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lunes, 7 de julio de 2025

La estafa de la green economy. Del capitalismo gris al capitalismo verde


Diego Fusaro, Posmodernia

Retomando en clave cromática la exploración dialéctica que, siguiendo las huellas de Costanzo Preve, hemos plasmado en Minima mercatalia (2012), el capitalismo dialéctico de la fase manufacturera y, posteriormente, fordista (desde la Revolución Industrial hasta los años Setenta del Siglo XX) sería “gris”, articulado sobre la explotación sin límites y sin medida del medio ambiente. Gris, por cierto, como las chimeneas del Londres de Marx y del Turín de Gramsci.

Por su parte, el nuevo capitalismo absoluto-totalitario (o, simplemente, turbocapitalismo), tal como viene esculpiéndose a partir de los años Setenta del “siglo corto”, acelerando su marcha triunfal tras la caída del Muro de Berlín y la ignominiosa implosión de la Unión Soviética, sería “arcoíris” y “verde”. Arcoíris ya que, como se ha evidenciado extensamente en nuestro estudio Demofobia (2023), se sustenta sobre la desregulación económica, antropológica y consumista, por tanto sobre el libre consumo y sobre las libres costumbres, así como sobre el deseo anómico pero siempre regimentado en la esfera consumista (con la redefinición de los propios derechos como caprichos del consumo, según el esquema del bazar de los rainbow rights –derechos arcoíris-); y es verde, porque metaboliza la naciente y cada vez más difusa sensibilidad medioambiental y la desvía hacia sus circuitos, reconfigurando (y potenciando) el ciclo de la producción, reforzando el propio consenso y por último, pero no menos importante, utilizando como método de gobierno la plataforma green.

Esta tránsito, desde el grey capitalism industrialista, represivo y fordista al nuevo capitalismo absoluto-totalitario rainbow y green, se puede entender como una profundización y como una intensificación de la lógica de la valorización del valor, que logra metabolizar y, además, obtener beneficio de las reales reivindicaciones contestatarias –tanto sociales como ecológicas– iniciadas desde el Sesentayocho y, después, maduradas durante los años Setenta.

domingo, 4 de febrero de 2024

1968 y 1989: las dos fechas fundamentales del Turbocapitalismo


Diego Fusaro, Posmodernia

El capitalismo supera dialécticamente las reivindicaciones antagonistas del proletariado (lucha de clases, espíritu de escisión, organizaciones partidistas, pasión revolucionaria); y lo hace anestesiando su conciencia en un sentido consumista, pero también «economicizando» el conflicto (desde los años setenta, el proletariado lucha por conseguir salarios más altos y no por superar el modo de producción, metabolizando así la ideología del capital como horizonte ineluctable). Simultáneamente, el capitalismo supera la “conciencia infeliz” burguesa. De hecho, ésta también representa, no menos que el antagonismo reivindicativo y potencialmente revolucionario del proletariado, una contradicción en el seno del capitalismo; y esto sobre todo si se considera que la burguesía: a) presenta su propia vocación universalista que puede llevarla -como en el caso de Marx- a contestar el mundo histórico capitalista en el que aún es clase dominante; y b) dispone de una esfera valorial y ética no mercadizable y, por tanto, en última instancia incompatible con los procesos de omnimercadización propios del capitalismo absoluto.

La burguesía es, en consecuencia, incompatible con el capitalismo absoluto, así como este último es, por su esencia, irreconciliable con la clase burguesa tanto en el plano inmaterial (conciencia infeliz) como en el plano material (propiedades de las clases medias). En realidad, el turbocapital presupone la inconsciencia feliz de los consumidores resilientes, posburgueses y posproletarios, y la destrucción de las bases materiales de la existencia misma de la clase media burguesa por obra del auri sacra fames de la finanza cosmopolita y sus cínicos gerifaltes. La burguesía y el proletariado, en su conflictualidad dialéctica, se habían desarrollado en el marco de la eticidad en sentido hegeliano, vale decir en el espacio real y simbólico de las «raíces» sólidas y solidarias de la vida comunitaria, ligadas a la familia y la escuela, al sindicato y al Estado nacional soberano.

martes, 30 de enero de 2024

Fin de la Derecha y la Izquierda, triunfo del Turbocapitalismo


Diego Fusaro, geoestrategia.es

Siguiendo las «aventuras de la dialéctica«, como las calificó Merleau-Ponty, la transición al turbocapitalismo (o capitalismo absoluto-totalitario) se puede interpretar como el tránsito histórico desde una forma de capitalismo caracterizada por la presencia de dos clases (la burguesa y la proletaria) a una forma sin precedentes de capitalismo “post-clases”, que ya no se distingue por la existencia de clases en sentido estricto (como subjetividad in se y per se) y, al mismo tiempo, se caracteriza por generar la máxima desigualdad. Este proceso evolutivo también ha determinado la razón profunda de la obsolescencia de la dicotomía derecha-izquierda, «dos palabras ahora inútiles».

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