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domingo, 15 de junio de 2025

La doble vara de medir de Occidente

Irán no tiene derecho a defenderse ni a responder a la agresión de Israel, como tampoco la resistencia palestina merece apoyo frente a la violencia genocida de Netanyahu. Occidente se ha dejado manipular por un psicópata que debería estar en la cárcel desde mucho antes del 7 de octubre, y que inventó la guerra y sus múltiples escaladas sólo para evitar la prisión. Y eso lo tolera Occidente. De ahí la profunda derrota, el rotundo fracaso y la bancarrota occidental que se hunde en el abismo de la violencia

Nahia Sanzo, Slavyangrad

Desde que comenzó en 2014 tras el golpe de Estado del Maidán, pero especialmente desde la invasión rusa de 2022, que provocó la respuesta conjunta de Occidente en defensa de Kiev, el conflicto ucraniano ha estado formado por tres aspectos fundamentales: un conflicto civil interno que se manifestó en la guerra de Donbass, el conflicto Ucrania-Rusia por Crimea y el énfasis ucraniano en su adhesión a la OTAN y una disputa más amplia entre Rusia y los países occidentales por la influencia en Ucrania.

Ese aspecto geopolítico ha implicado estos últimos tres años un intento de debilitar a Moscú militarmente para lograr los objetivos en Ucrania, pero también como parte de la lucha de EEUU y sus aliados europeos por mantener la hegemonía ante el ascenso de potencias como China o India, ambas miembros de los BRICS junto a Rusia, y perpetuar la sumisión del llamado Sur Global.

Convencer a esos países de que Rusia también es su enemigo ha sido uno de los objetivos de la diplomacia ucraniana, de las cancillerías europeas y del Departamento de Estado de EEUU durante la era Biden. Conseguir que esos países se sumaran a las sanciones contra Rusia, que al no haber sido aprobadas por el Consejo de Seguridad eran simplemente unilaterales y, desde el punto de vista de esos países, ilegales e ilegítimas, era la única forma de que se cumplieran las exageradas expectativas de Bruselas y Washington.

La ofensiva de llamadas, presiones y amenazas no fructificó y fueron solo los mejores amigos de la OTAN los que adoptaron las sanciones occidentales contra Rusia, mientras que otros países, entre los que destaca China, pero también India, un país mucho más cercano a las potencias occidentales, evitaron su imposición y han actuado en muchos casos como terceros países en la labor de esquivar las restricciones. El caso paradigmático no es el de la continuación de la venta de productos que Occidente considera de uso dual -civiles con posible uso militar, argumento por el cual periódicamente se culpa a China de colaborar con Rusia en una guerra en la que no ha suministrado armas-, sino la actuación de India (y Turquía, miembro de la OTAN) como país intermediario en la venta de crudo ruso.

lunes, 9 de junio de 2025

El gran juego de la guerra

Trump amenaza a Putin y al mismo tiempo declara que todo lo que está sucediendo es culpa de Zelenski

Manlio Dinucci, Voltaire

De todo lo que dice Trump, sus aliados del G7 sólo retienen lo que les conviene y ahora se preparan para celebrar la victoria de los nacionalistas integristas ucranianos y para financiar la reconstrucción de Ucrania. Poco importa que no exista tal "victoria" y que no haya dinero para pagar la reconstrucción de la que tanto hablan. Para los dirigentes occidentales la guerra es sólo un juego, pero somos nosotros quienes la pagamos.

Mientras se plantea la posibilidad de decretar "sanciones" contra Rusia, Trump declara: «Putin está matando un montón de gente. ¿Qué diablos le pasa? Se ha vuelto absolutamente loco, lanza misiles y drones sobre las ciudades de Ucrania sin ningún motivo. Lo que Putin no entiende es que si no fuese por mí muchas cosas verdaderamente feas le habrían sucedido ya a Rusia, cosas realmente feas. ¡Está jugando con fuego!»

La agencia TASS reporta que el día que Putin visitó la región rusa de Kursk, ya liberada de las fuerzas ucranianas que la habían invadido, el helicóptero en el que viajaba estuvo en el epicentro de una oleada de drones ucranianos, finalmente destruidos por la defensa antiaérea rusa.

Europa se aferra al statu quo de un mundo que ya no existe

La UE se ha convertido en un club de élites afines, unidas en apariencia pero movidas por la rivalidad y el interés propio

F. Andrew Wolf, Jr., The European Conservative

El rasgo distintivo de Europa Occidental hoy no es la unidad y fortaleza prometidas por sus fundadores, sino la obstinada ausencia de visión de futuro. Mientras Estados Unidos, China, Rusia e India construyen activamente su porvenir a largo plazo, Europa Occidental permanece anclada en la nostalgia. Sus políticos se aferran a soluciones del pasado. La agenda continental parece tener un único objetivo: preservar el statu quo de un mundo desaparecido.

La mentalidad retrógrada del liderazgo europeo ha convertido esta “unión” en un enclave de élites afines que compiten por influencia mientras se sabotean en privado. Concebida como fuerza geopolítica unificada, la UE se ha reducido a un club de intereses cínicos que perpetúa el dominio de unos pocos.

