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viernes, 21 de marzo de 2025

Negociación a varias bandas


Nahia Sanzo, Slavyangrad

“El presidente Donald Trump parece mucho más dispuesto a llegar a un acuerdo de paz en Ucrania que el presidente ruso Vladimir Putin. Esa es la conclusión obvia de la llamada de dos horas del martes entre los dos líderes”, escribía ayer en The Washington Post uno de los columnistas estrella del medio, David Ignatius. “No creo una sola palabra de lo que Trump y Putin dicen sobe Ucrania”, titulaba en The New York Times Thomas Friedman, que en septiembre de 2023, en un viaje de 72 horas en las que no salió de Kiev, comprendió todo lo que necesitaba saber del país y del conflicto. “Ucrania es un país que cambiará las reglas del juego para Occidente, para bien o para mal, dependiendo del resultado de la guerra. Su integración algún día en la Unión Europea y en la OTAN constituiría un cambio de poder que podría rivalizar con la caída del Muro de Berlín y la unificación alemana”, escribió entonces el articulista sin ninguna noción de la hipérbole.

Tres años después del inicio de una guerra cuya causa fundamental es una reliquia de la Guerra Fría, la OTAN, que perdió su razón de ser con la desaparición de la Unión Soviética, los abusos de la historia para justificar la postura actual siguen estando a la orden del día. “Como escribía recientemente Monica Duffy Toft, profesora de política internacional en la Universidad de Tufts, en Foreign Affairs, «el panorama geopolítico actual se parece especialmente al del final de la Segunda Guerra Mundial» porque «las principales potencias están intentando negociar un nuevo orden mundial principalmente entre ellas, de forma muy parecida a como lo hicieron los líderes aliados cuando redibujaron el mapa del mundo» en Yalta”, afirmaba ayer The New York Times, sin caer en la cuenta de que el mundo unipolar del momento actual, el rearme de unas potencias europeas contra otras y la guerra en una zona periférica del continente se asemeja más a los años que derivaron en la Primera Guerra Mundial que al contexto político, geopolítico o militar tras la Segunda.

Una intensa lluvia caerá, desde el Oeste hasta el Este

En esta coyuntura incandescente, lo que importa es lo que no se dice.

Pepe Escobar. Strategic Culture

Empecemos con esa llamada telefónica. La lectura del Kremlin es bastante sobria, pero revela algunas pepitas. Todavía no hay un acuerdo completo entre Moscú y Washington. Ni mucho menos: estamos en la fase inicial y tentativa de hablar y hablar sobre varios expedientes interconectados.

El presidente Putin no reveló absolutamente nada. La pausa acordada en los ataques a la infraestructura energética —no energía y, en cursiva, infraestructura— se traduce en que Putin impone un alto a los peligrosos ataques ucranianos a la central nuclear de Zaporizhzhia.

Puede que esto se pierda entre toda la histeria occidental; pero hay dos condiciones absolutas expresadas por Moscú para que cualquier cosa en este acertijo comience a cumplir con la realidad objetiva —y no se desarrolle como un desastre narrativo de un reality show:

  1. “El acuerdo en Ucrania debe tener en cuenta la necesidad incondicional de eliminar las causas fundamentales de la crisis, los intereses legítimos de seguridad de Rusia”.
  2. “La condición clave para evitar la escalada del conflicto debe ser el cese total de la ayuda militar extranjera y el suministro de información de inteligencia a Kiev”.
El enviado especial de Estados Unidos, Witkoff, está diciendo que los ‘detalles’ del alto el fuego se resolverán el domingo en Arabia Saudí. No importa la cantidad de gritos, Kiev tendrá que aceptarlo.

jueves, 20 de marzo de 2025

Sobre las negociaciones de Putin y Trump


Aleksandr Dugin, Geopolitika

Las conversaciones telefónicas de ayer entre Trump y Putin son un acontecimiento muy importante. Los líderes de las dos grandes potencias discutieron muchos problemas entre ellos. Creo que no se trató solo de Ucrania, sino también de la arquitectura futura del mundo, sobre el orden de las grandes potencias que se está creando ante nuestros ojos y que no tiene nada que ver con el mundo liberal unipolar del globalismo o el orden mundial que fue impuesto a toda la humanidad por la anterior administración estadounidense y cuyos restos aún vemos en la Unión Europea.

