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martes, 9 de septiembre de 2025

Los bombardeos y el discurso de escalada


Nahia Sanzo, Slavyangrad

Con el frente informativo tan importante como el militar para determinar triunfos y fracasos o victoriosos y derrotados, las imágenes y los sonidos de la guerra son utilizados, generalmente exentos de contexto, para imponer un determinado camino hacia la resolución. De la misma forma que las palabras victoria, paz y justicia tienen distinto significado para los diferentes actores, el término negociación, pronunciado en solitario, ha de ser leído acompañado de la coletilla “en sus términos” a continuación. Todos los actores que participan directa e indirectamente en este conflicto quieren que su bando obtenga una victoria, desean la paz, que se imponga la justicia y que termine la fase militar y se llegue a una mesa de negociación. Si se produce en sus términos, generalmente contradictorios y que hacen inviable un acuerdo con el oponente.

“Mientras Putin no ocupe Ucrania, estaremos ganando”, afirmó en una entrevista publicada ayer Volodymyr Zelensky, que rebajó notablemente el listón con el que espera que se valore el resultado final de la guerra. En más de tres años y medio, dirigentes occidentales se han referido repetidamente al término victoria, siempre sin llegar a definirlo. Las palabras del presidente ucraniano no suponen una definición real, aunque sí buscan instalar un estado de opinión algo más realista del “mientras sea necesario” que Occidente ha utilizado desde 2022 para dar a entender su voluntad de mantener el conflicto militar sine die. Sin embargo, la victoria no puede llegar si no implica una clara derrota ajena. “El objetivo de Putin es ocupar Ucrania; esto es destruirnos, ocuparla, ¿y la ocupó?», añadió en la entrevista, en la que insistió en que “quiere, por supuesto, ocuparnos por completo. Para él, eso es la victoria. Y hasta que no pueda hacerlo, la victoria está de nuestro lado. Es muy doloroso en la guerra por las muchas pérdidas. Por eso, para nosotros, sobrevivir es una victoria, porque sobrevivimos con nuestra identidad, con nuestro país, con nuestra independencia”. Manipular los términos y proyectar sobre el enemigo unos objetivos que no ha mostrado y unas capacidades que no tiene supone un intento de crear una realidad que cada vez es más alejada del sentido común.

martes, 2 de septiembre de 2025

Rusia siempre es culpable


Nahia Sanzo, Slavyangrad

“El avión en el que Úrsula Von der Leyen viajaba a Bulgaria sufre interferencias en su GPS, supuestamente rusas”, escribía ayer la agencia EFE. Se trata de un caso más en el que un sabotaje, accidente o incidente sin consecuencias es adjudicado directamente a Moscú sin necesidad de la más mínima investigación previa. Pese a no haber declarado la guerra, la Unión Europea se ve con la legitimidad de intervenir –aunque aún no de expropiar, ya que una parte de la UE es consciente de la ilegalidad que supondría- activos públicos y privados rusos que utilizar como chantaje para exigir reparaciones de guerra a Rusia y se permite también adjudicar a Rusia las culpas de todo aquello que ocurre en el continente. Pase lo que pase, Rusia siempre es culpable.

“El denominado «bloqueo y suplantación de GPS», que distorsiona o impide el acceso al sistema de navegación por satélite, era utilizado tradicionalmente por los servicios militares y de inteligencia para defender lugares sensibles, pero cada vez más países como Rusia lo utilizan como medio para perturbar la vida civil. Los gobiernos de la UE han advertido de que el aumento de los bloqueos de GPS atribuidos a Rusia corre el riesgo de provocar un desastre aéreo al dejar prácticamente ciegos a los aviones comerciales en pleno vuelo. Los incidentes de interferencia del GPS han aumentado significativamente en el mar Báltico y en los estados de Europa del Este cercanos a Rusia en los últimos años, afectando a aviones, barcos y civiles que utilizan el servicio para la navegación diaria”, escribía ayer Financial Times, sin explicar que el contexto militar de la región, al que no solo ha contribuido Rusia, se presta a todo tipo de incidentes, enfrentamientos buscados o no buscados y uso militar incluso accidental contra infraestructuras civiles. En esta situación, la aviación es el eslabón más débil, ya que puede suceder rápidamente una situación de peligro de accidente. Como una de las regiones más militarizadas del mundo ahora mismo, eso que ya está llamándose “frente oriental” se presta a todo tipo de incidencias en las que la guerra electrónica de las diferentes partes en conflicto –no solo Rusia y Ucrania, sino también la OTAN- afecte a infraestructuras civiles. El intento de cegar al enemigo por medio de esas herracontas aumenta el peligro para la aviación, sin que pueda atribuirse directamente la culpabilidad a la siempre presente mano de Moscú.