Alemania lucha por mantener su hegemonía económica, asegurando a Washington que es el único socio transatlántico confiable. Francia, expulsada de sus antiguas colonias africanas, compensa exhibiendo su arsenal nuclear sobre Europa. Reino Unido, antes reacio, ahora coquetea con reintegrarse al proyecto europeo. Los países más pequeños comprenden su papel de peones en el tablero geopolítico.

Bruselas se ha convertido en escenario de teatro burocrático. Figuras como Von der Leyen y Kallas pronuncian discursos grandilocuentes carentes de sustento real. La pantomima de unidad europea se revela cada vez más hueca.

jueves, 5 de junio de 2025

En Pekín, en una mañana tranquila, el reinado del dólar se esfumó

Es el temor a que Estados Unidos no pueda seguir el ritmo de los nuevos ecosistemas financieros construidos por China, o de la sofisticación del yuan digital

Alastair Crooke, Giubbe Rosse News

Creo que para comprender la revolución de Trump debemos partir de la idea de que la derrota conduce a la revolución. La experiencia que se está viviendo en Estados Unidos, aunque no sabemos exactamente cómo será, es una revolución. ¿Es una revolución en sentido estricto? ¿Es una contrarrevolución?.

Así lo afirmó el filósofo francés Emmanuel Todd en su conferencia celebrada en abril en Moscú, «Desde Rusia con amor»
Esta [revolución de Trump] está, en mi opinión, ligada a la derrota. Varias personas me han informado de conversaciones entre miembros del equipo de Trump, y lo que llama la atención es su conciencia de la derrota. Personas como JD Vance, el vicepresidente, y muchos otros, son personas que han comprendido que Estados Unidos ha perdido esta guerra.
Esta conciencia estadounidense de la derrota, sin embargo, contrasta fuertemente con la sorprendente falta de conciencia de los europeos —o más bien, con su negación— de la derrota:
Para Estados Unidos, se trata fundamentalmente de una derrota económica. La política de sanciones ha demostrado que el poder financiero de Occidente no era omnipotente. A los estadounidenses se les ha recordado la fragilidad de su industria militar. Quienes trabajan en el Pentágono saben bien que una de las limitaciones de su acción es la capacidad limitada del complejo militar-industrial estadounidense. «Que Estados Unidos se encuentra en medio de una grave revolución, en este momento —fácilmente comparable al fin de la URSS—, es algo que pocos comprenden». Sin embargo, nuestros prejuicios —políticos e intelectuales— a menudo nos impiden ver y asimilar el alcance de esta realidad.
Todd, en su honor, admite sin reparos la dificultad de la percepción:
Debo admitir que cuando el sistema soviético se derrumbó efectivamente, no fui capaz de prever la magnitud de la desintegración y el nivel de sufrimiento que esta desintegración causaría a Rusia. Mi experiencia me ha enseñado algo importante: el colapso de un sistema es tanto mental como económico… No entendía que el comunismo no era solo una organización económica, sino también un sistema de creencias, una cuasi-religión, que estructuraba la vida social soviética y rusa. La desintegración de las creencias conduciría a una desorganización psicológica mucho mayor que la desorganización económica. Hoy en día, en Occidente estamos llegando a una situación de este tipo.

miércoles, 4 de junio de 2025

La ley del más fuerte

Trump ha llevado a cabo una serie de acciones que de hecho reactivan la carrera armamentista


Manlio Dinucci, La Haine

Trump ha declarado que «la guerra en Ucrania no es [su] problema». Y de hecho es cierto, en la medida en que esa guerra se inició en 2014, con el golpe de la plaza Maidan, bajo la batuta de la administración del entonces presidente Barack Obama, con Joe Biden como vicepresidente de EEUU.

Pero también está el hecho que el presidente Trump, después de haberse comprometido durante su campaña electoral a poner fin a la guerra negociando directamente con el presidente Putin, no lo ha hecho, pero sigue suministrando armas a Kiev desde que Zelenski firmó el acuerdo que permitiría a EEUU explotar los recursos minerales de Ucrania. Al mismo tiempo, la OTAN, en cuyo seno Washington mantiene el mando, prosigue su escalada belicista contra Rusia.

En ese contexto aparece el 17º paquete de "sanciones" de la Unión Europea contra Rusia -los dirigentes de la UE anunciaron incluso que ya están preparando un 18º paquete de medidas contra Rusia. Y, al mismo tiempo, la Unión Europea proporciona a Kiev un apoyo financiero creciente con el que sigue alimentando la guerra contra Rusia. Ese apoyo europeo ya se eleva, por ahora, a 148 000 millones de euros, suma que incluye más de 50 000 millones destinados a objetivos directamente militares, como la compra de armamento y el entrenamiento de las tropas ucranianas. A todo eso hay que agregar el gasto militar en constante aumento de los países europeos miembros de la OTAN.

domingo, 1 de junio de 2025

Alemania cruza la línea roja: Moscú podría responder con Oreshnik, o algo más serio

Berlín da otro peligroso paso hacia una guerra total en Europa

Lucas Leiroz, Strategic Culture

Con la creciente injerencia occidental, el conflicto en Ucrania podría estar a punto de entrar en una nueva fase más peligrosa. Tras la declaración de Berlín de apoyo a la producción ucraniana de misiles de largo alcance, resurge la posibilidad concreta de ataques en territorio ruso profundo con armamento occidental. Esto marca una escalada cualitativa que altera profundamente la naturaleza de la guerra, con posibles consecuencias devastadoras.

