Una mirada no convencional al modelo económico neoliberal, las fallas del mercado y la geopolítica de la globalización
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domingo, 3 de agosto de 2025
Incentivos y amenazas
Nahia Sanzo, Slavyangrad
Incapaz de mantener una mínima consistencia en su forma de actuar, Donald Trump ha pasado de afirmar en actos electorales que sería capaz de finalizar la guerra en 24 horas e incluso antes de tomar posesión del cargo a una política de bandazos que muestran su incapacidad para imponer el resultado que desea y también la desesperación de quien ya no sabe muy bien qué hacer para conseguir lo que pensaba haber logrado ya. Trump, que no esconde que opina que merece premios de la paz y que afirma haber resuelto conflictos de 500 años -posiblemente en referencia a India y Pakistán y su conflicto por Cachemira, cuyo origen está en 1948, no en la conquista de Akbar el Grande en 1586 y que no ha desaparecido sino que ha vuelto al statu quo anterior al ataque de Pahalgam-, ha renunciado a cualquier papel de mediación y exige una resolución rápida. Al fin y al cabo, qué es un conflicto de solo once años para el hombre que ha resuelto conflictos milenarios.
Lo que la prensa ha presentado como un cambio de rumbo del presidente de Estados Unidos, inicialmente favorable a Moscú, pero que finalmente ha sabido ver que Vladimir Putin no quiere la paz, se gestó el mes pasado y dio lugar al ultimátum de 50 días dado al presidente ruso para lograr la resolución de la guerra. De lo contrario, Rusia se expondría a sanciones prohibitivas que compartiría con los principales clientes de su sector energético, India y China, países a los que añadió también a Brasil, fundamentalmente como venganza política. En realidad, el cambio de rumbo no debe sorprender y se corresponde exactamente con el plan publicado hace más de un año por el America First Policy Institute y cuyo coautor es el general Keith Kellogg.
sábado, 2 de agosto de 2025
¿Ha perdido Zelensky el apoyo de Occidente?.. Se está convirtiendo en un lastre
Los gobiernos occidentales se enfrentan a su propio dilema. Habiendo invertido mucho en presentar a Zelensky como una figura al estilo de Churchill, sustituirlo abiertamente podría socavar el apoyo público a la guerra en sus propios países.
Thomas Fazi, Un Herd
Las conversaciones diplomáticas en Estambul, que transcurrieron sin incidentes y concluyeron con poco más que discusiones sobre un intercambio de prisioneros de guerra y vagas promesas de nuevas reuniones, dejaron a Volodymyr Zelensky enfrentándose a una crisis mucho más cercana: protestas sin precedentes que estallaron en las principales ciudades ucranianas.
Miles de personas salieron a las calles para denunciar una controvertida ley que, según Zelensky, tenía por objeto “reducir la influencia rusa”, pero que, en realidad, comprometería la independencia de las dos principales agencias anticorrupción del país en un momento en que, según se informa, ambas estaban a punto de detener a altos cargos de la propia administración de Zelensky.
La aprobación de la ley no solo provocó protestas masivas en Ucrania, sino también una condena generalizada en las capitales occidentales.
Ursula von der Leyen no tardó en emitir una dura reprimenda: la legislación entraba en conflicto con el “respeto al Estado de derecho” de Europa y podía poner en peligro las perspectivas de adhesión de Ucrania a la UE.
El Gobierno estadounidense llegó incluso a ordenar a Zelenski que retirara la legislación. Mientras tanto, los medios de comunicación occidentales dieron amplia cobertura a las protestas.
Por primera vez desde la invasión rusa, las políticas internas de Zelenski fueron criticadas abiertamente por medios que anteriormente lo habían idolatrado como un heroico defensor de la democracia.
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miércoles, 30 de julio de 2025
La lógica del momento: guerra y financiación
Nahia Sanzo, Slavyangrad
Siguiendo el ejemplo de Donald Trump, capaz de abandonar una negociación y exigir a la otra parte que retorne a la diplomacia o de bombardear un país y exigir por ello un premio de la paz, Volodymyr Zelensky ha querido salir del embrollo político que ingenuamente se creó la semana pasada defendiendo las dos medidas tomadas. En esta guerra en la que el discurso es más importante que los hechos y los acontecimientos no tienen por qué corresponderse mínimamente con la opinión publicada, el presidente ucraniano ha presentado como un intento de garantizar la independencia de las instituciones anticorrupción -batalla que, contra toda evidencia, dice seguir luchando- tanto la legislación aprobada la semana pasada como la que espera aprobar esta. El discurso de Zelensky se mantiene firme y las palabras son las mismas para definir la ley que ponía a las instituciones creadas por y para el control occidental bajo el mando de la Fiscalía General que cuando exige a la Rada que vote, apenas unos días después, volver a devolverle la autonomía.
La contradicción no existe en la narrativa, creada a partir de las necesidades y no de la realidad. Para tapar ligeramente la evidente marcha atrás del presidente que sobreestimó sus fuerzas y subestimó las de sus oponentes, Zelensky se centra ahora en la idea de que los cambios buscaban y siguen buscando únicamente evitar la influencia rusa. Ayuda al presidente el hecho de que la retórica de la oposición haya sido exactamente la misma. Siguiendo la máxima que se ha repetido con sorna tantas veces en las redes sociales rusas, un agente ruso acusaba de ser agente ruso a otro. Mientras el bando de Zelensky acusaba a las agencias anticorrupción de haber sido infiltradas por Rusia, la oposición respondía señalando que el SBU, cuerpo que estaba realizando las redadas, era el que trabajaba para Moscú. Lógica decía que iba a ser suficiente, especialmente en un país que ha hecho de culpar a Rusia el único argumento necesario para justificar sus políticas, desde la operación antiterrorista que inventó para iniciar la guerra de Donbass hasta la prohibición de partidos pasando por la limitación progresiva del uso de la lengua rusa, vehicular en gran parte del país e incluso actualmente en el frente entre quienes luchan en el bando ucraniano.