lunes, 1 de septiembre de 2025

Estados Unidos, la guerra de Ucrania y la posición de los países europeos


Nahia Sanzo, Slavyangrad

“Dos semanas después de la cumbre entre el presidente Trump y el presidente ruso Vladimir Putin, se han producido pocos avances claros hacia el fin de la guerra. Los frustrados asesores de Trump sostienen que la culpa debe recaer en los aliados europeos, y no en Trump ni siquiera en el presidente ruso Vladimir Putin”, afirma un artículo publicado esta semana por Axios, el medio que está distinguiéndose por ser el utilizado por el trumpismo para filtrar aquello que desea dar a conocer. Las dos cumbres norteamericanas, la de Alaska con Vladimir Putin y la de la Casa Blanca con Zelensky y su sequito de protección europea, fueron presentadas como pasos clave a la hora de articular cuál puede ser la forma en la que se consiga el final de la guerra. Sin embargo, la dificultad del conflicto y la incapacidad de los actores occidentales de comprender que no tienen la capacidad de imponer sobre Rusia una resolución en la que se le ofrezcan ciertas concesiones territoriales –fundamentalmente el territorio que ya tiene-, pero tenga que aceptar la presencia militar de países de la OTAN en una frontera altamente militarizada dificulta cualquier avance. En realidad, la cumbre de Alaska solo fue una primera toma de contacto sobre la que la mediación estadounidense tendría que construir un proceso de negociación que, ante las exigencias encontradas de las partes implicadas directa e indirectamente, aún no ha iniciado. Uno de los motivos de ello es la férrea postura de los países europeos, sobre los que según la visión de Washington ha de recaer el coste y la organización del día después de la guerra.

“Durante meses, ha sido evidente que los líderes europeos prefieren que la guerra continúe. Lo han dicho y actuado así. Están presupuestando una guerra más larga y actúan como saboteadores de las deficientes iniciativas de paz. La única incógnita es: ¿qué esperan ganar?”, se preguntaba la activista Almut Rochowanski, habitual comentarista de esta guerra y miembro del Quincy Institute, que apuntaba a una posición que ha sido obvia desde antes de la llegada al poder de Donald Trump. El motivo de las reticencias diplomáticas de los países europeos también ha sido claro: un acuerdo de resolución vinculante y que consolidara pérdidas territoriales, condicionara la seguridad europea a una arquitectura que no fuera dictada directamente por Bruselas –con apoyo de Washington- y que volviera a admitir a Rusia como un país más del continente sería una derrota estratégica en una guerra que fue calificada en 2022 como existencial para la UE.

sábado, 30 de agosto de 2025

El realismo en las negociaciones


Nahia Sanzo, Slavyangrad

“Los medios occidentales siguen discutiendo escenarios para brindar garantías de seguridad a Ucrania, incluido el despliegue de fuerzas de paz. Las opciones propuestas por Occidente en su conjunto son unilaterales y claramente apuntan a disuadir a Rusia”, escribía ayer, señalando lo obvio, la cuenta oficial de las redes sociales del Ministerio de Asuntos Exteriores de la Federación Rusa. De forma que debería resultar evidente para Moscú desde hace mucho tiempo, el objetivo de la misión armada que preparan los países de la Coalición de voluntarios liderada por Francia y el Reino Unido no busca tanto proteger a Ucrania, como actuar contra Rusia. Los términos que se están planteando y las exigencias de los países europeos a Estados Unidos, a quien le piden un apoyo de guerra, no de paz, lo dejan claro. De la misma manera que el 9 de mayo llegaron a un acuerdo consigo mismos según el cual “un alto el fuego incondicional durante al menos 30 días debería comenzar el lunes 12 de mayo. Juntos, exigimos esto a Rusia y sabemos que Estados Unidos nos apoya en este sentido” y pese a ser conscientes de no tener la capacidad de cumplir su amenaza anunciaron que “en caso de violación de este alto el fuego, hemos acordado que se prepararán sanciones masivas y se coordinarán entre europeos y estadounidenses”, los países europeos continúan actuando de forma unilateral para tratar de imponer los términos que les convienen sin pararse a pensar en el realismo de sus propuestas.

“Nuestra contribución a las garantías de seguridad es la misión de entrenamiento, la misión militar y también el apoyo a la industria de defensa de Ucrania. Hoy estamos debatiendo cómo cambiar el mandato de todas esas misiones para estar preparados una vez que se haya alcanzado un acuerdo de paz”, afirmó ayer Kaja Kallas, consciente de que la forma y el contenido de la misión armada liderada por países miembro de la UE y la OTAN está planteada en términos que hacen totalmente inviable un acuerdo con Rusia. En el pasado, líderes como Emmanuel Macron han llegado a afirmar que no era preciso un acuerdo con Moscú y la labor del contingente militar europeo, un signo más de que en ningún momento se ha tratado de facilitar una resolución a la guerra, sino de conseguir de forma unilateral un resultado que asegure que la UE pueda seguir utilizando la amenaza rusa como eje central de su política exterior. Lo importante para el liderazgo de la Unión Europea no es que se produzca un pacto, deje de derramarse sangre y Ucrania pueda comenzar el proceso de reconstrucción y su camino hacia la adhesión al bloque político, sino utilizar la guerra para conseguir el objetivo de debilitar al máximo a Rusia.

miércoles, 20 de agosto de 2025

¿Qué pasó realmente en Alaska?

Trump está intentando elaborar, con su característica fanfarria, lo que podría venderse como una estrategia de salida del Estado Profundo, hacia la próximo Guerra Eterna

Pepe Escobar, Observatorio de la Crisis

Alaska no se trataba solo de Ucrania. Alaska se trataba principalmente de las dos principales potencias nucleares del mundo, que intentaban reconstruir la confianza y frenar un tren descontrolado en una frenética carrera ferroviaria de alta velocidad hacia la confrontación nuclear.

