Una mirada no convencional al modelo económico de la globalización, la geopolítica, y las fallas del mercado
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sábado, 31 de agosto de 2024
La política multimillonaria: un peligro para la democracia
Amy Goodman, Denis Moynihan, Democracy Now
Donald Trump fue “entrevistado” en la red social X, anteriormente conocida como Twitter.
El entrevistador fue el propio Elon Musk, propietario de la plataforma. Las preguntas de Musk a Trump fueron tan serviles que End Citizens United, una organización que aboga por una reforma de las leyes relativas al financiamiento de las campañas electorales, presentó rápidamente una denuncia ante la Comisión de Elecciones Federales. En la denuncia, la organización describe a la transmisión en vivo, de más de dos horas de duración, como “una flagrante contribución corporativa en especie que infringió las leyes relativas al financiamiento de campañas”. Este acontecimiento representa apenas un momento de unas elecciones presidenciales sumamente tensas y pone de relieve el creciente poder de los multimillonarios que intentan manipular el proceso político en beneficio propio.
Elon Musk es la persona más rica del planeta. El periódico The Wall Street Journal ha publicado algunos de los artículos más reveladores sobre la intensificación de la actividad política de Musk, especialmente su compromiso, recientemente revelado, de ayudar a Trump a ganar las elecciones presidenciales de noviembre.
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martes, 13 de agosto de 2024
La realidad antidemocrática del capitalismo estadounidense
Para los líderes del capitalismo estadounidense la democracia es lo que dicen, no lo que hacen
Richard Wolff, Asia Times
A los fanáticos del capitalismo les gusta decir que es democrático o que apoya la democracia. Algunos han extendido el lenguaje hasta el punto de equiparar literalmente capitalismo con democracia, utilizando los términos indistintamente. No importa cuántas veces se repita eso, simplemente no es cierto y nunca lo fue.
De hecho, es mucho más exacto decir que capitalismo y democracia son opuestos. Para ver por qué, sólo hay que mirar el capitalismo como un sistema de producción en el que los empleados entablan una relación con los empleadores, donde unas pocas personas son los jefes y la mayoría de la gente simplemente trabaja haciendo lo que se les dice que hagan. Esta relación no es democrática; es autocrática.
Cuando cruzas el umbral de un lugar de trabajo (por ejemplo, una fábrica, una oficina o una tienda), dejas afuera cualquier democracia que pueda existir. Entras en un lugar de trabajo del que la democracia está excluida. ¿Están la mayoría (los empleados) tomando decisiones que afectan sus vidas? La respuesta es un rotundo no.
martes, 5 de marzo de 2024
La democracia, una práctica política venida a menos
Marcos Roitman Rosenmann, La Jornada
No vivimos en democracia, si por ello entendemos una conducta fundada en la búsqueda del bien común, la justicia social y la igualdad. Existe una contradicción entre un proyecto democrático y el mantenimiento de relaciones sociales de explotación. Y no sólo respecto de la explotación de seres humanos por seres humanos, sino a la ejercida contra la naturaleza. Alude a la degradación del nicho ecológico, la especulación alimentaria, la apropiación de los recursos hídricos, las epidemias de hambre producidas por bloqueos, el patrocinio de guerras, la privatización de la investigación científica o limitando el acceso de medicamentos y vacunas a las mayorías sociales. Todos los hechos enunciados, además de cuestionar la existencia de orden internacional afincado en la paz, evidencian una deflación democrática. En este contexto donde prima el capitalismo, debemos sumar las instituciones que han pervivido por siglos, como el patriarcado, el racismo, las desigualdades económicas, el poder de castas, nobleza, terratenientes y caciques.
Sin pensar en una visión idílica de la democracia, la realidad social nos aboca a creer que el futuro de la democracia es incierto, cuando no contrario a sus principios. El origen de la democracia, una forma de vida y gobierno, se halla en las luchas sociales por reconocer los derechos ciudadanos en su más amplia acepción. La democracia busca, al mismo tiempo, equilibrar el poder ejercido por las plutocracias, contrarrestar las desigualdades sociales y económicas mediante la participación política en la toma de decisiones. En otras palabras, que los ciudadanos decidan por plebiscito sobre la guerra y la paz, promulguen las leyes, controlen los poderes fácticos, puedan ser electos, además de evitar los abusos de poder de quienes gozan de la representación popular.
viernes, 12 de enero de 2024
Argentina: Liberalismo versus democracia
Atilo Borón, Accion
Los propagandistas del actual Gobierno argentino repiten ad nauseam una de las más resonantes falacias ideológicas de la filosofía política, a saber: que liberalismo y democracia son dos caras de una misma moneda. Se habla con total impunidad del legado democrático de Juan Bautista Alberdi, sin duda una figura descollante del liberalismo latinoamericano del siglo XIX, pero que al igual que sus mentores europeos y estadounidenses consideraba a la democracia como una variante de la «tiranía de la mayoría». Es a causa de esa premisa que la Constitución de 1853, inspirada en el autor de las Bases, no hace mención alguna a la democracia. Recordemos el artículo primero de la misma: «La Nación Argentina adopta para su Gobierno la forma representativa republicana federal, según la establece la presente Constitución». Recién con la reforma de 1994 la democracia aparecería en el texto constitucional que nos rige.
