Una mirada no convencional al modelo económico neoliberal, las fallas del mercado y la geopolítica de la globalización
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sábado, 16 de agosto de 2025
Un primer paso hacia la diplomacia
Nahia Sanzo, Slavyangrad
La base conjunta Elmendorf-Richardson, en Anchorage, Alaska, vivió ayer su jornada más mediática. Rodeada de una movilización proucraniana preparada a lo largo de la semana, la delegación rusa llegó al territorio que vendió a Estados Unidos en el siglo XIX para la primera cumbre ruso-estadounidense en tres años. Las imágenes del gran cartel “Alaska 2025” con la alfombra roja desde la escalerilla del avión a la espera de la delegación liderada por Donald Trump y a la encabezada por Vladimir Putin, el presidente de Estados Unidos recibiendo a su homólogo ruso, posando junto a él y ambos abandonando el lugar en el mismo vehículo de camino a la reunión fueron la representación perfecta del fracaso de la política europea de aislamiento de Rusia. De ahí que no deban sorprender titulares como el publicado por El País, que afirmaba que “lo más inquietante de la cumbre de Alaska es que pueda salir algo”. Ese era el principal temor de los países europeos y de Ucrania, para quienes, como declaró hace unos meses la primera ministra danesa, “la paz puede ser más peligrosa que la guerra”. Ausentes de la cumbre, aunque tras haber marcado en una conferencia telefónica colectiva con Donald Trump sus líneas rojas, los países europeos esperaban evitar un escenario en el que los dos presidentes pactaran un marco en el que resolver la guerra. Frente a ese escenario, el más negativo para Europa y Ucrania, que deberían resignarse a obtener lo máximo posible dentro de unas líneas previamente marcadas, la esperanza era que Donald Trump saliera de la reunión afirmando lo que ya ha declarado en el pasado, su frustración por haber tenido una buena conversación, pero no haber conseguido que Vladimir Putin cediera en sus exigencias.
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jueves, 14 de agosto de 2025
Antes de la cumbre: las exigencias ucranianas
Nahia Sanzo, Slavyangrad
La atención informativa en Ucrania continúa centrada en dos aspectos diferentes, pero directamente vinculados: la situación en el frente y la preparación de la reunión de este viernes entre Donald Trump y Vladimir Putin en Alaska. En ambos casos, el estado de ánimo oscila entre el miedo a perderlo todo y la insistencia en que todo va bien y la victoria está a la vuelta de la esquina. Mientras las autoridades del ejército afirman que la brecha al noreste de Pokrovsk-Mirnograd en dirección a Dobropilia es fruto del avance de tres grupos de sabotaje rusos formados por apenas una docena de personas y se insiste en que uno de ellos ya ha sido neutralizado y los otros dos serán destruidos, ayer, el mapa de control del territorio -o de presencia de tropas en zonas del frente en ausencia de tropas enemigas- se extendió aún más, aunque ya no con la rapidez de los últimos días. Ante la calma absoluta que quieren proyectar Volodymyr Zelensky y su entorno, oficiales, soldados e influencers militares alertan, en muchos casos en posts plagados de improperios, de que la situación está lejos de estar bajo control. Aunque muy posiblemente exagerada, ya que no hay movimiento de blindados rusos ni avance masivo de tropas, la versión crítica está obteniendo el favor de la prensa occidental. Al fin y al cabo, ¿era necesario movilizar a algunas de las mejores unidades disponibles para acabar con tres grupos de sabotaje rusos que no suponían un peligro grave?
Como en ocasiones anteriores, frente a los problemas, hay un chivo expiatorio claro, Oleksandr Syrsky, un arte que, como recordaba ayer Leonid Ragozin, “es un género manido en Ucrania (con gente como Bezuhla y Krotevych, de Azov, a la cabeza), pero aquí hay medios occidentales serios que se suman al coro con la dupla simplista de Syrsky «soviético» versus comandantes «progresistas» ilustrados por la OTAN y la altamente exitosa cadencia de Zaluzhny versus Syrskys plagados de derrotas”. El comentario del periodista opositor ruso se refería a un extenso reportaje de The Wall Street Journal en el que se argumenta, como comentaba Yaroslav Trofimov, uno de sus periodistas más prominentes, que “Ucrania triunfó durante el primer año de la guerra porque su ejército luchó de forma diferente. Tras la sustitución de Zaluzhny por Syrsky el año pasado, la guerra se ha convertido en una guerra entre un pequeño ejército soviético y un gran ejército soviético, con consecuencias predecibles”. “Syrsky no es más soviético que Zaluzhny”, recordaba Ragozin, pero cuenta con el hándicap de haber nacido en Rusia, un argumento suficiente para quienes prefieren buscar explicaciones sencillas a problemas complejos. “Cuando al ejército ucraniano le va bien, es porque le enseñamos la doctrina y el material occidentales. Cuando le va mal, es porque sigue siendo soviético”, comentaba la activista feminista Almut Rochowanski, a lo que el sociólogo ucraniano Volodymyr Ischenko añadía el “elefante en la habitación”, “la falta de voluntad de la mayoría de los ucranianos para sacrificarse por este Estado y la asombrosa debilidad de su capacidad de movilización —no solo en el sentido militar estricto, sino en términos sociales más amplios—, que el reclutamiento forzoso no ha hecho más que erosionar aún más. Ni siquiera un general brillante puede ganar una guerra sin soldados”. A esos argumentos hay que añadir que Ucrania tuvo sus mejores éxitos en la primera fase de la guerra y no ha podido repetirlos después por la capacidad de adaptación y mejora en la actuación de la Federación Rusa, es decir, ese gran ejército soviético.
