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martes, 1 de marzo de 2016

Las vías abiertas de América Latina

Emir Sader, La Jornada

Nunca como ahora el futuro de América Latina está tan abierto. Hemos pasado por un momento, especialmente en los años 1990, en que la historia del continente parecía congelada. Se imponía un modelo de forma avasalladora, que pretendía invertir y cerrar ciclos históricos que apuntaban en otra dirección. Ya no más desarrollo económico, sino equilibrio fiscal. Ya no más distribución de renta, sino concentración en manos de los más competentes. Ya no más derecho, sino concurrencia en el mercado. Nunca más Estado, sino empresas.

Se arriesgaron, en medio de consensos que creían fatales, a anunciar el fin de la historia, que reposaría eternamente en los brazos de la democracia liberal y de la economía capitalista de mercado. Enterradas las alternativas, el capitalismo y el imperialismo podrían rediseñar el poder en el mundo.

martes, 5 de octubre de 2010

Manuel Castells y la Economía de la Felicidad

Manuel Castells, Artículos Claves

Cuando hace dos meses Ben Bernanke, el presidente del Sistema de Reserva Federal de Estados Unidos, clausuró el curso de la Universidad de Carolina del Sur, eligió hablar sobre la economía de la felicidad. Podría parecer una frivolidad cuando aún atravesamos la crisis económica más profunda desde hace medio siglo. En realidad, se situaba en una corriente creciente de académicos, políticos y empresarios que están tomando en serio lo que las encuestas muestran sistemáticamente: a la gente lo que le importa es ser feliz, aunque luego cada uno lo entienda a su manera.

Ni el dinero hace la felicidad ni tampoco la compra.
Hasta el punto de que hace un año Sarkozy reunió una comisión liderada por premios Nobel para proponer la creación de un índice de desarrollo basado en el concepto de felicidad. De hecho, con 37 años de retraso con respecto al primer país que decidió cambiar su medida del progreso sustituyendo el cálculo del producto nacional bruto por el índice de felicidad nacional bruta: Bután (si le falla la geo-historia, mírelo en Wikipedia). Propuesto en 1972 por el rey Jigme Singye Wangchuk, se convirtió en el parámetro de desarrollo multidimensional del país, sobre la base de combinar cuatro objetivos fundamentales:

sábado, 29 de mayo de 2010

Informe OCDE para América Latina: pobreza aumenta 7%

"Las últimas previsiones sobre el PIB para 2010, combinadas con mediciones comúnmente aceptadas del vínculo entre la pobreza y el crecimiento, apuntan a que la pobreza crecería casi 7 puntos porcentuales para finales de 2010, lo que significaría que aproximadamente 39 millones de personas volverían a caer por debajo de las líneas de pobreza en la región; esto, a su vez, implicaría que quedaría anulado casi por entero el progreso realizado durante los cinco años anteriores a la presente crisis". (Informe OCDE)

Así de fuerte es el Informe de la OCDE para América Latina, que demuestra de Latam no ha escapado a la crisis económica mundial, aunque la ha soportado con una resistencia renovada. Si bien todos los países de la región han acusado los efectos del decrecimiento y se espera que el producto interior bruto (PIB) se contraiga un 3,6% en 2009, es manifiesto que América Latina se está recuperando del choque más rápidamente que la mayoría de las economías desarrolladas. Y lo está haciendo sin poner en peligro el notable progreso realizado en pro de la consecución de sus objetivos de desarrollo a largo plazo.

Se prevé que el índice de recuperación sea sustancial en 2010 aun cuando diste mucho de igualar las tasas de crecimiento superiores al 5% que han caracterizado a la región durante el periodo de bonanza 2004-08. La duración de la recesión mundial constituirá tan sólo uno de los determinantes de las tasas de crecimiento futuras: para los países de la región, resultará al menos tan importante su capacidad para estimular sus respectivas economías nacionales mediante políticas sostenibles. En varios países la transformación de los patrones de migración internacional y de las remesas influirá en la incidencia de la crisis y en la lista de opciones políticas disponibles.

Contrariamente a lo que dictaría la lógica general, los países latinoamericanos que han abierto sus mercados a la competencia internacional durante la última década no se han mostrado más vulnerables ante el actual revés económico mundial. Esto supone un llamativo logro, que contrasta nítidamente con la experiencia de estos países en pasadas crisis internacionales. Desde principios de los años 1990, la mayor parte de América Latina ha venido abandonando el falso sentimiento de seguridad que parecen proporcionar las políticas proteccionistas y, en su lugar,ha comenzado a cosechar los beneficios a largo plazo de la globalización. La clave esta vez es que la apertura comercial y financiera ha venido respaldada por la instauración de mecanismos de resistencia, que refuerzan la capacidad para soportar choques negativos.

La comparación de índices de exposición y resistencia demuestra que, en los últimos 30 años, América Latina ha aprendido algunas de las duras lecciones que le impuso la crisis de la deuda de los años 1980. La balanza por cuenta corriente evidencia que los países de la región están cada vez más expuestos –y más dispuestos a estarlo– a un mundo más globalizado a través de flujos comerciales y de remesas cada vez mayores pero, también, que han diversificado tanto la composición como el destino de sus cestas de exportaciones.

Similar tendencia se observa en el ámbito financiero: si bien la apertura y la exposición financieras son mayores que durante la crisis de los años 1980, todas las economías latinoamericanas han apuntalado su resistencia mediante la gestión de déficits más sostenibles, la extensión del perfil de vencimiento de su deuda pública y la constitución de reservas extranjeras para contrarrestar posibles recortes de liquidez; además, en los últimos 5 años, la mayoría de sistemas bancarios nacionales han incrementado su nivel de provisiones para hacer frente a los créditos morosos y han evitado las operaciones especulativas que tan perjudiciales han demostrado ser en otras partes.

