Una mirada no convencional al modelo económico de la globalización, la geopolítica, y las fallas del mercado
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miércoles, 16 de octubre de 2024
El Premio Nobel otorgado a Han Kang es un grito por Palestina
KJ Noh, Counter Punch
La novelista surcoreana Han Kang ha ganado el Premio Nobel de Literatura, superando a pesos pesados literarios que figuraban en la lista de finalistas como Thomas Pynchon, Haruki Murakami, Salman Rushdie, Gerald Murnane y el favorito, el autor chino Can Xue. Han Kang se sorprendió tanto como cualquier otra persona después de recibir la llamada que le notificaba que había ganado. Cuando se le preguntó qué haría a continuación, dijo que tranquilamente "tomaría el té con su hijo".
La mujer se ha negado a dar una conferencia de prensa, alegando que “con las guerras que se libran entre Rusia y Ucrania, Israel y Palestina, con muertes que se registran todos los días, no podía celebrar una conferencia de prensa. Pidió comprensión en este asunto”.
Han Kang es una escritora brillante y poderosa, pero claramente la reina de la carrera literaria. El premio inesperado que recibió es lo más cerca que el comité del Nobel pudo llegar a reconocer el genocidio palestino. La propia Han Kang no había mencionado a Palestina hasta su reciente premio Nobel, pero es indudable que su premio es un reflejo del momento histórico actual.
lunes, 23 de septiembre de 2024
Recuperar al camarada Orwell
George Orwell se convirtió en un espejo en el que cualquier posición política puede mirarse y devolverse la mirada. Pero no nos equivoquemos: Orwell pertenece a la izquierda.
Scott Poole, Jacobinlat
Durante la primera semana de revelaciones sobre el programa «Prisma» de la Agencia de Seguridad Nacional, George Orwell se puso al rojo vivo. O, más exactamente, la lectura (o al menos la posesión) de 1984 de Orwell se puso al rojo vivo. Las ventas del clásico se dispararon un 7000% en Amazon a los pocos días de las primeras noticias sobre la nueva y ominosa forma de nuestra cultura de la vigilancia.
La repentina popularidad de Orwell tiene un costo para el legado del autor. La lectura de 1984 y de Rebelión en la granja sólo proporciona una introducción simplista a un pensador complejo. Además, sus escritos y su actuación en medio de luchas intestinas en la izquierda hicieron que su legado sea difícil de comprender sin un análisis minucioso tanto de su vida como de sus obras.
Orwell se convirtió en un espejo en el que todo tipo de posiciones políticas pueden mirarse y, sin falta, verse a sí mismas devolviendo la mirada. Pero ya es hora de reivindicar a Orwell como compañero de lucha por un mundo mejor.
viernes, 3 de mayo de 2024
Paul Auster y los movimientos estudiantiles contra las guerras
Hipólito Rodríguez, La Jornada
Paul Auster acaba de morir, pero está más vivo que nunca. En 2017 publicó su gran novela 4321, un retrato de un periodo fundamental en la vida de los estadounidenses nacidos, como él, al terminar la Segunda Guerra Mundial. La novela nos da un fresco de los acontecimientos que vivieron todos aquellos ciudadanos que comenzaron a participar en la vida política y cultural hacia 1964, es decir, los años en los que el gobierno de Estados Unidos decidió atacar a un pueblo del sureste asiatico –Vietnam– con todo el arsenal disponible para quebrantar su independencia.
Para todos los que vivimos esos años, esa guerra nos mostró el heroismo de un pueblo por resistir a una potencia. Hoy, cuando el pueblo palestino enfrenta nuevamente a esa potencia, encarnada ahora en un títere que defiende la ocupación de sus tierras, releer a Paul Auster es el mejor homenaje a su obra. La de Vietnam como la de Palestina son guerras ilegales, inmorales e injustas. De ahí que los jóvenes de ayer como los de hoy, esos estudiantes que en la Universidad Nacional Autónoma de México no faltan, se manifiesten contra ellas.
