Una mirada no convencional al modelo económico neoliberal, las fallas del mercado y la geopolítica de la globalización
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sábado, 5 de julio de 2025
El fin de la supuesta supremacía moral de Occidente
Andrea Zhok, Arianna Editrice
Mientras crece la tensión en Oriente Medio y la posibilidad de una guerra total, sin exclusión de golpes, se hace cada vez más realista, una consideración cultural de carácter general podría parecer fuera de lugar, pero creo que es útil para evaluar los acontecimientos a largo plazo.
En todos los principales conflictos actuales asistimos a una configuración de oposición bastante clara, con pocos casos ambiguos: la línea divisoria es aquella en la que Occidente, culturalmente hegemónico por los Estados Unidos de América, se opone a todo el mundo que no está directa o indirectamente sometido a él.
Se trata, es decir, de una franca oposición a lo largo de LÍNEAS DE PODER en la que un «imperio» consolidado se opone a otros polos de poder autoritarios no sometidos (Rusia, China, Irán, etc.).
Pero todo poder necesita siempre una COBERTURA IDEAL, ya que todo poder requiere un cierto grado de consentimiento generalizado de sus súbditos: el poder solo puede ejercerse en forma de control y represión hasta cierto punto, pero para la gran mayoría de la población debe valer una adhesión ideal máxima.
La cobertura ideal de los polos de resistencia antioccidental es variada. Salvo una cierta desconfianza general hacia la idea del «mercado autorregulado», no existe una ideología común entre China, Rusia, Irán, Venezuela, Corea del Norte, Sudáfrica, etc. Su única «ideología» común es el deseo de poder desarrollarse de forma autónoma, sobre una base regional, según sus propias líneas de desarrollo cultural, sin interferencias externas. Esto no los convierte necesariamente en abanderados de la paz, ya que siempre hay disparidades de proyectos incluso en el plano de las relaciones regionales, pero en cualquier caso hace que todos estos bloques sean reacios a las proyecciones agresivas globales.
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jueves, 13 de marzo de 2025
Dios muere en el mercado.
Marx y Nietzsche
“Lo que cuento es la historia de los próximos dos siglos. Describo lo que viene […]: el surgimiento del nihilismo. […]. ¿Qué significa nihilismo? Significa que los valores supremos se devalúan. Falta la meta. Falta la respuesta al “¿por qué?”. […Por tanto] no podemos plantear ningún más allá o un “en sí” de las cosas. Falta el valor, falta el sentido. […]. Resultado [de esta desvalorización]: los juicios morales de valor son […] negaciones: la moral es volver la espalda a la voluntad de existir.»
(Friedrich Nietzsche, Fragmentos póstumos)
Diego Fusaro, Posmodernia
“Lo que cuento es la historia de los próximos dos siglos” (Was ich erzähle, ist die Geschichte der nächsten zwei Jahrhunderte). Con estas palabras rabdománticas, Nietzsche anunciaba «el surgimiento del nihilismo» (die Heraufkunft de Nihilismus) y, al mismo tiempo, su dominio destinado a hacer época. A diferencia de la posterior interpretación «ontológica» de Heidegger -el nihilismo como integral «olvido del Ser» (Seinsvergessenheit)-, la lectura de Nietzsche, respecto de la que ciertamente también es tributaria la obra heideggeriana, anuncia el «nihilismo valorial«: «los valores supremos se devalúan«, se desvalorizan y pierden significado, dejando de constituir el horizonte de sentido dentro del cual se orienta y se desarrolla la vida humana. Colapsa el firmamento y los valores se precipitan en la vorágine del nihil, dejando sin respuesta las preguntas fundamentales sobre la moral y sobre la trascendencia, sobre la ética y sobre el sentido de la existencia a las cuales Occidente, desde Platón al Cristianismo, desde el Renacimiento a la Ilustración, había intentado de diversas formas responder: pero ahora “Falta la meta. Falta la respuesta al <¿por qué?>”. En el triunfo del «nihilismo moral«, los únicos juicios morales que sobreviven se dan en forma de negaciones de valores anteriores, limitándose a expresar el rechazo resuelto de todas las precedentes prestaciones de sentido elaboradas por nuestra cultura: de tal guisa, la moral se invierte en un “volver la espalda a la voluntad de existir”.
