Eric Nepomuceno, La Jornada
Brasil vive una etapa en que lo cotidiano muestra dos caras. Una, la de un mandatario sin rumbo, un gobierno que resbala en promesas incumplidas y que a la vez destroza todo y cualquier aspecto de la vida nacional. La más reciente iniciativa en esa dirección fue imponer un severísimo recorte en el presupuesto destinado a investigaciones científicas, lo que paralizará el sector.
La otra, un cuadro cada vez más dramático, que se traduce en una miseria que se propaga con velocidad espeluznante.
La manera como el ultraderechista Jair Bolsonaro y su gobierno de ineptos sin remedio tratan de manipular la realidad revela una capacidad creativa asombrosa.
Buen ejemplo de esto ocurrió el pasado viernes: una de las páginas digitales de la Secom (Secretaría de Comunicaciones de la Presidencia de la República brasileña) ostentó un titular de estruendo: Mil días de un gobierno serio, honesto y trabajador.
Una mirada no convencional al modelo económico de la globalización, la geopolítica, y las fallas del mercado
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domingo, 17 de octubre de 2021
domingo, 30 de mayo de 2021
Bolsonaro incentiva la anarquía en el ejército brasileño
Eric Nepomuceno, La Jornada
Desde el regreso de la democracia en Brasil, en 1985 y luego de 21 años de dictadura militar, el ejército no vivía periodos de tensión interna tan fuertes como los que enfrenta bajo la presidencia del ultraderechista Jair Bolsonaro.
En las elecciones presidenciales de 2018, los militares se posicionaron claramente al lado del ultraderechista. Hubo inclusive una intervención clarísima, cuando el entonces comandante del ejército presionó directamente a integrantes del Supremo Tribunal Federal en vísperas de que se analizase un pedido de habeas corpus promovido por el ex presidente Lula da Silva, flanco favorito para evitar ser preso.
Los integrantes de la Corte Suprema de Justicia en Brasil se sometieron a la presión, y el resto es historia.
Desde el regreso de la democracia en Brasil, en 1985 y luego de 21 años de dictadura militar, el ejército no vivía periodos de tensión interna tan fuertes como los que enfrenta bajo la presidencia del ultraderechista Jair Bolsonaro.
En las elecciones presidenciales de 2018, los militares se posicionaron claramente al lado del ultraderechista. Hubo inclusive una intervención clarísima, cuando el entonces comandante del ejército presionó directamente a integrantes del Supremo Tribunal Federal en vísperas de que se analizase un pedido de habeas corpus promovido por el ex presidente Lula da Silva, flanco favorito para evitar ser preso.
Los integrantes de la Corte Suprema de Justicia en Brasil se sometieron a la presión, y el resto es historia.
miércoles, 26 de mayo de 2021
De la muerte de la política a la política de la muerte
Emir Sader, La Jornada
Los orígenes de la catástrofe humanitaria que vive Brasil se pueden rastrear en nuestra historia. Podríamos buscarlos en la marca más profunda de nuestro tipo de sociedad: las desigualdades sociales, de las que somos campeones en América Latina, a su vez el continente más desigual del mundo.
Podrían buscarse más recientemente, cuando el Partido de los Trabajadores (PT) emergió en la política brasileña y, más específicamente, cuando las candidaturas de Luiz Inácio Lula da Silva comenzaron a acechar a las élites brasileñas. O, cuando el PT realizó los mejores gobiernos de la historia de Brasil, atacando, por primera vez de manera frontal y prioritaria, las desigualdades sociales en nuestro país.
O, incluso más recientemente, en la reacción de la derecha al éxito de estos gobiernos. Sin poder condenar al PT y a sus gobiernos, aclamados por la mayoría de los brasileños por sucesivas victorias electorales, tendría que atacar furtivamente al PT, tratando de vincularlo a la corrupción y atacar la política, la misma que, a través de la democracia, había permitido que Brasil tuviera los mejores gobiernos de su historia.
Los orígenes de la catástrofe humanitaria que vive Brasil se pueden rastrear en nuestra historia. Podríamos buscarlos en la marca más profunda de nuestro tipo de sociedad: las desigualdades sociales, de las que somos campeones en América Latina, a su vez el continente más desigual del mundo.
Podrían buscarse más recientemente, cuando el Partido de los Trabajadores (PT) emergió en la política brasileña y, más específicamente, cuando las candidaturas de Luiz Inácio Lula da Silva comenzaron a acechar a las élites brasileñas. O, cuando el PT realizó los mejores gobiernos de la historia de Brasil, atacando, por primera vez de manera frontal y prioritaria, las desigualdades sociales en nuestro país.
O, incluso más recientemente, en la reacción de la derecha al éxito de estos gobiernos. Sin poder condenar al PT y a sus gobiernos, aclamados por la mayoría de los brasileños por sucesivas victorias electorales, tendría que atacar furtivamente al PT, tratando de vincularlo a la corrupción y atacar la política, la misma que, a través de la democracia, había permitido que Brasil tuviera los mejores gobiernos de su historia.
viernes, 30 de abril de 2021
La pandemia de Covid-19 ya deja en Brasil más de 400.000 muertos
Mar Romero, France 24
Brasil supera un nuevo umbral de víctimas de la pandemia: desde que inició la crisis sanitaria, más de 400.000 personas han perdido la vida a raíz de un contagio de Covid-19 en el país. La noticia llega en medio de una crisis política que arrincona al presidente Jair Bolsonaro por su gestión de la pandemia, una crisis política que, igual que la sanitaria, solo se agrava con el tiempo.