martes, 29 de julio de 2025
Ucrania: el carnaval anticorrupción
Las nominales oficinas anticorrupción le generaron tanto miedo al régimen de Zelenski que él mismo se apresuró a neutralizarlas
Oleg Yasinsky, La Haine
En Chile me sorprendió mucho ver a los partidarios de Pinochet, que le perdonaban fácilmente a su ídolo el golpe de Estado, las torturas y ejecuciones masivas de sus compatriotas, pero se mostraban extremadamente sorprendidos, decepcionados y nunca pudieron disculpar los hechos de corrupción de la familia del dictador ni de él personalmente, cuando todo esto salió a la luz. Pensé en Augusto Pinochet (por la misma incongruencia de los hechos) cuando vi las calles de Ucrania, de nuevo llenas de manifestantes protestando contra la corrupción de su régimen de asesinos.
La Oficina Anticorrupción (NABU) y la Fiscalía Especial Anticorrupción (SAP), fueron creadas en Ucrania con el dinero occidental y por iniciativa de los mismos socios occidentales. La nueva reforma que incumbe a estas oficinas gubernamentales fue aprobada de manera relámpago esta semana, a diferencia de otras iniciativas que pueden durar hasta años tramitándose. Según la llamada "ley sobre la reforma de los órganos anticorrupción", estas oficinas dejan de ser independientes del régimen y pasan a estar bajo el control de la Fiscalía General (que igualmente está adscrita a la Presidencia).
Ese mismo Occidente que hace poco más de 11 años llevó al poder al régimen más corrupto y sangriento de la historia de todo el espacio postsoviético, en el territorio de la antigua Ucrania, se inventa para su propia obra, unas estructuras ficticias "anticorrupción".
lunes, 28 de julio de 2025
Ucrania: una "semi-autocracia"
Nahia Sanzo, Slavyangrad
Siguiendo con la tendencia de los últimos días, varios medios occidentales, además de los liberales ucranianos, continúan aprovechando la cuestión de la corrupción para ahondar en la presión contra el entorno de Volodymyr Zelensky. Tras tres años en los que criticar al presidente ucraniano parecía impensable y en los que los únicos comentarios eran positivos, los últimos meses han visto un cambio interesante, ya que se ha producido después de que comenzara la recuperación de la buena relación entre Volodymyr Zelensky y Donald Trump. Pasada la etapa de enfrentamiento y humillación en el Despacho Oval, que hizo recuperar al líder ucraniano parte de su popularidad perdida, Zelensky, con ayuda de sus aliados europeos ha luchado por conseguir acercarse nuevamente a su homólogo estadounidense, mostrar el valor de Ucrania como activo estratégico y resaltar la figura de Trump como un gran líder para su país y para el mundo.
En esa cruzada, Zelensky no ha dudado siquiera en morder la mano que durante casi tres años le dio de comer. Desde la invasión rusa hasta que abandonara el cargo en enero de 2025, Biden fue el socio ideal para Zelensky, patrocinando la guerra proxy, corriendo con gran parte del coste del suministro militar a Ucrania y proponiendo una estrategia en la que Ucrania no obtenía las armas con la rapidez que exigía, pero en la que la única vía de resolución posible era la lucha en el frente. Como defendió Ucrania hasta que la postura de Donald Trump hiciera imposible renegar abiertamente de la diplomacia, la negociación no fue, desde la ruptura del verano de 2022, una opción para Washington, que siempre apostó por la táctica de la escalada progresiva para garantizar que la guerra continuara tal y como deseaba Kiev, aunque sin riesgo de enfrentamiento directo con Rusia. Pero Biden quedó en el pasado y la prioridad de Zelensky ha sido, desde hace prácticamente un año, moldear su discurso para adaptarlo a las necesidades de Donald Trump, aunque eso implique renegar de quien fue su principal aliado en la guerra contra Rusia.
miércoles, 23 de julio de 2025
"Punto de no retorno"
Nahia Sanzo, Slavyangrad
El pasado fin de semana, el legendario periodista de investigación Seymour Hersh, que alcanzó la cumbre desvelando la masacre estadounidense de civiles vietnamitas en la localidad de Mi Lai, publicaba un nuevo artículo sobre Ucrania en el que sugería que Estados Unidos considera amortizado a Zelensky y busca reemplazarlo por Valery Zaluzhny. El actual embajador de Ucrania en el Reino Unido sigue siendo la figura más popular según las encuestas de intención de voto pese a que está siendo crecientemente criticado por ver la guerra en la distancia, por su papel en la desastrosa contraofensiva terrestre de 2023, que finalmente le costó el puesto, y por imágenes como un post en las redes sociales en el que destacaba su sufrimiento con una imagen de sí mismo corriendo en el gimnasio, mientras los soldados mueren en las trincheras. La oleada de apoyo al heroico presidente vestido de verde, que era recibido por multitudes en todo el mundo, decayó con el debilitamiento de la situación de Ucrania en el frente y el cansancio que han supuesto en la población las condiciones económicas de la guerra, en la que la prioridad sigue siendo adquirir más armas y movilizar, aunque sea por la fuerza, a más hombres. Pero el desgaste de la figura del presidente, cuya popularidad solo se recuperó temporalmente tras la humillación en el Despacho Oval, ya que no hay nada que una como la sensación de agresión, nunca ha recuperado el terreno perdido en intención de voto frente a Zaluzhny.