Aquella ausencia no es casual y va de la mano de la consternación que sobrecogió a Alberdi luego de la oleada revolucionaria de 1848 en Europa. En uno de los pasajes destinados al tema escribe que «Para obviar los inconvenientes de una supresión brusca de los derechos de que han estado en posesión la multitud, podrá emplearse el sistema de elección doble y triple, que es el mejor medio de purificar el sufragio universal sin reducirlo ni suprimirlo, y de preparar las masas para el ejercicio futuro del sufragio directo». (pag. 79, edición electrónica). Va de suyo que los sistemas de doble o triple sufragio son esencialmente antidemocráticos puesto que instauran el voto calificado, en donde las elites gozan de los derechos ciudadanos mientras que a los plebeyos se les cierran las puertas de la participación política. Son libres para perseguir sus propios fines en la vida económica, pero no están preparados para gobernar. Eso queda para el futuro, como lo recuerda el gran tucumano y como también observaba John Stuart Mill. Y ese talante antidemocrático quedó claramente plasmado en el texto constitucional de 1853.
Los propagandistas del actual Gobierno argentino repiten ad nauseam una de las más resonantes falacias ideológicas de la filosofía política, a saber: que liberalismo y democracia son dos caras de una misma moneda. Se habla con total impunidad del legado democrático de Juan Bautista Alberdi, sin duda una figura descollante del liberalismo latinoamericano del siglo XIX, pero que al igual que sus mentores europeos y estadounidenses consideraba a la democracia como una variante de la «tiranía de la mayoría». Es a causa de esa premisa que la Constitución de 1853, inspirada en el autor de las Bases, no hace mención alguna a la democracia. Recordemos el artículo primero de la misma: «La Nación Argentina adopta para su Gobierno la forma representativa republicana federal, según la establece la presente Constitución». Recién con la reforma de 1994 la democracia aparecería en el texto constitucional que nos rige.
Aquella ausencia no es casual y va de la mano de la consternación que sobrecogió a Alberdi luego de la oleada revolucionaria de 1848 en Europa. En uno de los pasajes destinados al tema escribe que «Para obviar los inconvenientes de una supresión brusca de los derechos de que han estado en posesión la multitud, podrá emplearse el sistema de elección doble y triple, que es el mejor medio de purificar el sufragio universal sin reducirlo ni suprimirlo, y de preparar las masas para el ejercicio futuro del sufragio directo». (pag. 79, edición electrónica). Va de suyo que los sistemas de doble o triple sufragio son esencialmente antidemocráticos puesto que instauran el voto calificado, en donde las elites gozan de los derechos ciudadanos mientras que a los plebeyos se les cierran las puertas de la participación política. Son libres para perseguir sus propios fines en la vida económica, pero no están preparados para gobernar. Eso queda para el futuro, como lo recuerda el gran tucumano y como también observaba John Stuart Mill. Y ese talante antidemocrático quedó claramente plasmado en el texto constitucional de 1853.
sábado, 5 de octubre de 2019
Patricio Bañados a 30 años del triunfo del NO
Notables reflexiones de Patricio Bañados a 30 años del Plebiscito contra Pinochet, que da cuenta de las oscuras intenciones de la naciente Concertación, encabezada por Patricio Aylwin, que mantendría el discurso y el regimen neoliberal de la Dictadura
miércoles, 29 de noviembre de 2017
¿Son compatibles el capitalismo y la democracia?
Alejandro Nadal, La Jornada
La estabilidad social y económica bajo el capitalismo afronta dos problemas esenciales. Por un lado, las continuas crisis y la feroz competencia inter-capitalista hacen de la acumulación de capital un proceso inseguro. Por el otro, el conflicto en la distribución del ingreso constituye una permanente amenaza de ruptura social. La democracia está en el corazón de estas dos fuentes de tensiones sistémicas.
Para introducir un par de definiciones operativas, aquí entendemos por democracia un sistema en el que todos los ciudadanos adultos tienen el derecho al voto (sufragio universal) ), hay elecciones libres y se protegen los derechos humanos bajo el imperio del estado de derecho. El capitalismo es un sistema en el que una clase dominante se apropia del excedente del producto social ya no por la violencia, sino por medio del mercado.
