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miércoles, 28 de agosto de 2024

Coordenadas para comprender el fascismo en Venezuela

Pero es cierto que las expresiones de fascismo más contundentes se encuentran en las sociedades donde impera el orden liberal (Norteamérica y Europa), o en grupos políticos que se identifican ideológicamente con el liberalismo y vindican la violencia como herramienta de exterminio social, tal cual lo ha hecho la extrema derecha venezolana en tiempos chavistas.

Ernesto Cazal, Misión Verdad

Hablar de fascismo, en Venezuela y desde el ascenso público del Comandante Chávez, se refiere a rasgos discursivos y conductuales que históricamente han estado ligados a las estrategias de golpe y a las tácticas de choque usadas a partir de 2002 por los factores que han insistido en el cambio de régimen.
El fascismo, aquí, se identifica con el uso de la violencia —mercenaria, criminal, de color— como método de desestabilización política, el exterminio del otro como estado de tensión psicosocial y práctica ocasional, el desconocimiento de las instituciones venezolanas como juego de suma cero, el reclamo imperial de intervención militar, el sentimiento hiperreligioso a favor del sistema capitalista en su fase neoliberal, la adopción de una postura geopolítica y civilizatoria respectivamente proestadounidense y prooccidental.
Todas estas variables son verificables en el discurso y la praxis de una parte importante de la dirigencia opositora y de cierta, aunque minúscula, base social de sus seguidores, sobre todo las que han protagonizado las jornadas golpistas de 2014, 2017, 2019 y 2024. En todas ellas, María Corina Machado ha tenido un papel estelar.

miércoles, 21 de agosto de 2024

Comprender el ascenso del fascismo

Los relatos populares del nazismo a menudo afirman que Hitler llegó al poder democráticamente. Pero, el historiador Richard J. Evans argumenta que el fascismo alemán dependía de las milicias armadas, compuestas por veteranos descontentos inspirados por el antisemitismo, para aplastar a los comunistas y socialistas.

Richard J. Evans / Aaron J. Leonard, Jacobin

El historiador británico Richard J. Evans es autor de dieciocho libros, incluida su trilogía sobre el Tercer Reich (La llegada del Tercer Reich, El Tercer Reich en el poder y El Tercer Reich en guerra), que abarca el ascenso y la caída del fascismo en Alemania.

Autor también de Eric Hobsbawm: una vida en la historia, Evans publicó este mes su último libro, titulado Hitler’s People: Faces of the Third Reich. Allí pone el foco sobre el círculo íntimo de Adolf Hitler e intenta comprender la psicología y las vidas del elenco de figuras que llevarían al partido nazi al poder y a Alemania al desastre.

Desde Jacobin conversamos con él sobre las fuerzas políticas que permitieron el ascenso del fascismo en Alemania, así como sobre el papel del antisemitismo y el anticomunismo en la visión nazi del mundo.

lunes, 13 de mayo de 2024

Frantz Fanon y el fascismo


Maciek Wisniewski, LaJornada

Si bien Frantz Fanon (1925-1961) el siquiatra martiniqués, filósofo político y vocero del FLN argelino –que como soldado luchó también en contra de los nazis en Francia–, nunca teorizó propiamente sobre el fascismo, dedicándose a las cuestiones del racismo, el colonialismo y la descolonización, éste constituyó para él, por vía de oposición, una experiencia formativa. Como enfatizan varios de sus biógrafos, el acontecimiento clave en su vida y formación política (el origen de sus heridas) fue la posesión fascista de Martinica por el gobierno colaboracionista de Vichy (A. Shatz, La clínica de un rebelde, 2024: 312).

Después de que Francia cayera en manos de los nazis en 1940, las tropas en Martinica en vez sumarse a las fuerzas gaullistas, se unieron al régimen de Vichy. Ver a los soldados franceses sumarse al lado malo de la historia y emplear las prácticas fascistas a la preservación de las colonias, fue para él un trauma. Pero también algo que le permitió ver ciertas continuidades entre prácticas nazis en Europa y la subyugación moderna de los sujetos coloniales que la propia Alemania antes que en Polonia, cultivó por ejemplo en Namibia.