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El oso y el águila se enfrentan en Alaska
EEUU solo tiene una cosa que ofrecer: la promesa (temporal) de no perjudicar. No tiene nada positivo que ofrecer, dada su desindustrialización y la desdolarización mundial
Pepe Escobar, Observatorio de la Crisis
Dos semanas después de Alaska se celebra la cumbre anual de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) en Tianjin, China. Narendra Modi, de la India, y Masoud Pezeshkian, de Irán, se unirán, entre otros, a Xi Jinping y Vladimir Putin en la misma mesa. Una mesa BRICS/OCS.
El 3 de septiembre, en Pekín, se conmemora el 80º aniversario de lo que se define oficialmente como la victoria de la «Guerra de Resistencia del Pueblo Chino contra la Agresión Japonesa y la Guerra Mundial Antifascista». Putin es el invitado de honor. El ensayo, con 22.000 participantes, tuvo lugar el pasado fin de semana en la Plaza de Tiananmén.
Ese mismo día, en Vladivostok, Rusia, comienza el Foro Económico Oriental, que aborda todos los aspectos de la iniciativa rusa para desarrollar el Ártico y la Siberia oriental, el equivalente a la campaña china «Go West» iniciada a finales de los años 90. Participarán importantes actores euroasiáticos. Putin se dirigirá a la sesión plenaria el 5 de septiembre.
Mientras tanto, los principales líderes de los BRICS (China, Rusia, Brasil e India) participan activamente en una serie de llamadas telefónicas para coordinar una respuesta colectiva a las guerras arancelarias, parte de la guerra híbrida del Imperio del Caos contra los BRICS y el Sur Global.
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El estadista Putin vs el show man Trump en una reunión subordinada a múltiples intereses
La historia es una sustancia viva, dinámica, que señala en sus registros los agotamientos, los ciclos y las duraciones
Jhosman Barbosa, Strategic Culture
Con sorpresa para el mundo en general se dio la noticia de una reunión bilateral entre los presidentes Vladímir Putin y Donald Trump. Esto indica por un lado que debieron tener conversaciones subrepticias de larga data o al menos paralelas a las negociaciones en Estambul con la contraparte ucraniana.
Nadie en el mundo, por acceso que tenga a fuentes secretas, puede indicar con precisión de qué se hablará el viernes 15 de agosto en Alaska, EE.UU. Considero además que no son los hombres los que deciden sobre el final o desenlace de grandes estructuras históricas como la actual transición global de la unipolaridad a la multipolaridad. Por esta razón, aún sin acceso a fuentes privilegiadas considero que la reunión no rendirá los frutos que la espectacularidad del ‘show man’ Donald Trump desea ni que las víctimas del conflicto en Ucrania y Rusia merecen y anhelan. Por el contrario, está cargada de riesgos. Es preocupante esta reunión por varias razones que dejo enumeradas de lo particular a lo general.
1. La guerra en Ucrania es la guerra por la transición o no hacia un mundo multipolar y policéntrico, basado en la trípode China – Rusia – EEUU. Es una avanzada de EEUU y la OTAN sobre Rusia para llegar a China; razón por la cual las negociaciones se dan en lugares diferentes a las naciones principales del conflicto.
¿Por qué la administración rusa accede ir a un lugar que ofrece extrema vulnerabilidad a la seguridad física del presidente Putin? ¿Cómo su esquema de seguridad podrá montarse de manera eficiente con tan solo diez días de aviso? ¿En verdad creen que es tiempo de simbolismos como el llamado de Alaska como la ‘América rusa’ para situar conciliaciones que el momento histórico no contempla? ¿Por qué darle esta ventaja de hablar como local al megalómano y mitómano Donald Trump?
miércoles, 13 de agosto de 2025
Argumentos para la paz o para la guerra
Nahia Sanzo, Slavyangrad
Un día más cerca de la cumbre en la que los países europeos temen que, sin su presencia ni la de Zelensky, se determine el sentido de la guerra, los diferentes actores continúan tratando de poner sus cartas sobre la mesa para influir en lo posible en lo que va a ocurrir el viernes en Alaska. A día de hoy, y a la espera de si la táctica para las últimas horas previas cambia tras la reunión telefónica de líderes europeos con Donald Trump, el discurso ucraniano pasa por la repetición ad nauseam de tres ideas principales: insistir en que no es un obstáculo para la paz, exigir a Rusia un alto el fuego incondicional y acercarse, de la manera que sea, a sus aliados en busca de garantías de protección futura. En su conversación de ayer con el primer ministro indio Narendra Modi, Zelensky se refirió a la actualidad como “un momento en que finalmente existe una posibilidad diplomática de poner fin a la guerra. En lugar de demostrar su disposición a un alto el fuego, Rusia solo muestra su deseo de continuar la ocupación y las matanzas”. Ucrania se escuda en haber aceptado el pasado marzo el alto el fuego ordenado por Trump, que ni Kiev ni Bruselas deseaban y que suponía que Moscú no aceptaría. Se trataba de una tregua incondicional impuesta sin negociación previa y sin promesas de dar paso a un proceso diplomático para poner fin a la guerra por medio de una resolución definitiva, por lo que Rusia, más fuerte que Ucrania en el frente, no tenía ningún aliciente para someterse a la voluntad de Trump.