El surgimiento del capitalismo se llevó a cabo en un entorno de estados monárquicos y autocráticos, por no decir dictatoriales. La necesidad de preservar los derechos de propiedad de la clase capitalista era una de las prioridades de esos estados. El movimiento de ideas comenzó a cambiar con la sacudida de las revoluciones en Estados Unidos y en Francia. Aún así, la constitución de Estados Unidos (1787) no menciona el sufragio universal y en cambio otorgó a cada estado la facultad de regular el derecho al voto. La mayoría sólo otorgó ese derecho a los propietarios. No fue sino hasta la décimo quinta y décimo novena enmiendas (1870 y 1920 respectivamente) que se garantizó el voto universal. En Francia la revolución terminó con la monarquía pero el sufragio universal se otorgó hasta 1946.
La estabilidad social y económica bajo el capitalismo afronta dos problemas esenciales. Por un lado, las continuas crisis y la feroz competencia inter-capitalista hacen de la acumulación de capital un proceso inseguro. Por el otro, el conflicto en la distribución del ingreso constituye una permanente amenaza de ruptura social. La democracia está en el corazón de estas dos fuentes de tensiones sistémicas.
Para introducir un par de definiciones operativas, aquí entendemos por democracia un sistema en el que todos los ciudadanos adultos tienen el derecho al voto (sufragio universal) ), hay elecciones libres y se protegen los derechos humanos bajo el imperio del estado de derecho. El capitalismo es un sistema en el que una clase dominante se apropia del excedente del producto social ya no por la violencia, sino por medio del mercado.
El surgimiento del capitalismo se llevó a cabo en un entorno de estados monárquicos y autocráticos, por no decir dictatoriales. La necesidad de preservar los derechos de propiedad de la clase capitalista era una de las prioridades de esos estados. El movimiento de ideas comenzó a cambiar con la sacudida de las revoluciones en Estados Unidos y en Francia. Aún así, la constitución de Estados Unidos (1787) no menciona el sufragio universal y en cambio otorgó a cada estado la facultad de regular el derecho al voto. La mayoría sólo otorgó ese derecho a los propietarios. No fue sino hasta la décimo quinta y décimo novena enmiendas (1870 y 1920 respectivamente) que se garantizó el voto universal. En Francia la revolución terminó con la monarquía pero el sufragio universal se otorgó hasta 1946.
jueves, 30 de marzo de 2017
La crisis de la democracia en el neoliberalismo
Emir Sader, Alainet
Un elemento que se ha globalizado rápidamente ha sido el de la crisis de la democracia. En Europa, que se enorgullecía de sus sistemas políticos, las políticas de austeridad han promovido la generalizada deslegitimación de esos sistemas, centrados en dos grandes partidos. Cuando ambos asumieron esas políticas económicas anti-sociales, han entrado en crisis acelerada, perdiendo votos, intensificando el desinterés político por las elecciones, dado que esos dos partidos promueven políticas similares. Han empezado a surgir alternativas –en la extrema derecha y en la misma izquierda- que ponen en shock a esos sistemas: por la derecha de forma autoritaria, por la izquierda buscando el ensanchamiento y la renovación de las democracias.
Hasta que la crisis de las democracias dio un salto con el Brexit y con la elección de Donald Trump en los EEUU. En Gran Bretaña, los dos partidos tradicionales fueron derrotados en una decisión crucial para el futuro del país y de la misma Europa, con la decisión mayoritaria de salida de la Unión Europea. Lo cual refleja cómo esos dos partidos no han sabido entender el malestar de gran parte de la población –incluso de amplios sectores de la misma clase trabajadora- respecto a los efectos negativos de la globalización neoliberal. Los trabajadores, electores tradicionales del Partido Laborista, concentraron su voto por el Brexit, en contra de la decisión de ese partido y terminaron decidiendo la votación.
Un elemento que se ha globalizado rápidamente ha sido el de la crisis de la democracia. En Europa, que se enorgullecía de sus sistemas políticos, las políticas de austeridad han promovido la generalizada deslegitimación de esos sistemas, centrados en dos grandes partidos. Cuando ambos asumieron esas políticas económicas anti-sociales, han entrado en crisis acelerada, perdiendo votos, intensificando el desinterés político por las elecciones, dado que esos dos partidos promueven políticas similares. Han empezado a surgir alternativas –en la extrema derecha y en la misma izquierda- que ponen en shock a esos sistemas: por la derecha de forma autoritaria, por la izquierda buscando el ensanchamiento y la renovación de las democracias.
