lunes, 28 de abril de 2025

El silencio de Occidente sobre Gaza

¿Qué precio tendrían que pagar los principales periodistas, los políticos, los profesores titulares o algunos empresarios si culparan a Israel de cometer un genocidio en la Franja de Gaza?

Ilan Pappe, Palestine Chronicle

Las respuestas del mundo occidental a la situación en la Franja de Gaza y Cisjordania plantean una pregunta inquietante: ¿por qué el Occidente oficial, y la Europa occidental oficial en particular, son tan indiferentes al sufrimiento de los palestinos?

¿Por qué el Partido Demócrata de EEUU (el Republicano también) es cómplice, directa e indirectamente, del mantenimiento de la inhumanidad cotidiana en Palestina, una complicidad tan visible que probablemente fue una de las razones por las que perdieron las elecciones, ya que el voto árabe-estadounidense y progresista en estados clave no podía perdonar, y con razón, a Biden su participación en el genocidio de la Franja de Gaza?

Se trata de una pregunta pertinente, dado que estamos ante un genocidio televisado que ahora se ha renovado sobre el terreno. Es diferente de periodos anteriores en los que se mostró la indiferencia y complicidad occidentales, ya fuera durante la Nakba o durante los largos años de ocupación desde 1947.

Durante la Nakba y hasta 1967 no era fácil obtener información y la opresión posterior a 1967 fue en su mayor parte incremental y, como tal, ignorada por los medios de comunicación y la política occidentales, que se negaron a reconocer su efecto acumulativo sobre los palestinos.

domingo, 27 de abril de 2025

El desmadre programado que desborda a Trump


Claudio Katz, Viento Sur

Fiel a su estilo de arriesgado jugador, Trump provocó un caos en los mercados mundiales. Introdujo, retiró y reformuló una tabla de aranceles que desencadenó un desorden mayúsculo. Su bravata recreó las peores pesadillas financieras de las últimas décadas.

El magnate ha instalado un inédito escenario de crisis global precipitada adrede. Algunos analistas estiman que tiende a recular frente a los resultados adversos de sus medidas, pero otros consideran que sigue asustando a sus interlocutores para forzarlos a capitular.

También sobrevuela la superficial impresión que Trump se ha vuelto loco y que en su decadencia Estados Unidos ha quedado bajo el comando de un desorbitado. El magnate miente, insulta, agrede y parece gobernar a la primera potencia como si fuera un fondo de inversión. Pero en realidad sigue una estrategia aprobada por significativos grupos de poder y no hay que subestimarlo (Torres López, 2025).

Tiene tres objetivos en el plano económico: restaurar la hegemonía del dólar, reducir el déficit comercial e incentivar la repatriación de las grandes empresas. La jerarquía y articulación de esas metas es el gran interrogante del momento.

Centralidad monetaria

Algunos enfoques subrayan acertadamente la primacía de las metas financiero-monetarias sobre las comerciales o productivas. Destacan que Trump pretende instalar un dólar barato para exportar y un dólar alto como reserva de valor. Pretende favorecer las exportaciones estadounidenses, mientras asegura el status privilegiado de la divisa norteamericana como moneda mundial (Varoufakis, 2025).

Los dos principales asesores del presidente -Miran y Besset- han confirmado ese propósito, confesando que las presiones comerciales son un instrumento de las exigencias monetarias.

Para lograr la desvalorización del dólar y su permanencia como reserva de valor, Trump necesita reforzar el sometimiento de los Bancos Centrales de Europa y Japón. Esa subordinación es indispensable para preservar el rol de los títulos de la deuda estadounidense (Bonos del Tesoro), como principal refugio del capital.

sábado, 26 de abril de 2025

Historia arancelaria de EEUU: entre la realidad y la ficción política

El objetivo principal de Trump no era realmente la política de aranceles, sino recortar los impuestos sobre la renta de los ricos, reemplazándolos por aranceles como fuente principal de ingresos para el gobierno

Michael Hudson, Sin Permiso

La política arancelaria de Donald Trump ha sembrado el caos en los mercados, tanto entre sus aliados como entre sus enemigos. Esta anarquía refleja que su objetivo principal no era realmente la política de aranceles, sino recortar los impuestos sobre la renta de los ricos, reemplazándolos por aranceles como fuente principal de ingresos para el gobierno. Sacar concesiones económicas a otros países forma parte de la justificación que da para este cambio fiscal, presentándolo como un beneficio nacionalista para EEUU.