Ese farol ucraniano ha dado buenos resultados, ya que permite a Ucrania seguir presentando a Rusia como obstáculo a los avances, exigiendo concesiones a Moscú y ha conseguido poner a Donald Trump de su parte, algo importante teniendo en cuenta que de ello depende la continuación del suministro militar necesario para la guerra o para la paz armada del día después. Sin embargo, pese a la retórica de defensa de la paz, las condiciones exigidas por Ucrania son garantía de que no puede producirse un alto el fuego pactado entre los dos países en guerra, algo que Zelensky compensa a base de discurso y exigencias a Rusia de que acuda a la mesa de negociación en la que ya está. Como ocurriera en el caso de Estados Unidos contra Irán, la orden de negociar es solo un eufemismo con el que se quiere decir acudir a la mesa de negociación para aceptar el dictado de los países occidentales, algo que solo puede hacerse en una posición de fuerza de la que Zelensky carece.
Retrospectiva sobre la Guerra en Ucrania
Tres años y medio después de la entrada de las tropas rusas en Ucrania, Alain de Benoist denuncia las ilusiones de una Europa ahora convertida en escenario de guerra, lejos de su supuesto ideal de paz, y analiza las derivas morales e ideológicas que han paralizado cualquier intento de mediación, sumiendo al continente en una crisis existencial
Alain de Benoist, Revue éléments
Para justificar la construcción europea, se ha repetido durante medio siglo que «Europa es paz». Hoy, Europa es guerra. Hace tres años y medio que las tropas rusas entraron en Ucrania. El balance humano, estimado en alrededor de un millón y medio de víctimas (muertos y heridos), es enorme. A ello se suma la profunda tristeza de quienes, como yo, tienen amigos tanto ucranianos como rusos, y que solo sienten horror ante la idea de que se estén masacrando mutuamente.
Al mismo tiempo, desde hace más de tres años, los partidarios de Ucrania y los partidarios de Rusia no dejan de exponer sus argumentos, sin convencerse nunca, por supuesto. Es hora de tomar distancia respecto a estas polémicas y, sobre todo, de tomarlas con perspectiva.
Una observación para empezar
En general, cuando estalla una guerra, los no beligerantes pueden adoptar diferentes actitudes. En primer lugar, pueden optar por apoyar a uno de los dos bandos, lo que suelen hacer en función de sus intereses. Dado que sus intereses respectivos no son los mismos, es probable que no todos tomen la misma decisión. Sin embargo, en el caso de Ucrania, eso es lo que ha ocurrido. Los países occidentales, que no tenían ningún interés vital que defender en este asunto, han optado casi todos por alinearse con las posiciones estadounidenses y se han pronunciado a favor de un apoyo incondicional al bando ucraniano. Por lo tanto, ninguno ha podido asumir su posición de tercero. Este es un hecho muy importante.
Ya en 1907, Georg Simmel había subrayado en sus escritos la importancia del tercero en el marco de los conflictos. El tercero puede mantenerse en una posición de neutralidad. También puede utilizar su no pertenencia al bando de los beligerantes para influir en la situación, ofreciendo su mediación para lograr una solución política a los problemas que han desembocado en la guerra. Puede intervenir como mediador o como árbitro. En lugar de alimentar la guerra, contribuye así a la paz.
martes, 12 de agosto de 2025
Contraataque europeo
Nahia Sanzo, Slavyangrad
Caótico en las formas, contradictorio en los contenidos y liderado por personas cuya autoridad es dudosa -Witkoff negociaba con Irán la reducción de la cantidad de uranio que el país persa podría enriquecer hasta que Trump irrumpió en el diálogo para exigir la prohibición de todo enriquecimiento- y cuyo conocimiento es cuestionable, el proceso diplomático de búsqueda de paz en Ucrania sigue caminando en círculos. El proceso, carente de continuidad y plagado de vaivenes, cambios de opinión y falta de una estrategia coherente, se reduce al intento de acomodar posturas contradictorias a partir del diálogo directo o indirecto entre tres actores fundamentales: Estados Unidos, la Federación Rusa y la dupla Ucrania-países europeos. A base de incentivos y amenazas y siguiendo la lógica del plan publicado hace más de un año por Kellogg y Fleitz como parte del planteamiento de política exterior del America First Policy Institute como aspirante a convertirse en el programa político de la administración Trump, Estados Unidos ha tratado de convertirse en el nexo de unión entre todos los intereses encontrados.