El decrecimiento actual ha resaltado como nunca antes que la clave para el crecimiento a largo plazo de América Latina reside en una gestión política responsable y sostenible. Para la mayoría de los países latinoamericanos, la crisis de los años 1980 se saldó con políticas fiscales y monetarias que fueron las que condujeron a cargas de deuda insostenibles, ciclos inflacionarios y una pérdida de credibilidad institucional generalizada. En una crisis, la presión conduce a aumentar la magnitud del paquete de estímulos y, por ende, los beneficios para el rendimiento a corto plazo, pero esto debe sopesarse siempre con la sostenibilidad a largo plazo de las medidas adoptadas en ese sentido. Por suerte, la elaboración de políticas responsables y creíbles que viene dándose en América Latina desde los años 1990 ha abierto un espacio sustancialmente más amplio que en los años 1980 para aplicar estímulos fiscales y monetarios eficaces y sostenibles.

Al respecto, Chile, que optó sensatamente por acumular cuantiosos recursos fiscales durante el auge de los precios del cobre, es el país mejor situado, seguido de cerca por Perú y México y, algo más alejados, Brasil y Colombia. Las autoridades monetarias de la práctica totalidad de países latinoamericanos han redoblado esfuerzos estos últimos años por ganar credibilidad, lo que se ve recompensado hoy por un conjunto de instrumentos de política monetaria más robustos.

La necesidad de destinar gasto directo a los miembros más vulnerables de la sociedad resulta capital durante un periodo de decrecimiento. Las últimas previsiones sobre el PIB para 2010, combinadas con mediciones comúnmente aceptadas del vínculo entre la pobreza y el crecimiento, apuntar a que la pobreza podría crecer casi 7 puntos porcentuales para finales de 2010, lo que significaría que aproximadamente 39 millones de personas volverían a caer por debajo de las líneas de pobreza nacionales en la región; esto, a su vez, implicaría que quedaría anulado casi por entero el progreso realizado durante los cinco años anteriores a la presente crisis.

Obviamente, la reducción de la pobreza no proviene sólo del crecimiento, sino también de políticas sociales eficaces en sentido amplio. Por desgracia, aquellos países que han obtenido significativos logros en la redistribución de ingresos –en particular, Argentina– carecen hoy de los recursos necesarios para mantener las políticas que han permitido esos logros. Aquí, de nuevo, la prioridad deberá ser el paliar los daños causados por la recesión mundial sin comprometer la sostenibilidad a largo plazo.


Informe OCDE

miércoles, 4 de noviembre de 2009

El futuro deflacionista de las economías

J. Jacks hace un interesante análisis sobre el futuro deflacionista que nos espera y el posible boomerang de una hiperinflación mundial. Un artículo para tener en cuenta

J. Jacks, Cotizalia

Una de las consecuencias de esta crisis es saber si las medidas públicas llevaran a un escenario deflacionista o inflacionista. Para saber cuál será el resultado final, primero es necesario desmontar algunos tópicos cuando se intenta explica qué es la deflación. Este es un modesto intento por aclarar algunas ideas erróneas a este respecto.

Un descenso de precios no es deflación. Un descenso de precios es… un descenso de precios, una desinflación. En periodos de crisis, la demanda agregada decrece y algunos vendedores reducen los precios de sus productos como una estrategia de venta, lo cual provoca una desinflación en esos sectores específicos donde operan. Pero no es una deflación general en toda la economía (a nivel macro, la economía no funciona como la suma de economías individuales, falacia de la composición).

Deflación no exactamente es el movimiento contrario a inflación. De hecho, técnicamente puede coexistir la deflación con precios altos de algunos productos (si no están incluidos en el IPC como el caso de la vivienda) o con una inflación subyacente con una tasa ligeramente positiva (sin incluir alimentos y petróleo).

Siga leyendo este artículo en Cotizalia



lunes, 24 de noviembre de 2008

Serge Latouche, teórico del decrecimiento

Serge Latouche, economista y filósofo, Catedrático emérito de la Universidad de Paris Sud, explica la filosofia del decrecimiento y departe sobre los cambios que deberíamos hacer, a escala mundial y personal, para evitar las catástrofes que se aproximan, cuya naturaleza no sabemos con precisión pero que podemos intuir claramente. El crecimiento indefinido en un mundo finito es, obviamente, una imposibilidad, y la única estrategia razonable ante esta evidencia es la re-localización (revertir la tendencia a la globalización vivida en décadas recientes). Estamos ante una tarea descomunal, pues requiere un cambio radical en los valores y anhelos de la mayoría de individuos de las sociedades consumistas.”
Nos acostumbramos a crecer a niveles que son insostenibles. La humanidad debe darse un respiro y abandonar el consumismo... un yogurt incorpora en sus costos de transporte más de 9.000 kilómetros hasta llegar al consumidor final... Es absurdo señala Serge Latouche en este entrevista dividida en dos partes:


lunes, 7 de julio de 2008

Ciclovías en serio pensando en el futuro

El tema de la contaminacion se va a resolver de inmediato cuando se acaben los combustibles fósiles y el petróleo, que es el más importante, se acaba en 20 o 30 años más según los cálculos más optimistas. Hay que terminar con la fábula de las reservas estratégicas pues están infladas y sólo ham servido para engañar a la gente.
Por eso conviene acostumbrarse a los medios alternativos de transporte y ya varios países europeos lo están haciendo con la construcción de amplias y largas ciclovías, que no quedan truncas como las que hacen en Santiago.