Las armas en cuestión son capaces de alcanzar objetivos críticos en el interior del territorio ruso, lejos del frente. Aunque oficialmente se atribuyen a Ucrania, es ampliamente reconocido que el uso de tales armas requeriría asistencia técnica extranjera. En este contexto, Alemania pasa de ser un partidario pasivo a cogestor de ataques estratégicos, asumiendo riesgos que previamente había evitado.

Moscú interpreta esta acción alemana como hostil, y ya se han emitido claras advertencias sobre represalias proporcionales. En tal escenario, resulta imposible ignorar la doctrina nuclear actualizada de Rusia, que permite el uso de armas nucleares en caso de amenaza a la integridad del Estado, incluyendo ataques convencionales a gran escala contra infraestructuras vitales.

Esto no significa que un ataque nuclear sea inminente. Sin embargo, la mera inclusión de esa posibilidad en la ecuación estratégica ya marca un punto de inflexión. La guerra indirecta, hasta ahora mantenida dentro de ciertos límites, se acerca al riesgo real de una confrontación directa entre grandes potencias.

viernes, 30 de mayo de 2025

Trump o la encarnación de la incertidumbre


Raúl Zibechi, LaJornada

La conducta de Trump es una puesta en escena de la incertidumbre”, sostuvo el historiador Emmanuel Todd en su conferencia en la Academia de Ciencias de Rusia, el 23 de abril en Moscú (https://goo.su/C0ilz). El título de su conferencia fue “Antropología y realismo estratégico en las relaciones internacionales” y aborda cuestiones que ya mencionó en su libro La derrota de Occidente, mientras analiza otras como el gobierno de Donald Trump, que no aparecían en su obra.

Voy a desgranar algunas ideas que nos pueden interesar a los movimientos anticapitalistas, centradas en las consecuencias de la inevitable caída del imperio. Para ilustrar la profundidad de esa caída, Todd sostiene que no estamos simplemente ante el fracaso económico y militar de Estados Unidos, sino ante algo mayor que define como “una dislocación de las creencias que han organizado la vida social occidental durante varias décadas”. No tiene dudas de que estamos ante el comienzo de una caída de Estados Unidos, pero indica que “debemos estar preparados para ver cosas mucho más dramáticas”.

Para no reincidir en cuestiones ya comentadas que vienen en su último libro, me centraré en lo que Todd denomina “la revolución de Trump”. Como toda revolución, contiene una violencia extraordinaria que se manifiesta, internamente, en “una lucha contra las universidades, contra la teoría de género, contra la cultura científica, contra la política de inclusión de los negros en las clases medias estadunidenses, contra el libre comercio y contra la inmigración”.

jueves, 29 de mayo de 2025

La narrativa occidental se desmorona

La “verdad» que difunden los medios occidentales se está desmoronando bajo la presión de medios e investigadores independientes, documentos filtrados y la realidad vivida

Pascal Lottaz, La Haine

Durante décadas, Occidente controló la narrativa. Las guerras se disfrazaron con el lenguaje de la libertad, las invasiones se vendieron como misiones humanitarias, el público recibió nobles mentiras disfrazadas de patriotismo y un envoltorio mediático sofisticado. Pero esa era está llegando a su fin. A medida que se abren grietas en el panorama mediático occidental, las élites entran en pánico, no porque hayan perdido sus bombas, sino porque están perdiendo la narrativa. Y sin la narrativa, el imperio se desmorona.

En una conversación con el periodista belga y escritor pacifista Michel Collon en Neutrality Studies, analizamos las numerosas mentiras mediáticas que Occidente ha fomentado incesantemente durante las últimas décadas. La verdadera batalla no está en Gaza, ni en el Donbás, ni en el Mar de China Meridional; está en tu cabeza. Es la lucha por decidir quién define la verdad, el victimismo y la violencia. La buena noticia es que, ahora mismo, los viejos narradores están perdiendo el control.

Las cinco mentiras que venden toda guerra

Es un manual tan trillado que debería insultar a cualquiera que preste atención.

Una tormenta en Occidente: el paradigma intelectual liberal está roto

Héctor es engañado para entrar en combate y muere bajo las murallas de Troya. Trump bien podría entender la moraleja de la historia de La Ilíada.

Alastair Crooke, Strategic Culture

El año pasado, en San Petersburgo, me pregunté: ¿Saldrá Occidente de su guerra cultural como un socio potencial más receptivo? ¿O se desintegrará y recurrirá a la belicosidad para intentar mantener la paz?

