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viernes, 25 de julio de 2025

Los economistas neoliberales aplaudieron a Pinochet

Cuando Augusto Pinochet derrocó al gobierno electo de Chile, Friedrich von Hayek y Milton Friedman —padres fundadores de la economía neoliberal— ayudaron a diseñar su agenda económica y respaldaron la brutal represión que fue necesaria para imponerla.
El presidente del Centro de Estudios Públicos de Chile, Jorge Cauas, da la bienvenida a la conferencia «Fundamentos para un sistema social libre», celebrada en Santiago en abril de 1981. Friedrich Hayek aparece cuarto por la izquierda en la primera fila.


Jessica White, Jacobin

A finales de 1977, cuando la junta militar chilena prolongó el estado de sitio vigente desde el golpe de Estado de 1973 y disolvió oficialmente todos los partidos políticos, Friedrich von Hayek escribió una carta a un periódico alemán, el Frankfurter Allgemeine Zeitung, para protestar por lo que consideraba críticas internacionales injustas al Gobierno del general Augusto Pinochet. Cuando su artículo fue rechazado, escribió al editor expresando su decepción por la falta de «coraje cívico» del periódico para resistirse al sentimiento popular contra Pinochet.

Hayek señaló a la organización de derechos humanos Amnistía Internacional por convertir «la calumnia [en] un arma de la política internacional». Tras aceptar una invitación para dar una conferencia en Chile, se quejó de que fue inundado con llamadas telefónicas, cartas y material contra Pinochet por «personas bienintencionadas que no conocía, pero también por organizaciones como Amnistía Internacional», que le pedían que cancelara su visita. El economista de la Escuela de Chicago Milton Friedman, miembro como Hayek de la Sociedad Mont Pèlerin, se hizo eco más tarde de esta valoración y describió Chile como un «milagro» económico y político.

Ni Hayek ni Friedman eran observadores imparciales de este «milagro». Ambos asesoraron a Pinochet y ambos tenían discípulos en su gobierno autoritario: Friedman entre los técnicos formados en Chicago (o «Chicago Boys»), que formularon su programa de «choque» económico, y Hayek entre los gremialistas católicos conservadores, que crearon un orden institucional para proteger la economía de los desafíos políticos. Estas dos facciones de la élite civil definirían la orientación económica y política del gobierno de Pinochet.

Neoliberalismo y derechos humanos

Apesar del descontento de Hayek con el activismo antipinochetista de Amnistía, los neoliberales no renunciaron al lenguaje de los derechos humanos; al contrario, argumentaron que sus propias propuestas eran necesarias para garantizar la libertad, la dignidad humana y los derechos humanos. Mientras el Gobierno desataba un brutal programa de tortura, asesinatos y ejecuciones extrajudiciales dirigido principalmente contra los antagonistas de Hayek —izquierdistas, socialdemócratas y sindicalistas—, este comentaba que «ni siquiera en el tan denostado Chile había podido encontrar a una sola persona que no estuviera de acuerdo en que la libertad personal era mayor bajo Pinochet que bajo Salvador Allende».

martes, 22 de julio de 2025

Cómo la mayoría global puede liberarse del colonialismo financiero estadounidense


Michael Hudson, Scheerpost

El capitalismo industrial fue revolucionario en su lucha por liberar las economías y los parlamentos europeos de los privilegios hereditarios y los intereses creados que sobrevivieron del feudalismo. Para que sus manufacturas fueran competitivas en los mercados mundiales, los industriales necesitaban eliminar la renta de la tierra pagada a las aristocracias terratenientes europeas, las rentas económicas extraídas por los monopolios comerciales y los intereses pagados a los banqueros que no participaban en la financiación de la industria. Estos ingresos rentistas se suman a la estructura de precios de la economía, elevando el salario mínimo y otros gastos empresariales, y reduciendo así las ganancias.

En el siglo XX, el objetivo clásico de eliminar estas rentas económicas se redujo en Europa, Estados Unidos y otros países occidentales.

Sin embargo, hoy en día, las rentas de la tierra y los recursos naturales en manos privadas siguen aumentando e incluso reciben ventajas fiscales especiales. La infraestructura básica y otros monopolios naturales están siendo privatizados por el sector financiero, que es en gran medida responsable de la fragmentación y desindustrialización de las economías en beneficio de sus clientes inmobiliarios y monopolistas, quienes pagan la mayor parte de sus ingresos por alquileres en forma de intereses a banqueros y tenedores de bonos.

Lo que ha sobrevivido de las políticas mediante las cuales las potencias industriales europeas y Estados Unidos desarrollaron su propia manufactura es el libre comercio. Gran Bretaña implementó el libre comercio tras una lucha de 30 años en defensa de su industria contra la aristocracia terrateniente, con el objetivo de acabar con los aranceles agrícolas proteccionistas, las Leyes del Maíz, promulgadas en 1815 para impedir la apertura del mercado interno a las importaciones de alimentos a bajo precio, lo que habría reducido las rentas agrícolas.

Tras derogar estas leyes en 1846 para reducir el coste de la vida, Gran Bretaña ofreció acuerdos de libre comercio a los países que buscaban acceder a su mercado a cambio de que no protegieran su industria de las exportaciones británicas. El objetivo era disuadir a los países menos industrializados de elaborar sus propias materias primas.

sábado, 19 de julio de 2025

El topo del Estado y su sinrazón

Thomas Hobbes


Atilio Boron, Accion.coop

No creo que exista en el mundo un presidente o un jefe de Gobierno que haya confesado que su misión sea convertirse en un topo cuyo objetivo es destruir al Estado desde adentro. Más que una postura teórica lo que dice el presidente argentino es una aberrante ocurrencia. En una de sus frecuentes polémicas, el gran escritor mexicano Octavio Paz apostrofó a su ocasional contendor diciéndole que no era «un hombre de ideas sino de ocurrencias», es decir, capaz de apelar a dichos ingeniosos y oportunos, pero huérfanos de rigor epistemológico. Milei es un personaje lleno de ocurrencias, armas efectivas cultivadas durante su largo tránsito en tumultuosos paneles televisivos, pero inservibles a la hora de tratar de comprender la realidad.

