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lunes, 18 de noviembre de 2024

Ensayo sobre la subjetividad política del capital

El carácter fetichista del capital es un tema ampliamente abordado por Marx y los marxistas. Pero, ¿qué sucede con los sujetos que realizan las funciones políticas, estatales, hegemónicas del Estado bajo el imperio del capital? ¿Produce el carácter alienante, fetichizante y despersonalizador del capital una forma particular de subjetividad política?

Manuel Samaja, Jacobin
«El capitalista mismo solo es una potencia en cuanto personificación del capital»
Karl Marx, Teorías sobre la plusvalía
Aquí presentaremos brevemente algunas ideas relativas a lo que podría denominarse una teoría sobre la subjetividad del capital y, especialmente, sobre la subjetividad política del capital. Conviene dejar sentado desde el comienzo que lo que sigue abreva fundamentalmente en la concepción del último Lukács —expuesta en su gran tratado Sobre la ontología del ser social— así como en múltiples ideas de István Mészáros y de Évald Iliénkov. El texto que presentamos aquí, pues, constituye una apretada síntesis de un estudio y reflexión actualmente en pleno desarrollo.

¿Subjetividad del capital?


Hablar sobre la «subjetividad del capital» probablemente produzca ciertas precauciones y hasta escepticismo, cuando no un directo rechazo. Después de todo, el capital no es un demiurgo ni un sujeto autónomo sino una relación social, un modo de la producción social, una forma de organizar la producción, la distribución, el cambio y el consumo.

Sin embargo, como decía Marx, el capital —el valor en proceso de valorización— no es una relación social sin más sino, más bien, una relación social que se presenta en la forma de una cosa. O, mejor, el capital es una relación social que se presenta en la forma de una serie de cosas, una relación social que debe metamorfosearse y «enmascararse» de múltiples «cosas»: dinero, mercancías (fuerza de trabajo, medios de producción), proceso de producción, mercancías preñadas de plusvalor, nuevamente dinero, etcétera. Cabe señalar que estas «cosas» en las que se encarna el proceso de valorización no son meras «cosas» sino —según expresión de Marx— objetos «físicamente metafísicos», relaciones sociales cosificadas.

martes, 18 de mayo de 2021

Lenguaje e ideología en Economía Política

Definir como emergentes a los países supone reducirlos a captores de capitales en busca de rentabilidad. Es un endulzante, no solo del lenguaje; sino una licuación de una caracterización histórica para superar la dependencia y el capitalismo.

Julio C. Gambina, Alainet

Es normal que el lenguaje vaya cambiando, incluso que a ciertos procesos se los vuelva a nominar, según la hegemonía o el interés de cada momento. De hecho, la disciplina científica, surgió como Economía Política para luego mutar con la eliminación del apellido, más cercana a definir una técnica de negocios que una ciencia social.

Allá por los 50/70 del siglo pasado se instaló un debate en torno a la categoría asignada a los países que no definían el rumbo del orden económico. Se discutía el "desarrollo", más precisamente el "desarrollo capitalista", en confrontación con las nuevas expectativas inspiradas en la revolución rusa y el surgimiento del bloque socialista luego de 1945.

En el fondo, luego de la segunda guerra y hacia mitad del siglo, instalada la bipolaridad del sistema mundial, aparecerá una caracterización que situaba a los países dentro de un mundo o de otro, incluso en una tercera posición, que se orientaba hacia el primero o el segundo mundo. Hoy perdió sentido la nominación por el "tercer mundo".

miércoles, 20 de septiembre de 2017

El 150 aniversario de la publicación de El capital


Nick Beams, wsws

El 14 de septiembre fue el 150 aniversario del primer volumen de El capital. La obra de Karl Marx marcó un punto de inflexión en el desarrollo intelectual e histórico de la humanidad. Su publicación reveló las leyes de la dinámica de la sociedad capitalista y, lo más importante, transformó la lucha por un mundo libre de explotación y por el establecimiento de una libertad humana verdadera —la lucha por el socialismo— de un asunto de esperanza y anhelo a una cuestión de ciencia.

El 16 de agosto de 1867, a las dos de la mañana, después de haber revisado las últimas pruebas de imprenta, Marx le escribió a su amigo y colaborador de toda la vida, Frederick Engels, “Entonces, este volumen está terminado. Te lo debo sólo a ti. Sin tu autosacrificio por mí, no habría sido posible lograr el inmenso trabajo que demandaba…”.

