El ocultamiento del genocidio en Gaza -y de la connivencia occidental- ofrece una muestra en alta definición de las agendas racistas y coloniales que dominan lo que llamamos noticias
Jonathan Cook, La Haine
La intención de Israel de aniquilar Gaza habría quedado clara mucho antes si hubiéramos escuchado a los periodistas palestinos, en lugar de las evasivas y ambigüedades de medios como la BBC o El País.
La justificación de Israel para la matanza masiva del pueblo de Gaza y su inanición —ahora confirmada oficialmente como una hambruna provocada por el régimen de Netanyahu— se basó desde el principio en una serie de mentiras fácilmente desacreditadas: bebés decapitados, bebés en hornos, violaciones masivas.
No debería sorprender a nadie que Israel siguiera difundiendo mentiras igualmente escandalosas mientras se dedicaba, como saben y deben hacer todos los regímenes genocidas, a desmantelar las infraestructuras más básicas para la supervivencia de la población de Gaza.
Cortó la ayuda humanitaria que proporcionaba la agencia de las Naciones Unidas UNRWA y destruyó los hospitales del enclave, al tiempo que asesinaba, encarcelaba y torturaba a su personal médico.
Israel afirmó que tenía documentos que probaban que la ONU era una tapadera de Hamás, documentos que nunca presentó. Mientras tanto, los 36 hospitales de Gaza han sido atacados, con el argumento implícito de que estaban construidos sobre «centros de mando y control» de Hamás, aunque esos centros no se han encontrado nunca.