Su excusa --y quizá hasta se lo cree-- es que los aranceles por sí solos pueden revivir la industria estadounidense. Pero no tiene ningún plan para abordar los problemas que causaron la desindustrialización del país en primer lugar. No hay ni un ápice de reconocimiento de lo que hizo exitoso al programa industrial original de EEUU (y al de muchos otros países): inversión pública en infraestructura, un crecimiento sostenido en la inversión privada y en los salarios, protegidos por aranceles, y una regulación estatal firme. La política de Trump va justo en la dirección contraria: achicar el Estado, debilitar las regulaciones y vender la infraestructura pública para ayudar a financiar los recortes de impuestos para su clase donante.

Esto no es más que el mismo programa neoliberal de siempre, disfrazado de otra cosa. Trump lo vende como si apoyara a la industria, cuando en realidad hace lo contrario. Su movida no es un plan industrial de verdad, sino una jugada de poder para presionar económicamente a otros países mientras les baja los impuestos a los más ricos. El resultado inmediato: despidos masivos, cierre de empresas y subida generalizada de precios para los consumidores.

Introducción

El despegue industrial tan impresionante que vivió EEUU desde el final de la Guerra Civil hasta el inicio de la I Guerra Mundial siempre ha sido un dolor de cabeza para los economistas defensores del libre mercado. Y es que el éxito del país se debió justamente a políticas completamente opuestas a las que hoy defiende la ortodoxia económica. No se trata solo del contraste entre aranceles proteccionistas y libre comercio: EEUU creó una economía mixta, público-privada, en la que la inversión en infraestructura pública se desarrolló como un "cuarto factor de producción", no para generar beneficios, sino para ofrecer servicios básicos a precios mínimos, con el objetivo de abaratar el costo de vida y de hacer negocios del sector privado.

viernes, 25 de abril de 2025

El auge del fascismo del fin de los tiempos

La ideología gobernante de la extrema derecha se ha convertido en un monstruoso supervivencialismo supremacista. Nuestra tarea es construir un movimiento lo suficientemente fuerte como para detenerla. Para tener alguna esperanza de combatir a los fascistas del fin de los tiempos necesitaremos construir un movimiento rebelde y de corazón abierto de fieles amantes de la Tierra

Naomi Klein - Astra Taylor, Viento Sur

El movimiento a favor de las ciudades-Estado corporativas no puede creer su buena suerte. Durante años, ha estado promoviendo la idea extrema de que las personas ricas y reacias a pagar impuestos deberían levantarse y crear sus propios feudos de alta tecnología, ya sean nuevos países en islas artificiales en aguas internacionales (seasteading) o ciudades de la libertad favorables a los negocios, como Próspera, una urbanización cerrada glorificada combinada con un spa médico al estilo del salvaje oeste en una isla hondureña.

Sin embargo, a pesar del respaldo de los poderosos capitalistas de riesgo Peter Thiel y Marc Andreessen, sus sueños libertarios extremos se fueron estancando: resulta que la mayoría de los ricos y ricas que se precien no quieren vivir en plataformas petrolíferas flotantes, aunque eso signifique pagar menos impuestos, y aunque Próspera puede ser un lugar agradable para pasar las vacaciones y mejorar el cuerpo, su estatus extranacional está siendo impugnado actualmente en los tribunales.

Ahora, de repente, esta red de secesionistas corporativos, que antes era marginal, se encuentra llamando a las puertas abiertas del centro del poder mundial.

La primera señal de que la suerte estaba cambiando se produjo en 2023 cuando Donald Trump, en plena campaña electoral, aparentemente de la nada, prometió organizar un concurso que daría lugar a la creación de diez ciudades de la libertad en terrenos federales. En ese momento, el globo sonda, perdido en el aluvión diario de afirmaciones escandalosas, apenas se registró. Sin embargo, desde que la nueva administración asumió el poder, los aspirantes a fundadores de países han emprendido una campaña de presión, decididos a convertir la promesa de Trump en realidad.