Son negados, sin residuos, Dios y los valores morales, las principales coordenadas de sentido y todos los límites valoriales que habían jalonado la aventura de un Occidente que, hoy, transita plenamente hacia la nueva figura del Uccidente (*). Con las palabras de La Gaya Ciencia, el horizonte entero es “borrado” por la esponja del nihilismo, que separa a la tierra de la cadena de su sol. Perdidas las coordenadas de sentido, el Uccidente sumido en el nihilismo se entrega a una «eterna caída«, a un vagar «a través de una nada infinita«: colapsado el firmamento, ya no existe un alto y un bajo, un bueno y un malo, sino que todo cae en la indistinción del relativismo nihilista como pérdida de cualquier sentido. Las luces que habían iluminado Occidente, haciendo posible lo más bello de lo que ha sido capaz -desde la metafísica hasta el gran arte, desde la teología hasta los sistemas morales, desde los templos hasta las catedrales- se apagan y «viene la noche, cada vez más noche«. Es, con la expresión poética de Hölderlin, el tiempo de la Weltnacht, de la «noche del mundo«, en la que la oscuridad se vuelve tan radical que ya ni siquiera se percibe como tal.
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martes, 11 de marzo de 2025
Cuando Washington lee a Dugin: la influencia clandestina de un ideólogo ruso
A menudo imaginamos que el poder se forja en los silenciosos pasillos del gobierno, en las sombras de los gabinetes ministeriales o bajo la sombra de los palacios. Sin embargo, a veces existen fuerzas más discretas, corrientes intelectuales que, como ríos subterráneos, moldean lenta pero inexorablemente el paisaje ideológico de una nación. Así es como Alexander Dugin, un pensador nacionalista ruso relegado durante mucho tiempo a los márgenes de la vida académica, está encontrando ahora un eco inesperado en la derecha estadounidense, hasta el punto de dar forma a los discursos de los funcionarios de la administración Trump.
Balbino Katz, Voxnr.fr
Durante décadas, Dugin ha estado construyendo un sistema de pensamiento político en el que el Occidente liberal, percibido como decadente y corrosivo, se enfrenta a un eje euroasiático liderado por Moscú. Su libro de 1997 Los fundamentos de la geopolítica fue recomendado en su día a la Academia del Estado Mayor ruso. En él esboza un programa expansionista para la Rusia postsoviética, que va desde la manipulación de las tendencias aislacionistas de Estados Unidos hasta la absorción gradual de las antiguas repúblicas soviéticas. Ignorado durante mucho tiempo por los círculos de poder occidentales, este conjunto de ideas disfruta ahora de una segunda vida tan brutal como inesperada en los círculos conservadores estadounidenses.
Es cierto que no existe ningún documento oficial que demuestre que Dugin inspira directamente a la Casa Blanca. Sin embargo, sus tesis se infiltran en el discurso de personalidades influyentes. Por ejemplo, Marco Rubio, actual Secretario de Estado, utilizó recientemente el término «multipolaridad» para describir el orden mundial futuro, un concepto central en el pensamiento duginiano, asumido desde hace tiempo por Vladimir Putin. Del mismo modo, J.D. Vance, vicepresidente estadounidense, denunció recientemente el «colapso de los valores occidentales» en una retórica que recuerda a las diatribas del teórico ruso.
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jueves, 6 de marzo de 2025
Emmanuel Todd y la profecía de la caída de la URSS
Romain Ducoulombier, Temps Presents
Cada vez que hay una crisis, se le consulta en los medios de comunicación como a un oráculo. Ningún artículo deja de recordar que el inclasificable e impertinente ensayista Emmanuel Todd es el hombre que predijo la caída de la URSS. Las reseñas en las librerías en línea son unánimes: «El primer y único hombre que ha predicho plenamente esta desaparición».
Y sin embargo… su famoso libro de 1976 La Chute finale (La caída final), formó parte de un debate alimentado durante veinte años por numerosos libros y autores notables que ahora han caído en el olvido, borrados por el título de gloria sobre el que Todd construyó su posición de investigador y profeta. Decirlo es redescubrir la intensidad de las polémicas de una época pasada. He aquí la historia pasada de esta profecía.
La caída final
La caída de la URSS en diciembre de 1991 se considera el acontecimiento inaugural de un nuevo orden mundial, a cuyas convulsiones asistimos hoy. En Francia, la idea de que nadie predijo esta caída es una leyenda tenaz, arraigada en nuestra memoria colectiva. Nadie, salvo quizá Emmanuel Todd, con su libro La Chute finale, publicado en 1976 por Robert Laffont en una colección, «Libertés 2000», que hacía gala de su ambición futurista.
En sus memorias (Le Voleur dans la maison vide, 1997), Jean-François Revel, futuro académico y entonces director de L'Express, lo inmortalizó como el «único libro occidental» que predijo el hundimiento de la Unión Soviética con quince años de antelación. Para contradecir esta leyenda, hay que leer libros que ya nadie lee, hojear viejos recortes de prensa amarillentos sobre el pasado soviético y comunista que fue enterrado con asombrosa rapidez una vez consumada su derrota. De hecho, en plena Guerra Fría, un intenso y apasionado debate intelectual animó muchas mentes a ambos lados del Atlántico. El libro de Todd es una pieza de este gran rompecabezas.