En esta conversación Putin y Trump establecieron los lineamientos para la formación de una nueva arquitectura de las relaciones internacionales. Por supuesto, el diálogo continuará, pero lo más importante es que existe, que nuestros líderes están hablando entre sí, intercambiando puntos de vista para resolver ciertos problemas. Por lo tanto, el hecho mismo de esta conversación es difícil de valorar; de hecho, ya se ha convertido en un punto de inflexión en la historia reciente y el inicio del desescalamiento.

Sí, Trump sigue en guerra con Rusia, pero esta no es su guerra, él no la empezó y quiere acabarla cuanto antes. Otra cosa es que no sepa cómo hacerlo y tampoco entienda qué es Ucrania para nosotros. Al parecer, tiene una visión bastante simplista de las herramientas y las formas en que se puede poner fin a este conflicto. Pero, al mismo tiempo, tiene la firme voluntad de poner fin a esta guerra. Quiere detenerla o simplemente hacerla a un lado, dejándosela a los ucranianos y la Unión Europea.

miércoles, 19 de marzo de 2025

El Kremlin comenta la conversación entre Putin y Trump: puntos clave

El presidente ruso y su homólogo estadounidense han mantenido este martes una llamada telefónica de más de dos horas durante la cual discutieron el conflicto ucraniano y la normalización de las relaciones bilaterales.

Sputnik

El Kremlin comentó la conversación telefónica entre el presidente ruso, Vladímir Putin, y su par estadounidense, Donald Trump, que duró más de dos horas.

«Los dirigentes han realizado un intercambio de puntos de vista detallado y franco sobre la situación en Ucrania. Vladímir Putin expresó su gratitud a Donald Trump por su empeño en promover el noble objetivo de poner fin a las hostilidades y a las pérdidas humanas», reza el comunicado.

Durante la conversación, el presidente ruso dijo estar «dispuesto a trabajar junto con sus socios estadounidenses en un examen exhaustivo de las posibles vías de una solución, que debería ser global, sostenible y a largo plazo» y debe tener en cuenta los legítimos intereses de seguridad de Rusia y la «necesidad incondicional de eliminar las causas profundas de la crisis».

Iniciativa de alto el fuego

Además, los presidentes discutieron la posibilidad de un alto el fuego de 30 días entre Rusia y Ucrania. «En el contexto de la iniciativa del presidente de EEUU de introducir un alto el fuego de 30 días, la parte rusa ha señalado una serie de puntos esenciales relativos al control efectivo de un posible alto el fuego a lo largo de toda la línea de contacto, la necesidad de detener la movilización forzosa en Ucrania y el rearme de las Fuerzas Armadas ucranianas», comunicó el Kremlin.

En este contexto, la parte rusa expresó su preocupación por «los graves riesgos asociados a la falta de compromiso por parte del régimen de Kiev, que ya ha saboteado y violado repetidamente los acuerdos alcanzados».

martes, 18 de marzo de 2025

Líneas rojas de la negociación


Nahia Sanzo, Slavyangrad

A la espera si la conversación telefónica que mantendrán hoy Donald Trump y Vladimir Putin resultará en algún tipo de anuncio importante como el presidente de Estados Unidos parece esperar, los medios siguen tratando de determinar cuál es la posición negociadora de las partes y, sobre todo, cuáles son las verdaderas líneas rojas de Kiev y Moscú entre las que puede discurrir la negociación. El domingo, Marco Rubio habló de un “plan A y plan B”, en realidad una fase A y fase B, un alto el fuego inicial y una posterior negociación, una postura más cercana a la posición rusa que a la ucraniana o europea. Sorprendentemente teniendo en cuenta el autoritarismo de Donald Trump y que es Estados Unidos quien tiene en su mano cartas con las que presionar seriamente a Kiev y a Moscú, la postura de Washington es más favorable a la negociación, frente a la inflexible postura de la Unión Europea y el Reino Unido, que esperan que Moscú reciba una oferta de alto el fuego o de paz en la que no tenga voz más que para aceptar.