“La energía en Washington es absolutamente eléctrica”, afirmó recientemente Trey Goff, jefe de gabinete de Próspera, tras un viaje al Capitolio. Según él, la legislación que allana el camino para una serie de ciudades-estado corporativas debería estar lista a finales de año.

jueves, 24 de abril de 2025

Guerras comerciales y fascismo


William I. Robinson, La Jornada

El punto de partida para cualquier análisis de la impactante coyuntura que sacude al mundo –guerras comerciales, genocidio, fascismo– es la crisis sin precedentes del capitalismo global. La crisis entraña cuatro dimensiones entrelazadas: la sobreacumulación y estancamiento crónico, la desintegración social generalizada, el colapso del orden internacional posterior a la Segunda Guerra Mundial, y la amenaza con agotar la biosfera.

El sistema experimenta una nueva ronda radical de restructuración y transformación basada en la revolución digital, sobre todo en la inteligencia artificial (IA), que modifica las fuerzas productivas y altera la relación del capital trasnacional con el trabajo y el Estado. El bloque hegemónico emergente aúna las grandes tecnológicas con las finanzas y el complejo militar-industrial de seguridad. La economía y la sociedad globales dependen cada vez más de las tecnologías digitales. Las corporaciones, los estados y las instituciones políticas y militares no pueden funcionar sin las tecnologías digitales, lo que hace que la sociedad global dependa en gran medida de las gigantescas corporaciones tecnológicas que gestionan y controlan estas tecnologías, así como del conocimiento para desarrollarlas y aplicarlas.

Los mercados globales están saturados. Existe una sobrecapacidad industrial masiva. La tasa de ganancia ha estado disminuyendo desde principios de siglo. La clase capitalista trasnacional (CCT) busca desesperadamente dónde descargar sus excedentes y abrir nuevos espacios de acumulación. La expansión extractivista depredadora implica oleadas de despojo. Los Estados se encuentran en una intensa competencia por los mercados y los recursos, intentando atraer la inversión de la CCT y asegurar los recursos que la acumulación requiere dentro del territorio nacional. El afán por apoderarse de recursos es fundamental en los acontecimientos de Palestina, Congo, Sudán, México, Colombia y otros lugares, así como en la reclamación de Trump sobre los minerales de Groenlandia, Canadá y Ucrania. La incesante presión expansiva au menta la inestabilidad y el conflicto.

La crisis política turca se intensifica rápidamente


Lucas Leiroz, Info Brics

La crisis política en Turquía se agrava cada vez más. Las tensiones internas en el país se están agravando, especialmente en relación con la rivalidad entre el presidente Recep Tayyip Erdogan y el alcalde de Estambul, Ekrem Imamoglu . Como resultado, la situación en Turquía se está desestabilizando rápidamente, lo que podría tener importantes consecuencias geopolíticas en varias zonas de influencia turca.

Las autoridades turcas arrestaron recientemente a Ekrem Imamoglu, acusándolo de corrupción y vínculos con el crimen organizado y organizaciones terroristas. Imamoglu ya había sido detenido en marzo, pero el tribunal de Estambul desestimó los cargos en ese momento por falta de pruebas. Ahora, sin embargo, la campaña contra el alcalde se está intensificando claramente.

La campaña llegó justo a tiempo para evitar que Imamoglu fuera confirmado por el Partido Republicano del Pueblo (CHP) como su candidato presidencial para las elecciones de 2028. El alcalde de Estambul ha ganado popularidad recientemente, principalmente debido a su rivalidad con Erdogan. Muchos analistas turcos y extranjeros ven a Imamoglu como una figura pública "capaz de derrotar a Erdogan", lo que sin duda ha preocupado al gobierno local.