El artículo de Hersh, demasiado contundente teniendo en cuenta las circunstancias, se produce en un momento en el que, pese a la certeza de que sus fuentes en la cuestión ucraniana han sido cuestionables en el pasado -Hersh llegó a decir que Polonia, uno de los países más beligerantes y antirrusos de Europa, exigía a Ucrania que pactara con Rusia un alto el fuego-, la credibilidad del periodista vuelve a estar en alza. El ataque de Estados Unidos contra Irán ocurrió exactamente tal y como el periodista había escrito apenas unas horas antes, muestra de que cuenta con fuentes fiables en el entorno del actual equipo de Gobierno de la Casa Blanca. Contra el argumento de Hersh del cansancio estadounidense y la voluntad de deshacerse de su principal interlocutor en Ucrania está el evidente cambio de actitud de Donald Trump hacia su persona. El presidente de Estados Unidos ha pasado de criticar abiertamente a su homólogo ucraniano, al que sometió a un escarnio público retransmitido en directo por televisiones de todo el mundo a afirmar que es un buen presidente, el mejor que Ucrania podría tener en las actuales condiciones. El ultimátum de Trump no está ya dirigido a Ucrania, sino a Rusia y la voluntad de Estados Unidos está lejos de desentenderse de la cuestión ucraniana y ha quedado claro que, previo pago de los países europeos de la OTAN, la Casa Blanca está dispuesta a implicarse aún más a base de aumentar el flujo de asistencia militar para continuar luchando en el frente. De ahí que las noticias sobre el intento de sustituir al presidente suenen, cuando menos, exageradas.
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Ataques de Ucrania contra civiles en el Donbas reflejan la desesperación de Kiev
El régimen de Kiev está intensificando sus maniobras terroristas contra territorio ruso.
Lucas Leiroz, Strategic Culture
La escalada de los ataques ucranianos contra áreas civiles en el Donbas revela no solo el carácter criminal de la conducta de Kiev sino también la creciente desesperación del régimen frente a la inminente victoria de las fuerzas rusas.
En un nuevo capítulo de esta estrategia terrorista, bombardeos recientes golpearon vecindarios residenciales en las ciudades de Donetsk y Gorlovka matando a civiles inocentes, destruyendo infraestructuras esenciales, áreas sin ningún valor militar en el momento.
De acuerdo con el Comité de Investigaciones de la Federación de Rusia un ataque tuvo lugar en el Distrito de Petrovsky de Donetsk que fue llevado a cabo por formaciones militares ucranianas empleando aparentemente cohetes HIMARS de fabricación norteamericana. Fragmentos encontrados en el lugar apuntan hacia misiles racimo de alta precisión que actualmente están siendo técnicamente analizados. El ataque se perpetró contra una pacífica área residencial sin tropas o equipos militares matando a cuatro civiles que se hallaban en un vehículo particular como parte de una procesión funeraria. Viviendas cercanas también fueron afectadas causando graves daños materiales, con un número de víctimas probablemente aumentando mientras continúan las investigaciones.
lunes, 21 de julio de 2025
El componente militar de las amenazas de Trump
Donald Trump habría preguntado a Zelensky por qué Ucrania no ha atacado Moscú o San Petersburgo y si disponía de las armas para hacerlo. Tras la publicación de los detalles de la conversación, la Casa Blanca trató de negar los hechos y Trump, acostumbrado a refutar la realidad y tratar de cambiar el significado de sus palabras, alegó que solo se había tratado de una "inocente pregunta"
Nahia Sanzo, Slavyangrad
“El rechazo del presidente ruso, Vladímir Putin, a las propuestas de paz del presidente Donald Trump y sus continuas matanzas de civiles ucranianos en ataques a ciudades han frenado las esperanzas de alcanzar un acuerdo que ponga fin a la guerra o repare las relaciones de Moscú con Occidente”, escribe en su último artículo sobre la guerra de Putin el diario estadounidense The Washington Post. Este discurso, prácticamente único esta semana en los medios, evita explicar que el actual conflicto no puede resolverse con breves conversaciones entre presidentes y que nunca se ha llegado a un proceso de negociación en el que las partes trataran las cuestiones políticas, militares, territoriales y sociales que han llevado a la guerra, prerrequisito para un acuerdo que sea más que una imagen de compromiso de alto el fuego que presentar como un éxito que colapsaría poco después. Los análisis que están publicándose estos días omiten incluso que Estados Unidos ni siquiera dio a Rusia tiempo para responder o matizar la “propuesta final” preparada por Steve Witkoff antes de que esa hoja de ruta se convirtiera, gracias a la intervención de Keith Kellogg y Marco Rubio, en la contrapropuesta de Ucrania y sus aliados europeos.
En apenas unos días, la intervención externa hizo que los términos de la propuesta de Witkoff, tan breves y vagos que habrían sido manipulables como lo fueron los de Minsk, dejando abiertas las cuestiones territoriales y de seguridad, incluían el levantamiento de sanciones contra Rusia y el reconocimiento estadounidense de la soberanía sobre Crimea, fueran abandonados en favor de un documento en el que se especificaba que no habría limitaciones a la presencia de tropas extranjeras en territorio ucraniano, una de las causas de la guerra. Conscientes de que Rusia no puede aceptar si no es militarmente derrotada un documento en el que no se determinan unas fronteras -que quedan deliberadamente en el aire-, se abre la puerta a la adhesión futura de Ucrania a la OTAN y ni siquiera se levantan las sanciones, los países europeos, cuya propuesta era maximalista precisamente para evitar que pudiera ser debatida y acordada, elevaron la apuesta con un ultimátum. Francia, Alemania, el Reino Unido y Polonia dieron a Rusia 48 horas para aceptar un alto el fuego incondicional que ni siquiera venía acompañado de promesas de una negociación para lograr el final del conflicto, posiblemente porque mantenerlo sigue siendo la estrategia de los países europeos. De la guerra eterna al conflicto -político, económico y social- eterno.