Las declaraciones de esos últimos meses de Marco Rubio, Mike Waltz o Steve Witkoff, que siguen realizando intervenciones mediáticas en las que se les exige anunciar cuáles serán las concesiones que exigirán a Moscú, muestran que el objetivo del entorno de Trump es conseguir para Ucrania el máximo posible, pero sin arriesgarse a una situación de enfrentamiento directo con la Federación Rusa, algo que comparten con la administración Biden, y renunciando a la guerra eterna a la que los países europeos parecían dispuestos hasta la pasada semana, cuando rápidamente comprendieron las bondades de un alto el fuego de 30 días que Rusia tenía que aceptar sin preguntas. Con ciertas dificultades para esquivar las preguntas de qué se va a exigir a Moscú teniendo en cuenta que ha quedado claro que Estados Unidos espera que Ucrania renuncie temporalmente a parte de sus territorios, Steve Witkoff mencionó tres temas. “Hay regiones en las que todos sabemos que los rusos están centrados. Hay un reactor nuclear que suministra bastante electricidad al país de Ucrania. Hay que ocuparse de eso. Está el acceso a los puertos. Está el potencial acuerdo del Mar Negro”, afirmó.

Putin desenmascara la farsa teatral del alto el fuego

Putin nunca sacrificará las demandas de “indivisibilidad de la seguridad” que Rusia planteó a Washington en diciembre de 2021 y que no recibió respuesta alguna.

Pepe Escobar, Strategic Culture

El “alto el fuego” anunciado con su característica grandilocuencia por el equipo de Trump 2.0 debería verse como un kabuki de mal gusto dentro de una matrioska barata.

A medida que vamos quitando las máscaras sucesivas, la última que queda en el interior de la matrioska es una pequeña bailarina travesti despierta: una Minsk 3 disfrazada de drag.

Ahora es el momento de un nuevo “alto el fuego”: el presidente Putin, solo en uniforme por segunda vez desde el inicio de la SMO, muy serio, visita la línea del frente en Kursk.

Finalmente, la clave para la verdadera operación de desprendimiento: la conferencia de prensa de Putin después de su reunión con Lukashenko en Moscú.

¿Alto el fuego? Por supuesto. Lo apoyamos. Y luego, metódica y diplomáticamente, el presidente ruso, con un estilo Caravaggio, aplicó un claroscuro total a cada detalle geopolítico y militar de la estrategia estadounidense. Una deconstrucción artística y consumada.

Resultado final: la pelota vuelve a estar en manos de Donald Trump. Dicho sea de paso, el líder del Imperio del Caos, en proceso de renovación, no tiene la última palabra.

domingo, 16 de marzo de 2025

Kursk, la historia y la teoría de la conspiración


Nahia Sanzo, Slavyangrad

La conversación telefónica mantenida el mes pasado por Vladimir Putin y Donald Trump y la inmediata histeria provocada en el establishment europeo, temeroso de quedar fuera del círculo de toma de decisiones sobre una guerra que hace tres años consideraron existencial y que tratan de mantener activa hasta que Ucrania pueda dictar los términos de su resolución, causaron todo tipo de analogías, generalmente burdas y sin la mayor validez, sobre la situación actual y la traición de Múnich en 1938, donde los poderes occidentales sacrificaron a Checoslovaquia frente al fascismo en busca de una paz que no iba a llegar. Dialogar con la Federación Rusa era visto como el paso previo para aceptar una resolución de la guerra impuesta desde Moscú. La reacción fue inmediata, especialmente porque los países europeos vieron, por primera vez desde que lo hiciera Charles De Gaulle, que quizá Estados Unidos no acudiría al rescate de sus aliados europeos en el -más que improbable- caso de ser atacada.