Bueno, eso era entonces. La «contrarrevolución» está ahora en marcha bajo la forma de la «tormenta» de Trump. Y Occidente ya se ha desmoronado : el Proyecto Trump está poniendo patas arriba a Estados Unidos, y en Europa hay crisis, desesperación y una furia por derrocar a Trump y a «toda su obra».

¿Es esto entonces «todo»? ¿La rebelión anticipada contra la imposición cultural «progresista»?

No. Este no es el alcance de los sigilosos y estruendosos cambios que se están produciendo en Estados Unidos. Estos están provocando cambios políticos mucho más complejos. No será un simple duelo entre republicanos y demócratas. Porque aún queda otro golpe por dar, más allá de la revolución MAGA.

La verdadera acción en Estados Unidos no se desarrolla en seminarios en Brookings ni en artículos de opinión del New York Times . Sucede entre bastidores, fuera de la vista; fuera del alcance de la alta sociedad y, en su mayoría, fuera de guion. Estados Unidos está experimentando una transformación más parecida a la que sufrió Roma en la época de Augusto.

martes, 27 de mayo de 2025

Gaza, genocidio abierto


Carlos Fazio, La Jornada

Por más tramoyas, malabarismos semánticos e intentos de blanqueo que haga el régimen colonialista de Benjamin Netanyahu, lo que ocurre desde el 7 de octubre de 2023 en la franja de Gaza se tipifica como genocidio (del prefijo griego genos, que significa raza o tribu, y el sufijo latino cide, que significa asesinato), y está reconocido y codificado por la ONU como delito de lesa humanidad. Hay que terminar, pues, con el mito de la guerra en Gaza. Y con las falsas equivalencias –diseminadas por la CIA y el MI6– entre una potencia militar nuclear regional, que cuenta con el apoyo irrestricto y la complicidad de EEUU y la OTAN, y la inclaudicable resistencia de un pueblo que lucha por su autodeterminación en los territorios palestinos ocupados por Israel desde 1967.

Según el derecho internacional, Israel es una potencia ocupante y ha estado impulsando una lógica genocida que es parte intrínseca de su proyecto colonial de asentamiento en Palestina. La naturaleza y escala abrumadoras del asalto israelí a Gaza ha superado los límites de lo inimaginable. Desde su creación, Israel tipifica como un Estado canalla (rogue state o nación fuera de la ley), que no se considera obligado a actuar de acuerdo con las normas de la Carta de la ONU. Y en la actualidad, cada vez más desacreditado a escala internacional y erosionado el falso recurso del antisemitismo para estigmatizar a sus críticos, el asesino serial Netanyahu sigue aferrándose a la teoría del loco, concepto usado por Richard Nixon, pero que, según Noam Chomsky, fue ideado en los años 50 del siglo pasado por el Partido Laborista de Israel, cuyos líderes “predicaban a favor de los actos de locura”, según recordó en su diario el ex primer ministro Moshe Sharett, y advertían que se volverían locos o potencialmente fuera de control, para beneficiarse y con una extraordinaria fuerza destructiva a su disposición –como en la actual coyuntura–, obligar a sus adversarios a inclinarse ante su voluntad, por temor.

El 20 de mayo, el líder del Partido Demócrata israelí, general retirado Yair Golan, denunció en la emisora pública Kan que Israel está “matando a bebés como pasatiempo” y podría convertirse en un “Estado paria” si no actúa con racionalidad y deja de cometer atrocidades contra civiles en Gaza. En el paroxismo de su perversión, Israel ha transformado Gaza en un mundo sin civiles; en un espacio donde toda la población es un enemigo que debe ser eliminado o desplazado por la fuerza. El 24 de mayo, la relatora especial de la ONU para Palestina, Francesca Albanese, denunció que el bombardeo israelí de la casa de la pediatra Alaa Al-Najjar, que mató a nueve de sus 10 hijos, representaba un “patrón sádico distintivo de la nueva fase del genocidio”. La doctora recibió los cuerpos de sus hijos envueltos en mortajas blancas mientras trabajaba en el hospital al-Tahrir del Complejo Médico AlNasser; ocho estaban carbonizados.

lunes, 26 de mayo de 2025

¿Por qué los dirigentes occidentales son unos payasos tan perturbados?

¿Cerebros devorados por un virus? ¿Demencia senil? ¿Solo los enfermos chantajeados por el sionismo deberían postularse?

Kevin Barrett, The Unz Review

Últimamente se ha observado mucho. La gente está notando el genocidio de Gaza. Se está dando cuenta de que los líderes occidentales, especialmente los estadounidenses, lo están permitiendo. Y se está notando la relación entre la complicidad en el genocidio y la pésima calidad del liderazgo que prevalece en Occidente hoy en día.

El último episodio de False Flag Weekly News , con la participación del profesor Oliver Boyd-Barrett , abordó directamente el tema del liderazgo ineficaz. Comenzamos con el análisis de dos ensayos destacados, ambos publicados esta semana: "Dementia Joe and President Sybil: Pathologies of American Presidents" de AJ Smuskiewicz y "Aggressive Virus Feeds on Brains of Western Leaders" del propio profesor Boyd-Barrett (una continuación de su artículo "Devious US Intention and Incompetence Always Good for Genocide").