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miércoles, 18 de junio de 2025
¿Recuerdas a Zelensky?
Andrea Zhok, Sinistra in Rete
Tres días de conflicto entre Israel e Irán y el mundo se ha olvidado del pobre Zelenski. ¿Recuerdan a Zelenski? ¿El que ganó "Bailando con las Estrellas"? ¿El que lleva tres años con la misma camiseta verde? Pues bien, lo que ocurre es que, en cuanto las cámaras se pusieron en marcha, el flujo de armas y financiación (sobre todo estadounidense) se detuvo de inmediato. Instantáneamente. Y las mismas actividades estadounidenses de inteligencia e información satelital ahora deben reorientarse, al menos parcialmente, hacia Oriente Medio.
Y a pesar de la actitud belicosa de von der Leyen y de la amenaza de desatar un Kallas hidrofóbico en el frente ruso, en verdad, si se relaja la contribución estadounidense, las horas de Ucrania están literalmente contadas.
Ahora, gracias a la incontinencia supremacista de Israel, el juego en el tablero de ajedrez internacional se ha vuelto de repente terriblemente complejo y en parte caótico.
Estados Unidos, al ser un representante israelí (y no al revés), defenderá a Israel a toda costa. Esta es la única razón por la que Netanyahu se ha atrevido a tomar una medida potencialmente devastadora para su país. Sin el apoyo logístico, los suministros, la información satelital y las intercepciones estadounidenses, Israel no tendría ninguna esperanza en una guerra convencional prolongada con Irán. Pero Netanyahu sabe que cuando la situación se agrave, el Tío Sam intervendrá directamente.
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martes, 10 de junio de 2025
El silencio de los osos
El silencio de los osos terminará pronto y sabremos más sobre la determinación rusa; pero es probable que haya terminado el relato en el que se entiende que Trump “tiene la intención y hace lo que dice”. Los rusos están furiosos.
Alastair Crooke, Strategic Culture
Trump ha permanecido en silencio durante dos días. Un hecho sin precedentes. En los últimos días, Ucrania y sus cómplices han intentado un ataque masivo contra la fuerza de bombarderos nucleares estratégicos de Rusia; han conseguido derribar dos puentes sobre trenes civiles que se dirigían a Moscú; han atacado el puente de Kerch; y han asesinado a un general ruso con un artefacto explosivo.
Como observó Clausewitz hace dos siglos, el objetivo de la fuerza militar es imponer un resultado: es decir, que un adversario haga finalmente lo que se quiere de él.
Por lo tanto, en lo que respecta a las aventuras militares, es necesario tener las ideas claras desde el principio. Deben tener un objetivo político alcanzable y con perspectivas de realización.
Entonces, ¿cuál era el objetivo detrás de estos ataques ‘irregulares’ ucranianos?
Uno era sin duda demostrativo: ejercicios de relaciones públicas para afirmar que Ucrania y las fuerzas aliadas aún son capaces de organizar operaciones innovadoras al estilo de las fuerzas especiales. Y, por lo tanto, merecen un apoyo continuo. Como advierte el coronel Doug Macgregor:
"En su mayor parte se trató de un truco publicitario para intentar transmitir la impresión de que Ucrania es capaz de continuar la guerra. Todo lo que oigan en los medios occidentales… es probablemente falso o, como mínimo, una exageración grosera… Nos hemos perjudicado a nosotros mismos y a nuestra relación —lo que queda de ella— con Moscú… esas son las verdaderas consecuencias".De acuerdo. Pero los trucos publicitarios no son una estrategia, ni los ataques ofrecen ninguna perspectiva de cambio en el paradigma estratégico-militar general. No dice que Occidente o Ucrania hayan descubierto de repente una estrategia política hacia Rusia en sí. No existe. En su mayor parte, las innumerables declaraciones occidentales se presentan como una mezcla de fantasías.
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lunes, 2 de junio de 2025
Jugando con fuego: Ucrania ataca aeródromos del interior de Rusia
La Operación Telaraña de Ucrania ha superado el umbral de una respuesta nuclear rusa. La contestación de Rusia y EEUU podría determinar el destino del mundo
Scott Ritter, La Haine
En 2012, el presidente ruso, Vladimir Putin, declaró que "las armas nucleares siguen siendo la garantía más importante de la soberanía y la integridad territorial de Rusia y desempeñan un papel clave en el mantenimiento del equilibrio y la estabilidad regionales".
En los años transcurridos desde entonces, los analistas y observadores occidentales han acusado a Rusia y a sus dirigentes de invocar de manera irresponsable la amenaza de las armas nucleares como un medio de "ruido de sables", un engaño estratégico para ocultar las deficiencias operativas y tácticas de las capacidades militares rusas.
En 2020, Rusia publicó, por primera vez, una versión no clasificada de su doctrina nuclear. El documento, titulado «Principios Básicos de la Política Estatal de la Federación Rusa en Materia de Disuasión Nuclear», señalaba que Rusia se reservaba el derecho a usar armas nucleares cuando Moscú actuara en respuesta al uso de armas nucleares y otros tipos de armas de destrucción masiva contra ella o sus aliados, así como en caso de agresión contra la Federación Rusa con armas convencionales cuando la propia existencia del Estado estuviera en peligro. El documento también establecía que Rusia se reservaba el derecho a usar armas nucleares en caso de un ataque de un adversario contra instalaciones gubernamentales o militares críticas de la Federación Rusa, cuya interrupción socavaría las acciones de respuesta de las fuerzas nucleares.
En 2024, Vladimir Putin ordenó actualizar la doctrina nuclear de Rusia para considerar las complicadas realidades geopolíticas que habían surgido de la Operación Militar Especial (SMO) en curso en Ucrania, donde el conflicto se había transformado en una guerra por poderes entre el Occidente colectivo (OTAN y EEUU) y Rusia.
