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miércoles, 22 de enero de 2025

Una nueva era: el legado de Biden y las intenciones de Trump


Nahia Sanzo, Slavyangrad

La nueva era comenzó este lunes con la toma de posesión de Donald Trump, que inauguró su segundo mandato con un discurso previsiblemente nacionalista, con toques mesiánicos y centrado en la agenda doméstica, en el que prometió que “la edad dorada de América [Estados Unidos] comienza ahora”. Como se había anunciado previamente, los primeros decretos presidenciales se centraron en el aspecto que el nuevo presidente, su entorno más cercano y sus votantes más fieles consideran principal, expulsar al máximo número posible de migrantes. Es ahí donde va a centrarse la agenda política dura de la segunda presidencia de Trump, que en política exterior tendrá un eje claro a nivel continental, una especie de nueva doctrina Monroe mezclada con grandes dosis de una actualización del destino manifiesto. A esa importancia que la nueva presidencia va a dar al poder estadounidense en América -a ello está dirigido el nombramiento de Marco Rubio, un halcón que luchará activamente contra los gobiernos progresistas del continente- hay que añadir que será Trump quien determine ahora el papel estadounidense en los grandes conflictos mundiales. Además del enfrentamiento, fundamentalmente económico, aunque con componentes militares, contra China, la política de la Casa Blanca será clave tanto en Oriente Medio como en Ucrania.

Horas antes de la investidura, Vladimir Putin felicitó públicamente a Donald Trump por su retorno al poder y valoró positivamente la voluntad estadounidense de reiniciar los contactos diplomáticos. Aunque la retórica rusa se ha moderado y es previsible menor hostilidad por parte del Kremlin o de los medios rusos para dar una oportunidad a la diplomacia, el presidente ruso insistió en su mensaje en que lograr la paz a largo plazo, más allá de una tregua temporal o un cierre en falso del conflicto, implica “resolver las causas originales del conflicto”. No es difícil entender de esas palabras que Vladimir Putin se refiere a la arquitectura de seguridad europea y más concretamente a la expansión de la OTAN hacia la frontera rusa, algo que, quizá de forma ingenua, Rusia confía en poder detener por medio de un acuerdo con Estados Unidos, más sencillo con Donald Trump que con Joe Biden. Frente a una visión de la Alianza como herramienta de expansión de los valores occidentales y la democracia liberal, el trumpismo entiende la OTAN como una garantía de que no habrá en Europa un bloque antihegemónico que pueda hacer sombra a Estados Unidos. Para lograr ese objetivo, Washington necesita un número de países lo suficientemente grande para evitar que la unión del resto pueda compensar esa alianza, pero lo suficientemente reducido como para evitar un gasto excesivo. En ese planteamiento, países como Ucrania no son vistos como un lastre, como en ocasiones han manifestado JD Vance o Donald Trump JR., sino territorios difíciles de defender e innecesarios a la hora de cumplir con la función de la alianza. De esta forma, es probable que vaya a producirse un mayor rechazo de la administración Trump al camino euroatlántico de Ucrania -de ahí que Zelensky buscara la invitación oficial de adhesión a la Alianza de Joe Biden, para lograr lo que es consciente que no obtendrá de la nueva administración-, e incluso declaraciones en las que el nuevo presidente afirme comprender la preocupación rusa por la expansión de la OTAN.

jueves, 16 de enero de 2025

El legado de Biden: la guerra energética global que amenaza a Europa


Clara Statello, L'Anti diplomatico

Mientras Los Ángeles arde, el presidente Joe Biden deja atrás la amenaza de una crisis energética que corre el riesgo de adquirir proporciones globales. La administración saliente ha aprobado el último paquete de sanciones contra la Federación Rusa, destinadas a aniquilar su economía, golpeándola en el corazón: el sector energético.

La "medida radical" sigue el camino trazado en 2022 con la imposición del precio máximo del petróleo ruso. Es la culminación de una serie de medidas destinadas a cortar los ingresos energéticos de Moscú. En particular, pretende castigar a aquellas entidades que permiten eludir las sanciones occidentales, por ejemplo los llamados “comerciantes opacos” y la “flota en la sombra”.

Han acabado en la lista negra del Tesoro de Estados Unidos:
  • Las dos principales empresas rusas, Gazprom Neft y Surgutneftgas , junto con todas sus filiales en Rusia y en el extranjero. En 2024, ambos exportaron 970 mil barriles diarios de crudo por vía marítima. También en la lista de la OFAC está SNGB , el banco comercial de Surgutneftgas.
  • 183 barcos, en su mayoría petroleros, considerados parte de la llamada "flota en la sombra".
  • Las compañías de seguros Ingosstrakh Insurance Company (Ingosstrakh) y Alfastrakhovanie Group (Alfastrakhovanie), acusadas de asegurar petroleros que transportaban productos petrolíferos rusos.
  • La red de Black Pearl Energy Trading LCC , con sede en los Emiratos Árabes Unidos, que incluye una serie de personas y entidades con sede en Rusia, los Emiratos Árabes Unidos y Hong Kong. Serían comerciantes opacos del petróleo ruso.
  • Más de 30 proveedores de servicios petroleros.
  • 13 altos directivos y altos funcionarios gubernamentales del sector energético, entre ellos el director general de Gazprom Neft, Aleksandr Valerievich Dyukov , el director general de LUKOIL, Vadim Nikolaevich Vorobiev y el director general de Rosatom, Alexey Evgenevich Likhachev.

