lunes, 26 de mayo de 2025

¿Keynesianismo militar?


Robert Skidelsky, Substack

Nota: John Maynard Keynes creía que los gobiernos debían incurrir en déficit fiscal cuando fuera necesario para estimular el crecimiento y el empleo. La sabiduría económica contemporánea insiste en equilibrar el presupuesto, excepto en un caso: el gasto militar. Hoy en día, los gobiernos se apresuran a romper sus «reglas fiscales» en respuesta a la llamada «amenaza rusa».

Como señaló recientemente John Lanchester (LRB, 27 de abril de 2025), «por poco dinero que haya para cualquier otra cosa, siempre hay suficiente para una guerra». Los fracasos de la economía neoliberal amenazan con todo tipo de reacciones políticas, algunas de las cuales ya se han visto en el giro nacionalista de las relaciones internacionales. El «keynesianismo militar» es una tentadora salida al impasse político, ya que proporciona una justificación geopolítica a medidas económicas que serían rechazadas por motivos económicos neoliberales.

El gasto público en obras públicas se remonta a mucho antes de que John Maynard Keynes apareciera para proporcionarle una base científica. Como señaló Keynes con sarcasmo: «La construcción de pirámides, los terremotos e incluso las guerras pueden servir para aumentar la riqueza, si la educación de nuestros estadistas en los principios de la economía clásica se interpone en el camino de algo mejor». Dado que la educación de los políticos contemporáneos ha retrocedido aproximadamente al nivel de la época de Keynes, el keynesianismo militar ofrecerá a los gobiernos una forma cada vez más tentadora de combinar la economía del pleno empleo con la retórica de la seguridad nacional.

domingo, 25 de mayo de 2025

Cómo la Resistencia yemení detuvo la máquina de guerra estadounidense

Debacle en el mar Rojo: el fracaso de las hostilidades renovadas de EEUU contra Yemen en el mar Rojo revela las limitaciones del poder militar estadounidense

Kit Klarenberg, Press TV

El 12 de mayo, The New York Times publicó una autopsia forense del fracaso de las hostilidades renovadas de Trump contra el ejército yemení en el mar Rojo.

La investigación estuvo plagada de revelaciones extraordinarias, describiendo en detalle cómo el esfuerzo combinado aéreo y naval, lanzado con gran fanfarria y retórica altisonante por parte de los funcionarios estadounidenses, resultó ser un desastre aún mayor y una derrota devastadora para el Imperio de lo que se había pensado anteriormente.

La magnitud del cataclismo podría explicar la repentina determinación de Washington de llegar a un acuerdo negociado con la República Islámica de Irán.

Quizá la revelación más impactante sea que la 'blitzkrieg' (guerra relámpago) de Trump contra Yemen fue inicialmente planeado como un compromiso a largo plazo y a gran escala, culminando en una invasión terrestre con fuerzas 'proxy'.

El general Michael Kurilla, comandante del Comando Central del Pentágono, que cubre Asia Central, Sur y Occidental, había estado a favor de la guerra total contra el gobierno de Yemen desde que comenzara su bloqueo del mar Rojo contra el genocidio en Gaza a finales de 2023.

sábado, 24 de mayo de 2025

Lo viejo funciona: el marxismo y la crisis

Si lo que queremos es apretar el freno de emergencia que evite que el tren desbocado del capitalismo nos lleve al desastre, no podemos conformarnos con cambiar patrones insensibles por patrones con sensibilidad, ni gobiernos malos por gobiernos menos malos. El asunto es abolir las relaciones capitalistas de producción.

Ariel Petruccelli, Jacobin

«Hoy en día, el argumento más fuerte contra el capitalismo es la combinación de crisis ecológica y polarización social que está engendrando»
—Perry Anderson, Los fines de la historia, 1992

Explicaciones de la crisis

La necesaria autolimitación humana, indispensable para afrontar los desafíos ecosociales que enfrentamos, depende de entender las causas del dinamismo ciego que está agotando los recursos, destruyendo los suelos, extinguiendo especies, contaminando el ambiente, cambiando el clima, alienando a las personas. ¿Su motor es sustancialmente una filosofía equivocada, una episteme perniciosa, una cosmovisión inadecuada o una narrativa errada, como creen pensadores decoloniales como Walter Mignolo o escritoras como Naomi Klein? ¿Se trata más bien de la técnica o de la industria en sí mismas, como pensaban Lewis Mumford o Martin Heidegger? ¿Es la consecuencia del patriarcado, obnubilado en el dominio de las mujeres y de la naturaleza, como creen algunas ecofeministas? ¿O es un subproducto de la blanquitud y del colonialismo, como sostienen muchas corrientes anti-racistas?