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miércoles, 28 de mayo de 2025
Ucrania: ¿La Paz imposible?
A la luz de las posiciones irreconciliables de Kiev y Moscú, del maximalismo europeo y de la escasa incisividad de Trump, la perspectiva de una resolución de la guerra en Ucrania parece alejarse
Roberto Iannuzzi, Intelligence for the People
Las conversaciones de Estambul del 16 de mayo, las primeras entre Rusia y Ucrania en tres años pusieron de manifiesto todos los obstáculos para alcanzar un acuerdo de paz entre Moscú y Kiev. Estos obstáculos se confirmaron en la conversación telefónica entre el presidente estadounidense Donald Trump y su homólogo ruso Vladimir Putin tres días después.
No obstante, la reunión de Estambul supuso un paso adelante, si se tiene en cuenta que hace solo tres meses el Gobierno ucraniano rechazaba incluso la idea de un diálogo con el Kremlin, por considerarlo ilegal, y exigía la retirada rusa de todos los territorios de Ucrania como condición previa para cualquier negociación. Pero el desarrollo de las conversaciones siguió siendo incierto hasta el último momento y tenso durante su breve duración (menos de dos horas).
Como lamentó el diplomático ruso Rodion Miroshnik, la delegación ucraniana estaba compuesta en su mayor parte por miembros del ejército y los servicios de inteligencia, lo que confirma que solo había acudido a Estambul para negociar los detalles de un posible alto el fuego. Había muy pocos diplomáticos y figuras políticas capaces de discutir los elementos de una paz duradera. Pero hasta el último momento, el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky había pedido la aplicación de un alto el fuego de treinta días como condición previa para el inicio de las negociaciones. Trump reiteró esta petición en su posterior conversación telefónica con Putin, aunque en este caso se limitó esencialmente a actuar como portavoz de Kiev y sus aliados europeos.
Sin embargo, esta es una condición que Moscú siempre ha rechazado, considerándola un pretexto de Kiev para reorganizarse militarmente, movilizar nuevos efectivos y rearmarse. Por otra parte, los países occidentales aliados de Ucrania tampoco han aceptado nunca la petición rusa de cesar los suministros militares a Kiev como condición para un alto el fuego.
El silencio y las amenazas
Nahia Sanzo, Slavyangrad
“El silencio de América, el silencio de otros en el mundo no hace más que envalentonar a Putin”, sentenció el domingo Volodymyr Zelensky después de la segunda noche de ataques masivos con drones y misiles de la Federación Rusa. El ataque dejó una docena de muertos y una gran destrucción fruto del acierto ruso y de la escasez de munición para los sistemas de defensa aérea. Este lunes, Le Monde afirmaba que Ucrania ya no dispone de misiles para los sistemas SAMP-T suministrados por Francia e Italia y achacaba a esa escasez de munición para todos los sistemas antiaéreos suministrados por Occidente el descenso en el porcentaje de interceptaciones que logra realizar Kiev.
El silencio que condenaba preventivamente Zelensky duró poco y rápidamente se encadenaron los mensajes de exigencia de tregua incondicional a Rusia. Quizá el más representativo de ellos fue el del general Kellogg, enviado de Trump para Ucrania, que por la tarde (por la mañana en Estados Unidos) escribió, precisando que “esto es Kiev”, que “la matanza indiscriminada de mujeres y niños durante la noche en sus hogares es una clara violación de los Protocolos de Paz de Ginebra de 1977, diseñados para proteger a los inocentes. Estos ataques son vergonzosos. Alto al fuego ya”, un mensaje que no fue considerado lo suficientemente explícito por algunos de los periodistas veteranos de esta guerra. “Ni una sola mención de las palabras «Rusia» o «Putin». Y ninguna palabra del propio Trump después de que Rusia lanzara el mayor ataque con drones y misiles contra ciudades ucranianas desde el inicio de la guerra”, escribió Yaroslav Trofimov, de The Wall Street Journal, que demandaba una condena más clara y con una mención abierta a Rusia o a su presidente. Curiosamente, la imagen con la que el general Kellogg acompañaba su duro mensaje no era un objetivo civil ni un ataque indiscriminado a la población civil, sino la fábrica Antonov. Horas antes, Ucrania había atacado con drones una fábrica química y, como recordaba el periodista opositor ruso Leonid Ragozin, una empresa de producción de microchips. Los misiles aportan imágenes más espectaculares, pero los drones son capaces de gran destrucción, no solo en Ucrania, también en Rusia.
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lunes, 26 de mayo de 2025
Seguridad en el frente y en la retaguardia
Nahia Sanzo, Slavyangrad
“No será posible un acuerdo de paz duradero que no aborde los temores mutuos de Ucrania y Rusia a largo plazo. Como hicieron en Estambul en 2022, ambas partes siguen dando prioridad a estas preocupaciones de seguridad nacional. Otras cuestiones -como el estatus de los territorios disputados, el levantamiento de las sanciones a Rusia y la financiación de la reconstrucción económica de posguerra en Ucrania- son importantes pero fundamentalmente secundarias”, escriben en la actual edición de Foreign Policy Sergey Radchenko y Samuel Charap, los dos expertos estadounidenses que a lo largo de estos tres años de ausencia de diplomacia han tenido acceso a los documentos de la negociación de los primeros meses de la guerra y que mucho antes de que Vladimir Putin convocara un Estambul 2.0 ya defendían aquel diálogo como una posible base de la futura resolución del conflicto.