martes, 14 de enero de 2025

Trump, las sanciones contra Rusia y el «patio trasero» de Estados Unidos


Nahia Sanzo, Slavyangrad

Aún sin saber muy bien cómo responder a la retórica abiertamente imperialista del presidente electo de Estados Unidos, los países europeos continúan tratando de adivinar, en muchos casos sin base material alguna, cuál será el plan de Donald Trump una vez que asuma el cargo dentro de nueve días. Será entonces cuando el general Kellogg comience su trabajo para presentar una hoja de ruta con la que el equipo Republicano trate de buscar el inicio de una negociación. La necesidad de negar cualquier problema y evitar especulaciones sobre una mala relación con Donald Trump y su entorno ha hecho que Ucrania anuncie que el retraso en la visita de Keith Kellogg al país se debe únicamente a la legalidad vigente, que impide viajes oficiales antes de la investidura. El retaso no es, además, una preocupación para el Gobierno de Zelensky, que desde que comenzó el conflicto hace casi once años ha hecho de la dilatación de las negociaciones su modus operandi. La diplomacia es la línea roja que Ucrania lucha por no cruzar, una posición en la que coincide con sus aliados europeos y con el liderazgo de la OTAN, que escuchan con preocupación las palabras que llegan de Washington.

Los países de la Unión Europea siguen más preocupados por las “amenazas híbridas” rusas en el Báltico y por garantizar la financiación para que Ucrania pueda continuar luchando en la guerra que por el intervencionismo que anuncia Donald Trump y la posición en la que queda el continente europeo. Con su retórica sobre la OTAN y su insistencia en que el centro de la política exterior estará vinculado al enfrentamiento con China y el proteccionismo económico, Donald Trump y su equipo ya habían anticipado una reducción del interés por Europa, un territorio en el que Washington es consciente de que no hay peligro de la creación de un bloque político o económico antihegemónico que pueda hacer sombra a Estados Unidos. Quedó atrás el tiempo en el que las antiguas potencias europeas formaban un territorio considerado estratégico. La subordinación que la Unión Europea en bloque ha mostrado desde la invasión rusa de 2022 hace aún más evidente que el continente es ahora una parte de la esfera de influencia de Estados Unidos, un territorio con escasa autonomía propia y que corre el riesgo de cumplir el papel de patio trasero que Washington ha adjudicado a América Latina.

lunes, 13 de enero de 2025

Ucrania: Prolongar la guerra


Nahia Sanzo, Slavyangrad

“Estoy realmente segura de que todos los demás miembros, y espero que también Estados Unidos, están dispuestos a continuar con el apoyo a Ucrania”, afirmó ayer Kaja Kallas, líder de la diplomacia de la Unión Europea, en su participación en la cumbre de Rammstein que se celebró en Alemania y que será la última antes del cambio de Gobierno en Estados Unidos. La llegada de Donald Trump, con su estilo imprevisible y aún sin plan sobre qué hacer con Ucrania, sigue siendo la gran preocupación de los países europeos, que luchan por buscar la forma de mantener el statu quo y garantizar que Kiev pueda seguir manteniendo la vía militar como única solución posible al conflicto.

En la reunión, Lloyd Austin, el Secretario de Defensa saliente, anunció el que será el último paquete de asistencia militar de la era Biden, otros 500 millones de dólares, unas palabras que causaron los aplausos de Zelensky, Rustem Umerov, Andriy Ermak y Boris Pistorius, que flanqueaban al representante estadounidense en ese momento. En referencia a su reunión con Austin, el presidente ucraniano escribió que “en la conversación se habló de la situación en el campo de batalla, del papel de los drones en esta fase de la guerra y de las necesidades de Ucrania en materia de defensa de diversos tipos de vehículos aéreos no tripulados. También se habló del fortalecimiento de la defensa aérea de Ucrania y de las perspectivas de proporcionar sistemas de defensa aérea adicionales, en particular mediante la cooperación con otros países”.

sábado, 11 de enero de 2025

El imperio del caos, recargado

Toda guerra se basa en el engaño. Por eso, cuando podemos atacar, debemos parecer incapaces; cuando utilizamos nuestras fuerzas, debemos parecer inactivos; cuando estamos cerca, debemos hacer creer al enemigo que estamos lejos; cuando estamos lejos, debemos hacerle creer que estamos cerca.

Sun Tzu, El arte de la guerra

Pepe Escobar, Sputnik

El Imperio del Caos es implacable. Guerras legales, desestabilizaciones, sanciones, secuestros, revoluciones de colores, operaciones de bandera falsa, anexiones: 2025 será el año en que los BRICS –y sus socios– serán los blancos predilectos de las críticas.

El inestimable profesor Michael Hudson acuñó el término “caos” como política oficial de Estados Unidos. Se trata de una idea bipartidista que se aplica a todos los sectores del Estado Profundo.

