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miércoles, 18 de junio de 2025

¿Recuerdas a Zelensky?


Andrea Zhok, Sinistra in Rete

Tres días de conflicto entre Israel e Irán y el mundo se ha olvidado del pobre Zelenski. ¿Recuerdan a Zelenski? ¿El que ganó "Bailando con las Estrellas"? ¿El que lleva tres años con la misma camiseta verde? Pues bien, lo que ocurre es que, en cuanto las cámaras se pusieron en marcha, el flujo de armas y financiación (sobre todo estadounidense) se detuvo de inmediato. Instantáneamente. Y las mismas actividades estadounidenses de inteligencia e información satelital ahora deben reorientarse, al menos parcialmente, hacia Oriente Medio.

Y a pesar de la actitud belicosa de von der Leyen y de la amenaza de desatar un Kallas hidrofóbico en el frente ruso, en verdad, si se relaja la contribución estadounidense, las horas de Ucrania están literalmente contadas.

Ahora, gracias a la incontinencia supremacista de Israel, el juego en el tablero de ajedrez internacional se ha vuelto de repente terriblemente complejo y en parte caótico.

Estados Unidos, al ser un representante israelí (y no al revés), defenderá a Israel a toda costa. Esta es la única razón por la que Netanyahu se ha atrevido a tomar una medida potencialmente devastadora para su país. Sin el apoyo logístico, los suministros, la información satelital y las intercepciones estadounidenses, Israel no tendría ninguna esperanza en una guerra convencional prolongada con Irán. Pero Netanyahu sabe que cuando la situación se agrave, el Tío Sam intervendrá directamente.

martes, 10 de junio de 2025

El silencio de los osos

El silencio de los osos terminará pronto y sabremos más sobre la determinación rusa; pero es probable que haya terminado el relato en el que se entiende que Trump “tiene la intención y hace lo que dice”. Los rusos están furiosos.

Alastair Crooke, Strategic Culture

Trump ha permanecido en silencio durante dos días. Un hecho sin precedentes. En los últimos días, Ucrania y sus cómplices han intentado un ataque masivo contra la fuerza de bombarderos nucleares estratégicos de Rusia; han conseguido derribar dos puentes sobre trenes civiles que se dirigían a Moscú; han atacado el puente de Kerch; y han asesinado a un general ruso con un artefacto explosivo.

Como observó Clausewitz hace dos siglos, el objetivo de la fuerza militar es imponer un resultado: es decir, que un adversario haga finalmente lo que se quiere de él.

Por lo tanto, en lo que respecta a las aventuras militares, es necesario tener las ideas claras desde el principio. Deben tener un objetivo político alcanzable y con perspectivas de realización.

Entonces, ¿cuál era el objetivo detrás de estos ataques ‘irregulares’ ucranianos?

Uno era sin duda demostrativo: ejercicios de relaciones públicas para afirmar que Ucrania y las fuerzas aliadas aún son capaces de organizar operaciones innovadoras al estilo de las fuerzas especiales. Y, por lo tanto, merecen un apoyo continuo. Como advierte el coronel Doug Macgregor:
"En su mayor parte se trató de un truco publicitario para intentar transmitir la impresión de que Ucrania es capaz de continuar la guerra. Todo lo que oigan en los medios occidentales… es probablemente falso o, como mínimo, una exageración grosera… Nos hemos perjudicado a nosotros mismos y a nuestra relación —lo que queda de ella— con Moscú… esas son las verdaderas consecuencias".
De acuerdo. Pero los trucos publicitarios no son una estrategia, ni los ataques ofrecen ninguna perspectiva de cambio en el paradigma estratégico-militar general. No dice que Occidente o Ucrania hayan descubierto de repente una estrategia política hacia Rusia en sí. No existe. En su mayor parte, las innumerables declaraciones occidentales se presentan como una mezcla de fantasías.

lunes, 2 de junio de 2025

Jugando con fuego: Ucrania ataca aeródromos del interior de Rusia

La Operación Telaraña de Ucrania ha superado el umbral de una respuesta nuclear rusa. La contestación de Rusia y EEUU podría determinar el destino del mundo

Scott Ritter, La Haine

En 2012, el presidente ruso, Vladimir Putin, declaró que "las armas nucleares siguen siendo la garantía más importante de la soberanía y la integridad territorial de Rusia y desempeñan un papel clave en el mantenimiento del equilibrio y la estabilidad regionales".

En los años transcurridos desde entonces, los analistas y observadores occidentales han acusado a Rusia y a sus dirigentes de invocar de manera irresponsable la amenaza de las armas nucleares como un medio de "ruido de sables", un engaño estratégico para ocultar las deficiencias operativas y tácticas de las capacidades militares rusas.

En 2020, Rusia publicó, por primera vez, una versión no clasificada de su doctrina nuclear. El documento, titulado «Principios Básicos de la Política Estatal de la Federación Rusa en Materia de Disuasión Nuclear», señalaba que Rusia se reservaba el derecho a usar armas nucleares cuando Moscú actuara en respuesta al uso de armas nucleares y otros tipos de armas de destrucción masiva contra ella o sus aliados, así como en caso de agresión contra la Federación Rusa con armas convencionales cuando la propia existencia del Estado estuviera en peligro. El documento también establecía que Rusia se reservaba el derecho a usar armas nucleares en caso de un ataque de un adversario contra instalaciones gubernamentales o militares críticas de la Federación Rusa, cuya interrupción socavaría las acciones de respuesta de las fuerzas nucleares.