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martes, 4 de marzo de 2025
Renacimiento europeo: una visión para la renovación de la civilización
Alexander Raynor reseña el libro de Robert Steuckers The European Enterprise, destacando su argumento de que Europa puede restaurar su fuerza civilizacional formando parte de una «Gran Alianza Euroasiática» de París a Pekín, que ofrece una alternativa al dominio estadounidense en medio del declive de Europa.
Alexander Raynor, Arktos
En su exhaustivo análisis de la geopolítica europea, The European Enterprise: Geopolitical Essays, Robert Steuckers presenta una visión convincente de la renovación europea mediante la creación de una «Gran Alianza Euroasiática» que contrarreste la hegemonía estadounidense y restaure la independencia europea. Examinando patrones históricos, realidades geográficas y posibles alineamientos estratégicos, traza un camino a seguir para la civilización europea.
El núcleo del análisis de Steuckers es el reconocimiento de que el control de regiones geográficas clave – en particular el Mar Negro, los Balcanes y el Mediterráneo oriental – que ha sido crucial a lo largo de la historia. Desde la antigua Roma hasta nuestros días, pasando por el Imperio Otomano, estas zonas han servido como puntos de pivote estratégicos vitales. Comprender estos patrones duraderos resulta esencial para desarrollar estrategias contemporáneas eficaces.
Steuckers rehabilita el concepto de Reich o imperio como principio organizador positivo que puede unir respetando la diversidad. A diferencia de los Estados-nación modernos o del universalismo globalista, los imperios tradicionales permitían la coexistencia de pueblos y culturas diferentes manteniendo su singularidad dentro de un marco civilizatorio más amplio. Este modelo ofrece importantes lecciones para construir nuevas formas de unidad europea.
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lunes, 24 de febrero de 2025
El marxismo que necesitamos
Ser marxista no es conocer cada texto de Marx o de Lenin; es saber utilizar ese instrumental teórico y práctico para transformar el mundo a favor de los humildes. Es ser revolucionario
Enrique Ubieta Gómez, La Haine
Los encuentros internacionales suelen depararnos sorpresas. En uno de ellos encontré, hace algún tiempo, a un antiguo compañero de estudios de la Universidad de Kíev. Sí, yo estudié filosofía y viví en la Ucrania soviética durante cinco años. Mi compañero era un alumno aplicado, inteligente, y aprendió con facilidad el español de los cubanos. No militaba en el PCUS, pero la desintegración de la Unión Soviética y el rumbo capitalista que tomaron sus antiguas repúblicas, lo llevó a militar en uno de los partidos comunistas que surgieron con posterioridad. Ha sido desde entonces un activo defensor de la Revolución cubana.
Nos hemos encontrado luego más de una vez, en La Habana y en Caracas, los dos centros de la revolución latinoamericana. Pero cuando hablamos, las categorías filosóficas bien plantadas por Lenin parecen flotar sin raíces nutricias en la conversación: no todas las afirmaciones o las posiciones escuchadas al vuelo pueden definirse como idealistas o materialistas sin más (a veces, ni siquiera es lo que importa), ni todos los que defienden posiciones conservadores son acomodados burgueses o protoburgueses aferrados a intereses materiales.
La guerra cultural secuestra a los incautos, a los desprevenidos; a veces incluso ahoga a los que mejor saben nadar. El mundo de hoy es tan complejo como el de ayer, quizás como el de siempre, pero cambia con más rapidez. Y la filosofía marxista corre detrás de los acontecimientos, sin que apenas logre alcanzarlos. No lo hará desde el viejo gabinete; tampoco, por muy moderno que parezca (la palabra moderno, ya me parece demodé), desde el infinito mundo de Internet y sus redes.
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domingo, 23 de febrero de 2025
El capitalismo atenta contra la libertad
Pensar que tenemos que aceptar la desigualdad social en aras de preservar la libertad es sencillamente absurdo
Ben Burgis, Jacobin
Anarquía, Estado y utopía, de Robert Nozick (1974), es uno de los libros sobre filosofía política que más se suele asignar a los estudiantes universitarios. Cincuenta años después de su publicación, me sorprendería que pudieras entrar en una librería razonablemente bien surtida en cualquier lugar del mundo angloparlante sin encontrar un ejemplar. Este nivel de éxito es, en cierto modo, bien merecido. Nozick es un excelente escritor, que combina un estilo elegante con un alto nivel de rigor en la mayoría de sus argumentos. Es un placer leerlo, incluso si (como yo) aborreces profundamente sus conclusiones.