El plan ReArm Europe, la movilización masiva de fondos y créditos para aumentar el gasto en defensa alegando la urgencia de una guerra que comenzó hace tres años es la principal conclusión, aunque no la única. El viernes, los medios informaban de la propuesta de Kaja Kallas de hasta 40.000 millones de euros para “reforzar el envío de material militar a Ucrania”. El objetivo busca mantener el nivel de asistencia militar de la UE a Ucrania por la vía de la creación de un fondo voluntario para que países comunitarios y extracomunitarios pudieran sumarse a la inversión, evitando así los posibles vetos de países potencialmente díscolos como Hungría o Eslovaquia. El debate sobre el aumento de la aportación militar a Ucrania se produce, no solo cuando se ha reanudado ya el flujo de material e inteligencia estadounidense a Ucrania, sino cuando se habla de la posibilidad de un alto el fuego que dé lugar a una negociación para buscar una salida diplomática y poner fin a un conflicto que se ha cobrado cientos de miles de víctimas, ha destrozado partes importantes de territorios ucranianos y rusos y ha provocado una escalada política que amenaza con crear un polvorín europeo en el que incluso la paz no signifique el final de la amenaza de choque entre potencias continentales.

viernes, 7 de marzo de 2025

Grietas en el Occidente Colectivo

Washington tiene ahora otras prioridades, y el enemigo a vencer es China, no Rusia. Y para esa pelea la Casa Blanca considera que Europa, y la guerra en Ucrania, son un estorbo

Atilio Boron, La Haine

Lo ocurrido en la Oficina Oval de la Casa Blanca el pasado viernes 28 de febrero (foto) carece por completo de precedentes en la historia de EEUU y en la de la mayoría de los países. La acalorada discusión entre los anfitriones, Trump y su vice, James David Vance y el invitado especial, el presidente/dictador de Ucrania, Volodimir Zelenski ante varias decenas de periodistas y camarógrafos que habían sido invitados a los efectos de registrar lo que se esperaba fuese una amable conversación que se salió de madre y a punto estuvo de terminar como una riña callejera.

Trump había citado al presidente ucraniano para firmar un acuerdo mediante el cual Ucrania cedía a EEUU el control -no total sino parcial, en todo caso- sobre los yacimientos de “tierras raras” y otros minerales existentes en el territorio del país europeo, como contraprestación por el apoyo que Washington le dio a Kiev desde el inicio de la guerra en febrero del 2022. Apoyo, hay que anotar, que Trump dice que fue del orden de los 500.000 millones de dólares (en otros momentos dijo 350.000) cuando en realidad lo comprobado es una suma del orden de los 140.000 millones de dólares, no muy diferente a la que aportaron los países de la Unión Europea. Antes de viajar a Washington Zelenski había dicho que ignoraba los términos específicos de ese acuerdo, la “letra chica”, digamos, pero que conocía sus líneas generales con las cuales había manifestado su conformidad.

Sin embargo, cuando cayó en la cuenta de que ese instrumento jurídico no contenía una cláusula de seguridad de los EEUU en el posible acuerdo de paz que se está urdiendo entre el Kremlin y la Casa Blanca a espaldas de Ucrania y sus mentores europeos, Zelenski se negó a firmar el acuerdo. Esto motivó un áspero diálogo en donde Trump y Vance vapulearon a Zelenski acusándolo de apostar al estallido de una III Guerra Mundial y poner en peligro la vida de millones de personas; también de faltarle el respeto a EEUU pese a la ayuda que le había brindado para resistir la agresión rusa y de su ingratitud porque no había agradecido por esa ayuda.

martes, 4 de marzo de 2025

Trump se enfrenta al "occidente Colectivo"

En cualquier caso, puede que su sustitución no sea algo terrible, ya que obligaría a celebrar las elecciones tan esperadas y conduciría al surgimiento de un liderazgo legítimo en Kiev, que ahora se ha convertido en una necesidad imperiosa para que prevalezca lo que Trump llamaría ‘sentido común’.

M. K. Bhadrakumar, Indian PunchLine

La dramática escena en el Despacho Oval el viernes por la noche indica que el presidente Donald Trump está desvinculando a Estados Unidos de la “guerra eterna” en Ucrania que dejó su predecesor Joe Biden.

La guerra está a punto de terminar con un gemido, pero su “efecto mariposa” en nuestro mundo increíblemente complejo y profundamente interconectado definirá la seguridad europea e internacional durante las próximas décadas.