Hasta que la crisis de las democracias dio un salto con el Brexit y con la elección de Donald Trump en los EEUU. En Gran Bretaña, los dos partidos tradicionales fueron derrotados en una decisión crucial para el futuro del país y de la misma Europa, con la decisión mayoritaria de salida de la Unión Europea. Lo cual refleja cómo esos dos partidos no han sabido entender el malestar de gran parte de la población –incluso de amplios sectores de la misma clase trabajadora- respecto a los efectos negativos de la globalización neoliberal. Los trabajadores, electores tradicionales del Partido Laborista, concentraron su voto por el Brexit, en contra de la decisión de ese partido y terminaron decidiendo la votación.
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domingo, 18 de septiembre de 2016
Chomsky alerta que el malestar social amenaza la democracia
Noam Chomsky, uno de los intelectuales estadounidenses más prestigiosos de la actualidad, cree que la baja valoración de los políticos a nivel mundial no es exclusiva de la cúpula dirigente, sino que se extiende a empresas y a otras instituciones, como parte de un malestar social general. La escasa popularidad de los actuales candidatos a la Presidencia de Estados Unidos no es algo excepcional, sino que forma parte "de un gran malestar social que amenaza a la democracia", explicó el lingüista y filósofo, de 87 años, en entrevista con dpa en Cambridge.
"Estados Unidos se desarrolló desde una democracia hacia una plutocracia con apéndices democráticos", opinó Chomsky. "Tres cuartas partes de la sociedad se encuentran simplemente subrepresentadas", analizó.
Respecto del actual auge del candidato republicano Donald Trump, pese a su discurso polémico y agresivo, el autor de Los guardianes de la libertad cree que se fundamenta en gran medida en el desprecio durante décadas a la clase trabajadora.
"Los que respaldan a Trump no son los pobres. La mayoría son de la clase trabajadora blanca que en el periodo del neoliberalismo fueron marginados. Ahora, estas personas están amargadas y tienen rencor".
"Estados Unidos se desarrolló desde una democracia hacia una plutocracia con apéndices democráticos", opinó Chomsky. "Tres cuartas partes de la sociedad se encuentran simplemente subrepresentadas", analizó.
Respecto del actual auge del candidato republicano Donald Trump, pese a su discurso polémico y agresivo, el autor de Los guardianes de la libertad cree que se fundamenta en gran medida en el desprecio durante décadas a la clase trabajadora.
"Los que respaldan a Trump no son los pobres. La mayoría son de la clase trabajadora blanca que en el periodo del neoliberalismo fueron marginados. Ahora, estas personas están amargadas y tienen rencor".
domingo, 11 de septiembre de 2016
Tragedia brasileña: otro asesinato a la democracia en manos de la derecha
Atilio Borón
Una banda de malandros, como canta el incisivo y premonitorio poema de Chico Buarque –malandro oficial, malandro candidato a malandro federal, malandro con contrato, con corbata y capital– acaba de consumar, desde su madriguera en el Palacio Legislativo de Brasil, un golpe de Estado (mal llamado blando) en contra de la legítima y legal presidenta de Brasil, Dilma Rousseff. Y decimos mal llamado blando porque, como enseña la experiencia de este tipo de crímenes en países como Paraguay y Honduras, lo que invariablemente viene luego de esos derrocamientos es una salvaje represión para erradicar de la faz de la tierra cualquier tentativa de reconstrucción democrática. El tridente de la reacción: jueces, parlamentarios y medios de comunicación, todos corruptos hasta la médula, puso en marcha un proceso seudolegal y claramente ilegítimo, mediante el cual la democracia en Brasil, con sus deficiencias, como cualquier otra, fue remplazada por una descarada plutocracia animada por el solo propósito de revertir el proceso iniciado en 2002 con la elección de Luiz Inacio Lula da Silva a la presidencia.
La voz de orden es retornar a la normalidad brasileña y poner a cada cual en su sitio: el povao, admitiendo sin chistar su opresión y exclusión, y los ricos disfrutando de sus riquezas y privilegios sin temores a un desborde populista desde el Planalto. Por supuesto que esta conspiración contó con el apoyo y la bendición de Washington, que desde hacía años venía espiando, con aviesos propósitos, la correspondencia electrónica de Dilma y de distintos funcionarios del Estado, además de Petrobras. No sólo eso: este triste episodio brasileño es un capítulo más de la contraofensiva estadounidense para acabar con los procesos progresistas y de izquierda que caracterizaron a varios países de la región desde finales del siglo pasado. Al inesperado triunfo de la derecha en la Argentina se le agrega ahora el manotazo propinado a la democracia en Brasil y la supresión de cualquier alternativa política en el Perú, donde el electorado tuvo que optar entre dos variantes de la derecha radical.