A sus 17 años, Fanon huyó a Dominica para unirse a las fuerzas de la Francia Libre, poco antes de que en la misma Martinica los gaullistas tomaran el control. Aimé Césaire, un gran intelectual y político martiniqués, uno de los fundadores de la Négritude y maestro de Fanon en la secundaria, trató de disuadirlo. Es una guerra del hombre blanco, le decía. En vano. En 1944, durante la invasión aliada al sur de Francia controlada por Vichy, Fanon fue herido y condecorado con la Croix de guerre. El general Salan que se lo concedió luego fue uno de los más feroces defensores de la Argelia francesa.

miércoles, 20 de marzo de 2024

Nicos Poulantzas y el fascismo


Maciek Wisniewski, La Jornada

Dado que con el surgimiento de la extrema derecha a lo largo del mundo ya desde hace años se está debatiendo la cuestión de si estos movimientos repiten o repetirán la experiencia del fascismo de entreguerras, resultan de particular importancia los intentos; también desde el marxismo, de desmitificar las omnirreferencias hitlerianas y las nociones de la eterna recurrencia del fascismo, tal como se lo proponía hacer ya hace unas cinco décadas Nicos Poulantzas (1936-1979), el sociólogo político marxista greco-francés y uno de los, junto con Louis Althusser, principales referentes de la corriente marxista estructuralista. En Fascismo y dictadura. La Tercera Internacional frente al fascismo (1970), Poulantzas, a contracorriente de la muy propagada ya en sus tiempos tendencia de tildar de fascismo a cualquier expresión política de la extrema derecha, igual que anteriormente Gramsci, desarrolló un original análisis político del fascismo.

domingo, 17 de marzo de 2024

El balbuceo final del fascismo judío

Cualquier persona de buena fe puede entender que asesinar 37.000 civiles inocentes no tiene nada que ver con “eliminar a Hamas”. La operación israelí “Espada de Hierro” aparece ante todos como lo que realmente es, una pantalla que camufla la realización del viejo sueño de los fascistas judíos, desde Jabotinsky hasta Netanyahu. Ese sueño es expulsar a los árabes de Palestina. A partir de ahí, el crimen masivo, que por primera vez se transmite en vivo por televisión, viene a trastocar el tablero político mundial. Sintiéndose amenazados, los supremacistas judíos amenazan a su vez a Estados Unidos. Preocupado por mantener su estatus de “dueño del mundo”, Washington prepara la caída de los supremacistas judíos. Pero, ¿cómo deshacerse de los fascistas judíos y conservar a la vez el Estado hebreo?
Thierry Meyssan, Red Voltaire

La administración Biden se quedó paralizada ante la reacción de Israel frente a la Operación “Diluvio de Al-Aqsa”, realizada el 7 de octubre y atribuida únicamente al Hamas, aunque contó con la participación de otras facciones palestinas.

La respuesta israelí, denominada “Espada de Hierro”, se inició con intensos bombardeos contra la ciudad de Gaza, bombardeos de proporciones hasta ahora nunca vistas en ningún otro lugar del mundo ni en ningún otro momento de la Historia, incluyendo las dos Guerras Mundiales. A partir del 27 de octubre, esa respuesta israelí se incrementó, con una invasión terrestre caracterizada por incontables actos de saqueo, detenciones masivas de miles de civiles gazauitas y actos de tortura contra esos detenidos. En 5 meses, 37.534 civiles han sido asesinados o están desaparecidos, 13.430 de esos palestinos asesinados o desaparecidos son niños y 8.900 son mujeres. Durante la embestida israelí contra Gaza también han sido asesinados 364 miembros del personal sanitario y 132 periodistas [1].