Basada en los documentos producidos por Rusia y Ucrania durante la primavera de 2022 y el contacto con personas que participaron en la negociación, la conclusión de Radchenko y Charap, profesor de la Universidad Johns Hopkins y experto de RAND Corporation respectivamente, refleja lo que ya podía observarse en las declaraciones de las partes y en la oferta inicial rusa en el momento en el que se produjo. En abril de 2022, apenas unas semanas después de la invasión de Ucrania y cuando las tropas rusas aún se mantenían -aunque con enormes bajas, sin posibilidad de avance y con grandes dificultades para mantener sus posiciones- en los alrededores de Kiev, Rusia proponía abandonar todos los territorios capturados desde el 22 de febrero más allá de Donbass, cuyas fronteras quedaban pendientes de un acuerdo entre Volodymyr Zelensky y Vladimir Putin. Frente a la idea de la ambición expansionista imperial rusa que han pregonado durante años los expertos de la prensa occidental, el objetivo principal era detener la expansión de la OTAN hacia su frontera en Ucrania y conseguir la neutralidad del país, contrapartida ofrecida a Kiev para recuperar gran parte de sus territorios perdidos. Las dos excepciones, Crimea y Donbass, se justificaban como el hecho consumado de 2014 en el caso de la península y el castigo que Ucrania merecía por su rechazo al cumplimiento de los acuerdos de Minsk en el de la región minera.
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miércoles, 21 de mayo de 2025
Diplomacia a distancia
Nahia Sanzo, Slavyangrad
Absolutamente marcado por el anuncio de Donald Trump de su conversación con Vladimir Putin y Volodymyr Zelensky, el fin de semana, al igual que el día de ayer, transcurrió bajo la lógica de la presión de los países europeos y Ucrania a Estados Unidos en busca de más presión contra Rusia. Con un guion preparado mucho antes de la reunión de Estambul y que ignora completamente la voluntad de Moscú a negociar un alto el fuego -un escenario inaceptable, ya que las capitales europeas exigen una aceptación incondicional de los cambiantes e inviables términos de Ucrania-, el establishment político europeo se ha centrado en comunicarse con Donald Trump y su equipo para conseguir ganarse su confianza. El domingo, un sonriente y apacible Volodymyr Zelensky, cuya imagen contrastaba con el presiente enfurruñado y agresivo que sufrió la humillación del Despacho Oval, se reunió con JD Vance, segundo protagonista de aquella gresca, para escenificar la unidad entre los dos países. Tanto Ucrania como sus socios continentales han comprendido a la perfección que la opinión del presidente estadounidense es maleable y que, como solía decirse del último Romanov, Nicolás II, su opinión parece determinada por la última persona con la que había tratado un tema concreto. Esos súbitos cambios de opinión, de lo que Ucrania quiere aprovecharse para convencer al líder de la Casa Blanca de que la ausencia de Putin fue un rechazo de facto a la negociación, son el motivo del duro trabajo de grupo de presión realizado el fin de semana, con llamadas de todos los líderes europeos de importancia y halagos más allá de lo creíble.
Tras su reunión del domingo con Zelensky, el vicepresidente Vance, considerado junto a Donald Trump Jr. exponente de la parte del equipo de Trump menos favorable a Ucrania, ofrecía buenas palabras sobre el presidente de Ucrania e insistía en la necesidad de lograr el final de esta sangrienta guerra. Antes, Vance había criticado a Rusia afirmando que “exige demasiado”. Las supuestas condiciones rusas para lograr el final de la guerra, publicadas por varios medios estadounidenses, posiciones de partida que Rusia es consciente de que no puede obtener por la vía de la diplomacia, incluyen aspectos territoriales y también de seguridad. En su propuesta de máximos -equivalente a la que exige Ucrania con la rendición unilateral rusa que planteaba Zelensky con su Fórmula de Paz y Plan de Victoria– implicaría la aceptación de la neutralidad, prohibición de presencia militar extranjera y el reconocimiento de la soberanía rusa de los cuatro territorios ucranianos anexionados en 2022 y Crimea, que se adhirió a Rusia en 2014.
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sábado, 12 de abril de 2025
El mejor amigo
Nahia Sanzo, Slavyangrad
Coherente en su incoherencia, la reunión en la que Donald Trump recibió al primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, fue un ejemplo de su visión transaccional tanto de la guerra de Ucrania como de su intento de limpieza étnica de Gaza con la emigración voluntaria de un millón y medio de personas cuyas vidas no cuentan en absoluto para el presidente de Estados Unidos. “Ya saben lo que pienso de la franja de Gaza, creo que es una pieza increíble de importantes bienes inmuebles”, afirmó Trump, que no esconde que el interés empresarial es para él la cuestión clave. No es la primera ocasión en la que un miembro del clan Trump se manifiesta en ese sentido. El propio presidente publicó hace unas semanas un vídeo creado por la inteligencia artificial en el que presentaba su Riviera Francesa en el Mediterráneo oriental, donde la población árabe quedaba limitada al espectáculo y él podía tomarse una copa en la piscina del hotel Trump junto a Netanyahu. Antes, también su yerno Jared Kushner, pareja de Ivanka Trump, había mostrado su interés por adquirir propiedades en la primera línea de playa de Gaza.