En ese proceso, Washington se ha garantizado lucro económico de Ucrania, sigue intentando hacer lo propio de Rusia (fundamentalmente en su sector energético) y ha llegado a un acuerdo comercial con la Unión Europea en el que Estados Unidos obtiene todos los beneficios y los países europeos realizan todas las concesiones, entre ellas un compromiso de invertir en energía y armamento estadounidense. Las cesiones europeas para lograr un acuerdo comercial según los términos dictados por Donald Trump buscaban, además de evitar la inestabilidad e incertidumbre económica, adquirir crédito con el actual presidente estadounidense para conseguir una postura favorable a los intereses europeos en la cuestión ucraniana, una “mala guerra” para Trump, pero calificada como existencial por Bruselas, Berlín, París y también Londres. En este proceso de idas y venidas, reproches y acusaciones cruzadas, la principal preocupación de los actores europeos ha sido el temor a una paz que, como admitiera la primera ministra danesa, podría ser, para los países europeos, “incluso más peligrosa que la guerra”. Sería así en caso de que se produjera como resultado de un acuerdo entre Rusia y Estados Unidos, ignorando los intereses y la voluntad de los países europeos, que desde que las delegaciones lideradas por Marco Rubio y Sergey Lavrov se reunieran por primera vez rompiendo la voluntad occidental de aislar completamente a Moscú, han tratado de imponer su presencia en la negociación para la resolución de la guerra.
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sábado, 9 de agosto de 2025
El Mundo según Rusia y la Pax Americana
Leonid Savin, Katehon
La visita del enviado especial del presidente de Estados Unidos, Stephen Witkoff, a Moscú y las declaraciones oficiales sobre la próxima reunión del presidente ruso, Vladímir Putin, y su homólogo estadounidense, Donald Trump, para discutir la resolución del conflicto en Ucrania vuelven a plantear la cuestión de un posible cese de las hostilidades y el inicio de un proceso de paz, si las condiciones satisfacen a todas las partes. Aunque se habla de paz, surgen connotaciones contradictorias y preguntas adicionales. ¿Se alcanzarán los objetivos de la operación militar especial anunciados por los dirigentes rusos? ¿Debilitará el supuesto alto el fuego a Rusia o, por el contrario, le dará nuevas oportunidades para defender sus intereses? ¿Qué pasará con las sanciones?
La próxima reunión y las posibles negociaciones se producen en un contexto de ampliación de la zona de control ruso en la línea de contacto, por lo que son evidentes los temores de que las decisiones diplomáticas puedan frustrar el éxito militar y político. Los precedentes históricos de las guerras ruso-otomanas y, en particular, la política traicionera de Gran Bretaña y, más tarde, de Estados Unidos, hacen que este riesgo sea bastante alto.
Pero, ante todo, al reflexionar sobre la paz, hay que tener en cuenta que la entendemos de forma algo diferente a, por ejemplo, los representantes de la cultura anglosajona. Una incursión en la etimología es importante para comprender lo que nos espera en el futuro.
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jueves, 7 de agosto de 2025
Propuestas y sanciones
Nahia Sanzo, Slavyangrad
A finales de junio, cuando comenzaba a hacerse evidente que la postura de Donald Trump hacia Rusia había cambiado completamente, Samuel Charap, de RAND Corporation, comentaba en The Trialogue -un podcast dedicado a las relaciones entre Estados Unidos, China y Rusia- la postura rusa hacia Washington y los países europeos. Charap, uno de los dos expertos que ha tenido acceso a los documentos de trabajo de las negociaciones Rusia-Ucrania de 2022 y cuya teoría es que lo trabajado entonces sigue siendo una base sobre la que construir una resolución a la guerra en el momento en el que se decida que el conflicto debe terminar, calificaba de “esquizofrénica” la postura rusa con respecto a los países europeos y Estados Unidos. En su valoración del cambio que se percibe en el liderazgo ruso, Charap mencionaba especialmente el calificativo que el Kremlin había dado en el pasado a los países europeos como simples proxis de Estados Unidos, origen de las políticas impuestas y, por lo tanto, culpable de sus consecuencias. Esta postura fue clara durante la administración Biden, cuando las capitales a ambos lados del Atlántico caminaban con pasos coordinados, pero bajo el claro liderazgo de Washington. Como destacaba Charap, el ascenso de Trump, con su retórica de buscar la paz y una estrategia muy diferente a la de Biden, provocó rápidamente un cambio en el discurso ruso, que pasó a destacar el beligerante papel, no de Estados Unidos, sino de los países europeos.