La ocurrencia de Milei pasa por alto un dato fundamental: el Estado se originó en la necesidad de impedir que como consecuencia de sus conflictos e insolubles contradicciones la sociedad termine devorándose a sí misma, precipitándose hacia lo que Thomas Hobbes concebía como la brutal anarquía del «Estado de naturaleza». En ese primordial escenario imaginado por el filósofo inglés cada individuo era libre de hacer y deshacer a voluntad, y no había leyes ni poder arbitral alguno que mediase en los conflictos entre las personas, grupos, clanes y clases sociales. Regía la ley del más fuerte –o del más inescrupuloso– en la competencia para garantizar la propia supervivencia. Hobbes definía esta situación como una «guerra de todos contra todos» y dada la inexistencia de una autoridad que impusiera un orden la lucha por la sobrevivencia enfrentaba a la sociedad ante el riesgo de su propia disolución. Pero cuando la sociedad estaba por traspasar ese punto de no retorno, sus atribulados integrantes convinieron que debían ceder parte de sus libertades (aunque no todas) a un soberano absoluto, llamado el «Leviatán» por Hobbes, otorgándole el monopolio de la fuerza con la misión de garantizar la paz y el orden. La tradición marxista remata el razonamiento hobbesiano observando que tamaña concentración del poder social en manos del Leviatán no era neutra: el Estado mantiene la paz y el orden pero, salvo breves períodos excepcionales, al servicio de las clases dominantes y sus intereses fundamentales.

Cómo el neoliberalismo devastó Rusia

Toda la campaña que vemos actualmente –incluida la guerra– contra los rusos debe entenderse estudiando la historia reciente del país en las últimas tres décadas

Eduardo Vasco, Strategic Culture

– En mi opinión, la economía de la Unión Soviética necesitaba cambios profundos en ese momento, pero no necesitaba ser destruida. Y eso fue lo que hicieron: destruyeron totalmente la economía, lo rompieron todo – señala Varvara Kuznetsova, de espaldas a una estantería llena de libros en ruso o español sobre América Latina, en la oficina donde trabaja. El edificio parece haber sido construido aún a finales del período zarista y está ubicado en la calle Bolshaya Ordynka, en el centro de Moscú.

Varvara es politóloga e investigadora del Instituto de América Latina de la Academia de Ciencias de Rusia. Fue fundado en la década de 1960. En la época de la URSS, la revista institucional tenía su propio corresponsal en México y había cerca de 80 empleados solo en el departamento de economía de la entidad. Actualmente, hay unos 60 empleados en todo el Instituto. En junio de 2022, cuando estuve en Moscú, conversamos sobre la transformación de la sociedad rusa, de una economía planificada a la jungla capitalista, en la década de 1990.

– Muchas personas no estaban preparadas mentalmente para vivir en esta competencia capitalista permanente – continúa, en portugués fluido. – Porque de repente se descubrió que solo valían las personas con capacidad para los negocios. Y los científicos, los profesores, los médicos, cuyo objetivo era trabajar por el bien del pueblo, por el desarrollo del país, de repente quedaron todos fuera. Lo que no tenía nada que ver con los negocios se fue a la basura.

– ¿Aumentaron mucho los problemas sociales?

– Evidentemente. Se creó un abismo en la desigualdad social. Los habitantes de la Unión Soviética solo conocían esto por los libros de historia, sabían que existía en la Rusia imperial, pero jamás imaginaron que fuera posible en sus propias vidas. Era inimaginable la desigualdad social que se inició en los años 90. Y además, muchas personas simplemente perdieron su dinero, sus ahorros. Los jubilados, por ejemplo, se quedaron sin nada.

lunes, 7 de julio de 2025

La estafa de la green economy. Del capitalismo gris al capitalismo verde


Diego Fusaro, Posmodernia

Retomando en clave cromática la exploración dialéctica que, siguiendo las huellas de Costanzo Preve, hemos plasmado en Minima mercatalia (2012), el capitalismo dialéctico de la fase manufacturera y, posteriormente, fordista (desde la Revolución Industrial hasta los años Setenta del Siglo XX) sería “gris”, articulado sobre la explotación sin límites y sin medida del medio ambiente. Gris, por cierto, como las chimeneas del Londres de Marx y del Turín de Gramsci.

Por su parte, el nuevo capitalismo absoluto-totalitario (o, simplemente, turbocapitalismo), tal como viene esculpiéndose a partir de los años Setenta del “siglo corto”, acelerando su marcha triunfal tras la caída del Muro de Berlín y la ignominiosa implosión de la Unión Soviética, sería “arcoíris” y “verde”. Arcoíris ya que, como se ha evidenciado extensamente en nuestro estudio Demofobia (2023), se sustenta sobre la desregulación económica, antropológica y consumista, por tanto sobre el libre consumo y sobre las libres costumbres, así como sobre el deseo anómico pero siempre regimentado en la esfera consumista (con la redefinición de los propios derechos como caprichos del consumo, según el esquema del bazar de los rainbow rights –derechos arcoíris-); y es verde, porque metaboliza la naciente y cada vez más difusa sensibilidad medioambiental y la desvía hacia sus circuitos, reconfigurando (y potenciando) el ciclo de la producción, reforzando el propio consenso y por último, pero no menos importante, utilizando como método de gobierno la plataforma green.