Este contexto político ha hecho que la detención de Imamoglu sea extremadamente controvertida. Los opositores a Erdogan acusan al gobierno de llevar a cabo una cacería de brujas con motivaciones políticas, dirigida contra líderes rivales. El gobierno, en su defensa, alega que el poder judicial actúa con independencia y que no hay injerencia política en asuntos legales. Esta división entre los partidarios de Erdogan e Imamoglu ha creado un preocupante clima de tensión en la política nacional, agravando un peligroso escenario de polarización nacional.

miércoles, 23 de abril de 2025

La OTAN contra Europa

La Alianza Atlántica, con su aparato multidimensional, sigue presentándose como el mejor instrumento para mantener al Viejo Continente en una condición de «eterno» cautiverio geopolítico. Aquí se repasará parte de esta turbulenta historia

Daniele Perra, Strategic Culture

Lord Hastings, el primer secretario general de la OTAN, tuvo ocasión de afirmar que el propósito de la Alianza era mantener una firme presencia angloamericana en el continente europeo; Alemania en estado de sumisión y Rusia fuera de Europa. Unas décadas más tarde, tras el colapso de la URSS y con ella del Pacto de Varsovia (las razones existenciales de la propia OTAN, aunque naciera seis años antes que el Pacto de Varsovia), en un artículo publicado en la prestigiosa revista Foreign Affairs, el ex asesor y estratega de la Casa Blanca Zbigniew Brzezinski decía lo siguiente: «Europa es la cabeza de puente geopolítica fundamental de Estados Unidos en Eurasia. El papel de Estados Unidos en la Europa democrática es enorme. A diferencia de sus vínculos con Japón, la OTAN refuerza la influencia política y militar norteamericana en el continente euroasiático. Dado que las naciones europeas aliadas siguen dependiendo en gran medida de la protección norteamericana, cualquier expansión del alcance político de Europa supone automáticamente una expansión de la influencia norteamericana. Una Europa ampliada y una OTAN ampliada servirán a los intereses a corto y largo plazo de la política europea. Una Europa ampliada extenderá el radio de influencia de EEUU sin crear, al mismo tiempo, una Europa políticamente tan integrada que sea capaz de desafiar a EEUU en asuntos de importancia geopolítica, especialmente en Oriente Próximo». Brzezinski añadió a continuación el papel clave que desempeñaría Ucrania para mantener separadas a Europa y Rusia. Su «independencia dependiente» de Estados Unidos y la OTAN serviría, de hecho, de ejemplo para otros Estados «estratégicamente decisivos» del tablero euroasiático, como Azerbaiyán o algunas antiguas repúblicas soviéticas de Asia Central.

A principios de la década de 2000, de nuevo, el Secretario de Defensa de la administración Bush hijo, Donald Rumsfeld, observó cómo el centro de gravedad de la Alianza Atlántica se desplazaba rápidamente hacia el este: es decir, hacia aquellos países (como Polonia y los Estados bálticos) que deberían haber constituido un antemural (un auténtico «cordón sanitario») frente a Rusia. No es casualidad que el pensador francés Alain de Benoist subrayara a este respecto cómo los sentimientos auténticamente europeos de estos países se reducían tanto más cuanto más acentuado era su atlantismo. Al mismo tiempo, señalaba cómo la extensión sin ningún tipo de reforma de la Unión era absolutamente funcional al aumento de su impotencia (como deseaba el propio Brzezinski).

Michael Löwy sobre Francisco:
El pontífice inesperado

El estudioso marxista propone una lectura de las rupturas que marcó el papado de Francisco, en particular su apuesta por los pobres y su sensibilidad ecológica. ¿Fue Bergoglio apenas un paréntesis en la larga historia de la Iglesia católica o el inicio de una deriva distinta?

Michael Löwy, Jacobin

Con la muerte de Jorge Bergoglio, el Papa Francisco, desaparece una figura poco común que, en una Italia gobernada por los neofascistas y una Europa cada vez más reaccionaria, se distinguía por un sorprendente compromiso ético, social y ecológico.