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domingo, 19 de abril de 2020
Luis Sepúlveda: notario de la historia, guardián de la memoria
Marcos Roitman Rosenmann, La Jornada
Vivió todas sus vidas. Su imaginación lo llevaba a mundos donde creaba sin ataduras. Fue un personaje al interior de su literatura. Gran conversador y fumador empedernido, abandonó Chile sin quererlo. La dictadura de Pinochet lo llevó al exilio. Nunca perdió sus raíces ni su compromiso político. No sólo escribió literatura, incursionó en el teatro y el cine. Fue un excelente analista político. A diferencia de otros literatos cuya fama los descoloca hasta el extremo de vender su alma, Luis Sepúlveda dejó constancia de sus principios y valores democráticos. Sus artículos circularon en los años oscuros de la dictadura. La revista Análisis los publicaba. Su director, Juan Pablo Cárdenas, editó por primera vez su novela Un viejo que leía novelas de amor. Cuenta que tras enterarse de su publicación por una editorial francesa, recorrió las librerías de Santiago, junto con sus amigos, retirando los ejemplares para que los franceses creyesen que habían sido los primeros en descubrir la obra.
Su columna Carne de Blog, en Le Monde Diplomatique, circula por el mundo. Fueron centenares. Chile: El Oasis Seco, del 26 de diciembre de 2019 fue su última entrega. Una crítica mordaz al modelo neoliberal. Así concluía su reflexión:
"La paz del oasis chileno estalló porque las grandes mayorías empezaron a decir no a la precariedad y se lanzaron a la reconquista de sus derechos perdidos. No hay rebelión más justa y democrática que la de estos días en Chile. Reclaman una nueva Constitución que represente a toda la nación y su diversidad, reclaman la recuperación de cuestiones tan esenciales como el agua y el mar también privatizado. Reclaman el derecho a estar presentes y ser sujetos activos del desarrollo del país. Reclaman ser ciudadanos y no súbditos de un modelo fracasado por su falta de humanidad, por la absurda obcecación de sus gestores. Y no hay represión por más dura y criminal que sea, capaz de detener a un pueblo en marcha".
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domingo, 21 de febrero de 2016
Umberto Eco y los signos de su tiempo
Álvaro Cuadra, Alainet
Ciertos nombres se vuelven una referencia obligada en nuestras vidas, tal es el caso de Umberto Eco (1932-2016). Para quienes hayan hecho sus estudios superiores en el ámbito del arte, la filosofía y, muy especialmente, en semiótica y lingüística, este nombre ha estado siempre presente sea como libro o artículo. Se trataba, en principio, de un notable académico italiano que dominó la escena durante los años ochenta y noventa del siglo XX. Pero, como suele ocurrir con los grandes, nos sorprendió también como novelista y best seller con El nombre de la rosa.
Recordar a Umberto Eco es traer a la memoria una retahíla de títulos, lúcidos textos académicos, a los que debemos parte de nuestra propia formación. Entre los más notables, destaquemos La estructura ausente, Obra Abierta, Apocalípticos e Integrados, Signo y su monumental Tratado de Semiótica General. Para Eco, la noción de “cultura” era indisociable de aquellas de “signo” y “comunicación”, de suerte que la “semiótica” no podría ser sino una “teoría general de la cultura”.
Umberto Eco nos enseñó a pensar y analizar el presente, su pensamiento supo conjugar la más fina sensibilidad estética con el más exigente rigor analítico. Y no obstante, se trata de una reflexión radical, mas no altisonante. En este sentido, no basta con leer sus escritos académicos, ellos nos invitan más bien a detenernos en una demorada reflexión que nos va entregando sutiles iridiscencias sobre el mundo que nos rodea y sobre nosotros mismos.