En 2024, Vladimir Putin ordenó actualizar la doctrina nuclear de Rusia para considerar las complicadas realidades geopolíticas que habían surgido de la Operación Militar Especial (SMO) en curso en Ucrania, donde el conflicto se había transformado en una guerra por poderes entre el Occidente colectivo (OTAN y EEUU) y Rusia.

miércoles, 28 de mayo de 2025

Ucrania: ¿La Paz imposible?

A la luz de las posiciones irreconciliables de Kiev y Moscú, del maximalismo europeo y de la escasa incisividad de Trump, la perspectiva de una resolución de la guerra en Ucrania parece alejarse

Roberto Iannuzzi, Intelligence for the People

Las conversaciones de Estambul del 16 de mayo, las primeras entre Rusia y Ucrania en tres años pusieron de manifiesto todos los obstáculos para alcanzar un acuerdo de paz entre Moscú y Kiev. Estos obstáculos se confirmaron en la conversación telefónica entre el presidente estadounidense Donald Trump y su homólogo ruso Vladimir Putin tres días después.

No obstante, la reunión de Estambul supuso un paso adelante, si se tiene en cuenta que hace solo tres meses el Gobierno ucraniano rechazaba incluso la idea de un diálogo con el Kremlin, por considerarlo ilegal, y exigía la retirada rusa de todos los territorios de Ucrania como condición previa para cualquier negociación. Pero el desarrollo de las conversaciones siguió siendo incierto hasta el último momento y tenso durante su breve duración (menos de dos horas).

Como lamentó el diplomático ruso Rodion Miroshnik, la delegación ucraniana estaba compuesta en su mayor parte por miembros del ejército y los servicios de inteligencia, lo que confirma que solo había acudido a Estambul para negociar los detalles de un posible alto el fuego. Había muy pocos diplomáticos y figuras políticas capaces de discutir los elementos de una paz duradera. Pero hasta el último momento, el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky había pedido la aplicación de un alto el fuego de treinta días como condición previa para el inicio de las negociaciones. Trump reiteró esta petición en su posterior conversación telefónica con Putin, aunque en este caso se limitó esencialmente a actuar como portavoz de Kiev y sus aliados europeos.

Sin embargo, esta es una condición que Moscú siempre ha rechazado, considerándola un pretexto de Kiev para reorganizarse militarmente, movilizar nuevos efectivos y rearmarse. Por otra parte, los países occidentales aliados de Ucrania tampoco han aceptado nunca la petición rusa de cesar los suministros militares a Kiev como condición para un alto el fuego.

El silencio y las amenazas


Nahia Sanzo, Slavyangrad

“El silencio de América, el silencio de otros en el mundo no hace más que envalentonar a Putin”, sentenció el domingo Volodymyr Zelensky después de la segunda noche de ataques masivos con drones y misiles de la Federación Rusa. El ataque dejó una docena de muertos y una gran destrucción fruto del acierto ruso y de la escasez de munición para los sistemas de defensa aérea. Este lunes, Le Monde afirmaba que Ucrania ya no dispone de misiles para los sistemas SAMP-T suministrados por Francia e Italia y achacaba a esa escasez de munición para todos los sistemas antiaéreos suministrados por Occidente el descenso en el porcentaje de interceptaciones que logra realizar Kiev.

El silencio que condenaba preventivamente Zelensky duró poco y rápidamente se encadenaron los mensajes de exigencia de tregua incondicional a Rusia. Quizá el más representativo de ellos fue el del general Kellogg, enviado de Trump para Ucrania, que por la tarde (por la mañana en Estados Unidos) escribió, precisando que “esto es Kiev”, que “la matanza indiscriminada de mujeres y niños durante la noche en sus hogares es una clara violación de los Protocolos de Paz de Ginebra de 1977, diseñados para proteger a los inocentes. Estos ataques son vergonzosos. Alto al fuego ya”, un mensaje que no fue considerado lo suficientemente explícito por algunos de los periodistas veteranos de esta guerra. “Ni una sola mención de las palabras «Rusia» o «Putin». Y ninguna palabra del propio Trump después de que Rusia lanzara el mayor ataque con drones y misiles contra ciudades ucranianas desde el inicio de la guerra”, escribió Yaroslav Trofimov, de The Wall Street Journal, que demandaba una condena más clara y con una mención abierta a Rusia o a su presidente. Curiosamente, la imagen con la que el general Kellogg acompañaba su duro mensaje no era un objetivo civil ni un ataque indiscriminado a la población civil, sino la fábrica Antonov. Horas antes, Ucrania había atacado con drones una fábrica química y, como recordaba el periodista opositor ruso Leonid Ragozin, una empresa de producción de microchips. Los misiles aportan imágenes más espectaculares, pero los drones son capaces de gran destrucción, no solo en Ucrania, también en Rusia.

lunes, 26 de mayo de 2025

Seguridad en el frente y en la retaguardia


Nahia Sanzo, Slavyangrad

“No será posible un acuerdo de paz duradero que no aborde los temores mutuos de Ucrania y Rusia a largo plazo. Como hicieron en Estambul en 2022, ambas partes siguen dando prioridad a estas preocupaciones de seguridad nacional. Otras cuestiones -como el estatus de los territorios disputados, el levantamiento de las sanciones a Rusia y la financiación de la reconstrucción económica de posguerra en Ucrania- son importantes pero fundamentalmente secundarias”, escriben en la actual edición de Foreign Policy Sergey Radchenko y Samuel Charap, los dos expertos estadounidenses que a lo largo de estos tres años de ausencia de diplomacia han tenido acceso a los documentos de la negociación de los primeros meses de la guerra y que mucho antes de que Vladimir Putin convocara un Estambul 2.0 ya defendían aquel diálogo como una posible base de la futura resolución del conflicto.

