paradojas de la ciencia económica

Mario Rapoport y Ricardo Lazzari, Página 12

Ayer fue el aniversario del nacimiento de dos de los pensadores más influyentes en la historia de la ciencia económica, Adam Smith y John Maynard Keynes. Muchos han hablado y escrito sobre ellos, pero pocos han realizado una comparación de sus vidas y de sus obras, y ésta es la ocasión para hacerlo en momentos en que el capitalismo, el sistema que uno propulsó y el otro intentó salvar, se debate en una profunda crisis. Nuestro objetivo es exponer a grandes rasgos algunas de sus coincidencias y diferencias, lo que nos permitirá comprender, también, los límites del sistema económico en el que vivimos.

1. Toda teoría económica debe ser enmarcada en su época y las ideas de ambos tuvieron que ver con la problemática que le correspondió vivir a cada uno. Las razones del éxito que los acompañó están vinculadas con sus aciertos en descifrar y entender las tendencias y fenómenos históricos predominantes. En el caso de Adam Smith, la emergencia de un modelo capitalista de desarrollo en la Europa del siglo XVIII, marcado por la Revolución Industrial en lo económico y por cambios políticos que destruyeron o restringieron los privilegios de las monarquías absolutas. En el de Keynes, la época de declinación y primera gran crisis del capitalismo, que no comenzó, como lo señala él mismo en sus Ensayos de Persuasión (1931), con la caída de la Bolsa de Wall Street en 1929, sino antes, en la primera posguerra, a través de síntomas que advirtió tempranamente, como el fin del patrón oro y los desequilibrios crecientes del sistema económico internacional. Una evolución histórica que coincide con su etapa de formación y desarrollo como economista.

miércoles, 21 de julio de 2010

Consolidadores frente a estimuladores

Robert Skidelskiy, Project Syndicate

Todos los sistemas intelectuales se basan en supuestos que no es necesario explicar, porque todos los miembros de esa comunidad intelectual particular los aceptan. Esos axiomas “profundos” están implícitos también en la economía, pero, si se dejan sin examinar, pueden conducir a los encargados de la formulación de políticas a un callejón sin salida. Eso es lo que está ocurriendo actualmente con las medidas adoptadas en un país tras otro para reducir drásticamente el gasto y disminuir los déficits presupuestarios.

La misión principal que John Maynard Keynes se fijó al escribir su Teoría general del empleo, el interés y el dinero fue la de descubrir los axiomas profundos subyacentes a la ortodoxia económica de su época, que daba por sentada la imposibilidad de un desempleo en masa persistente. La pregunta que formuló sobre sus oponentes fue la siguiente: “¿Qué han de creer para afirmar que el desempleo en masa persistente es imposible, que el ‘estímulo’ estatal para aumentar el empleo no puede ser positivo?” Al responder esa pregunta, Keynes reconstruyó la teoría ortodoxa... y después pasó a desmontarla.

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