No cabe duda de que, fuera de la coyuntura de aparente fortaleza, en el largo plazo, EEUU marcha en sentido contrario al desarrollo histórico contemporáneo
Adrian Sotelo Valencia, La Haine
Con arrogancia, supremacismo y la creencia delirante en la "grandeza" del imperio estadounidense, Trump le ha declarado la guerra al mundo en un afán de "hacer más grande a EEUU otra vez" (Make America Great Again), frase, por cierto, que también pronunció Ronald Reagan en su campaña presidencial de 1980.
Su miopía intelectual lo lleva a postular que el mundo es igual o peor al existente después de la guerra mundial de 1939-1945 cuando el unilateralismo imperialista norteamericano recibió la estafeta de dominación del imperialismo británico que fue hegemónico desde el siglo XIX.
La guerra arancelaria desatada por el magnate de pelo amarillo tiene como objetivo dominar el comercio internacional y obligar a las naciones a entregar sus recursos y a producir sus productos y servicios dentro del territorio estadounidense como condición para no ser penalizados por su gobierno y bajo sus leyes extraterritoriales que aplica sin miramientos en cualquier país que considere "peligroso" u hostil a sus intereses geoestratégicos.