Recapitulando el enorme logro que significó este trabajo, Engels explicó en la sepultura de Marx unos dieciséis años después que, al igual que Darwin descubrió la ley del desarrollo de la naturaleza orgánica, Marx había descubierto la ley del desarrollo de la sociedad humana y la historia.

Antes de Marx, el estudio de estas cuestiones era dominio del misticismo religioso o de preceptos e ideologías moralistas. Marx estableció que la sociedad humana no podía explicarse a partir de sus concepciones ideológicas —sea el arte, la política, la filosofía, el espíritu de la época, etcétera—, sino de su desarrollo económico, desde el cual brotan sus instituciones y concepciones ideológicas.

viernes, 2 de octubre de 2015

Una economía política de la ciencia y la tecnología

Theotonio Dos Santos, Alainet.org

Dada la cantidad de investigaciones realizadas sobre la globalización y las cuestiones relativas al desarrollo global y al nuevo sistema-mundo, un nuevo esfuerzo de investigación en el Sur, vinculado a la formación de cuadros políticos, gestores y diseñadores de políticas públicas, académicos e investigadores, no sólo es necesario sino urgente. Se trata de crear una profunda conexión entre enseñanza e investigación, para generar un espacio de reflexión colectiva y de producción de conocimiento.

Los países en desarrollo de África, Asia y América Latina tienen que fortalecer la capacidad de sus propios sistemas de investigación e instituciones académicas a fin de: establecer bases conceptuales que permitan una comprensión más profunda del actual proceso de globalización; analizar su situación, diagnosticar sus problemas; determinar sus objetivos nacionales, regionales y locales; diseñar políticas de desarrollo sustentable para superar los graves límites estructurales del proceso de globalización; controlar la conformación de megalópolis desarticuladas e irracionales en sus territorios y, por último, ponerlas en un grado de civilización compatible con las potencialidades de la revolución científica y tecnológica en curso y poder establecer patrones de riqueza y poder democratizadoras.

lunes, 25 de mayo de 2015

Emir Sader: La izquierda en siglo XXI

A lo largo de muchos años, la izquierda –en sus múltiples variantes– resistió a la avalancha aparentemente imparable del neoliberalismo. Defendió los derechos de las personas, denunció su expropiación por los gobiernos y movilizó a los afectados. Cumplió, a fin de cuentas, con el rol histórico de la resistencia popular como función clásica de la izquierda.

Hasta que los fracasos del modelo económico neoliberal situó a la izquierda ante el dilema de atreverse a ganar o tener miedo a hacerlo. El rol de la izquierda testimonial es más cómodo: garante de los argumentos y de la coherencia, se duerme en los laureles. Se pierde, pero se mantiene en las posiciones históricas de la izquierda. Otra vez será. O nunca.

lunes, 6 de septiembre de 2010

El fracaso de la Política Monetaria


Las malas noticias que vive la economía tienen un claro protagonista central: las sesgadas políticas de los bancos centrales, que no sólo fueron incapaces de advertir la peligrosa crisis que se cocinaba en sus propias entrañas, sino que siempre aplicaron las recetas equivocadas. Como lo mencioné en Quien ganó con el control de la inflación, los bancos centrales le hicieron el peor favor al empleo al propagar la doctrina monetarista que destruía el empleo. Revertir aquella masiva destrucción de empleo no es tarea fácil. Y se hace aún más dificil cuando las empresas postergan sus proyectos de inversión ante el claro estancamiento global.

En estos tres años de crisis ha quedado en claro que la política monetaria no tiene ninguna herramienta real para superarla. Toda su magia depende del helicóptero y de la imprenta para crear dinero, por lo que en los buenos tiempos, no es la responsable de la estabilidad que se le atribuye. La única estabilidad real la genera el empleo y en ésto, la política monetaria no hace ningún aporte. Por eso que el objetivo único de los bancos centrales, el control de la inflación, resultó tan nefasto.

viernes, 16 de julio de 2010

Keynes y la socialdemocracia de hoy

Robert Skidelsky, Project Syndicate

Durante décadas se relacionó al keynesianismo con las políticas socialdemócratas de gobierno intervencionista. Sin embargo, la relación de John Maynard Keynes con la socialdemocracia es compleja. Aunque fue uno de los arquitectos de los componentes claves de la política socialdemócrata –en particular su énfasis en mantener el pleno empleo- no apoyó otros objetivos principales de la socialdemocracia, como la propiedad pública o la expansión masiva del Estado de bienestar.

