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jueves, 13 de enero de 2022

"No mires arriba": el placer del reconocionismo

Santiago Alba Rico, Público

Lo mejor y lo peor que puede decirse de la polémica y aclamada película de Adam McKay, No mires arriba, es que es brillante y entretenida. Es lo mejor porque, en efecto, pasas un buen rato gracias al ingenio de unos guionistas que vuelcan en ella todas las verdades que habitualmente se nos ocultan y todas las denuncias a las que en otros formatos nadie hace ningún caso: el populismo electoralista de los gobernantes, la colusión entre el poder político y el económico, las fantasías de los gurús tecnológicos, el negacionismo interesado de los plebeyos, la frivolidad cómplice de los medios de comunicación. Es lo mejor, pero también lo peor, porque el único efecto que introduce en el mundo es el de confirmar las fronteras impermeables entre la enunciación y la acción. La verdad, por así decirlo, nos divierte tanto como el magufismo, el adefesio y la estupidez.

martes, 6 de septiembre de 2011

Abejas, lobos y corderos

Antonio Aramayona, Attac

A principios del siglo XVIII, Bernard de Mandeville describía en su obra La fábula de las abejas una sociedad próspera y feliz, donde cada individuo busca solo su propio lucro e interés, pues por naturaleza somos individualistas, egoístas y perseguimos nuestro propio interés, de tal forma que el bien público no es sino el resultado de los intereses y lucros individuales. En otras palabras, si no rijo mi vida en y por mi propio interés, estoy cortando las alas del progreso. Si presto oídos a los discursos de los valores y las virtudes morales, voy en contra de lo más saludable de la naturaleza: la consecución del propio bienestar, prescindiendo de cualquier otra cosa. De hecho, remata Mandeville, los vicios privados son los que verdaderamente redundan en beneficios públicos.

En efecto, Mandeville sostiene que hasta los comportamientos individuales más bajos y viles producen ante todo efectos económicos positivos. Por ejemplo, un libertino puede llegar a ser incluso un personaje cruel e insolidario, y sin embargo, gracias a sus dispendios económicos viven criados, prostitutas, sastres, cocineros, obreros, cocheros, etc. Es decir, como una vida viciosa reporta grandes beneficios sociales, cuanto más se busque exclusivamente el propio beneficio, más acabará redundando en provecho de la comunidad.

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