Una banda de malandros, como canta el incisivo y premonitorio poema de Chico Buarque –malandro oficial, malandro candidato a malandro federal, malandro con contrato, con corbata y capital– acaba de consumar, desde su madriguera en el Palacio Legislativo de Brasil, un golpe de Estado (mal llamado blando) en contra de la legítima y legal presidenta de Brasil, Dilma Rousseff. Y decimos mal llamado blando porque, como enseña la experiencia de este tipo de crímenes en países como Paraguay y Honduras, lo que invariablemente viene luego de esos derrocamientos es una salvaje represión para erradicar de la faz de la tierra cualquier tentativa de reconstrucción democrática. El tridente de la reacción: jueces, parlamentarios y medios de comunicación, todos corruptos hasta la médula, puso en marcha un proceso seudolegal y claramente ilegítimo, mediante el cual la democracia en Brasil, con sus deficiencias, como cualquier otra, fue remplazada por una descarada plutocracia animada por el solo propósito de revertir el proceso iniciado en 2002 con la elección de Luiz Inacio Lula da Silva a la presidencia.
La voz de orden es retornar a la normalidad brasileña y poner a cada cual en su sitio: el povao, admitiendo sin chistar su opresión y exclusión, y los ricos disfrutando de sus riquezas y privilegios sin temores a un desborde populista desde el Planalto. Por supuesto que esta conspiración contó con el apoyo y la bendición de Washington, que desde hacía años venía espiando, con aviesos propósitos, la correspondencia electrónica de Dilma y de distintos funcionarios del Estado, además de Petrobras. No sólo eso: este triste episodio brasileño es un capítulo más de la contraofensiva estadounidense para acabar con los procesos progresistas y de izquierda que caracterizaron a varios países de la región desde finales del siglo pasado. Al inesperado triunfo de la derecha en la Argentina se le agrega ahora el manotazo propinado a la democracia en Brasil y la supresión de cualquier alternativa política en el Perú, donde el electorado tuvo que optar entre dos variantes de la derecha radical.
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miércoles, 31 de agosto de 2016
El burkini y el derrumbe de Europa
Santiago Alba Rico, ctxt.es
Veo una imagen estremecedora: cuatro hombretones de pie y con pistolas obligan a una mujer desvalida a quitarse la ropa en un lugar público. No es una violación. Es el laicismo en armas liberando a una musulmana de sus cadenas en una playa de Niza ante la mirada indiferente de algunas virtuosas republicanas en bikini. Ahora la policía francesa vigila las playas, como la saudí las plazas, para hacer respetar la hisba, el precepto religioso que obliga a “rechazar el mal e imponer el bien”. La Francia republicana se ha coranizado, se guía por su propia sharia o ley religiosa y persigue de manera implacable cualquier atisbo de “islamización”, especialmente en las mujeres, a las que siempre es más fácil y placentero quitar y poner la ropa.
Hemos perdido todo el verano en un falso debate abstracto sobre la relación entre la libertad de las mujeres y el número de prendas que deben cubrir o descubrir su cuerpo. No es que no sea importante desde un punto de vista político y filosófico averiguar cuándo y en qué condiciones hay verdadera voluntad; cuándo y en qué condiciones una mujer se quita o se pone la ropa porque quiere y no cediendo a presiones más o menos explícitas de pautas conductuales dictadas por o en favor de los hombres. El mercado “libera” y la religión reprime y, si no puede desdeñarse la diferencia, tampoco puede negarse que tanto el mercado como la religión son parasitados por el patriarcado, victorioso en ambos casos. Así las cosas, y en un contexto en el que el colonialismo externo e interno siguen cruzándose con otras relaciones de poder (y proyectos de liberación), lo más fácil, y lo más estéril y hasta peligroso, es encerrarse en la defensa o en la condena de una forma concreta de patriarcado (el mercado versus la religión), como si fueran opuestos y además reflejaran, cada uno de ellos frente al otro, una mayor voluntad o libertad individual.
Veo una imagen estremecedora: cuatro hombretones de pie y con pistolas obligan a una mujer desvalida a quitarse la ropa en un lugar público. No es una violación. Es el laicismo en armas liberando a una musulmana de sus cadenas en una playa de Niza ante la mirada indiferente de algunas virtuosas republicanas en bikini. Ahora la policía francesa vigila las playas, como la saudí las plazas, para hacer respetar la hisba, el precepto religioso que obliga a “rechazar el mal e imponer el bien”. La Francia republicana se ha coranizado, se guía por su propia sharia o ley religiosa y persigue de manera implacable cualquier atisbo de “islamización”, especialmente en las mujeres, a las que siempre es más fácil y placentero quitar y poner la ropa.
