En un discurso desde los Altos del Golán, Netanyahu prácticamente se atributó la victoria sobre el gobierno de Al Assad y dio luz verde a las tropas sionistas para avanzar una escalada significativa sobre el territorio sirio.
José Ernesto Nováez Guerrero, Al Mayadeen
Muchos enemigos históricos del estado sirio se han beneficio de la caída del gobierno de Bashar Al Assad y, con él, la desaparición de la República Árabe Siria, un poderoso estado, con un poderoso ejército, que durante décadas constituyó un freno para las apetencias de los subimperialismos locales y para la agenda del imperialismo norteamericano y sus aliados en la región.
Pero sin dudas, uno de los mayores beneficiarios hasta ahora de la situación creada en Siria a partir del pasado domingo 8 de diciembre es el ente sionista. Desde su violento surgimiento en 1948, “Israel” se ha enfrentado en varios conflictos en contra de ejército sirio y otros ejércitos árabes. Así ocurrió en la Guerra del Sinaí en 1956, la Guerra de los Seis Días en 1967, al final de la cual el ejército israelí ocupó, entre otros territorios, los Altos del Golán sirios y la Guerra de Yom Kipur de 1973, luego de la cual se estableció en 1974 una zona desmilitarizada que separaba a ambos países.
En los años posteriores “Israel” mantuvo siempre una actitud hostil hacia Siria, percibida como un enemigo peligroso para el sionismo. El mayor alineamiento del país con el Eje de la Resistencia impulsado por Irán de conjunto con organizaciones de diversos países y el inicio de la Guerra Civil en Siria en 2011 trajo aparejado un aumento de la agresividad sionista, aprovechando la compleja situación que enfrentaba el Ejército Árabe Sirio y el apoyo brindado por los norteamericanos desde sus ilegales bases en el país, particularmente la de Al-Tanf.