En El nombre de la rosa, Eco cede a la tentación del género novelesco. Se trata de una ficción culta que instala una trama de investigación policial en una fría abadía durante la Edad Media. En este lúgubre paisaje se esconde un libro prohibido, un perdido escrito aristotélico que trataría sobre la comedia, el humor y la risa. En esta novela, Umberto Eco vuelca todo su conocimiento sobre la estética del medioevo y toda su pasión literaria.
Como todos los grandes maestros –académico, escritor, filósofo del arte-, Umberto Eco nos deja un precioso legado, una forma otra de trascendencia reservada a los intelectuales, sus signos, su escritura. Eco nos ha mostrado que una reflexión, inspirada, como en los niños, en la más genuina curiosidad, pero con el rigor y la serenidad de la madurez, logra alcanzar las más insondables profundidades del pensamiento. No podría haber un mejor aporte de un pensador a su época y al mundo que le ha tocado vivir.
Ciertos nombres se vuelven una referencia obligada en nuestras vidas, tal es el caso de Umberto Eco (1932-2016). Para quienes hayan hecho sus estudios superiores en el ámbito del arte, la filosofía y, muy especialmente, en semiótica y lingüística, este nombre ha estado siempre presente sea como libro o artículo. Se trataba, en principio, de un notable académico italiano que dominó la escena durante los años ochenta y noventa del siglo XX. Pero, como suele ocurrir con los grandes, nos sorprendió también como novelista y best seller con El nombre de la rosa.
Recordar a Umberto Eco es traer a la memoria una retahíla de títulos, lúcidos textos académicos, a los que debemos parte de nuestra propia formación. Entre los más notables, destaquemos La estructura ausente, Obra Abierta, Apocalípticos e Integrados, Signo y su monumental Tratado de Semiótica General. Para Eco, la noción de “cultura” era indisociable de aquellas de “signo” y “comunicación”, de suerte que la “semiótica” no podría ser sino una “teoría general de la cultura”.
Umberto Eco nos enseñó a pensar y analizar el presente, su pensamiento supo conjugar la más fina sensibilidad estética con el más exigente rigor analítico. Y no obstante, se trata de una reflexión radical, mas no altisonante. En este sentido, no basta con leer sus escritos académicos, ellos nos invitan más bien a detenernos en una demorada reflexión que nos va entregando sutiles iridiscencias sobre el mundo que nos rodea y sobre nosotros mismos.
En El nombre de la rosa, Eco cede a la tentación del género novelesco. Se trata de una ficción culta que instala una trama de investigación policial en una fría abadía durante la Edad Media. En este lúgubre paisaje se esconde un libro prohibido, un perdido escrito aristotélico que trataría sobre la comedia, el humor y la risa. En esta novela, Umberto Eco vuelca todo su conocimiento sobre la estética del medioevo y toda su pasión literaria.
Como todos los grandes maestros –académico, escritor, filósofo del arte-, Umberto Eco nos deja un precioso legado, una forma otra de trascendencia reservada a los intelectuales, sus signos, su escritura. Eco nos ha mostrado que una reflexión, inspirada, como en los niños, en la más genuina curiosidad, pero con el rigor y la serenidad de la madurez, logra alcanzar las más insondables profundidades del pensamiento. No podría haber un mejor aporte de un pensador a su época y al mundo que le ha tocado vivir.
sábado, 20 de febrero de 2016
Umberto Eco sobre Harry Potter
Se supone que las aventuras de Harry Potter son una versión moderna del Grial, un mito ilustre de la tradición occidental que legitimaría por sí solo su lectura y, por eso, no debería preocupar a nadie. Umberto Eco dedicó este artículo a los adultos, por lo tanto, a los padres. Fue publicado en La Jornada en 2002
Dos años atrás escribí acerca de Harry Potter, cuando ya habían aparecido las primeras tres historias y el mundo anglosajón se había empalagado por la discusión de si era o no educativo narrar esas historias de magia a los muchachos, pues podría llevarlos a tomar en serio muchos desvaríos ocultistas. Ahora que gracias al cine el fenómeno Harry Potter se volvió global, me topé por casualidad con un Porta a Porta (un programa de la televisión italiana), donde por un lado aparecía el mago Otelma, muy contento por esa propaganda a favor de señores como él (entre otras cosas, se presentaba vestido de manera tan "magosa" que ni Ed Wood se hubiera atrevido a hacerlo aparecer en uno de sus filmes de horror), y por otro, un insigne exorcista como el padre Amorth (nomen omen), según el cual las historias de Harry Potter transmiten ideas diabólicas.