En un prolongadísimo primer momento, Washington expresó su acostumbrado apoyo inquebrantable al «derecho de Israel a defenderse», amenazando con recurrir al veto ante toda demanda de alto al fuego y… enviando a Israel la cantidad de bombas y de proyectiles necesaria para emprender la actual campaña de destrucción generalizada en el enclave palestino. Después de las derrotas militares sufridas en Siria y en Ucrania, era inconcebible para Washington aceptar una nueva derrota, ahora en Palestina.

miércoles, 27 de diciembre de 2023

El fascismo, entonces y ahora

Los autoproclamados gobiernos “pacifistas” de Europa apoyaron la destrucción de Yugoslavia en 1992; el bombardeo sobre Libia y la Guerra de Siria en 2011, el golpe de Estado en Ucrania en 2014 que destituyó al presidente constitucional Víktor Yanukovich para luego tomar partido por los golpistas que comenzaron a matar a sus propios ciudadanos que no estaban de acuerdo con la prohibición de hablar su propio idioma.
Leonid Savin, Prensa Latina

Cuando hablamos de fascismo, cada uno de nosotros suele hacer sus propias asociaciones. En Rusia, esta se relaciona con la Segunda Guerra Mundial y las numerosas víctimas del pueblo soviético. En América Latina se recuerdan las tristes experiencias de las dictaduras. En Europa, esto recuerda sus propios experimentos políticos, los que finalmente llevaron al Tribunal de Núremberg. Sin embargo, no se puede pasar por alto que el fascismo es un producto directo de la sociedad burguesa con sus aspiraciones e imperativos específicos. Consideraremos esto con más detalles.

En el artículo “La situación internacional”, que fuera publicado el 20 de septiembre de 1924, José Stalin aseguraba que: «…el fascismo es la organización de combate de la burguesía, apuntalada en el activo apoyo de la socialdemocracia…”. En ese caso podemos asumir que la socialdemocracia es el ala objetivamente moderada del fascismo.

jueves, 23 de septiembre de 2021

La derecha Mad Max (o la derecha sin esperanza)

Juan Carlos Monedero, Público

¿Hay diferencias entre la derecha actual y la que representaban Margaret Thatcher y Ronald Reagan? ¿Son Boris Johnson o Donald Trump equiparables a los que estuvieron dirigiendo a los tories o a los republicanos hace tres décadas? ¿Podría estar hoy Adolfo Suárez en el mismo partido que Pablo Casado o Isabel Díaz Ayuso? ¿Es el mismo Aznar el que pactó con el PNV y la CiU de Pujol, se sentó con ETA y habló del movimiento vasco de liberación nacional?

Para quien no quiera ver con ojos contaminados, es evidente que el conservadurismo ya no es el mismo, aunque mantengan rasgos que nos permiten identificarlos como parte de un mismo tronco común. Sin embargo, difícilmente podrían convivir en el mismo espacio esas derechas de ayer con las derechas de hoy. Por eso sorprende la derecha alemana de Merkel, casi la única que insiste en que nunca pactarán con la extrema derecha (han preferido gobernar con el Partido Socialista). Si volvemos a suelo hispano, la evolución de algunos personajes les ha convertido en una caricatura.

Pero no pensemos en generación espontánea: una parte de la ultraderecha siempre ha convivido dentro de la derecha bipartidista en todo el ámbito occidental. El fundador de Alternative für Deutschland militó siempre en la CDU, igual que Santiago Abascal viene del PP. Pero esas derechas neonazis, revisionistas, franquistas han aprendido a juntarse en el cambio de siglo. Y están arrastrando al conjunto de la derecha. De manera clara, en el revisionismo histórico, que antaño era una tarea de neonazis y hoy es moneda común en España, Brasil, Alemania, Estados Unidos, Chile o Argentina.

martes, 4 de mayo de 2021

Hanna Arendt y la normalización del fascismo

Marga Ferré, Público

Al calor de los debates sobre la extrema derecha, decido volver a los clásicos que mejor y más seriamente han analizado el fascismo y empiezo por Hannah Arendt y su «Eichmann en Jerusalén. Un estudio sobre la banalidad del mal» ya que en él la filósofa no solo se interroga sobre cómo pasaron las cosas en su Alemania natal, sino, sobre todo, se pregunta por qué.