Basada en los documentos producidos por Rusia y Ucrania durante la primavera de 2022 y el contacto con personas que participaron en la negociación, la conclusión de Radchenko y Charap, profesor de la Universidad Johns Hopkins y experto de RAND Corporation respectivamente, refleja lo que ya podía observarse en las declaraciones de las partes y en la oferta inicial rusa en el momento en el que se produjo. En abril de 2022, apenas unas semanas después de la invasión de Ucrania y cuando las tropas rusas aún se mantenían -aunque con enormes bajas, sin posibilidad de avance y con grandes dificultades para mantener sus posiciones- en los alrededores de Kiev, Rusia proponía abandonar todos los territorios capturados desde el 22 de febrero más allá de Donbass, cuyas fronteras quedaban pendientes de un acuerdo entre Volodymyr Zelensky y Vladimir Putin. Frente a la idea de la ambición expansionista imperial rusa que han pregonado durante años los expertos de la prensa occidental, el objetivo principal era detener la expansión de la OTAN hacia su frontera en Ucrania y conseguir la neutralidad del país, contrapartida ofrecida a Kiev para recuperar gran parte de sus territorios perdidos. Las dos excepciones, Crimea y Donbass, se justificaban como el hecho consumado de 2014 en el caso de la península y el castigo que Ucrania merecía por su rechazo al cumplimiento de los acuerdos de Minsk en el de la región minera.

miércoles, 21 de mayo de 2025

Diplomacia a distancia


Nahia Sanzo, Slavyangrad

Absolutamente marcado por el anuncio de Donald Trump de su conversación con Vladimir Putin y Volodymyr Zelensky, el fin de semana, al igual que el día de ayer, transcurrió bajo la lógica de la presión de los países europeos y Ucrania a Estados Unidos en busca de más presión contra Rusia. Con un guion preparado mucho antes de la reunión de Estambul y que ignora completamente la voluntad de Moscú a negociar un alto el fuego -un escenario inaceptable, ya que las capitales europeas exigen una aceptación incondicional de los cambiantes e inviables términos de Ucrania-, el establishment político europeo se ha centrado en comunicarse con Donald Trump y su equipo para conseguir ganarse su confianza. El domingo, un sonriente y apacible Volodymyr Zelensky, cuya imagen contrastaba con el presiente enfurruñado y agresivo que sufrió la humillación del Despacho Oval, se reunió con JD Vance, segundo protagonista de aquella gresca, para escenificar la unidad entre los dos países. Tanto Ucrania como sus socios continentales han comprendido a la perfección que la opinión del presidente estadounidense es maleable y que, como solía decirse del último Romanov, Nicolás II, su opinión parece determinada por la última persona con la que había tratado un tema concreto. Esos súbitos cambios de opinión, de lo que Ucrania quiere aprovecharse para convencer al líder de la Casa Blanca de que la ausencia de Putin fue un rechazo de facto a la negociación, son el motivo del duro trabajo de grupo de presión realizado el fin de semana, con llamadas de todos los líderes europeos de importancia y halagos más allá de lo creíble.

Tras su reunión del domingo con Zelensky, el vicepresidente Vance, considerado junto a Donald Trump Jr. exponente de la parte del equipo de Trump menos favorable a Ucrania, ofrecía buenas palabras sobre el presidente de Ucrania e insistía en la necesidad de lograr el final de esta sangrienta guerra. Antes, Vance había criticado a Rusia afirmando que “exige demasiado”. Las supuestas condiciones rusas para lograr el final de la guerra, publicadas por varios medios estadounidenses, posiciones de partida que Rusia es consciente de que no puede obtener por la vía de la diplomacia, incluyen aspectos territoriales y también de seguridad. En su propuesta de máximos -equivalente a la que exige Ucrania con la rendición unilateral rusa que planteaba Zelensky con su Fórmula de Paz y Plan de Victoria– implicaría la aceptación de la neutralidad, prohibición de presencia militar extranjera y el reconocimiento de la soberanía rusa de los cuatro territorios ucranianos anexionados en 2022 y Crimea, que se adhirió a Rusia en 2014.

sábado, 12 de abril de 2025

El mejor amigo

Nahia Sanzo, Slavyangrad

Coherente en su incoherencia, la reunión en la que Donald Trump recibió al primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, fue un ejemplo de su visión transaccional tanto de la guerra de Ucrania como de su intento de limpieza étnica de Gaza con la emigración voluntaria de un millón y medio de personas cuyas vidas no cuentan en absoluto para el presidente de Estados Unidos. “Ya saben lo que pienso de la franja de Gaza, creo que es una pieza increíble de importantes bienes inmuebles”, afirmó Trump, que no esconde que el interés empresarial es para él la cuestión clave. No es la primera ocasión en la que un miembro del clan Trump se manifiesta en ese sentido. El propio presidente publicó hace unas semanas un vídeo creado por la inteligencia artificial en el que presentaba su Riviera Francesa en el Mediterráneo oriental, donde la población árabe quedaba limitada al espectáculo y él podía tomarse una copa en la piscina del hotel Trump junto a Netanyahu. Antes, también su yerno Jared Kushner, pareja de Ivanka Trump, había mostrado su interés por adquirir propiedades en la primera línea de playa de Gaza.