En ausencia de una visión estratégica de largo plazo y en medio de la progresiva expulsión imperial de Eurasia, todo lo que le queda al Hegemón es desatar el caos desde Asia Occidental hasta Europa y partes de América Latina: un intento concertado de dividir para gobernar a los BRICS y frustrar su impulso colectivo de afirmación de la soberanía y la primacía de los intereses nacionales.

Hace un año y medio, un think tank estadounidense ya había lanzado la idea de los estados bisagra, no la parroquial versión electoral estadounidense, sino su transposición a la geopolítica.

Los seis candidatos en ese momento eran miembros del BRICS (Brasil, India y Sudáfrica) o potenciales miembros o socios del BRICS (Indonesia, Arabia Saudita y Turquía).

El código para los “estados bisagra” era inequívoco: todos ellos son objetivos de desestabilización, como si uno no respetase el “orden internacional basado en reglas”, se hundiese.

Peor que perder la guerra


Nahia Sanzo, Slavyangrad

Escrito antes del inicio de la contraofensiva ucraniana en Kursk o quizá sin gran esperanza en que esas acciones vayan a suponer un cambio cualitativo de tendencia, The Washington Post advertía ayer en su editorial de que “la invasión a gran escala de Ucrania por parte de Rusia, que se acerca al final de su tercer sangriento año, ha alcanzado un punto de inflexión”. Los problemas se acumulan para Kiev, que a la reciente pérdida de Kurajovo puede sumar en breve la de Toretsk-Dzerzhink, ya en la fase final de la batalla o, lo que es más importante, la del campo de litio de Shevchenko, un objetivo que debería haber sido prioritario pero que, al encontrarse en Donbass, ha sido considerado menos importante que mantener las posiciones o avanzar en la región de Kursk. Reticente a admitir la veracidad de noticias negativas, Ucrania se ha visto obligada incluso a admitir “problemas” en la brigada Anne de Kyiv, que con tanto orgullo había anunciado Francia haberla equipado e instruido en su totalidad. Según el periodista Yury Butusov, hasta 1700 soldados habrían abandonado la unidad antes de que la brigada llegara a su primera batalla. Las dificultades son evidentes y no es momento de esconderlas, sino de utilizarlas como argumento.

“Ucrania está perdiendo territorio, tropas y tiempo”, admite The Washington Post, que añade que “las próximas semanas determinarán si Ucrania puede seguir existiendo como Estado soberano dentro de sus fronteras anteriores a la invasión o cerca de ellas, con plenas garantías de seguridad para sus ciudadanos, o si el presidente ruso Vladimir Putin se verá recompensado y envalentonado en su guerra de expansión territorial”. Esas palabras del consejo editorial del diario de Washington complementan a lo expresado la pasada semana por Antony Blinken, que en la entrevista en profundidad en la que valora los cuatro años de legislatura de Biden, afirmó que la guerra de Putin nada tiene que ver con la seguridad ni la expansión de la OTAN sino con “las ambiciones imperiales de Putin y el deseo de recrear una gran Rusia, de subsumir Ucrania de nuevo en Rusia”. Remarcando la ironía de alertar de las intenciones del presidente ruso de hacer desaparecer Ucrania al mismo tiempo que Donald Trump habla de Canadá como estado de Estados Unidos, el periodista liberal ruso, abiertamente contrario a la guerra, Leonid Ragozin comentaba que “Putin lanzó una brutal agresión contra Ucrania después de muchos años de maniobras arriesgadas de Rusia con la OTAN, pero [Rusia] aceptó repetidamente acuerdos que equivalían a la finlandización de Ucrania, tanto en Minsk como en Estambul. Nada puede excusar sus acciones, pero mentir obstinadamente sobre sus motivos e intenciones perjudica a Ucrania y a su pueblo más que a nadie”. El comentario de Ragozin toca tres puntos que ninguno de los editoriales, artículos o reportajes de los grandes medios se molestan en mencionar en sus publicaciones, en las que, como muestra el editorial de The Washington Post, el objetivo no es más que justificar la continuación de una guerra que no les importa cronificar.

jueves, 9 de enero de 2025

Contraofensiva en Kursk


Nahia Sanzo, Slavyangrad

"Ahora todas las reglas han cambiado”, titula Shaun Walker en su último artículo para The Guardian, en el que pretende mostrar el cambio cualitativo que supone para Ucrania la inminente llegada de Donald Trump a la Casa Blanca. “El año nuevo comenzó en Ucrania de la misma forma que acabó el anterior: con mortales ataques de drones rusos a lo largo del país”, escribe en su apertura antes de señalar que una persona había muerto y seis habían resultado heridas en dichos ataques, un balance que, teniendo en cuenta las docenas de drones empleados en diversas partes del país, difícilmente puede calificarse de mortal, especialmente en comparación con los ataques israelíes contra la población palestina, sistemáticamente más mortíferos. En cualquier caso, el objetivo del periodista británico es mostrar que, pese a los cambios que se anticipan en la forma de gestionar políticamente la guerra desde el país más importante, Estados Unidos, la situación sobre el terreno sigue siendo la misma.