Hemos perdido todo el verano en un falso debate abstracto sobre la relación entre la libertad de las mujeres y el número de prendas que deben cubrir o descubrir su cuerpo. No es que no sea importante desde un punto de vista político y filosófico averiguar cuándo y en qué condiciones hay verdadera voluntad; cuándo y en qué condiciones una mujer se quita o se pone la ropa porque quiere y no cediendo a presiones más o menos explícitas de pautas conductuales dictadas por o en favor de los hombres. El mercado “libera” y la religión reprime y, si no puede desdeñarse la diferencia, tampoco puede negarse que tanto el mercado como la religión son parasitados por el patriarcado, victorioso en ambos casos. Así las cosas, y en un contexto en el que el colonialismo externo e interno siguen cruzándose con otras relaciones de poder (y proyectos de liberación), lo más fácil, y lo más estéril y hasta peligroso, es encerrarse en la defensa o en la condena de una forma concreta de patriarcado (el mercado versus la religión), como si fueran opuestos y además reflejaran, cada uno de ellos frente al otro, una mayor voluntad o libertad individual.
lunes, 9 de mayo de 2016
¿De qué trata la crisis brasileña?
Emir Sader, Público.es
La derecha fue derrotada sucesivamente cuatro veces seguidas, tiene todas las posibilidades de seguir perdiendo frente a la candidatura de Lula, y por eso resolvió abandonar la disputa electoral y buscar un atajo para volver al gobierno. De eso trata la crisis brasileña, de un golpe blando, que trata de reimplantar el programa neoliberal derrotado siempre por los brasileños.
El primer intento, a los pocos días de la nueva derrota electoral, en 2014, fue el recuento de los votos, que no les resultó. Enseguida vinieron las acusaciones de corrupción, y lo cierto es que ninguna de ellas tenía algún fundamento. El mismo Lula sigue viviendo en el mismo departamento en la periferia de San Pablo donde vivía antes de ser el presidente más exitoso de la historia del país; no posee ninguna otra propiedad.
La derecha fue derrotada sucesivamente cuatro veces seguidas, tiene todas las posibilidades de seguir perdiendo frente a la candidatura de Lula, y por eso resolvió abandonar la disputa electoral y buscar un atajo para volver al gobierno. De eso trata la crisis brasileña, de un golpe blando, que trata de reimplantar el programa neoliberal derrotado siempre por los brasileños.
El primer intento, a los pocos días de la nueva derrota electoral, en 2014, fue el recuento de los votos, que no les resultó. Enseguida vinieron las acusaciones de corrupción, y lo cierto es que ninguna de ellas tenía algún fundamento. El mismo Lula sigue viviendo en el mismo departamento en la periferia de San Pablo donde vivía antes de ser el presidente más exitoso de la historia del país; no posee ninguna otra propiedad.
jueves, 31 de marzo de 2016
Para que conozcas la democracia representativa
Néstor García Iturbe, Alainet
En estos meses se han estado desarrollando en Estados Unidos lo que ellos denominan Elecciones Primarias, un tipo de elección, que se describe en los manuales donde se explica el sistema de la Democracia Representativa, como el primer paso para la elección del candidato a la presidencia por un partido político.
Según la descripción, esa elección se realiza en cada uno de los estados de la unión, donde las personas inscritas en uno u otro partido tienen la posibilidad de votar por alguno de los candidatos que aspiran a ganar la nominación presidencial y este será apoyado en la Convención del Partido por los delegados que haya obtenido en el estado.
Esto es una descripción de carácter general, el partido en cada estado determina sus reglas, incluyendo la cantidad de delegados que podrán asistir a la convención, en algunos casos la distribución de delegados es proporcional al por ciento de votos recibidos, en otros el que gane se lo lleva todo, pero regularmente el ganador es el que más delegados obtiene, de no ser así, ¿Dónde queda la Democracia?
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jueves, 28 de enero de 2016
Las instituciones profundamente antidemocráticas de la supuestamente democrática Unión Europea
Vincenç Navarro, Público.es
Uno de los movimientos más importantes que España ha visto en los últimos años ha sido el 15-M, que denunció la falsedad de las instituciones que se definen a sí mismas como democráticas, indicando que en lugar de representar los intereses de la ciudadanía tales instituciones representan los intereses de las grandes empresas financieras e industriales que dominan no solo la vida económica, sino también la política y mediática del país. La evidencia de que ello es así es abrumadora.
De ahí el éxito de uno de los eslóganes que apareció con más frecuencia en sus manifestaciones, “Lo llaman democracia, pero no lo es”, un eslogan que resume muy bien el mayor problema de la llamada democracia española. Dicho eslogan fue y continúa siendo altamente popular a nivel de calle en España, como consecuencia de que la gran mayoría de su población está de acuerdo en que las instituciones llamadas representativas no la representan.