“Si se traslada a los palestinos a diferentes países, y hay muchos países dispuestos a hacerlo, y se crea una zona de libertad, una zona libre”, afirmó Trump sin necesidad de aclarar que el significado de esa última expresión es zona libre de población palestina. “No entiendo por qué Israel la cedió. Israel era su dueño. Se apropiaron de propiedades frente al mar”, insistió Trump en su flagrante revisionismo histórico en el que no hace falta esconder el deseo de hacer desaparecer lo que Israel ha dejado de sus viviendas y sus vidas a un millón y medio de personas. Gaza nació como la franja que ahora conocemos tras la Nakba de 1948, cuando se concentró ahí una enorme población que había sido expulsada de sus localidades y de sus viviendas ante el avance sionista, cuya intención fue siempre lograr “la mayor cantidad posible de territorio, con la menor cantidad posible de árabes”. En 2005, por decisión de Ariel Sharon ante lo insostenible de los asentamientos ilegales en Gaza, Israel se retiró de la zona de ocupaba para pasar a sitiar el territorio, en el que desde entonces ha controlado la entrada y salida de personas, el suministro eléctrico, el acceso de la ayuda humanitaria e incluso la carga comercial, por lo que pese a haber abandonado los asentamientos, sigue siendo considerada la potencia ocupante de la misma manera que lo es en Cisjordania, donde mantiene sus localidades construidas infringiendo la legalidad internacional y, en ocasiones, incluso la israelí. La situación no es nueva sino que se ha perpetuado durante las últimas casi ocho décadas, en las que Estados Unidos ha sido el principal valedor de la ocupación e impunidad israelí.

lunes, 7 de abril de 2025

Entre el colapso y la ofensiva


Nahia Sanzo, Slavyangrad

La guerra continúa su curso a la espera de si el proceso de negociación que Estados Unidos dirige por medio del diálogo separado con Rusia y Ucrania prospera hacia un alto el fuego más claro que el incumplido compromiso mutuo de no atacar infraestructuras energéticas. En Donbass, las últimas horas han constatado avances rusos en dos batallas urbanas, la eterna lucha por Chasov Yar y el intento de volver a expulsar a las tropas ucranianas de Toretsk. Aunque limitados, hay también avances de las tropas de Moscú en dirección a Krasny Liman, última ciudad perdida en la ofensiva relámpago ucraniana del otoño de 2022 en el frente del este. Aunque con menos intensidad y una batalla limitada, se perciben también movimientos en el frente central, la parte de Zaporozhie en la que el Dniéper no es un factor y donde Ucrania aspiró en 2023 a romper el frente en dirección a Crimea. A principios de la semana pasada, se constataba que Rusia había capturado la pequeña localidad de Lobkovo, un avance con cierta importancia simbólica al tratarse de la última localidad capturada en la contraofensiva ucraniana que las tropas rusas aún no habían recuperado.

domingo, 6 de abril de 2025

«Al imperialismo no se le puede confiar ni tantito así»

Esta emblemática frase del Che Guevara mantiene su plena vigencia incluso seis décadas después

Eduardo Vasco, Strategic Culture

Esta emblemática frase del Che Guevara mantiene su plena vigencia incluso seis décadas después. Cada día que pasa, más personas en todo el mundo se dan cuenta de que están siendo engañadas por el canto de sirena de las potencias imperialistas, especialmente Estados Unidos.

Lo que Donald Trump está haciendo con los ucranianos es un claro ejemplo de cómo funciona el imperialismo. Según el Wall Street Journal, el acuerdo sobre minerales exigiría que Ucrania entregue el control de sus recursos naturales e infraestructura a cambio de la ayuda militar proporcionada por el Pentágono, con efectos retroactivos.

Kiev tendría, así, que ceder el control de su economía a Estados Unidos como pago por la ayuda militar recibida, de acuerdo con el informe filtrado al periódico estadounidense. El plan, aún en discusión, crearía un fondo de inversión bilateral que daría prioridad a empresas estadounidenses en proyectos estratégicos ucranianos.

El acuerdo en negociación prevé la creación de un “Fondo de Reconstrucción e Inversión EEUU-Ucrania”, registrado en Delaware, que tendría derecho de preferencia sobre todos los proyectos futuros y existentes relacionados con recursos naturales (metales, petróleo, gas y minerales críticos) e infraestructura (puertos, oleoductos, gasoductos y otras obras estratégicas).

sábado, 29 de marzo de 2025

«Diplomacia» europea


Nahia Sanzo, Slavyangrad

“Si la bomba nuclear más potente cayera sobre Madrid todo el interior de la M-30 se vería calcinado por una bola de fuego”, escribe esta semana Sergio Fanjul en El País en referencia a la bomba zar rusa, la madre de todas las bombas, que por si el alarmismo causado no era suficiente añade que “la onda de choque se extendería mucho más allá, de Rivas a El Pardo, de Coslada a Boadilla”. Rusia izó sobre el Kremlin su bandera tricolor, retirando por última vez el estandarte rojo con la hoz y el martillo el 25 de diciembre de 1991. Sin embargo, en la nostalgia de tiempos más simples, en los que el malo malísimo caricaturizado para causar el mayor miedo posible era suficiente para mantener elevados los presupuestos militares, esta semana se han publicado en España dos artículos bajo el título “¿Qué harías tú en un ataque preventivo de la URSS?”. La principal herencia soviética en Occidente que, al contrario que los derechos sociales o la visión de la industria como eje del crecimiento económico, sigue vigente es su uso como argumento a la hora de justificar un rearme para el que hay que otorgar a Rusia unas capacidades que no tiene y unas intenciones que nunca ha mostrado.

