lunes, 28 de enero de 2008

LOS ORÍGENES DEL IMPERIO

Tras la Primera Guerra Mundial, Estados Unidos emergió como la gran potencia beneficiada en gran parte por un conflicto bélico fuera de sus fronteras y que en nada afectó su plataforma industrial. Con fuertes lazos de intercambio con Europa, Asia y su patio trasero, EE.UU no tardó en convertirse en la mayor potencia productora y en la abastecedora de bienes a todo el mundo. La lenta recuperación de Gran Bretaña lastimó a las economías exportadoras latinoamericanas que realizaban constante intercambio comercial desde mediados del siglo XIX. Es interesante constatar el nivel de desarrollo que alcanzó Valparaíso a fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX producto del gran intercambio comercial con Inglaterra.

Toda Latinoamérica se vio afectada con la Primera Guerra. Los países no pudieron competir frente a los productos estadounidenses y tampoco pudieron enfrentar las nuevas restricciones comerciales y las imposiciones de EE.UU. que por los favores de guerra logró una posición privilegiada en el mercado. La crisis de entreguerras provocó la desaparición del comercio internacional que había sido distintivo del antiguo orden.
Esta posición comercial privilegiada de los EE.UU. le permitió generar un excedente creciente en su balanza de pagos, que comenzó a reflejarse en su nuevo papel como exportador de capitales. En muy pocos años, Nueva York sustituyó a Londres (la centenaria City de las finanzas) como principal centro financiero internacional. El flujo de capitales hacia los países latinoamericanos se incrementó rápidamente. La proporción accionaría controlada por los inversionistas de EE.UU. aumentó en proporción a la de los europeos y significó una considerable pérdida del control nacional sobre los recursos naturales y el sector exportador de muchos países de América Latina.

Después de la firma del Tratado de Versalles se restauró el patrón oro y éste quedó reestablecido en los países industriales. El mecanismo había sido diseñado para producir un ajuste automático a los problemas de balanza de pagos de los países que tuvieran un déficit como resultado de una excesiva creación de crédito o endeudamiento. Este déficit se compensaba entregando oro y reduciendo el circulante y los precios internos, con lo cual aumentaban las exportaciones y disminuían las importaciones, lo que generaba un nuevo equilibrio en la balanza de pagos, esta vez superavitario. No obstante, dicho mecanismo de ajuste no resultó aceptable para los países latinoamericanos que lo adoptaron, pues sus problemas de balanza de pagos no siempre se debían a un desorden financiero interno, sino a la inestabilidad de los mercados mundiales de productos primarios, ya que el valor de las exportaciones se veía sometido a enormes fluctuaciones de acuerdo con el nivel de precios del mercado mundial. Así, cualquier corrección en la balanza de pagos tenía que hacerse casi siempre reduciendo las importaciones, con efectos nocivos sobre el nivel de la actividad económica real de los países exportadores, en este caso los llamados "del Tercer Mundo".

El modelo de crecimiento hacia fuera que movía a las economías latinoamericanas desde mediados del siglo XIX las hacía muy dependientes de los vaivenes de la economía mundial y las exponía a las condiciones que surgieran en los mercados internacionales de productos primarios. Así, durante la crisis de 1920-1921 y la Gran Depresión de 1929 la caída en el ingreso y el consumo de los países industrializados se tradujo en la caída de los precios de los productos primarios en el mercado internacional. Ello provocó la reducción del valor unitario de las exportaciones afectando de manera grave a los países exportadores. Es a partir de entonces cuando se empieza a estimular la producción interna para reducir las importaciones, como única alternativa para compensar el desequilibrio de la balanza comercial.
En Chile, país que se ve fuertemente afectado por estas volatilidades externas, más aún cuando el principal producto exportador es el cobre, que no se encuentra precisamente en manos del estado, se crea la CORFO, en 1939, por el presidente Pedro Aguirre Cerda, para desarrollar un proceso de industrialización interna denominado ISI (industrialización vía sustitución de Importaciones), proceso que se replicó en casi la totalidad de los países latinoamericanos y que durante tres décadas se convirtió en el motor del crecimiento y desarrollo de estos países.

Marco Antonio Moreno

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