ESTAS SON LAS CICLOVIAS EN HOLANDA



Y ESTA ES LA RED DE CICLOVÍAS DE LONDRES



Hay que pensar en el futuro, y en el mundo que queremos. El fin de la era del petróleo nos permitirá crear una vida mejor y saludable.

viernes, 7 de marzo de 2008

"NO EXISTE LA TRADICIÓN JUDEO-CRISTIANA"

Aunque Harold Bloom ha sido una personalidad central en el debate intelectual de los últimos cincuenta años, se hizo conocido masivamente por criticar las novelas de Harry Potter y considerarlas “simple basura”. En los años cincuenta, enfrentó a T. S. Eliot, cuya Nueva Crítica reinaba entonces en las salas de clase de literatura. En los años setenta, discutió con los destruccionistas, intelectuales europeos que argumentaban que el lenguaje carecía esencialmente de significado. En las Guerras Culturales de los noventa, Bloom, se vio enfrentado a críticos feministas y multiculturalistas después de publicar “The Western Canon” (El canon occidental) que muchos consideraron demasiado sesgado hacia los escritores varones blancos.

Gran admirador de Shakespeare y defensor de los poetas románticos del Siglo XIX, Bloom ha escrito unos 30 libros, sobre todo el influyente “The Anxiety of Influence” (La ansiedad de la influencia) y “The Book of J” (El libro de J) en el que afirma de modo poco ortodoxo que la Biblia fue escrita por una mujer. En su penúltima obra Jesús y Yahvé, los nombres divinos, desmonta la tradición judeo-cristiana y habla de la incompatibilidad entre el dios hebreo y el cristiano y hace hincapié en que no existe tal tradición, pues “las dos historias, los dos dioses y las dos biblias, son incompatibles. Es una falacia política, es como defender una tradición cristiano-islámica. Estas dos religiones no tiene nada en común, tienen orígenes diferentes y nunca confluirán”.

Al momento de criticar a Bush es contundente “Bush dice que Dios es su filósofo, pero no sé donde ha leído que Jesucristo haya dejado algún testimonio donde diga que los ricos tengan que ser más ricos y los pobres más pobres o que haya que ir a la guerra. Creer en Dios es una frase hecha, guiada por los valores políticos". Para Bloom, los estadounidenses creen en un "Jesucristo histórico, que hablaba en inglés, votaba al partido republicano y dirigía una empresa norteamericana".

El autor de ¿Dónde se encuentra la sabiduría? añade que su discurso siempre adquiere un tono político, y puntualiza, "pero es que no lo puedo remediar, porque mi país se ha convertido en una especie de teocracia, que va a hacer de la Constitución una teología cristiana. Así que las diferencias entre Bush y Bin Laden no las tengo tan claras".

lunes, 28 de enero de 2008

Muere Suharto, aliado del Imperio


La muerte de Haji Mohammad Suharto, quien llegó a la presidencia de Indonesia en 1967 apoyado por la CIA y tras derrocar al presidende Ahmed Sukarno, constituye uno de los últimos auténticos bastiones de la Guerra Fría patrocinada por el Imperio. Suharto gobernó 31 años (hasta 1998) y su regimen representa uno de los casos más bullados sobre las presidencias títeres encomendadas por la Casa Blanca. De hecho, en su funeral, no faltaron los homenajes del gobierno de Bush y la presencia de personeros del Pentágono y el gobierno, entre ellos Henry Kissinger.

Apoyado por la CIA, Suharto realizó una de las masacres más brutales de un gobernante contra su propio pueblo al dar muerte a mas de un millón y medio de indonesios, entre ellos el genocidio de Timor oriental, donde hubo más de 300 mil víctimas, en su mayoría pobladores. Todo aquello que fuera de izquierda, disidente u opositor al régimen de Suharto cayó bajo su mano de hierro. Durante su estadía en el poder, Suharto apresó y ejecutó a cientos de miles de la oposición indonésica. Su reinado acabó en 1998 y durante su estadía en el poder la corrupción fue prevaleciente y la libertad, la democracia y los derechos civiles fueron aplastados. En 1999 se supo que la familia Suharto tenía una fortuna que alcanzaba a los cien mil millones de dólares en su mayoría creados en base a los préstamos internacionales y el tráfico de armas.

Suharto fue el elemento que permitió a la CIA controlar esa bullente zona asiática y experimentar con el modelo económico capitalista tal como se hizo en Chile y crear una aparente estabilización política y económica que transformó al país en uno de "los tigres asiáticos". Entre sus visitas ilustres se contaron siempre Henry Kissinger y Donald Rumsfeld. También fueron habitúes Ronald Reagan (en la imagen) y George Bush padre y Dick Cheney.

La carrera política de Suharto comenzó en 1961. Fue vicejefe de estado mayor, luego jefe del comando estratégico y encabezó la fracción derechista del ejército que dio un golpe de estado en 1966, contra el presidente nacionalista Sukarno, a quien sucedió formalmente en 1967. Este hecho aparece relatado en la pelìcula de Peter Weir El año que vivimos en peligro, título tomado de una frase dicha por Sukarno en 1965 al estar conciente de lo que significaba no estar alineado con el Imperio.

Recordemos que Kissinger, que supervisó directamente las preparaciones de la CIA para dirigir el golpe de Estado de 1973 contra Allende, señaló su célebre frase “No veo por qué tenemos que quedarnos con los brazos cruzados mientras un país se vuelve comunista debido a la irresponsabilidad de su pueblo”.

Marco Antonio Moreno

LOS ORÍGENES DEL IMPERIO

Tras la Primera Guerra Mundial, Estados Unidos emergió como la gran potencia beneficiada en gran parte por un conflicto bélico fuera de sus fronteras y que en nada afectó su plataforma industrial. Con fuertes lazos de intercambio con Europa, Asia y su patio trasero, EE.UU no tardó en convertirse en la mayor potencia productora y en la abastecedora de bienes a todo el mundo. La lenta recuperación de Gran Bretaña lastimó a las economías exportadoras latinoamericanas que realizaban constante intercambio comercial desde mediados del siglo XIX. Es interesante constatar el nivel de desarrollo que alcanzó Valparaíso a fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX producto del gran intercambio comercial con Inglaterra.