Para Walker, “está claro que Ucrania necesita desesperadamente un cambio de dinámica. Rusia prosigue su ofensiva y Kiev se esfuerza por movilizar suficientes hombres para mantener el frente. El mes pasado, dos fuentes de las unidades de defensa antiaérea ucranianas dijeron a The Guardian que la situación era tan mala que se estaba ordenando a los operadores de defensa antiaérea entrenados que se unieran a las brigadas de infantería en el frente”. En un artículo en el que el periodista presenta como hecho cada elemento del discurso ucraniano, sin el espíritu crítico que requiere comentar la guerra, en la que la propaganda es parte integral de la comunicación de las partes, Walker extrapola la situación de Donbass a todo el frente. Los avances rusos y la carencia de soldados de infantería es clara en Donbass, donde Rusia amenaza Pokrosvsk-Krasnoarmeisk por el sur, avanza en Toretsk, supera a Ucrania en Kurajovo y lucha por lograr el cerco operativo de la importante localidad de Velika Novosoylka. Desde hace meses, los comandantes ucranianos sobre el terreno utilizan los medios de comunicación para acusar a su comando de abandono y quejarse de la superioridad numérica, artillera y aérea de la Federación Rusa. La exageración de la superioridad enemiga y de la gravedad de la situación propia facilita que cualquier éxito en la defensa sea calificado de heroísmo, muestra de la unidad de Ucrania, de la fortaleza de su población o de la valía de sus soldados. Al mismo tiempo, cualquier movimiento de ataque o defensa eficaz rusa es simplemente adjudicado a la falta de armamento de los soldados ucranianos (la versión del Gobierno) o escasez de tropas debido a la insuficiente movilización (versión de los aliados extranjeros, fundamentalmente Estados Unidos).

martes, 7 de enero de 2025

Guerra de infantería


Nahia Sanzo, Slavyangrad

Desde que, de forma prácticamente conjunta aunque presentado como dos fuentes independientes, los servicios secretos de la República de Corea y Ucrania desvelaran el futuro despliegue de tropas de la República Popular de Corea en Rusia en vistas a su participación en la guerra, no han escaseado en la prensa occidental los tópicos orientalistas de tinte racista sobre la población norcoreana. Se ha dicho de esas tropas que carecían completamente de humanidad, que habían perdido la razón a causa de disponer por primera vez de acceso a internet y más concretamente a contenido pornográfico, que eran enviados en ataques de hordas humanas en los que acababan masacrados por las tropas ucranianas o que las dificultades del idioma hacía que asesinaran a sus compañeros rusos en lugar de a los oponentes ucranianos. Antes incluso de que se constatara su llegada a Rusia, la prensa ucraniana se jactaba ya de las numerosas deserciones de norcoreanos que se habían entregado a Ucrania y desde entonces no ha dejado de relatar grandes cantidades de muertes de esos soldados, carne de cañón de ataques de mareas humanas sin sentido en los que están siendo utilizados por sus aliados de Moscú. Mención aparte merecen las palabras de Volodymyr Zelensky, del que, como jefe de Estado, cabría esperarse un discurso algo más serio. Rusia había tratado de esconder a las tropas norcoreanas, alegaba Zelensky, y ahora está haciéndolo también con sus muertes. Las caras de los soldados norcoreanos son quemadas, continuaba con su macabro relato el presidente ucraniano, para que no pudieran ser reconocidas. Esta semana, Ucrania ha reactivado el aparato capaz de medir la moral a distancia y ha proclamado la bajísima moral de las tropas norcoreanas.

Kiev juega con el tránsito de Gas ruso

…cualquier interrupción de los suministros aumentará la inestabilidad del mercado europeo del gas, haciéndolo más dependiente de diversos factores externos y en gran medida incontrolables, como los precios del gas en Asia, los destinos de entrega del GNL estadounidense o la dinámica de la producción en la plataforma noruega

M. K. Bhadrakumar, Indian Punchline

El conjunto de datos del think tank Brugel, con sede en Bruselas, que agrega los datos sobre flujos de importación y niveles de almacenamiento de gas natural en Europa, pone en perspectiva la decisión de Ucrania de interrumpir el tránsito de gas ruso a Europa.

Las estadísticas revelan que, a finales de 2024, Rusia se había convertido en el segundo mayor proveedor de gas de la UE, después de Noruega, superando a Estados Unidos, tres años después de la guerra de Ucrania y a pesar de las ‘sanciones infernales’ de Occidente.

En particular, en diciembre de 2024, el GNL ruso fue entregado a Europa en una cantidad de 2,16 mil millones de metros cúbicos – un récord histórico desde 2019. La importación de GNL ruso por parte de la Unión Europea en 2024 ascendió a casi 21,5 bcm frente a los 17,8 bcm de un año antes y los 19 bcm de 2022.

¿Qué significa esto?