Una de las muchas lecciones para extraer de este texto tiene que ver con cómo es posible que, tras la derrota de Hitler y la victoria sobre el fascismo, en Alemania casi nadie reconociera haber apoyado el régimen nazi. Se hizo popular entonces el curioso término «emigración interior» y cito a Arendt: «…la llamada emigración interior de los alemanes. Nos referimos a la actitud de aquellos individuos que frecuentemente ocuparon cargos en el régimen nazi y que, después de la guerra, se dijeron a sí mismos, y proclamaron a los cuatro vientos, que siempre se «opusieron internamente» al régimen». Da igual que fuera verdad o no, la lección inapelable es que el silencio ante al fascismo no es neutral.

miércoles, 1 de enero de 2020

Organizaciones internacionales financian a José Antonio Kast para fomentar el fanatismo religioso y promover leyes contra las mujeres


El explosivo auge del fascismo en el mundo no fue una coincidencia, fue la respuesta de los más ricos para mantener sus privilegios ante la crisis del capitalismo, y ya está más que comprobado que las grandes fortunas del Estados Unidos se encuentran financiando los movimientos de ultraderecha en todo el mundo. En este contexto Chile no es una excepción, y una investigación de Ciper reveló que a José Antonio Kast le están pagando para fomentar el fanatismo religioso, quitar libertades, acabar con la Educación y promover leyes contra las mujeres y la comunidad LGBT. Parte de la investigación señala:
Dos meses antes de lanzar la candidatura presidencial que en 2017 le abrió el camino a un liderazgo con proyección nacional, José Antonio Kast ya había timbrado su pasaporte a las grandes ligas continentales del conservadurismo. Kast anunció su postulación a La Moneda en agosto de ese año y solo el puñado de entusiastas seguidores que entonces le acompañaba se atrevía a vaticinar que terminaría adueñándose del extremo derecho del arco político. Pero Kast ya sabía dónde apuntaba: en junio de ese año, en Ciudad de México, dio un paso clave como aspirante al timón de las fuerzas conservadoras. Un capítulo poco conocido en su historial y que lo asocia con un gigante que en gran parte del continente ya es una fuerza electoral sin frenos: el mundo evangélico conservador.
El 15 de junio de 2017 se lanzó la Declaración de México, un manifiesto suscrito por 670 parlamentarios de 18 países de América Latina que se opone a que las resoluciones de la OEA y de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, así como los fallos de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, obliguen a los estados miembros a modificar sus leyes locales “en asuntos relacionados a la vida, la familia y la libertad religiosa”. Esa reunión en México no tuvo solo como objetivo la firma de una declaración. Fue un acto fundacional: los suscriptores pusieron en marcha el Congreso Hemisférico de Parlamentarios. Desde allí se articularían sus fuerzas políticas, económicas y religiosas, para evitar en estos 18 países que las resoluciones de la OEA y de los otros dos organismos interamericanos amplíen las libertades individuales en materias como aborto y derechos reproductivos, educación sexual, matrimonio homosexual y equidad de género.

En corto y simple: la declaración y el Congreso Hemisférico son hitos públicos del lobby internacional cristiano que presiona a gobiernos y parlamentos americanos para impedir que legislen a favor de lo que las fuerzas conservadoras llaman “ideología de género”. Y allí, en el centro de la foto oficial de los principales líderes continentales que dieron vida a ambos hitos está José Antonio Kast. Su rol fue estelar, pues el líder de Acción Republicana –movimiento que ya está en proceso de inscripción como partido político– integró el equipo de seis personalidades que organizó la reunión de junio de 2017 en México. De hecho, fue ungido como presidente del comité promotor del Congreso Hemisférico.

jueves, 21 de marzo de 2019

Trump, Bolsonaro y el peligro del fascismo

Patrick Martin, wsws

La visita de tres días del presidente brasileño a Washington reunió a dos de las figuras más derechistas del mundo: Jair Bolsonaro, un exoficial del ejército y admirador ferviente de la sanguinaria dictadura militar brasileña de 1964-1985, y Donald Trump, quien se ha convertido en el polo de atracción de personajes autoritarios y fascistas en todo el mundo, incluyendo el atacante que masacró a 50 musulmanes en dos mezquitas en Nueva Zelanda la semana pasada.