Cuando escribió el libro, Nozick era un libertario acérrimo. Pensaba que cualquier distribución de la riqueza era aceptable siempre y cuando se produjera dejando que las fichas cayeran donde pudieran en un mercado libre. El único estado justificable sería un «Estado justiciero» que se «limitaría a proteger a las personas contra el asesinato, la agresión, el robo, el fraude, etc.».
Si la desigualdad se vuelve tan grave que los pobres mueren de hambre en las calles, puede ser admirable que los ricos los ayuden voluntariamente, pero gravar a los ricos para financiar un Estado de bienestar sería una violación inaceptable de sus derechos de propiedad. Y nacionalizar las empresas que actualmente son propiedad de los ricos y entregarlas a la gestión democrática de los trabajadores o de comunidades más grandes, como proponen los socialistas, estaría ciertamente fuera de discusión. Por muy agradable que pueda sonar una sociedad más igualitaria, Nozick pensaba que no había forma de lograr y luego preservar una sociedad así sin violaciones ilegítimas de la libertad.
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sábado, 22 de febrero de 2025
El Juicio contra el Liberalismo
Aleksandr Dugin, Geopolitika
Las rápidas reformas de Trump han proclamado en un instante que solo existen dos géneros – el masculino y el femenino –, lo cual hizo que los estadounidenses y el mundo entero se dieran cuenta de la degeneración en la que habían vivido. Millones de personas habían sido convencidos por los liberales de que era posible cambiar de género o identificarse con géneros no existentes, lo cual causó que miles de ciudadanos «progresistas», «futuristas» y demás se convirtieran de la noche a la mañana en lisiados o inválidos. Anteriormente se les había inculcado la idea de que la diversidad de géneros, incluida la castración, la mutilación y el desmoronamiento psicológico de los niños pequeños, eran signos de un «comportamiento social adecuado».
Ahora resultaba que quienes insistían en ello eran simplemente dementes y criminales y quienes sucumbían eran víctimas que habían aceptado voluntariamente convertirse en mutantes. Los liberales habían empujado a sus sociedades hasta el borde del abismo, contándoles cuentos de hadas, pero Trump desveló que se trataba de un precipicio sin fondo por el que muchos se habían caído. Han sido miles los que han destruido física, mental y socialmente a sus hijos, perdiéndolos para siempre. Incluso Elon Musk sufrió este destino, perdiendo a su hijo para siempre.
Nunca se recuperarán de eso. Lo que hicieron los liberales fue un experimento social gigantesco mucho más aterrador que el nazismo. Pero no se trataba sólo de una banda de dementes, pervertidos, pedófilos y esquizofrénicos. Se trataba de una ideología que llevó sus principios hasta el absurdo: el individualismo absoluto que buscaba liberarse de toda forma de identidad colectiva (estamento, nación, fe, etnia, género y, finalmente, la especie).
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domingo, 16 de febrero de 2025
Eternos jóvenes e inmaduros: la condición neoliberal
Diego Fusaro, Posmodernia
A diferencia de las precedentes formas de la producción y de las relaciones sociales, que se basaban esencialmente en la continuidad y la conservación de las condiciones dadas y sobre el «mantenimiento inalterado del antiguo orden de producción», el modo de producción capitalista existe revolucionando continuamente, sin tregua, los instrumentos de producir y las relaciones sociales en las que se estructura, haciendo del cambio incesante su propio fundamento. La “movilización total” de los entes es su base ineludible.
Tales prerrogativas, con mayor razón, pueden atribuirse a aquello que ya Pasolini catalogaba como el «neocapitalismo revolucionario, progresista y unificador», que transforma todo en nombre del progreso, unificando al mundo entero bajo el signo de lo mismo, o sea de la economía fetichizada. Vive volviendo líquido y mutante lo que, en los anteriores modos de producción, se daba en formas estables y rígidas, cuando no petrificadas:
“La agitación constante de la producción, el incesante cuestionamiento de todas las condiciones sociales, la incertidumbre y el movimiento perpetuo diferencian la época burguesa de todas aquellas que la han precedido”.Esta tendencia, inscrita en las premisas y promesas del capital desde su mirada auroral, puede considerarse llevada a cumplimiento con el tránsito a la hodierna fase absoluta, correspondiente con el tiempo de la flexibilidad global y de la transitoriedad universal.
