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domingo, 2 de febrero de 2025

Capitalismo de villanos

De Donald Trump a Javier Milei, los principales referentes de la extrema derecha contemporánea son asociados de manera deliberada a los villanos más disfuncionales del cine. Si fuera ficción, quizás sería divertido. Pero no lo es.

Natalio Pagés y Agustín Molina y Vedia, Jacobin

La oscuridad es buena: Dick Cheney,
Darth Vader, Satanás. Eso es poder.

—Steve Bannon
En su prólogo a El capital, Karl Marx aclara que, para el análisis del modo de producción capitalista, la moral importa poco y nada. Si en su libro los capitalistas no aparecen «pintados color de rosa», el verdadero esfuerzo de intelección debe orientarse a los mecanismos impersonales que, mientras tiranizan a las grandes masas obreras, dictaminan también el comportamiento de los que mandan. La bondad circunstancial de un patrón o su crueldad pueden acaso conmovernos o indignarnos, pero este margen de libre albedrío se prueba insignificante cuando lo vemos desde la mirada impávida del sujeto que lo gobierna: Das Kapital.

Cuando desciende al barro de la historia, Marx flaquea. En el capítulo XXIV de ese mismo libro, la calculada explicación de las tendencias autodestructivas de la acumulación intercala descripciones del régimen de cama caliente, el trabajo infantil y los castigos corporales aplicados para disciplinar a la mano de obra. Al cerrar el libro, quedan pocas dudas acerca de la catadura de quienes, no obstante las determinaciones objetivas, cometen esos abusos. En la Comuna de París chocan, no cabe duda, un sistema que no termina de nacer y otro que no termina de morir, pero también una clase heroica, leal, franca y solidaria contra otra sibilina, pérfida y deleznable.

El péndulo no es filosófico. En la historia de la dominación burguesa abundan las oscilaciones entre ideología biempensante y crueldad deliberada. Nuestro capitalismo se parece al que filmaba Elio Petri: una élite del poder compuesta de canallas embriagados por su propia impunidad y coaligados para la manipulación inescrupulosa del público. En los largometrajes de Petri, ningún poderoso está confundido, extraviado o humanizado por sentimientos nobles. A su turno, todos miran a cámara y explican con lujo de detalles cómo sostienen su reino contra cualquier noción concebible de justicia.

miércoles, 29 de enero de 2025

Cuatro escenarios y un destino


Nahia Sanzo, Slavyangrad

El pasado fin de semana, las tropas rusas capturaron la localidad de Velyka Novosyolka. En parte por la importancia del avance, mucho más rápido que en el caso de Chasiv Yar, por la que Rusia lleva meses luchando, o incluso Toretsk, batalla que previsiblemente termine en días, si no horas, y también para impedir que Ucrania pudiera negar los hechos, las tropas rusas escenificaron su victoria con fuegos artificiales. Clave para el suministro y las comunicaciones en el frente sur, la pérdida de Velyka Novosyolka no implica una ruptura en profundidad del frente, pero sí dificulta para Ucrania la defensa de los territorios del sur, en los que su posición es cada vez más complicada. El profundo desinterés ucraniano y mediático hacia Donbass ha facilitado la labor de minimizar la importancia de la pérdida de terreno en el este -que siempre se ha justificado con la coletilla de las enormes bajas rusas, sean reales o imaginarias- y ni siquiera está valorándose debidamente el cierre de la mina de coque de la que depende la producción metalúrgica ucraniana o la pérdida del principal yacimiento de litio, que Kiev pretende utilizar en el futuro para su recuperación económica. La batalla por Velyka Novosyolka, excesivamente cercana a la frontera de un oblast que sí es una prioridad para Ucrania y donde ya se publican imágenes de la construcción de trincheras, ha roto ligeramente esa dinámica y ha provocado más preocupación que los progresos rusos en Donetsk y Lugansk.