Los medios de comunicación occidentales, hostiles a Trump, han aprovechado la oportunidad para caricaturizarlo como una figura impulsiva en un intercambio de roles con Zelensky. En realidad, sin embargo, Trump ha sido literalmente llevado a este punto por la administración Biden.

La reacción emocional muy cargada de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, compadeciéndose del presidente Zelensky, habla por sí sola:
Su dignidad honra la valentía del pueblo ucraniano. Sea fuerte, sea valiente, no tenga miedo. Nunca está solo, querido presidente.
La negativa de Trump a conceder una cita a Von der Leyen puede explicar en parte su furia como mujer despreciada. En verdad, el ‘Occidente colectivo’ se encuentra en una encrucijada y no sabe qué camino tomar.

Sin la cobertura aérea y las aportaciones por satélite de EEUU, el despliegue de tropas occidentales en Ucrania será imposible. Incluso el francés Emmanuel Macron estaría de acuerdo en que sus tropas serán trituradas.

Zelenski y Ucrania están acabados


Aleksandr Dugin, Geopolitika

Es demasiado pronto para sacar conclusiones trascendentales sobre lo que ocurrió ayer en el Despacho Oval de la Casa Blanca. Pero ya es evidente que se trata de un acontecimiento de gran envergadura. Evaluaremos sus consecuencias más adelante, pero Trump ya ha dejado claro que la guerra que inició Biden no tiene sentido para él y que es un crimen.

Por supuesto, Trump y Vance todavía tienen que declarar que la guerra en Ucrania, la cual ha durado tres años, fue un crimen de Biden. Pero ayer finalmente quedó claro para muchos en Occidente apoyar a un dictador y asesino que no sabe cómo comportarse, vestirse o negociar en una situación en la que a sabiendas no tiene ventaja absoluta no es nada más que un criminen. La estrategia de confrontación con Rusia de la administración Biden era, de hecho, el camino hacia una guerra nuclear.

En general, no es tanto que Trump y Vance estén apoyando a Zelenski. ¿Y quién es él, de todos modos, para que una potencia sacrifique todo por su causa? No es más que un don nadie, un diminuto loco al servicio del gobierno globalista anterior, un engranaje que desempeñó el papel de lacayo obediente, pero que no tuvo tiempo de cambiar su discurso para ponerse en sintonía con el nuevo gobierno de Estados Unidos que está atravesando por una verdadera revolución conservadora, la cual ha cambiado la ideología y la política de ese país en 180 grados. Lo mismo se aplica a la geopolítica.

lunes, 3 de marzo de 2025

¿A qué se debe la preocupación de Trump por poner fin al conflicto en Ucrania?

"Quiero tener seguridad de poseer las tierras raras”, dijo Trump a los periodistas a principios de febrero. Pero también coquetear con los rusos para frenar los avances tecnológicos chinos

Vijay Prashad, La Haine

En su primer mes de regreso en la Casa Blanca Trump indicó su interés en anexar Groenlandia y negociar un acuerdo de paz para Ucrania que incluiría el acceso a los minerales y metales ucranianos.

Es importante señalar que Groenlandia ya ha sido un punto de discordia en torno a sus vastas reservas de minerales de tierras raras, con nombres tan notables como disprosio, neodimio, escandio e itrio (hay diecisiete minerales de tierras raras que son fundamentales para cualquier tecnología avanzada).

Dado que Groenlandia forma parte de Dinamarca, está sujeta a las normas de la Unión Europea. En 2011, la UE publicó una lista de materias primas críticas, que incluía estos minerales de tierras raras. Luego, en 2023, la UE aprobó la Ley de Materias Primas Críticas, que instaba a la producción nacional de estos minerales y metales críticos y a su importación al continente.