En poco más de un año, la pandemia de Covid-19 se ha llevado más de 400.000 vidas en Brasil. La cifra, adelantada este jueves por un consorcio de medios de comunicación del país y confirmada más tarde por el Ministerio de Salud, demuestra una vez más que la crisis sanitaria está desatada en el gigante latinoamericano.
En su último reporte, el Ministerio de Salud del país informó de otras 3.001 nuevas muertes por la enfermedad en las últimas horas, lo que eleva el total de fallecimientos desde que inició la pandemia a 401.186 muertes. El Ministerio también registró otros 69.389 nuevos contagios.
Brasil supera un nuevo umbral de víctimas de la pandemia: desde que inició la crisis sanitaria, más de 400.000 personas han perdido la vida a raíz de un contagio de Covid-19 en el país. La noticia llega en medio de una crisis política que arrincona al presidente Jair Bolsonaro por su gestión de la pandemia, una crisis política que, igual que la sanitaria, solo se agrava con el tiempo.
En poco más de un año, la pandemia de Covid-19 se ha llevado más de 400.000 vidas en Brasil. La cifra, adelantada este jueves por un consorcio de medios de comunicación del país y confirmada más tarde por el Ministerio de Salud, demuestra una vez más que la crisis sanitaria está desatada en el gigante latinoamericano.
En su último reporte, el Ministerio de Salud del país informó de otras 3.001 nuevas muertes por la enfermedad en las últimas horas, lo que eleva el total de fallecimientos desde que inició la pandemia a 401.186 muertes. El Ministerio también registró otros 69.389 nuevos contagios.
jueves, 1 de abril de 2021
La profunda crisis del gobierno de Brasil
Emir Sader, Rebelión
En el mismo día renuncian dos ministros del gobierno de Jair Bolsonaro. Titulares de dos ministerios importantes: Asuntos Exteriores y Defensa, quienes siguen la estela del titular de Salud, quién fue destituido la semana pasada. ¿Qué representan esas salidas y esos cambios? Cada uno tiene su historia, pero hay que preguntarse qué representan en su conjunto.
El ex ministro de Salud es un general -Eduardo Pazuello-, que fracasó estrepitosamente al sustituir al personal civil en la salud pública, con la suba de muertos de siete mil a 220 mil durante su gestión. El Congreso escogió para el cargo a una médica, altamente cualificada, aunque no se entendió con Bolsonaro porque piensa exactamente lo contrario que él. Bolsonaro nombró a otro médico, Marcelo Queiroga, alineado con el gobierno, pero dejó disconforme a su base parlamentaria, que hasta ese momento le era fiel. Entonces el presidente de la Cámara de Diputados, Arthur Lira, coordinador del ‘centrão‘, amenazó al gobierno con medidas duras, lo que demuestra un cierto descontento.
En el mismo día renuncian dos ministros del gobierno de Jair Bolsonaro. Titulares de dos ministerios importantes: Asuntos Exteriores y Defensa, quienes siguen la estela del titular de Salud, quién fue destituido la semana pasada. ¿Qué representan esas salidas y esos cambios? Cada uno tiene su historia, pero hay que preguntarse qué representan en su conjunto.
El ex ministro de Salud es un general -Eduardo Pazuello-, que fracasó estrepitosamente al sustituir al personal civil en la salud pública, con la suba de muertos de siete mil a 220 mil durante su gestión. El Congreso escogió para el cargo a una médica, altamente cualificada, aunque no se entendió con Bolsonaro porque piensa exactamente lo contrario que él. Bolsonaro nombró a otro médico, Marcelo Queiroga, alineado con el gobierno, pero dejó disconforme a su base parlamentaria, que hasta ese momento le era fiel. Entonces el presidente de la Cámara de Diputados, Arthur Lira, coordinador del ‘centrão‘, amenazó al gobierno con medidas duras, lo que demuestra un cierto descontento.
miércoles, 31 de marzo de 2021
Desmantelando Latinoamérica
La élite latinoamericana sigue viéndose a sí misma como un grupo de colonos en tierras de indios peligrosos y levantiscos a los que, tradicionalmente, había que “meter bala”
Daniel Espinosa Winder
Jair Bolsonaro fue colocado en la presidencia de Brasil con una misión: devolver a su país a su lugar en el patio trasero yanqui. No tiene nada de raro que para tan ruin empresa se haya empleado a un exmilitar y supuesto “patriota” brasileño, a un fantoche que, como sus antecesores en las dictaduras que tanto ensalza, es capaz de envolverse en la bandera de su país mientras inclina la cabeza ante la de las barras y estrellas.
Poco después de hacerse del poder gracias al juez Moro y quienes lo dirigen y financian desde el Departamento de Justicia de Estados Unidos, Bolsonaro visitó la sede de la CIA en Langley, Virginia, donde saludó a la bandera estadounidense y se paseó por las instalaciones con el entusiasmo de un niño que ha sido llevado por primera vez a Disneylandia.
Pero esos gestos son lo de menos, pues lo realmente importante es que Bolsonaro está permitiendo que Chevron, Cargill y Bayer-Monsanto, entre otras megacorporaciones, hagan su agosto en Brasil, depredando y abriendo enormes tramos de la selva amazónica para plantar su soya transgénica, trasgrediendo cualquier límite para el uso de agrotóxicos comprobadamente cancerígenos y alentando a los ganaderos a invadir zonas antes protegidas, el hogar de pueblos indígenas desde hace miles de años.
Jair Bolsonaro fue colocado en la presidencia de Brasil con una misión: devolver a su país a su lugar en el patio trasero yanqui. No tiene nada de raro que para tan ruin empresa se haya empleado a un exmilitar y supuesto “patriota” brasileño, a un fantoche que, como sus antecesores en las dictaduras que tanto ensalza, es capaz de envolverse en la bandera de su país mientras inclina la cabeza ante la de las barras y estrellas.