Desde que Pío XII excomulgó a los comunistas, la izquierda solo podía esperar anatemas del Vaticano. ¿Acaso Juan Pablo II y Ratzinger no persiguieron a los teólogos de la liberación, acusados de utilizar conceptos marxistas? ¿No intentaron imponer a Leonardo Boff un «silencio obsequioso»? Es cierto que, desde el siglo XIX, siempre ha habido corrientes de izquierda en el catolicismo, pero solo han encontrado hostilidad por parte de las autoridades romanas. Por otra parte, las corrientes clericales críticas con el capitalismo solían ser bastante reaccionarias. Criticando el socialismo feudal o clerical en El Manifiesto Comunista, Marx y Engels constataban «su absoluta incapacidad para comprender el curso de la historia»; pero reconocían en esta mezcla de «ecos del pasado y estruendos del futuro» una «crítica mordaz y espiritual» que a veces podía «golpear a la burguesía en el corazón».

Max Weber ofrece un análisis más general sobre la relación entre la Iglesia y el capital: en sus trabajos sobre sociología de las religiones, constató la «profunda aversión» (tiefe Abneigung) de la ética católica hacia el espíritu del capitalismo, a pesar de las adaptaciones y los compromisos. Es una hipótesis que hay que tener en cuenta para comprender lo que sucedió en Roma con la elección del Papa argentino.

Jorge Bergoglio, el Papa Francisco

¿Qué podíamos esperar del cardenal Jorge Bergoglio, elegido Pontifex Maximum en marzo de 2013? Es cierto que era un latinoamericano, lo que ya significaba todo un cambio. Pero había sido elegido por el mismo cónclave que había entronizado al conservador Ratzinger y procedía de Argentina, un país donde la Iglesia no es famosa por su progresismo, ya que varios de sus dignatarios colaboraron activamente con la sangrienta dictadura militar de 1976. No fue el caso de Bergoglio: según algunos testimonios, incluso ayudó a esconderse o a abandonar el país a personas perseguidas por la Junta Militar. Pero tampoco se opuso al régimen: un «pecado de omisión», podría decirse. Mientras que algunos cristianos de izquierda, como el Premio Nobel de la Paz argentino Adolfo Pérez Esquivel, siempre lo apoyaron, otros lo consideraban como un opositor de derecha al gobierno de los «peronistas de izquierda» Néstor y Cristina Kirchner.

martes, 22 de abril de 2025

Armarse para salvar el capitalismo financiero

Las lecciones de Rosa Luxemburgo, Kalecki, Baran y Sweezy: ¿Cómo funciona el capitalismo?

Maurizio Lazzarato, El Sudamericano

«Cuando decimos sistema de guerra nos referimos a un sistema como el vigente que asume la guerra, aunque sólo sea planeada y no combatida, como fundamento y vértice del orden político, es decir, de la relación entre los pueblos y entre los hombres. Un sistema en el que la guerra no es un acontecimiento sino una institución, no una crisis sino una función, no una ruptura sino una piedra angular del sistema, una guerra siempre obsoleta y exorcizada, pero nunca abandonada como posibilidad real».
Claudio Napoleoni, 1986.
El advenimiento de Trump es apocalíptico, en el sentido literal que significa deshacerse de lo que oculta, sacar el velo, desvelar (?!). Su convulsa agitación tiene el gran mérito de mostrar la naturaleza del capitalismo, la relación entre guerra, política y beneficio, entre capital y Estado habitualmente cubierta por la democracia, por los derechos humanos, por los valores y la misión de la civilización occidental.

La misma hipocresía está en el corazón de la narrativa construida para legitimar los 840.000 millones de euros para el rearme que la UE le impone mediante el recurso al estado de excepción a los Estados miembros.

Armarse no significa, como dice Draghi, defender «los valores que han fundado nuestra sociedad europea» y han «garantizado durante décadas a sus ciudadanos la paz, la solidaridad y, con el aliado estadounidense, la seguridad, la soberanía y la independencia», sino salvar el capitalismo financiero.

Ni siquiera hacen falta grandes discursos ni documentados análisis para desenmascarar la pobreza de estas narrativas, bastó otra masacre de 400 civiles palestinos para sacar a la luz la verdad de la indecente cháchara sobre la exclusividad y la supremacía moral y cultural de Occidente.

Trump no es un pacifista, se limita a reconocer la derrota estratégica de la OTAN en la guerra de Ucrania, mientras las élites europeas rechazan la evidencia. La paz para ellos significaría volver al estado catastrófico al que han reducido a sus naciones.