Apenas unas semanas después de que afirmara que la relación con Moscú se normalizará paulatinamente una vez terminada la guerra, Mark Rutte declaraba ayer todo lo contrario: no habrá vuelta al statu quo anterior a 2022 incluso una vez concluida la paz. Quienes llaman a su población a preparar kits de supervivencia para sobrevivir las primeras 72 horas a un ataque bélico, ciberataque o un desastre natural posaron ayer sonrientes en París proclamando que están “construyendo una paz robusta para Ucrania y Europa”. Los países europeos y la dirección de la OTAN han virado finalmente y a regañadientes -después de que lo hiciera Estados Unidos e incluso Ucrania- al discurso de paz, aunque en un pacifismo sobrevenido que contrasta con sus propuestas. De la guerra eterna hasta que Kiev lograra una posición de fuerza para dictar los términos a Moscú se ha pasado a la idea de la paz armada y la continuación de una especie de guerra fría que justifique el rearme y mantenga la retórica bélica y las sanciones contra Rusia.

miércoles, 26 de marzo de 2025

Silencio en el Mar Negro


Nahia Sanzo, Slavyangrad

Más preocupado por defender su integridad ante el escándalo causado por la noticia de que Mike Waltz, Asesor de Seguridad Nacional de Donald Trump, había incluido, supuestamente por error, a un conocido periodista en un chat privado en el que el vicepresidente Vance, el secretario del Pentágono Hegseth y otros altos oficiales del Gobierno comentaban los inminentes bombardeos contra Yemen, el trumpismo ha dejado en segundo plano los tres días de diplomacia intensa que ha realizado en Arabia Saudí con reuniones separadas con las delegaciones ucraniana y rusa. El lunes, tras todo un día de encuentros con los enviados de Ucrania, fue el turno de la Federación Rusa, que ayer insistía en que no se difundirían los detalles del encuentro, que Dmitry Peskov calificó de “reuniones técnicas”. La ausencia de personas como Sergey Lavrov dirigiendo las negociaciones eran un indicio de que lo que se preparaban eran pasos concretos en el cumplimiento de algunas de las medidas que se han puesto sobre la mesa a lo largo de los últimos días y semanas y no aspectos políticos que fueran a dejar grandes titulares. Ayer, el ministro de Defensa de Ucrania utilizaba también el término “consultas bilaterales técnicas” para los tres días de reunión. Tras la primera toma de contacto el domingo y la maratoniana reunión de diez horas entre Rusia y Estados Unidos, la delegación ucraniana, a la que se había pedido que permaneciera en Arabia Saudí, fue llamada a consultas nuevamente ayer para cerrar los limitados avances que se han producido.

“Hemos concluido nuestra reunión con el equipo americano. El debate fue productivo y centrado: abordamos puntos clave, incluida la energía. El objetivo del presidente Volodymyr Zelensky es garantizar una paz justa y duradera para nuestro país y nuestro pueblo, y, por extensión, para toda Europa. Estamos trabajando para hacer realidad ese objetivo”, había escrito tras la finalización de la reunión del domingo entre Ucrania y Estados Unidos Rustem Umerov. La presencia de una delegación de perfil más alto que la rusa y la estadounidense muestra la debilidad de Ucrania, que hace meses que ha dejado claro que su negociación principal no será con Rusia, con quien no desea dialogar, sino con sus aliados, cuya fortaleza es la única herramienta con la que Kiev puede aspirar a conseguir parte de sus cada vez menos realistas objetivos. Pese a las constantes referencias a la necesidad de un alto el fuego, a la insistencia en la seguridad europea y las demandas de obligar a Rusia a aceptar un alto el fuego que Ucrania acató bajo presión, la idea de la paz justa y duradera, eufemismo que implica el cumplimiento de los puntos de la Fórmula de Paz de Zelensky, que exige la rendición rusa, la recuperación de la integridad territorial según sus fronteras de 1991 sigue siendo el deseo irrealizable de Kiev.

martes, 18 de marzo de 2025

Líneas rojas de la negociación


Nahia Sanzo, Slavyangrad

A la espera si la conversación telefónica que mantendrán hoy Donald Trump y Vladimir Putin resultará en algún tipo de anuncio importante como el presidente de Estados Unidos parece esperar, los medios siguen tratando de determinar cuál es la posición negociadora de las partes y, sobre todo, cuáles son las verdaderas líneas rojas de Kiev y Moscú entre las que puede discurrir la negociación. El domingo, Marco Rubio habló de un “plan A y plan B”, en realidad una fase A y fase B, un alto el fuego inicial y una posterior negociación, una postura más cercana a la posición rusa que a la ucraniana o europea. Sorprendentemente teniendo en cuenta el autoritarismo de Donald Trump y que es Estados Unidos quien tiene en su mano cartas con las que presionar seriamente a Kiev y a Moscú, la postura de Washington es más favorable a la negociación, frente a la inflexible postura de la Unión Europea y el Reino Unido, que esperan que Moscú reciba una oferta de alto el fuego o de paz en la que no tenga voz más que para aceptar.

