El primer ministro de "Israel", Benjamín Netanyahu, junto con el ministro Bezalel Smotrich, siguen aferrados al control del gobierno, impulsados tanto por sus ambiciones personales como por los objetivos de guerra en Cisjordania, centrados en la anexión y la expansión de los asentamientos.
Muhammad Jaradat, Al Mayadeen
En el contexto habitual de "Israel", lo natural hubiera sido que el gobierno de Benjamín Netanyahu cayera en su totalidad hace ya varios meses.
Sin embargo, Netanyahu llevó a “Tel Aviv” por un rumbo completamente alejado de los valores y normas sobre los que se fundó la entidad.
Esto se evidencia sobre todo en su capacidad para priorizar sus ambiciones personales y partidistas por encima de cuestiones esenciales, como el regreso de los prisioneros israelíes, mientras centra los esfuerzos en la guerra y la venganza.
Además, empujó al país a soportar un prolongado desgaste en múltiples frentes, y lo más significativo, alteró la doctrina fundacional del Estado, que consistía en la subordinación del liderazgo político a las recomendaciones del ejército y los servicios de inteligencia.
Netanyahu ignoró todos los consejos y condujo al país de manera autoritaria por una senda extremadamente arriesgada.
La pregunta sobre el momento de la caída de Netanyahu y su gobierno no sigue el curso natural de las cosas. Aquí se habla de una caída, no de una dimisión.