Smuskiewicz señala que POTUS-46, también conocido como "Dementia Joe, mejor conocido como Genocida Joe", estaba aún más descerebrado de lo que pensábamos, como explica el nuevo libro de Jake Tapper . Casualmente, justo cuando el libro de Tapper planteaba dudas sobre la extrema malversación y posible traición por parte de los asesores de Zombie Biden, nos enteramos de que a Biden le diagnosticaron repentinamente un cáncer de próstata con una puntuación de Gleason de 9/10, que debió de estar propagándose durante muchos años. ¿Acaso los asesores de Biden también lo ocultaron? Oliver Boyd-Barrett comenta:
Aceptemos simplemente que sufría de demencia y que, durante un largo periodo, tuvimos un presidente que no era realmente funcional. Pero se podría decir que, bueno, un presidente que ha tomado buenas decisiones en cuanto a asesores, secretarios de Estado, etc., aun así, se puede mantener un buen gobierno. Pero lo que de hecho ocurrió fue que personas como Sullivan y Blinken tomaron el control del gobierno en nombre de la camarilla neoconservadora que, al menos, ha gobernado hasta la investidura de Trump, y creo que aún gobierna Estados Unidos.
Así que tener un presidente zombi con muerte cerebral controlado por los manipuladores de la camarilla neoconservadora fue bastante conveniente para esa camarilla. Para empezar, facilitó el primer genocidio transmitido en vivo del mundo. ¿Sigue gobernando la camarilla? ¿Están usando a otro septuagenario trastornado?

El trastorno de Trump se manifiesta en el comportamiento errático satirizado por Smuskiewicz:

viernes, 23 de mayo de 2025

Israel y la máscara de Occidente


Editorial La Jornada

El ejército de ocupación de Israel realizó disparos directos con munición real contra una misión diplomática conformada por representantes de México, Francia, Reino Unido, Canadá, España, Rusia, la Unión Europea, Egipto, Jordania, Marruecos, Portugal, China, Austria, Brasil, Bulgaria, Turquía, Lituania, Polonia, Japón, Rumania, Sri Lanka, Canadá, India, Chile y otros países en Jenin, ciudad de la Cisjordania ocupada ilegalmente. De acuerdo con un miembro de la comitiva, "no fue sólo una o dos veces, sino disparos repetidos; es una locura, no es normal". Estambul afirmó que el incidente "es una nueva demostración del sistemático desprecio de Israel por el derecho internacional y los derechos humanos". La mayoría de estados afectados han condenado los hechos, pero hasta el cierre de esta edición ninguno ha ido más allá de convocar al respectivo embajador de Tel Aviv a fin de que dé explicaciones.

Horas después, el primer ministro Benjamin Netanyahu efectuó su primera conferencia de prensa en cinco meses, durante la cual se expresó "listo para poner fin a la guerra bajo condiciones claras que garanticen la seguridad de Israel", entre las que mencionó llevar a cabo "el plan de Trump, tan correcto y revolucionario". El "revolucionario" plan es nada menos que la limpieza étnica completa de la franja de Gaza y el traslado forzoso de sus 2 millones de habitantes a otros países. De este modo, el premier hizo explícita la política que Tel Aviv ha implementado en la práctica durante ocho décadas masacrando palestinos y haciendo insoportable la existencia de los sobrevivientes. Resulta aterrador constatar hasta qué punto el accionar de Netanyahu y la inmensa mayoría de sus predecesores coincide con la de Adolf Hitler entre 1933 y 1938, cuando el líder nazi alentaba la emigración masiva de los judíos alemanes, se felicitaba por los que había obligado a huir y reprochaba a Occidente por restringir la entrada de refugiados.

jueves, 22 de mayo de 2025

La "transición" hacia un nuevo orden mundial está fuera del alcance de Occidente

No busquen en las élites europeas una visión coherente sobre el orden mundial emergente. Están en crisis y preocupadas por salvarse ante el desmoronamiento de la esfera occidental

Alastair Crooke, Strategic Culture

Incluso la necesidad de transición -para que quede claro- apenas ha comenzado a reconocerse en EEUU.

Sin embargo, para los dirigentes europeos y para los beneficiarios de la financiarización que lamentan con altivez la "tormenta" que Trump desató imprudentemente sobre el mundo, sus tesis económicas básicas son ridiculizadas como nociones extrañas completamente divorciadas de la "realidad" económica.

Eso es completamente falso.

Porque, como señala el economista griego Yanis Varoufakis , la realidad de la situación occidental y la necesidad de transición fueron claramente explicadas por Paul Volcker, ex presidente de la Reserva Federal, ya en 2005.

El duro «hecho» del paradigma económico globalista liberal era evidente incluso entonces:
Lo que mantiene unido al sistema globalista es un flujo masivo y creciente de capital desde el extranjero, que supera los 2 mil millones de dólares cada día laborable, y sigue creciendo. No hay sensación de tensión. Como nación, no pedimos prestado ni mendigamos conscientemente. Ni siquiera ofrecemos tasas de interés atractivas, ni tenemos que ofrecer a nuestros acreedores protección contra el riesgo de una depreciación del dólar.

