La primera vuelta confirma el desplazamiento del electorado hacia posiciones de derecha —con Kast consolidado como líder del bloque— en un contexto regional marcado por la expansión de fuerzas reaccionarias
El artículo a continuación forma parte de la serie Situación latinoamericana y elecciones Argentina 2025, una colaboración entre Revista Jacobin y la Fundación Rosa Luxemburgo.
Karina Nohales y Pablo Abufom Silva, Jacobin
Todo indica que Chile será gobernado los próximos cuatro años por una coalición de partidos de derecha, encabezada por una de sus fracciones más extremas, con José Antonio Kast a la cabeza. Esa derecha —el pinochetismo— existe hace décadas en el país, pero por primera vez llegaría al gobierno por la vía electoral, con apoyo de sectores populares y en un contexto internacional marcado por el avance global de fuerzas de extrema derecha.
Los resultados electorales del domingo 16 de noviembre muestran con nitidez la magnitud de la victoria de la derecha. En la elección presidencial, el bloque alcanza un 50,3% de los votos, distribuidos entre José Antonio Kast (23,9%, Partido Republicano), Johannes Kaiser (13,9%, Partido Nacional Libertario) y Evelyn Matthei (12,5%, Chile Vamos).
Al mismo tiempo, la derecha se consolida como mayoría en el Congreso. De los 155 escaños de la Cámara de Diputados y Diputadas, el sector ya alineado en torno a Kast obtiene 76, frente a los 64 que suman la izquierda y la centroizquierda. En el Senado, el bloque alcanza la mitad de los escaños.
Si se incorpora el dato de que el Partido de la Gente (PDG) obtuvo 14 bancas en la Cámara, todo indica que la derecha en el gobierno podrá articular una mayoría parlamentaria capaz de llegar incluso a los 4/7 necesarios para promover reformas constitucionales.