En las conclusiones de su obra, La teoría general del empleo, el interés y el dinero, Keynes ofrece un resumen de las fortalezas y debilidades del sistema capitalista. Por un lado, el capitalismo ofrece la mejor salvaguarda de la libertad individual, de elección, y de la iniciativa empresarial. Por otro lado, los mercados no regulados no pueden lograr dos objetivos fundamentales de cualquier sociedad civilizada: “Los grandes defectos de la sociedad económica en la que vivimos son que no puede ofrecer pleno empleo y su arbitraria y desigual distribución de la riqueza y los ingresos.” Ello sugería un papel más activo del gobierno, que encajaba perfectamente con tendencias importantes del pensamiento de izquierda.

martes, 6 de julio de 2010

Slavoj Zizek: cuando la comedia es peor que la tragedia original


En este nuevo análisis del siempre brillante Slavoj Zizek (First as Tragedy, then as Farce, Primero como tragedia, después como comedia), se le da una poderosa vuelta de tuerca a la actual crisis global y al modelo capitalista que nos ha sumergido en ella. Este portentoso intelectual, sostiene que la idea neoliberal del final de la historia propuesta por Francis Fukuyama a principios de los 90, ha tenido que morir dos veces. Primero tras la mañana del 11-S que marcó el colapso de la utopía política neoliberal y neocon, y luego con el colapso de la utopía económica del capitalismo global de fines de 2008.

Siguiendo a Marx, quien sostuvo que la historia se repite: primero ocurre como tragedia y después como comedia; y a Herbert Marcuse, quien hace notar que la repetición en versión comedia puede ser aún más aterradora que la tragedia original, Zizek sostiene que la fantasía financiera de la globalización ha terminado y que las millones de personas sin empleo se han convertido en la gran lacra de la irracionalidad del capitalismo global. Algo que es imposible de ignorar.

sábado, 19 de junio de 2010

Critica de la Economía Política

Esta reflexión sobre la tensión entre la economía política y la política económica la he encontrado en el Blog Estupendo

La economía política nace a caballo entre los siglos XVIII y XIX, de la mano de pensadores ingleses bien conocidos como Malthus, Ricardo y Bentham y de otros que lo son tanto como Townsend y Burke .

El siglo XVIII inglés es testigo de un fenómeno hasta ese momento desconocido en la historia: el de una revolución industrial que a la vez que incrementa la riqueza de la nación multiplica el número de pobres e indigentes hasta unas cifras difícilmente soportables tanto en términos morales como políticos para las clases dominantes. Y si el problema era tanto moral como político se requería una respuesta que abordara a un mismo tiempo los dos planos. Esa respuesta vino de la mano de un tipo de reflexión que terminará siendo una nueva ciencia: la economía política.

El punto de partida no era sólo la existencia de una pobreza masiva, sino también el de su carácter persistente: “decenio tras decenio el nivel de vida de los pobres trabajadores no mejoraba en absoluto, cuando no empeoraba”. Ahora bien, si este fenómeno era persistente a pesar del incremento de la riqueza y del “sistema de socorros” establecido por la Ley de Speenhamland de 1795, es que tenía unas causas ineludibles humanamente. Las causas sólo podían de ser de orden natural; la sociedad tenía que formar parte de la naturaleza. Y si la naturaleza física se hallaba regulada por leyes inquebrantables por el hombre, lo mismo habría de suceder en la sociedad. Sólo quedaba una cuestión: descubrir esas leyes al igual que Newton había descubierto las de la naturaleza física. Ese fue el objetivo del esfuerzo pensador del momento.

domingo, 28 de marzo de 2010

La ortodoxia económica y su gran falla para detectar y combatir la crisis

Carlos Berzosa, en este artículo de Sistema Digital, La ortodoxia, un freno para combatir la crisis, señala que los problemas que desencadenaron la crisis siguen sin resolverse, y que se apela a medidas de ortodoxia económica para intentar revertir una de las mayores crisis de la historia. Se pretende que el recorte del gasto es la solución, cuando agravará aún más los problemas:

Cuando aún la salida de la crisis es incierta y vacilante, se alzan voces, cada vez con más insistencia, de economistas influyentes de que lo importante es el descenso del déficit público... Los economistas ortodoxos, no satisfechos suficientemente con los errores cometidos en el pasado reciente, vuelven a la carga con sus recetas, que son siempre las mismas: reducir el déficit público, reformar el mercado laboral a la baja, al igual que el sistema de financiación público de pensiones... Desde los años ochenta hemos sido sometidos a un bombardeo insoportable sobre lo que hay que hacer en política económica... Insistieron hasta la saciedad en la eficiencia de los mercados y su capacidad para autorregularse: para así disminuir el papel del Estado en la economía, recomendaron la privatización de empresas públicas, bancos públicos y servicios públicos, y defendieron la globalización como la gran panacea para el crecimiento económico y el desarrollo.

viernes, 4 de diciembre de 2009

“Hay que crear demanda para reactivar”

Entrevista al economista Anwar Shaikh, por Tomás Lukin. Página 12

Anwar Shaikh es uno de los economistas marxistas más reconocidos del mundo. El profesor de la New School for Social Research de Nueva York, señala que "Los mercados son dinámicamente bastante eficientes. Pero es necesario comprender que las crisis son uno de los mecanismos de su eficiencia", apunta al criticar la visión ortodoxa que predomina en las universidades de todo el mundo, la política y los medios. En esta entrevista, remarca que la crisis no finalizó y advierte la posibilidad de que exista el estallido de una nueva burbuja.

–¿Terminó la crisis?

–No lo creo. Las medidas adoptadas para evitar el colapso del sector financiero son sólo acciones de mantenimiento. En última instancia el sector financiero depende del real, y en éste hay mucho exceso de capacidad, el desempleo está en ascenso, la demanda se desploma y se retraen las exportaciones e importaciones reflejando una contracción a escala global. No veo ninguna razón para decir que la economía se recuperó. De hecho creo que la crisis volverá a golpear. Esta hipótesis la sostienen desde distintos espectros ideológicos. Hay que crear demanda, el problema es encontrar una fuente.

–¿Qué alternativas considera?

–Una posibilidad es que el Estado cree puestos de trabajo directamente. Hasta ahora inyectó grandes sumas de dinero en el sector financiero para que impulse la actividad privada. Pero los bancos no prestan porque las empresas no tienen demanda. Entonces se les dio dinero directamente a las compañías. Pero los subsidios para las automotrices tampoco llegan hasta abajo. Al no haber demanda no emplean más gente. La gente que está diseñando estas medidas es la misma que nos condujo a la crisis.


–¿Por qué si la creación de puestos de trabajo fue un tema central durante la campaña de Obama y estuvo presente en las discusiones del G-20 no se ha podido avanzar?

–Para que el Estado cree activamente nuevos puestos de trabajo se necesita un cambio político que no veo posible. Los gobiernos que están en el poder ahora son esencialmente conservadores. Son campeones mundiales del libre mercado sin visión para atacar la principal preocupación económica que es el desempleo. Políticamente el empleo está al fondo de la lista, antes están el capital financiero y el industrial. Si se puede debilitar al trabajador es mejor para los otros dos. Excepto por el pequeño problema de que no hay demanda. Además el FMI, el BM y la OMC siguen teniendo poder para castigar a los países que no siguen sus modelos, aunque éstos estén claramente errados. Se siguen comportando igual, dicen algo y hacen lo opuesto. Están pegados a un modelo económico muy conservador que se basa en una teoría totalmente fallida. Lo que hacen va a generar más problemas.

–Durante la Gran Depresión el gobierno de Estados Unidos impulsó planes de empleo como el que usted propone.

–En la década del ’30, Roosevelt tuvo un poder muy grande que le permitió avanzar inclusive contra los deseos de los sectores económicos capitalistas más poderosos. De hecho, en 1937 estos capitalistas le dijeron a Roosevelt que el gasto que estaba realizando debía parar porque estaba creando un fuerte déficit. Pero la verdadera razón era asegurarse de que los trabajadores fueran más “explotables”. Ese año el gobierno detuvo el gasto. Inmediatamente se detuvo el crecimiento y se disparó el desempleo. Esa situación se revirtió a partir de la guerra cuando volvió a crecer el gasto. Ahí los capitalistas no decían que no se vaya a la guerra, que no se gaste, al contrario, querían ir a fondo. El déficit ya no era un asunto para preocuparse. Ya no se trataba de mantener el empleo sino de expandir sus mercados.