Todo es bastante cómodo para nosotros. Llenamos nuestras tiendas y garajes con productos del extranjero, y la competencia ha sido un fuerte freno para nuestros precios internos. Sin duda, ha ayudado a mantener los tipos de interés excepcionalmente bajos a pesar de la disminución de nuestros ahorros y el rápido crecimiento.

Y también ha sido cómodo para nuestros socios comerciales y para quienes aportan el capital. Algunos, como China [y Europa, en particular Alemania], han dependido en gran medida de la expansión de nuestros mercados internos. Y, en general, los bancos centrales de los países emergentes han estado dispuestos a mantener cada vez más dólares, que, después de todo, son lo más cercano que el mundo tiene a una moneda verdaderamente internacional.

"La dificultad es que este patrón aparentemente cómodo no puede continuar indefinidamente".

lunes, 19 de mayo de 2025

La izquierda que olvidó a Marx y la derecha que entendió a Gramsci

Gramsci está de moda. Pero mientras unos lo recitan como un relicario oxidado colgado del cuello de una retórica sin cuerpo, otros lo entienden como manual operativo, lo convierten en estrategia.
Un mural de Antonio Gramsci en Roma


René Ramírez, Jacobin

La izquierda contemporánea anda recitando a Gramsci como si sus ideas fueran souvenirs de una revolución institucionalizada. «Pesimismo de la inteligencia, optimismo de la voluntad» se repite como mantra en cafés universitarios, discursos de campaña, manuales de autoayuda progresista y más allá. Mientras tanto, la extrema derecha toma notas, ordena sus cuadros, construye sentido común y gana elecciones. Más grave, aún el triunfo electoral de este lado sobreviene solo cuando la derecha deja «tierra arrasada». A diferencia de la primera ola progresista, que supo irrumpir en tiempos de crisis con un proyecto político propio, hoy llegamos cuando no queda piedra sobre piedra, como parteras de lo que otros destruyeron. Y gobernar desde los escombros no es gobernar: es resistir con oxígeno prestado. Ganar por la negativa es condenar a cualquier proyecto político a la no sostenibilidad histórica.

Gramsci está de moda. Lo citan tanto los herederos de Laclau como los asesores de Vox, Javier Milei y Jair Bolsonaro. Pero mientras unos lo recitan como un relicario oxidado colgado del cuello de una retórica sin cuerpo, otros lo entienden como manual operativo. Lo convierten en estrategia: construcción hegemónica en tiempo real. Nosotros, atrapados en la obsesión por las narrativas, hemos ido olvidando la materia, hemos ido olvidando a Marx. Nos hemos vuelto huérfanos del modo de producción, ciegos ante la arquitectura material que da forma a las subjetividades.

Porque sí, camaradas de Twitter y militantes del algoritmo: la subjetividad no flota en el aire, no nace en TikTok ni muere en X. La subjetividad se estructura en la relación social con la producción, con la distribución, con el reparto del tiempo, del suelo y del hambre. ¿Qué materialidad proponíamos cuando la tecnología privatizada construía individuos antisociales y antidemocráticos, moldeados por algoritmos adictivos y discursos de odio personalizados? ¿Dónde estábamos cuando las plataformas enseñaron que todo es competencia y que la culpa siempre es del otro pobre, del otro repartidor, de la otra uberista, del otro migrante, la otra feminista, en fin, del otro que no se sacrifica en la misa neoliberal del mérito?

domingo, 18 de mayo de 2025

Sobre el pánico moral y el valor de hablar: El silencio de Occidente sobre Gaza


Ilan Pappé, Sinistra in Rete

Las reacciones del mundo occidental ante la situación en la Franja de Gaza y Cisjordania plantean una pregunta inquietante: ¿por qué Occidente oficial, y en particular Europa occidental oficial, es tan indiferente al sufrimiento de los palestinos?

¿Por qué el Partido Demócrata de Estados Unidos es cómplice, directa e indirectamente, de la inhumanidad cotidiana en Palestina, una complicidad tan evidente que probablemente fue una de las razones por las que perdió las elecciones, ya que el voto árabe-estadounidense y progresista en estados clave no podía, y con razón, perdonar a la administración Biden su papel en el genocidio de la Franja de Gaza?

Es una pregunta pertinente, ya que nosenfrentamos a un genocidio retransmitido en directo que ahora se ha renovado sobre el terreno. Es diferente de épocas anteriores en las que se demostró la indiferencia y la complicidad occidentales, tanto durante la Nakba como en los largos años de ocupación desde 1967.

Durante la Nakba y hasta 1967, no era fácil obtener información, y la opresión posterior a 1967 fue en su mayor parte gradual y, como tal, ignorada por los medios de comunicación y la política occidentales, que se negaron a reconocer su efecto acumulativo sobre los palestinos.