Durante la conferencia de prensa conjunta en la Casa Blanca el martes por la tarde, Trump repitió la declaración que hizo ante una audiencia de exiliados cubanos y venezolanos derechistas en Florida de que “La hora crepuscular del socialismo ha llegado a nuestro hemisferio”. Subrayó, como lo hizo en su discurso del “Estado de la Unión”, que esto también involucra eliminar cualquier amenaza de socialismo dentro de Estados Unidos.

Tanto Trump como Bolsonaro han colocado la extirpación del socialismo —un objetivo en el corazón político del fascismo— como el postulado central de sus Gobiernos. En su rueda de prensa conjunta, atacaron al socialismo pocos días después de la masacre en Nueva Zelanda perpetrada por Brenton Tarrant. Tarrant publicó un manifiesto elogiando a Trump como el “símbolo de la nueva identidad blanca” y declarando su deseo de poner su bota sobre el cuello de todo “marxista”.

viernes, 4 de enero de 2019

La primera medida de Bolsonaro evoca a Hitler: destituirá a los funcionarios con ideas "comunistas"


El Gobierno del presidente brasileño, Jair Bolsonaro, ha anunciado una de sus primeras medidas: revisar toda la estructura de la administración pública y destituir a aquellos funcionarios que defiendan ideas "comunistas", tal y como informó el ministro de la Presidencia, Onyx Lorenzoni.

El argumento del flamante gobierno brasileño ultraderechista es que en las pasadas elecciones "la sociedad dijo basta a las ideas socialistas y comunistas que en los últimos 30 años nos llevaron al caos actual". Así, el ministro ha anunciado ya la destitución de unos 300 funcionarios con contratos temporales en su cartera.

Esta primera medida del Gobierno de Brasil recuerda, tristemente, a una de las primeras medidas que tomó Adolf Hitler tras ascender al poder en Alemania. El 7 de abril de 1933, nada más llegar al poder, el Ejecutivo nazi aprobó la Ley para la Restauración del Funcionariado Público Profesional, que sirvió para excluir de la función pública a los judíos y a las personas “políticamente poco fiables”, es decir, a sus adversarios políticos: los comunistas.

sábado, 3 de noviembre de 2018

El capitalismo ha optado por el fascismo

Pedro Luis Angosto, Nueva Tribuna

Aunque haya desaparecido casi de los planes de estudio y en muchos ambientes se le considere algo del pasado, Karl Marx sigue vigente, y no hay más que ver lo que está ocurriendo en el planeta para saber que la lucha de clases -pese a que la conciencia de pertenecer a una sólo la mantienen los ricos- sigue siendo tan real como lo fue cuando Marx desarrolló sus teorías.

Creo que es difícil negar que el sistema democrático nacido tras la II Guerra Mundial al calor de la derrota del fascismo y de la Guerra Fría, entró en franca decadencia tras la disolución de la Unión Soviética, no porque la URSS continuase siendo un modelo, una aspiración, un referente para los trabajadores del mundo, sino porque su poder bélico, su competencia por la hegemonía mundial tenía entretenidos a los estrategas de Occidente en procurar su colapso, paso imprescindible para después acometer la laminación de los derechos políticos, económicos y sociales adquiridos por los trabajadores de Europa Occidental.

¿Qué ha ocurrido después? ¿Qué ha pasado para que los combativos trabajadores de los años cincuenta, sesenta y setenta se hayan convertido en corderitos mansos que se dedican a sacar brillo al matadero donde después serán sacrificados? ¿Qué, para que la burguesía progresista se haya tornado conservadora, acomodaticia, temerosa y fraccionaria? No sé si seré capaz de explicarlo, pero vamos a intentarlo.

martes, 30 de octubre de 2018

Urnas brasileñas parieron a un Pinochet

Eric Nepomuceno, La Jornada

El país se pregunta qué podrá esperar del gobierno de Jair Bolsonaro, electo presidente la noche del domingo. Sólo una cosa es cierta: nada bueno puede salir de las manos de ese esperpento.

En todo caso, hay que reconocer que a lo largo de la campaña que lo llevó a la victoria, así como de toda su carrera de político profesional, Bolsonaro ha sido de una coherencia loable, algo raro entre los de su calaña.