Esta tránsito, desde el grey capitalism industrialista, represivo y fordista al nuevo capitalismo absoluto-totalitario rainbow y green, se puede entender como una profundización y como una intensificación de la lógica de la valorización del valor, que logra metabolizar y, además, obtener beneficio de las reales reivindicaciones contestatarias –tanto sociales como ecológicas– iniciadas desde el Sesentayocho y, después, maduradas durante los años Setenta.

viernes, 13 de junio de 2025

Business ecológico. El ambientalismo neoliberal


Diego Fusaro, Posmodernia

Hay una aparente paradoja vinculada a la cuestión del apocalipsis ambiental que es necesario abordar: el logo dominante en el marco del tecnocapitalismo del nuevo Milenio no sólo no permanece en silencio ante el dilema del desastre inminente, sino que lo eleva a objeto de una proliferación discursiva hipertrófica. La emergencia ambiental y climática es, con razón, uno de los temas más enfáticamente subrayados y discutidos por el orden del discurso hoy imperante.

Esto parece, prima facie, un contrasentido, si se considera que plantear este dilema equivale a enunciar la contradicción misma del capital, que es su fundamento. ¿No sería más coherente con el orden tecnocapitalista la ocultación -o al menos la marginación- de esta cuestión problemática, de manera similar a lo que sucede con la cuestión socioeconómica del clasismo y la explotación laboral, rigurosamente excluida del discurso público y de la acción política?

Afirmar que a diferencia del problema de la explotación laboral (que permanece mayoritariamente invisible y que, en todo caso, puede ser fácilmente eludido por el discurso dominante), la cuestión ambiental es clara y evidente ante oculos omniumante los ojos de todos– y, por tanto, resultaría imposible soslayarla como si no existiera, significa hacer una afirmación verdadera pero, al mismo tiempo, insuficiente: una afirmación que, además, no explicaría las razones por las cuales el discurso dominante no sólo trata abiertamente la cuestión, reconociéndola en su plena realidad, sino que incluso tiende a amplificarla y transformarla en una urgencia y una auténtica emergencia planetaria.

La tesis que pretendemos sostener al respecto es que existe una notable diferencia entre la cuestión ambiental y la socioeconómica (que Marx llamaría, sin perífrasis y con sobradas razones, “lucha de clases”). Esta última no puede de ninguna manera ser “normalizada” y metabolizada por el orden tecnocapitalista que, de hecho, opera para que ni siquiera, tendencialmente, sea mencionada nunca (tampoco, ça va sans direno hace falta decirlo-, por las fuerzas del cuadrante izquierdo de la política, ya hace tiempo redefinidas como izquierda neoliberal o, mejor aún, “sinistrash”izquierda basura-). Margaret Thacher, por otro lado, ya había condenado al ostracismo el concepto mismo de clase social, liquidándolo como inservible y pernicioso vestigio del comunismo (en sus propias palabras: “la clase es un concepto comunista. Separa a las personas en grupos como si fueran paquetes y luego enfrenta a unos contra otros”).

miércoles, 11 de junio de 2025

Cristina Fernández condenada por desafiar al poder real


Daniel Jadue*, Página 12

La justicia argentina ha hablado, y lo ha hecho con el tono solemne y cínico de los tribunales coloniales: seis años de prisión para Cristina Fernández de Kirchner, dos veces presidenta, una vez vicepresidenta y actual titular del Partido Justicialista. La acusación —mal disfrazada de caso de corrupción— es apenas una máscara de la verdadera causa: haber desafiado al capital y al poder mediático durante más de una década.

No es la primera vez, ni será la última. Lo que vemos hoy no es justicia: es una venganza de clase. Cristina no está siendo castigada por enriquecerse (cosa que no probaron), sino por tocar los intereses del capital concentrado: por ampliar derechos, por recuperar la soberanía de YPF, por enfrentar a Clarín, por poner a las Madres de Plaza de Mayo en la Casa Rosada y a los genocidas en la cárcel. Eso no se perdona.

Como explicó Lenin, el Estado burgués es "una máquina de opresión de una clase por otra". Y en América Latina esa máquina ha perfeccionado una nueva forma de dominación: el lawfare, o guerra judicial, donde el código penal reemplaza a los tanques, y los fiscales operan como tropas de ocupación ideológica. En esta guerra sucia, los enemigos del pueblo son juzgados por la misma justicia que amnistía a genocidas y empresarios evasores.

La condena a Cristina busca cancelar políticamente al kirchnerismo. La quieren proscripta, invisible, borrada del juego electoral, como hicieron con Lula en 2018, abriéndole la puerta a Bolsonaro. La receta es la misma: crear un clima mediático de linchamiento, judicializar decisiones políticas, manipular al Poder Judicial como un brazo armado del neoliberalismo.

viernes, 6 de junio de 2025

Geoeconomía y Estado

Geoeconomía es el nuevo concepto que algunos de los productores de narrativas políticas buscan instalar como alternativa al declive del ideologema neoliberal

Álvaro García Linera, Pagina 12

Primero fue el FMI que usó la categoría para alertar de la fragmentación regional del globalismo. Luego el Financial Times lo menciona para nombrar el inicio de una nueva era de relaciones internacionales. Geoeconomía es el nuevo concepto que algunos de los productores de narrativas políticas buscan instalar como alternativa al declive del ideologema neoliberal.

Ciertamente hay autores que intentan proporcionar una estructura argumental más seria como Babic (Geoökonomie. Anatomie der neuenWeltordnung, 2025); e, incluso, otros ensayan fórmulas matemáticas básicas con el objeto de parametrizar el concepto y prever comportamientos gubernamentales venideros (Clayton, The political economy of geoeconomic power, 2025). Lo cierto es que estamos ante una categoría que será invocada con más frecuencia por economistas y políticos.