Pero estos últimos dieciocho meses son muy diferentes. Ignorar el genocidio en la Franja de Gaza y la limpieza étnica en Cisjordania solo puede describirse como intencionado y no como ignorancia. Tanto las acciones de los israelíes como el lenguaje que las acompaña son demasiado visibles para ser ignorados, a menos que los políticos, los académicos y los periodistas decidan hacerlo.

miércoles, 14 de mayo de 2025

La impotencia de la Diplomacia estadounidense

Una primera evaluación de la acción diplomática estadounidense lleva, por lo tanto, a la conclusión inevitable de que existe un problema estructural, una incapacidad fundamental para gestionar, a este nivel, la contradicción entre el deseo de mantener un papel hegemónico y la pérdida de la capacidad para ejercer el poder de hacerlo.

Enrico Tomaselli, Enrico Substack

He señalado repetidamente la naturaleza contradictoria de la acción internacional de Estados Unidos, y en particular de su presidente, durante estos primeros meses de la administración Trump.

La distancia, por no decir la contradicción, entre las declaraciones de hoy y las de ayer, o entre las declaraciones públicas y las acciones concretas, es ahora tan continua que puede definirse como sistémica.

Y si al principio podía atribuirse a una táctica negociadora, destinada a alternar la presión y la persuasión y, en cualquier caso, a ‘desorientar’ a la otra parte, cada vez es más evidente que el resultado es más bien el de exaltar la falta de fiabilidad de los negociadores estadounidenses.

Además, lo que se presentó como la idea central de la estrategia diplomática estadounidense —es decir, “la paz a través de la fuerza”— ha parecido desde el principio un arma roma; de hecho, se trata de una línea creíble solo y exclusivamente si existe una voluntad efectiva y la capacidad de ejercer la fuerza, y no solo de amenazar con ella. Y, por supuesto, si se aplica a una contraparte que la teme.
La sensacional decisión de cerrar la campaña contra Yemen, por muy “maquillada” que esté con un discurso que intenta hacerla pasar por una victoria, es precisamente la lápida de esta línea estratégica. Cuando el adversario no está dispuesto a dejarse intimidar y la relación coste-beneficio es totalmente desfavorable, todo el sistema se va al garete.
Así vemos cómo, en las negociaciones con Moscú, las partes son incapaces de abordar las cuestiones con el mismo enfoque: mientras que Rusia siempre ha dejado claro que para poner fin al conflicto es necesario abordar sus causas profundas, Estados Unidos sigue centrado en el deseo de detener el conflicto cinético, y de hacerlo rápidamente.

lunes, 28 de abril de 2025

El silencio de Occidente sobre Gaza

¿Qué precio tendrían que pagar los principales periodistas, los políticos, los profesores titulares o algunos empresarios si culparan a Israel de cometer un genocidio en la Franja de Gaza?

Ilan Pappe, Palestine Chronicle

Las respuestas del mundo occidental a la situación en la Franja de Gaza y Cisjordania plantean una pregunta inquietante: ¿por qué el Occidente oficial, y la Europa occidental oficial en particular, son tan indiferentes al sufrimiento de los palestinos?

¿Por qué el Partido Demócrata de EEUU (el Republicano también) es cómplice, directa e indirectamente, del mantenimiento de la inhumanidad cotidiana en Palestina, una complicidad tan visible que probablemente fue una de las razones por las que perdieron las elecciones, ya que el voto árabe-estadounidense y progresista en estados clave no podía perdonar, y con razón, a Biden su participación en el genocidio de la Franja de Gaza?

Se trata de una pregunta pertinente, dado que estamos ante un genocidio televisado que ahora se ha renovado sobre el terreno. Es diferente de periodos anteriores en los que se mostró la indiferencia y complicidad occidentales, ya fuera durante la Nakba o durante los largos años de ocupación desde 1947.

Durante la Nakba y hasta 1967 no era fácil obtener información y la opresión posterior a 1967 fue en su mayor parte incremental y, como tal, ignorada por los medios de comunicación y la política occidentales, que se negaron a reconocer su efecto acumulativo sobre los palestinos.

viernes, 25 de abril de 2025

El auge del fascismo del fin de los tiempos

La ideología gobernante de la extrema derecha se ha convertido en un monstruoso supervivencialismo supremacista. Nuestra tarea es construir un movimiento lo suficientemente fuerte como para detenerla. Para tener alguna esperanza de combatir a los fascistas del fin de los tiempos necesitaremos construir un movimiento rebelde y de corazón abierto de fieles amantes de la Tierra

Naomi Klein - Astra Taylor, Viento Sur

El movimiento a favor de las ciudades-Estado corporativas no puede creer su buena suerte. Durante años, ha estado promoviendo la idea extrema de que las personas ricas y reacias a pagar impuestos deberían levantarse y crear sus propios feudos de alta tecnología, ya sean nuevos países en islas artificiales en aguas internacionales (seasteading) o ciudades de la libertad favorables a los negocios, como Próspera, una urbanización cerrada glorificada combinada con un spa médico al estilo del salvaje oeste en una isla hondureña.