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miércoles, 6 de agosto de 2025
La semana del ultimátum
Nahia Sanzo, Slavyangrad
La semana del ultimátum comenzó ayer con una pregunta clara a Donald Trump: “¿Hay algo que pueda hacer Rusia para evitar las sanciones?”. Sin embargo, para Ucrania, más centrada en utilizar la anécdota para restar atención a la situación en el frente, la pregunta verdaderamente importante es dónde está Medvedev. “El concepto de paz a través de la fuerza funciona. En el momento en que aparecieron los submarinos nucleares estadounidenses, un borracho ruso, que acababa de amenazar con una guerra nuclear en X, de repente se quedó en silencio. Rusia sólo entiende una cosa: la fuerza”, escribió ayer por la mañana el siempre exultante jefe de la Oficina del Presidente. Aparentemente, paz quiere decir que Dmitry Medvedev haya recibido algún tipo de advertencia y haya dejado de postear en las redes sociales durante unos días. En esta guerra, en la que la batalla informativa parece para Ucrania tan importante como la real, cualquier cuestión, por mínima que sea, es susceptible de convertirse en un asunto capaz de cambiar el desarrollo de los acontecimientos. Así lo ha demostrado la actuación de Donald Trump que, al más puro estilo del espectáculo que rodea a su administración y a su familia, ha movilizado submarinos nucleares contra dos posts en las redes sociales.
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domingo, 3 de agosto de 2025
Incentivos y amenazas
Nahia Sanzo, Slavyangrad
Incapaz de mantener una mínima consistencia en su forma de actuar, Donald Trump ha pasado de afirmar en actos electorales que sería capaz de finalizar la guerra en 24 horas e incluso antes de tomar posesión del cargo a una política de bandazos que muestran su incapacidad para imponer el resultado que desea y también la desesperación de quien ya no sabe muy bien qué hacer para conseguir lo que pensaba haber logrado ya. Trump, que no esconde que opina que merece premios de la paz y que afirma haber resuelto conflictos de 500 años -posiblemente en referencia a India y Pakistán y su conflicto por Cachemira, cuyo origen está en 1948, no en la conquista de Akbar el Grande en 1586 y que no ha desaparecido sino que ha vuelto al statu quo anterior al ataque de Pahalgam-, ha renunciado a cualquier papel de mediación y exige una resolución rápida. Al fin y al cabo, qué es un conflicto de solo once años para el hombre que ha resuelto conflictos milenarios.
Lo que la prensa ha presentado como un cambio de rumbo del presidente de Estados Unidos, inicialmente favorable a Moscú, pero que finalmente ha sabido ver que Vladimir Putin no quiere la paz, se gestó el mes pasado y dio lugar al ultimátum de 50 días dado al presidente ruso para lograr la resolución de la guerra. De lo contrario, Rusia se expondría a sanciones prohibitivas que compartiría con los principales clientes de su sector energético, India y China, países a los que añadió también a Brasil, fundamentalmente como venganza política. En realidad, el cambio de rumbo no debe sorprender y se corresponde exactamente con el plan publicado hace más de un año por el America First Policy Institute y cuyo coautor es el general Keith Kellogg.
viernes, 1 de agosto de 2025
"Cañones o mantequilla"
Nahia Sanzo, Slavyangrad
“La presidenta de la Comisión Úrsula von der Leyen ha presentado este miércoles los planes para recortar la financiación de la Política Agraria Común de la Unión Europea de 386.600 millones de euros a apenas 300.000 millones a partir de 2027 como parte de la revisión profunda del próximo presupuesto a largo plazo del bloque”, explicaba ayer la edición europea de Politico. Para complementar esa noticia, habría que recordar el plan de rearme por valor de 800.000 millones de euros que la sonriente von der Leyen presentó el pasado marzo o el compromiso de invertir 600.000 millones más allá del nivel habitual en armamento estadounidense. El resultado es buena demostración de las prioridades del bloque comunitario y fiel reflejo de la expresión inglesa “guns or butter”, cañones o mantequilla.
“Al obligarle a elegir entre los cañones o la mantequilla, las sanciones le encierran en un vicio que se aprieta poco a poco”, afirmó en 2022 sobre las sanciones europeas el entonces líder de la diplomacia de la UE Josep Borrell. En ocasiones, las sanciones resultan contraproducentes y dañan tanto o más a los países que las imponen. Las tasas de crecimiento y el aumento de los salarios han sido, en estos tres primeros años de guerra rusoucraniana, superiores en Rusia que en la Unión Europea, que ahora elige los cañones, no necesariamente los propios, por delante de la mantequilla.
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miércoles, 30 de julio de 2025
La lógica del momento: guerra y financiación
Nahia Sanzo, Slavyangrad
Siguiendo el ejemplo de Donald Trump, capaz de abandonar una negociación y exigir a la otra parte que retorne a la diplomacia o de bombardear un país y exigir por ello un premio de la paz, Volodymyr Zelensky ha querido salir del embrollo político que ingenuamente se creó la semana pasada defendiendo las dos medidas tomadas. En esta guerra en la que el discurso es más importante que los hechos y los acontecimientos no tienen por qué corresponderse mínimamente con la opinión publicada, el presidente ucraniano ha presentado como un intento de garantizar la independencia de las instituciones anticorrupción -batalla que, contra toda evidencia, dice seguir luchando- tanto la legislación aprobada la semana pasada como la que espera aprobar esta. El discurso de Zelensky se mantiene firme y las palabras son las mismas para definir la ley que ponía a las instituciones creadas por y para el control occidental bajo el mando de la Fiscalía General que cuando exige a la Rada que vote, apenas unos días después, volver a devolverle la autonomía.