–¿Y ahora?

–Ahora no hay ninguna guerra que pueda hacer esto.

–Estados Unidos está involucrado activamente en dos guerras.

–Que no tienen impacto en el empleo y son muy impopulares. A diferencia de la Segunda Guerra Mundial, la propaganda no ha sido exitosa. El impacto inmediato de las medidas que están lanzando profundizan la crisis hasta que los sobrevivientes aparezcan. Estamos frente a un proceso de concentración y centralización a nivel internacional que no se desacelera. Muchos bancos pequeños se están cayendo, los están dejando caer. Sólo los grandes sobreviven, e inclusive algunos cayeron.

–¿El segundo impacto sobre quiénes recaerá? ¿Los mismos bancos que tambalearon el año pasado?

–Tranquilamente puede venir desde los activos tóxicos. Estados Unidos, Japón y muchos países en Europa todavía tienen problemas. La crisis reveló que sus activos son ficticios. Pero siguen siéndolo, sólo que ahora los compró o rescató el gobierno. Esos activos estaban basados sobre proyecciones de ganancias que no existen. La pregunta es: qué pasaría si esos bancos le pusieran el valor de mercado de esos activos. Tendrían una crisis inmensa. Se convierten en “bancos zombie”, son muertos que caminan.

–¿Cómo impacta este proceso sobre la distribución del ingreso en las economías centrales?

–La desigualdad creció significativamente. Estados Unidos está más cerca de India y China que de Suecia o Dinamarca. A partir de Reagan la desigualdad comenzó a crecer dramáticamente. A medida que caían los salarios, el consumo privado se mantuvo con el crédito. Se incrementó el endeudamiento gracias a la baja en las tasas. Caía el costo del financiamiento y la duración del vencimiento del préstamo era más larga. Pero eventualmente, esto se volvió insostenible. Es como una persona teniendo un ataque cardíaco, se puede ver que viene pero no sabés cuándo. Ahora dicen que se necesita que la gente gaste más. Pero cómo van a hacerlo si están altamente endeudados. Si mañana se condonan las deudas como se hizo con los bancos, el consumo va a recuperarse.

–¿Por qué la crisis impactó más en las economías centrales que en las periféricas?

–Eso es interesante porque también sucedió durante la Gran Depresión en los ‘30. En este caso algunos países han logrado desvincularse del libre mercado. Esto lo digo en el sentido de que toman decisiones de política para prevenir el colapso financiero. Entender que el sistema opera mediante auges y crisis. No todos lo logran. Canadá sí, Argentina y Brasil también. Están haciendo más para protegerse, tranquilamente podrían haber hecho lo mismo que antes, lo mismo que los condujo a sus crisis.

–¿Por qué es tan difícil ir contra las recetas neoliberales?

–Las universidades tienen gran parte de la culpa. Formaron cuatro generaciones de economistas, empresarios, políticos y periodistas bajo la noción de que el mercado es algo que no se debe intervenir y que encontrará su camino hacia un resultado ideal. Esto es completamente errado. Las universidades tienen que cambiar, va a suceder pero va a demorar. Esa ideología no es sostenible. La vida académica cambia muy lentamente y se neutraliza fácilmente. Pero estoy convencido de que se verán cambios que vendrán por fuera de la academia, desde el sur.

–¿El dólar puede perder su rol dominante?

–No creo que esto suceda. Pero eso no significa que no pueda producirse una corrida sobre el dólar. Lo que sí podemos decir es que el euro tendrá un papel más importante como reserva de valor. Los europeos pueden no desearlo por el impacto que genera en sus balances comerciales, sin embargo también existen beneficios. El yuan no se puede convertir en reserva de valor, más allá de algunas declaraciones, ellos tampoco quieren eso. Le falta mucho para llegar a eso. Hay otros fenómenos culturales, políticos e históricos que inciden en este punto.

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*Anwar Shaikh actualmente es profesor de Economía del Departamento de Economía de Graduate Faculty of Political and Social Science de The New School for Social Research of New York de la New School University.

Fuente: Página 12

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