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miércoles, 5 de febrero de 2025
Neoliberalismo e ideología del Fin de la Historia
Diego Fusaro, Posmodernia
En el marco de un régimen temporal que, caracterizado por el fanatismo de la economía, debe pensarse como eterno, inenmendable y, en definitiva, como Fin de la Historia, no puede haber espacio para la dimensión del futuro, para la praxis transformadora, para la categoría ontológica de posibilidad y para el plano de la historicidad. Por este motivo, la hodierna lógica ideológica en la que se condensa el espíritu de nuestro tiempo debe demonizar continuamente estas cuatro determinaciones mutuamente inervadas; de modo que se imponga, a nivel de imaginario, el eterno presente del capital imperfecto pero inenmendable, ineluctable y sin historia y, por tanto, entendido no como producto temporalmente determinado y siempre reprogramable de un hacer, sino como condición natural-eterna de la que no es lícito plantear ningún éxodo. Fin de la Historia, sensación de la férrea necesidad del todo, presente omnipresente y sentimiento frustrante de impotencia constituyen los rasgos sobresalientes de la actual constelación ideológica. Interpretado el requiem por la dialéctica, era necesario hacer lo mismo también por la historicidad, dada la relación simbiótica entre las dos.
El ordo oeconomicus de la presente fase histórica se caracteriza por su naturaleza absoluto-totalitaria, porque ha saturado el mundo (totalizándolo tanto a nivel real como simbólico) y así ha alcanzado la correspondencia in actu con su propio concepto. Las prestaciones imaginativas y la capacidad de proyectar futuros distintos han sido aniquiladas. Si en las sociedades premodernas era hegemónica la dimensión del pasado y en las modernas ha dominado el futuro, el contemporáneo paisaje posmoderno está comprimido sobre el presente, con añadida desestructuración de la historicidad como posibilidad real del cambio y del devenir abierto sobre las extensiones del aún-no-devenido.
La galopante eliminación forzada de la historicidad parece presentarse, en este contexto, como la plataforma ideológica ideal para naturalizar el capital como destino irrevocable: vale decir para laminar la determinación histórica, o si se quiere también, para sustraerlo de un devenir que, en cuanto tal, podría eventualmente conducirlo al declive, o incluso simplemente reactivar, en el imaginario colectivo, el inoportuno pensamiento de futuros alternativos. El tránsito al actual régimen de temporalidad del eterno presente se rige, por demás, sobre la supresión de los elementos dialécticos que, en la fase precedente, volvieron practicable el conflicto por un mañana alternativo.
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domingo, 26 de enero de 2025
El abandono de Aristóteles
Aleksandr Dugin, Geopolitika
La pseudociencia moderna comenzó con la eliminación de tres de las cuatro causas de Aristóteles. Únicamente se conservó una, la causa efficiens, la causa del movimiento. Como resultado, los objetos perdieron tres de sus cuatro dimensiones: la eidética, la hilística y, sobre todo, la entelequial. El objeto dejó de estar determinado por un significado espiritual, es decir, la forma del elemento, y perdió el objetivo del movimiento en el cual se sintetizaban las tres causas anteriores. El objeto se convirtió en un objeto irrelevante (desconocido) que simplemente estaba en movimiento. Esto significa que sólo existe el movimiento, el cual está por completo desconectado de la identidad eterna (causa formalis), de la maleabilidad/elasticidad caótica (causa materialis) y, lo que es más importante, ya no tiene una meta fija (causa finalis). Tal movimiento no tiene un punto final; carece de un objetivo determinado. Cualquiera que este familiarizado con la filosofía griega comprenderá que se trata «de los átomos y vórtices descritos en las enseñanzas de Demócrito y de Epicuro». Y tiene razón.
Al suprimir la causa final eliminamos el eje en torno al cual gira el mundo y despojamos al tiempo de su orientación. En esencia, desde el principio, la física del Renacimiento (Galileo, Newton) sentó las bases del actual posmodernismo: reciclaje, poshistoria, referencia, disolución del sentido e ironía nihilista.
martes, 21 de enero de 2025
No hay historia sin filosofía
Aleksandr Dugin, Geopolitika
La Historia es una secuencia de unidades semánticas llamados «acontecimientos», los cuales incluyen personalidades, procesos, cambios, oposiciones, catástrofes, logros, paisajes sobre los que se producen los hechos y, finalmente, toda una vastísima realidad con múltiples niveles que tiene varios significados. El significado de un acontecimiento se encuentra, a su vez, inextricablemente ligado al significado de otros acontecimientos. Es a partir de ese proceso que se teje la historia. Al mismo tiempo, el significado de un acontecimiento incluye la infinita riqueza de lo que constituye su naturaleza y fundamento.