La guerra debe continuar porque para ellos, como para los demócratas y el Estado profundo estadounidense, es el modo de salir de la crisis iniciada en 2008, como ya ocurrió con la gran crisis de 1929.

El nacimiento del nuevo orden internacional

Jeffrey Sachs sostiene que el mundo multipolar sólo surgirá cuando el peso geopolítico de Asia, África y América Latina refleje su creciente importancia económica.
Detalle de "Caminante sobre el mar de niebla", pintado por Casper David Friedrich (1817). La obra enfatiza el momento de suspensión en la transición de lo antiguo a lo nuevo

Jeffrey Sachs, Other News

Escribiendo desde su celda como prisionero político en la Italia fascista después de la Primera Guerra Mundial, el filósofo Antonio Gramsci declaró la famosa frase: "La crisis consiste precisamente en el hecho de que lo viejo está muriendo y lo nuevo no puede nacer: en este interregno ocurren los más variados fenómenos mórbidos". Un siglo después, nos encontramos en otro interregno y los síntomas mórbidos están en todas partes. El orden liderado por Estados Unidos ha terminado, pero el mundo multipolar aún no ha nacido. La prioridad urgente es crear un nuevo orden multilateral que pueda preservar la paz y el camino hacia el desarrollo sostenible.

Estamos al final de una larga ola de la historia humana, que comenzó con los viajes de Cristóbal Colón y Vasco da Gama hace más de 500 años. Estos viajes marcaron el comienzo de más de cuatro siglos de imperialismo europeo, cuyo pináculo fue el dominio global británico desde el final de las guerras napoleónicas (1815) hasta el estallido de la Primera Guerra Mundial (1914). Después de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos se estableció como el nuevo hegemón mundial. Durante este largo período, Asia estuvo marginada: según estimaciones macroeconómicas ampliamente aceptadas, en 1500 Asia producía el 65% del PIB mundial, pero en 1950 esa proporción se había desplomado al 19% (a pesar de albergar al 55% de la población mundial).

En los 80 años transcurridos desde la Segunda Guerra Mundial, Asia ha recuperado su lugar en la economía global. Japón lideró el crecimiento en las décadas de 1950 y 1960, seguido por los cuatro “tigres asiáticos” (Hong Kong, Singapur, Taiwán y Corea) a partir de las décadas de 1960 y 1970, luego China (alrededor de 1980) y la India (alrededor de 1990). Hoy en día, según estimaciones del Fondo Monetario Internacional, Asia representa alrededor del 50% de la economía mundial.

Teorizar la crisis capitalista

El sociólogo británico Simon Clarke propuso uno de los análisis más sofisticados acerca de cómo y por qué los sistemas capitalistas caen en crisis. Su trabajo sobre las contradicciones del capitalismo es una guía valiosa al enfrentarnos a una nueva era de agitación económica global.

Gregoris Ioannou, Jacobin

Simon Clarke fue un sociólogo británico que hizo una inmensa contribución al pensamiento marxista y a los estudios laborales antes de su muerte en 2022. Con su investigación teórica y empírica, dio ejemplo de cómo analizar los desarrollos del capitalismo en diferentes niveles simultáneamente y cómo situarlos en la historia.

Los libros más influyentes de Clarke, Keynesianism, Monetarism and the Crisis of the State (1988) y Marx’s Theory of Crisis (1994), contienen una serie de ideas clave sobre la dinámica del capitalismo. Su perspectiva distintiva sobre la crítica de la economía política tiene mucho que ofrecer en nuestro intento de comprender la era actual de agitación económica y convulsión ideológica.

Las contradicciones del capitalismo

Para entender el capitalismo hay que entender sus contradicciones innatas, porque son estas contradicciones las que lo configuran como un sistema holístico y dinámico y, al mismo tiempo, lo hacen vulnerable. A nivel macrosocial, la contradicción más crucial para Clarke era la que existía «entre la tendencia del capitalismo a desarrollar sin límites las fuerzas productivas y la necesidad de confinar ese desarrollo dentro de los límites de la rentabilidad».

lunes, 21 de abril de 2025

¿Hacia un cambio de régimen en Occidente?

