La contribución política más conocida de Noam Chomsky es su poderosa y prolongada crítica de la política exterior estadounidense. Pero Chomsky también utilizó su alcance global para dar la voz de alarma sobre la crisis climática y trazar un camino para evitar el desastre.
Robert Pollin, Jacobin
Si decidimos tomarnos en serio el abrumador consenso de los científicos climáticos más creíbles, tenemos que aceptar que el cambio climático representa una amenaza verdaderamente existencial para la continuación de la vida en la Tierra tal como la conocemos.
Dada esta realidad, no es de extrañar que Noam Chomsky se haya comprometido a educar a la mayor audiencia global posible sobre la ciencia básica que hay detrás de la crisis climática, los factores que la produjeron y la forma de avanzar hacia un camino viable para revertirla.
Tampoco es sorprendente que Chomsky entienda a la crisis como una grave malignidad del capitalismo neoliberal contemporáneo y que, en consecuencia, anticipe que el trabajo de revertirla requerirá de una movilización popular masiva que derrote al neoliberalismo bajo las banderas combinadas de la justicia social y de la cordura ecológica.
Por supuesto, las contribuciones de investigación profundamente impactantes de Chomsky, que abarcan más de siete décadas, cubrieron principalmente los campos de la lingüística, la filosofía, la psicología y la ciencia cognitiva. Nunca afirmó ser un experto en los detalles técnicos de la ciencia climática o en la economía de la construcción de un sistema alternativo de energía limpia.
Al mismo tiempo, Chomsky, legendariamente, es un hombre que «lee de todo». Y no se limita a leer de todo. Más bien, a lo largo de décadas, Chomsky demostró una asombrosa capacidad para absorber una enorme variedad de material sobre cuestiones sociales y políticas de importancia crítica. También es capaz de explicar estos temas a millones de lectores en todo el mundo a través de su combinación sin igual de pasión moral, rigor, profundidad de visión, claridad y también —cuando decide desatarla— una fuerza retórica estimulante.