Para entendernos, mientras que la mayoría de las otras personas sensatas presentes en la transmisión consideraba que magia blanca y magia negra eran patrañas (aun si hay que tomar en serio a quienes creen en ella), el padre exorcista tomaba en serio cualquier forma de magia (blanca, negra y quizá también en forma de bolitas), como obra del Maligno.
Dos años atrás escribí acerca de Harry Potter, cuando ya habían aparecido las primeras tres historias y el mundo anglosajón se había empalagado por la discusión de si era o no educativo narrar esas historias de magia a los muchachos, pues podría llevarlos a tomar en serio muchos desvaríos ocultistas. Ahora que gracias al cine el fenómeno Harry Potter se volvió global, me topé por casualidad con un Porta a Porta (un programa de la televisión italiana), donde por un lado aparecía el mago Otelma, muy contento por esa propaganda a favor de señores como él (entre otras cosas, se presentaba vestido de manera tan "magosa" que ni Ed Wood se hubiera atrevido a hacerlo aparecer en uno de sus filmes de horror), y por otro, un insigne exorcista como el padre Amorth (nomen omen), según el cual las historias de Harry Potter transmiten ideas diabólicas.
Para entendernos, mientras que la mayoría de las otras personas sensatas presentes en la transmisión consideraba que magia blanca y magia negra eran patrañas (aun si hay que tomar en serio a quienes creen en ella), el padre exorcista tomaba en serio cualquier forma de magia (blanca, negra y quizá también en forma de bolitas), como obra del Maligno.
martes, 14 de abril de 2015
Eduardo Galeano, original y profundo
Atilio Borón, Rebelión
Pensaba ahondar sobre algunos asuntos pendientes de la nota sobre la Cumbre de las Américas que publicara hoy Página/12. Pero a poco de regresar desde Colombia -donde tuve el honor de participar en las diversas actividades de la Cumbre Mundial de Arte y Cultura para la Paz de Colombia- me abrumó la noticia de la muerte de Eduardo Galeano. Y la verdad es que lo único que tuve ganas de hacer fue buscar sus libros en mi biblioteca y sentirme una vez más en su compañía deleitándome con su lectura. Eduardo fue no sólo un crítico incisivo y mordaz del capitalismo y un hombre comprometido con la revolución latinoamericana sino también un pensador a la vez original y profundo, lo que no se da tan a menudo como se supone.
Pensaba ahondar sobre algunos asuntos pendientes de la nota sobre la Cumbre de las Américas que publicara hoy Página/12. Pero a poco de regresar desde Colombia -donde tuve el honor de participar en las diversas actividades de la Cumbre Mundial de Arte y Cultura para la Paz de Colombia- me abrumó la noticia de la muerte de Eduardo Galeano. Y la verdad es que lo único que tuve ganas de hacer fue buscar sus libros en mi biblioteca y sentirme una vez más en su compañía deleitándome con su lectura. Eduardo fue no sólo un crítico incisivo y mordaz del capitalismo y un hombre comprometido con la revolución latinoamericana sino también un pensador a la vez original y profundo, lo que no se da tan a menudo como se supone.