La contradicción no existe en la narrativa, creada a partir de las necesidades y no de la realidad. Para tapar ligeramente la evidente marcha atrás del presidente que sobreestimó sus fuerzas y subestimó las de sus oponentes, Zelensky se centra ahora en la idea de que los cambios buscaban y siguen buscando únicamente evitar la influencia rusa. Ayuda al presidente el hecho de que la retórica de la oposición haya sido exactamente la misma. Siguiendo la máxima que se ha repetido con sorna tantas veces en las redes sociales rusas, un agente ruso acusaba de ser agente ruso a otro. Mientras el bando de Zelensky acusaba a las agencias anticorrupción de haber sido infiltradas por Rusia, la oposición respondía señalando que el SBU, cuerpo que estaba realizando las redadas, era el que trabajaba para Moscú. Lógica decía que iba a ser suficiente, especialmente en un país que ha hecho de culpar a Rusia el único argumento necesario para justificar sus políticas, desde la operación antiterrorista que inventó para iniciar la guerra de Donbass hasta la prohibición de partidos pasando por la limitación progresiva del uso de la lengua rusa, vehicular en gran parte del país e incluso actualmente en el frente entre quienes luchan en el bando ucraniano.
El Cáucaso según Washington
Mario Lombardo, Altre Notizie
La administración Trump parece haber superado el estancamiento en los últimos días, involucrándose abiertamente en las intrigas estratégicas en curso en el Cáucaso Sur con una propuesta aparentemente neutral que finalmente revela las ambiciones de Washington en esta región. Tom Barrack, embajador de Estados Unidos en Turquía y plenipotenciario de Trump para Asia Occidental, ha propuesto una concesión de 100 años a una empresa o consorcio estadounidense para la gestión de la ruta, conocida como el "Corredor Zangezur", que atravesaría Armenia para conectar Azerbaiyán con su enclave occidental de Najicheván. Este proyecto ha estado sobre la mesa desde el acuerdo de paz de noviembre de 2020 que puso fin a la guerra entre Bakú y Ereván, pero ambos gobiernos han modificado desde entonces sus condiciones de implementación, bajo presión externa, con el objetivo específico de reducir drásticamente la influencia de Rusia e Irán en el Cáucaso Sur.
La última guerra por Nagorno-Karabaj entre Armenia y Azerbaiyán terminó en un desastre considerable para la primera, con la consiguiente pérdida definitiva de la región, predominantemente armenia, pero reconocida internacionalmente como territorio azerbaiyano. Rusia desempeñó un papel decisivo en la resolución del conflicto y confirmó su posición dominante en la zona. Uno de los puntos más importantes del tratado de paz fue el desbloqueo de todas las vías de transporte en la región, incluyendo las que conectaban Azerbaiyán con su república autónoma de Najicheván.
Si bien no se mencionó qué ruta o rutas específicas debían “desbloquearse” para este propósito, el texto establece claramente que “el control sobre las rutas de tráfico será ejercido por el Cuerpo de Guardia de Fronteras de la Federación Rusa”.
domingo, 27 de julio de 2025
Sobre la Multipolaridad Estructural
Leonid Savin, The Postil Magazine
Si observamos el estado del sistema internacional moderno, podemos concluir sin lugar a dudas que se encuentra en una etapa de transición, con procesos de transformación que afectan a la economía, la política, la geopolítica, las normas jurídicas e incluso las religiones. Dicho esto, también se habló de un período de transición en la década de 1990, cuando se derrumbó el sistema bipolar.
¿Cuáles son las diferencias fundamentales entre la transición actual y la anterior, y hacia dónde se dirige el sistema? Los países occidentales hablan ahora de la necesidad de preservar un «orden basado en normas», que remontan al final de la Segunda Guerra Mundial y al surgimiento del modelo de economía internacional de Bretton Woods.
Esta posición muestra claramente que el periodo de transición anterior no afectaba a este orden occidental, sino que tenía como objetivo cambiar los regímenes de aquellos países que se oponían o criticaban el modelo capitalista en economía y el liberalismo en política. En aquel momento, Occidente hablaba con entusiasmo de la transición del autoritarismo a la democracia y ofrecía, o más bien imponía, su visión de la estructura del Estado y las relaciones internacionales.
Al mismo tiempo, Occidente, especialmente Estados Unidos, apoyaba activamente las autocracias en Oriente Medio y otras regiones, siempre que siguieran la política del Consenso de Washington. Esta doble moral persiste hasta hoy, como lo demuestra el apoyo de Occidente a la política de genocidio descarado de Israel contra los palestinos y su crítica paralela a Rusia, que desde 2014 aboga por la protección de los derechos de los civiles en Ucrania, incluido el derecho a hablar su lengua materna, el ruso.
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miércoles, 23 de julio de 2025
Ataques de Ucrania contra civiles en el Donbas reflejan la desesperación de Kiev
El régimen de Kiev está intensificando sus maniobras terroristas contra territorio ruso.