Poco después de hacerse del poder gracias al juez Moro y quienes lo dirigen y financian desde el Departamento de Justicia de Estados Unidos, Bolsonaro visitó la sede de la CIA en Langley, Virginia, donde saludó a la bandera estadounidense y se paseó por las instalaciones con el entusiasmo de un niño que ha sido llevado por primera vez a Disneylandia.
Pero esos gestos son lo de menos, pues lo realmente importante es que Bolsonaro está permitiendo que Chevron, Cargill y Bayer-Monsanto, entre otras megacorporaciones, hagan su agosto en Brasil, depredando y abriendo enormes tramos de la selva amazónica para plantar su soya transgénica, trasgrediendo cualquier límite para el uso de agrotóxicos comprobadamente cancerígenos y alentando a los ganaderos a invadir zonas antes protegidas, el hogar de pueblos indígenas desde hace miles de años.
lunes, 17 de agosto de 2020
Solo Lula puede salvar a Brasil de su peor crisis
Brasil entró en su peor crisis en el momento en que la derecha rompió con la democracia y luego impidió que Lula fuera elegido presidente de Brasil en la primera vuelta, tal y como indicaban las encuestas. El país habría recuperado su economía y retomado las políticas sociales que reducen las desigualdades. Estaría enfrentando la pandemia en mejores condiciones y morirían muchos menos brasileños. Todos sufrirían menos.
Emir Sader
Brasil vive el peor momento de su historia, una cruel combinación de crisis económica, política, social y de salud pública, en las peores condiciones. Sin un gobierno legítimo, elegido democráticamente por el pueblo -como sucedió durante los gobiernos del Partido de los Trabajadores, el momento más virtuoso de la historia brasileña, en el que el pueblo decidió con su voto que continuara cuatro mandatos seguidos-, sin tener un estado democrático y fuerte, ni un sistema de salud como prioridad nacional para enfrentar la pandemia.
Es como si el equipo nacional brasileño estuviera perdiendo el partido más importante de su vida, con Pelé en el banquillo, sin contar con lo mejor que tiene el país.
Emir Sader
Brasil vive el peor momento de su historia, una cruel combinación de crisis económica, política, social y de salud pública, en las peores condiciones. Sin un gobierno legítimo, elegido democráticamente por el pueblo -como sucedió durante los gobiernos del Partido de los Trabajadores, el momento más virtuoso de la historia brasileña, en el que el pueblo decidió con su voto que continuara cuatro mandatos seguidos-, sin tener un estado democrático y fuerte, ni un sistema de salud como prioridad nacional para enfrentar la pandemia.
Es como si el equipo nacional brasileño estuviera perdiendo el partido más importante de su vida, con Pelé en el banquillo, sin contar con lo mejor que tiene el país.
lunes, 18 de mayo de 2020
El discurso genocida de Bolsonaro
Emir Sader
Bolsonaro es responsable por las desgracias que Brasil está experimentando hoy. Desde su aventura de llegar al gobierno a través de mentiras y manipulaciones de internet, pasando por la formación de un gobierno incompetente y ridículo hasta la irrupción de la tragedia de la pandemia. Por supuesto, solo fue capaz de hacer esto porque fue apoyado por las grandes empresas y los medios de comunicación, cuya hostilidad hacia el retorno de un gobierno popular, democrático y soberano justifica la entrega del gobierno del país a un psicópata.
Bolsonaro ha logrado liberarse de las responsabilidades de la pandemia a través de un discurso que mezcla la mala fe, la mentira y la falta de vergüenza, para atribuir las responsabilidades a los demás. Desarrolla un discurso que invierte la realidad, lo absuelve y endilga sobre los otros las responsabilidades de los graves efectos del coronavirus.
En primer lugar, sus responsabilidades provienen de haber subestimado, al comienzo de la pandemia, sus dimensiones y sus efectos, con afirmaciones sobre la "gripecita" o "resfrío". Como resultado, retrasó la preparación del país para la llegada de la pandemia, además de no preparar a las personas para defenderse de ella. Debilitó las medidas iniciales de aislamiento social, las atacó y propuso un aislamiento selectivo imposible. Está respaldado por la posición de quienes dicen que el aislamiento de la mayoría de la población, que vive en condiciones de conglomerados domésticos, los hace más propensos a contraer el virus en casa que a salir a la calle. Que la salida, al mismo tiempo, sería indispensable para lograr las condiciones mínimas de supervivencia.
jueves, 16 de abril de 2020
Coronavirus y Política: Trump, Bolsonaro y Johnson: el eje viral
Eduardo Febbro, Página 12
Patoteros opacos, bufones brillantes e irresponsables sin redención. Varios movimientos políticos y líderes nacionales y mundiales de las derechas duras han fracturado todas las fronteras de la indecencia y la ineptitud en su gestión de la pandemia. Constituyen hoy lo que bien puede llamarse el eje viral del mundo cuya nocividad se contrapone a los mandatos ejemplares protagonizados en la Argentina por el presidente Alberto Fernández y otros jefes de Estado y de Gobierno a través del planeta. Con un Estado descuartizado por la administración macrista, había que tener coraje político para decretar el confinamiento del país y las demás medidas que, a no dudarlo un segundo, salvaron miles y miles de vidas humanas.