No hubo garantías, dado el carácter volátil de Trump, quien pidió la reunión de alto perfil con su homólogo ruso, Vladímir Putin. Sin embargo, un nuevo paradigma podría estar gestándose. Rusia ha sido reconocida de facto por EEUU como una potencia par. Esto implica, como mínimo, el regreso de la diplomacia de alto nivel donde más se necesita.

Mientras tanto, Europa envió a Washington una legión de líderes impotentes para que se dobleguen ante el Emperador. El destino de la UE quedó sellado: en el basurero de la irrelevancia geopolítica.

Lo decidido conjuntamente por Trump, personalmente, y Putin, incluso antes de que Moscú propusiera la polémica Alaska como sede de la cumbre, permanece en secreto. No se filtrará el contenido completo. Sin embargo, es bastante significativo que el propio Trump haya calificado a Alaska con un 10 sobre 10.

martes, 19 de agosto de 2025

Cumbre en la Casa Blanca

Donald Trump muestra a Zelensky el nuevo Mapa de Ucrania


Nahia Sanzo, Slavyangrad

Frustrado por no haber logrado del presidente ruso el compromiso de alto el fuego que llevaba semanas exigiendo, Donald Trump compareció ante los medios de comunicación el pasado viernes en Alaska mucho más callado de lo que acostumbra, sin responder preguntas y dejando que fuera Vladimir Putin quien transmitiera una serie de puntos posiblemente pactados de antemano y, sin duda, planteados para no ofender al hombre al que trataba de convencer. Sin embargo, tras esa conversación de la que apenas han trascendido detalles, el presidente de Estados Unidos modificó notablemente la estrategia con la que había iniciado su cruzada en busca de imponer una paz por medio de la fuerza que nunca tuvo la suficiente agresividad a juicio de los países europeos y Ucrania. El cambio, un paso de la apuesta por un alto el fuego, “que a veces se cumplen y a veces no” a la certeza de que es preciso un acuerdo definitivo. Esa nueva táctica, tan sorprendente como preocupante para Bruselas, Londres, París y Berlín ha obligado a la intervención realizada ayer desde la sumisión absoluta de la UE a Estados Unidos, en clara posición de inferioridad y prácticamente suplicando ser recibidos. Una pequeña alfombra roja se desplegó ayer en Washington para que una representante de la Casa Blanca recibiera a los invitados europeos. Al otro lado no esperaba Donald Trump aplaudiendo, como había ocurrido en Alaska el pasado viernes. Como estados clientes a los que el presidente de Estados Unidos ya ha comprobado que puede dar órdenes, su valor es simplemente transaccional, por lo que las relaciones son mucho más sencillas y menos frustrantes que con el Gobierno de Vladimir Putin, autónomo en las relaciones internacionales y sin dependencia más que de sus propios recursos para continuar o no la guerra.

domingo, 17 de agosto de 2025

Consecuencias de la cumbre de Alaska


Nahia Sanzo, Slavyangrad

Día de reacciones a la reunión de Alaska, a las imágenes que dejó y a sus implicaciones, los diferentes actores trataron de adaptarse ayer a la nueva situación que dejó el nuevo cambio de postura de Donald Trump, que se observó el viernes por la noche y que se confirmó el sábado con en su llamada a los socios europeos y su publicación en las redes sociales. Rusia había llegado a la reunión en una posición que se suponía vulnerable, especialmente tras la aparente adopción de los postulados y líneas rojas europeas por parte de Estados Unidos. Donald Trump se adhirió, al menos a juzgar por lo que ha trascendido de la reunión, a la idea de “nada sobre Ucrania sin Ucrania”, aunque no necesariamente al “nada sobre Europa sin Europa”. Así lo sugiere el comentario de Vladimir Putin en la comparecencia junto a su homólogo estadounidense, en la que el presidente ruso se refirió a un “entendimiento” con la Casa Blanca –y no a un acuerdo, como erróneamente tradujeron, provocando una importante confusión, varios medios-y advirtió a los países europeos contra un intento de sabotear o intentar manipular los términos.

No es difícil ver en esa declaración un recuerdo al proceso de Minsk, en el que tanto Francia como Alemania protegieron a Ucrania para que pudiera permitirse no cumplir con los términos que había firmado. Pese a ese supuesto entendimiento, la ausencia de preguntas en la rueda de prensa, la breve intervención del líder estadounidense y su escaso entusiasmo mostraron lo que Trump confirmó en su posterior entrevista con Sean Hannity, un periodista afín que le dio la oportunidad de colocar su mensaje. Según Trump, el acuerdo con Rusia está cerca, aunque hay algunos temas, especialmente uno que el presidente no especificó, pero que es sencillo de deducir –la seguridad-, aún no lo hay.