Mi respuesta, clásicamente marxista, es que la fuerza tras este desarrollo desquiciado es el capitalismo[1]. Se pueden ofrecer distintos argumentos en favor de esta tesis y en contra de las restantes (y también cuestionar la hipótesis de una fusión no jerarquizada de todas o varias de ellas). Veamos. Sociedades patriarcales, racistas y coloniales las ha habido de todos los tipos y a lo largo de siglos, si no de milenios. Pero ninguna de ellas desató el tipo y el ritmo de crecimiento económico autosostenido que caracteriza a las sociedades capitalistas.

Ni el racismo, ni el colonialismo, ni el patriarcado parecen explicar el alocado dinamismo, la tendencia a la innovación permanente, que caracteriza a las sociedades contemporáneas y que amenaza, a esta altura, con destruirlas. Podría ser plausible apelar a una ideología en particular, desprendiéndonos de la cual todo marcharía sobre ruedas. Pero además de que este tipo de explicación es clásicamente «idealista», para decirlo un tanto burdamente, la objeción fundamental a la misma es empírica más que teórica: el capitalismo se ha mostrado compatible con las ideologías y las religiones más diversas, y allí donde se implanta encuentra las maneras de que todas las tradiciones culturales, religiosas y doctrinarias se amolden a él.

India y Pakistán: La amenaza bélica como estrategia

Los gobiernos de la India y de Pakistán se alejaron del abismo bélico en Cachemira porque ninguno puede permitirse una guerra a gran escala. Pero la retórica bélica y el clima de nacionalismo estridente ayudó a ambos gobiernos a hacerle frente a sus problemas internos.

Farooq Sulehria y Sushovan Dhar, Jacobin

El conflicto armado entre India y Pakistán supuso una amenaza importante para el subcontinente. Habría sido una guerra que ningún país podía permitirse. El 10 de mayo, el presidente estadounidense Donald Trump negoció, según se informó, un alto el fuego inicial entre ambas partes.

Este anuncio fue seguido de una reunión de los directores generales de operaciones militares (DGMOs) el 12 de mayo, durante la cual ambas partes acordaron mantener su compromiso de no emprender acciones agresivas u hostiles. Además, la India y Pakistán «considerarían medidas inmediatas para garantizar la reducción de tropas».

El actual acuerdo de paz puede parecer frágil, especialmente con una nueva ronda de gestos por parte del primer ministro indio, Narendra Modi, y su homólogo pakistaní, Shehbaz Sharif. No obstante, cualquier distensión bélica es claramente bienvenida en aras de la estabilidad y la paz regionales. Parece improbable que cualquiera de las partes pueda lograr una victoria decisiva, lo que probablemente arrastraría a la región a un período de crisis e incertidumbre prolongadas.

Tambores de guerra

Todo comenzó el 7 de mayo, cuando la Fuerza Aérea India llevó a cabo una serie de ataques aéreos contra objetivos en Pakistán y en la zona de Cachemira, administrada por Pakistán. Esta ofensiva recibió el nombre en clave de «Operación Sindoor». La agresión militar fue provocada por un ataque mortal contra turistas en Pahalgam, Cachemira, el 22 de abril, que causó la muerte de veintiséis civiles.

viernes, 23 de mayo de 2025

Repensar las relaciones entre Estados Unidos y China tras el naufragio de los aranceles

Tenemos suerte de que China siga aceptando nuestra moneda y, sin embargo, nuestro Secretario del Tesoro piensa que estar en la miseria nos da “ventaja”. Un hombre así no debería ser Secretario del Tesoro. Ha demostrado repetidamente que no tiene ni la más remota idea de cómo funciona la economía o de qué políticas ayudarán a avanzar los intereses estadounidenses

Mike Whitney, The Unz Review

Cuando el presidente Donald Trump impuso sus aranceles arrolladores el 2 de abril, tenía dos objetivos principales:
  1. Reducir los déficits comerciales
  2. Devolver el empleo y la fabricación a Estados Unidos
Estos eran los objetivos declarados, pero, como pronto descubrimos, el verdadero objetivo era debilitar a China impidiéndole vender bienes a los consumidores estadounidenses.

La administración Trump también utilizó los aranceles para aislar a China ofreciendo incentivos a las naciones que acordaron reducir su comercio con Pekín.

En resumen, los aranceles fueron el arma principal en una guerra comercial contra un competidor de igual a igual que ha superado a EEUU en casi todos los ámbitos de la producción industrial y tecnológica.

Afortunadamente, el plan de Trump fracasó y se vio obligado a suavizar los aranceles sin lograr ninguno de sus objetivos principales.

La razón por la que decimos “afortunadamente” es porque la política de aranceles nunca sirvió a los intereses del pueblo estadounidense. Muy al contrario, los estadounidenses se ven perjudicados por unas políticas unilaterales que ignoran las normas del comercio internacional y perturban innecesariamente las cadenas de suministro.

