En esta coyuntura incandescente, lo que importa es lo que no se dice.
Pepe Escobar. Strategic Culture
Empecemos con esa llamada telefónica. La lectura del Kremlin es bastante sobria, pero revela algunas pepitas. Todavía no hay un acuerdo completo entre Moscú y Washington. Ni mucho menos: estamos en la fase inicial y tentativa de hablar y hablar sobre varios expedientes interconectados.
El presidente Putin no reveló absolutamente nada. La pausa acordada en los ataques a la infraestructura energética —no energía y, en cursiva, infraestructura— se traduce en que Putin impone un alto a los peligrosos ataques ucranianos a la central nuclear de Zaporizhzhia.
Puede que esto se pierda entre toda la histeria occidental; pero hay dos condiciones absolutas expresadas por Moscú para que cualquier cosa en este acertijo comience a cumplir con la realidad objetiva —y no se desarrolle como un desastre narrativo de un reality show:
- “El acuerdo en Ucrania debe tener en cuenta la necesidad incondicional de eliminar las causas fundamentales de la crisis, los intereses legítimos de seguridad de Rusia”.
- “La condición clave para evitar la escalada del conflicto debe ser el cese total de la ayuda militar extranjera y el suministro de información de inteligencia a Kiev”.