sábado, 16 de agosto de 2025

Un primer paso hacia la diplomacia


Nahia Sanzo, Slavyangrad

La base conjunta Elmendorf-Richardson, en Anchorage, Alaska, vivió ayer su jornada más mediática. Rodeada de una movilización proucraniana preparada a lo largo de la semana, la delegación rusa llegó al territorio que vendió a Estados Unidos en el siglo XIX para la primera cumbre ruso-estadounidense en tres años. Las imágenes del gran cartel “Alaska 2025” con la alfombra roja desde la escalerilla del avión a la espera de la delegación liderada por Donald Trump y a la encabezada por Vladimir Putin, el presidente de Estados Unidos recibiendo a su homólogo ruso, posando junto a él y ambos abandonando el lugar en el mismo vehículo de camino a la reunión fueron la representación perfecta del fracaso de la política europea de aislamiento de Rusia. De ahí que no deban sorprender titulares como el publicado por El País, que afirmaba que “lo más inquietante de la cumbre de Alaska es que pueda salir algo”. Ese era el principal temor de los países europeos y de Ucrania, para quienes, como declaró hace unos meses la primera ministra danesa, “la paz puede ser más peligrosa que la guerra”. Ausentes de la cumbre, aunque tras haber marcado en una conferencia telefónica colectiva con Donald Trump sus líneas rojas, los países europeos esperaban evitar un escenario en el que los dos presidentes pactaran un marco en el que resolver la guerra. Frente a ese escenario, el más negativo para Europa y Ucrania, que deberían resignarse a obtener lo máximo posible dentro de unas líneas previamente marcadas, la esperanza era que Donald Trump saliera de la reunión afirmando lo que ya ha declarado en el pasado, su frustración por haber tenido una buena conversación, pero no haber conseguido que Vladimir Putin cediera en sus exigencias.

jueves, 14 de agosto de 2025

Antes de la cumbre: las exigencias ucranianas


Nahia Sanzo, Slavyangrad

La atención informativa en Ucrania continúa centrada en dos aspectos diferentes, pero directamente vinculados: la situación en el frente y la preparación de la reunión de este viernes entre Donald Trump y Vladimir Putin en Alaska. En ambos casos, el estado de ánimo oscila entre el miedo a perderlo todo y la insistencia en que todo va bien y la victoria está a la vuelta de la esquina. Mientras las autoridades del ejército afirman que la brecha al noreste de Pokrovsk-Mirnograd en dirección a Dobropilia es fruto del avance de tres grupos de sabotaje rusos formados por apenas una docena de personas y se insiste en que uno de ellos ya ha sido neutralizado y los otros dos serán destruidos, ayer, el mapa de control del territorio -o de presencia de tropas en zonas del frente en ausencia de tropas enemigas- se extendió aún más, aunque ya no con la rapidez de los últimos días. Ante la calma absoluta que quieren proyectar Volodymyr Zelensky y su entorno, oficiales, soldados e influencers militares alertan, en muchos casos en posts plagados de improperios, de que la situación está lejos de estar bajo control. Aunque muy posiblemente exagerada, ya que no hay movimiento de blindados rusos ni avance masivo de tropas, la versión crítica está obteniendo el favor de la prensa occidental. Al fin y al cabo, ¿era necesario movilizar a algunas de las mejores unidades disponibles para acabar con tres grupos de sabotaje rusos que no suponían un peligro grave?

Como en ocasiones anteriores, frente a los problemas, hay un chivo expiatorio claro, Oleksandr Syrsky, un arte que, como recordaba ayer Leonid Ragozin, “es un género manido en Ucrania (con gente como Bezuhla y Krotevych, de Azov, a la cabeza), pero aquí hay medios occidentales serios que se suman al coro con la dupla simplista de Syrsky «soviético» versus comandantes «progresistas» ilustrados por la OTAN y la altamente exitosa cadencia de Zaluzhny versus Syrskys plagados de derrotas”. El comentario del periodista opositor ruso se refería a un extenso reportaje de The Wall Street Journal en el que se argumenta, como comentaba Yaroslav Trofimov, uno de sus periodistas más prominentes, que “Ucrania triunfó durante el primer año de la guerra porque su ejército luchó de forma diferente. Tras la sustitución de Zaluzhny por Syrsky el año pasado, la guerra se ha convertido en una guerra entre un pequeño ejército soviético y un gran ejército soviético, con consecuencias predecibles”. “Syrsky no es más soviético que Zaluzhny”, recordaba Ragozin, pero cuenta con el hándicap de haber nacido en Rusia, un argumento suficiente para quienes prefieren buscar explicaciones sencillas a problemas complejos. “Cuando al ejército ucraniano le va bien, es porque le enseñamos la doctrina y el material occidentales. Cuando le va mal, es porque sigue siendo soviético”, comentaba la activista feminista Almut Rochowanski, a lo que el sociólogo ucraniano Volodymyr Ischenko añadía el “elefante en la habitación”, “la falta de voluntad de la mayoría de los ucranianos para sacrificarse por este Estado y la asombrosa debilidad de su capacidad de movilización —no solo en el sentido militar estricto, sino en términos sociales más amplios—, que el reclutamiento forzoso no ha hecho más que erosionar aún más. Ni siquiera un general brillante puede ganar una guerra sin soldados”. A esos argumentos hay que añadir que Ucrania tuvo sus mejores éxitos en la primera fase de la guerra y no ha podido repetirlos después por la capacidad de adaptación y mejora en la actuación de la Federación Rusa, es decir, ese gran ejército soviético.

miércoles, 13 de agosto de 2025

Retrospectiva sobre la Guerra en Ucrania

Tres años y medio después de la entrada de las tropas rusas en Ucrania, Alain de Benoist denuncia las ilusiones de una Europa ahora convertida en escenario de guerra, lejos de su supuesto ideal de paz, y analiza las derivas morales e ideológicas que han paralizado cualquier intento de mediación, sumiendo al continente en una crisis existencial

Alain de Benoist, Revue éléments

Para justificar la construcción europea, se ha repetido durante medio siglo que «Europa es paz». Hoy, Europa es guerra. Hace tres años y medio que las tropas rusas entraron en Ucrania. El balance humano, estimado en alrededor de un millón y medio de víctimas (muertos y heridos), es enorme. A ello se suma la profunda tristeza de quienes, como yo, tienen amigos tanto ucranianos como rusos, y que solo sienten horror ante la idea de que se estén masacrando mutuamente.