La mayoría de los autores que nombran a la geoeconomía lo hacen para resaltar el uso estatal de coacciones comerciales y financieras para inducir a otros estados a realizar acciones que beneficien económica y geopolíticamente al primer Estado, dando lugar a espacios regionales de influencia y vasallaje.

Las herramientas que se utilizan para tal propósito van desde las sanciones económicas (por ejemplo, excluir a un país del sistema Swift); control de exportaciones (por ejemplo, prohibir la venta de biotecnología a China); reestructurar las cadenas de suministros (por ejemplo, relocalizar los lugares donde se fabrican automóviles); manipular la ayuda exterior para asegurar alineamiento político (por ejemplo, que el FMI otorgue préstamos a un determinado país); presionar a empresas nacionales o extranjeras para que modifiquen sus inversiones (por ejemplo, que Apple fabrique el IPhone en EEUU); subir los aranceles para limitar importaciones (por ejemplo, el 30% a las industrias más eficientes de China o Alemania); subvencionar con fondos públicos emprendimientos privados en el país (por ejemplo la ley CHIPS en EEUU), etcétera.

martes, 3 de junio de 2025

Neoliberalismo y tratamiento de shock: el FMI no ha ayudado a desarrollar ningún país en 80 años de existencia


Ahmed Adel, Global Research

Creado al final de la Segunda Guerra Mundial en Europa en 1944 para promover la estabilidad económica mundial, el Fondo Monetario Internacional inició sus actividades al año siguiente, convirtiéndose en una presencia constante en los países periféricos con inestabilidad económica a lo largo de ocho décadas.

Sin embargo, la institución financiera fracasó en su misión de ayudar a los países con dificultades para financiarse en el mercado mundial y, así, garantizar la estabilidad del sistema monetario internacional. La imposición de políticas de austeridad y paquetes de ajuste fiscal es el principal obstáculo para el desarrollo social y económico de los países que obtuvieron préstamos del fondo.

En Argentina, Ghana, Kenia y Pakistán, la dependencia financiera de los Estados-nación y los ciclos de endeudamiento no han hecho más que aumentar, al igual que el agravamiento de la desigualdad social. A cambio de abrir una línea de crédito para proporcionar reservas al país, el FMI impone una serie de condiciones, generalmente relacionadas con la política fiscal y los recortes del gasto, centradas principalmente en la reforma de las pensiones, el control salarial, los programas sociales, la desnacionalización y la privatización de empresas estatales para generar liquidez para el Estado, alegando que estas reformas liberales harán al país más atractivo para el capital extranjero.

Después de la conferencia de Bretton Woods en Estados Unidos en 1944, cuando se creó el FMI, el dólar se convirtió en moneda global y la economía mundial comenzó a girar en torno a él. El FMI ignora que los países están expuestos a flujos de capital especulativos que, en muchos casos, no dependen de la administración estatal.

domingo, 1 de junio de 2025

La guerra de los ricos y el salario universal

Gran parte de la crítica y los miedos sobre el salario universal se basan en el miedo a que la gente deje de trabajar en masa

Jorge Majfud, La Haine

Ni la democracia ni el capitalismo hicieron más ricos y desarrollados al Noroccidente. Lo hizo el imperialismo. La diferencia entre el capitalismo y la democracia radica en sus principios éticos, ideológicos y de valores sociales. Uno se define por su objetivo de distribución del poder (de la libertad y de los beneficios de las sociedades) y el otro por su contrario: por su concentración en una minoría progresivamente más pequeña y más poderosa.

Como todo sistema dominante, el capitalismo no sólo se especializó en secuestrar bienes materiales sino también simbólicos, desde la política, la ideología, la ética, la estética, la narrativa de sus medios propagadores y los medios periodísticos hasta los medios culturales a través de la industria de la cultura. Como todo sistema dominante, se reproduce como un fractal en cada individuo, en cada sociedad y en el orden global. En los tres niveles existe y ha existido siempre una relación parasitaria de una minoría sobre una mayoría. De la misma forma que dentro de una sociedad la clase trabajadora es parasitada (física e intelectualmente) por las clases dirigentes, así también ha ocurrido siempre con la mayoría de los países y los imperios parásitos.

Para encubrir o justificar una posición de dominio y explotación, el esclavista debe demonizar, desmoralizar, desacreditar y "de-nigrar" al esclavo. Esta moral también es parasitaria, ya que una vez inoculada en el organismo del oprimido se alimenta y reproduce en ese mismo organismo hasta producir esclavos en plenitud, defensores incondicionales de sus amos. Esclavos que quieren ser amos, oprimidos que sueñan con ser opresores ricos y apenas si llegan a opresores pobres.

Entre muchos dogmas, uno que continúa siendo popular reza que "los pobres son pobres porque quieren", porque "no se esfuerzan lo suficiente", "porque se drogan o beben alcohol", "porque no trabajan", como si entre las clases dirigentes, empresariales y políticas no existieran drogadictos, alcohólicos, perezosos y desocupados, y no por eso se caen de la escala de privilegios sociales y mucho menos terminan viviendo en la pobreza. Luego, ante cualquier movilización por justicia social, los herederos de los esclavistas y sus remedos de segunda sacan su látigo clasista: "vayan a trabajar, manga de vagos".

viernes, 30 de mayo de 2025

¿Qué viene después de la globalización?

El mundo tal y como lo conocemos es producto de la globalización, y esta era podría estar llegando a su fin.