Pese a la lentitud en el movimiento del frente y la retórica de exagerar hasta la saciedad los problemas rusos mientras se oculta los ucranianos -mucho más graves al depender completamente de las subvenciones exteriores, que actualmente están siendo puestas en duda-, incluso los medios más favorables a Ucrania aceptan ya que la situación es peligrosa. “En cuestiones de supervivencia nacional, Ucrania espera la decisión del presidente Trump como un gladiador herido aguarda el giro del pulgar de un emperador: aunque todavía no rota, la esforzada nación está ciertamente de rodillas. En el campo de batalla, el panorama nunca ha sido tan sombrío. Las tropas rusas tomaron seis veces más territorio ucraniano en 2024 que en 2023. Más de la mitad del territorio que Ucrania capturó en su incursión sorpresa de otoño en Kursk ha sido cedido desde entonces”, escribía el pasado domingo The Times, que recordaba el retroceso en el frente y las dificultades económicas e industriales como principales argumentos, a los que añadía el habitual reproche de la negativa a reclutar a los jóvenes de entre 18 y 25 años.

martes, 28 de enero de 2025

El capitalismo siempre tuvo problemas con la democracia

Desde Corea del Sur hasta Estados Unidos, hay cada vez más señales de una crisis democrática en el mundo actual. La raíz del problema es la tensión permanente entre el capitalismo y las libertades democráticas, que solo existen gracias a grandes luchas populares.

Jean Batou, Jacobin

Desde Francia hasta Corea del Sur, se multiplican los signos de crisis democrática. Donald Trump toma posesión de su cargo por segunda vez, rodeado de una camarilla de multimillonarios de extrema derecha como Elon Musk y Peter Thiel, y es un momento oportuno para reconsiderar la relación entre capitalismo y democracia.

Existe una versión burda del marxismo que presenta a la democracia como un conjunto de derechos políticos que fueron conquistados por la burguesía en su lucha contra el antiguo régimen y las prerrogativas de derecho divino del monarca. Desde esta perspectiva, la tarea del socialismo sería continuar esta lucha a nivel económico, contra el poder indebido conferido por la propiedad privada de los medios de producción.

En un momento en el que muchos Estados supuestamente democráticos están generando preocupantes tendencias autoritarias, vale la pena recordar que la burguesía siempre intentó condicionar las libertades democráticas a la preservación de sus propios intereses. Por eso, la defensa y la extensión de esas libertades siempre fueron fruto de grandes luchas populares y feministas.

Por esta razón, el socialismo puede reclamar legítimamente esta herencia de lucha por los derechos democráticos para desarrollarla y darle un contenido real. De hecho, el ejercicio de las libertades democráticas es una condición esencial para la autoemancipación humana.

domingo, 5 de enero de 2025

Gramsci, “hegemonía” y la extrema derecha


Maciek Wisniewski, La Jornada

Los explícitos intentos por parte de la extrema derecha en el mundo de apropiarse de algunos conceptos que desarrolló el marxista italiano Antonio Gramsci −como por ejemplo la “hegemonía”−, han de constituir uno de los más interesantes y paradójicos desarrollos ideológicos de los últimos años. Si bien ciertas partes de la izquierda posmarxista (Mouffe, Laclau) ya han hecho mucho para simplificarla y “fetichizarla” (t.ly/vClZH) −siendo estas deformaciones fruto de dudas y debates más amplios en tormo a cómo interpretar y situar el legado político e intelectual de Gramsci (t.ly/Qcyzj)−, los afanes de los posfascistas italianos o los conservadores estadounidenses de acaparar este término y convertirlo en una base de sus políticas constituyen un caso aparte y resultan a la vez sintomáticas para los vacíos de la propia izquierda.

Aunque sobre todo a partir de la revolución cultural de 1968 Gramsci fue un objeto favorito de las críticas ideológicas de los diferentes sectores de la derecha en diferentes países que denunciaban la “penetración cultural marxista encubierta” en sus sociedades (t.ly/bv-sK), la peculiaridad del giro actual −que sigue los pasos del filósofo francés ultraconservador Alain de Benoist, el pionero del “gramscismo de derecha” (t.ly/Hm6SP)−, consiste en que se trata de una “apropiación positiva”. Esta operación despoja a Gramsci de su marxismo y al traducir sus ideas al lenguaje de las “nuevas derechas” se centra en la redefinición del terreno del conflicto político y en la construcción de una “hegemonía cultural” en un afán de alcanzar o afianzar el poder.

domingo, 24 de noviembre de 2024

Contra la izquierda neoliberal. Reflexiones sobre el tema.


Nicoletta Pirotta, Transform Italia

En Alemania, tras su ruptura con el Partido de Izquierda (Die Linke), Sahra Wagenknecht emprendió su propio camino político que la llevó a crear una asociación y luego, en enero de este año, un verdadero partido y precisamente: el BSW que significa “Bündnis Sahra Wagenknecht” (“Coalición Sahra Wagenknecht”). Con este partido se presentó a las elecciones regionales en Turingia y Sajonia y en septiembre pasado en Brandeburgo, ocupando el tercer lugar en las tres regiones, con el 15,8, el 11,8 y el 13,5% de los votos respectivamente. Votos recogidos sobre todo en los suburbios y en los barrios populares.