Al mismo tiempo, desde hace más de tres años, los partidarios de Ucrania y los partidarios de Rusia no dejan de exponer sus argumentos, sin convencerse nunca, por supuesto. Es hora de tomar distancia respecto a estas polémicas y, sobre todo, de tomarlas con perspectiva.

Una observación para empezar

En general, cuando estalla una guerra, los no beligerantes pueden adoptar diferentes actitudes. En primer lugar, pueden optar por apoyar a uno de los dos bandos, lo que suelen hacer en función de sus intereses. Dado que sus intereses respectivos no son los mismos, es probable que no todos tomen la misma decisión. Sin embargo, en el caso de Ucrania, eso es lo que ha ocurrido. Los países occidentales, que no tenían ningún interés vital que defender en este asunto, han optado casi todos por alinearse con las posiciones estadounidenses y se han pronunciado a favor de un apoyo incondicional al bando ucraniano. Por lo tanto, ninguno ha podido asumir su posición de tercero. Este es un hecho muy importante.

Ya en 1907, Georg Simmel había subrayado en sus escritos la importancia del tercero en el marco de los conflictos. El tercero puede mantenerse en una posición de neutralidad. También puede utilizar su no pertenencia al bando de los beligerantes para influir en la situación, ofreciendo su mediación para lograr una solución política a los problemas que han desembocado en la guerra. Puede intervenir como mediador o como árbitro. En lugar de alimentar la guerra, contribuye así a la paz.

martes, 12 de agosto de 2025

Contraataque europeo


Nahia Sanzo, Slavyangrad

Caótico en las formas, contradictorio en los contenidos y liderado por personas cuya autoridad es dudosa -Witkoff negociaba con Irán la reducción de la cantidad de uranio que el país persa podría enriquecer hasta que Trump irrumpió en el diálogo para exigir la prohibición de todo enriquecimiento- y cuyo conocimiento es cuestionable, el proceso diplomático de búsqueda de paz en Ucrania sigue caminando en círculos. El proceso, carente de continuidad y plagado de vaivenes, cambios de opinión y falta de una estrategia coherente, se reduce al intento de acomodar posturas contradictorias a partir del diálogo directo o indirecto entre tres actores fundamentales: Estados Unidos, la Federación Rusa y la dupla Ucrania-países europeos. A base de incentivos y amenazas y siguiendo la lógica del plan publicado hace más de un año por Kellogg y Fleitz como parte del planteamiento de política exterior del America First Policy Institute como aspirante a convertirse en el programa político de la administración Trump, Estados Unidos ha tratado de convertirse en el nexo de unión entre todos los intereses encontrados.

En ese proceso, Washington se ha garantizado lucro económico de Ucrania, sigue intentando hacer lo propio de Rusia (fundamentalmente en su sector energético) y ha llegado a un acuerdo comercial con la Unión Europea en el que Estados Unidos obtiene todos los beneficios y los países europeos realizan todas las concesiones, entre ellas un compromiso de invertir en energía y armamento estadounidense. Las cesiones europeas para lograr un acuerdo comercial según los términos dictados por Donald Trump buscaban, además de evitar la inestabilidad e incertidumbre económica, adquirir crédito con el actual presidente estadounidense para conseguir una postura favorable a los intereses europeos en la cuestión ucraniana, una “mala guerra” para Trump, pero calificada como existencial por Bruselas, Berlín, París y también Londres. En este proceso de idas y venidas, reproches y acusaciones cruzadas, la principal preocupación de los actores europeos ha sido el temor a una paz que, como admitiera la primera ministra danesa, podría ser, para los países europeos, “incluso más peligrosa que la guerra”. Sería así en caso de que se produjera como resultado de un acuerdo entre Rusia y Estados Unidos, ignorando los intereses y la voluntad de los países europeos, que desde que las delegaciones lideradas por Marco Rubio y Sergey Lavrov se reunieran por primera vez rompiendo la voluntad occidental de aislar completamente a Moscú, han tratado de imponer su presencia en la negociación para la resolución de la guerra.

lunes, 11 de agosto de 2025

Reunión en Alaska


Nahia Sanzo, Slavyangrad

“Si el precio por la supervivencia de Ucrania es la ocupación temporal rusa, que así sea”, titulaba el 4 de agosto parafraseando al presidente checo Petr Pavel Ukrainska Pravda. “En este momento, Ucrania, con todo el apoyo occidental, no está en condiciones de liberar los territorios ocupados en un plazo breve sin un coste significativo en vidas humanas. Y, por supuesto, sería muy injusto que Occidente presionara a Ucrania para que liberara todos los territorios ocupados en este momento, porque no queremos exterminar a la nación ucraniana. Queremos que sobrevivan como un país independiente y soberano. Y si preservar Ucrania como un Estado independiente y autónomo tiene un coste, si el coste es aceptar que parte del territorio estará temporalmente ocupado, sin reconocerlo legalmente, que así sea. Nunca reconoceremos estos territorios ocupados como legalmente rusos”, afirmó según citaba el artículo del medio ucraniano.