Ucrania, por su parte, posee un enorme tesoro de tierras raras (desde apatita hasta circonio), así como reservas de litio y titanio (aunque buena parte se encuentra en las nuevas provincias rusas). Trump exigió a Ucrania al menos 500.000 millones de dólares de estas reservas como pago por el apoyo de EEUU en la guerra. "Quiero tener seguridad de tener las tierras raras", dijo Trump a los periodistas a principios de febrero, sonando como un personaje de El Señor de los Anillos.

jueves, 27 de febrero de 2025

Steve Bannon: el arquitecto ideológico del trumpismo


Aleksandr Dugin, Geopolitika

Stephen Kevin Bannon es una de las figuras más controvertidas e influyentes de la política estadounidense contemporánea. Exbanquero, productor de cine y exredactor en jefe del influyente Breitbart News, fue uno de los estrategas clave de Donald Trump durante su primera campaña presidencial y su gobierno. Bannon dejó una huella indeleble en el movimiento Make America Great Again (MAGA), siendo, de hecho, su inspirador ideológico y arquitecto. Sus ideas basadas en el nacionalismo económico, el antiglobalismo y el populismo se convirtieron en los cimientos de la filosofía política del trumpismo.

Steve Bannon nació el 27 de noviembre de 1953 en Norfolk, Virginia, de padres católicos irlandeses. En su carrera ha sido polifacética: sirvió como oficial en la Marina estadounidense, trabajó como banquero de inversiones en Goldman Sachs, luego en una producción cinematográfica de Hollywood y, finalmente, se convirtió en magnate de los medios de comunicación y estratega político. Bannon se hizo más conocido como presidente ejecutivo de Breitbart News, un sitio web que él mismo describió como «una plataforma para la derecha alternativa». Su enfoque del periodismo era intransigente: Breitbart se convirtió en la voz de las ideas conservadoras y resonó entre millones de estadounidenses descontentos con el establecimiento liberal globalista.

Breitbart News Network fue fundada en 2007 por el periodista, escritor, empresario y magnate de los medios de comunicación estadounidense Andrew Breitbart. Tras su muerte en 2012, Steve Bannon se convirtió en presidente ejecutivo y transformó el sitio en una poderosa plataforma de ideas conservadoras, populistas y defensora del movimiento MAGA. Breitbart es conocido por criticar a las élites liberales y promover una agenda antiglobalista. Este sitio, bajo la dirección de Bannon, desempeñó un papel clave en la campaña de Trump del 2016, convirtiéndose en el portavoz de los «estadounidenses olvidados» y de una amplia audiencia del «corazón de Estados Unidos».

lunes, 24 de febrero de 2025

Salvar al soldado Zelensky


Nahia Sanzo, Slavyangrad

“Volodymyr Oleksandrovych Zelensky era un cómico sin experiencia política cuando anunció que se presentaría a las elecciones presidenciales ucranianas de 2019”, escribe la BBC en un artículo en el que recuerda que, pese a su falta de experiencia política, “ganó con un aplastante 73% de los votos, prometiendo luchar contra la corrupción y traer la paz al este de Ucrania”. El temor a que resultara ser otro títere de un grupo oligárquico, añade, no se cumplió y Zelensky resultó ser “más independiente de lo que esperaban quienes dudaban de él”. Para sorpresa de votantes y detractores, el actual presidente nunca trató de poner en marcha sus promesas de limitar la brecha social que había causado la agenda nacionalista iniciada con la victoria de Maidan. “Muchos ucranianos también consideraron demasiado tímida la retórica de Zelensky sobre el conflicto en la región oriental de Donbass y las relaciones con Rusia”, continúa la BBC, que califica de esa manera la promesa electoral del candidato Zelensky de hacer todo lo posible por conseguir el final de la guerra en el este del país.

“Sus intentos de negociar con Rusia no tuvieron más que un éxito limitado”, sentencia sin explicar que las cada vez más frecuentes infracciones al alto el fuego que menciona no solo procedían de las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk ni la creciente beligerancia de Zelensky, que apeló al Reino Unido a instalar bases militares en el país o publicar la Declaración Crimea, percibida en Rusia como algo similar a una declaración de guerra. Queda también en el olvido la nula intención ucraniana de implementar los acuerdos de Minsk, situación que, unida a las exigencias de Ucrania a integrarse en la OTAN y la negativa de Occidente a admitir públicamente lo que, según el profesor Jeffrey Sachs se admitía en privado, que Ucrania no sería incluida en la Alianza, derivó en el reconocimiento ruso de la RPD y la RPL el 22 de febrero de 2022 y la invasión rusa dos días después.