Para dar cuenta de los fundamentos teóricos de un partido, capaz de obtener consensos considerables desde su fundación, Wagenknecht escribió un libro también publicado en Italia, con prefacio de Vladimiro Giacché, titulado Contra la izquierda neoliberal.

De ella se ha dicho todo y todo lo contrario, incluso en nuestro país.

Este hecho ya me intrigó porque cuando las opiniones difieren tan profundamente significa que hay un poco de carne. Pero la razón por la que quería leer el libro de Wagenknecht es otra.

Tiene que ver con la desorientación y la impotencia que siento al ver, al mismo tiempo, el avance, no sólo a nivel político, de una derecha cada vez más agresiva y la falta de alternativas compartidas capaces no sólo de modificar el equilibrio de poder sino ni siquiera para actuar como barrera a este avance.

jueves, 21 de noviembre de 2024

Nihilismo fase suprema del servilismo


Fulvio Bellini, Futura Società

Premisa: no hay buenos presidentes estadounidenses

En este artículo no haremos un análisis de las elecciones americanas ganadas por Donald Trump similar a los que se están publicando copiosamente en los últimos días, lo haremos desde un punto de vista particular, el de eminentes exponentes de la izquierda neoliberal italiana. A pesar de las predicciones y las encuestas, para aquellos que aún no han comprendido que son sólo herramientas de propaganda y que hacen de todo excepto detectar tendencias reales de votación, Trump triunfó literalmente sobre Kamala Harris, que en cambio tenía una ligera ventaja hasta la víspera de las elecciones. En este artículo no nos pondremos del lado de Donald Trump quien, simplificando demasiado porque el comportamiento de los tres polos elitistas estadounidenses, bostonianos, texanos y californianos, no es el tema de este escrito, es un oligarca diestro que se representa a sí mismo, a sus círculo y otros oligarcas incluso más poderosos que él, y cualquier referencia a Elon Musk es puramente intencional.

Tampoco lamentaremos la sonora y merecida derrota de Kamala Harris, una marioneta de escasa calidad política que habría quedado en manos de otros oligarcas que viven en Wall Street, Nueva Inglaterra y los prestigiosos barrios judíos de Nueva York. Abusando de las categorías morales "bueno" y "malo" que tanto gustan a los propagandistas occidentales, con su doble rasero, y con la laxitud con la que adjuntan adjetivos de fascista y nazi o democrático y liberal al azar y en evidente contraste con la realidad, sólo debemos recordarnos que desde 1789, con el nombramiento de George Washington, ningún presidente estadounidense "bueno" ha sido elegido. Algunas observaciones sobre las elecciones presidenciales estadounidenses pueden resultar útiles para nuestro análisis. Donald Trump tiene el mérito de haber simplificado y clarificado lo que Estados Unidos es hoy: una plutocracia clara, donde un grupo de oligarcas mucho más poderosos y sin escrúpulos que sus infames colegas rusos pagan millones de dólares para poner a su representante en la Casa Blanca. A diferencia de Europa, donde la condición de provincias imperiales impide tener alternativas políticas al neoliberalismo y al atlantismo, de ahí el fenómeno del partido único evidente en muchos países de la UE, en la metrópoli imperial existen estrategias realmente diferentes y poderosos choques de intereses.

¿Es Trump 2 el fin del «síndrome de ruptura del orden neoliberal»?

La política occidental se ha reestructurado cada vez más como una contienda no entre “izquierda” y “derecha”, sino entre “centristas” y populistas, que puede tener cabida dentro de las estructuras de poder existentes

Lee Jones, Brave New Europe

¿No parece que esta vez la situación es diferente? ¿Es posible que el establishment liberal finalmente esté dejando atrás su rabieta de ocho años y aceptando la realidad? Aunque puede ser demasiado pronto para saberlo, las reacciones a la reelección de Donald Trump sugieren que algo está cambiando fundamentalmente.

En retrospectiva, hasta Francis Fukuyama podría admitir ahora que 2016 fue el "fin del fin de la historia", como sostiene desde hace tiempo Bungacast, el podcast de política global. Pero en aquel entonces, la respuesta al referendo del Brexit y luego a la primera elección de Trump sólo podía describirse como desquiciada e histérica.