Toda Latinoamérica se vio afectada con la Primera Guerra. Los países no pudieron competir frente a los productos estadounidenses y tampoco pudieron enfrentar las nuevas restricciones comerciales y las imposiciones de EE.UU. que por los favores de guerra logró una posición privilegiada en el mercado. La crisis de entreguerras provocó la desaparición del comercio internacional que había sido distintivo del antiguo orden.
Esta posición comercial privilegiada de los EE.UU. le permitió generar un excedente creciente en su balanza de pagos, que comenzó a reflejarse en su nuevo papel como exportador de capitales. En muy pocos años, Nueva York sustituyó a Londres (la centenaria City de las finanzas) como principal centro financiero internacional. El flujo de capitales hacia los países latinoamericanos se incrementó rápidamente. La proporción accionaría controlada por los inversionistas de EE.UU. aumentó en proporción a la de los europeos y significó una considerable pérdida del control nacional sobre los recursos naturales y el sector exportador de muchos países de América Latina.

Después de la firma del Tratado de Versalles se restauró el patrón oro y éste quedó reestablecido en los países industriales. El mecanismo había sido diseñado para producir un ajuste automático a los problemas de balanza de pagos de los países que tuvieran un déficit como resultado de una excesiva creación de crédito o endeudamiento. Este déficit se compensaba entregando oro y reduciendo el circulante y los precios internos, con lo cual aumentaban las exportaciones y disminuían las importaciones, lo que generaba un nuevo equilibrio en la balanza de pagos, esta vez superavitario. No obstante, dicho mecanismo de ajuste no resultó aceptable para los países latinoamericanos que lo adoptaron, pues sus problemas de balanza de pagos no siempre se debían a un desorden financiero interno, sino a la inestabilidad de los mercados mundiales de productos primarios, ya que el valor de las exportaciones se veía sometido a enormes fluctuaciones de acuerdo con el nivel de precios del mercado mundial. Así, cualquier corrección en la balanza de pagos tenía que hacerse casi siempre reduciendo las importaciones, con efectos nocivos sobre el nivel de la actividad económica real de los países exportadores, en este caso los llamados "del Tercer Mundo".

El modelo de crecimiento hacia fuera que movía a las economías latinoamericanas desde mediados del siglo XIX las hacía muy dependientes de los vaivenes de la economía mundial y las exponía a las condiciones que surgieran en los mercados internacionales de productos primarios. Así, durante la crisis de 1920-1921 y la Gran Depresión de 1929 la caída en el ingreso y el consumo de los países industrializados se tradujo en la caída de los precios de los productos primarios en el mercado internacional. Ello provocó la reducción del valor unitario de las exportaciones afectando de manera grave a los países exportadores. Es a partir de entonces cuando se empieza a estimular la producción interna para reducir las importaciones, como única alternativa para compensar el desequilibrio de la balanza comercial.
En Chile, país que se ve fuertemente afectado por estas volatilidades externas, más aún cuando el principal producto exportador es el cobre, que no se encuentra precisamente en manos del estado, se crea la CORFO, en 1939, por el presidente Pedro Aguirre Cerda, para desarrollar un proceso de industrialización interna denominado ISI (industrialización vía sustitución de Importaciones), proceso que se replicó en casi la totalidad de los países latinoamericanos y que durante tres décadas se convirtió en el motor del crecimiento y desarrollo de estos países.

Marco Antonio Moreno

sábado, 26 de enero de 2008

DAVOS: CERO Y MEDIO

Davos es como el Festival de Cannes o la entrega de los Oscar en Hollywood: mucho glamour y despilfarro pero nada concreto frente a los problemas del mundo. En esta cita anual de los Alpes suizos, al borde de una crisis más seria de lo que se piensa, el director general del Fondo Monetario Internacional (FMI), Dominique Strauss Kahn, pidió a Bush que adopte una "respuesta seria" para enfrentar la fuerte caída del crecimiento, sugiriendo que las medidas adoptadas hasta no han sido suficientes.
En todo caso, el ambiente que reinó este año contrastó con el clima de años anteriores, cuando el fuerte crecimiento, la baja inflación y las grandes ganancias de las empresas dominaban la escena y la champaña corría a raudales. Esta vez, el temor a una recesión en Estados Unidos que arrastraría consigo a la economía mundial, la enorme volatilidad en los mercados financieros y la contracción del crédito han hecho mella en la confianza de la élite económica y política mundial.
Strauss Kahn afirmó que además de estimular el crecimiento a través de la política monetaria, algunos países tienen margen de maniobra para flexibilizar su política fiscal, aunque tengan déficit, y les llamó a actuar. También indicó que la desaceleración económica provocaría en las próximas semanas o meses una caída de la inflación que permitiría a algunos bancos centrales disminuir el costo del crédito para estimular la economía.
Pero el Banco Central Europeo (BCE) resiste las presiones de varios países para bajar sus tasas porque sigue preocupado por el alza de la inflación.
En Davos, que acogió durante cinco días a casi 30 jefes de Estado y más de 110 ministros, así como a cientos de directivos de las empresas más importantes del mundo, la ministra francesa de Economía aprovechó para reclamar por enésima vez al BCE que recorte sus tasas. "Consideremos la política monetaria observando el crecimiento y no sólo la estabilidad de los precios", declaró Christine Lagarde.
El primer ministro japonés, Yasuo Fukuda, que preside este año el club de los siete países más ricos del mundo más Rusia (G8), aprovechó la cita para anunciar que presionará a los mayores emisores de gases con efecto invernadero del mundo para que fijen metas de reducción de sus emisiones durante la cumbre del G8 que tendrá lugar en julio en Japón.
Al margen del Foro, la ronda de Doha recibió un empujón con la decisión de unos 20 países de llegar en abril a un acuerdo para liberalizar el comercio de productos agrícolas e industriales, los dos nudos gordianos que desde hace años trancan las negociaciones, anunció la ministra suiza de Economía, Doris Leuthard.
La cita de Davos fue también aprovechada por el canciller iraní Manuchehr Mottaki para llamar al Consejo de Seguridad de la ONU a "dar muestras de moderación" cuando estudie sanciones más severas contra Teherán esta semana.
El ministro turco de Relaciones Exteriores, Ali Babacan, defendió por su lado el ingreso de Turquía en la Unión Europea ante la crema y nata de la política y la economía mundial y advirtió al bloque del peligro de convertirse en un "club de cristianos" por la ausencia de miembros de la comunidad musulmana.