Las declaraciones de esos últimos meses de Marco Rubio, Mike Waltz o Steve Witkoff, que siguen realizando intervenciones mediáticas en las que se les exige anunciar cuáles serán las concesiones que exigirán a Moscú, muestran que el objetivo del entorno de Trump es conseguir para Ucrania el máximo posible, pero sin arriesgarse a una situación de enfrentamiento directo con la Federación Rusa, algo que comparten con la administración Biden, y renunciando a la guerra eterna a la que los países europeos parecían dispuestos hasta la pasada semana, cuando rápidamente comprendieron las bondades de un alto el fuego de 30 días que Rusia tenía que aceptar sin preguntas. Con ciertas dificultades para esquivar las preguntas de qué se va a exigir a Moscú teniendo en cuenta que ha quedado claro que Estados Unidos espera que Ucrania renuncie temporalmente a parte de sus territorios, Steve Witkoff mencionó tres temas. “Hay regiones en las que todos sabemos que los rusos están centrados. Hay un reactor nuclear que suministra bastante electricidad al país de Ucrania. Hay que ocuparse de eso. Está el acceso a los puertos. Está el potencial acuerdo del Mar Negro”, afirmó.

Europa se enfrenta a un cambio de actitud hacia el MAGA a medida que Trump avanza hacia su objetivo primordial: el reinicio global.

Si Europa pretende sustituir a Estados Unidos, será extremadamente costoso, muy costoso políticamente y fracasará.

Alastair Crooke, Strategic Culture

El presidente Trump quiere que Ucrania se resuelva, y punto. Esto es para poder avanzar rápidamente: normalizar las relaciones con Rusia e iniciar el proyecto general de establecer un nuevo orden mundial que ponga fin a las guerras y facilite las relaciones comerciales.

La cuestión aquí —que Europa finge no comprender— es que el fin del conflicto en Ucrania es simplemente la puerta de entrada para Trump a toda la lógica y plataforma en la que se basó: el Gran Reinicio del panorama geopolítico. Ucrania, dicho simplemente, es el obstáculo para que Trump logre su objetivo primordial: el Reinicio Global.

Starmer, Macron y el ala oriental de las élites europeas ignoran la magnitud del cambio de mentalidad global hacia la política y la ética tradicionalistas estadounidenses. También pasan por alto la furia apenas disimulada del mundo Trump que subyace a esta revolución naciente. «La derecha Maga no tiene ninguna de las inhibiciones de sus predecesores. Planea aprovechar el poder de un estado recuperado para aniquilar a sus enemigos», escribe Allister Heath.

La clase dirigente europea se encuentra en graves dificultades y cada vez más aislada, en un mundo que se derechiza a un ritmo vertiginoso. «Estados Unidos es ahora el enemigo de Occidente», proclama el Financial Times . Los líderes europeos, sin miramientos, no lo entenderán.

La realidad es que Estados Unidos está ahora enfrascado en controlar la política exterior de Europa . Y está a punto de empezar a exportar los valores republicanos tradicionales estadounidenses para controlar el sistema de creencias progresistas europeo. Los estratos gobernantes europeos, muy alejados de sus bases, no han logrado comprender la amenaza a sus propios intereses (un escenario descrito aquí).

domingo, 16 de marzo de 2025

Kursk, la historia y la teoría de la conspiración


Nahia Sanzo, Slavyangrad

La conversación telefónica mantenida el mes pasado por Vladimir Putin y Donald Trump y la inmediata histeria provocada en el establishment europeo, temeroso de quedar fuera del círculo de toma de decisiones sobre una guerra que hace tres años consideraron existencial y que tratan de mantener activa hasta que Ucrania pueda dictar los términos de su resolución, causaron todo tipo de analogías, generalmente burdas y sin la mayor validez, sobre la situación actual y la traición de Múnich en 1938, donde los poderes occidentales sacrificaron a Checoslovaquia frente al fascismo en busca de una paz que no iba a llegar. Dialogar con la Federación Rusa era visto como el paso previo para aceptar una resolución de la guerra impuesta desde Moscú. La reacción fue inmediata, especialmente porque los países europeos vieron, por primera vez desde que lo hiciera Charles De Gaulle, que quizá Estados Unidos no acudiría al rescate de sus aliados europeos en el -más que improbable- caso de ser atacada.

El plan ReArm Europe, la movilización masiva de fondos y créditos para aumentar el gasto en defensa alegando la urgencia de una guerra que comenzó hace tres años es la principal conclusión, aunque no la única. El viernes, los medios informaban de la propuesta de Kaja Kallas de hasta 40.000 millones de euros para “reforzar el envío de material militar a Ucrania”. El objetivo busca mantener el nivel de asistencia militar de la UE a Ucrania por la vía de la creación de un fondo voluntario para que países comunitarios y extracomunitarios pudieran sumarse a la inversión, evitando así los posibles vetos de países potencialmente díscolos como Hungría o Eslovaquia. El debate sobre el aumento de la aportación militar a Ucrania se produce, no solo cuando se ha reanudado ya el flujo de material e inteligencia estadounidense a Ucrania, sino cuando se habla de la posibilidad de un alto el fuego que dé lugar a una negociación para buscar una salida diplomática y poner fin a un conflicto que se ha cobrado cientos de miles de víctimas, ha destrozado partes importantes de territorios ucranianos y rusos y ha provocado una escalada política que amenaza con crear un polvorín europeo en el que incluso la paz no signifique el final de la amenaza de choque entre potencias continentales.

martes, 11 de marzo de 2025

El arrebato "espontáneo" de Zelensky: un drama en tres actos

La escandalosa aparición de Zelensky en la Casa Blanca no fue un arrebato espontáneo - fue el final de un plan con sus raíces en Londres y los hilos movidos por las élites europeas

Elena Fritz, Politically Incorrect.