Branko Milanovic, Jacobin

Donald Trump ha vuelto al poder y, por decirlo suavemente, no es precisamente un fanático de la globalización. El presidente estadounidense afirma su patriotismo declarando públicamente su rechazo a un «globalismo» que, en sus palabras, «ha dejado a millones y millones de nuestros trabajadores sin nada más que pobreza y dolor». Para comprender mejor la era actual de la globalización a la que pretende poner fin y su trayectoria, resulta útil compararla con la globalización que tuvo lugar entre 1870 y el estallido de la Primera Guerra Mundial.

Ambas globalizaciones representan períodos cruciales, años decisivos que dieron forma al mundo actual. Y ambas fueron testigo de la mayor expansión de la producción económica mundial hasta la fecha.

Sin embargo, también fueron muy diferentes en muchos aspectos. La primera globalización estuvo asociada al colonialismo y al dominio hegemónico de Gran Bretaña. Condujo a un gran aumento de la renta per cápita en lo que más tarde se conocería como el «mundo desarrollado». Al mismo tiempo, provocó el estancamiento en el resto del planeta e incluso la disminución de los ingresos en China y África. Las cifras más recientes de la base de datos de estadísticas históricas del Proyecto Maddison muestran que el aumento acumulado del PIB real (ajustado a la inflación) per cápita del Reino Unido entre 1870 y 1910 fue del 35%, mientras que el PIB per cápita se duplicó en Estados Unidos durante el mismo período. Sin embargo, el PIB per cápita de China disminuyó un 4%, y el de la India solo aumentó ligeramente, un 16%. Este tipo particular de desarrollo creó lo que más tarde se conoció como el Tercer Mundo y reforzó las diferencias en los ingresos medios de los países de Occidente y el resto.

Desde el punto de vista de la desigualdad mundial, que es en gran medida un reflejo de estos hechos, la «Globalización I» produjo un aumento de la desigualdad, ya que las zonas ya ricas crecieron más rápidamente y las más pobres se estancaron o incluso retrocedieron.

miércoles, 30 de abril de 2025

El neoliberalismo distorsiona nuestra libertad de elección

Cuando Adam Smith articuló su defensa de los mercados libres en «La riqueza de las naciones», imaginó el mercado como un espacio en el que los individuos se encontraban en pie de igualdad con la esperanza de llegar a un acuerdo mutuamente beneficioso. Hoy en día ese escenario resulta inconcebible.
Desde el siglo XVII, la concepción de la elección humana ha experimentado profundas transformaciones. En la era neoliberal, nuestra existencia se vio cada vez más dominada por una idea de libertad especialmente individualista y orientada al mercado.

Paul Schofield, Jacobin

El artículo que sigue es una reseña de The Age of Choice: A History of Freedom in Modern Life, de Sophia Rosenfeld (Princeton University Press, 2025).

A veces se dice que los seres humanos nos definimos por nuestra capacidad de elegir. Es decir, no actuamos solo por instinto: elegimos qué hacer y cómo hacerlo. Esto es parte de lo que significa ser humano.

Immanuel Kant, el influyente filósofo alemán de la Ilustración, contribuyó como pocos a transformar esta doctrina, en su día controvertida, en algo parecido al sentido común. Según él, la vida humana es una serie de elecciones. Decidir qué hacer es nuestra cruz. De hecho, mientras que la historia de Adán, Eva y la manzana prohibida se interpreta tradicionalmente como el relato de la entrada del mal en el mundo, Kant la reimaginó como el relato de nuestra importantísima transformación en seres conscientes de nuestras elecciones:
La ocasión original para abandonar el instinto natural pudo haber sido insignificante. Pero fue el primer intento del hombre de tomar conciencia de su razón como un poder que puede extenderse más allá de los límites a los que están confinados todos los animales. (…) Esta fue una ocasión suficiente para que la razón hiciera violencia a la voz de la naturaleza y, a pesar de su protesta, hiciera el primer intento de libre elección. […] Descubrió en sí mismo el poder de elegir por sí mismo una forma de vida, de no estar atado sin alternativa a una sola forma, como los animales. Se encontraba, por así decirlo, al borde de un abismo.
Este pasaje podría interpretarse en el sentido de que la elección se introdujo en el universo hace mucho tiempo y ha permanecido prácticamente inalterada desde entonces. Sin embargo, el excelente nuevo libro de Sophia Rosenfeld, The Age of Choice: A History of Freedom in Modern Life [La era de la elección: una historia de la libertad en la vida moderna], nos advierte contra este pensamiento ingenuo. Tras examinar la historia de actividades como las compras, el romance y el voto, Rosenfeld ofrece un relato cautivador del desarrollo de la elección desde sus primeras versiones hasta su forma actual. La elección, según muestra, ha evolucionado con el tiempo. Y si Kant tenía razón sobre su importancia fundamental para la vida humana, entonces también nosotros debemos haber cambiado.

lunes, 21 de abril de 2025

¿Hacia un cambio de régimen en Occidente?

Un régimen internacional que hace una década prácticamente se ahogó en el mar de deuda que había creado, se hunde en una inundación de deuda aún mayor, sin un final a la vista

Perry Anderson, London Review of Books

Transcurrido un cuarto de siglo, el cambio de régimen se ha convertido en un término canónico. Significa el derrocamiento, típica, pero no exclusivamente por parte de EEUU, de gobiernos de todo el mundo rechazados por Occidente, empleando para ello la fuerza militar, el bloqueo económico, la erosión ideológica o una combinación de estos. Sin embargo, originalmente el término significaba algo muy distinto: una alteración generalizada en el propio Occidente: no la transformación repentina de un Estado-nación por la violencia externa, sino la instauración gradual de un nuevo orden internacional en tiempos de paz. Los pioneros de esta concepción fueron los teóricos estadounidenses que desarrollaron la idea de los regímenes internacionales como acuerdos que garantizan relaciones económicas de cooperación entre los principales Estados industriales, que podrían o no adoptar la forma de tratados.

