El pretexto de la guerra contra el narcoterrorismo oculta la intención de producir un cambio de régimen. Para lograrlo, la Casa Blanca estudia un conjunto de opciones que tienen como base la guerra psicológica, sustentada en la ostentación de una fuerza naval que diariamente exhibe su capacidad letal sobre barcazas desarmadas
Jorge Elbaum, Pagina 12
El mayor general del Cuerpo de Marines Smedley Butler fue uno de los tres militares más condecorados de la historia de los Estados Unidos. Fue galardonado con dos medallas de honor, la más alta condecoración concedida a un militar por heroísmo en combate. Luego de su retiro, en 1931, publicó un texto titulado La guerra es un latrocinio. Y cuatro años después, en noviembre de 1935, un artículo en el New York Times titulado "Puede que le haya dado algunas pistas a Al Capone“. En esta columna, Butler declaraba “haber servido durante 30 años y cuatro meses en los Marines. Tengo el sentimiento de haber actuado durante todo ese tiempo de bandido, altamente calificado, al servicio de las grandes empresas de Wall Street y sus banqueros (…) En una palabra, he sido un pandillero al servicio del capitalismo (…) Fui premiado con honores, medallas y ascensos. Pero cuando miro hacia atrás, considero que podría haber dado algunas sugerencias a Al Capone. Él, como gánster, operó en tres distritos de una ciudad. Yo, como Marine, operé en tres continentes.”
La geopolítica se consolidó como disciplina, apelando a reminiscencias históricas. Sus analistas están permanentemente en diálogo con los sucesos del pasado: los imitan, los rechazan o los adaptan. Pero siempre tienen en cuenta los antecedentes para acomodar sus enseñanzas al presente. En la actualidad, Estados Unidos está actualizando esas referencias. Mientras se impacienta por redefinir la configuración de América Latina y el Caribe, rechaza aceptar que se han producido profundos cambios estructurales en la región, producto de su debilitamiento económico relativo. Desde los inicios del siglo XIX, la Doctrina Monroe apeló primero a la diplomacia de las cañoneras y luego al método del Gran Garrote. Ambos dispositivos se combinaron, tiempo después, para dar lugar a la Doctrina de la Seguridad Nacional y la desaparición de personas como práctica del terrorismo de Estado.



















