El bloqueo a Haifa marca un punto de inflexión debido a que, por primera vez, Tel Aviv enfrenta presión energética directa desde YemenEl estrecho de Bab el Mandeb conecta el mar Rojo con el golfo de Adén y es una de las rutas más transitadas por el comercio internacional
Eder Peña, Misión Verdad
El pasado 20 de mayo, las fuerzas Ansarolá de Yemen anunciaron la imposición de un bloqueo naval al puerto de Haifa, en Palestina ocupada, como respuesta a la genocida agresión israelí contra la Franja de Gaza.
La presión militar yemení logró afectar al puerto de Umm al-Rashrash, también conocido como Eilat, que cesó sus operaciones desde que comenzara la última escalada en 2024.
Estas acciones se unen a un importante y extenso registro de acciones desde Yemen, contra embarcaciones en el Mar Rojo e instalaciones aéreas y portuarias en territorio palestino ocupado, imponiendo una nueva simetría regional.
Los yemeníes han desplegado misiles de tipo balístico, crucero y hasta hipersónicos, así como una extensa nueva generación de drones artillados y kamikazes aéreos y marítimos. Lo han logrado con base en tecnologías y apoyo técnico ofrecido por Irán. Esto ha cambiado las facultades de Yemen para interactuar en diversos planos, alterando las condiciones militares en su área de incidencia, en tierra, mar y aire.
Las acciones acumuladas de los hutíes yemenitas durante estos años han impuesto un cambio significativo en la logística comercial del Estado israelí, afectando ciertas operaciones. Pero el amplio espectro de acciones se ha colateralizado sobre el difícil contexto energético internacional, haciendo del Mar Rojo un gran factor de atención para intereses occidentales.