“Si se traslada a los palestinos a diferentes países, y hay muchos países dispuestos a hacerlo, y se crea una zona de libertad, una zona libre”, afirmó Trump sin necesidad de aclarar que el significado de esa última expresión es zona libre de población palestina. “No entiendo por qué Israel la cedió. Israel era su dueño. Se apropiaron de propiedades frente al mar”, insistió Trump en su flagrante revisionismo histórico en el que no hace falta esconder el deseo de hacer desaparecer lo que Israel ha dejado de sus viviendas y sus vidas a un millón y medio de personas. Gaza nació como la franja que ahora conocemos tras la Nakba de 1948, cuando se concentró ahí una enorme población que había sido expulsada de sus localidades y de sus viviendas ante el avance sionista, cuya intención fue siempre lograr “la mayor cantidad posible de territorio, con la menor cantidad posible de árabes”. En 2005, por decisión de Ariel Sharon ante lo insostenible de los asentamientos ilegales en Gaza, Israel se retiró de la zona de ocupaba para pasar a sitiar el territorio, en el que desde entonces ha controlado la entrada y salida de personas, el suministro eléctrico, el acceso de la ayuda humanitaria e incluso la carga comercial, por lo que pese a haber abandonado los asentamientos, sigue siendo considerada la potencia ocupante de la misma manera que lo es en Cisjordania, donde mantiene sus localidades construidas infringiendo la legalidad internacional y, en ocasiones, incluso la israelí. La situación no es nueva sino que se ha perpetuado durante las últimas casi ocho décadas, en las que Estados Unidos ha sido el principal valedor de la ocupación e impunidad israelí.
Coherente en su incoherencia, la reunión en la que Donald Trump recibió al primer ministro israelí Benjamin Netanyahu, fue un ejemplo de su visión transaccional tanto de la guerra de Ucrania como de su intento de limpieza étnica de Gaza con la emigración voluntaria de un millón y medio de personas cuyas vidas no cuentan en absoluto para el presidente de Estados Unidos. “Ya saben lo que pienso de la franja de Gaza, creo que es una pieza increíble de importantes bienes inmuebles”, afirmó Trump, que no esconde que el interés empresarial es para él la cuestión clave. No es la primera ocasión en la que un miembro del clan Trump se manifiesta en ese sentido. El propio presidente publicó hace unas semanas un vídeo creado por la inteligencia artificial en el que presentaba su Riviera Francesa en el Mediterráneo oriental, donde la población árabe quedaba limitada al espectáculo y él podía tomarse una copa en la piscina del hotel Trump junto a Netanyahu. Antes, también su yerno Jared Kushner, pareja de Ivanka Trump, había mostrado su interés por adquirir propiedades en la primera línea de playa de Gaza.
“Si se traslada a los palestinos a diferentes países, y hay muchos países dispuestos a hacerlo, y se crea una zona de libertad, una zona libre”, afirmó Trump sin necesidad de aclarar que el significado de esa última expresión es zona libre de población palestina. “No entiendo por qué Israel la cedió. Israel era su dueño. Se apropiaron de propiedades frente al mar”, insistió Trump en su flagrante revisionismo histórico en el que no hace falta esconder el deseo de hacer desaparecer lo que Israel ha dejado de sus viviendas y sus vidas a un millón y medio de personas. Gaza nació como la franja que ahora conocemos tras la Nakba de 1948, cuando se concentró ahí una enorme población que había sido expulsada de sus localidades y de sus viviendas ante el avance sionista, cuya intención fue siempre lograr “la mayor cantidad posible de territorio, con la menor cantidad posible de árabes”. En 2005, por decisión de Ariel Sharon ante lo insostenible de los asentamientos ilegales en Gaza, Israel se retiró de la zona de ocupaba para pasar a sitiar el territorio, en el que desde entonces ha controlado la entrada y salida de personas, el suministro eléctrico, el acceso de la ayuda humanitaria e incluso la carga comercial, por lo que pese a haber abandonado los asentamientos, sigue siendo considerada la potencia ocupante de la misma manera que lo es en Cisjordania, donde mantiene sus localidades construidas infringiendo la legalidad internacional y, en ocasiones, incluso la israelí. La situación no es nueva sino que se ha perpetuado durante las últimas casi ocho décadas, en las que Estados Unidos ha sido el principal valedor de la ocupación e impunidad israelí.
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lunes, 7 de abril de 2025
Entre el colapso y la ofensiva
Nahia Sanzo, Slavyangrad
La guerra continúa su curso a la espera de si el proceso de negociación que Estados Unidos dirige por medio del diálogo separado con Rusia y Ucrania prospera hacia un alto el fuego más claro que el incumplido compromiso mutuo de no atacar infraestructuras energéticas. En Donbass, las últimas horas han constatado avances rusos en dos batallas urbanas, la eterna lucha por Chasov Yar y el intento de volver a expulsar a las tropas ucranianas de Toretsk. Aunque limitados, hay también avances de las tropas de Moscú en dirección a Krasny Liman, última ciudad perdida en la ofensiva relámpago ucraniana del otoño de 2022 en el frente del este. Aunque con menos intensidad y una batalla limitada, se perciben también movimientos en el frente central, la parte de Zaporozhie en la que el Dniéper no es un factor y donde Ucrania aspiró en 2023 a romper el frente en dirección a Crimea. A principios de la semana pasada, se constataba que Rusia había capturado la pequeña localidad de Lobkovo, un avance con cierta importancia simbólica al tratarse de la última localidad capturada en la contraofensiva ucraniana que las tropas rusas aún no habían recuperado.
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domingo, 6 de abril de 2025
«Al imperialismo no se le puede confiar ni tantito así»
Esta emblemática frase del Che Guevara mantiene su plena vigencia incluso seis décadas después
Eduardo Vasco, Strategic Culture
Esta emblemática frase del Che Guevara mantiene su plena vigencia incluso seis décadas después. Cada día que pasa, más personas en todo el mundo se dan cuenta de que están siendo engañadas por el canto de sirena de las potencias imperialistas, especialmente Estados Unidos.
Lo que Donald Trump está haciendo con los ucranianos es un claro ejemplo de cómo funciona el imperialismo. Según el Wall Street Journal, el acuerdo sobre minerales exigiría que Ucrania entregue el control de sus recursos naturales e infraestructura a cambio de la ayuda militar proporcionada por el Pentágono, con efectos retroactivos.
