En su última investigación, Kit Klarenberg descubre cómo "Israel" se encuentra en el centro de una red mundial de tráfico de órganos, vinculando detenciones recientes, décadas de escándalos y el genocidio de Gaza con un vasto comercio ilícito protegido de la rendición de cuentas
Kit Klarenberg, Al Mayadeen
A principios de octubre, el israelí-ucraniano Boris Wolfman fue arrestado en Rusia. Se le acusa de ser el cerebro de una red criminal de tráfico de órganos. Su captura, completamente ignorada por los medios occidentales, abre la posibilidad de que, por fin, se haga justicia en varios escándalos importantes de tráfico de órganos que se remontan a muchos años atrás.
La detención de Wolfman también pone de relieve el papel, poco estudiado, de "Tel Aviv" como centro mundial de la extracción y el tráfico ilegal de órganos. Lamentablemente, el genocidio de Gaza podría haber facilitado enormemente este perverso comercio.
Desde el 7 de octubre de 2023, circulan ampliamente denuncias creíbles de que las Fuerzas de Ocupación Sionistas extraen ilegalmente los órganos de palestinos asesinados. En noviembre de ese mismo año, Euro-Med Monitor publicó un informe que documentaba cómo soldados israelíes confiscaron decenas de cadáveres de importantes hospitales en Gaza, y llegaron incluso a exhumar y saquear fosas comunes construidas en sus terrenos para dar cabida al flujo constante de civiles asesinados. Si bien algunos cuerpos fueron entregados posteriormente a la Cruz Roja, muchos otros fueron y siguen retenidos.



