Emir Sader, La Jornada
Los seis nuevos ministros del gobierno de Jair Bolsonaro finalmente asumieron. En ceremonias cerradas, sin medios y sin mayor participación de personas del gobierno. Un caso llamó la atención: la presencia de un presidente de un partido del Centrao (gran centro), que responde por graves procesos por corrupción. Pero el gobierno corrigió el desliz: le sacó de la foto oficial, al estilo estalinista.
El cambio políticamente más importante fue la salida del exótico ahora ex ministro de Relaciones Exteriores Ernesto Araujo. Mientras el gobierno le busca un cargo –con la dificultad de que una embajada supondría el apoyo del Senado, que él difícilmente obtendría–, se hizo un discurso que, en las palabras, por lo menos, representaría un importante cambio en la política exterior brasileña.
El nuevo canciller de Brasil, Carlos Alberto Franco França, nunca había dirigido una embajada, ha trabajado siempre en el sector ceremonial del Itamaraty –incluso en el gobierno de Dilma Rousseff–, estando recientemente en la embajada brasileña en Bolivia. Su lenguaje ha causado gran impacto, por las diferencias con el discurso terraplanista del ex canciller.
França identificó tres prioridades para su gestión: pandemia, economía y medio ambiente.
Ha definido su mandato como un compromiso con la diplomacia de la salud, para buscar vacunas disponibles. Se comprometió a que Brasil participará de la cooperación internacional, al contrario de Araujo, quien se enorgullecía del aislamiento de Brasil en el mundo, llegando a hacer la apología de su situación de paria internacional.
Brasil tendría que preocuparse de la urgencia climática, teniendo que estar a la vanguardia del desarrollo sostenible. Es esa línea de continuidad que nos cabe actualizar a cada generación, precisó sobre los cambios en la política exterior del país.
Reconoció la importancia de los foros internacionales: El consenso multilateral bien trabajado es expresión también de la soberanía nacional. Habló incluso de apostar por el diálogo como método diplomático.
Argentina fue el único país mencionado en el discurso de toma de posesión del nuevo canciller brasileño: Los acuerdos nucleares de Brasil con Argentina, por ejemplo, que ya tienen más de tres décadas, son símbolo del predominio de la cooperación sobre la rivalidad.
El discurso fue considerado una pieza muy hábil de diplomacia, muy cerca del estilo pragmático del Itamaraty y que responde a las presiones del gobierno de Joe Biden. A ver si los actos se corresponden con las palabras del nuevo canciller. En el gobierno debe tener conflictos con el ministro de Medio Ambiente, Ricardo Salles, de los pocos remanentes del ala considerada ideológica dentro del gobierno.
En caso de implementar realmente lo que está contenido en su discurso de asunción, sería el principal cambio en las políticas del gobierno de Bolsonaro hasta aqui. Fue muy bien recibido en el Congreso, por lo empresarios y hasta en sectores de la oposición.
Poco puede cambiar en Brazil por dos razones:
ResponderBorrar— Lo que popularmente se llama “fogón” que es la alimentación que no tiene el pueblo brasileño y el simple olor a virus los puede matar.
— Y lo anterior obedece a razones económicas del pais y nadie cree eso pueda cambiar en Brazil.
Menos ahora cuando las elites tratan de robar lo mas que pueden para huir a las grandes capitales del norte con sus bancos y sobre todo con sus grandes ejércitos para que defiendan lo que han robado.