Los demócratas moderados defienden cada vez con más fuerza un sionismo «aceptable», afirmando que apoyan a Israel pero se oponen a Bibi Netanyahu. Sin embargo, los horrores de Gaza son el resultado de procesos mucho más amplios que no se pueden resumir al problema de un líder de derecha
Ben Burgis, Jacobin
La semana pasada, los senadores demócratas aprobaron, por veintisiete votos contra diecisiete, una resolución presentada por Bernie Sanders para detener el envío de rifles de asalto a Israel. Veinticuatro de esos senadores también votaron a favor de otra resolución de Sanders, que habría bloqueado 675 millones de dólares en ventas totales de armas al país.
Por muy dramático que haya sido este cambio con respecto a los patrones de voto anteriores, la brecha entre los representantes electos del partido y la base demócrata sigue siendo enorme. Según las últimas encuestas, solo el 8 % de los votantes demócratas apoya las acciones de Israel en Gaza. (Entre los estadounidenses en general, esa cifra se sitúa en el 32 %). Incluso la más amplia de las dos resoluciones votadas solo se refería a las armas «ofensivas», dejando intacta la ayuda «defensiva», como la financiación estadounidense para el escudo antimisiles israelí Iron Dome. Se trata de una distinción bastante dudosa, dado que los gastos de defensa cubiertos por Estados Unidos liberan fondos para operaciones «ofensivas» y que Israel tiene mucha más libertad para iniciar conflictos cuando puede defenderse fácilmente de los contraataques.
Aun así, una votación como esta habría sido impensable hace unos años. El apoyo a Israel siempre fue bipartidista. Ahora, la mayoría de los senadores demócratas votaron en contra de la venta de armas apoyada por todos y cada uno de sus colegas republicanos. Las placas tectónicas de la opinión pública se movieron drásticamente en esta cuestión, e incluso muchos políticos del establishment se apresuran a averiguar cómo posicionarse.
En los últimos dos años, Israel le ordenó a millones de civiles palestinos que abandonen sus hogares. El número absoluto de víctimas civiles supera con creces el de guerras importantes que asolaron durante años a países mucho más grandes, y Gaza tiene ahora la mayor población de niños amputados per cápita de todo el planeta. Dos años de bombardeos indiscriminados destruyeron tantos edificios que las imágenes aéreas de Gaza se parecen cada vez más a la superficie de la Luna. Y la política de Israel de bloquear la entrada de la mayor parte de la ayuda alimentaria en la franja provocó una grave malnutrición en toda la población, que recientemente se transformó en una situación catastrófica de hambruna.