Lo único que consiguen es subir los precios, reducir el empleo y frenar el crecimiento. Además, manipular los aranceles con la intención de destruir a un rival viola una serie de normas de la OMC ampliamente aceptadas que protegen los intereses de todos.

Israel y la máscara de Occidente


Editorial La Jornada

El ejército de ocupación de Israel realizó disparos directos con munición real contra una misión diplomática conformada por representantes de México, Francia, Reino Unido, Canadá, España, Rusia, la Unión Europea, Egipto, Jordania, Marruecos, Portugal, China, Austria, Brasil, Bulgaria, Turquía, Lituania, Polonia, Japón, Rumania, Sri Lanka, Canadá, India, Chile y otros países en Jenin, ciudad de la Cisjordania ocupada ilegalmente. De acuerdo con un miembro de la comitiva, "no fue sólo una o dos veces, sino disparos repetidos; es una locura, no es normal". Estambul afirmó que el incidente "es una nueva demostración del sistemático desprecio de Israel por el derecho internacional y los derechos humanos". La mayoría de estados afectados han condenado los hechos, pero hasta el cierre de esta edición ninguno ha ido más allá de convocar al respectivo embajador de Tel Aviv a fin de que dé explicaciones.

Horas después, el primer ministro Benjamin Netanyahu efectuó su primera conferencia de prensa en cinco meses, durante la cual se expresó "listo para poner fin a la guerra bajo condiciones claras que garanticen la seguridad de Israel", entre las que mencionó llevar a cabo "el plan de Trump, tan correcto y revolucionario". El "revolucionario" plan es nada menos que la limpieza étnica completa de la franja de Gaza y el traslado forzoso de sus 2 millones de habitantes a otros países. De este modo, el premier hizo explícita la política que Tel Aviv ha implementado en la práctica durante ocho décadas masacrando palestinos y haciendo insoportable la existencia de los sobrevivientes. Resulta aterrador constatar hasta qué punto el accionar de Netanyahu y la inmensa mayoría de sus predecesores coincide con la de Adolf Hitler entre 1933 y 1938, cuando el líder nazi alentaba la emigración masiva de los judíos alemanes, se felicitaba por los que había obligado a huir y reprochaba a Occidente por restringir la entrada de refugiados.

Diputados y concejales pro-Palestina son perseguidos por el lobby sionista en Brasil

Los agentes de Israel iniciaron una campaña de “caza de brujas” contra ciudadanos brasileños que denuncian el genocidio en curso promovido por Tel Aviv en Gaza.

Eduardo Vasco, Strategic Culture

Los agentes del Estado de Israel iniciaron, a finales de 2023, una campaña de “caza de brujas” contra ciudadanos brasileños que denuncian el genocidio en curso promovido por Tel Aviv en Gaza. Ni siquiera los representantes electos por el pueblo están a salvo de la persecución, ya sea discursiva o judicial. Algunos de ellos están amenazados con perder su mandato.

La exdiputada federal y excandidata presidencial en 2014, Luciana Genro, está entre las víctimas del lobby sionista. Actualmente diputada estatal en Rio Grande do Sul, enfrenta un proceso por presunto antisemitismo ante la Comisión de Ética de la Asamblea Legislativa del Estado, tras publicar mensajes de apoyo al pueblo palestino al inicio de las represalias de Israel contra toda la población de Gaza por las acciones de resistencia del 7 de octubre de 2023.

“Un pueblo que vive desde hace décadas bajo un régimen militar y colonial de ocupación tiene derecho a resistir y levantarse contra la opresión”, decía una nota oficial de su mandato, compartida por Genro el 8 de octubre de ese año. “Tratar la resistencia palestina como terrorismo sería equivalente a tratar del mismo modo el levantamiento de los judíos contra los nazis en Varsovia, en 1943”, añadía.

La dirigente del Partido Socialismo y Libertad (PSOL) también comentó, agregando a la nota oficial: “como alguien cuya familia tiene orígenes judíos e incluso fue perseguida por el nazismo en Alemania, no puedo dejar de solidarizarme con la lucha histórica del pueblo palestino por la libertad. ¡La resistencia palestina vive!”

jueves, 22 de mayo de 2025

La "transición" hacia un nuevo orden mundial está fuera del alcance de Occidente

No busquen en las élites europeas una visión coherente sobre el orden mundial emergente. Están en crisis y preocupadas por salvarse ante el desmoronamiento de la esfera occidental

Alastair Crooke, Strategic Culture

Incluso la necesidad de transición -para que quede claro- apenas ha comenzado a reconocerse en EEUU.

Sin embargo, para los dirigentes europeos y para los beneficiarios de la financiarización que lamentan con altivez la "tormenta" que Trump desató imprudentemente sobre el mundo, sus tesis económicas básicas son ridiculizadas como nociones extrañas completamente divorciadas de la "realidad" económica.