Sin embargo, a pesar del respaldo de los poderosos capitalistas de riesgo Peter Thiel y Marc Andreessen, sus sueños libertarios extremos se fueron estancando: resulta que la mayoría de los ricos y ricas que se precien no quieren vivir en plataformas petrolíferas flotantes, aunque eso signifique pagar menos impuestos, y aunque Próspera puede ser un lugar agradable para pasar las vacaciones y mejorar el cuerpo, su estatus extranacional está siendo impugnado actualmente en los tribunales.

Ahora, de repente, esta red de secesionistas corporativos, que antes era marginal, se encuentra llamando a las puertas abiertas del centro del poder mundial.

La primera señal de que la suerte estaba cambiando se produjo en 2023 cuando Donald Trump, en plena campaña electoral, aparentemente de la nada, prometió organizar un concurso que daría lugar a la creación de diez ciudades de la libertad en terrenos federales. En ese momento, el globo sonda, perdido en el aluvión diario de afirmaciones escandalosas, apenas se registró. Sin embargo, desde que la nueva administración asumió el poder, los aspirantes a fundadores de países han emprendido una campaña de presión, decididos a convertir la promesa de Trump en realidad.

“La energía en Washington es absolutamente eléctrica”, afirmó recientemente Trey Goff, jefe de gabinete de Próspera, tras un viaje al Capitolio. Según él, la legislación que allana el camino para una serie de ciudades-estado corporativas debería estar lista a finales de año.

sábado, 19 de abril de 2025

El mito del dólar: Cómo el capitalismo financiero condujo a la decadencia de Occidente

Occidente pasó de ser una economía real según la teoría marxista D-M-D (dinero-mercancía-dinero) a una economía D-D, destinada a crear dinero con dinero

Silvana Niutta, Sinistra in Rete

El 23 de marzo, en el Aula Magna de Siderno (Calabria), se presentó el libro 'El mito del dólar', en presencia de Giuliano Marrucci, coautor con Vadim Bottoni.

El evento, moderado por Nicola Limoncino y presentado por Antonio Sgambelluri, fue organizado por el Movimiento para el Renacimiento Comunista y Comunistas Unidos por Siderno. El evento estuvo dirigido principalmente a los jóvenes, pero también a ese segmento de la población que ya no se identifica con los partidos que se han turnado en el gobierno durante las últimas décadas, independientemente del color político.

Hemos discutido los principales problemas que desde hace tiempo aquejan a Occidente debido al paradigma centrado en la supremacía del dólar, partiendo de los acuerdos de Bretton Woods, que preveían tipos de cambio estables, el oro como patrón de referencia para la conversión del dólar para equilibrar los pagos internacionales, cuando sin embargo todavía había una fuerte presencia del Estado en la economía, hasta nuestros días en que ahora podemos ver que la democracia se ha convertido en una palabra vacía, que sirve para mantener una propaganda manejada a nivel mediático por una prensa servil y financiada por agencias internacionales, creadas ad hoc por el poder financiero.

Se han destruido el bienestar, las escuelas y la sanidad, se han convertido las empresas en sociedades de especulación bursátil, mientras se destruyen continuamente millones de puestos de trabajo o se esclaviza a millones de jóvenes, se les despoja de su dignidad, se les obliga a aceptar salarios de hambre o algún subsidio miserable, sin perspectivas de futuro.

lunes, 31 de marzo de 2025

Trump y su imposible retorno al pasado

Ante los amenazantes cambios desde inicios del frustrado “nuevo siglo americano” hay llamados a ejercer el poder desnudo, sin convencionalismo o apego a la legalidad internacional

Atilio Boron, La Haine

Imposible en algunas cosas, no en todas, por supuesto. El radical retorno al proteccionismo es no sólo posible sino necesario para un imperio enfrentado a un inocultable declive, denunciada no sólo por los analistas críticos del imperio sino certificada nada menos que por figuras estelares del establishment norteamericano como Zbigniew Brzezinski en un texto del 2012 y, posteriormente por varios documentos de la Corporación Rand.

Declive o decadencia, como se prefiera, que vino de la mano entre otros factores domésticos por el lento crecimiento de su economía, la pérdida de competitividad en los mercados globales y el gigantesco endeudamiento del gobierno federal. Si en 1980 la relación entre la deuda del Estado y el PIB era de 34.54% en la actualidad se ubica en un nivel astronómico: 122.55%. A esto hay que sumar el intratable déficit de la balanza comercial que no cesa de crecer y que en el año 2024 ascendió a 1.13 billones de dólares, lo que representa un 3.5% del PIB estadounidense. A esta constelación de factores domésticos de debilitamiento imperial es preciso añadir el deterioro de la legitimidad democrática y la enorme grieta que socava al sistema político y de la cual el trumpismo no es sino una de sus manifestaciones.

A este complejo cuadro hay que agregar los cambios epocales en el ambiente externo de los EEUU que han modificado irreversiblemente la morfología del sistema internacional. El fenomenal crecimiento económico de China y los significativos avances de otros países del Sur Global como Irán, India y varias naciones asiáticas constituyen escollos objetivos a las pretensiones de Washington, acostumbrado a imponer sus condiciones sin tropezar con demasiados obstáculos.

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