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sábado, 11 de enero de 2025
Peor que perder la guerra
Nahia Sanzo, Slavyangrad
Escrito antes del inicio de la contraofensiva ucraniana en Kursk o quizá sin gran esperanza en que esas acciones vayan a suponer un cambio cualitativo de tendencia, The Washington Post advertía ayer en su editorial de que “la invasión a gran escala de Ucrania por parte de Rusia, que se acerca al final de su tercer sangriento año, ha alcanzado un punto de inflexión”. Los problemas se acumulan para Kiev, que a la reciente pérdida de Kurajovo puede sumar en breve la de Toretsk-Dzerzhink, ya en la fase final de la batalla o, lo que es más importante, la del campo de litio de Shevchenko, un objetivo que debería haber sido prioritario pero que, al encontrarse en Donbass, ha sido considerado menos importante que mantener las posiciones o avanzar en la región de Kursk. Reticente a admitir la veracidad de noticias negativas, Ucrania se ha visto obligada incluso a admitir “problemas” en la brigada Anne de Kyiv, que con tanto orgullo había anunciado Francia haberla equipado e instruido en su totalidad. Según el periodista Yury Butusov, hasta 1700 soldados habrían abandonado la unidad antes de que la brigada llegara a su primera batalla. Las dificultades son evidentes y no es momento de esconderlas, sino de utilizarlas como argumento.
“Ucrania está perdiendo territorio, tropas y tiempo”, admite The Washington Post, que añade que “las próximas semanas determinarán si Ucrania puede seguir existiendo como Estado soberano dentro de sus fronteras anteriores a la invasión o cerca de ellas, con plenas garantías de seguridad para sus ciudadanos, o si el presidente ruso Vladimir Putin se verá recompensado y envalentonado en su guerra de expansión territorial”. Esas palabras del consejo editorial del diario de Washington complementan a lo expresado la pasada semana por Antony Blinken, que en la entrevista en profundidad en la que valora los cuatro años de legislatura de Biden, afirmó que la guerra de Putin nada tiene que ver con la seguridad ni la expansión de la OTAN sino con “las ambiciones imperiales de Putin y el deseo de recrear una gran Rusia, de subsumir Ucrania de nuevo en Rusia”. Remarcando la ironía de alertar de las intenciones del presidente ruso de hacer desaparecer Ucrania al mismo tiempo que Donald Trump habla de Canadá como estado de Estados Unidos, el periodista liberal ruso, abiertamente contrario a la guerra, Leonid Ragozin comentaba que “Putin lanzó una brutal agresión contra Ucrania después de muchos años de maniobras arriesgadas de Rusia con la OTAN, pero [Rusia] aceptó repetidamente acuerdos que equivalían a la finlandización de Ucrania, tanto en Minsk como en Estambul. Nada puede excusar sus acciones, pero mentir obstinadamente sobre sus motivos e intenciones perjudica a Ucrania y a su pueblo más que a nadie”. El comentario de Ragozin toca tres puntos que ninguno de los editoriales, artículos o reportajes de los grandes medios se molestan en mencionar en sus publicaciones, en las que, como muestra el editorial de The Washington Post, el objetivo no es más que justificar la continuación de una guerra que no les importa cronificar.
Publicado por
mamvas
en
12:01 a.m.
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Tags:
Donbass,
Guerra de Ucrania,
Hegemonía y Dominación,
OTAN,
Rusia
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jueves, 9 de enero de 2025
Contraofensiva en Kursk
Nahia Sanzo, Slavyangrad
"Ahora todas las reglas han cambiado”, titula Shaun Walker en su último artículo para The Guardian, en el que pretende mostrar el cambio cualitativo que supone para Ucrania la inminente llegada de Donald Trump a la Casa Blanca. “El año nuevo comenzó en Ucrania de la misma forma que acabó el anterior: con mortales ataques de drones rusos a lo largo del país”, escribe en su apertura antes de señalar que una persona había muerto y seis habían resultado heridas en dichos ataques, un balance que, teniendo en cuenta las docenas de drones empleados en diversas partes del país, difícilmente puede calificarse de mortal, especialmente en comparación con los ataques israelíes contra la población palestina, sistemáticamente más mortíferos. En cualquier caso, el objetivo del periodista británico es mostrar que, pese a los cambios que se anticipan en la forma de gestionar políticamente la guerra desde el país más importante, Estados Unidos, la situación sobre el terreno sigue siendo la misma.
Para Walker, “está claro que Ucrania necesita desesperadamente un cambio de dinámica. Rusia prosigue su ofensiva y Kiev se esfuerza por movilizar suficientes hombres para mantener el frente. El mes pasado, dos fuentes de las unidades de defensa antiaérea ucranianas dijeron a The Guardian que la situación era tan mala que se estaba ordenando a los operadores de defensa antiaérea entrenados que se unieran a las brigadas de infantería en el frente”. En un artículo en el que el periodista presenta como hecho cada elemento del discurso ucraniano, sin el espíritu crítico que requiere comentar la guerra, en la que la propaganda es parte integral de la comunicación de las partes, Walker extrapola la situación de Donbass a todo el frente. Los avances rusos y la carencia de soldados de infantería es clara en Donbass, donde Rusia amenaza Pokrosvsk-Krasnoarmeisk por el sur, avanza en Toretsk, supera a Ucrania en Kurajovo y lucha por lograr el cerco operativo de la importante localidad de Velika Novosoylka. Desde hace meses, los comandantes ucranianos sobre el terreno utilizan los medios de comunicación para acusar a su comando de abandono y quejarse de la superioridad numérica, artillera y aérea de la Federación Rusa. La exageración de la superioridad enemiga y de la gravedad de la situación propia facilita que cualquier éxito en la defensa sea calificado de heroísmo, muestra de la unidad de Ucrania, de la fortaleza de su población o de la valía de sus soldados. Al mismo tiempo, cualquier movimiento de ataque o defensa eficaz rusa es simplemente adjudicado a la falta de armamento de los soldados ucranianos (la versión del Gobierno) o escasez de tropas debido a la insuficiente movilización (versión de los aliados extranjeros, fundamentalmente Estados Unidos).
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