Estos, se sostenía, se desarrollaron a partir del liderazgo estadounidense tras la II Guerra Mundial, pero lo reemplazaron con la formación de un marco consensual de transacciones mutuamente satisfactorias entre los países líderes. El manifiesto de esta idea se materializó en 'Power and Interdependence', obra coescrita por dos pilares del establishment de la política exterior de la época: Joseph Nye y Robert Keohane, cuya primera edición, de las que tuvo muchas, apareció en 1977.

Aunque se presentaba como un sistema de normas y expectativas que ayudaba a asegurar la continuidad entre las diferentes administraciones en Washington al introducir una mayor disciplina en la política exterior estadounidense, el estudio de Nye y Keohane no dejaba lugar a dudas sobre sus resultados para Washington. «Los regímenes suelen ser favorables para EEUU porque es la principal potencia comercial y política del mundo. Si muchos regímenes no existieran, EEUU sin duda querría inventarlos, como lo hizo».(1) A principios de la década de 1980, se empezaron a publicar libros en esta línea: un simposio titulado 'International Regimes', editado por Stephen Krasner (1983); el propio tratado de Keohane, 'After Hegemonya' (1984); y una serie de artículos eruditos.

En la década siguiente, esta doctrina tranquilizadora experimentó una mutación con la publicación de un volumen titulado 'Regime Changes: Macroeconomic Policy and Financial Regulation in Europe from the 1930s to the 1990s', editado por Douglas Forsyth y Ton Notermans (estadounidense y holandés, respectivamente). Mantuvo, pero agudizó la idea de un régimen internacional, especificando la variante que prevalecía antes de la guerra, basada en el patrón oro; luego, el orden forjado en Bretton Woods, que lo sucedió después de la guerra; y, finalmente, detallando la desaparición de este sucesor en los años 1970.(2)

sábado, 19 de abril de 2025

El mito del dólar: Cómo el capitalismo financiero condujo a la decadencia de Occidente

Occidente pasó de ser una economía real según la teoría marxista D-M-D (dinero-mercancía-dinero) a una economía D-D, destinada a crear dinero con dinero

Silvana Niutta, Sinistra in Rete

El 23 de marzo, en el Aula Magna de Siderno (Calabria), se presentó el libro 'El mito del dólar', en presencia de Giuliano Marrucci, coautor con Vadim Bottoni.

El evento, moderado por Nicola Limoncino y presentado por Antonio Sgambelluri, fue organizado por el Movimiento para el Renacimiento Comunista y Comunistas Unidos por Siderno. El evento estuvo dirigido principalmente a los jóvenes, pero también a ese segmento de la población que ya no se identifica con los partidos que se han turnado en el gobierno durante las últimas décadas, independientemente del color político.

Hemos discutido los principales problemas que desde hace tiempo aquejan a Occidente debido al paradigma centrado en la supremacía del dólar, partiendo de los acuerdos de Bretton Woods, que preveían tipos de cambio estables, el oro como patrón de referencia para la conversión del dólar para equilibrar los pagos internacionales, cuando sin embargo todavía había una fuerte presencia del Estado en la economía, hasta nuestros días en que ahora podemos ver que la democracia se ha convertido en una palabra vacía, que sirve para mantener una propaganda manejada a nivel mediático por una prensa servil y financiada por agencias internacionales, creadas ad hoc por el poder financiero.

Se han destruido el bienestar, las escuelas y la sanidad, se han convertido las empresas en sociedades de especulación bursátil, mientras se destruyen continuamente millones de puestos de trabajo o se esclaviza a millones de jóvenes, se les despoja de su dignidad, se les obliga a aceptar salarios de hambre o algún subsidio miserable, sin perspectivas de futuro.

jueves, 10 de abril de 2025

Un golpe mortal para el neoliberalismo

La guerra comercial de Donald Trump nos adentra en una fase cualitativamente nueva de la historia del capitalismo. Sin embargo, el nuevo orden económico que está tomando forma es tan «globalista» como el régimen neoliberal al que suplanta. El artículo que sigue es una reseña de What Was Neoliberalism? Studies in the Most Recent Phase of Capitalism, 1973-2008, de Neil Davidson (Haymarket Books, 2024).

David Jamieson, Jacobin

Donald Trump aparece cada vez más como la pura negación del proyecto neoliberal. Algunos de sus seguidores ideológicos se complacen en presentarlo en términos similares. Sin embargo, el nuevo régimen de Trump ejemplifica muchas de las características que llegaron a definir la era neoliberal.

Consideremos la prominencia de multimillonarios simpatizantes en y alrededor de la nueva corte. Producto del periodo neoliberal, este estrato de oligarcas abarrotaba en homenaje el complejo de Mar-a-Lago de Trump incluso antes de su regreso a Washington.

El presidente le encargó al escabroso barón de la tecnología Elon Musk que encabece un gran asalto contra gasto «despilfarrador», que implica de forma prominente la disciplina laboral en el mayor empleador individual de EEUU, el Estado federal. Otro asalto contra sistema tributario se perfila como un importante reto legislativo en el primer año de Trump. Ya escuchamos estas melodías antes.

Sin embargo, a pesar de todas las recapitulaciones de temas familiares, el propio neoliberalismo está muriendo definitiva y finalmente. El monótono alarde de Trump sobre la guerra comercial y su abierto desprecio por el «orden internacional liberal» marcan un cambio importante dentro de las estructuras del capitalismo global. Mantener que nada significativo está cambiando más allá de este punto requeriría desechar la definición de un período neoliberal en sí mismo.

