¿Cuánto tiempo más vamos a seguir viendo cómo Israel mata de hambre a los niños y masacra a civiles que buscan comida antes de que los líderes políticos occidentales pongan fin a esta locura?
Seraj Assi, Jacobin
A más de veinte meses del inicio del genocidio, Israel ha convertido Gaza en un infierno en la Tierra. Este infierno no es obra de Dios, ni un desastre natural, ni una fuerza mayor: es una catástrofe provocada por seres humanos, orquestada por Israel, financiada y armada por Estados Unidos, y celebrada por las élites políticas de Occidente.
Durante cinco meses infernales, Israel ha impuesto un bloqueo total sobre Gaza, impidiendo toda entrega de alimentos a una población de dos millones de palestinos que muere de hambre, casi la mitad de ellos niños, y condenando a cientos a una muerte lenta y agonizante. Insatisfecho con el hambre forzada a gran escala, el ejército israelí llevó a cabo casi a diario el equivalente de la masacre ocurrida cuando buscaban harina, asesinando a más de mil palestinos que intentaban conseguir comida. El miércoles, más de cien organizaciones internacionales de ayuda y derechos humanos hicieron un llamado urgente a los gobiernos para que actúen de inmediato en Gaza, donde más de 100.000 niños enfrentan una muerte masiva inminente si esta barbarie continúa.
La catástrofe humanitaria es tan atroz que altos funcionarios de la ONU han abandonado su habitual tono moderado para emitir condenas indignadas y cargadas de emoción. El secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, reprendió a la comunidad internacional por ignorar el sufrimiento del pueblo palestino en Gaza, lo que calificó como una «crisis moral que desafía la conciencia global».
«No puedo explicar el nivel de indiferencia e inacción que vemos en buena parte de la comunidad internacional: la falta de compasión, de verdad, de humanidad», dijo Guterres a los participantes de la asamblea global de Amnistía Internacional.