Trump está intentando elaborar, con su característica fanfarria, lo que podría venderse como una estrategia de salida del Estado Profundo, hacia la próximo Guerra Eterna
Pepe Escobar, Observatorio de la Crisis
Alaska no se trataba solo de Ucrania. Alaska se trataba principalmente de las dos principales potencias nucleares del mundo, que intentaban reconstruir la confianza y frenar un tren descontrolado en una frenética carrera ferroviaria de alta velocidad hacia la confrontación nuclear.
No hubo garantías, dado el carácter volátil de Trump, quien pidió la reunión de alto perfil con su homólogo ruso, Vladímir Putin. Sin embargo, un nuevo paradigma podría estar gestándose. Rusia ha sido reconocida de facto por EEUU como una potencia par. Esto implica, como mínimo, el regreso de la diplomacia de alto nivel donde más se necesita.
Mientras tanto, Europa envió a Washington una legión de líderes impotentes para que se dobleguen ante el Emperador. El destino de la UE quedó sellado: en el basurero de la irrelevancia geopolítica.
Lo decidido conjuntamente por Trump, personalmente, y Putin, incluso antes de que Moscú propusiera la polémica Alaska como sede de la cumbre, permanece en secreto. No se filtrará el contenido completo. Sin embargo, es bastante significativo que el propio Trump haya calificado a Alaska con un 10 sobre 10.