El viernes 28 por la noche, la Casa Blanca explotó, no literalmente, sino políticamente: Volodymyr Zelenskyj abandonó Washington antes de tiempo tras una agria disputa con Donald Trump. Un escándalo que provocó la ruptura de los hilos transatlánticos. Pero no fue un estallido espontáneo, sino el remate de un plan cuyas raíces están en Londres y cuyos hilos mueven las élites europeas. Alemania en el meollo. Un drama en tres actos..

Primer acto: la chispa británica en enero.

Rebobinamos hasta enero de 2025: Keir Starmer visita Kiev y firma un «acuerdo de asociación» con Zelensky. Puertos, gas, tierras raras... todo queda bajo control británico. Un movimiento que coge a EEUU por sorpresa. Londres se asegura influencia mientras Trump sigue ocupado con su toma de posesión. ¿Especulación? Ciertamente. Pero el Gobierno británico tiene un motivo: utilizar Ucrania como palanca contra un Trump imprevisible que amenaza con dejar a Europa al margen. El tratado es el pistoletazo de salida, y Alemania asiente, mientras Scholz y Baerbock guardan silencio..

Acto 2: Irlanda como espoleta.

lunes, 10 de marzo de 2025

¿Hacia el final de la aventura ucraniana en Kursk?


Nahia Sanzo, Slavyangrad

Lejos de la línea del frente principal, Ucrania consiguió el pasado agosto abrir, de forma rápida y eficiente, un segundo frente con el que anunció a sus socios que mantenía su capacidad ofensiva y de sorpresa y puso en duda la actuación defensiva de la Federación Rusa, que en apenas unos días perdió el control sobre más de mil kilómetros cuadrados de su territorio en una zona en la que inexplicablemente no esperaba un ataque pese a que se había constatado una elevada concentración de tropas ucranianas. La reacción rusa fue pausada, provocando la histeria de los sectores a la derecha del Kremlin, y no ha cambiado desde entonces. Las tropas allí destinadas no tenían la capacidad de defenderse ante el ejército ucraniano, por lo que la retirada causó incluso temor a que Ucrania pudiera aproximarse a la central nuclear de Kursk, principal preocupación de aquel momento. Meses después, y sin que las tropas ucranianas mostraran en ningún momento capacidad para lograrlo, el presidente Zelensky afirmaría que sus tropas podrían haber capturado tanto la central como la capital regional, pero eligieron no hacerlo. La excusa sonó vacía teniendo en cuenta que el motivo de la incursión en territorio ruso era más político que militar y el control sobre objetivos estratégicos es lo que proporciona las cartas que Ucrania buscaba en previsión a una posible negociación.

El control de parte del territorio enemigo daría a Ucrania una valiosa carta que jugar en la diplomacia para lograr, como Zelensky ha admitido el último mes, un intercambio de territorios y recuperar así parte de las zonas perdidas durante la guerra. “Intercambiaremos un territorio por otro”, afirmó el pasado mes de febrero el presidente ucraniano en una entrevista, en la que no precisó cuál era la aspiración de Ucrania. “No lo sé, veremos. Pero todos nuestros territorios son importantes, no hay prioridades”, añadió. En términos militares, según explicó Oleksandr Syrsky en una entrevista concedida a Christiane Ammanpour en la CNN, el objetivo era limitar las capacidades ofensivas rusas en Donbass, fundamentalmente en la región de Pokrovsk, donde el avance se había detenido según el comandante ucraniano. En realidad, el avance de Rusia en Donbass se ha mantenido y ha sido en estos meses cuando se ha conseguido por fin uno de los grandes objetivos, alejar el frente de la ciudad de Donetsk para impedir que la artillería ucraniana pudiera seguir aterrorizando a la población con los periódicos bombardeos indiscriminados que habían hecho de cada salida a la calle un peligro de muerte para la población civil. Cuando Syrsky proclamó que el ataque en Kursk había detenido el avance hacia Pokrovsk, la aproximación a la ciudad ni siquiera había comenzado y las tropas rusas se centraban en otros sectores del frente occidental de la región de Donetsk.

domingo, 9 de marzo de 2025

Paralizada por una demencia aguda, Europa vuelve a declarar la guerra a Rusia

El SMO seguirá adelante. Y, como quieren los europeos, hasta el último ucraniano.

Pepe Escobar, Strategic Culture

Comencemos con el momento Camino a Damasco del Secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio:
“Francamente, es una guerra indirecta entre potencias nucleares, en la que Estados Unidos ayuda a Ucrania y Rusia, y debe terminar”.
Eso sí que es un disparate. Jeffrey Sachs al rescate. Por supuesto, la formulación correcta sería “guerra por delegación lanzada por Estados Unidos”. Pero, aun así: ¡Aleluya! Una iluminación así –por delegación– desde los Cielos jamás podría haberle caído encima al anterior Secretario de Estado norteamericano sobre Genocidio.