En primer lugar, los países de la UE consideran irresistible abastecerse de GNL de Rusia, que es fiable, abundante y barato.

lunes, 6 de enero de 2025

Guerra, gas y petróleo


Nahia Sanzo, Slavyangrad

A medida que se aproxima la toma de posesión de Donald Trump, y con ella el cambio de guardia y de encargados de gestionar la política internacional, aumenta el nerviosismo ucraniano, la ansiedad europea y la distancia entre la realidad y el discurso. Ucrania tiene la necesidad de mostrar sus victorias, jactarse de sus éxitos, sean reales o imaginarios, y hacerse útil para quienes van a tomar las riendas del país sin el que Kiev sabe que no podrá lograr su objetivo principal de adherirse de forma rápida y privilegiada a la OTAN o de conseguir un acuerdo bilateral que obligue a Washington a enviar soldados, boots on the ground, en su defensa en caso de ataque ruso. Convencer a Trump de que Ucrania es un conflicto en el que será beneficioso y lucrativo invertir es la principal tarea de las próximas semanas y ha de realizarse a base de narrativa, ya que la realidad sobre el terreno hace imposible alegar seriamente que las tropas de Kiev se encuentran a las puertas de la victoria y solo precisan de algo más de ayuda para lograr el objetivo común de derrotar militarmente al viejo enemigo de la Guerra Fría, un objetivo apetecible para gran parte del Partido Republicano.

Esta semana, Kiev se ha apuntado el tanto del final del tránsito de gas, que ha logrado desestabilizar el mercado energético europeo, aislar a Eslovaquia y Hungría, que tendrán que adquirir un gas más caro pero de las que Ucrania sigue exigiendo que continúen apoyándole y exportando energía, y dejar a Moldavia, uno de los países más pobres de Europa sin acceso al único gas que podía permitirse no pagar. En este último caso, Chisinau puede alegrarse de que será Transnistria, ya sin calefacción ni agua caliente y totalmente aislada del único país que en tres décadas se ha preocupado por su población, quien sufra las consecuencias más severas.

Cuenta atrás para el colapso europeo

Con la prohibición del flujo de gas ruso hacia Europa a través del territorio ucraniano, poco queda antes del colapso económico y social absoluto del continente europeo.

Lucas Leiroz, Strategic Culture

Por fin, la cooperación energética entre Rusia y Europa ha terminado (casi) por completo. Después de casi tres años de sanciones y sabotajes, la asociación energética bilateral entre Moscú y la UE sufrió su mayor golpe histórico. Kiev cumplió su promesa de no prorrogar su contrato con Gazprom, que permitía la llegada de gas ruso a Europa, creando una situación de inseguridad energética extremadamente incómoda para sus propios “socios” en la Unión Europea.

El primer día de 2025 por la mañana, la Federación Rusa suspendió el suministro de gas a los compradores europeos a través de Ucrania. Incluso en medio del conflicto, la rusa Gazprom y la ucraniana Naftogaz mantuvieron en vigor un acuerdo de tránsito de energía firmado en 2020, que expiraba el último día de 2024. Anteriormente, Kiev ya había anunciado que no estaba dispuesta a renovar el contrato con Gazprom, aunque algunos países europeos pidieron reiteradamente a Ucrania que lo hiciera.

A pesar de las sanciones impuestas a Rusia desde 2022, algunos países europeos siguieron beneficiándose de la importación de gas ruso, en particular Eslovaquia y Hungría –países que se negaron a participar en el boicot antirruso patrocinado por Occidente–, así como Austria, un país históricamente neutral en las disputas geopolíticas y militares de Europa. Otras naciones, incluso adhiriéndose a las sanciones, siguieron recibiendo hipócritamente gas ruso, como Italia, Polonia, Rumania y Moldavia. También hubo casos de reventa de gas, en los que los países receptores reexportaron el producto a países que buscaban eludir las sanciones.

domingo, 5 de enero de 2025

Ucrania: el precio a pagar


Nahia Sanzo, Slavyangrad

Varios artículos se preguntan esta semana cuáles son las expectativas de Ucrania para el año 2025, en el que algunos expertos, como el profesor Katchanovski, con tendencia a analizar los hechos de tal manera que sus predicciones se cumplen, esperan que pueda ser el momento en el que la guerra se detenga. Quienes actualmente se posicionan con ese tipo de predicciones pueden dividirse en dos grupos: optimistas que ven en la llegada de Trump la posibilidad de romper con el statu quo de una guerra en riesgo de perpetuarse y pesimistas que temen que Donald Trump abandone a Ucrania y los países europeos no sean capaces de compensar el descenso en la aportación militar estadounidense. A esos dos grupos hay que añadir otros dos, que parten desde bases menos realistas y entre los que destacan las posturas prorrusas excesivamente optimistas que ven la posibilidad -irreal- de un colapso ucraniano y quienes, desde el pesimismo proucraniano, temen que esa ruptura sea posible.

En referencia a la guerra que van a encontrarse los asesores de Donald Trump, BBC cita a Michael Koffman, miembro del Carnegie Endowment for Internacional Peace y experto de referencia de la prensa occidental en este conflicto, que afirmó que “van a heredar una guerra con una trayectoria muy negativa, sin una enorme cantidad de tiempo para estabilizar la situación, a lo que añade que “la van a heredar sin una teoría clara del éxito”. El 10 de septiembre, Reuters informaba de que la administración Biden había entregado el informe clasificado sobre la situación de la guerra y los planes de la Casa Blanca que el Congreso había exigido en abril y cuya fecha de entrega estaba prevista para junio. La ausencia de filtraciones sobre los planes puede indicar tanto una claridad extrema que exija completo secreto o ausencia real de una estrategia clara para los posteriores meses del conflicto. Los actos y las palabras de la administración Biden en estos meses indican la continuación, prácticamente por inercia, de la estrategia de escalada progresiva sin más plan que seguir dañando a Rusia mientras Ucrania pueda seguir luchando y así lo decida su Gobierno.

