Weber, ese genio de la sociología, tan lejos de los marxistas y tan cerca de Marx, desnudó la lógica empresarial, al señalar que su función consiste en explotar y expropiar al trabajador de toda capacidad de participar en el proceso de toma de decisiones.
Marcos Roitman Rosenmann, La Jornada
Por tierra, mar y aire. Sin piedad, el planeta es bombardeado por una subespecie de homo sapiens sapiens: los empresarios. Su función es explotar y obtener beneficios de cuanto está en, sobre y bajo la superficie. Flora, fauna y el aire que respiramos. Nada se les resiste, incluyendo el troceado del ser humano. Comercio de riñones, ojos, hígados, pulmones, hasta lo banal. Implantes de pelo y cirugía estética.
Su razón de existir: acumular riquezas y poder. Lo uno y lo otro suelen complementarse. La condición de empresario, obliga a renunciar a cualquier principio ético, asentado en el interés general y el bien común. Son gente sin escrúpulos. La educación, la sanidad, la vivienda, el hambre, la religión, el sexo, el arte, el deporte, la procreación, la guerra, la vida y la muerte son mercancía, una opción para enriquecerse. No tienen remordimientos ni conciencia. En este campo de condiciones marcan el terreno de juego.
Mejor dicho: imponen las reglas bajo coacción, amenazas y el uso de la fuerza. Son las formas de dominación inherentes a la explotación capitalista. Sólo hace falta ocultar la violencia estructural del sistema y encubrirla legalmente.