Pese al rechazo público que ha causado a lo largo de los tres últimos años cualquier propuesta que implicara la pérdida de territorios -siempre planteada como temporal, aunque hace ya once años que Ucrania perdió Crimea y parte de Donbass, donde Ucrania es vista hace mucho tiempo como algo del pasado-, lo que planteaba Pavel es, al menos desde el fracaso de la contraofensiva de 2023, la única opción realista. Preservar el Estado y la independencia ucraniana no implica dar por hecho que Rusia aspire aún, si es que ese fue su deseo en 2022, a ocupar toda Ucrania o a realizar un cambio de régimen para mantener al país bajo su esfera de influencia, sino detener la pérdida de población y destrucción que implica la continuación de la guerra. Sin embargo, para quienes han visto la guerra de Ucrania como existencial y la han utilizado para luchar contra el enemigo ruso y acercarse al aliado estadounidense, este escenario equivale a una derrota estratégica.

sábado, 9 de agosto de 2025

El Mundo según Rusia y la Pax Americana


Leonid Savin, Katehon

La visita del enviado especial del presidente de Estados Unidos, Stephen Witkoff, a Moscú y las declaraciones oficiales sobre la próxima reunión del presidente ruso, Vladímir Putin, y su homólogo estadounidense, Donald Trump, para discutir la resolución del conflicto en Ucrania vuelven a plantear la cuestión de un posible cese de las hostilidades y el inicio de un proceso de paz, si las condiciones satisfacen a todas las partes. Aunque se habla de paz, surgen connotaciones contradictorias y preguntas adicionales. ¿Se alcanzarán los objetivos de la operación militar especial anunciados por los dirigentes rusos? ¿Debilitará el supuesto alto el fuego a Rusia o, por el contrario, le dará nuevas oportunidades para defender sus intereses? ¿Qué pasará con las sanciones?

La próxima reunión y las posibles negociaciones se producen en un contexto de ampliación de la zona de control ruso en la línea de contacto, por lo que son evidentes los temores de que las decisiones diplomáticas puedan frustrar el éxito militar y político. Los precedentes históricos de las guerras ruso-otomanas y, en particular, la política traicionera de Gran Bretaña y, más tarde, de Estados Unidos, hacen que este riesgo sea bastante alto.
Pero, ante todo, al reflexionar sobre la paz, hay que tener en cuenta que la entendemos de forma algo diferente a, por ejemplo, los representantes de la cultura anglosajona. Una incursión en la etimología es importante para comprender lo que nos espera en el futuro.

viernes, 8 de agosto de 2025

El camino incierto de la diplomacia


Nahia Sanzo, Slavyangrad

El encuentro entre Vladimir Putin y Steve Witkoff, enviado de Trump tanto para Oriente Medio como para Rusia, sigue marcando la actualidad política alrededor del conflicto rusoucraniano y quizá, al menos en parte, también la militar. Como en días anteriores, Ucrania ha continuado atacando con sus drones instalaciones energéticas de la Federación Rusa. Sin embargo, no se ha producido ningún gran ataque con misiles por parte de Rusia tal y como se especulaba ayer, cuando se observaban indicios de esa posibilidad. Solicitada por el Kremlin -esa fue al menos la afirmación de Donald Trump, que antes del viaje de Witkoff no mostraba grandes esperanzas de lograr avances significativos-, la reunión era el último cartucho del que disponía Rusia antes de que expirara el ultimátum del 8 de agosto marcado por la Casa Blanca para mostrar progresos tangibles hacia la paz. Hasta ahora, Moscú había mantenido la retórica de normalidad, había continuado su actuación en el frente sin cambios reseñables -ni aceleración de la guerra terrestre, ni aumento o reducción de los ataques en la retaguardia-, había restado importancia a la amenaza de las sanciones contra Rusia y deslegitimado las amenazas de sanciones secundarias a los clientes de su sector energético.

“Parece que Rusia está ahora más abierta a un alto el fuego. La presión sobre ellos está funcionando”, afirmó después de que se conocieran los primeros detalles de la reunión en Moscú Volodymyr Zelensky. Siguiendo la tendencia de aplicar una dosis de triunfalismo a cualquier acontecimiento -como prueba que esta semana Ucrania esté celebrando el “éxito” de la operación de Kursk ahora que se cumple un año de su inicio-, el presidente de Ucrania celebró de forma anticipada una versión de la reunión de la que únicamente conocía el texto publicado por Donald Trump. Como ya se intuía por el mensaje de Donald Trump, única fuente que daba a entender que Rusia y Estados Unidos habían acordado una reunión a tres en la que participaría también Volodymyr Zelensky, por la mañana el optimismo se redujo notablemente al conocerse la versión de Moscú. Según Yury Ushakov, el asesor más importante de Vladimir Putin en materia de política internacional, Moscú y Washington llegaron a un principio de acuerdo para celebrar, a la mayor brevedad, una cumbre entre los dos presidentes. A la pregunta de si se produciría un encuentro con el presidente ucraniano, Vladimir Putin insistió ayer en su comparecencia junto al presidente de los Emiratos Árabes Unidos, uno de los candidatos a albergar la reunión con Donald Trump, en que dicha reunión requeriría de un trabajo previo que aún no se ha realizado. Mientras el presidente estadounidense da a entender que existe la posibilidad de imponer esa reunión a tres, el ruso insiste en una cumbre a dos y deja para un futuro en el que se hayan negociado los aspectos importantes de la guerra un cara a cara con Zelensky.