En Gran Bretaña, los políticos y comentaristas centristas se rebelaron contra el electorado, culpando a todo, desde los robots rusos y la desinformación hasta la estupidez y el racismo de los votantes, por la decisión de votar por el Brexit. Como relatamos en nuestro libro Taking Control (Tomando el control) , estas acusaciones no tenían ninguna base en la realidad, pero prepararon el terreno para una confrontación de tres años entre el electorado y quienes decían representarlo, lo que provocó un caos político en el que las acusaciones de "fascismo" aparecieron de manera rutinaria.

martes, 19 de noviembre de 2024

¿Por qué la actual clase política europea rechaza la realidad?

¿Por qué la clase política europea ha fracasado tan estrepitosamente en Ucrania: ha perdido la guerra, ha causado la muerte de alrededor de un millón de personas, ha destruido Ucrania, ha dañado la economía europea, ha desestabilizado la política europea y ha creado una alianza entre Rusia y China contraria a los intereses europeos?

Glenn Diesen, Brave New Europe

Rusia considera que la incursión de la OTAN en Ucrania es una amenaza existencial, y la OTAN ha declarado abiertamente su intención de convertir a Ucrania en un Estado miembro después de la guerra. Sin un acuerdo político que restablezca la neutralidad de Ucrania, Rusia probablemente se anexionará los territorios estratégicos que no puede aceptar que acaben bajo el control de la OTAN y luego convertirá lo que queda de Ucrania en un Estado residual disfuncional. Como la guerra se está perdiendo, la política racional para los europeos sería ofrecer un acuerdo basado en poner fin a la expansión de la OTAN hacia el este para salvar las vidas, el territorio y la propia nación ucraniana. Sin embargo, ningún líder europeo ha sido capaz de siquiera sugerir públicamente una solución de ese tipo. ¿Por qué?

Propongo el siguiente experimento mental al político, periodista o académico europeo: Si fuera asesor del Kremlin, ¿cuál sería su consejo en caso de que no hubiera negociaciones posibles para resolver la guerra en Ucrania? Con seguridad la mayoría se sentiría moralmente obligada a dar respuestas ridículas, como aconsejar al Kremlin que capitulara y se retirara, aunque Rusia esté al borde de la victoria. Cualquier impulso de adherirse a la razón y abordar las preocupaciones de seguridad de Rusia probablemente sería disuadido con la amenaza de ser humillados por "legitimar" la invasión rusa.

¿Qué explica el declive del pensamiento estratégico, el pragmatismo y la racionalidad en la política europea?

domingo, 3 de noviembre de 2024

Recuperar la Izquierda Clasista: Derrotar a la ‘Izquierda Woke


Jorge Gálvez, Soberanistas

El movimiento ‘woke’ es mucho más que una respuesta social espontánea contra la “opresión”, su origen y su rápida expansión sugieren una construcción ideológica con fines planificados. Lo ‘woke’ no es una evolución de las luchas emancipatorias tradicionales, sino una ideología impulsada por intereses corporativos y políticos transnacionales globales del capital financiero, incubada en los laboratorios ideológicos del Pentágono y la CIA. Aunque su discurso se centró inicialmente en la lucha contra el racismo, pronto se expandió hacia las demandas de género, diversidad sexual, feminismo, movimientos transgénero, y la decolonialidad, desviando el foco de la lucha de clases hacia conflictos de identidad fragmentarios.

Una Ideología Corporativista y Neofascista Encubierta

En menos de una década, lo ‘woke’ ha logrado infiltrarse en la educación, la cultura, los medios de comunicación y la política, consolidándose como el nuevo eje rector del debate social en Occidente. Sin embargo, lejos de promover un pluralismo constructivo, esta ideología ha instalado un régimen de censura que no solo limita el pensamiento crítico, sino incluso la construcción artística, también impone un control moral absoluto. La cultura de la cancelación, la “Nueva Santa Inquisición” —herramienta clave del wokismo— se ha convertido en un mecanismo que no admite disidencias: aquellos que se apartan de la narrativa oficial son excluidos mediante la «muerte social y política». Esta dinámica, al negar la posibilidad del diálogo, refleja un rasgo protofascista, pues reduce al otro a un enemigo irreconciliable. Que hay que asesinar política y socialmente, al cual hay que liquidar en términos morales.

martes, 10 de septiembre de 2024

Las intervenciones de EEUU en los procesos políticos de otros países

Tal vez el caso más extremo y documentado de la intervención de EEUU en procesos electorales de otros países fue el de Chile; primero, para evitar el triunfo de Salvador Allende en 1970, y después para derrocarlo, en 1973. El secretario de Estado Henry Kissinger (1973-1977) argumentó entonces que una nación no podía volverse comunista por “la irresponsabilidad de su pueblo”.
La imagen es de 2015.

