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miércoles, 23 de diciembre de 2015

¿Son gratis las mejores cosas de la vida?

Yanis Varoufakis, Sin Permiso

Varoufakis contesta a la pregunta planteada por el diario The New York Times

Lo mejor de la vida, la felicidad, sólo puede ser un subproducto de algo que es auténticamente bueno (a saber, una buena acción, una noche de sueño reparador, el amor) y está ausente de cualquier mercado. Las cosas que vienen en segundo lugar como mejores, hacia las que nos volvemos por impotencia o desesperación, son caras porque ningún precio puede aproximarse al valor de las mejores cosas.

Tratar de substituir la auténtica felicidad con algún objeto o servicio adquiridos es el equivalente de substituir el sopor provocado por una píldora para dormir con una noche de sueño reparador. En el siglo XIX, algunas revistas norteamericanas publicaban esta definición: “La felicidad es como una mariposa, que siempre parece más allá de nuestra alcance cuando se la persigue; pero que, cuando nos sentamos tranquilamente, puede posarse sobre nosotros”. ¡Abandonar esta búsqueda materialista no cuesta nada en absoluto!

Si se condena la búsqueda de la felicidad como contraproducente, ¿cuál debería ser nuestra guía? El optimista que hay dentro de mí cree que hay algo innato en los seres humanos que, como el mecanismo que da pie a que los girasoles sigan al sol a lo largo del cielo, puede ayudar a desatar nuestro lado creativo. Porque sí. Con la felicidad como subproducto no buscado, la mariposa que se nos posa suavemente en el hombro.

Ay, las sirenas del diario esfuerzo pueden distraernos y convertirnos en consumidores a los que les gusta lo que compran, compran lo que creen que les gusta y acaban aburridos e insatisfechos, permanentemente incapaces a la hora de concretar la naturaleza de su descontento y confirmación viviente de lo razonado por Mark Twain acerca de la “multiplicación sin límite de innecesarias necesidades”.

Por otro lado, Dorothy Parker dijo que deberíamos “cuidarnos de los lujos y las necesidades se cuidarán por si solas”. Por supuesto, las necesidades se cuidan de sí mismas sólo para aquella gente que pertenece al minúsculo segmento de la sociedad en el que se reproduce el privilegio. Una sociedad civilizada le proporciona a todo el mundo condiciones que otorguen libertad vigorosa y creativamente para buscar sus propias metas. Pero para que esto suceda, cada uno ha de tener libertad frente al miedo, el hambre y la explotación, así como disponer, de acuerdo con Virginia Woolf, de “una habitación propia”.

lunes, 10 de febrero de 2014

Le Economía Política de la Felicidad

Vicenç Navarro, Sistema Digital

Uno de los libros que está causando más interés en muchos círculos anglosajonas es el escrito por el profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Notre Dame en EEUU, Benjamin Radcliff, titulado The Political Economy of Human Happiness. Le aconsejo al lector que lo lea. Le aportará datos que puede utilizar para desmontar el aparato ideológico de sensibilidad neoliberal que, sorprendentemente, todavía domina la mayoría de páginas económicas de los mayores medios de información y persuasión de nuestro país. Y digo sorprendentemente porque uno esperaría que, considerando el enorme fracaso que han tenido las políticas promovidas por el pensamiento neoliberal, este dogma y doctrina habría perdido visibilidad mediática, como consecuencia de su falta de credibilidad científica. Pero no es así. Y día tras día este mensaje neoliberal continúa promoviéndose. Y uno de los elementos de este mensaje es que a menos gasto público o a menor intervención del Estado, mayor es la eficiencia económica y mayor es el bienestar y también la felicidad de la población.

lunes, 23 de septiembre de 2013

Economía y políticas sociales, ¿cuánto necesitamos para ser felices?

Desde que en 1972 el rey Jigme Singye de Bután propuso abandonar el PIB (Producto Interno Bruto) como medida de progreso del país, y cambiarlo por el FIB (Felicidad Interna Bruta), numerosos economistas y sicólogos han dado vueltas a este tema que ya pensó Aristóteles en los fundamentos de la civilización humana. En abril del año pasado, al cumplirse 40 años de la idea de Singye, y en medio del turbulento ambiente económico provocado por la crisis, las Naciones Unidas organizaron una cumbre de alto nivel apoyada por 70 países para consensuar ideas en torno a lo que puede ser un necesario nuevo paradigma económico basado en la sostenibilidad y centrado en el bienestar humano. Este enfoque no apunta al crecimiento del producto interno bruto, sino a las ganancias sociales de la Felicidad Interna Bruta. Es decir, abre una oportunidad única para reorientar el camino de la economía en función del desarrollo humano en un mundo que compartimos.
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Lea el artículo en El Blog Salmón

domingo, 30 de octubre de 2011

La economía de la plenitud: trabajar menos, disfrutar más y cuidar al planeta



Estamos viviendo un profundo proceso de cambio social que no sólo se grafica en las protestas masivas por todo el mundo, el aumento del desempleo y la insatisfacciòn, sino también en el deterioro de la calidad de vida.
Sin embargo, sólo de nosotros depende aligerar la carga de obligaciones para animarnos a disfrutar más de la vida, la naturaleza, la familia y los amigos. Este clip de 5 minutos nos da pistas sobre ese camino.

domingo, 4 de septiembre de 2011

La economía de la felicidad

Jeffrey Sachs, El País

Vivimos en una época de vértigo. A pesar de la riqueza total sin precedentes del mundo, existe una gran inseguridad, un gran malestar y una gran insatisfacción. En EE UU, una amplia mayoría de los ciudadanos creen que el país está "en el camino equivocado". El pesimismo se ha disparado. Lo mismo es válido en muchos otros lugares.

Frente a este contexto, ha llegado la hora de volver a considerar los motivos básicos de la felicidad en nuestra vida económica. La búsqueda implacable de mayores ingresos está conduciendo a una desigualdad y a una ansiedad sin precedentes, y no a una mayor felicidad y satisfacción en la vida. El progreso económico es importante y puede mejorar marcadamente la calidad de vida, pero solo si es un objetivo que se persigue junto con otros.

martes, 5 de octubre de 2010

Manuel Castells y la Economía de la Felicidad

Manuel Castells, Artículos Claves

Cuando hace dos meses Ben Bernanke, el presidente del Sistema de Reserva Federal de Estados Unidos, clausuró el curso de la Universidad de Carolina del Sur, eligió hablar sobre la economía de la felicidad. Podría parecer una frivolidad cuando aún atravesamos la crisis económica más profunda desde hace medio siglo. En realidad, se situaba en una corriente creciente de académicos, políticos y empresarios que están tomando en serio lo que las encuestas muestran sistemáticamente: a la gente lo que le importa es ser feliz, aunque luego cada uno lo entienda a su manera.

Ni el dinero hace la felicidad ni tampoco la compra.
Hasta el punto de que hace un año Sarkozy reunió una comisión liderada por premios Nobel para proponer la creación de un índice de desarrollo basado en el concepto de felicidad. De hecho, con 37 años de retraso con respecto al primer país que decidió cambiar su medida del progreso sustituyendo el cálculo del producto nacional bruto por el índice de felicidad nacional bruta: Bután (si le falla la geo-historia, mírelo en Wikipedia). Propuesto en 1972 por el rey Jigme Singye Wangchuk, se convirtió en el parámetro de desarrollo multidimensional del país, sobre la base de combinar cuatro objetivos fundamentales:

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