jueves, 7 de agosto de 2025

Propuestas y sanciones


Nahia Sanzo, Slavyangrad

A finales de junio, cuando comenzaba a hacerse evidente que la postura de Donald Trump hacia Rusia había cambiado completamente, Samuel Charap, de RAND Corporation, comentaba en The Trialogue -un podcast dedicado a las relaciones entre Estados Unidos, China y Rusia- la postura rusa hacia Washington y los países europeos. Charap, uno de los dos expertos que ha tenido acceso a los documentos de trabajo de las negociaciones Rusia-Ucrania de 2022 y cuya teoría es que lo trabajado entonces sigue siendo una base sobre la que construir una resolución a la guerra en el momento en el que se decida que el conflicto debe terminar, calificaba de “esquizofrénica” la postura rusa con respecto a los países europeos y Estados Unidos. En su valoración del cambio que se percibe en el liderazgo ruso, Charap mencionaba especialmente el calificativo que el Kremlin había dado en el pasado a los países europeos como simples proxis de Estados Unidos, origen de las políticas impuestas y, por lo tanto, culpable de sus consecuencias. Esta postura fue clara durante la administración Biden, cuando las capitales a ambos lados del Atlántico caminaban con pasos coordinados, pero bajo el claro liderazgo de Washington. Como destacaba Charap, el ascenso de Trump, con su retórica de buscar la paz y una estrategia muy diferente a la de Biden, provocó rápidamente un cambio en el discurso ruso, que pasó a destacar el beligerante papel, no de Estados Unidos, sino de los países europeos.

miércoles, 6 de agosto de 2025

La semana del ultimátum


Nahia Sanzo, Slavyangrad

La semana del ultimátum comenzó ayer con una pregunta clara a Donald Trump: “¿Hay algo que pueda hacer Rusia para evitar las sanciones?”. Sin embargo, para Ucrania, más centrada en utilizar la anécdota para restar atención a la situación en el frente, la pregunta verdaderamente importante es dónde está Medvedev. “El concepto de paz a través de la fuerza funciona. En el momento en que aparecieron los submarinos nucleares estadounidenses, un borracho ruso, que acababa de amenazar con una guerra nuclear en X, de repente se quedó en silencio. Rusia sólo entiende una cosa: la fuerza”, escribió ayer por la mañana el siempre exultante jefe de la Oficina del Presidente. Aparentemente, paz quiere decir que Dmitry Medvedev haya recibido algún tipo de advertencia y haya dejado de postear en las redes sociales durante unos días. En esta guerra, en la que la batalla informativa parece para Ucrania tan importante como la real, cualquier cuestión, por mínima que sea, es susceptible de convertirse en un asunto capaz de cambiar el desarrollo de los acontecimientos. Así lo ha demostrado la actuación de Donald Trump que, al más puro estilo del espectáculo que rodea a su administración y a su familia, ha movilizado submarinos nucleares contra dos posts en las redes sociales.

domingo, 3 de agosto de 2025

Incentivos y amenazas


Nahia Sanzo, Slavyangrad

Incapaz de mantener una mínima consistencia en su forma de actuar, Donald Trump ha pasado de afirmar en actos electorales que sería capaz de finalizar la guerra en 24 horas e incluso antes de tomar posesión del cargo a una política de bandazos que muestran su incapacidad para imponer el resultado que desea y también la desesperación de quien ya no sabe muy bien qué hacer para conseguir lo que pensaba haber logrado ya. Trump, que no esconde que opina que merece premios de la paz y que afirma haber resuelto conflictos de 500 años -posiblemente en referencia a India y Pakistán y su conflicto por Cachemira, cuyo origen está en 1948, no en la conquista de Akbar el Grande en 1586 y que no ha desaparecido sino que ha vuelto al statu quo anterior al ataque de Pahalgam-, ha renunciado a cualquier papel de mediación y exige una resolución rápida. Al fin y al cabo, qué es un conflicto de solo once años para el hombre que ha resuelto conflictos milenarios.

Lo que la prensa ha presentado como un cambio de rumbo del presidente de Estados Unidos, inicialmente favorable a Moscú, pero que finalmente ha sabido ver que Vladimir Putin no quiere la paz, se gestó el mes pasado y dio lugar al ultimátum de 50 días dado al presidente ruso para lograr la resolución de la guerra. De lo contrario, Rusia se expondría a sanciones prohibitivas que compartiría con los principales clientes de su sector energético, India y China, países a los que añadió también a Brasil, fundamentalmente como venganza política. En realidad, el cambio de rumbo no debe sorprender y se corresponde exactamente con el plan publicado hace más de un año por el America First Policy Institute y cuyo coautor es el general Keith Kellogg.

sábado, 2 de agosto de 2025

¿Ha perdido Zelensky el apoyo de Occidente?.. Se está convirtiendo en un lastre

Los gobiernos occidentales se enfrentan a su propio dilema. Habiendo invertido mucho en presentar a Zelensky como una figura al estilo de Churchill, sustituirlo abiertamente podría socavar el apoyo público a la guerra en sus propios países.