Colonialismo 2.0: la incesante búsqueda de dominación global por parte de Occidente

La creación del llamado “Occidente político” se ha centrado durante mucho tiempo en un objetivo singular e innegable: la dominación global.

Vijaya Dissanayake, Global Research

Si bien el mundo, con sus diversas culturas, historias y más de 8 mil millones de habitantes, es una entidad vasta y compleja, quienes están al mando del poder occidental lo tratan como poco más que un mapa o globo terráqueo en su escritorio, que necesita ser controlado, manipulado y subyugado.

Esta visión de dominio mundial no es un fenómeno reciente, sino que se remonta a más de un siglo. Sus semillas se sembraron ya en el ataque a Rusia en 1917, un momento crucial en la geopolítica mundial. La pregunta, como siempre, sigue siendo: ¿dónde reside realmente el poder?

En el sistema de estados-nación de Westfalia, la medida del poder se ha determinado tradicionalmente por el tamaño territorial, los recursos naturales, la riqueza financiera y la capacidad tecnológica de un país. Según este criterio, dos naciones ocupan la cima de la jerarquía global: Estados Unidos y Rusia, y China se perfila como un poderoso contendiente económico.

La ciencia de la propaganda antirrusa

La rusofobia no es un fenómeno transitorio, sino que ha demostrado ser increíblemente duradero debido a su función geopolítica. A diferencia de la germanofobia o la francofobia transitorias, vinculadas a guerras concretas, la rusofobia tiene una resistencia comparable a la del antisemitismo.
Ilustración: Mapa satírico de Europa por Frederick Rose de EEUU.

Glenn Diesen, Glenn Substack

La propaganda es una ciencia de la persuasión que suele eludir las consideraciones racionales del individuo apelando en su lugar a la psicología inconsciente del grupo. La mente consciente tiende a ser racional, pero el comportamiento y las acciones humanas están moldeados en gran medida por el inconsciente, los instintos primordiales y las emociones. El individuo racional tiene fuertes impulsos para adaptarse al grupo, por lo que la propaganda pretende influir en la psicología irracional del grupo.

La propaganda como ciencia

Sigmund Freud exploró la irracionalidad de la “psicología de grupo” que anula las capacidades racionales y críticas del individuo. Freud reconocía que
un grupo es extraordinariamente crédulo y abierto a la influencia, no tiene facultad crítica[1]
La conformidad con las ideas del grupo es poderosa precisamente porque es inconsciente. Freud definió la psicología de grupo como:
“se ocupa del hombre individual como miembro de una raza, de una nación, de una casta, de una profesión, de una institución, o como parte componente de una multitud de personas», que forman una conciencia colectiva de grupo, instinto social, instinto de rebaño o mentalidad tribal[2]
El sobrino de Sigmund Freud, Edward Bernays, se basó en el trabajo de su tío para desarrollar la literatura fundacional sobre propaganda política.

sábado, 4 de enero de 2025

Minsk, la manipulación de un proceso en el que no creyó nadie


Nahia Sanzo, Slavyangrad

Este miércoles, tras el comunicado de Gazprom en el que la compañía rusa anunciaba que, privado de “las capacidades técnicas y legales para el suministro de gas a través de Ucrania” había detenido el tránsito, la prensa se llenó de titulares que anunciaban que Rusia interrumpe el tránsito de gas a Europa. “Gazprom detiene los flujos de gas a Europa a través de Ucrania y tensa al mercado energético”, escribía por la mañana Europa Press con un titular representativo de la tendencia de los medios de comunicación occidentales durante las primeras horas del miércoles. Pese a los intentos de los países más afectados, fundamentalmente Eslovaquia y Hungría -Moldavia ha optado por aprovecharse de que las consecuencias serán especialmente duras para Transnistria y ha aceptado sin más que carecerá del gas más barato al que tenía acceso y que no siempre pagaba-, Ucrania decidió hace mucho tiempo que era preferible privar a Rusia de los ingresos procedentes de la venta de gas que preservar los que percibía por el paso a través de su sistema de tránsito. El acuerdo era inviable y es representativo del cambio que se ha producido en la situación en Ucrania, Europa y el mundo en general en los últimos cinco años. En esos cambios existe una constante, la manipulación de los hechos en busca del beneficio propio, un aspecto que no se limita a dar una versión parcial sobre qué ha ocurrido con el tránsito de gas, sino que se puede aplicar también a aspectos políticos igualmente relevantes.

