Al cuadruplicar los aranceles sobre los vehículos eléctricos importados de China, Washington lleva la guerra comercial con Pekín a un nivel superior. Europa se encuentra en primera fila de este enfrentamiento y corre el riesgo de convertirse en un mero campo de batalla entre las dos potencias
Martine Orange, Sin Permiso
La reacción fue inmediata. Mientras el Presidente de Estados Unidos, Joe Biden, acababa de confirmar el 14 de mayo que se cuadruplicarían los aranceles a los vehículos eléctricos importados de China, el Canciller alemán, Olaf Scholz, y el Primer Ministro sueco, Ulf Kristersson, manifestaron inmediatamente su desacuerdo con la decisión estadounidense. "Es una mala idea desmantelar el comercio mundial", dijo Ulf Kristersson.
Una vez más, la Unión Europea se ve apartada por su aliado. Los dirigentes europeos, que esperaban que el endurecimiento de la postura estadounidense no fuera más que un paréntesis, ya no pueden albergar la ilusión de que no habrá marcha atrás.
Para frenar el poder económico de China, Estados Unidos ha decidido abandonar el enfoque de laissez-faire que ha prevalecido durante décadas. "Los sueños de los defensores del libre mercado de un mundo sin fricciones en el que los bienes y servicios fluyeran sin problemas de un país a otro han muerto", afirma Larry Elliott, columnista de economía de The Guardian.