En ningún momento dejó de exhibir su profundo e irremediable desprecio por la democracia, su racismo, su misoginia, su línea de pensamiento (si cabe la palabra) absolutamente raso y plagado de cualquier tipo de prejuicios.

Un troglodita radical, incapaz de comprender la vida más allá de su defensa inquebrantable de la violencia. Un ser totalmente desequilibrado que requiere ayuda sicológica urgentísima.

En la campaña defendió la implantación de un programa económico fundamentalista, neoliberal a ultranza, contrariando su defensa anterior –primaria, es verdad, como todo que emana de él– de un estatismo burdo y sin lógica alguna. Luego dio vuelta atrás. De la misma y serena manera con que dio vuelta atrás en anuncios extravagantes, como lo de unir Agricultura y Medio Ambiente en un mismo ministerio, juntando a depredadores de la naturaleza con defensores de lo que todavía existe.

jueves, 7 de septiembre de 2017

Fascismo tardío: los límites de la analogía

Alejandro Nadal, La Jornada

Muchos analistas han asimilado la dinámica que llevó a Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos con la de un movimiento parecido al fascismo. De hecho, el calificativo de fascista se utiliza con frecuencia para designar al mismo señor Trump. Y esto se ha multiplicado a raíz de los acontecimientos de Charlotesville, en el estado de Virginia, donde un desfile de neo-nazis culminó con el asesinato de una mujer que protestaba contra el despliegue de odio de los manifestantes y sus banderas con la suástica. Trump equiparó en repetidas ocasiones a los neo-nazis con los manifestantes que se les oponían. Para muchos sus palabras le hacen merecedor del calificativo de fascista.

La utilización de esta terminología para describir movimientos políticos también se usa en Europa, especialmente para los casos de los gobiernos de Beata Szydlo en Polonia y de Víctor Orbán en Hungría. Pero hay algo que no está bien en este lenguaje.

En una conferencia dictada a principios de este año, Alberto Toscano, de la Universidad de Londres, presenta un análisis interesante sobre esta forma de describir el auge del populismo de derecha. (El texto puede encontrarse en historicalmaterialism.org). Para Toscano la analogía con el fascismo tiene serios límites que es necesario comprender para poder avanzar a nivel analítico. Para empezar, el fascismo que se impone en Italia en 1922 y después en Alemania en 1933 está íntimamente ligado a la respuesta de la clase capitalista frente al vigoroso ascenso del movimiento obrero. Las contra-instituciones que este movimiento pudo construir (aquí utilizo la terminología de Antoni Domenech en su magistral libro El eclipse de la fraternidad) en lo político y en lo cultural llegaban a amenazar las mismas bases de la reproducción de las relaciones sociales del capitalismo. Detener el ascenso y avance de la lucha obrera era un imperativo aunque para ello fuera necesario recurrir a una parte de las masas que no eran amigas del capitalismo. Así, después de algunos titubeos, las clases capitalistas aceptaron financiar y apoyar a los movimientos fascistas que ya se nutrían de los elementos más rezagados de la sociedad y que estaban a la deriva en las aguas estancadas de la historia, con tal de destruir las contra-instituciones que la clase obrera había erigido.

martes, 29 de noviembre de 2016

Trump y el fascismo del siglo XXI

William I. Robinson, Alainet

Contrario a lo que se piensa, Donald Trump es miembro de la clase capitalista transnacional (CCT), ya que tiene fuertes inversiones alrededor del mundo y una parte muy importante de su "populismo" y discurso anti-globalización respondió a la demagogia y la manipulación políticas en función de la elección presidencial.

Asimismo, esta clase capitalista trasnacional y el mismo Trump dependen de la mano de obra inmigrante para sus acumulaciones de capital y no pretenden realmente deshacerse de una población en peonaje laboral debido a su condición de inmigrante y no de ciudadano/residente "legal". Sus pretendidos planes de deportación, reducidos en número ya como presidente electo, y sus propuestas de criminalización de los migrantes en una escala mayor, buscan, por un lado, convertir a la población inmigrante en chivo expiatorio de la crisis y canalizar el temor y la acción de la clase obrera ciudadana (mayoritariamente blanca) contra ese chivo expiatorio, y no hacia las elites y el sistema. Por el otro lado, los grupos dominantes han explorado como reemplazar el sistema actual de súper - explotación de la mano de obra inmigrante (con base en la no documentación), con un sistema de mano de obra inmigrante visada, esto es, con visas laborales ("guest worker programs” en inglés).