Tal falta de democracia, que aparece con toda claridad en España, también ocurre en gran medida en las instituciones igualmente llamadas democráticas que gobiernan la Unión Europea, y que incluyen no solo el Banco Central Europeo, sino también la Comisión Europea, el Consejo Europeo, el Eurogrupo e incluso también el Parlamento Europeo.
Uno de los movimientos más importantes que España ha visto en los últimos años ha sido el 15-M, que denunció la falsedad de las instituciones que se definen a sí mismas como democráticas, indicando que en lugar de representar los intereses de la ciudadanía tales instituciones representan los intereses de las grandes empresas financieras e industriales que dominan no solo la vida económica, sino también la política y mediática del país. La evidencia de que ello es así es abrumadora.
De ahí el éxito de uno de los eslóganes que apareció con más frecuencia en sus manifestaciones, “Lo llaman democracia, pero no lo es”, un eslogan que resume muy bien el mayor problema de la llamada democracia española. Dicho eslogan fue y continúa siendo altamente popular a nivel de calle en España, como consecuencia de que la gran mayoría de su población está de acuerdo en que las instituciones llamadas representativas no la representan.
Tal falta de democracia, que aparece con toda claridad en España, también ocurre en gran medida en las instituciones igualmente llamadas democráticas que gobiernan la Unión Europea, y que incluyen no solo el Banco Central Europeo, sino también la Comisión Europea, el Consejo Europeo, el Eurogrupo e incluso también el Parlamento Europeo.
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domingo, 4 de octubre de 2015
La lamentable decadencia de la democracia
Roberto Savio, Alainet.org
El último estudio global realizado por la Encuesta Mundial de Valores sobre la solidez de la democracia en 2015 arroja datos sumamente preocupantes. No obstante, ha sido totalmente ignorada, excepto por el New York Times, que publicó un informe especial.
Según la autorizada institución, que cuenta con gran prestigio en el seno de las Naciones Unidas, en Estados Unidos, el número de ciudadanos que aprueban la ley que legaliza la tenencia de armas, ha pasado de uno cada 15 en 1995, a uno cada seis en 2015.
El último estudio global realizado por la Encuesta Mundial de Valores sobre la solidez de la democracia en 2015 arroja datos sumamente preocupantes. No obstante, ha sido totalmente ignorada, excepto por el New York Times, que publicó un informe especial.
Según la autorizada institución, que cuenta con gran prestigio en el seno de las Naciones Unidas, en Estados Unidos, el número de ciudadanos que aprueban la ley que legaliza la tenencia de armas, ha pasado de uno cada 15 en 1995, a uno cada seis en 2015.
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viernes, 25 de septiembre de 2015
El fantasma de la democracia social recorre el mundo
Napoleón Gómez Urrutia, La Jornada
Durante los últimos meses, en el mundo ha surgido una corriente política moderna y de avanzada que está luchando en diferentes países para establecer la democracia social en el poder y por un nuevo modelo de desarrollo económico que genere más justicia y mayor bienestar para la población. Cansados y frustrados con la enorme desigualdad que se ha producido, la cual hoy concentra 99 por ciento de la riqueza mundial en uno por ciento de la población, los líderes sindicales, intelectuales y políticos progresistas están proponiendo ideas, estrategias específicas y programas para balancear la distribución de la riqueza y lograr mayor igualdad y equilibrio entre los miembros de la sociedad.
Durante los últimos meses, en el mundo ha surgido una corriente política moderna y de avanzada que está luchando en diferentes países para establecer la democracia social en el poder y por un nuevo modelo de desarrollo económico que genere más justicia y mayor bienestar para la población. Cansados y frustrados con la enorme desigualdad que se ha producido, la cual hoy concentra 99 por ciento de la riqueza mundial en uno por ciento de la población, los líderes sindicales, intelectuales y políticos progresistas están proponiendo ideas, estrategias específicas y programas para balancear la distribución de la riqueza y lograr mayor igualdad y equilibrio entre los miembros de la sociedad.
martes, 30 de junio de 2015
La lección de democracia del “catalizador griego”
Alberto Rabilotta, Alainet
Con la decisión del gobierno y el Parlamento griego de convocar el próximo 5 de julio a un referendo para que los ciudadanos decidan si aprueban o rechazan el dictado de la Comisión Europea (CE), el Banco Central Europeo (BCE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) –la Troika-, el gobierno de Syriza ha llevado la cuestión de la crisis de la deuda al lugar que le pertenece, o sea al nivel político de la decisión popular, para que el pueblo decida la crucial cuestión política de si la sociedad existe o no, de si el pueblo es soberano o no.
Este referendo sobre “soberanía o sumisión” llega después de cinco meses de negociaciones entre el gobierno dirigido por el primer ministro Alexis Tsipras y la Troika, un proceso en el cual el gobierno de Syriza incorporó al pueblo haciendo públicas sus posiciones y las crecientes exigencias de la Troika.
miércoles, 17 de junio de 2015
¿Representan los gobernantes a los gobernados?