Lucas Leiroz, Strategic Culture
La escalada de los ataques ucranianos contra áreas civiles en el Donbas revela no solo el carácter criminal de la conducta de Kiev sino también la creciente desesperación del régimen frente a la inminente victoria de las fuerzas rusas.
En un nuevo capítulo de esta estrategia terrorista, bombardeos recientes golpearon vecindarios residenciales en las ciudades de Donetsk y Gorlovka matando a civiles inocentes, destruyendo infraestructuras esenciales, áreas sin ningún valor militar en el momento.
De acuerdo con el Comité de Investigaciones de la Federación de Rusia un ataque tuvo lugar en el Distrito de Petrovsky de Donetsk que fue llevado a cabo por formaciones militares ucranianas empleando aparentemente cohetes HIMARS de fabricación norteamericana. Fragmentos encontrados en el lugar apuntan hacia misiles racimo de alta precisión que actualmente están siendo técnicamente analizados. El ataque se perpetró contra una pacífica área residencial sin tropas o equipos militares matando a cuatro civiles que se hallaban en un vehículo particular como parte de una procesión funeraria. Viviendas cercanas también fueron afectadas causando graves daños materiales, con un número de víctimas probablemente aumentando mientras continúan las investigaciones.
Uno, dos, tres, ¿por qué luchamos? Las guerras de la OTAN
El coronel Lawrence Wilkerson lo dijo sucintamente:
Ya estamos en la Tercera Guerra Mundial. De hecho, ya estamos inmersos en el extenso preámbulo de la Tercera Guerra Mundial.
Pepe Escobar, Strategic Culture
Todos los veteranos de Vietnam y quienes se resistieron al reclutamiento reconocerán el origen del titular de esta columna (es el estribillo de una canción antiguerra de Country Joe MacDonald de 1965). Ah, sí, ya no estamos a finales de los 60, así que es hora de renovarla (sin necesidad de IA) y expandirla: de ahora en adelante, tengan la seguridad que todos en el salvaje Oeste se verán obligados a luchar y/o soportar tres guerras de la OTAN que se solapan.
Guerra número 1
Es Europa contra Rusia, por supuesto. Ya no es una cuestión de poder: es una guerra directa, áspera y violenta. Considerando la avanzada podredumbre del frente ucraniano, ya proliferan nuevos frentes: el Cáucaso Sur; operaciones clandestinas en el Mar Báltico; el frenesí de reclutamiento del MI6 en Asia Central; nuevos actos terroristas en el Mar Negro, especialmente en Crimea.
El coronel Lawrence Wilkerson lo dijo sucintamente: ya estamos en la III Guerra Mundial. De hecho, ya estamos inmersos en el extenso preámbulo de la III Guerra Mundial. El director de circo de Washington D. C. y la clase multimillonaria y donante que lo respalda no tienen ni idea. Releer a Keynes (Las consecuencias económicas de la paz) es imprescindible como nunca antes. La historia se repite. Sin embargo, no estamos en 1914 ni en 1935; ahora podrían entrar en juego las armas nucleares.
lunes, 21 de julio de 2025
El componente militar de las amenazas de Trump
Donald Trump habría preguntado a Zelensky por qué Ucrania no ha atacado Moscú o San Petersburgo y si disponía de las armas para hacerlo. Tras la publicación de los detalles de la conversación, la Casa Blanca trató de negar los hechos y Trump, acostumbrado a refutar la realidad y tratar de cambiar el significado de sus palabras, alegó que solo se había tratado de una "inocente pregunta"
Nahia Sanzo, Slavyangrad
“El rechazo del presidente ruso, Vladímir Putin, a las propuestas de paz del presidente Donald Trump y sus continuas matanzas de civiles ucranianos en ataques a ciudades han frenado las esperanzas de alcanzar un acuerdo que ponga fin a la guerra o repare las relaciones de Moscú con Occidente”, escribe en su último artículo sobre la guerra de Putin el diario estadounidense The Washington Post. Este discurso, prácticamente único esta semana en los medios, evita explicar que el actual conflicto no puede resolverse con breves conversaciones entre presidentes y que nunca se ha llegado a un proceso de negociación en el que las partes trataran las cuestiones políticas, militares, territoriales y sociales que han llevado a la guerra, prerrequisito para un acuerdo que sea más que una imagen de compromiso de alto el fuego que presentar como un éxito que colapsaría poco después. Los análisis que están publicándose estos días omiten incluso que Estados Unidos ni siquiera dio a Rusia tiempo para responder o matizar la “propuesta final” preparada por Steve Witkoff antes de que esa hoja de ruta se convirtiera, gracias a la intervención de Keith Kellogg y Marco Rubio, en la contrapropuesta de Ucrania y sus aliados europeos.