viernes, 18 de abril de 2014
Gabriel García Márquez, el hombre que atrapaba esos espíritus esquivos de la poesía
Begoña Piña, Público
"Me gustaría volver a ser reportero, porque tengo la impresión de que a medida que uno avanza en el trabajo literario va perdiendo el sentido de la realidad", le decía Gabriel García Márquez a Pablo Neruda en 1971, en una entrevista que el primero hizo al segundo. Entonces ya había publicado Gabo la inmensa historia de los Buendía de Macondo, ya había abierto las prometedoras puertas del realismo mágico y había dejado al mundo una de las grandes obras de la literatura universal del siglo XX. Entonces, ya estaban impresas El coronel no tiene quien le escriba y La hojarasca y La mala hora y Los funerales de Mamá Grande" y, ya se ha dicho, Cien años de soledad y Relato de un náufrago y... lo mejor de su literatura de ficción.
"Me gustaría volver a ser reportero, porque tengo la impresión de que a medida que uno avanza en el trabajo literario va perdiendo el sentido de la realidad", le decía Gabriel García Márquez a Pablo Neruda en 1971, en una entrevista que el primero hizo al segundo. Entonces ya había publicado Gabo la inmensa historia de los Buendía de Macondo, ya había abierto las prometedoras puertas del realismo mágico y había dejado al mundo una de las grandes obras de la literatura universal del siglo XX. Entonces, ya estaban impresas El coronel no tiene quien le escriba y La hojarasca y La mala hora y Los funerales de Mamá Grande" y, ya se ha dicho, Cien años de soledad y Relato de un náufrago y... lo mejor de su literatura de ficción.
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jueves, 7 de octubre de 2010
Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura
El escritor Mario Vargas Llosa ha ganado esta mañana el Premio Nobel de Literatura, que concede la Academia sueca. El autor de La ciudad y los perros, La casa verde (1965), Pantaleón y las visitadoras (1973) y La tía Julia y el escribidor recibirá 10 millones de coronas suecas (un millón de euros) por el premio. Su próxima novela, El sueño del celta, se publicará el próximo mes de noviembre. La Academia sueca ha justificado su elección "por su cartografía de las estructuras del poder y sus mordaces imágenes sobre la resistencia, la revuelta y la derrota individual".
El último autor hispanohablante que lo recibió fue el mexicano Octavio Paz, en 1990. En la nómina de aspirantes para este año de habla hispana se situaban, además de Mario Vargas Llosa, el argentino Juan Gelman, el mexicano Carlos Fuentes, los españoles Javier Marías y Juan Marsé y el paraguayo Néstor Amarilla, entre otros.
El último autor hispanohablante que lo recibió fue el mexicano Octavio Paz, en 1990. En la nómina de aspirantes para este año de habla hispana se situaban, además de Mario Vargas Llosa, el argentino Juan Gelman, el mexicano Carlos Fuentes, los españoles Javier Marías y Juan Marsé y el paraguayo Néstor Amarilla, entre otros.
viernes, 18 de junio de 2010
José Saramago
A los 87 años de edad, falleció en la isla canaria de Lanzarote el gran escritor José Saramago, quien alzó su voz contra el conservadurismo, los enormes poderes económicos y la Iglesia, a quienes veía como las grandes enfermedades de nuestro tiempo. Su voz crítica y su visión lúcida podemos resumirla en esta frase:
"La tarea más seria, más auténtica del ser humano, es comprender. No digo comprenderse a sí mismo, eso no se puede, pero intentar comprender la historia y la sociedad en la que vivimos. Y sospecho que no nos preocupamos mucho por ello"
martes, 19 de mayo de 2009
lunes, 11 de mayo de 2009
Ezra Pound y La Usura: Canto XLV
Este poeta vanguardista, crítico y traductor estadounidense ejerció una enorme influencia en el desarrollo de la poesía y la crítica a comienzos del siglo XX. Ezra Pound nació el 30 de octubre de 1885, en Hailey (Idaho), y estudió en las universidades de Pennsylvania. En 1907 dejó Estados Unidos y de 1908 a 1930 vivió en Londres, donde trabajó como corresponsal para las revistas Poetry y The Little Review. Editó las obras de T. S. Eliot, William Butler Yeats, James Joyce y otros escritores vanguardistas que escribían en Inglaterra. Fue de los primeros en reconocer la poesía de Robert Frost y de D. H. Lawrence; difundió las teorías del movimiento literario que se conocería como imaginismo.