A la vez, Trump busca intensificar las presiones para bajar los salarios en Estados Unidos a fin de hacer "competitiva" la mano de obra norteamericana con la extranjera, o sea, con la mano de obra barata en otros países. La nivelación transnacional de los salarios hacia abajo es una tendencia general de la globalización capitalista que sigue en marcha con Trump, esta vez con un discurso de "volver competitiva" la economía estadunidense y "regresar los trabajos" a su país.

sábado, 16 de julio de 2016

Francia: el fascismo y la lucha de clases


Maciek Wisniewski, La Jornada

Históricamente hay varias maneras de tapar la lucha de clases. Una, a la que el capitalismo recurre sobre todo en tiempos de crisis, es el fascismo. En su meollo, el fascismo es una revolución conservadora. Las pancartas de esta revolución gritan: ¡El capitalismo, sí!; ¡La lucha de clases, no!

Con esto los fascistas manifiestan que quieren una sociedad moderna, altamente industrializada, con empleo abundante, pero que es tradicional y respeta las viejas jerarquías; una sociedad capitalista libre de los antagonismos de clase.

He aquí donde está el problema.

La lucha de clases es inherente al capitalismo. La modernización y la industrialización erosionan las relaciones sociales. El avance del capital genera inestabilidad y acentúa los conflictos clasistas. Para ocultarlo los fascistas crean una narrativa que explica la desintegración y las tensiones, pero sin mencionar que son un resultado del desarrollo interno de la sociedad capitalista. La culpa –dicen– la tiene la invasión de un agente externo: ¡Todo estaba bien hasta que los judíos/los musulmanes penetraron nuestro cuerpo social! ¿La manera de sanarlo? Deshacerse de los judíos/los musulmanes.

martes, 31 de mayo de 2016

La desvergüenza y complicidad del Estado español con la ocultación de los crímenes del fascismo


Vicenç Navarro, Público

La desatención, cuando no ocultación, de los crímenes realizados por el régimen dictatorial fascista que gobernó España durante casi cuarenta años (1939-1978) constituye un escándalo internacional desconocido, y también ocultado, por los grandes medios de información, que se han hecho cómplices de esta desvergüenza e ignominia. Aquel régimen asesinó a más de 400.000 personas civiles. Y todavía hoy hay más de 2.000 fosas comunes sin exhumar, y más de 88.000 personas asesinadas desaparecidas, sin que el Estado se haya responsabilizado de exhumar y encontrar a tales desaparecidos, convirtiendo a España en el país del mundo, después de Camboya, donde hay un mayor porcentaje de personas desaparecidas por motivos políticos y cuyos cuerpos no se han encontrado. No hay ningún otro país en el mundo donde no haya habido un enjuiciamiento contra responsables de tanta represión al terminar la dictadura.

Esta situación ha sido denunciada sistemáticamente por el Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, que ha exigido que se derogue la Ley de Amnistía del año 1977 y que se lleve a los tribunales a los responsables de tantos asesinatos y crímenes contra la humanidad, crímenes cuya dimensión es tal que varios historiadores extranjeros lo han definido como genocidio. Y para oprobio y vergüenza nacional, los responsables de tanto dolor, el dictador General Franco y el fundador del partido fascista, el señor José Antonio Primo de Rivera, tienen, todavía hoy, uno de los mayores mausoleos al fascismo que existe hoy en Europa, el Valle de los Caídos, construido por prisioneros políticos antifascistas, donde hay enterrados 33.847 cadáveres de personas, que incluyeron aquellas que lucharon frente a tal régimen sangriento, y cuyos cuerpos fueron desplazados a dicho mausoleo construido para honrar al dictador, sin el permiso de sus familiares.