En Francia, con muchísimos más casos y un país infinitamente más expuesto que la Argentina a los contagios debido a su posición geográfica central (Francia es el primer destino turístico del mundo con 90 millones de viajeros en 2019) y su vecindad con Italia, Emmanuel Macron recién empezó a diseñar medidas preventivas fuertes a mediados de marzo (el 16) cuando dijo en la televisión “estamos en guerra”. Los tres primeros casos de coronavirus fueron detectados el 24 enero mientras que en la Argentina el primer infectado, importado de Italia, fue descubierto el 3 de marzo. El confinamiento se decretó en Francia el 17 de marzo luego de la perplejidad que provocó el mantenimiento de la primera vuelta de las elecciones municipales que se llevó a cabo el 15 de marzo. La consulta fue suspendida y la segunda vuelta pospuesta. La opinión pública francesa aprobó en un 96% las medidas mientras que un 86% le reprochó al mandatario no haberlas aplicado antes.
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sábado, 28 de marzo de 2020
En plena pandemia, Brasil está en manos de un psicópata
A contramano del mundo, Bolsonaro permite las misas, exige a los gobernadores brasileños que reabran las escuelas, acusa a la prensa de “generar histeria” y asegura que no hay motivo para quedarse en casa
Bruno Bimbi, ctxt
El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, es un psicópata. No es hora de eufemismos ni medias palabras. No solo es fascista, nepotista, ignorante, incapaz, misógino, xenófobo, homofóbico, admirador de dictadores y torturadores, está rodeado por un gabinete de lunáticos, terraplanistas y fundamentalistas religiosos, y vinculado personalmente con bandas de milicianos y asesinos a sueldo. Además, es un psicópata.
Algunos lo advertimos años antes de que llegara al poder y nos dijeron alarmistas. Ahora, este tipo está al frente de una nación de 210 millones de habitantes durante una pandemia mundial que costará demasiadas vidas, en un país con gravísimos problemas sanitarios y sociales, por lo que arriesga mucho más que Italia o España. La irresponsabilidad criminal de Bolsonaro frente al coronavirus –les miente día y noche a los brasileños, niega el conocimiento científico, difunde información falsa, boicotea el trabajo de gobernadores, alcaldes y de su propio ministro de Salud y desoye las recomendaciones de la OMS y los especialistas– está transformando su incapacidad manifiesta para ser presidente, que no es novedad, en un problema de salud pública.
Mientras escribo, jueves 26 de marzo por la mañana, ya hay 2.989 casos confirmados de coronavirus en Brasil, 194 pacientes en UTI, 205 en hospitales y 77 fallecidos, de los cuales 20 murieron en las últimas 24 horas. No se sabe cuántas personas se han contagiado realmente, porque se hacen pocos tests, pero, según datos de la prestigiosa fundación Fiocruz, en la semana del 15 al 21 de marzo hubo 2.250 ingresos por enfermedad respiratoria aguda, con síntomas como fiebre, tos, dolor de garganta y dificultad para respirar. Sin embargo, el presidente sigue negando el problema.
Bruno Bimbi, ctxt
El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, es un psicópata. No es hora de eufemismos ni medias palabras. No solo es fascista, nepotista, ignorante, incapaz, misógino, xenófobo, homofóbico, admirador de dictadores y torturadores, está rodeado por un gabinete de lunáticos, terraplanistas y fundamentalistas religiosos, y vinculado personalmente con bandas de milicianos y asesinos a sueldo. Además, es un psicópata.
Algunos lo advertimos años antes de que llegara al poder y nos dijeron alarmistas. Ahora, este tipo está al frente de una nación de 210 millones de habitantes durante una pandemia mundial que costará demasiadas vidas, en un país con gravísimos problemas sanitarios y sociales, por lo que arriesga mucho más que Italia o España. La irresponsabilidad criminal de Bolsonaro frente al coronavirus –les miente día y noche a los brasileños, niega el conocimiento científico, difunde información falsa, boicotea el trabajo de gobernadores, alcaldes y de su propio ministro de Salud y desoye las recomendaciones de la OMS y los especialistas– está transformando su incapacidad manifiesta para ser presidente, que no es novedad, en un problema de salud pública.
Mientras escribo, jueves 26 de marzo por la mañana, ya hay 2.989 casos confirmados de coronavirus en Brasil, 194 pacientes en UTI, 205 en hospitales y 77 fallecidos, de los cuales 20 murieron en las últimas 24 horas. No se sabe cuántas personas se han contagiado realmente, porque se hacen pocos tests, pero, según datos de la prestigiosa fundación Fiocruz, en la semana del 15 al 21 de marzo hubo 2.250 ingresos por enfermedad respiratoria aguda, con síntomas como fiebre, tos, dolor de garganta y dificultad para respirar. Sin embargo, el presidente sigue negando el problema.
viernes, 23 de agosto de 2019
Bolsonaro destruye la Amazonía brasileña
Hedelberto López Blanch, Rebelión
Como fiel seguidor de las orientaciones del mandatario estadounidense Donald Trump, quien se retiro del Acuerdo de París para el cambio climático, el presidente Jair Bolsonaro se ha lanzado a destruir la Amazonía para, según afirma, impulsar la economía.
Para no dejar dudas, tras el informe presentado por el sistema de alertas del Instituto Nacional de Investigación Espacial (Inpe) donde se denunciaba que la Amazonía había perdido 5 879 kilómetros cuadrados en los últimos 12 meses, 40% más que un año antes, Bolsonaro destituyó a su director, Ricardo Galvao.
Como consecuencia de sus declaraciones que minimizaban las cifras oficiales y las calificaba de “mentirosas” y “mala publicidad”, la deforestación de esa reserva de la biosfera mundial se incrementó a niveles alarmantes a partir de julio pasado.
El área desbrozada solo en julio, es tres veces más grande que Nueva York, según el Inpe, Instituto encargado de las mediciones, y se cuadruplicó con respecto al año anterior en unos 3 000 kilómetros cuadrados.
Los gobiernos anteriores, encabezados por el Partido de los Trabajadores, tuvieron como parte fundamental de la política ambiental de Brasil proteger la Amazonía, pero con la elección del actual presidente ultraderechista se ha dado un viraje total en contra de la preservación de la selva tropical más grande del mundo.