Vicenç Navarro, Público.es
En el discurso oficial reproducido en los mayores medios de información del mundo occidental, democracia es aquel sistema político en el que es la ciudadanía la que, a través del sistema representativo, escoge a sus gobernantes para que, en su nombre, gobiernen el país, aplicando las medidas que la población desee. Ahora bien, lo que está ocurriendo en gran parte de los países de este mismo mundo occidental es que la distancia entre lo que la mayoría de la población desea y lo que el gobierno lleva a cabo es cada vez mayor. Es decir, que la distancia entre lo que los gobernantes hacen y lo que los gobernados –teóricamente la fuente de autoridad de los primeros- desean es cada vez mayor. En realidad, en muchas ocasiones hacen precisamente lo contrario. La evidencia de que ello es así es contundente.
Veamos los datos y analicemos lo que ocurre, por ejemplo, en el sistema democrático de EEUU, presentado por muchos liberales como el modelo democrático por excelencia. Leyendo las declaraciones de los dirigentes de aquel país (que constantemente dan lecciones de democracia a otros países, incluso sancionando a algunos por su supuesta falta de democracia), EEUU es un faro que ilumina al mundo en la navegación hacia un sistema en el que la soberanía derive del pueblo, principio que retóricamente aparece en todas (repito, todas) las Constituciones de los países que se definen como democráticos. La propia Constitución estadounidense comienza con la espléndida frase de que “nosotros, el pueblo, decidimos…”(“We, the people, decide…”), frase de la narrativa oficial que entra en clara contradicción con la realidad, que muestra que, en verdad, el pueblo decide muy poco.
En el discurso oficial reproducido en los mayores medios de información del mundo occidental, democracia es aquel sistema político en el que es la ciudadanía la que, a través del sistema representativo, escoge a sus gobernantes para que, en su nombre, gobiernen el país, aplicando las medidas que la población desee. Ahora bien, lo que está ocurriendo en gran parte de los países de este mismo mundo occidental es que la distancia entre lo que la mayoría de la población desea y lo que el gobierno lleva a cabo es cada vez mayor. Es decir, que la distancia entre lo que los gobernantes hacen y lo que los gobernados –teóricamente la fuente de autoridad de los primeros- desean es cada vez mayor. En realidad, en muchas ocasiones hacen precisamente lo contrario. La evidencia de que ello es así es contundente.
Veamos los datos y analicemos lo que ocurre, por ejemplo, en el sistema democrático de EEUU, presentado por muchos liberales como el modelo democrático por excelencia. Leyendo las declaraciones de los dirigentes de aquel país (que constantemente dan lecciones de democracia a otros países, incluso sancionando a algunos por su supuesta falta de democracia), EEUU es un faro que ilumina al mundo en la navegación hacia un sistema en el que la soberanía derive del pueblo, principio que retóricamente aparece en todas (repito, todas) las Constituciones de los países que se definen como democráticos. La propia Constitución estadounidense comienza con la espléndida frase de que “nosotros, el pueblo, decidimos…”(“We, the people, decide…”), frase de la narrativa oficial que entra en clara contradicción con la realidad, que muestra que, en verdad, el pueblo decide muy poco.
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jueves, 19 de marzo de 2015
Ibn Jaldún y la democracia desde abajo
Antoni Aguiló, El Diario
¿Por qué Bin Laden resulta un nombre tan popular en Occidente mientras que los nombres y contribuciones de figuras clave del mundo árabe apenas se conocen? ¿Por qué los cánones académicos dominantes marginan a sociólogos como Ibn Jaldún, de cuya muerte se cumplen estos días 609 años? ¿Qué aportaciones hizo para construir democracias desde abajo más allá de los lenguajes y narrativas políticas occidentales?
A pesar de la distancia histórica y cultural que nos separa de Ibn Jaldún, su pensamiento merece ser rescatado y resignificado no sólo con el propósito de reivindicar su papel en el desarrollo inicial de la sociología, la historia y la economía en Occidente, sino para ponerlo al servicio de las luchas por la diversidad democrática en un contexto que a escala global busca homogenizar la democracia y neutralizar aquellas manifestaciones que no se ajustan a las pautas de la ortodoxia política liberal. En este sentido, las ideas políticas de Ibn Jaldún siguen siendo una herramienta útil para desarrollar perspectivas inscritas en el horizonte de una nueva cultura política regida por la “demodiversidad” de la que hablan Boaventura de Sousa y Leonardo Avritzer: “La coexistencia pacífica o conflictiva de diferentes modelos y prácticas democráticas”.
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12:52 p.m.
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