La prórroga de cinco años del acuerdo entre las compañías gasísticas de Ucrania y Rusia -Naftogaz y Gazprom- se firmó tras el acuerdo alcanzado por Volodymyr Zelensky y Vladimir Putin en la reunión del Formato Normandía celebrada bajo la mediación de Emmanuel Macron y Ángela Merkel en París el 9 de diciembre de 2019. Esa renovación del contrato entre las dos compañías ha garantizado el tránsito de gas ruso a la Unión Europea, y por lo tanto ingresos por las ventas para Rusia y por el uso de sus instalaciones para Ucrania, incluso a pesar de la guerra y fue el principal resultado de aquella cumbre teóricamente organizada para reafirmar la voluntad de las partes de lograr un acuerdo para poner fin a la guerra de Donbass. Zelensky había sido elegido presidente meses antes con una arrolladora victoria sobre Petro Poroshenko y se había abierto así, o eso esperaban Moscú y Berlín, una posibilidad para avanzar hacia la implementación de los acuerdos firmados en 2015. La cumbre de París terminó con una rueda de prensa de los cuatro jefes de Estado o de Gobierno, el anuncio del acuerdo del gas, un pacto para un gran intercambio de prisioneros y la reafirmación pública del compromiso de los cuatro países con los acuerdos de Minsk.

jueves, 2 de enero de 2025

Guerra de la OTAN contra Rusia en Ucrania: balance 2024

El momento es de máxima incertidumbre tras un año de consolidación de la iniciativa rusa con posibilidades de un avance profundo que ponga en cuestión la integridad del frente

Calpu, La Haine

El año 2024 comenzó marcado por el lento final de la contraofensiva terrestre con la que los aliados de Ucrania esperaban lograr unos objetivos escasamente realistas teniendo en cuenta el equilibrio de fuerzas y el aprendizaje que habían supuesto los casi dos años de guerra de la OTAN contra Rusia en Ucrania. Por órdenes políticas, Zaluzhny había preparado una ofensiva con grandes convoyes de vehículos blindados que se lanzarían sobre el campo abierto de Zaporozhie en dirección a Melitopol y posteriormente Crimea.

Las supuestas derrotas rusas de 2022 y el incierto resultado de la movilización de ese año, con dificultades para equipar a los soldados reclutados -según la inteligencia británica- eran los principales argumentos para dudar de la capacidad de las tropas de Moscú para mantener el frente que durante tantos meses habían fortificado en vistas a una operación exactamente como la que se produjo. Defenestrado tras el motín del ejército privado de Evgeny Prigozhin de 2023, el general Surovikin no comandaba ya las tropas de la operación militar especial, como Rusia se empeña en seguir llamando a la guerra, pero su planificación fue clave en el resultado final.

La conocida como línea Surovikin, las fortificaciones de las que Ucrania y sus defensores se habían burlado durante meses, fue suficiente para hacer imposible el progreso terrestre de las tropas de Zaluzhny, cuyos comandantes llegaron a afirmar en la prensa occidental que sus aliados extranjeros habían preparado una operación a la que jamás enviarían a sus soldados.

lunes, 30 de diciembre de 2024

Misiles occidentales y su efecto


Nahia Sanzo, Slavyangrad

“Hace más de un mes, Ucrania obtuvo a bombo y platillo permiso para disparar misiles occidentales de largo alcance contra objetivos militares rusos. Pero tras disparar inicialmente una ráfaga de ellos, Ucrania ya ha ralentizado su uso”, escribía ayer The New York Times en uno de los muchos artículos que tratan la situación militar de la guerra centrándose en un único aspecto y sin aportar el más mínimo contexto sobre la situación en el frente. Como guerra proxy entre Occidente y Rusia, la efectividad de las armas de uno y otro origen es uno de los aspectos a tener en cuenta especialmente para la prensa, que ha ejercido durante este tiempo de correa de transmisión de la idea de la superioridad absoluta del equipamiento occidental sobre el ruso.

A ello ha contribuido especialmente el Gobierno ucraniano, que en ningún momento ha dudado en enaltecer las capacidades de las armas occidentales por encima de cualquier lógica, en ocasiones otorgándoles los éxitos que, en realidad, se habían conseguido con el uso de armas propias o la utilización combinada de armamento occidental y soviético. Es el caso, por ejemplo, de la destrucción del puente Antonovsky, el único de los puentes sobre el Dniéper destruido en esta guerra y que era clave para el suministro de las tropas rusas en la margen derecha del río, territorio que Moscú se vio obligado a abandonar sin ofrecer resistencia. La necesidad de alabar a sus proveedores era más importante que enaltecer las capacidades propias, un incentivo más para que Occidente continuara y aumentara el suministro de armas. En momentos de mayor necesidad, Ucrania decidió cambiar de discurso para abrazar la idea de la guerra proxy y ofrecer el país como laboratorio para que sus aliados pudieran probar sus armas contra las defensas rusas en situación de combate.

sábado, 28 de diciembre de 2024

El peligro de los drones

Nahia Sanzo, Slavyangrad

Quizá ningún aspecto ilustre mejor a día de hoy la máxima de que los generales siempre están preparados para la anterior guerra que los drones, posiblemente el único aspecto en el que el conflicto ruso-ucraniano ha modificado la forma de luchar. Desarrollados desde hace décadas, los drones no son nuevos, ni lo es tampoco su uso en escenarios militares, aunque la actual guerra supone la primera ocasión en la que se utilizan de forma intensiva en un conflicto de alta intensidad y en el que se han convertido en una necesidad para cualquier unidad sobre el terreno. Ataque, defensa y vigilancia son ya inimaginables sin la posibilidad de uso de drones como arma o como elemento de coordinación de las diferentes ramas de las fuerzas armadas o entre diferentes unidades.