Ahora pasamos al pánico. El pánico europeo total.

Le Petit Roi, tan popular en Francia como los mosquitos nocturnos en un resort de playa de cinco estrellas, ha declarado que la paz en Europa sólo es posible con una Rusia “domesticada” y que Rusia es una amenaza directa para Francia y Europa.

Sobre Ucrania, pontificó que la paz simplemente no puede lograrse bajo los términos rusos o mediante la –inevitable– rendición ucraniana.

El sin aliento Petit Roi literalmente se puso a hablar de armas nucleares. Subrayó que Francia posee un poder de disuasión nuclear y se lo ofreció al resto de Europa, al tiempo que insistió en que el futuro de Europa no debería estar dictado por Moscú o Washington.

sábado, 8 de marzo de 2025

Estados Unidos admite la derrota en la guerra por poderes en Ucrania mientras las élites europeas persisten en sus delirios de autodestrucción

Napoleón, Hitler y ahora los líderes elitistas europeos han caído en el olvido debido a errores de cálculo sobre Rusia

Editorial de Strategic Culture

En una entrevista con Fox News esta semana, el principal diplomático estadounidense, Marco Rubio, hizo una confesión contundente: calificó el conflicto en Ucrania como una guerra por poderes entre Estados Unidos, sus aliados de la OTAN y Rusia.

¡Detengan a la prensa! De un solo golpe, el relato que justifica la guerra apoyada por la OTAN durante los últimos tres años quedó al descubierto como una mentira descarada. No se trata de “defender a Ucrania” de una supuesta agresión rusa no provocada. Es una guerra por delegación, lo que significa que tiene causas y responsabilidades más profundas.

Esto es lo que Moscú y muchos otros observadores internacionales han estado diciendo desde el principio. Reconocer el conflicto como una guerra por poderes es empezar a admitir una mayor culpabilidad y a abordar las causas profundas para lograr una solución pacífica genuina.

El Secretario de Estado Rubio hizo un llamamiento enfático a poner fin a la guerra para salvar vidas. Afirmó que el conflicto estaba en un punto muerto y que no se atrevía a pronunciar la palabra “derrota”. Pero esta debacle es una derrota.

Rubio denunció que la administración anterior de Biden y el Congreso (incluido él mismo como senador) habían alimentado el conflicto junto con otros miembros de la OTAN en una campaña inútil. Ahora es el momento de poner fin al conflicto, afirmó.

El ministro de Asuntos Exteriores de Estados Unidos apareció en televisión con una prominente cruz de ceniza marcada en la frente, como muestra de la Cuaresma. Los cristianos de todo el mundo comienzan los preparativos para la Pascua poniéndose cenizas como signo de arrepentimiento. La “confesión” de Rubio de una fallida política estadounidense de guerra por delegación contra Rusia en Ucrania puede ser vista como un reconocimiento tardío por parte de Washington de que necesita cesar, desistir y enmendar sus errores para lograr la paz.

Estados Unidos pone un cortafuegos para proteger el acuerdo sobre Ucrania con Rusia

En el análisis final, por lo tanto, bien podría resultar que -citando a Stephen Bryan- Trump “dejará que Ucrania se derrumbe, pero podría buscar un acuerdo con Putin sobre Ucrania una vez que Zelensky se haya ido”

M. K. Bhadrakumar. Indian PunchLine

En el análisis final, por lo tanto, bien podría resultar que -citando a Stephen Bryan- Trump “dejará que Ucrania se derrumbe, pero podría buscar un acuerdo con Putin sobre Ucrania una vez que Zelensky se haya ido”

El tiroteo verbal del pasado viernes en el Despacho Oval sacó a relucir la furia del presidente Vladimir Zelensky ante la posibilidad de que Donald Trump y Vladimir Putin estén muy cerca de llegar a un acuerdo sobre Ucrania, mientras que el cónclave celebrado el domingo en Lancashire House (Londres), en el que participaron 18 líderes europeos, puso de manifiesto que Zelensky está en buena compañía.

Conectando los puntos, la incisiva mente de Stephen Bryen, un destacado experto en seguridad, estrategia y tecnología que anteriormente ocupó altos cargos en el Pentágono y el Capitolio, escribió en Substack:
Trump invitó a [el presidente francés] Macron y a [el primer ministro británico] Starmer a Washington para informarles, lo que al parecer hizo. Los franceses se marcharon bastante descontentos, pero Starmer parecía estar de acuerdo en general. Starmer hizo un llamamiento para incluir el Artículo 5 de la OTAN en cualquier acuerdo; Trump rechazó ese llamamiento. Putin, mientras tanto, habló con Xi [presidente chino] por teléfono y envió a Sergei Shoigu (que dirige el Consejo de Seguridad de Rusia, algo así como el NSC) a Pekín para reunirse con Xi.

Trump invitó a Zelensky. La tapadera de la comparecencia de Zelensky en Washington era el ‘Acuerdo de Minerales’ que supuestamente iban a firmar los dos líderes… La verdadera razón de la visita de Zelensky era informarle sobre las negociaciones con Putin y ganarse su apoyo”.
En realidad, Trump no pudo informar a Zelensky sobre el acuerdo con Ucrania ni firmar el ‘Acuerdo sobre Minerales’ porque el presidente ucraniano se opuso firmemente a cualquier negociación con Putin.

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