George Orwell se convirtió en un espejo en el que cualquier posición política puede mirarse y devolverse la mirada. Pero no nos equivoquemos: Orwell pertenece a la izquierda.
Scott Poole, Jacobinlat
Durante la primera semana de revelaciones sobre el programa «Prisma» de la Agencia de Seguridad Nacional, George Orwell se puso al rojo vivo. O, más exactamente, la lectura (o al menos la posesión) de 1984 de Orwell se puso al rojo vivo. Las ventas del clásico se dispararon un 7000% en Amazon a los pocos días de las primeras noticias sobre la nueva y ominosa forma de nuestra cultura de la vigilancia.
La repentina popularidad de Orwell tiene un costo para el legado del autor. La lectura de 1984 y de Rebelión en la granja sólo proporciona una introducción simplista a un pensador complejo. Además, sus escritos y su actuación en medio de luchas intestinas en la izquierda hicieron que su legado sea difícil de comprender sin un análisis minucioso tanto de su vida como de sus obras.
Orwell se convirtió en un espejo en el que todo tipo de posiciones políticas pueden mirarse y, sin falta, verse a sí mismas devolviendo la mirada. Pero ya es hora de reivindicar a Orwell como compañero de lucha por un mundo mejor.