Kiev tendría, así, que ceder el control de su economía a Estados Unidos como pago por la ayuda militar recibida, de acuerdo con el informe filtrado al periódico estadounidense. El plan, aún en discusión, crearía un fondo de inversión bilateral que daría prioridad a empresas estadounidenses en proyectos estratégicos ucranianos.
El acuerdo en negociación prevé la creación de un “Fondo de Reconstrucción e Inversión EEUU-Ucrania”, registrado en Delaware, que tendría derecho de preferencia sobre todos los proyectos futuros y existentes relacionados con recursos naturales (metales, petróleo, gas y minerales críticos) e infraestructura (puertos, oleoductos, gasoductos y otras obras estratégicas).
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sábado, 29 de marzo de 2025
«Diplomacia» europea
Nahia Sanzo, Slavyangrad
“Si la bomba nuclear más potente cayera sobre Madrid todo el interior de la M-30 se vería calcinado por una bola de fuego”, escribe esta semana Sergio Fanjul en El País en referencia a la bomba zar rusa, la madre de todas las bombas, que por si el alarmismo causado no era suficiente añade que “la onda de choque se extendería mucho más allá, de Rivas a El Pardo, de Coslada a Boadilla”. Rusia izó sobre el Kremlin su bandera tricolor, retirando por última vez el estandarte rojo con la hoz y el martillo el 25 de diciembre de 1991. Sin embargo, en la nostalgia de tiempos más simples, en los que el malo malísimo caricaturizado para causar el mayor miedo posible era suficiente para mantener elevados los presupuestos militares, esta semana se han publicado en España dos artículos bajo el título “¿Qué harías tú en un ataque preventivo de la URSS?”. La principal herencia soviética en Occidente que, al contrario que los derechos sociales o la visión de la industria como eje del crecimiento económico, sigue vigente es su uso como argumento a la hora de justificar un rearme para el que hay que otorgar a Rusia unas capacidades que no tiene y unas intenciones que nunca ha mostrado.
Apenas unas semanas después de que afirmara que la relación con Moscú se normalizará paulatinamente una vez terminada la guerra, Mark Rutte declaraba ayer todo lo contrario: no habrá vuelta al statu quo anterior a 2022 incluso una vez concluida la paz. Quienes llaman a su población a preparar kits de supervivencia para sobrevivir las primeras 72 horas a un ataque bélico, ciberataque o un desastre natural posaron ayer sonrientes en París proclamando que están “construyendo una paz robusta para Ucrania y Europa”. Los países europeos y la dirección de la OTAN han virado finalmente y a regañadientes -después de que lo hiciera Estados Unidos e incluso Ucrania- al discurso de paz, aunque en un pacifismo sobrevenido que contrasta con sus propuestas. De la guerra eterna hasta que Kiev lograra una posición de fuerza para dictar los términos a Moscú se ha pasado a la idea de la paz armada y la continuación de una especie de guerra fría que justifique el rearme y mantenga la retórica bélica y las sanciones contra Rusia.
miércoles, 26 de marzo de 2025
Silencio en el Mar Negro
Nahia Sanzo, Slavyangrad
Más preocupado por defender su integridad ante el escándalo causado por la noticia de que Mike Waltz, Asesor de Seguridad Nacional de Donald Trump, había incluido, supuestamente por error, a un conocido periodista en un chat privado en el que el vicepresidente Vance, el secretario del Pentágono Hegseth y otros altos oficiales del Gobierno comentaban los inminentes bombardeos contra Yemen, el trumpismo ha dejado en segundo plano los tres días de diplomacia intensa que ha realizado en Arabia Saudí con reuniones separadas con las delegaciones ucraniana y rusa. El lunes, tras todo un día de encuentros con los enviados de Ucrania, fue el turno de la Federación Rusa, que ayer insistía en que no se difundirían los detalles del encuentro, que Dmitry Peskov calificó de “reuniones técnicas”. La ausencia de personas como Sergey Lavrov dirigiendo las negociaciones eran un indicio de que lo que se preparaban eran pasos concretos en el cumplimiento de algunas de las medidas que se han puesto sobre la mesa a lo largo de los últimos días y semanas y no aspectos políticos que fueran a dejar grandes titulares. Ayer, el ministro de Defensa de Ucrania utilizaba también el término “consultas bilaterales técnicas” para los tres días de reunión. Tras la primera toma de contacto el domingo y la maratoniana reunión de diez horas entre Rusia y Estados Unidos, la delegación ucraniana, a la que se había pedido que permaneciera en Arabia Saudí, fue llamada a consultas nuevamente ayer para cerrar los limitados avances que se han producido.
“Hemos concluido nuestra reunión con el equipo americano. El debate fue productivo y centrado: abordamos puntos clave, incluida la energía. El objetivo del presidente Volodymyr Zelensky es garantizar una paz justa y duradera para nuestro país y nuestro pueblo, y, por extensión, para toda Europa. Estamos trabajando para hacer realidad ese objetivo”, había escrito tras la finalización de la reunión del domingo entre Ucrania y Estados Unidos Rustem Umerov. La presencia de una delegación de perfil más alto que la rusa y la estadounidense muestra la debilidad de Ucrania, que hace meses que ha dejado claro que su negociación principal no será con Rusia, con quien no desea dialogar, sino con sus aliados, cuya fortaleza es la única herramienta con la que Kiev puede aspirar a conseguir parte de sus cada vez menos realistas objetivos. Pese a las constantes referencias a la necesidad de un alto el fuego, a la insistencia en la seguridad europea y las demandas de obligar a Rusia a aceptar un alto el fuego que Ucrania acató bajo presión, la idea de la paz justa y duradera, eufemismo que implica el cumplimiento de los puntos de la Fórmula de Paz de Zelensky, que exige la rendición rusa, la recuperación de la integridad territorial según sus fronteras de 1991 sigue siendo el deseo irrealizable de Kiev.
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