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jueves, 21 de marzo de 2019
Trump, Bolsonaro y el peligro del fascismo
Patrick Martin, wsws
La visita de tres días del presidente brasileño a Washington reunió a dos de las figuras más derechistas del mundo: Jair Bolsonaro, un exoficial del ejército y admirador ferviente de la sanguinaria dictadura militar brasileña de 1964-1985, y Donald Trump, quien se ha convertido en el polo de atracción de personajes autoritarios y fascistas en todo el mundo, incluyendo el atacante que masacró a 50 musulmanes en dos mezquitas en Nueva Zelanda la semana pasada.
Durante la conferencia de prensa conjunta en la Casa Blanca el martes por la tarde, Trump repitió la declaración que hizo ante una audiencia de exiliados cubanos y venezolanos derechistas en Florida de que “La hora crepuscular del socialismo ha llegado a nuestro hemisferio”. Subrayó, como lo hizo en su discurso del “Estado de la Unión”, que esto también involucra eliminar cualquier amenaza de socialismo dentro de Estados Unidos.
Tanto Trump como Bolsonaro han colocado la extirpación del socialismo —un objetivo en el corazón político del fascismo— como el postulado central de sus Gobiernos. En su rueda de prensa conjunta, atacaron al socialismo pocos días después de la masacre en Nueva Zelanda perpetrada por Brenton Tarrant. Tarrant publicó un manifiesto elogiando a Trump como el “símbolo de la nueva identidad blanca” y declarando su deseo de poner su bota sobre el cuello de todo “marxista”.
La visita de tres días del presidente brasileño a Washington reunió a dos de las figuras más derechistas del mundo: Jair Bolsonaro, un exoficial del ejército y admirador ferviente de la sanguinaria dictadura militar brasileña de 1964-1985, y Donald Trump, quien se ha convertido en el polo de atracción de personajes autoritarios y fascistas en todo el mundo, incluyendo el atacante que masacró a 50 musulmanes en dos mezquitas en Nueva Zelanda la semana pasada.
Durante la conferencia de prensa conjunta en la Casa Blanca el martes por la tarde, Trump repitió la declaración que hizo ante una audiencia de exiliados cubanos y venezolanos derechistas en Florida de que “La hora crepuscular del socialismo ha llegado a nuestro hemisferio”. Subrayó, como lo hizo en su discurso del “Estado de la Unión”, que esto también involucra eliminar cualquier amenaza de socialismo dentro de Estados Unidos.
Tanto Trump como Bolsonaro han colocado la extirpación del socialismo —un objetivo en el corazón político del fascismo— como el postulado central de sus Gobiernos. En su rueda de prensa conjunta, atacaron al socialismo pocos días después de la masacre en Nueva Zelanda perpetrada por Brenton Tarrant. Tarrant publicó un manifiesto elogiando a Trump como el “símbolo de la nueva identidad blanca” y declarando su deseo de poner su bota sobre el cuello de todo “marxista”.
viernes, 4 de enero de 2019
La primera medida de Bolsonaro evoca a Hitler: destituirá a los funcionarios con ideas "comunistas"
El Gobierno del presidente brasileño, Jair Bolsonaro, ha anunciado una de sus primeras medidas: revisar toda la estructura de la administración pública y destituir a aquellos funcionarios que defiendan ideas "comunistas", tal y como informó el ministro de la Presidencia, Onyx Lorenzoni.
El argumento del flamante gobierno brasileño ultraderechista es que en las pasadas elecciones "la sociedad dijo basta a las ideas socialistas y comunistas que en los últimos 30 años nos llevaron al caos actual". Así, el ministro ha anunciado ya la destitución de unos 300 funcionarios con contratos temporales en su cartera.
Esta primera medida del Gobierno de Brasil recuerda, tristemente, a una de las primeras medidas que tomó Adolf Hitler tras ascender al poder en Alemania. El 7 de abril de 1933, nada más llegar al poder, el Ejecutivo nazi aprobó la Ley para la Restauración del Funcionariado Público Profesional, que sirvió para excluir de la función pública a los judíos y a las personas “políticamente poco fiables”, es decir, a sus adversarios políticos: los comunistas.
sábado, 17 de noviembre de 2018
Bolsonaro, una amenaza para el Amazonas
Ulises Noyola Rodríguez, Alai
La región del Amazonas está amenazada por las actividades de las empresas del agro-negocio tras el triunfo electoral de Jair Bolsonaro. El futuro presidente designó a Tereza Cristina, líder del Frente Parlamentario de la Agropecuaria, como ministra de Agricultura. Este grupo parlamentario, respaldado por las empresas del agro-negocio, ha impulsado varias iniciativas en el Congreso. Entre ellas destacamos el uso de agrotóxicos; el cultivo de transgénicos; y la explotación de los recursos naturales de las zonas protegidas en el Amazonas. Al tener el territorio brasileño la mayor parte del Amazonas, Bolsonaro amenazará la preservación de la biodiversidad y las comunidades indígenas.
La región tiene una enorme importancia por diversas razones: posee una gran diversidad de recursos naturales (agua, minerales, petróleo, madera, entre otros); mitiga los efectos del cambio climático a través de la absorción de emisiones de carbono; y representa un espacio vital para las comunidades indígenas. Por estas razones, la selva amazónica es un espacio geográfico que necesita ser preservado para la supervivencia de la raza humana. En caso de llevar adelante la explotación de las riquezas naturales del Amazonas, el gobierno de Bolsonaro enfrentará una fuerte oposición.