Y eso fue todo en Davos.

viernes, 25 de enero de 2008

DAVOS: LA BANALIZACIÓN DE LA GLOBALIZACIÓN

Eduardo Gudynas
ALAI AMLATINA

Todos los años, en el mes de enero, se celebra en la localidad suiza de Davos, el Foro Económico Mundial. Sus participantes usuales son políticos de renombre, desde presidentes a primeros ministros, directivos de las grandes corporaciones, y algunos académicos. Es un espacio de celebración y reproducción de la globalización, por lo cual ha recibido fuertes críticas ciudadanas. No podemos olvidar que el Foro Social Mundial se inició como un contrapunto con Davos para demostrar que otro mundo es posible.
Como respuesta a las críticas, los organizadores del foro de Davos intentaron algunos cambios: permitieron abandonar el uso de corbatas, ampliaron los temas abordados, discutiendo cuestiones como el SIDA o el "matrimonio y el sexo", y organizaron talleres en grupos más pequeños. El apogeo de esos cambios ocurrió en 2005, cuando el foro de la elite empresarial y política fue tomado por asalto por las estrellas de la música como Bono y Lionel Richie, y artistas como Angelina Jolie, Richard Gere y Sharon Stone. De esta manera el Foro Económico Mundial cayó en la banalización de apelar a fórmulas mágicas y mediáticas para terminar con la pobreza en el sur.
Muchos recordarán cuando Stone tuvo una repentina revelación en Davos, al sostener que Africa necesitaba ayuda en forma inmediata. De pie en una de las sesiones del foro, se puso a recolectar en ese mismo momento un millón de dólares entre los empresarios que la rodeaban. Por supuesto que todos apoyaron su pedido y prometieron abrir sus billeteras, pero pocos lo hicieron. Tomó casi un año hacer cumplir aquellas promesas, Stone no regresó a Davos, y ese millón de dólares no solucionó los problemas de Africa.
En cambio, el cantante de U2, Bono, asiste regularmente a Davos para presentar distintas recetas de solución a los dramas globales. Su apoyo conceptual está en las ideas del economista Jeffrey Sachs, quien afirma que la solución transita esencialmente por un aumento masivo la ayuda externa hacia los países en desarrollo. Sachs publicó en 2005 su libro "El fin de la pobreza – cómo conseguirlo en nuestro tiempo", prologado por el propio Bono.
Recordemos que Sachs tuvo un célebre papel como asesor económico en Bolivia y en países de Europa del Este, incluyendo Rusia, aplicando terapias de shock, las que terminaron en profundas crisis económicas. Sus recetas para acabar con la pobreza se editaron casi al mismo tiempo del foro de Davos 2005, cuando Bono lanzó su campaña enfocada en Africa, junto a Tony Blair y Bill Gates.
Las posturas de Sachs descansan en una visión reduccionista de la pobreza, muy dependiente del ingreso monetario, fuertemente condicionada por la geografía, y carente de una historia previa que explica la dinámica por la cual unos países se volvieron ricos a costa de la pobreza de otras naciones. Por lo tanto, la receta de Sachs es mantener las relaciones globales actuales pero aumentando la ayuda externa. No se cuestiona la esencia de la globalización, no se pretende reformar el comercio global ni los flujos de capital, y no se apunta a otros estilos de desarrollo.
Son propuestas muy simplistas, pero que se vuelven difíciles de criticar por la presencia de Bono y otros actores, los que revisten esas posturas mercantiles de un glamour contestatario y "cool". Es que, sin duda, Bono es simpático, y nadie quiere cuestionar a un rockero simpático. Pero por ahora la "Bono política" no es suficiente. Son recetas simples que no atacan las raíces de los problemas que generan la pobreza aunque alivian las conciencias de algunos de sus responsables. Es una estrategia que resulta muy cómoda a los empresarios que se reúnen en Davos. Cumple con muchos propósitos, tales como darle un rostro humano al foro y entretener a la prensa en seguir a las estrellas del rock en lugar de cuestionar a los CEOs de las corporaciones. Es una postura basada en el espectáculo; no en vano estos intentos de Bono fueron tema central en un número de la revista Vanity Fair.
También brinda un canal para las donaciones corporativas con lo cual se justifica una estrategia de acción contra la pobreza basada en la caridad. Poco se discute sobre las relaciones de producción y la equidad, sino que se debate sobre el monto de la donación; el énfasis no está en cómo revertir los procesos que originan las desigualdades globales, sino en la competencia de quién será el empresario que alcance la mayor donación. Las posturas del dúo Sachs-Bono se vuelven funcionales a la globalización actual; no ponen en riesgo su estructura y dinámica.
En el campo académico, si bien hay algunas críticas serias a las posturas tipo Sachs-Bono (tanto por derecha como por izquierda), siguen siendo muy pocas. Es que también entre los académicos se observa el embrujo de la banalización. Por ejemplo, el destacado economista, Kenneth Rogoff, docente en la Universidad de Harvard, celebra en las páginas de la revista Times, que Bono llegó al Foro de Davos 2006 con una "idea excelente": una tarjeta de crédito American Express Roja, "donde el 1% de las compras debían ir a un Fondo Global para combatir el SIDA, tuberculosis y malaria". Roggoff agrega: "alguien me mostró un ejemplo de la tarjeta y lucía muy bien (cool)", para enseguida señalar que "las fiestas y cenas en Davos fueron notablemente más ligeras y relajadas", donde la consultora McKinsey logró contar con "la mejor música, como casi siempre ocurre, y me dijeron que la gente se quedó bailando hasta las 3 de la mañana", mientras que en el cocktail de Google "se servía vino y champagne".