En apenas unos días, la intervención externa hizo que los términos de la propuesta de Witkoff, tan breves y vagos que habrían sido manipulables como lo fueron los de Minsk, dejando abiertas las cuestiones territoriales y de seguridad, incluían el levantamiento de sanciones contra Rusia y el reconocimiento estadounidense de la soberanía sobre Crimea, fueran abandonados en favor de un documento en el que se especificaba que no habría limitaciones a la presencia de tropas extranjeras en territorio ucraniano, una de las causas de la guerra. Conscientes de que Rusia no puede aceptar si no es militarmente derrotada un documento en el que no se determinan unas fronteras -que quedan deliberadamente en el aire-, se abre la puerta a la adhesión futura de Ucrania a la OTAN y ni siquiera se levantan las sanciones, los países europeos, cuya propuesta era maximalista precisamente para evitar que pudiera ser debatida y acordada, elevaron la apuesta con un ultimátum. Francia, Alemania, el Reino Unido y Polonia dieron a Rusia 48 horas para aceptar un alto el fuego incondicional que ni siquiera venía acompañado de promesas de una negociación para lograr el final del conflicto, posiblemente porque mantenerlo sigue siendo la estrategia de los países europeos. De la guerra eterna al conflicto -político, económico y social- eterno.
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sábado, 19 de julio de 2025
Cómo el neoliberalismo devastó Rusia
Toda la campaña que vemos actualmente –incluida la guerra– contra los rusos debe entenderse estudiando la historia reciente del país en las últimas tres décadas
Eduardo Vasco, Strategic Culture
– En mi opinión, la economía de la Unión Soviética necesitaba cambios profundos en ese momento, pero no necesitaba ser destruida. Y eso fue lo que hicieron: destruyeron totalmente la economía, lo rompieron todo – señala Varvara Kuznetsova, de espaldas a una estantería llena de libros en ruso o español sobre América Latina, en la oficina donde trabaja. El edificio parece haber sido construido aún a finales del período zarista y está ubicado en la calle Bolshaya Ordynka, en el centro de Moscú.
Varvara es politóloga e investigadora del Instituto de América Latina de la Academia de Ciencias de Rusia. Fue fundado en la década de 1960. En la época de la URSS, la revista institucional tenía su propio corresponsal en México y había cerca de 80 empleados solo en el departamento de economía de la entidad. Actualmente, hay unos 60 empleados en todo el Instituto. En junio de 2022, cuando estuve en Moscú, conversamos sobre la transformación de la sociedad rusa, de una economía planificada a la jungla capitalista, en la década de 1990.
– Muchas personas no estaban preparadas mentalmente para vivir en esta competencia capitalista permanente – continúa, en portugués fluido. – Porque de repente se descubrió que solo valían las personas con capacidad para los negocios. Y los científicos, los profesores, los médicos, cuyo objetivo era trabajar por el bien del pueblo, por el desarrollo del país, de repente quedaron todos fuera. Lo que no tenía nada que ver con los negocios se fue a la basura.
– ¿Aumentaron mucho los problemas sociales?
– Evidentemente. Se creó un abismo en la desigualdad social. Los habitantes de la Unión Soviética solo conocían esto por los libros de historia, sabían que existía en la Rusia imperial, pero jamás imaginaron que fuera posible en sus propias vidas. Era inimaginable la desigualdad social que se inició en los años 90. Y además, muchas personas simplemente perdieron su dinero, sus ahorros. Los jubilados, por ejemplo, se quedaron sin nada.
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jueves, 17 de julio de 2025
Trump propuso a Zelenski atacar Moscú
Una sorprendente filtración del Financial Times revela que Donald Trump sugirió en una llamada telefónica a Volodimir Zelenski que Ucrania atacara Moscú con armas estadounidenses. Esta propuesta contradice la imagen de Trump como pacificador y arroja nueva luz sobre cómo plantea el conflicto.
Marc Vandepitte, De Wereld Morgen
Al parecer, el pasado 4 de julio Donald Trump propuso en una llamada telefónica al presidente ucraniano Volodimir Zelenski atacar Moscú con armamento estadounidense, tal como revela el influyente diario económico Financial Times basándose en varias fuentes bien informadas. Este llamamiento a la escalada contradice la imagen de Trump como pacificador y ofrece una nueva perspectiva sobre cómo está manejando el conflicto entre Rusia y Ucrania.
Según personas familiarizadas con la conversación, Trump preguntó explícitamente si Ucrania podía alcanzar Moscú e incluso San Petersburgo en caso de recibir armas de largo alcance de EEUU. Zelenski respondió afirmativamente: “Sin lugar a dudas. Podemos hacerlo si nos da las armas”. Trump habría expresado su apoyo a la idea y descrito la estrategia como una forma de “hacer que los rusos sientan el dolor” y obligar así al Kremlin a sentarse a negociar.
Este intercambio resulta aún más llamativo porque Trump había prometido durante su campaña “traer la paz” y poner fin rápidamente a la guerra en Ucrania. Incluso afirmó que podría lograrlo “en un solo día”.
Armas y sanciones
Después de la llamada Zelenski recibió en Roma una lista con posibles armas de largo alcance que podrían entregarse a través de aliados europeos. Esta forma de actuar permitiría a Trump evitar depender de la aprobación del Congreso en su país, ya que oficialmente EEUU sigue reacio a entregas directas de armamento que puedan considerarse una escalada.
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