jueves, 20 de febrero de 2025

Trump contra Zelensky


Nahia Sanzo, Slavyangrad

El martes en Riad, según el editorial de ayer de El País “hasta el país elegido para la reunión es una decisión pésima”, se vio la imagen del fracaso de la estrategia de tratar de imponerse a Rusia por la fuerza. En la ciudad saudí se reunieron el secretario de Estado Marco Rubio, el Asesor de Seguridad Nacional Mike Waltz y el enviado de Trump para Oriente Medio, Steve Witkoff por parte de Estados Unidos y el ministro de Asuntos Exteriores Sergey Lavrov y el asesor de política exterior Yury Ushakov en representación rusa. En la sombra quedó Kiril Dmitrev, director del Fondo Ruso de Inversiones Directas, cuya cercanía al grupo negociador indica las aspiraciones rusas a negociar acuerdos económicos o la certeza de que ese aspecto será utilizado, ya sea como palo o como zanahoria, por la parte estadounidense. Aunque Sergey Lavrov quiso rebajar notablemente las expectativas que, para bien o para mal, presagiaban el inicio del fin de la guerra, la reunión, extensa y aparentemente fructífera como forma de romper el hielo tras tres años sin contactos cara a cara entre la diplomacia de los dos países, las declaraciones de su homólogo estadounidense apuntaban a resultados concretos resaltando el acuerdo de normalización de las relaciones bilaterales, creación de equipos de negociación para lograr el final dialogado a la guerra de Ucrania, gestión diplomática de las cuestiones “irritantes” entre los dos países y “oportunidades económicas y de inversión históricas” en territorio ruso. La apertura del país a las empresas petroleras estadounidenses para permitir que el entorno de Donald Trump pueda drill, baby, drill parece un hecho. Rusia es consciente de que el beneficio económico es la forma con la que puede ganarse el favor del presidente de Estados Unidos.

Horas antes, Volodymyr Zelensky, contrariado y preocupado por no haber sido invitado a la reunión a pesar de encontrarse en la región -el presidente ucraniano había viajado a los Emiratos Árabes Unidos y tenía previsto visitar Riad ayer, viaje que fue cancelado para no dar ninguna legitimidad o reconocimiento al encuentro-, había renegado de la cumbre y afirmado que Ucrania no participaría aunque recibiera una invitación. El pasado fin de semana, Kiev y Bruselas comprendieron lo comprometido de su posición ante la decisión de Washington de no pedir su opinión e iniciar motu proprio la labor de dictar el momento de la negociación, sus términos y los actores que deben tener voz y, sobre todo, voto. Al contrario que Ucrania, que depende de sus aliados a la hora de continuar luchando, Rusia es dueña de su propio destino. Su independencia, aislamiento según la terminología europea, le ha garantizado disponer del material con el que luchar pero, sobre todo, capacidad de decisión. Ningún país, tampoco China como han soñado en ocasiones Annalena Baerbock o Antony Blinken, puede hacer que Rusia tenga que renunciar a la vía militar.

martes, 18 de febrero de 2025

Divide y vencerás


Nahia Sanzo, Slavyangrad

Después de prácticamente un mes en el que la Casa Blanca solo había dado señales de que su plan para la resolución del conflicto ucraniano apenas se había desarrollado, Washington ha pisado el acelerador y ha puesto en marcha la maquinaria que debe dar lugar a algún tipo de negociación entre Rusia y Ucrania. En el más puro estilo del imperio británico, la estrategia estadounidense parece ser el divide and rule, separar las diferentes partes, aprovecharse de sus debilidades e imponer su voluntad. De esta forma se explican las contradictorias declaraciones de diferentes miembros del equipo de política exterior de Trump, los vacíos y las omisiones. Durante los días en los que el interés político internacional ha estado centrado en la Conferencia de Seguridad de Múnich, una cumbre dominada por la guerra de Ucrania y donde han estado completamente ausentes cuestiones como la situación en Gaza, que podrían haber hecho la competencia al intento de Kiev de utilizar el altavoz internacional, ni siquiera han tenido cabida.