La Historia, por lo tanto, es algo espiritual que sólo se revela a la mente filosófica familiarizada con la contemplación de las ideas. La Historia es un concepto filosófico e incluso teológico; no es una casualidad que hablemos de la Historia Sagrada en la que los significados de los acontecimientos se revelan a través de dogmas y axiomas religiosos y, que a su vez, estos dogmas y axiomas revelan sus detalles y riquezas en la historia.
Toda la Historia está estructurada como Historia Sagrada. Sólo las versiones seculares, ateas y materialistas tienen dogmas y axiomas diferentes ya que, en lugar de Dios, la Alianza, la Encarnación, la Salvación, la Providencia y la escatología promueven leyes inmanentes como la tierra, la sociedad, la biología y la fisiología, las luchas interespecies e intraespecies, el destino, el clima, la tecnología, la voluntad de poder, las formaciones históricas, etc. Esto nos lleva a concluir que la historia no existe fuera de un sistema religioso o ideológico.
sábado, 18 de enero de 2025
Materialismo y progreso: la unificación capitalista del espacio y del tiempo
Diego Fusaro, Posmodernia
Recordando a Costanzo Preve, para que las mercancías puedan fluir imperturbablemente en todas direcciones y sin obstáculos residuales, resultan de primordial importancia dos fundamentos teóricos que comienzan a manifestarse en el mundo moderno y han llegado a alcanzar su plena expresividad sólo en el actual capitalismo absoluto-totalitario: a) el materialismo ateo, y b) el culto al progreso historicista-nihilista. Ambos, como ya se ha señalado en otras ocasiones, son intrínsecamente incompatibles con lo sagrado. Para que el capitalismo pueda triunfar a pleno régimen debe triunfar el «materialismo«, es decir, la reducción del mundo a la dimensión ampliada del «plano» del flujo de las mercancías y de su materialidad. Todo debe ser materia disponible para el consumo y para la circulación: esta es la base ontológica fundamental del capitalismo, cuyo espacio es el de la inmanencia material, desprovista de trascendencia y de espiritualidad.
Como ha señalado Foucault, en la Edad Media el espacio estaba verticalmente «jerarquizado» en la forma de contraposición directa entre sagrado y profano, entre celestial y terrenal, entre espiritual y material. Por su parte la Modernidad, con Galileo, inaugura una «revolución espacial«, según la expresión de Schmitt: el «espacio de localización» medieval cede el paso a un espacio infinito e infinitamente abierto, modelado conforme a aquella extensión a la que Descartes conferirá dignidad filosófica con la categoría de res extensa. Se trata de un espacio infinito, que simboliza la lógica de la ilimitada producción de mercancías y de su circulación a escala cada vez más planetaria, y abstracta, esto es, fruto del movimiento de abstracción real y de su lógica de homogeneización del mundo bajo la categoría de materia. Es el mundo inmanente de las cosas materiales, cuantificables y utilizables, al cual el hombre mismo tiende al final a ser reducido. Si con Descartes el animal deviene pura materia, mero mecanismo calculable (bête machine), con La Mettrie, en el siglo XVIII, el propio hombre sufre la misma redefinición (homme machine), siguiendo una trayectoria que culmina con la cosificación integral del capitalismo absoluto, como se expresa por ejemplo en los versos de una canción de 1984, interpretada por una estrella del rock que, por ironía histórica y en la apoteosis de la desacralización, eligió el nombre artístico de Madonna: “and I am a material girl living in a material world«.
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viernes, 20 de diciembre de 2024
El Gran Israel y el Mashíaj victorioso
Aleksandr Dugin, Geopolitika
Actualmente se está produciendo en todo el mundo un cambio fundamental en la imagen de Israel y, quizás, entre los mismos judíos. Los judíos europeos, tras la catástrofe que vivieron bajo Hitler y durante la Segunda Guerra Mundial, suscitaron piedad, compasión y simpatía. Es por eso que fue posible la creación del Estado de Israel. El Holocausto o la Shoah, es decir, los horrores y persecuciones sufridos por los judíos, se convirtieron en el fundamento de un acuerdo unánime: después de tanto sufrimiento, los judíos necesitaban crear su propio Estado. Esto se convirtió en el capital moral de los judíos y predeterminó una actitud sacralizada hacia el Holocausto.
Los filósofos de la Escuela de Fráncfort proclamaron que a partir de ahora debemos pensar desde Auschwitz. Esto significa que la filosofía, la política y la moral ahora deben tener en cuenta la magnitud de los crímenes cometidos por los europeos (principalmente los alemanes) contra los judíos y Occidente, y por consiguiente toda la humanidad, deben arrepentirse.