David Brooks, La Jornada

La clase política estadunidense dice estar indignada ante supuestos intentos externos –sobre todo de Rusia– para influir en su proceso electoral, pero lo más asombroso no son esas revelaciones, sino la pretensión de autoridad moral en Washington para denunciarlas sin primero mirarse en el espejo.

El gobierno de Joe Biden decomisó sitios de Internet que dice son usados por el Kremlin y acusó a empleados de RT (antes Russia TV), la semana pasada, de ser parte de un complot ruso de millones de dólares para crear y difundir desinformación por medios cibernéticos con el propósito de influir en la eleccion presidencial estadounidense.

No tendremos ninguna tolerancia a intentos de gobiernos autoritarios de explotar nuestros sistemas democráticos de gobierno, declaró el procurador general Merrick Garland. El Departamento de Estado declaró: no toleraremos que actores extranjeros malignos interfieran intencionalmente y minen a las elecciones libres e imparciales.

Las autoridades estadounidenses insisten en que el Kremlin es la principal amenaza a las elecciones estadounidenses. En la contienda de 2016, acusaron que Rusia intervino a favor de la campaña de Trump, algo que Hillary Clinton y la cúpula demócrata, insisten, explica cómo perdieron esa elección y con ello evadir responsabilidad por su derrota.

miércoles, 31 de julio de 2024

El crepúsculo del «woke»

Hegel afirmaba que la sabiduría sobre un periodo histórico a menudo sólo llega cuando éste había terminado. A medida que lo woke pierde influencia, podemos ver mejor sus efectos en la política socialista.

Dustin Guastella, Jacobin

Reseña de Left Is Not Woke, de Susan Neiman
(Polity, 2023)
Es necesario que más intelectuales escriban libros como el pequeño y maravilloso «Left is no woke» (La izquierda no es woke), de Susan Neiman. La prosa de Neiman es viva y refrescante. No recurre a frases complicadas ni a la voz pasiva para glosar la controversia. Adopta una postura y la mantiene. Tampoco padece el complejo de víctima a la inversa, común a tantos escritores «antiwoke». Este es un libro que se puede recomendar a amigos y familiares, incluso a aquellos que no están de acuerdo con su premisa inicial.

Para Neiman, el «wokeness» [entendido como un exceso de corrección política o activismo superficial] no es un proyecto que pueda inspirarse en la tradición política progresista. Y aunque se habló mucho de las responsabilidades políticas de la retórica woke, pocos críticos del wokeness desde la izquierda han ofrecido un argumento sostenido de lo que define a la izquierda y por qué «mantenerse despierto» [staying woke] podría ser contradictorio con ello.

lunes, 27 de mayo de 2024

Emocracia: la nueva arma de destrucción masiva del siglo XXI


Leonid Savin, Geopolitika

El historiador estadounidense Niall Ferguson señaló sobre Estados Unidos en 2019 que «ya no vivimos en una democracia. Vivimos en una sociedad democrática donde gobierna la emoción, no la mayoría, y los sentimientos importan más que la razón. Cuanto más fuertes sean tus sentimientos, cuanto mejor sepas conducirte a la indignación, más influencia tendrás. Y nunca utilices palabras donde valgan emoticonos».
Ferguson pone ejemplos de los últimos años en Estados Unidos, desde debates entre políticos hasta titulares a medida en los medios de comunicación políticamente comprometidos para crear una tormenta de indignación y, por tanto, polarización social.
Otro autor profundiza en este tema: «Cuanto más alto expreses tus emociones incontrolables, ¡más creíble serás! Así es nuestro mundo hoy. Dios nos dio las emociones, pero también nos dio su ley que nos muestra lo que está bien y lo que está mal para que podamos controlar nuestras emociones. De lo contrario, las emociones descontroladas y desenfrenadas nos llevarán al desastre».