El Show de Truman:
la Caverna de Platón hoy


Diego Fusaro, Posmodernia

Al igual que en la caverna de La República de Platón, el sistema mediático de la civilización totalmente administrada procede de acuerdo a un específico “modo ‘distributivo‘ de sentido único”, como lo ha definido McLuhan: el flujo de las informaciones, mediante el cual se determina la manipulación, es rigurosamente direccionado de manera unívoca, según la dicotomía del polo que transmite y del polo que recibe. Opera una contrarrevolución preventiva permanente. Pasividad, apraxia e inacción son las figuras fundamentales del imperio de la pasividad tecnocapitalista, caverna globalizada en la que el hacer frenético e hipertrófico de la producción y del consumo coexiste, en la misma unidad temporal y espacial, con la ausencia de cualquier proyecto utópico-redentor y de la activa puesta en marcha de cualquier dinámica transformadora. También bajo este perfil, se muestra el carácter íntimamente contradictorio de la caverna global, que se funda de modo ambivalente sobre el grado máximo de acción técnica irreflexiva y sobre el grado mínimo de hacer proyectual-transformativo. Gracias a las prestaciones del espectáculo que desde el principio la santifica, la caverna planetarizada celebra los plurales (estilos de vida, formas de pensamiento y de existencia), a condición de que todos se muevan dentro del horizonte único de la jaula, reconocida en su ineluctabilidad. Con movimiento convergente, alaba la apertura de toda realidad –desde el imaginario hasta las fronteras– siempre y cuando esa realidad sea confinada en el interior de la sociedad open –abierta- y borderless -sin fronteras- de la mercadización integral.

El antrum platonicum de la mundialización infeliz pretende la aceptación pasiva y servil de lo que hay, o sea de lo que aparece; y obtiene este resultado de dócil observancia mediante las formas mismas con las que el espectáculo se despliega, sin admitir derecho de réplica, ni real pluralidad de aquello que se ha hecho aparecer. Las mismas formas del no alineamiento son exhibidas siempre y sólo con una clara función apotropaica, con vistas tanto a su ridiculización permanente como a su apología en beneficio de la caverna, que de esa forma puede ocultar su real esencia totalitaria detrás de una apariencia falsamente pluralista y tolerante. La lucha contra la cosificación y contra la alienación está permitida, siempre que se presente en formas ellas mismas cosificadas y alienadas.

miércoles, 2 de abril de 2025

Prisiones Smart. La Caverna de cristal en la era digital


Diego Fusaro, Posmodernia

Aunque modulada según figuras diferenciadas y de manera falsamente polifónica, la ininterrumpida cantinela que la sociedad del espectáculo repite a través de sus redes unificadas –“la sociedad existente es la única posible, como siempre ha sido y como siempre será”– acaba por despojar de fundamento, a nivel de imaginario colectivo, la crítica teórica y, con ella, la posibilidad de reversión práctica. Nos persuade de la inexistencia de algo fuera de la caverna y, en última instancia, de la inevitabilidad de la caverna misma que nos convierte en internados a escala global. En cada una de sus representaciones, el espectáculo busca una transformación: por un lado, la del espacio de la caverna en una jaula de hierro con barrotes inoxidables y salida prohibida para evitar posibles fugas; y por otro, la de los prisioneros, potencialmente en busca de su propia liberación, en simples espectadores pasivos y, además, en devotos inconscientes de sus propias cadenas. Es la condición imperante en el triste tiempo de Facebook, de Twitter y de todas las demás egosferas posmodernas, variaciones digitales y rigurosamente solitarias de la Caverna de Platón.

A este modelo parece reconducible la “caverna perfecta” de las soledades digitales de la civilización tecnomorfa y del nuevo “capitalismo de vigilancia” (surveillance capitalism) con la esclavitud Smart (inteligente) a la que condena cotidianamente a sus felices Siervos. Los sistemas totalitarios del “siglo corto” oprimían la libertad, allí donde el neoliberalismo de la vigilancia la explota y la somete a un régimen de lucro, figurando con ello como el primer régimen cool. Las dos figuras opositivas hegelianas del Siervo y el Señor, del Amo y el Esclavo, vienen a coincidir en una única figura, la del homo neoliberalis que –como “emprendedor de sí”– se autoexplota sin tregua para ser máximamente performativo. Cada uno, como Amo, se exige la máxima productividad a sí mismo como Esclavo, llevando la explotación capitalista a su nivel hiperbólico.

lunes, 31 de marzo de 2025

Los mítines de Bernie Sanders y AOC podrían convertirse en un movimiento de masas


Eric Blanc. Sin Permiso

Bernie Sanders y Alexandria Ocasio-Cortez [AOC] han ignorado el consejo de destacadas cabezas pensantes del Partido Demócrata de «darse la vuelta y hacerse el muerto». A Dios gracias. Sus masivos mítines contra la oligarquía han logrado cifras históricas, dando testimonio de un deseo popular generalizado de resistir a Elon Musk y Donald Trump.

Al llenar el vacío que han dejado Chuck Schumer y los de su cobarde ralea, Bernie y AOC se están convirtiendo en líderes no sólo de los activistas de izquierda, sino también de la base liberal dominante del Partido Demócrata. La pregunta difícil se cifra ahora en cómo aprovechar toda esta energía en un movimiento capaz de derrotar realmente a Musk, y luego a Trump.

