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miércoles, 11 de septiembre de 2019

Amazonia, las llamas de la codicia


Alejandro Nadal, La Jornada

La destrucción del bosque tropical húmedo en la cuenca del Amazonas es una de las peores catástrofes ambientales en la historia. En las últimas cuatro semanas han sido reportados más de 80 mil incendios que han acabado con 1.8 millones de kilómetros cuadrados de bosque tropical húmedo. Las consecuencias ambientales son gravísimas: las emisiones de gases de efecto invernadero se han intensificado y la pérdida de biodiversidad se convirtió en un verdadero holocausto. El destino de la humanidad está en juego.

Muchos han atribuido esta catástrofe a los desplantes destructivos de Jair Bolsonaro, presidente brasileño. Pero la realidad es más compleja. La destrucción del bosque en la Amazonia tiene sus raíces en una matriz de política económica (macro y sectorial) establecida en los años 90. El análisis comienza con una política de austeridad fiscal, la apertura para flujos de capital y un proceso desregulatorio que abarca la producción agrícola y el sector financiero. Cuando se abandonó el cruzeiro y se introdujo la nueva divisa, el real, Brasilia adoptó una política fiscal fuertemente restrictiva: uno de los efectos de esta política de austeridad fue el abandono de los apoyos a la pequeña agricultura en diversas partes del campo brasileño. Uno de los espacios rurales más afectados fue el Cerrado brasileño, donde la pequeña agricultura fue abandonada a su suerte y terminó por ceder sus paisajes a la ganadería extensiva.

lunes, 2 de septiembre de 2019

Noam Chomsky: “Las quemas en la Amazonia son un crimen de lesa humanidad”

Los incendios forestales en la Amazonia han causado indignación y preocupación en todo el mundo. Noam Chomsky, el intelectual vivo más relevante según el New York Times, explica a El Mostrador que la deforestación de esta selva tropical, a causa de las "quemas ilegales", debe ser considerada como crimen de lesa humanidad. Del mismo modo, el pensador y activista político estadounidense asevera que la emergencia climática constituye la problemática más importante que ha surgido en la historia humana, ya que esta crisis ambiental, a menos que se aborde seriamente y pronto, "condenará la vida humana organizada".


Roberto Manríquez, El Mostrador

Los cerezos han florecido en agosto en Santiago de Chile, un mes antes del comienzo de la primavera, que solía llegar en septiembre en el hemisferio sur. Un bello efecto que es rápidamente ensombrecido al constatar que el otoño se reduce inexorablemente. Pero no es lo único que cambia, ni menos lo más grave.

La Amazonia lleva semanas ardiendo y la amenaza se cierne sobre una cuarta parte de las especies de la Tierra: 30 mil tipos de plantas, 2.500 especies de peces, 1.500 de aves, 500 de mamíferos, 550 de reptiles y 2,5 millones de insectos. Ello sin contar que esta selva proporciona el 20 por ciento del agua dulce no congelada del planeta y también, como se ha dicho, produce un 20 por ciento del total de oxígeno disponible en la Tierra.

Aunque es cierto que el oxígeno que produce la Amazonia es consumido en la misma Amazonia, las palabras del ministro de Medio Ambiente de Brasil, cuando declara que dicha región “no es el pulmón del mundo", debido a que tiene su ciclo cerrado y que, por lo tanto, "es un patrimonio brasileño" y que "esta historia de que pertenece a la humanidad es una bobería”, encierran la enorme dimensión de la crisis que afrontamos al desconocer su papel vital en el flujo de las precipitaciones en toda América Latina, en la regulación del clima global y en la aportación de nutrientes a los microorganismos que producen en el mar el oxígeno que respiramos, y que, todo ello, repercute directamente en la supervivencia de la humanidad.

sábado, 24 de agosto de 2019

El Holocausto de la selva Amazónica y sus consecuencias


Norberto Ovando, Alai

Los incendios especialmente grandes como el de la Amazonía, pueden liberar con rapidez enormes cantidades de dióxido de carbono y otros gases a la atmósfera elevando el calentamiento global y destruyendo parte del ozono.

El impacto de los incendios en el cambio climático es complejo y difícil de predecir.

Después de que un incendio devasta una zona, la nueva vegetación que crece en ella puede, en un periodo que va desde varias décadas a incluso un siglo, absorber tanto dióxido de carbono como el que fue liberado por las llamas.

Un grave problema es que el intervalo entre incendio e incendio suele ser mucho menor que el periodo de crecimiento de la vegetación. Además sabemos que los incendios serán cada vez más frecuentes y más extensos a medida que las temperaturas se eleven a nivel global, y, como consecuencia, más dióxido de carbono se liberará a la atmósfera. Los incendios podrían entorpecer la estrategia de valerse de los bosques como ayuda para absorber dióxido de carbono.

Investigadores de la Universidad de Colorado, emplearon observaciones hechas por satélite de los incendios, para estimar las emisiones de dióxido de carbono basándose en la masa de la vegetación quemada.

viernes, 23 de agosto de 2019

Bolsonaro destruye la Amazonía brasileña


Hedelberto López Blanch, Rebelión

Como fiel seguidor de las orientaciones del mandatario estadounidense Donald Trump, quien se retiro del Acuerdo de París para el cambio climático, el presidente Jair Bolsonaro se ha lanzado a destruir la Amazonía para, según afirma, impulsar la economía.

Para no dejar dudas, tras el informe presentado por el sistema de alertas del Instituto Nacional de Investigación Espacial (Inpe) donde se denunciaba que la Amazonía había perdido 5 879 kilómetros cuadrados en los últimos 12 meses, 40% más que un año antes, Bolsonaro destituyó a su director, Ricardo Galvao.

Como consecuencia de sus declaraciones que minimizaban las cifras oficiales y las calificaba de “mentirosas” y “mala publicidad”, la deforestación de esa reserva de la biosfera mundial se incrementó a niveles alarmantes a partir de julio pasado.

El área desbrozada solo en julio, es tres veces más grande que Nueva York, según el Inpe, Instituto encargado de las mediciones, y se cuadruplicó con respecto al año anterior en unos 3 000 kilómetros cuadrados.

Los gobiernos anteriores, encabezados por el Partido de los Trabajadores, tuvieron como parte fundamental de la política ambiental de Brasil proteger la Amazonía, pero con la elección del actual presidente ultraderechista se ha dado un viraje total en contra de la preservación de la selva tropical más grande del mundo.

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