viernes, 8 de abril de 2022

Clima: el colapso que viene

Beatriz Gimeno, Público

Se ha dado a conocer el último informe del Panel Científico de la ONU (IPCC) que es un compendio de todo el conocimiento acumulado sobre el cambio climático, además de una sombría advertencia. El colapso climático está a la vuelta de la esquina, pero qué importa cuando nos hundimos en otros colapsos cotidianos que tienen ocupada a la clase política (y a la gente, no nos engañemos). La clase política con verdadero poder se mueve entre hacer lo posible para que esto no se pare, es decir, procurar que la máquina del neoliberalismo no decaiga y que los ricos sigan haciendo dinero, y, al mismo tiempo, evitar el colapso social total. Es un equilibrio casi imposible para el que los partidos ofrecen sus recetas en tiempo electoral. La crisis climática siempre queda al final de todo. Si los ciclos políticos son cada vez más cortos y no hay noticia que dure una semana en los medios, cómo van a ocuparse de algo que, aunque esté ahí, todavía está a más de cinco meses. No es culpa de los políticos, también es culpa nuestra, de la ciudadanía, incapaces de fijar la atención en la misma cuestión más de una semana. Y claro, si hay un tema en el que el negacionismo se ceba es el cambio climático, que asume todos los negacionismos posibles. No se ve, no se huele, no se toca, no puedes hacer un video que demuestre que es real, no se mete en tu casa a robarte, no se puede comprar ni dejar de comprar. Si la gente no se cree una matanza prácticamente televisada, cómo va a creerse que el cambio climático puede acabar con la vida que conocemos.

jueves, 29 de octubre de 2020

Chile celebra con cautela: no todo lo que reluce es oro

Marcos Roitman Rosenmann

Hay motivos para estar contentos. Los resultados son aplastantes. Las urnas han decidido: 78.27 por ciento aprueba elaborar una nueva Constitución y 79.22 por ciento decide que sea mediante elección popular al 100 por ciento. Son los datos. Pero quienes votaron el apruebo no es un grupo homogéneo. Baste considerar los partidos firmantes del Acuerdo por la paz social y una nueva Constitución (15/11/19).

Una mayoría se opone a reconocer derechos al pueblo mapuche (Estado pluriétnico); otros rechazan un rol protagónico del sector público en la elaboración de las políticas sociales en materia de salud, educación, vivienda, trabajo, pensiones o desoyen el compromiso con el medio ambiente. En definitiva, no todo lo que votó apruebo se inscribe en un proyecto transformador que camine hacia una democrática participativa y menos rupturista con el orden patriarcal. Podríamos asistir a un maquillaje político en el cual la nueva redacción sea una visión edulcorada del neoliberalismo, avalada por unos constituyentes espurios.

lunes, 27 de abril de 2020

Antonio Gramsci, coherencia entre el decir y el hacer

A 83 años de la muerte del filósofo italiano

Francisco Fernández Buey, El Viejo Topo

Antonio Gramsci ha sido el comunista marxista más original del período de entreguerras y, probablemente con Guevara, el más apreciado internacionalmente de los comunistas marxistas que vivieron en el siglo XX. El historiador británico Eric Hobsbawm recordaba hace unos cuantos años que, durante la década de los ochenta, Antonio Gramsci se había convertido en el pensador italiano más repetidamente citado en las publicaciones mundiales de humanidades y ciencias sociales.

Sin duda, esto último tiene una explicación. Se debe, en primer lugar, a que su biografía conmueve a toda persona sensible; y, en segundo lugar, al gran interés que despertaron en muchos países del mundo tres colecciones de escritos suyos: las intervenciones políticas y político-culturales de los años 1916 a 1926; los treinta y tres cuadernos que redactó durante el largo período carcelario al que fue condenado por el fascismo mussoliniano, conocidos como Quaderni del carcere; y al más de medio millar de cartas que envió a familiares y amigos, entre los años 1927 y 1937, desde aquellas prisiones y desde las clínicas por las que tuvo que pasar ya al final de su vida.