La imagen de los judíos como víctimas era la clave. Esto elevó a los judíos a la categoría de pueblo sagrado: todos los demás pueblos fueron invitados a arrepentirse ante ellos y a no olvidar nunca su culpa. En lo sucesivo, cualquier atisbo de antisemitismo, por no hablar de los intentos directos de revisar el estatus sagrado de los judíos y la metafísica del Holocausto, estaban penados por la ley.
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martes, 17 de diciembre de 2024
EEUU: la incertidumbre de la era post-liberal
Aleksandr Dugin, Geopolitika
Hay situaciones en las que las predicciones y los planes hechos de antemano se realizan en el campo de los hechos. Entonces se pueden seguir comparando y la comprobación de la realidad está respaldada por la correlación con la previsión: esto es correcto, aquello es erróneo, aquello es una desviación.
Pero existen situaciones en las que los hechos contradicen cualquier previsión y plan, volcando la mesa y demostrando que el paradigma usado era totalmente erróneo, no sólo con respecto al futuro, sino que era falso. Si ocurre algo que normalmente no podría ocurrir en ninguna circunstancia eso significa que la propia idea que se tenía sobre la estructura era errónea y el análisis basado en ella era un error. Cuando no se consigue ver el futuro y controlarlo significa que se está equivocado sobre el presente y el pasado.
Ese fue el caso de la URSS. Según la interpretación dogmática marxista de la historia el socialismo sigue al capitalismo. Y jamás se puede producir una marcha atrás. Así que la vuelta al capitalismo se consideraba estrictamente imposible. Cuando esto ocurrió, el socialismo como doctrina explotó. La URSS no supo predecir el futuro y desapareció para siempre tanto como país como ideología. No se trató únicamente de un cisne negro. Fue la implosión interna de una estructura ideológica. «Es el fin, amigo mío».
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jueves, 28 de noviembre de 2024
La crisis del capitalismo tardío y la banalidad del mal
Fernando Rosas, Sin Permiso
El concepto “banalidad del mal” fue propuesto por Hannah Arendt en el libro publicado en mayo de 1963 sobre el juicio de Adolf Eichmann en Jerusalén entre abril de 1961 y mayo de 1962, fecha en la que fue ejecutado después de confirmarse su sentencia de muerte. Eichmann era el teniente coronel de las SS, destacado en la Gestapo, la policía política de la Alemania nazi, donde se había convertido en el principal «especialista» de la «cuestión judía», llegando a ser responsable de la gigantesca operación logística que implicó el exterminio de la población judía de Alemania y de todos los países bajo ocupación del III Reich. Es decir, el censo y concentración coercitiva de los judíos en cada país, el inventario minucioso de sus bienes con vistas a la expropiación por parte del Estado nazi, la planificación y realización del transporte ferroviario y la distribución por los campos de exterminio o de concentración y finalmente la recolección de los despojos rentables dejados por las víctimas (joyas, dientes de oro, cabellos…) y su envío al Ministerio de Economía y al Tesoro del Reich.
El estudio del voluminoso proceso judicial contra el Obersturmbannführer responsable de la vertiente logística del holocausto y el análisis de su comportamiento en los tribunales llevaron a H. Arendt a formular la idea de que la barbarie criminal del nazismo sólo fue posible mediante la difusión generalizada, como un hongo, de lo que calificó como la banalidad del mal. Es decir, la quiebra del pensamiento crítico, la incapacidad de distinguir entre el bien y el mal, la normalización de la barbarie, de la prepotencia, de la injusticia, el sonambulismo social frente a la explosión y la discriminación. En definitiva, el “colapso moral” de las actitudes y comportamientos dominantes. Es importante precisar dos puntos esenciales en el enfoque de Arendt sobre la banalidad del mal.
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domingo, 3 de noviembre de 2024
Inmigración masiva: arma del turbocapitalismo y el patronato cosmopolita
Diego Fusaro, Posmodernia
El tiempo de la acumulación flexible corresponde al advenimiento de una época re-feudalizada y posdemocrática, en la que las decisiones son soberanamente tomadas por una élite financiera desresponsabilizada que opera en el más riguroso anonimato, en los intermundia de las sociedades anónimas y de las multinacionales rizomáticas, y en aras de su propio exclusivo interés.
Los procesos de desoberanización y de desnacionalización, convertidos en centrales después de 1989 y coincidentes con el «fin del Estado» evocado por Hobsbawm (aunque sería mejor hablar de refuncionalización liberal del Estado), corresponden a los necesarios momentos de demolición tanto de las muy ampliamente perfectibles democracias (hasta la fecha, no existen entidades transnacionales verdaderamente democráticas), como del residual poder eticizante de la política capaz de disciplinar y gobernar la economía en proceso de absolutización.
