El mundo occidental se enfrenta ahora a acontecimientos que eran visibles desde hace tiempo, pero que siempre fueron ignorados por arrogancia, falta de cultura histórica e ignorancia: una mezcla explosiva de incompetencia y ausencia de pensamiento crítico
Fabrizio Pezzani, Arianna Editrice
Los aranceles del presidente Trump muestran claramente los desequilibrios económicos y sociales de EEUU y el intento de atacar una deuda pública casi fuera de control con recortes de gastos e ingresos fiscales por aranceles que ayuden a frenar la deuda. La deuda de EEUU ya se acerca a los 35 billones de dólares, con un gasto anual en intereses de aproximadamente 1 billón de dólares – superando por primera vez en su historia el gasto en defensa (850.000 millones). El PIB ronda los 28 billones de dólares, con un crecimiento menor que el ritmo de la deuda, y la fragilidad de esta situación se refleja en la resistencia del dólar. Este conjunto de factores podría dificultar la colocación de deuda en los mercados internacionales, mecanismo que hasta ahora ha permitido a Estados Unidos vivir por encima de sus posibilidades.
Este descenso hacia un desequilibrio en las cuentas y hacia un sistema social que muestra signos cada vez más claros de desintegración con continuos hechos ilustrativos de un malestar social al límite del control comenzó progresivamente tras la caída del Muro de Berlin que hizo creer en la omnipotencia de un modelo sociocultural que parecía no tener obstáculos. Para celebrar este acontecimiento histórico, el politólogo Francis Fukuyama escribió el libro “El fin de la historia” sin comprender los tiempos y ritmos de la historia y cómo ésta siempre se repite de formas diferentes pero constantes; nunca una profecía tan celebrada resultó ser un dramático engaño.