Pero, por otra parte, un joven europeo que quiera hoy leer a Gramsci con calma y dedicación puede encontrarse con el problema de que sus obras no estén disponibles en las principales librerías. Incluso en Italia, el país de Gramsci, ha habido paradójicamente un momento, a finales de la última década, en que no se podía encontrar en librerías la principal edición de escritos gramscianos, la edición crítica de los Quaderni del carcere preparada en la década de los setenta por Valentino Gerratana y publicada por la editorial Einaudi. Hizo falta una campaña internacional de estudiosos gramscianos para paliar esa situación. Y en otros países europeos en los que Gramsci se ha leído bastante, por ejemplo en España, tampoco es fácil encontrar hoy en día en librerías ediciones de los escritos de Gramsci.

martes, 31 de marzo de 2020

Coronavirus y crisis sistémica del capitalismo


Wim Dierckxsens y Walter Formento, Alai

Con el gobierno de Trump no solo se manifiesta claramente la crisis agónica, turbulenta y conflictiva del capitalismo, sino que se evidencia con la actual Gran Depresión la imposibilidad de salir de la misma. Expresando un nacionalismo industrialista, anti-oligarquía financiera, Trump está en una confrontación total con las fuerzas del esquema de poder globalista (representadas en EEUU por el establishment financiero-político globalista en la cúpula del Partido Demócrata). En forma secundaria se enfrenta con el esquema continentalista (el establishment financiero-político del Partido Republicano, específicamente el Tea Party con el que no tiene su enfrentamiento principal y pudo acordar una coalición de gobierno para garantizar un mínimo de estabilidad).

Las empresas estrellas del globalismo en inteligencia artificial, informática, internet, robótica, supercomputadoras, telecomunicación, etc. (Facebook sino también a Twitter, Netflix, Alphabet, Google, Apple, Instagram, Amazon y Microsoft), muy a menudo con fuertes inversiones en China (Hong Kong, Shanghái, Taiwán), son atacadas a su vez por Trump, quien ha comenzado una guerra económica no tanto contra China como país, sino en primer lugar contra dichas empresas trasnacionales angloamericanas con fuertes inversiones fuera de EEUU, con la finalidad de que se “relocalicen” nuevamente en territorio estadounidense.

domingo, 17 de febrero de 2019

Cristianismo de liberación. Perspectivas marxistas y ecosocialistas

Introducción al libro

Michael Löwy, Viento Sur

¿La religión es todavía aquel baluarte del oscurantismo y del conservadurismo que Marx y Engels denunciaron en el siglo xix? La respuesta es que sí en diversos contextos, culturas y países. Esta visión de Marx y Engels es aplicable a las corrientes integristas de las principales confesiones religiosas (cristiana, judía, musulmana, hindú) y a numerosos grupos de evangélicos y sectas. Ahora bien, la emergencia y desarrollo del cristianismo revolucionario en diversos continentes y de las teologías de la liberación en América Latina y en otras zonas del mundo ha abierto un nuevo capítulo en la historia y plantea nuevas y estimulantes cuestiones que no se pueden abordar sin renovar el análisis marxista de la religión.

Cuando se afrontan fenómenos de este tipo, hay marxistas que aplican su modelo interpretativo tradicional. Pero el compromiso de cristianos en las luchas sociales populares y su participación en diversos procesos revolucionarios desde mediados del siglo xx hasta ahora muestran claramente que es necesario elaborar un nuevo marco de interpretación desde el marxismo.

También entre los marxistas hay quienes oponen la base radical de la Iglesia y la jerarquía conservadora. Este punto puede corresponder parcialmente a la verdad, pero no es del todo acertado, dado que un gran número de obispos, especialmente en América Latina, Asia y África, son solidarios con los movimientos de liberación de los pobres. Ese compromiso les ha costado a algunos la vida. El caso más significativo es el de monseñor Oscar Romero, arzobispo de San Salvador, asesinado por escuadrones de la muerte de extrema derecha.

viernes, 16 de junio de 2017

Helmut Kohl, el canciller de la Europa alemana

Juan Carlos Monedero, Público

Siendo estudiante en Heidelberg recuerdo una visita de Kohl a la ciudad, vecina a su natal Ludwishafen. Nos habíamos manifestado pocos meses antes en contra de la primera guerra del Golfo. La presencia en Alemania de bases norteamericanas, especialmente en Heidelberg, donde tenían el Cuartel General, hacía que la represión de las manifestaciones siempre fuera violenta (la rendición incondicional de Alemania en la Segunda Guerra Mundial les dejó sin ejército y ocupados). Ya antes la policía había demostrado su dureza contra las protestas ciudadanas contra la “doble decisión” de la OTAN, tomada en 1979 por el SPD de Helmut Schmidt pero ejecutada por Kohl. Esta decisión, en el contexto de la guerra fría, implicaba desplegar en suelo europeo 572 misiles Pershing y Cruisse (los “euromisiles”), como respuesta a la negativa de la URSS de retirar los SS-20 suyos.