Su reputación quedó establecida en Inglaterra al publicar su libro de poesía Personae (1909). En 1920, se trasladó a París, donde se convirtió en líder del círculo literario de exiliados estadounidenses, entre los que se encontraban Gertrude Stein y Ernest Hemingway. Tradujo literatura del italiano, del chino y del japonés, y escribió varios libros de crítica y poesía, entre ellos Hugh Selwyn Mauberly (1920). En 1924 se estableció en Rapallo (Italia), donde continuó trabajando en Los cantos, obra comenzada en 1915. Los primeros fragmentos de esta obra se publicaron en 1925, pero la primera edición inglesa completa de todos los Cantos o Cantares se lanzó en 1970 con el título de Cantos de Ezra Pound. Pound se inspiró en la filosofía de Confucio, la mitología clásica, las teorías económicas y otras fuentes aparentemente dispares en su esfuerzo por interpretar la historia de la cultura. Sus Cartas y Poemas completos se publicaron ambos en 1950, y sus Ensayos literarios aparecieron en 1954. Nueve años después se publicó Traducciones (1963).
Durante la II Guerra Mundial difundió propaganda fascista por la radio desde Roma a los Estados Unidos. Fue arrestado por sus compatriotas en 1945 y ocupó la jaula que estaba preparada para Hitler. Fue declarado psicológicamente incapacitado para asistir a un juicio por traición, siendo confinado en un sanatorio mental en Washington. En su cautiverio, Ezra Pound investigó las teorías monetarias y el dinero fiduciario, la creación de la Reserva Federal de Estados Unidos por banqueros privados y generó una corriente de pensamiento destinada a revelar la hegemnonía económica del sistema financiero. Fue liberado en 1958 y volvió a Italia, donde murió el 1 de noviembre de 1972 en Venecia.
Ver Tributo a Ezra Pound
lunes, 4 de agosto de 2008
Solzhenitzyn, el mayor disidente de Stalin
Alexander Solzhenitzin, el mayor símbolo de la disidencia a la URSS estalinista, falleció ayer a los 89 años. Premio Nobel de Literatura en 1970, Solzhenitzin se dio a conocer profusamente en occidente con obras como Un día en la vida de Iván Denisovitch (1962), Archipielago Gulag, El Primer círculo (1968), obras por las cuales padeció serias represalias que en 1974 -durante el régimen de Leonid Brezhnev- lo condenaron a un largo exilio de 20 años, por Alemania, Suiza y Estados Unidos.
A partir de 1989 y ya con Mijail Gorvachov al frente de la Unión Soviética, volvió a ser un autor publicable en su país. En 1990 se le devolvió la ciudadanía soviética y la publicación de su ensayo ¿Cómo reorganizar Rusia?, con 27 millones de ejemplares, le abrieron las puertas para su triunfal regreso, en 1994, convertido en un referente intelectual de la nueva Rusia.
Fue crítico de occidente y su estadía en EEUU le permitió criticar con fuerza el capitalismo y denunciar la decadencia de ese país atrapado en el consumismo. El año 2006, acusó a la OTAN de preparar el cerco total de Rusia y la pérdida de su soberanía. En las que fueron tal vez sus últimas declaraciones a un medio –canal de televisión Rossiya, el 9 de diciembre de 2007–, Solzhenitsin lamentó:
“En el plano internacional se ha podido recuperar la influencia de Rusia, su papel en el mundo. Pero en lo interno, en lo que podríamos denominar el estado espiritual de la nación, nos encontramos muy lejos del punto que quisiéramos y que tanto necesitamos”.
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