Este es el resultado de la "Bono-banalización" de las temáticas globales: asumir que la pobreza se solucionará desde el uso de una tarjeta de crédito mientras se disfruta de una fiesta en Davos. Como evidentemente eso es inefectivo, la presencia de los actores y músicos, parece más cercana a un plan para responder a las críticas y reacciones ciudadanas -- un "plan B" tal como advierte George Caffentzis, que permite acallar las protestas populares para mantener la columna vertebral de la economía global. Se mezcla a Bono con Bill Gates, Angela Merkel con Lula da Silva, y así se viste a la globalización con nuevas prendas.
El verdadero papel de Davos está en promover los mercados globales y liberalizar el comercio internacional. Sus raíces son evidentes en este año, ya que se retoman los temas clásicos, y se enfocará el "poder de la innovación colaborativa" a partir de cinco pilares: empresarial, economía y finanzas, geopolítica, ciencia y tecnología, y valores y sociedad. Para precisar aún más esa perspectiva es conveniente anotar que los coordinadores del encuentro 2008 son el ex-premier británico Tony Blair, los presidentes de Pepsico, Chevron, de los bancos J.P. Morgan e ICICI de la India, el presidente de la empresa China Mobile Communications, y Henry Kissinger.
El Foro de Davos no incide en la raíz de los problemas globales, y por el contrario reproduce las condiciones que generan la desigualdad y la pobreza. Decir que el hambre es un problema, y además un drama a escala global no es suficiente. Intentar resolver esto con una tarjeta de crédito es ridículo. Es necesario dar los pasos hacia soluciones concretas, muchas de las cuales serán dolorosas para los países industrializados, y en ese esfuerzo no hay nada para festejar y hay mucho para cambiar.

- E. Gudynas es investigador en D3E (Desarrollo, Economía, Ecología, Equidad – América Latina), en Montevideo (Uruguay).

jueves, 17 de enero de 2008

PIDEN RENUNCIA DE BUSH Y CHENEY

George McGovern, senador demócrata y excandidato a la presidencia de los EE.UU. señala que el gobierno de Bush "debe ser sometido a juicio político por los crímenes que ha cometido y porque le ha mentido al país y al mundo entero una y otra vez"


Mis razones por las que Bush debe renunciar

George McGovern.
The Washington Post.

En este octavo año del Gobierno de Bush-Cheney he llegado a la penosa conclusión de que el único camino honroso que debo asumir es el de instar a que tanto el presidente como su vicepresidente se sometan a juicio político.
Después de los comicios presidenciales de 1972, me mantuve al margen de los llamados a favor de que el Presidente Richard Nixon se sometiera a un juicio político por su mala conducta durante la campaña. Me pareció que si me sumaba a las voces que pedían ese proceso, ello se vería como una expresión de venganza personal contra el presidente que me había derrotado.
Hoy adopto una posición diferente.
Desde luego, no parece que haya mucho respaldo bipartidista para ese juicio polít
ico.
La palestra política se caracteriza por un partidismo estrecho y superficial, en especial entre los republicanos, así como por una falta de coraje y de integridad entre los políticos demócratas. Por tanto, las probabilidades de que se celebre un juicio político apoyado por ambos partidos y que de éste se derive en una condena, no son promisorias. Aùn así ¿cuáles son los hechos?

A todas luces, Bush y Cheney son culpables de numerosos delitos impugnables.
En repetidas ocasiones han violado la Carta Magna y han transgredido el derecho nacional y el internacional. Le han mentido al pueblo estadounidense una y otra vez. Sus conductas y sus políticas bárbaras han empañado la imagen de nuestro entrañable país ante los ojos del mundo en una situación sin paralelos en nuestra historia. Son estos verdaderos “crímenes y fechorías de marca mayor”, según la norma constitucional.
Desde el principio, la toma del poder por parte del equipo de Bush y Cheney fue el resultado de elecciones en tela de juicio, las cuales quizá debieron haberse emplazado oficialmente, y tal vez debieron haber sido objeto de incluso una investigación solicitada por el Congreso.