Un régimen internacional que hace una década prácticamente se ahogó en el mar de deuda que había creado, se hunde en una inundación de deuda aún mayor, sin un final a la vista

Perry Anderson, London Review of Books

Transcurrido un cuarto de siglo, el cambio de régimen se ha convertido en un término canónico. Significa el derrocamiento, típica, pero no exclusivamente por parte de EEUU, de gobiernos de todo el mundo rechazados por Occidente, empleando para ello la fuerza militar, el bloqueo económico, la erosión ideológica o una combinación de estos. Sin embargo, originalmente el término significaba algo muy distinto: una alteración generalizada en el propio Occidente: no la transformación repentina de un Estado-nación por la violencia externa, sino la instauración gradual de un nuevo orden internacional en tiempos de paz. Los pioneros de esta concepción fueron los teóricos estadounidenses que desarrollaron la idea de los regímenes internacionales como acuerdos que garantizan relaciones económicas de cooperación entre los principales Estados industriales, que podrían o no adoptar la forma de tratados.

Estos, se sostenía, se desarrollaron a partir del liderazgo estadounidense tras la II Guerra Mundial, pero lo reemplazaron con la formación de un marco consensual de transacciones mutuamente satisfactorias entre los países líderes. El manifiesto de esta idea se materializó en 'Power and Interdependence', obra coescrita por dos pilares del establishment de la política exterior de la época: Joseph Nye y Robert Keohane, cuya primera edición, de las que tuvo muchas, apareció en 1977.

Aunque se presentaba como un sistema de normas y expectativas que ayudaba a asegurar la continuidad entre las diferentes administraciones en Washington al introducir una mayor disciplina en la política exterior estadounidense, el estudio de Nye y Keohane no dejaba lugar a dudas sobre sus resultados para Washington. «Los regímenes suelen ser favorables para EEUU porque es la principal potencia comercial y política del mundo. Si muchos regímenes no existieran, EEUU sin duda querría inventarlos, como lo hizo».(1) A principios de la década de 1980, se empezaron a publicar libros en esta línea: un simposio titulado 'International Regimes', editado por Stephen Krasner (1983); el propio tratado de Keohane, 'After Hegemonya' (1984); y una serie de artículos eruditos.

En la década siguiente, esta doctrina tranquilizadora experimentó una mutación con la publicación de un volumen titulado 'Regime Changes: Macroeconomic Policy and Financial Regulation in Europe from the 1930s to the 1990s', editado por Douglas Forsyth y Ton Notermans (estadounidense y holandés, respectivamente). Mantuvo, pero agudizó la idea de un régimen internacional, especificando la variante que prevalecía antes de la guerra, basada en el patrón oro; luego, el orden forjado en Bretton Woods, que lo sucedió después de la guerra; y, finalmente, detallando la desaparición de este sucesor en los años 1970.(2)

domingo, 20 de abril de 2025

La derecha cavernaria

Daniel Matamala, La Tercera

Mario Vargas Llosa no solo fue uno de los más grandes novelistas de nuestra lengua. Fue, además, un político y comentarista de derecha.

Pero no de cualquier derecha. Vargas Llosa abogaba por una derecha liberal, tanto en lo económico como en los derechos individuales, y democrática, distante a cualquier dictadura.

Como tal, Vargas Llosa condenó tanto las dictaduras de izquierda, partiendo por Cuba, como las de derecha, incluyendo al régimen de Pinochet.

En nuestro país fue muy cercano a Sebastián Piñera, a quien apoyó en cada una de sus campañas. Pero solía perder la paciencia ante la atracción de algunos políticos chilenos por el régimen de Pinochet y sus crímenes.

Célebre es su indignada respuesta al polemista libertario Axel Kaiser cuando en 2018 este intentó distinguir entre dictaduras malas, de izquierda, y “menos malas, por no decir mejores” como la de Pinochet. “Esta pregunta yo no te la acepto. No, las dictaduras son todas malas”, dijo enfático el novelista, quien agregó que “algunas pueden traer beneficios económicos a ciertos sectores, pero el precio que se paga por eso es intolerable e inaceptable (...) Todas las dictaduras son inaceptables”.