En el entorno universitario alemán, había un gran rechazo a Kohl, pues se le identificaba como un político profesional tosco y sin estilo (desde las filas socialistas le llamaban “pera” por el contorno de su cabeza), que había ocupado la posición de Canciller en 1982 sólo gracias a un cambio de alianzas de los socios liberales. Aprovechando que un sector del SPD se opuso al despliegue de los euromisiles, el oportunista FDP, el Partido Liberal Alemán (FDP), que empezaba su etapa neoliberal y expansionista, abandonó su apoyo a los socialistas y pasó a hacer de muleta de los democristianos. Lo cierto es que Kohl era doctor en historia por Heidelberg, con una tesis sobre “El desarrollo político en el Palatinado y el resurgimiento de los partidos después de 1945”, pero su mala dicción y sus problemas con los idiomas le hicieron siempre objeto de burla (aun más en comparación con su antecesor, Helmut Schmidt, un intelectual reconocido).

domingo, 7 de mayo de 2017

Las ocultadas causas políticas del crecimiento de las desigualdades

Vicenç Navarro, Público

Una de las características del tiempo que vivimos es el crecimiento de las desigualdades económicas, sociales, políticas y culturales, tanto entre como dentro de la mayoría de países capitalistas desarrollados. En este artículo me centraré en las causas del crecimiento de las desigualdades económicas, analizando las desigualdades salariales, las desigualdades en los ingresos familiares y las desigualdades en la propiedad del capital (productos que generan renta), analizando tales desigualdades en Estados Unidos, por dos razones: una, por ser representativo del capitalismo más avanzado y desarrollado del mundo capitalista occidental (punto de referencia para el pensamiento liberal); y otra, porque lo que estamos viendo desde los años ochenta, a partir de la revolución neoliberal iniciada por el presidente Reagan, es la “americanización de Europa”, expresión que refleja el dominio del pensamiento liberal a los dos lados del Atlántico Norte. En realidad, tal crecimiento de las desigualdades económicas se debe primordialmente a la aplicación (e imposición) de las políticas neoliberales en la gran mayoría de tales países, siguiendo el modelo neoliberal estadounidense.

Las desigualdades salariales

Si analizamos la evolución de los salarios, ya sea considerando el salario por hora, ya sea el salario anual, podemos ver que los salarios del decil superior han crecido de una manera muy marcada, casi exponencial a partir de la década de los años ochenta (cuando se inició la revolución o, mejor dicho, contrarrevolución neoliberal), mientras que los salarios de los cuatro deciles inferiores han ido creciendo muy lentamente desde entonces (e incluso han descendido durante la Gran Recesión 2007-2015, lo cual nunca ocurrió en el decil superior, cuyos salarios continuaron aumentando durante la Gran Recesión). Y lo que sí que disminuyó en la gran mayoría de la población asalariada fueron los beneficios sociales, relacionados con los sueldos. Así, por ejemplo, el porcentaje de la población laboral que tenía alguna cobertura de beneficios sanitarios, financiados conjuntamente por los empresarios y por los trabajadores y empleados (la mayoría de la financiación del aseguramiento sanitario privado en EEUU proviene del lugar de trabajo a través de aportaciones de empleadores y empleados) descendió durante el mismo periodo de tiempo considerablemente, descenso mucho más marcado entre los deciles salariales inferiores, pasando de un 42% en 1980 a un 25% en 2010, que en el decil superior (de un 92% a un 78%). Una situación semejante ocurrió con las pensiones privadas financiadas a través de puestos de trabajo (la mayoría de los datos presentados en este artículo proceden del documento Three Key Economic Distributions, del profesor John Schmitt, del Washington Center for Equitable Growth).

sábado, 6 de mayo de 2017

Financiarización y judicialización corroen la democracia

Emir Sader, La Jornada

La crisis de la democracia es hoy una evidencia a escala mundial. El Brexit, la elección de Donald Trump, el golpe de Estado en Brasil son síntomas más evidentes de un fenómeno que cruza a América Latina y Europa, a Estados Unidos, llegando a países de África y de Asia, como Sudáfrica e India, entre otros.

¿Qué factores afectan a países y a continentes tan distintos, para que la crisis de la democracia se exprese como fenómeno global, como un rasgo central del periodo político actual en el mundo?

Antes de todo, la financiarización de la economía, elemento determinante del periodo marcado por la hegemonía del modelo neoliberal. La desregulación promovida por ese modelo llevó a la predominancia del capital financiero, bajo su forma especulativa, sobre el conjunto de las economías del mundo.

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