La capacidad de detectar y visionar en tiempo real cualquier convoy enemigo mínimamente significativo ha hecho que sea cada vez más difícil realizar una guerra de maniobras. Así pudo comprobarlo Ucrania cuando cada uno de sus convoyes blindados que debían romper el frente de Zaporozhie en dirección a Melitopol y Crimea era detectado a su salida. En aquel momento, los aliados de Kiev prefirieron centrarse en presentar los campos de mina rusos -que Ucrania debió haber previsto que existirían- sin admitir que la capacidad de las tropas rusas de advertir la presencia de vehículos blindados oponentes y ajustar de esa forma la artillería fue también una de las causas clave del fracaso ucraniano a la hora de llegar a la línea Surovikin, que nunca consiguieron derribar. La guerra terrestre implica necesariamente la lucha contra vehículos blindados y su destrucción garantiza la defensa del frente. En esa labor, las tropas rusas contaron con la colaboración de la munición merodeadora Lantset, principal novedad en el arsenal de Rusia, que al inicio de la guerra comprendió que había quedado muy rezagada en el desarrollo de vehículos no tripulados. Tanto es así que necesitó la ayuda de Irán para conseguir sus primeros drones kamikaze, los ya célebres Shahed. Occidente, siempre dispuesto a creer que su enemigo no es capaz de aprender de sus errores, no previó la posibilidad de que la Federación Rusa pudiera, en tan solo un año, desarrollar el tipo de arma que más daño podía hacer en esta guerra y especialmente en un escenario de batalla de maniobra en campo abierto como el que plantearon Ucrania y sus aliados en dirección a Rabotino.

viernes, 27 de diciembre de 2024

Tras el golpe de Estado de la OTAN en Rumania, ¿qué sigue?


Kit Klarenberg, Al Mayadeen

El 6 de diciembre, el Tribunal Constitucional de Rumania tomó la extraordinaria decisión de anular inexplicablemente los resultados de la primera vuelta de las elecciones presidenciales del 24 de noviembre en el país. Convenientemente, la decisión se tomó apenas unos días antes de una segunda vuelta en la que, según las encuestas, el "advenedizo" Calin Georgescu habría ganado por una mayoría aplastante.

En el proceso, los ciudadanos de todos los estados miembros de la OTAN recibieron un curso intensivo en tiempo real, particularmente despiadado, sobre lo que podría suceder ahora en sus propios países, si los candidatos "equivocados" fueran elegidos de manera justa y honesta.

La sorprendente victoria de Georgescu en la primera vuelta tomó por sorpresa a la élite política rumana y a sus patrocinadores occidentales, y lo convirtió en la figura política más popular del país. En su campaña, Georgescu se basó en una plataforma tradicionalista y nacionalista, ensalzó puntos de vista que algunos podrían considerar desagradables, pero también abogó por la nacionalización y la inversión estatal en la industria local. Como era de esperar, los medios occidentales se apresuraron a difamarlo como “extrema derecha”, “pro-Putin” y “teórico de la conspiración”, entre otros apodos ahora familiares que se suelen aplicar a los disidentes políticos.

jueves, 26 de diciembre de 2024

La eterna disputa por el tránsito de gas en Ucrania


Nahia Sanzo, Slavyangrad

El aislamiento internacional de Rusia es una de las bases del régimen de sanciones impuesto por Occidente tras la invasión rusa y es habitual que Kiev exija periódicamente su endurecimiento. La guerra relámpago económica que la Unión Europea y Estados Unidos creían estar librando con su paquete inicial, que debía destruir la economía rusa a base de aislarla del resto desconectando al país más grande del mundo del sistema internacional de pago SWIFT no funcionó y le han seguido otros quince paquetes similares, siempre con la esperanza de que esta vez logre su objetivo. El tiempo transcurrido, la ineficacia de las medidas a la hora de impedir que Rusia pueda continuar luchando y los daños colaterales que implican para algunos de los países han causado escepticismo y rechazo en algunos actores de la Unión Europea, que han amenazado con vetar futuras sanciones. Pese a haber sido la economía más perjudicada, Alemania no se encuentra en la lista de países que busquen evitar ampliar el régimen de sanciones ni relajar las restricciones al sector más importante, el de la energía. Encabezan el frente partidario de cambiar de rumbo en las relaciones UE-Rusia Hungría y Eslovaquia, dos vecinos de Ucrania que han provocado recientemente la furia de Kiev.

Entendiendo cada gesto de distensión como deslealtad, el Gobierno ucraniano condenó activamente la llamada telefónica realizada por Olaf Scholz en su tímido intento por hacer del intento de conseguir la paz un argumento para su futura campaña electoral. Zelensky ha sido tan duro con Alemania y especialmente con su presidente -por su lentitud a la hora de sumarse al suministro de armamento letal, reticencias a enviar tanques Leopard y negativa rotunda a suministrar misiles Taurus- que incluso el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, ha pedido educadamente al presidente ucraniano esta semana que cese en sus críticas a Olaf Scholz, recordando que Alemania es el segundo proveedor militar de Ucrania solo por detrás de Estados Unidos.

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