jueves, 5 de mayo de 2016

El olvido de las otras víctimas del terrorismo


Vicenç Navarro, Público.es

En España, cuando los grandes medios hablan de las víctimas del terrorismo, se asume inmediatamente que son las víctimas del terrorismo de ETA, olvidándose (deliberada y maliciosamente) de que el mayor número de víctimas del terrorismo en España fue causado por el terrorismo del Estado, consecuencia del triunfo del golpe fascista del 1936 que estableció una de las dictaduras más sangrientas que se hayan conocido en la historia del siglo XX en Europa. Según uno de los mayores expertos en fascismo en Europa, el profesor Malefakis, de la Universidad de Columbia, en EEUU, por cada asesinato político que cometió el régimen liderado por Mussolini, el régimen liderado por Franco cometió 10.000. Incluso dirigentes de la Gestapo nazi, en visita a España, se sorprendieron del nivel de terror impuesto por aquel régimen sobre la población. Este terror y sus consecuencias son deliberadamente ocultados y silenciados por el Estado español, cuya transición de la dictadura a la democracia se realizó bajo el gran dominio de los herederos de los que realizaron aquel golpe, que controlaban el Estado y la gran mayoría de sus medios de información y persuasión. Aquella transición no se basó en una ruptura con aquel Estado, sino en una reforma, dejando grandes sectores de aquel Estado –como el Ejército y la judicatura- en manos de sectores pertenecientes al Estado anterior. Ello explica no solo el silencio, sino la represión de cualquier intento de recuperar la historia ocultada por los conservadores que han controlado los aparatos del Estado, el cual nunca consideró como su responsabilidad ayudar a las familias de las víctimas de tal terrorismo a encontrarlas, y todavía menos a homenajearlas. Invito al lector a imaginar, aunque fuera solo un momento, que las víctimas del terrorismo de ETA estuvieran desaparecidas y completamente olvidadas. Y que las máximas autoridades del Estado ni siquiera hubieran reconocido la existencia de tales víctimas durante mucho tiempo, y cuando hubieran tenido que admitir que sí que las había, no prestaran ninguna ayuda a los familiares para encontrarlas. Y que para mayor desfachatez y desvergüenza, hubiera monumentos y calles con el nombre de aquellos que asesinaron a tales víctimas. Pues bien, esto ha estado ocurriendo durante el período llamado democrático en España. Saquen el nombre de ETA y pongan régimen fascista, y verán lo que ha estado ocurriendo en este país, donde los derechos humanos han brillado por su ausencia, para amplios sectores de la población, incluyendo las víctimas de aquel terrorismo del Estado dictatorial fascista.

domingo, 6 de marzo de 2016

La enorme tolerancia en España con el fascismo

Vicenç Navarro, Público.es

Una de las cosas que me sorprendió y que me entristeció más a la vuelta del exilio fue la enorme tolerancia que percibí en España hacia el fascismo, no solo entre las derechas, sino incluso entre amplios sectores intelectuales de las izquierdas, que frecuentemente utilizaban el término ‘franquista’ para definir aquel régimen, sin que ni siquiera utilizaran el término ‘fascista’, ignorando que, como he señalado en varias ocasiones, aquel régimen tenía todas las características que definen el fascismo: un nacionalismo exacerbado, de dimensión imperialista, con tonos racistas (el día nacional se llamaba de la Raza), con una adulación a la figura del líder del partido fascista, supuestamente provisto de dotes sobrehumanas (Caudillo por la Gracia de Dios), y con instituciones miméticas a las de los Estados fascistas (como los sindicatos verticales), imbuido de una ideología totalizante que afectaba a todas las dimensiones del ser humano (desde la lengua hasta el sexo), claramente influenciada por una doctrina sumamente reaccionaria (promovida por el Estado, en alianza con la Iglesia Católica, que formaba parte del Estado) bajo la justificación de querer construir una sociedad nueva, en contra de los ‘rojos’ (definiendo como tales a todas las voces opuestas a aquel régimen) y ‘separatistas’ (incluyendo en esta categoría a todas las otras visiones de España distintas a la España radial y uninacional).

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