Dotar a una institución opaca y no elegida de su propio aparato de inteligencia supondría otro hito en la transformación de Europa en un gigante tecnoautoritario, que vigila a sus propios ciudadanos
Thomas Fazi, Un Herd
A la UE le encanta hablar de libertad. Basta con echar un vistazo a uno de sus últimos comunicados de prensa, en el que se presenta una iniciativa denominada "Escudo Europeo de la Democracia", que promete proteger todo, desde "las personas libres" hasta "las elecciones libres" y, como no podía ser menos en Bruselas, "una sociedad civil dinámica".
Todo ello admirable, quizás, al menos sobre el papel. Sin embargo, en realidad, el Escudo de la Democracia ('democracy shield') no es más que la última visión de la falta de libertad: suprimir la disidencia y controlar el discurso con el pretexto de defender la democracia de la injerencia extranjera y las noticias falsas. Como parte del Escudo de la Democracia, la Comisión propone la creación de un Centro de Seguimiento que identifique y elimine los 'contenidos falsos' y la 'desinformación' de Internet. Como afirmó Henna Virkkunen, vicepresidenta ejecutiva de Seguridad y Democracia, el Escudo permitirá a Europa responder de forma más rápida y eficaz a la manipulación de la información y a las amenazas híbridas.
La alta representante de la UE para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, la neofascista Kaja Kallas, no ocultó el carácter antirruso de la iniciativa:
Estamos asistiendo a campañas, incluidas las de Rusia, diseñadas específicamente para polarizar a nuestros ciudadanos, socavar la confianza en nuestras instituciones y contaminar la política en nuestros países.














