Dani Rodrik, Project-Syndicate
Desde que el presidente de Turquía Recep Tayyip Erdogan ganó sus primeras elecciones generales a finales de 2002 se ha obsesionado con la idea de que el poder podía serle arrebatado a través de un golpe de Estado. Incluso en aquel entonces tenía buenas razones para preocuparse. En dicho momento, no era ningún secreto que la muy laica clase dominante de Turquía, que se encontraba cómodamente instalada en las altas esferas del poder judicial y de las cúpulas militares, sentía antipatía por Erdogan y sus aliados políticos.
El propio Erdogan fue encarcelado por recitar una poesía de tono religioso, lo que le impidió tomar el cargo de inmediato cuando su agrupación política, el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), asumió el poder en noviembre de 2002. En 2007, el ejército emitió un pronunciamiento oponiéndose al candidato del AKP a la Presidencia, que en aquel entonces era, en gran medida, sólo una figura decorativa. Además, en 2008, el partido apenas se salvó de ser suspendido por el máximo tribunal del país por llevar a cabo "actividades anti-seglares".
Los esfuerzos de la vieja guardia fueron en su mayoría contraproducentes y sólo sirvieron para aumentar la popularidad de Erdogan. Su cada vez más fortalecido control del poder podría haberle ablandado y dar paso a un estilo político menos conflictivo. En cambio, en los años siguientes, sus entonces aliados los gülenistas (seguidores del clérigo en el exilio Fethullah Gülen) lograron acrecentar la obsesión de Erdogan convirtiéndola en paranoia.
Una mirada no convencional al modelo económico de la globalización, la geopolítica, y las fallas del mercado
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sábado, 24 de septiembre de 2016
La trágica elección de Erdogan
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mamvas
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7:58 p.m.
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Turquía
viernes, 12 de agosto de 2016
El sultán, el zar y el futuro de Siria
Robert Fisk, La Jornada
Este martes el sultán se reunió con el zar en la sede real de San Petersburgo. Y el califa de Damasco habrá observado desde Siria con la convicción de que la política del partido Baaz habrá demostrado su valía una vez más. ¿La política? Esperen. Y esperen.
Porque, en el momento preciso en que el poder de Turquía sobre Siria –su papel semejante al de Pakistán como conducto hacia el dinero del golfo Pérsico, sus rutas de contrabando hacia el Isis, Al Qaeda (o Jabhat al Nusra, o Fatah el Sham o el que sea)– parecía una amenaza abrumadora para Damasco, surge el misterioso golpe en Turquía, su ejército es esterilizado, y el sultán Erdogan se escurre a San Petersburgo para sacar a su país de la OTAN y llevarlo hacia la Madre Rusia.
Y todo esto, cuando los ejércitos rebeldes en Siria vuelven a sitiar a las tropas del gobierno en Alepo con la mira de reabrir sus rutas de suministro hacia Turquía.
Este martes el sultán se reunió con el zar en la sede real de San Petersburgo. Y el califa de Damasco habrá observado desde Siria con la convicción de que la política del partido Baaz habrá demostrado su valía una vez más. ¿La política? Esperen. Y esperen.
Porque, en el momento preciso en que el poder de Turquía sobre Siria –su papel semejante al de Pakistán como conducto hacia el dinero del golfo Pérsico, sus rutas de contrabando hacia el Isis, Al Qaeda (o Jabhat al Nusra, o Fatah el Sham o el que sea)– parecía una amenaza abrumadora para Damasco, surge el misterioso golpe en Turquía, su ejército es esterilizado, y el sultán Erdogan se escurre a San Petersburgo para sacar a su país de la OTAN y llevarlo hacia la Madre Rusia.
Y todo esto, cuando los ejércitos rebeldes en Siria vuelven a sitiar a las tropas del gobierno en Alepo con la mira de reabrir sus rutas de suministro hacia Turquía.
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mamvas
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4:29 p.m.
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