El Equipo Bernie ya ha dado grandes pasos en esta dirección. No se trata sólo de que la gira «Luchar contra la oligarquía» («Fighting Oligarchy») haya dinamizado a los norteamericanos de pie y difundido un mensaje rotundo en contra de los multimillonarios y a favor de la democracia. Estos actos han tenido un enfoque estratégico concreto, tal como ha explicado en la Red uno de los asesores de Bernie: «Para los que lo pregunten, sí, estos mítines están vinculados a la acción. Todos se han celebrado en distritos indecisos controlados por el Partido Republicano o cerca de ellos, y estamos haciendo un seguimiento con acciones específicas para presionar a sus diputados para que voten NO a cualquier recorte de Medicaid o exención fiscal multimillonaria, o se enfrenten de lo contrario a las consecuencias electorales».

Todo esto resulta esencial. Pero Bernie y AOC podrían dar un paso adicional: pedirles a todos los asistentes al mitin que se conviertan en organizadores. El destino de nuestro país depende en parte de poder canalizar el entusiasmo de estos actos en una campaña masiva y creciente.

domingo, 30 de marzo de 2025

De la Europa ocupada a la Europa colonizada por EEUU

[Pasando por el auge y declive de la gran Alemania]
Andrés Piqueras, La Haine

La historia se repite, ahora el gobierno alemán afirma que el gasto en necesidades militares estimula la economía, al igual que la Alemania en la década de 1930.

En los años 70 del siglo XX se hicieron evidentes los límites de los mecanismos anticíclicos keynesianos. La pérdida de eficacia de éstos propició las condiciones para abrir el camino a iniciativas de represión de la demanda y regresión fiscal, combinadas con políticas recesivas y de control del déficit y de la inflación, así como de fomento de la financiación privada. Serían las que presidirían en adelante por doquier las estrategias de gobierno de un capitalismo que iniciaba su dimensión transnacional.

Empezaba así una nueva intervención masiva del Estado en favor de una acumulación capitalista que (de nuevo) no mostraba fuelle por sí misma. Pero ahora esa intervención se realizaba, con todo tipo de medidas, del lado de la oferta.

Para encastrar todo ello de forma más o menos coherente había que buscar un nuevo modo de regulación que conllevara una ruptura de los "pactos de clase" en las sociedades centrales, (especialmente en el punto de indexación de los salarios a la productividad y en el objetivo del "pleno empleo"), aunque tuviera que actualizar la doctrina político-económica fundacional del capitalismo.

De esta forma cobraría vida el neoliberalismo, que si bien fracasó a la hora de propiciar una acumulación sostenida, fue exitoso en la eliminación, integración-cooptación o reducción al mínimo-marginación de los sujetos antagónicos, inclinó drásticamente la distribución del plusvalor en favor del Capital, favoreciendo una enorme concentración de la riqueza, la cual pasaría en adelante a través de la financiarización de la economía.

Una y otra compensarían al capital, de alguna manera, de la falta de rentabilidad productiva. No hubo que esperar mucho, sin embargo, para evidenciar los resultados procíclicos que ello entrañaba, más allá de las devastadoras consecuencias sociales.

martes, 25 de marzo de 2025

La crisis del orden de posguerra nos dio el neoliberalismo

El auge del neoliberalismo no se debió simplemente a que los políticos centristas y de derecha decidieran darle rienda suelta a las fuerzas del mercado. Reflejó una verdadera crisis del orden económico de la posguerra, y la ausencia de un movimiento obrero poderoso que impulsara una alternativa de izquierda.

Colin Gordon, Jacobin

Bajo cualquier forma de medición, la desigualdad económica se disparó en el último medio siglo. Desde 1970, la proporción de la renta nacional que se lleva la mitad inferior de los asalariados cayó del 21,3 % a solo el 13,6 %, mientras que la que se lleva el 1 % superior casi se duplicó, pasando del 11,6 % al 19,1 %. Aunque los programas sociales redujeron la pobreza sustancialmente durante ese periodo, los criterios de elegibilidad mezquinos y la discreción a nivel estatal han erosionado los medios de vida de las familias con bajos ingresos. La brecha racial de riqueza, sostenida por generaciones de explotación y exclusión en el sector inmobiliario privado y los programas públicos, es ahora tan amplia como lo era en la década de 1960.

Una historia común viste estas tendencias con ropajes partidistas: los demócratas lucharon por extender o apuntalar el New Deal; los republicanos, por fervor ideológico o por servil deferencia a los intereses privados, intentaron derribarlo todo con la misma determinación. Hay un atisbo de verdad en esta ordenada narrativa, pero solo un atisbo. De hecho, el regreso de la desigualdad a niveles no vistos desde la Edad Dorada fue un proyecto frecuentemente bipartidista: los demócratas llevaron la delantera (controlando tanto la Cámara de Representantes como el Senado, o la presidencia y una o ambas cámaras) durante treinta de los últimos cincuenta y cuatro años. Sus huellas, en diversos grados, están en todas y cada una de las políticas que aumentaron la desigualdad durante este período.

Esa hoja de antecedentes penales es el hilo conductor de Left Behind (Abandonados), el provocador examen de la historiadora Lily Geismer sobre la presidencia de Bill Clinton, sus raíces políticas e intelectuales y su impacto duradero. Left Behind comienza trazando la ya familiar historia del Consejo de Liderazgo Democrático (DLC, por sus siglas en inglés), fundado en 1985, y su determinación de liberar al partido de sus «intereses especiales» (sindicatos, minorías raciales, movimiento feminista, etc.) y dividir la improbable diferencia entre la Gran Sociedad y las políticas económicas de la época de Reagan (Reaganomía). Como argumenta Geismer, las invocaciones clintonianas de una «tercera vía» o «un puente hacia el siglo XXI» apenas podían ocultar la verdadera intención y el resultado: abandonar a los sectores de la mitad inferior de la distribución de ingresos en favor de soluciones de mercado que harían sonrojar a Friedrich Hayek.

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