Thomas Fazi, Un Herd

Las conversaciones diplomáticas en Estambul, que transcurrieron sin incidentes y concluyeron con poco más que discusiones sobre un intercambio de prisioneros de guerra y vagas promesas de nuevas reuniones, dejaron a Volodymyr Zelensky enfrentándose a una crisis mucho más cercana: protestas sin precedentes que estallaron en las principales ciudades ucranianas.

Miles de personas salieron a las calles para denunciar una controvertida ley que, según Zelensky, tenía por objeto “reducir la influencia rusa”, pero que, en realidad, comprometería la independencia de las dos principales agencias anticorrupción del país en un momento en que, según se informa, ambas estaban a punto de detener a altos cargos de la propia administración de Zelensky.

La aprobación de la ley no solo provocó protestas masivas en Ucrania, sino también una condena generalizada en las capitales occidentales.

Ursula von der Leyen no tardó en emitir una dura reprimenda: la legislación entraba en conflicto con el “respeto al Estado de derecho” de Europa y podía poner en peligro las perspectivas de adhesión de Ucrania a la UE.

El Gobierno estadounidense llegó incluso a ordenar a Zelenski que retirara la legislación. Mientras tanto, los medios de comunicación occidentales dieron amplia cobertura a las protestas.

Por primera vez desde la invasión rusa, las políticas internas de Zelenski fueron criticadas abiertamente por medios que anteriormente lo habían idolatrado como un heroico defensor de la democracia.

miércoles, 30 de julio de 2025

La lógica del momento: guerra y financiación


Nahia Sanzo, Slavyangrad

Siguiendo el ejemplo de Donald Trump, capaz de abandonar una negociación y exigir a la otra parte que retorne a la diplomacia o de bombardear un país y exigir por ello un premio de la paz, Volodymyr Zelensky ha querido salir del embrollo político que ingenuamente se creó la semana pasada defendiendo las dos medidas tomadas. En esta guerra en la que el discurso es más importante que los hechos y los acontecimientos no tienen por qué corresponderse mínimamente con la opinión publicada, el presidente ucraniano ha presentado como un intento de garantizar la independencia de las instituciones anticorrupción -batalla que, contra toda evidencia, dice seguir luchando- tanto la legislación aprobada la semana pasada como la que espera aprobar esta. El discurso de Zelensky se mantiene firme y las palabras son las mismas para definir la ley que ponía a las instituciones creadas por y para el control occidental bajo el mando de la Fiscalía General que cuando exige a la Rada que vote, apenas unos días después, volver a devolverle la autonomía.

La contradicción no existe en la narrativa, creada a partir de las necesidades y no de la realidad. Para tapar ligeramente la evidente marcha atrás del presidente que sobreestimó sus fuerzas y subestimó las de sus oponentes, Zelensky se centra ahora en la idea de que los cambios buscaban y siguen buscando únicamente evitar la influencia rusa. Ayuda al presidente el hecho de que la retórica de la oposición haya sido exactamente la misma. Siguiendo la máxima que se ha repetido con sorna tantas veces en las redes sociales rusas, un agente ruso acusaba de ser agente ruso a otro. Mientras el bando de Zelensky acusaba a las agencias anticorrupción de haber sido infiltradas por Rusia, la oposición respondía señalando que el SBU, cuerpo que estaba realizando las redadas, era el que trabajaba para Moscú. Lógica decía que iba a ser suficiente, especialmente en un país que ha hecho de culpar a Rusia el único argumento necesario para justificar sus políticas, desde la operación antiterrorista que inventó para iniciar la guerra de Donbass hasta la prohibición de partidos pasando por la limitación progresiva del uso de la lengua rusa, vehicular en gran parte del país e incluso actualmente en el frente entre quienes luchan en el bando ucraniano.

martes, 29 de julio de 2025

Ucrania: el carnaval anticorrupción

Las nominales oficinas anticorrupción le generaron tanto miedo al régimen de Zelenski que él mismo se apresuró a neutralizarlas

Oleg Yasinsky, La Haine

En Chile me sorprendió mucho ver a los partidarios de Pinochet, que le perdonaban fácilmente a su ídolo el golpe de Estado, las torturas y ejecuciones masivas de sus compatriotas, pero se mostraban extremadamente sorprendidos, decepcionados y nunca pudieron disculpar los hechos de corrupción de la familia del dictador ni de él personalmente, cuando todo esto salió a la luz. Pensé en Augusto Pinochet (por la misma incongruencia de los hechos) cuando vi las calles de Ucrania, de nuevo llenas de manifestantes protestando contra la corrupción de su régimen de asesinos.

La Oficina Anticorrupción (NABU) y la Fiscalía Especial Anticorrupción (SAP), fueron creadas en Ucrania con el dinero occidental y por iniciativa de los mismos socios occidentales. La nueva reforma que incumbe a estas oficinas gubernamentales fue aprobada de manera relámpago esta semana, a diferencia de otras iniciativas que pueden durar hasta años tramitándose. Según la llamada "ley sobre la reforma de los órganos anticorrupción", estas oficinas dejan de ser independientes del régimen y pasan a estar bajo el control de la Fiscalía General (que igualmente está adscrita a la Presidencia).

Ese mismo Occidente que hace poco más de 11 años llevó al poder al régimen más corrupto y sangriento de la historia de todo el espacio postsoviético, en el territorio de la antigua Ucrania, se inventa para su propia obra, unas estructuras ficticias "anticorrupción".

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