La región del Amazonas está amenazada por las actividades de las empresas del agro-negocio tras el triunfo electoral de Jair Bolsonaro. El futuro presidente designó a Tereza Cristina, líder del Frente Parlamentario de la Agropecuaria, como ministra de Agricultura. Este grupo parlamentario, respaldado por las empresas del agro-negocio, ha impulsado varias iniciativas en el Congreso. Entre ellas destacamos el uso de agrotóxicos; el cultivo de transgénicos; y la explotación de los recursos naturales de las zonas protegidas en el Amazonas. Al tener el territorio brasileño la mayor parte del Amazonas, Bolsonaro amenazará la preservación de la biodiversidad y las comunidades indígenas.
La región tiene una enorme importancia por diversas razones: posee una gran diversidad de recursos naturales (agua, minerales, petróleo, madera, entre otros); mitiga los efectos del cambio climático a través de la absorción de emisiones de carbono; y representa un espacio vital para las comunidades indígenas. Por estas razones, la selva amazónica es un espacio geográfico que necesita ser preservado para la supervivencia de la raza humana. En caso de llevar adelante la explotación de las riquezas naturales del Amazonas, el gobierno de Bolsonaro enfrentará una fuerte oposición.
lunes, 5 de noviembre de 2018
Jair Bolsonaro: una amenaza para la amazonía y el mundo
La llegada de Jair Bolsonaro a la presidencia del país con mayor biodiversidad del planeta ya encendió las alarmas de organizaciones civiles y activistas ambientales. El mandatario anunció que va a fusionar el Ministerio de Agricultura y el de Ambiente, decisión que puede generar graves consecuencias para la Amazonia.
Para Bolsonaro el medio ambiente no es una prioridad y así lo dejó claro durante la campaña. Cuestionó el Acuerdo de París, alegando que ponía en peligro la soberanía nacional, desestimó el ecologismo y afirmó que no habría “ni un milímetro más de tierras para los indígenas".
Además, las promesas del líder de la ultraderecha de reducir el tiempo para la concesión de licencias ambientales, de acabar con la “industria” de las multas para las grandes multinacionales que comprometen seriamente al medio ambiente y la detención de la demarcación de nuevas tierras para los pueblos originarios, representa un enorme riesgo para la selva misma y para el planeta, que padecen los estragos de la actividad humana.
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martes, 30 de octubre de 2018
Urnas brasileñas parieron a un Pinochet
Eric Nepomuceno, La Jornada
El país se pregunta qué podrá esperar del gobierno de Jair Bolsonaro, electo presidente la noche del domingo. Sólo una cosa es cierta: nada bueno puede salir de las manos de ese esperpento.
En todo caso, hay que reconocer que a lo largo de la campaña que lo llevó a la victoria, así como de toda su carrera de político profesional, Bolsonaro ha sido de una coherencia loable, algo raro entre los de su calaña.
En ningún momento dejó de exhibir su profundo e irremediable desprecio por la democracia, su racismo, su misoginia, su línea de pensamiento (si cabe la palabra) absolutamente raso y plagado de cualquier tipo de prejuicios.
Un troglodita radical, incapaz de comprender la vida más allá de su defensa inquebrantable de la violencia. Un ser totalmente desequilibrado que requiere ayuda sicológica urgentísima.
En la campaña defendió la implantación de un programa económico fundamentalista, neoliberal a ultranza, contrariando su defensa anterior –primaria, es verdad, como todo que emana de él– de un estatismo burdo y sin lógica alguna. Luego dio vuelta atrás. De la misma y serena manera con que dio vuelta atrás en anuncios extravagantes, como lo de unir Agricultura y Medio Ambiente en un mismo ministerio, juntando a depredadores de la naturaleza con defensores de lo que todavía existe.
El país se pregunta qué podrá esperar del gobierno de Jair Bolsonaro, electo presidente la noche del domingo. Sólo una cosa es cierta: nada bueno puede salir de las manos de ese esperpento.
En todo caso, hay que reconocer que a lo largo de la campaña que lo llevó a la victoria, así como de toda su carrera de político profesional, Bolsonaro ha sido de una coherencia loable, algo raro entre los de su calaña.
En ningún momento dejó de exhibir su profundo e irremediable desprecio por la democracia, su racismo, su misoginia, su línea de pensamiento (si cabe la palabra) absolutamente raso y plagado de cualquier tipo de prejuicios.
Un troglodita radical, incapaz de comprender la vida más allá de su defensa inquebrantable de la violencia. Un ser totalmente desequilibrado que requiere ayuda sicológica urgentísima.
En la campaña defendió la implantación de un programa económico fundamentalista, neoliberal a ultranza, contrariando su defensa anterior –primaria, es verdad, como todo que emana de él– de un estatismo burdo y sin lógica alguna. Luego dio vuelta atrás. De la misma y serena manera con que dio vuelta atrás en anuncios extravagantes, como lo de unir Agricultura y Medio Ambiente en un mismo ministerio, juntando a depredadores de la naturaleza con defensores de lo que todavía existe.
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miércoles, 24 de octubre de 2018
Elecciones en la guerra hibrida
Emir Sader, Alai
Para impedir que el deseo de la mayoría de los brasileños de tener a Lula de nuevo como presidente de Brasil se concretara, la derecha ha optado por destruir al país. No le importan las consecuencias. Ya había abrazado a Michel Temer, a sabiendas de que es la cabeza de una banda de corruptos, con tal de sacar al PT del gobierno, retomando el ya fracasado modelo neoliberal. No le importan las consecuencias: la profunda y prolongada recesión, los 27 millones de personas, entre desempleados y gente que ya ni siguiera busca empleo.