Durante el régimen de Bush-Cheney, los fundamentos de la democracia estadounidense se han socavado. El compromiso que ha dominado a este gobierno ha sido el de la guerra asesina, ilegal e insensata contra el Iraq. Esa empresa irresponsable ha provocado la muerte de casi 4.000 estadounidenses, ha mutilado física o mentalmente a compatriotas cuyo número supera con creces a esa cifra, ha segado la vida a unos 600.000 iraquíes y ha arrasado a ese país.
El costo económico para los Estados Unidos asciende hoy día a 250 millones de dólares diarios y ese costo debe superar un millón de millones de dólares, gr
an parte de los cuales los hemos obtenido endeudándonos con China y otras naciones, y ahora nuestra deuda nacional alcanza los nueve millones de millones de dólares, la más abultada de nuestra historia.
Todo lo anterior ha ocurrido en ausencia de una guerra declarada por el Congreso, tal como la Constitución lo exige en términos claros, en desafío a la Carta de las Naciones
Unidas y en violación del derecho internacional. Esta indiferencia temeraria hacia la vida y hacia los bienes materiales, así como hacia el derecho constitucional, se ha visto acompañada por el maltrato de prisioneros, incluida la tortura sistemática, lo cual infringe de manera directa los Convenios de Ginebra de 1949.
No he participado activamente en las alabanzas al Gobierno de Nixon. Sin embargo, los argumentos a favor de impugnar a Bush y a Cheney son mucho más sólidos que los aplicables a Nixon y a su vicepresidente Spiro T. Agnew después de los comicios de 1972. La nación estaría mucho más protegida y sería más productiva con la presidencia de Nixon que con la de Bush. De hecho, ¿habrá existido en nuestra historia nacional un gobierno que haya provocado más daños que el de Bush-Cheney?
¿Cómo pudo una gran nación, otrora digna de admiración, caer en este lodazal de asesinatos, inmoralidades y anarquía?
Ello obedeció en parte a que el equipo de Bush-Cheney, en repetidas ocasiones, engañó al Congreso, a la prensa y a la población, a quienes hizo creer que Saddam Hussein poseía armamento nuclear y otros aterradores medios prohibidos, los cuales representaban una “amenaza inminente” para los Estados Unidos. El Gobierno también logró que la población creyera que el Iraq había tenido que ver con los actos del 11 de septiembre: otra fragrante mentira. En los últimos años, en muchas ocasiones recuerdo la máxima sentenciada por Jefferson: “De hecho tiemblo por mi país cuando pienso que Dios es justo”.

La estrategia del Gobierno se ha basado en estimular un clima de miedo y en explotar los ataques de Al-Qaeda en 2001, no sólo como justificación para invadir el Irak, sino también como excusa para comportamientos peligrosos tales como la intervención ilegal de nuestras conversaciones telefónicas realizadas por agentes gubernamentales. Ese mismo miedo azuzado ha llevado a voceros gubernamentales y a periodistas serviles a dejar entrever que estamos en guerra contra todo el mundo árabe y musulmán compuesto por más de mil millones de habitantes.
Otra espantosa farsa ha sido el envío de prisioneros recogidos en las calles de Afganistán a la Bahía de Guantánamo en Cuba y a otros países, sin darles el beneficio de presentarse ante un tribunal, tal como se prevé en nuestras leyes desde hace mucho tiempo.
Aunque en agosto pasado conoció a través de los órganos de inteligencia que el Irán no tenía programa alguno para concebir armas nucleares, el Presidente siguió mintiendo a nuestro país y al mundo. Se trata de la misma estrategia de engaño que nos llevó a la guerra en el Desierto Arábigo y que pudiera conducirnos a una invasión injustificada en Irán. A partir de mi conocimiento profesional y mi experiencia, puedo afirmar que si Bush invade a otro estado petrolero musulmán, ello pondrá fin a la influencia estadounidense en la decisiva región del Oriente Medio, y esa influencia no se recuperará en decenios.
Resulta irónico: mientras Bush y Cheney convertían la lucha contra el terrorismo en su grito de guerra, sus políticas, en especial la contienda en el Irak, han empeorado la amenaza terrorista y han reducido la protección de los Estados Unidos. Pensemos en la diferencia entre las políticas del Presidente Bush padre y las de su hijo. Cuando el ejército iraquí invadió Kuwait en agosto de 1990, el Presidente George H.W. Bush aunó el apoyo de todo el mundo, incluidas las Naciones Unidas, la Unión Europea y casi toda la Liga Árabe, y con ello expulsó de Kuwait a las fuerzas iraquíes rápidamente. Los sauditas y los japoneses asumieron gran parte de los gastos. En lugar de empantanarse en una costosa ocupación, el Gobierno formuló una política de contención contra el régimen del Partido Baath, sustentada en inspectores internacionales de armamentos, zonas de prohibición de vuelos y sanciones económicas. El Iraq se mantuvo como un país estable sin capacidad alguna para amenazar a otros.

Hoy día, después de cinco años de políticas torpes y erradas y de una ocupación militar estadounidense, el Irak se ha convertido en cardo de cultivo para el terrorismo y se ha sumido en un sangriento conflicto civil. Para nadie es secreto que el ex presidente Bush, su canciller James A. Baker III, y su asesor para la seguridad nacional, el general Brent Scowcroft, se opusieron a la invasión y ocupación del Iraq en 2003.
Al espantoso desdén presidencial hacia la responsabilidad legal y moral se suma la escandalosa indiferencia y la respuesta ineficaz ante la catástrofe provocada por el Huracán Katrina. Jack Cafferty, veterano comentarista de CNN resumió los hechos en la frase siguiente: “Jamás había visto una situación que se manejara con tanta incompetencia como la de Nueva Orleans. Cualquier juicio político debe comprender una investigación detallada y crítica del derrumbe del presidente como líder a raíz de tal vez el peor desastre natural de la historia de los Estados Unidos".
Desde luego, es poco probable que se entable un juicio político. Sin embargo, debemos instar a que el Congreso actúe. En términos sencillos, el juicio político es un procedimiento consagrado en la Constitución para encausar a los presidentes que violen la Constitución y las leyes de la tierra.
El juicio político sirve también para comunicar a los estadounidenses y al mundo que entre nosotros hay quienes nos preocupamos bastante por la actual marcha a la deriva de nuestro país y apoyamos la impugnación de los falsos profetas que nos han conducido sin rumbo. En mi opinión, esa es la posición decorosa de todo patriota estadounidense.