La frenética actividad del trumpismo, que estos días ha presentado un discurso en el que el vicepresidente Vance utilizó uno por uno todos los tropos de la actual extrema derecha, se ha traducido en una puesta en escena que buscaba poner a Estados Unidos por encima de sus aliados, a los que ha exigido mantener “los valores comunes” entendidos en el sentido más conservador posible y, sobre todo, aumentar el gasto militar, ya que Europa ha dejado de ser la prioridad para Washington. Además, la Casa Blanca exige también una mayor implicación económica de los países europeos en el sostenimiento de Ucrania, pese a que la UE es hace mucho tiempo el principal proveedor de Ucrania, y hacerse cargo de las garantías de seguridad tras el acuerdo de paz, todo ello sin contar necesariamente con su presencia en el proceso de negociación. “Si Europa quiere dar un paso adelante durante un alto el fuego, tiene que estar en la mesa cuando se decidan esos términos”, afirmó ayer la primera ministra de Islandia Kristurun Frosta, un buen ejemplo de la postura que han mostrado este fin de semana los y las líderes de los países europeos y las instituciones de la UE. “Si los europeos quieren tener algo que decir, que se hagan relevantes”, afirmó el sábado, en una posición intermedia, Mark Rutte, cuya definición de ganar relevancia es, por supuesto, aumentar el gasto militar tal y como exige Estados Unidos. La revuelta de los países europeos en busca de reconocimiento de Washington ha tenido cierto efecto, aunque no parece haberse alcanzado el objetivo.

jueves, 12 de diciembre de 2024

Los dos objetivos de Zelensky


Nahia Sanzo, Slavyangrad

El interregnum de menos de 80 días entre la celebración de las elecciones en Estados Unidos y la toma de posesión de la nueva administración siempre ha sido visto como una oportunidad. Ese sería el momento en el que el presidente saliente, consciente de que no iba a repetir mandato, dispondría de la libertad para tomar decisiones radicales sin peligro de perder votos. Ucrania esperaba dos cosas de este tiempo intermedio entre Biden y quien fuera a sucederle: que se levantara el veto al uso de misiles occidentales contra objetivos en la Federación Rusa y lograr del actual presidente la invitación de adhesión a la OTAN. Las reticencias y dilaciones que habían impedido, pese a la dura labor de grupo de presión realizada por Keir Starmer y Emmanuel Macron, que Joe Biden diera la autorización fue historia una vez pasadas las elecciones. Sin un anuncio previo, fue la prensa estadounidense la que anticipó la noticia apenas unas horas antes de que Ucrania utilizara sus primeros ATACMS contra el territorio de la región de Briansk. Poco después, llegó la autorización británica y francesa para utilizar también sus Storm Shadow y Scalp. Los dos meses de Biden como pato cojo comenzaban exactamente tal y como deseaba Ucrania.

Un proxy exigente, Kiev no se conformó con ese permiso, por el que llevaba meses suplicando, y nada más publicarse la noticia se lamentó de la filtración al restar efecto sorpresa al primer bombardeo para centrarse en su segundo objetivo: la OTAN. Aunque la narrativa ucraniana siempre ha tratado de enfatizar la cuestión de la adhesión a la Unión Europea, era evidente que el objetivo real de la Ucrania nacida en Maidan era la adhesión a la Alianza Atlántica. En su periodo final antes de entregar el poder a Volodymyr Zelensky, Petro Poroshenko introdujo esa voluntad euroatlántica en la Constitución de Ucrania, confirmando que Kiev ponía al mismo nivel la adhesión a la UE, para la que había una elevada proporción de acuerdo en los territorios bajo su control, y la OTAN, para la que, pese a haber aumentado a base de presentar la guerra de Donbass como invasión rusa, el apoyo no era tan elevado. La invasión rusa logró lo que la propaganda no había conseguido en años en términos de aumento del apoyo social a la entrada en el bloque militar occidental, aunque no sea la opinión de la población la que importa sino la de los dirigentes occidentales de los que depende la decisión. En otras palabras, Ucrania ha de convencer a los dirigentes de las grandes potencias, principalmente a Estados Unidos, no a su propia población.

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