No importa que se desmonte la estructura productiva del país, que se subaste el pre sal para empresas extranjeras a precios viles, no importa que el Estado deje abandonada a la masa de la población antes atendida con programas sociales. Es una derecha, un gran empresariado, que no tiene ningún compromiso con el país. Que niega lo que algunos sectores de izquierda decían: que el gran empresariado estaba contento con los gobiernos del PT. Todo lo contrario: hacen de todo, legal e ilegal, para impedir que ese gobierno vuelva.
No importa que tengan que abrazar ahora a un capitán del ejército, expulsado y degradado por mal comportamiento, que añora la dictadura militar, que pregona la tortura, que ofende a mujeres, a los negros, a los LGBT, a todos los explotados y excluidos. Han tenido que hacer esa opción, por la fuerza del PT y de Lula, que han reconstruido a la izquierda, con un proyecto democrático y popular amplio, que ha incorporado a las más amplias capas del pueblo.
Para impedir que el deseo de la mayoría de los brasileños de tener a Lula de nuevo como presidente de Brasil se concretara, la derecha ha optado por destruir al país. No le importan las consecuencias. Ya había abrazado a Michel Temer, a sabiendas de que es la cabeza de una banda de corruptos, con tal de sacar al PT del gobierno, retomando el ya fracasado modelo neoliberal. No le importan las consecuencias: la profunda y prolongada recesión, los 27 millones de personas, entre desempleados y gente que ya ni siguiera busca empleo.
No importa que se desmonte la estructura productiva del país, que se subaste el pre sal para empresas extranjeras a precios viles, no importa que el Estado deje abandonada a la masa de la población antes atendida con programas sociales. Es una derecha, un gran empresariado, que no tiene ningún compromiso con el país. Que niega lo que algunos sectores de izquierda decían: que el gran empresariado estaba contento con los gobiernos del PT. Todo lo contrario: hacen de todo, legal e ilegal, para impedir que ese gobierno vuelva.
No importa que tengan que abrazar ahora a un capitán del ejército, expulsado y degradado por mal comportamiento, que añora la dictadura militar, que pregona la tortura, que ofende a mujeres, a los negros, a los LGBT, a todos los explotados y excluidos. Han tenido que hacer esa opción, por la fuerza del PT y de Lula, que han reconstruido a la izquierda, con un proyecto democrático y popular amplio, que ha incorporado a las más amplias capas del pueblo.
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lunes, 8 de octubre de 2018
Las claves del ascenso del ultraderechista Jair Bolsonaro en Brasil
Bernardo Gutiérrez, El Diario
En el vídeo Mi opinión como negro sobre el "racista" Bolsonaro el youtuber Thiago Fonseca declara su voto para Jair Bolsonaro. Empuña un vaso con el rostro de un superhéroe y un logo de Coca-Cola. Señala un agujero en el vaso. Y lanza su metáfora: "Brasil es un vaso agujereado. El agujero representa la corrupción". Thiago coloca agua. Mientras el agua se escapa, arremete contra los políticos que "no tapan el agujero". Bolsonaro, dice, no sabe mucho de economía, pero es el mejor candidato: "No soporta la corrupción y no es corrupto". El otro gran asunto del vídeo es la violencia. Thiago, como Bolsonaro, defiende la pose de armas contra "los bandidos". En pocos días, el vídeo obtuvo más de un millón y medio de visitas.
El apoyo de un youtuber negro a un candidato que afirmó que los portugueses no pisaron África y que eran los negros quienes entregaban a los esclavos visibiliza la complejidad del fenómeno Bolsonaro. Si en diciembre de 2015 Bolsonaro tenía sólo un 3% de la intención de voto, en la actualidad alcanza el 28%, ambas cifras según Datafolha. Si los primeros estudios revelaban que el perfil de su votante encajaba con un "hombre blanco, de clase media, con estudios superiores y de las regiones sur y sudeste del país", desde que Bolsonaro sufrió un ataque con un cuchillo en medio de un acto electoral, el bolsonarismo se dispara. Y la complejidad de la base electoral de un candidato que la izquierda define como fascista crece. Mientras la derecha tradicional no despega, aparecen bolsonaristas improbables, como militantes LGTB o mujeres, atacados constantemente por un candidato que elogia el armamento de la población civil, la familia tradicional y las Fuerzas Armadas.
En el vídeo Mi opinión como negro sobre el "racista" Bolsonaro el youtuber Thiago Fonseca declara su voto para Jair Bolsonaro. Empuña un vaso con el rostro de un superhéroe y un logo de Coca-Cola. Señala un agujero en el vaso. Y lanza su metáfora: "Brasil es un vaso agujereado. El agujero representa la corrupción". Thiago coloca agua. Mientras el agua se escapa, arremete contra los políticos que "no tapan el agujero". Bolsonaro, dice, no sabe mucho de economía, pero es el mejor candidato: "No soporta la corrupción y no es corrupto". El otro gran asunto del vídeo es la violencia. Thiago, como Bolsonaro, defiende la pose de armas contra "los bandidos". En pocos días, el vídeo obtuvo más de un millón y medio de visitas.
El apoyo de un youtuber negro a un candidato que afirmó que los portugueses no pisaron África y que eran los negros quienes entregaban a los esclavos visibiliza la complejidad del fenómeno Bolsonaro. Si en diciembre de 2015 Bolsonaro tenía sólo un 3% de la intención de voto, en la actualidad alcanza el 28%, ambas cifras según Datafolha. Si los primeros estudios revelaban que el perfil de su votante encajaba con un "hombre blanco, de clase media, con estudios superiores y de las regiones sur y sudeste del país", desde que Bolsonaro sufrió un ataque con un cuchillo en medio de un acto electoral, el bolsonarismo se dispara. Y la complejidad de la base electoral de un candidato que la izquierda define como fascista crece. Mientras la derecha tradicional no despega, aparecen bolsonaristas improbables, como militantes LGTB o mujeres, atacados constantemente por un candidato que elogia el armamento de la población civil, la familia tradicional y las Fuerzas Armadas.
domingo, 7 de octubre de 2018
¿Por qué Jair Bolsonaro sería una pesadilla para América Latina?
