Cada una de estas relaciones geopolíticas podría incendiarse: Ucrania-Rusia, Venezuela-EEUU, Irán-Israel-Siria-Líbano, Pakistán-India y, por supuesto, Gaza y Cisjordania, son solo algunos de los puntos calientes
Alastair Crooke, Giubbe Rosse News
El intento de Trump de construir un “escenario Budapest” —es decir, una cumbre Putin-Trump basada en el anterior “acuerdo” en Alaska— fue cancelado unilateralmente (por Estados Unidos) en medio de la polémica. Putin había iniciado la llamada telefónica del lunes, que duró dos horas y media. Al parecer, contenía duras declaraciones de Putin sobre la falta de preparación de Estados Unidos para un marco político, tanto en lo que respecta a Ucrania como, sobre todo, a las necesidades más amplias de seguridad de Rusia.
Sin embargo, cuando fue anunciada por la parte estadounidense, la propuesta de Trump había vuelto (una vez más) a la doctrina de Keith Kellogg (el enviado estadounidense para Ucrania) de un “conflicto congelado” en la línea de contacto existente antes de cualquier negociación de paz, y no al revés.
Trump debía saber mucho antes de que se discutieran las conversaciones de Budapest que esta doctrina de Kellogg había sido rechazada repetidamente por Moscú. Entonces, ¿por qué reiteró su petición? En cualquier caso, el escenario de la cumbre de Budapest tuvo que cancelarse después de que la llamada telefónica “preparatoria” acordada previamente entre el ministro de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, y el secretario de Estado, Marco Rubio, se topara con un muro. Lavrov reiteró que un alto el fuego al estilo Kellogg no funcionaría.
Al parecer, la administración estadounidense esperaba que sus amenazas de suministrar misiles Tomahawk a Ucrania, en el contexto del endurecimiento de la retórica estadounidense sobre los ataques en profundidad a Rusia, ejercieran suficiente presión como para que Putin aceptara una congelación inmediata, posponiendo sine die cualquier discusión sobre los detalles y una solución más amplia.

 


