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miércoles, 23 de octubre de 2024
La CIA y la llamada "Teoría Francesa"
La agencia de espionaje logró crear un peligroso clima antisoviético y antimarxista. El debilitamiento del comunismo fue producido por muchos factores, incluida la intervención directa de la CIA, cuyos agentes (sorprendentemente) eran refinados estudiosos de la filosofía
Alessandra Ciattini, L' Anti Diplomatico
Recuerdo los días posteriores a la bajada de la bandera roja del Kremlin y su sustitución por la rusa. Todos se regocijaron, declarando que la Guerra Fría había terminado y que nos esperaba un período de paz y prosperidad. Por lo que a mí respecta, al igual que los miembros de mi entorno cultural, no participé en esta alegría, convencida de que Alemania del Este estaba prácticamente vendida y que el fin de la URSS pondría en peligro el ya difícil equilibrio mundial. No alardeo de haber tenido razón, al contrario, esperaba estar equivocada y que mis temores fueran infundados. En cambio, hoy nos encontramos en el umbral de una tercera guerra, probablemente nuclear, bastante predecible si conocemos el carácter insaciable del capitalismo, cuyo lema se puede resumir así en «dar lo menos posible para obtener lo máximo».
O si queremos una cita literaria, en cierto momento el Capitán Achab exclama en Moby Dick: «Mi motivo y mis fines son tontos, pero mis medios son racionales». Racionales en el sentido de que son adecuados para el exterminio apocalíptico de la humanidad o la matanza de la ballena blanca. Entre otras cosas, os recuerdo que una bomba nuclear también es más barata que todas las armas sofisticadas que se utilizan actualmente.
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domingo, 13 de octubre de 2024
Filosofía de la Historia, decadencia y fin de la Historia
Representación del pasado, presente y futuro por un sujeto de prueba. La persona comenta: «El pasado es sólido y completo, pero sigue influyendo en el presente y el futuro. El presente es complejo y no sólo es resultado del pasado, sino que conduce al futuro, por lo que se superpone a ambos, es una entidad en sí misma. El futuro es lo menos limitado, pero está influido por ambos, pasado y presente».
Arnheim, R. Visual Thinking (1969).
Naif Al Bidh, Geopolitika
Los dos últimos años trabajando en mi tesis doctoral me topé con el trabajo de Rolf Gruner titulado The Concept of Speculative Philosophy of History (1972). El trabajo de Gruner influyó significativamente en mi tesis, ya que fue uno de los pocos estudiosos que intentó explorar la filosofía especulativa de la historia como concepto y el por qué de su rechazo por parte de las corrientes académicas dominantes condujo a una definición y comprensión erróneas de la misma. Ahora bien, por supuesto, al igual que Toynbee, Hegel, Spengler y Quigley, el hecho de que simplemente mencionara la «filosofía especulativa de la historia», aunque no intentara construir una filosofía de la historia, significaba que su trabajo quedaría automáticamente marginado. La filosofía de la historia propiamente dicha, lo que la corriente académica dominante denomina «filosofía especulativa de la historia» es esencialmente anatematizada, incluso intentar explorar tal concepto pondría en riesgo el conjunto de una investigación. Lo que hace temible este fenómeno, el rechazo de la filosofía de la historia, es el hecho de que se trata de una actividad intrínsecamente humana que hemos practicado a lo largo de la historia, y quizá sin saberlo, a lo largo de nuestras propias vidas. Berkley Eddins, en su libro In Speculative Philosophy of History: A Critical Analysis (1968), la describió como poseedora de: “«relevancia existencial», con lo que quiero decir que forma parte de toda actividad humana, no es una mera especulación ociosa o lujosa, sino una indagación fundamental para el desarrollo normal de los asuntos humanos”.
domingo, 15 de septiembre de 2024
Defender lo que somos. Identidad y Frontera
Diego Fusaro, Posmodernia
En nuestro Difendere chi siamo (2020), denominamos “teorema anti-identitario” a la peculiar formulación de la hodierna ideología “no border”, en coherencia con la cual tener una identidad con contornos precisos significaría, por eso mismo, poner en peligro la identidad del Otro. Así, desde el punto de vista de los abanderados del teorema anti-identitario, la renuncia a la propia identidad y la apertura a la de los demás constituiría la condición indispensable para que pudiera producirse un fecundo diálogo multicultural. La falsedad de semejante constructo teórico se manifiesta tan pronto como intentamos generalizarlo: si cada identidad renunciase a Sí misma para abrirse al Otro, se producirá una des-identificación general. Y, en consecuencia, el diálogo multicultural permanecería mudo, ya que carecería de la pluralidad de identidades culturales que representa su fundamento ineludible.
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