Atilio Boron, Página 12
En una taberna maloliente de los barrios bajos del Munich de la primera posguerra un cabo desmovilizado del ejército imperial austriaco –fracasado como pintor y retratista– trataba de ganarse la vida apostando con los borrachos del local a que no lograban acertarle sus escupitajos desde una distancia de tres metros. Si los esquivaba, ganaba; cuando no, debía pagar. Entre una y otra tentativa vociferaba tremendos insultos antisemitas, maldecía a bolcheviques y espartaquistas y prometía erradicar de la faz de la tierra a comunistas, gitanos, homosexuales y judíos. Todo en medio de la gritería descontrolada de la clientela allí reunida, pasada de alcohol, y que repetía con sorna sus dichos mientras le arrojaban los restos de cerveza de sus copas y le tiraban monedas entre insultos y carcajadas. Años después, Adolfo Hitler se convertiría, con esas mismas arengas, en el líder “del pueblo más culto de Europa”, según más de una vez lo asegurara Friedrich Engels. Quien en esos momentos –años 1920, 21, 23– era motivo del cruel sarcasmo entre los parroquianos de la taberna resucitaría como una especie de semidiós para las grandes masas de su país y la encarnación misma del espíritu nacional alemán.
En una taberna maloliente de los barrios bajos del Munich de la primera posguerra un cabo desmovilizado del ejército imperial austriaco –fracasado como pintor y retratista– trataba de ganarse la vida apostando con los borrachos del local a que no lograban acertarle sus escupitajos desde una distancia de tres metros. Si los esquivaba, ganaba; cuando no, debía pagar. Entre una y otra tentativa vociferaba tremendos insultos antisemitas, maldecía a bolcheviques y espartaquistas y prometía erradicar de la faz de la tierra a comunistas, gitanos, homosexuales y judíos. Todo en medio de la gritería descontrolada de la clientela allí reunida, pasada de alcohol, y que repetía con sorna sus dichos mientras le arrojaban los restos de cerveza de sus copas y le tiraban monedas entre insultos y carcajadas. Años después, Adolfo Hitler se convertiría, con esas mismas arengas, en el líder “del pueblo más culto de Europa”, según más de una vez lo asegurara Friedrich Engels. Quien en esos momentos –años 1920, 21, 23– era motivo del cruel sarcasmo entre los parroquianos de la taberna resucitaría como una especie de semidiós para las grandes masas de su país y la encarnación misma del espíritu nacional alemán.
Brasil se enfrenta a crucial elección presidencial marcada por los engaños de la justicia
Mark Weisbrot, cepr
El mundo está observando las elecciones de Brasil, probablemente como nunca antes. "La última amenaza de América Latina: Bolsonaro Presidente", grita el titular en la portada de The Economist. A esta conservadora revista británica le encantaría ver cómo el Partido de los Trabajadores (PT) desaparece de la política brasileña, pero ni siquiera pueden soportar a Bolsonaro, quien en 2016 dedicó su voto para destituir a la presidenta Dilma Rousseff en honor a la coronel responsable de su tortura.
Muchos han hecho la comparación con Trump, y por supuesto hay similitudes, especialmente en el racismo abierto y la misoginia de los dos políticos. Y ambos deben gran parte de su ascenso al fracaso de las políticas económicas neoliberales. Pero la trayectoria de Brasil hacia un escenario de amenaza aún más peligroso es una reacción de derecha por parte de la élite tradicional y corrupta del país contra las reformas económicas positivas del PT que beneficiaron a la gran mayoría de los brasileños.
Para 2014, bajo las presidencias de Lula y Dilma, la pobreza se había reducido en un 55 por ciento y la pobreza extrema en un 65 por ciento, y el desempleo alcanzó un mínimo histórico de 4.9 por ciento. Algunas de estas ganancias se perdieron cuando la economía entró en una profunda recesión ese año, y la derecha aprovechó esa desaceleración para usurpar lo que no pudo ganar en las urnas en cuatro elecciones consecutivas.
El mundo está observando las elecciones de Brasil, probablemente como nunca antes. "La última amenaza de América Latina: Bolsonaro Presidente", grita el titular en la portada de The Economist. A esta conservadora revista británica le encantaría ver cómo el Partido de los Trabajadores (PT) desaparece de la política brasileña, pero ni siquiera pueden soportar a Bolsonaro, quien en 2016 dedicó su voto para destituir a la presidenta Dilma Rousseff en honor a la coronel responsable de su tortura.
Muchos han hecho la comparación con Trump, y por supuesto hay similitudes, especialmente en el racismo abierto y la misoginia de los dos políticos. Y ambos deben gran parte de su ascenso al fracaso de las políticas económicas neoliberales. Pero la trayectoria de Brasil hacia un escenario de amenaza aún más peligroso es una reacción de derecha por parte de la élite tradicional y corrupta del país contra las reformas económicas positivas del PT que beneficiaron a la gran mayoría de los brasileños.
Para 2014, bajo las presidencias de Lula y Dilma, la pobreza se había reducido en un 55 por ciento y la pobreza extrema en un 65 por ciento, y el desempleo alcanzó un mínimo histórico de 4.9 por ciento. Algunas de estas ganancias se perdieron cuando la economía entró en una profunda recesión ese año, y la derecha aprovechó esa desaceleración para usurpar lo que no pudo ganar en las urnas en cuatro elecciones consecutivas.
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