“Esta es la reacción que quería provocar”, musitó un desconcertado Kaiser. Vargas había demostrado la diferencia entre un verdadero liberal y estos autodenominados “libertarios”, que se llenan la boca con la palabra “libertad” pero están dispuestos a hacerse los lesos ante la más atroz represión de las libertades del individuo por parte del Estado (el secuestro, la tortura, el asesinato) cuando conviene a sus bolsillos.

Por qué el capitalismo no puede salvar el planeta

Reseña de The Price Is Wrong: Why Capitalism Won't Save the Planet, [El precio está equivocado: Por qué no puede salvar el planeta el capitalismo] (Verso, 2024), de Brett Christophers.

Randeep Ramesh, Sin Permiso

Vladimir Lenin definió una vez el comunismo como «el poder soviético más la electrificación de todo el país». Puede que sus palabras toquen la fibra sensible de los rebeldes verdes de hoy en día, que ven en la energía limpia una fuerza para el cambio transformador. Sin embargo, estos revolucionarios tienen todavía que ver su revolución. El año pasado fue el más caluroso de la historia y, muy probablemente, de los últimos cien mil años. Aunque están en auge las energías renovables, no crecen lo bastante rápido como para evitar el colapso climático.

Brett Christophers, catedrático de Geografía Económica de la Universidad de Upsala (Suecia), analiza las razones de esta situación y lo que puede hacerse al respecto. Christophers se ha dado a conocer gracias a una serie de libros que intentan sacar a la luz los sucios secretos del capitalismo, como Our Lives in Their Portfolios (Nuestras vidas en sus carteras), del año pasado [2023], sobre el sector de la gestión de activos. Su objetivo es hacer comprender a los lectores que han sido inducidos a una falsa sensación de seguridad por una doctrina económica que promete la salvación a sus adeptos. Del mismo modo, The Price is Wrong rechaza el razonamiento ortodoxo de que una mezcla de innovación tecnológica y magia de mercado bastará para salvar la Tierra.

Lo que está en juego es si los objetivos mundiales de mitigación del cambio climático pueden alcanzarse mediante esfuerzos por «ecologizar» la mayor fuente de emisiones de dióxido de carbono: la electricidad. Christophers es pesimista, pues la transición de los combustibles sucios a los verdes está actualmente lubricada por el propio capitalismo. Su escepticismo no es nuevo. Hay mucha gente de izquierdas que afirma que está en la naturaleza del capitalismo comportarse como destructor del medio ambiente, clima incluido.

El tsunami de aranceles: Trump desmantela la globalización y abre el frente contra China

Para preservar a toda costa la hegemonía de Estados Unidos, el presidente norteamericano da la vuelta a la tortilla, pero pone en juego el destino del imperio.

Roberto Iannuzzi, Intelligence for the People

El 2 de abril, el presidente estadounidense Donald Trump declaró una «emergencia nacional » al anunciar una lluvia de aranceles sobre todo tipo de productos importados. Las medidas afectaron tanto a países aliados como adversarios (gravámenes del 20% a las importaciones procedentes de la UE, del 24% a las de Japón, del 46% a las de Vietnam).

Los mercados financieros mundiales se han desplomado a medida que cundía el pánico entre empresas e inversores. Cuando el tsunami afectó también a los bonos del Estado estadounidense (activo refugio por excelencia) amenazando la estabilidad de la arquitectura financiera estadounidense, Trump dio marcha atrás parcialmente.

Pero la suspensión de 90 días de los llamados aranceles «recíprocos» recién impuestos no debe llevar a engaño. Se mantienen los aranceles básicos del 10% impuestos indiscriminadamente a todos los países (junto con los aranceles del 25% sobre el aluminio y el acero), pero sobre todo se mantienen los aranceles del 145% impuestos a China (a los que Pekín respondió elevando los aranceles contra Estados Unidos al 125%).

Estas medidas anuncian una guerra comercial sin precedentes entre los dos gigantes mundiales (con un PIB combinado de 46 billones de dólares) cuya integración económica había constituido la columna vertebral de la globalización hasta la fecha.

Está en juego un comercio anual de 700.000 millones y la disociación de dos superpotencias profundamente interdependientes económicamente.

De Reagan a Trump

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