Hace dos años, la ex congresista Elizabeth Holtzman, quien desempeñó un papel protagónico en el juicio político contra Nixon, escribió: "no fue hasta que se conoció hace poco que el Presidente Bush había ordenado la intervención telefónica de cientos, probablemente miles, de estadounidenses en violación de la Ley sobre la Vigilancia Extranjera, y que arguyó para ello que en su condición de Comandante en Jefe tenía el derecho de desconocer las leyes de nuestro país para satisfacer los intereses de la seguridad nacional, que volví a sentir el mismo salto en el estómago que tuve durante Watergate…El presidente, cualquier presidente que se crea por encima de la ley y la viole en repetidas ocasiones, comete crímenes y fechorías de marca mayor”.
Creo que hay probabilidades para sanar las heridas sufridas por esta nación en el primer decenio del siglo XXI. La recuperación podrá demorar una generación y dependerá de que se elijan presidentes y congresos sensatos. Tengo 85 años, por lo que no seré testigo del difícil proceso de reconstrucción de nuestro país tan lacerado, pero quisiera vivir lo suficiente para ver el inicio del proceso de sanar.
En mi vida adulta, jamás ha habido un día en el que no haya estado dispuesto a sacrificar mi existencia para salvar a los Estados Unidos de peligros reales, como los que nos asecharon cuando participé en la Segunda Guerra Mundial como piloto de bombarderos. Debemos ser una gran nación, porque de vez en cuando cometemos errores gigantescos, pero hasta ahora, hemos logrado sobrevivir y recuperarnos.

Ver texto completo en The Washington Post

miércoles, 14 de noviembre de 2007

Entrevista: Eric Hobswaum Historiador


"En el XIX, Marx ya vaticinó la globalización"


Eric Hobsbawm tiene 90 años y es un referente indiscutible en el mundo de los historiadores. Autor de Historia del siglo XX. 1914-1991, Guerra y paz en el siglo XXI y su autobiografía Años interesantes, entre otros muchos títulos, defiende el poder de las ideas de Marx para analizar lo que ocurre en el mundo actual. Ayer, junto a Donald Sassoon y Josep Fontana, participó en un ciclo sobre Europa que organiza el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona. Así que pidió no hablar del Viejo Continente, pero trató de otras múltiples cuestiones.- Weimar y Hitler. "Era inevitable politizarse en aquellos días. Vivía entonces en Alemania, y no podía ser socialdemócrata (eran muy moderados), ni nacionalista (era inglés y judío), ni me interesaba el sionismo. Así que me alisté en una asociación juvenil que, aunque se llamara socialista, estaba marcada por los comunistas. Asistí al colapso de la República de Weimar y participé activamente (lo que suponía correr muchos riesgos) en las elecciones de 1933 que ganó Hitler. Fue entonces cuando salí a Inglaterra y empecé a estudiar en Cambridge".- Treinta años de guerra. "Con la guerra de 1914 terminó el mundo de la gran cultura burguesa. Vinieron después más de treinta años de guerras, revoluciones, inestabilidad y crisis, una época catastrófica. Cuando terminó la II Guerra Mundial entramos en una aceleración de la economía, la sociedad y la cultura que no ha cesado. No fue un salto, fue un crecimiento continuado. Internet lo ha transformado todo, y sólo tiene 15 años".- El poder del marxismo. "Los marxistas creían que la clase obrera iba a crecer, cuando lo que ha pasado es que ha decrecido y que países como Estados Unidos o Inglaterra incluso se están desindustrializando. La lucha política basada en la lucha de las clases ya no es muy efectiva. Pero Marx sobrevive en su concepción materialista de la historia y en su análisis del capitalismo. En el siglo XIX ya vaticinó la globalización, y cuando se celebraba el 150 aniversario del Manifiesto Comunista, las crisis económicas del sureste asiático y de Rusia en 1997 y 1998 confirmaban sus predicciones. El poder del marxismo sigue intacto. No así muchas ideas políticas de Marx que obedecían, más que al análisis, a sueños de igualdad".- La revolución rusa. "El socialismo triunfó en países atrasados y su obsesión fue modernizarlos. En la Unión Soviética la idea era desencadenar una rápida industrialización, y si para hacerlo era necesario recurrir a procedimientos autoritarios, pues adelante. No quiero justificar los campos de trabajos forzados, que son injustificables, pero los logros fueron extraordinarios. Durante la II Guerra Mundial, la Unión Soviética no sucumbió, sino que derrotó al enemigo más poderoso: el ejército alemán. No lo hizo movilizando a las masas. Lo consiguió porque era un país industrializado con notables avances tecnológicos y con gente preparada. El modelo para conseguir una industrialización tan rápida fue el de la economía de guerra. El precio fue no lograr que la economía tuviera una dinámica propia".- Putin y los gánsteres. "No se comprende sin la crisis de 1991. Entonces se vio claro que el afán de hacer de Rusia un Estado capitalista a toda velocidad era incluso más difícil que industrializar un país atrasado. Fue tal el cataclismo que Putin por lo menos ha conseguido que el Estado funcione. Si la economía cayó en manos de los gánsteres, lo que ha conseguido es que éstos obedezcan al Estado".- Los fundamentalismos. "Afecta a todas las religiones. En el caso islámico, la revolución que triunfó en Irán tenía una fuerte voluntad de consolidar un Estado, centralizarlo y modernizarlo. Los fundamentalistas judíos son desde 1967 los más acérrimos defensores de Israel y reclaman sus ambiciones imperialistas. Y no hay que olvidar el giro fundamentalista de los católicos con los últimos papas y de las comunidades protestantes en Estados Unidos".- El terrorismo islamista. "Su poder militar es mínimo. El atentado en Nueva York no llegó a desestabilizar la ciudad salvo durante unas horas. Hay que subrayar que hay lugares (Afganistán, Pakistán, el Oriente Medio) donde los grupos terroristas juegan políticamente un papel importante, y no se los puede despreciar. Otra cosa es el terrorismo islamista en nuestros países. Responde a una reacción antiimperialista, y no quieren que en sus países se imponga el capitalismo occidental. En Inglaterra, los terroristas reaccionan también contra la religión heredada de sus padres, más moderada. Suelen pertenecer a las élites, y su educación es superior a la media de sus países.

José Andrés Rojo
El Pais, España
Noviembre 2007

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