Eso es completamente falso.

Porque, como señala el economista griego Yanis Varoufakis , la realidad de la situación occidental y la necesidad de transición fueron claramente explicadas por Paul Volcker, ex presidente de la Reserva Federal, ya en 2005.

El duro «hecho» del paradigma económico globalista liberal era evidente incluso entonces:
Lo que mantiene unido al sistema globalista es un flujo masivo y creciente de capital desde el extranjero, que supera los 2 mil millones de dólares cada día laborable, y sigue creciendo. No hay sensación de tensión. Como nación, no pedimos prestado ni mendigamos conscientemente. Ni siquiera ofrecemos tasas de interés atractivas, ni tenemos que ofrecer a nuestros acreedores protección contra el riesgo de una depreciación del dólar.

Todo es bastante cómodo para nosotros. Llenamos nuestras tiendas y garajes con productos del extranjero, y la competencia ha sido un fuerte freno para nuestros precios internos. Sin duda, ha ayudado a mantener los tipos de interés excepcionalmente bajos a pesar de la disminución de nuestros ahorros y el rápido crecimiento.

Y también ha sido cómodo para nuestros socios comerciales y para quienes aportan el capital. Algunos, como China [y Europa, en particular Alemania], han dependido en gran medida de la expansión de nuestros mercados internos. Y, en general, los bancos centrales de los países emergentes han estado dispuestos a mantener cada vez más dólares, que, después de todo, son lo más cercano que el mundo tiene a una moneda verdaderamente internacional.

"La dificultad es que este patrón aparentemente cómodo no puede continuar indefinidamente".

El falso dilema entre proteccionismo y libre comercio

La política arancelaria del segundo mandato de Donald Trump como presidente de Estados Unidos representa una reconfiguración del comercio global y plantea serios desafíos para los movimientos contra los tratados de libre comercio en todo el mundo.

Luciana Ghiotto, Jacobin

El segundo gobierno de Donald Trump parece haber modificado el tablero del comercio global. La administración trumpista puso el foco en el libre comercio porque lo entiende como una práctica que ha dañado la hegemonía de Estados Unidos al generar desbalances comerciales con sus socios (especialmente China). Desde esa perspectiva, los altos aranceles podrían ayudar a recuperar parte del poderío industrial y económico perdido con la globalización. «La palabra más bonita del diccionario es arancel», decía Trump en 2024, y desde su asunción en enero hemos entendido que no estaba exagerando.

En este artículo nos proponemos examinar las políticas arancelarias de Trump desde una perspectiva crítica, trascendiendo las interpretaciones predominantes que las presentan como una ruptura radical con el orden económico global previo. Nuestra investigación se estructura en torno a tres objetivos fundamentales. Primero, desarrollar un análisis riguroso sobre la naturaleza, alcance e historicidad de las transformaciones generadas por las políticas arancelarias trumpistas, situándolas en la trayectoria más amplia de las relaciones entre Estado y capital en el capitalismo contemporáneo.

Segundo, problematizar críticamente la concepción dominante del «libre comercio», interrogando si las políticas proteccionistas actuales representan una verdadera ruptura con el paradigma librecambista o si constituyen, más bien, una reconfiguración de los mecanismos de acumulación dentro de la misma lógica sistémica. Tercero, examinar las implicaciones de estas transformaciones para los movimientos sociales que han articulado sus estrategias en torno a la crítica del libre comercio durante las últimas tres décadas, evaluando los desafíos que este nuevo escenario plantea para sus marcos interpretativos y prácticas políticas.

Sostenemos que una lectura crítica del momento actual resulta fundamental para repensar las estrategias de los movimientos sociales, particularmente en lo que respecta a su relación con los Estados nacionales y a las formas de construir solidaridades transnacionales efectivas. Las transformaciones en curso exigen reconsiderar tanto los sujetos políticos protagonistas de las resistencias como las escalas en que estas deben articularse para confrontar un sistema cuyas contradicciones se manifiestan simultáneamente en múltiples niveles.

miércoles, 21 de mayo de 2025

Diplomacia a distancia


Nahia Sanzo, Slavyangrad

Absolutamente marcado por el anuncio de Donald Trump de su conversación con Vladimir Putin y Volodymyr Zelensky, el fin de semana, al igual que el día de ayer, transcurrió bajo la lógica de la presión de los países europeos y Ucrania a Estados Unidos en busca de más presión contra Rusia. Con un guion preparado mucho antes de la reunión de Estambul y que ignora completamente la voluntad de Moscú a negociar un alto el fuego -un escenario inaceptable, ya que las capitales europeas exigen una aceptación incondicional de los cambiantes e inviables términos de Ucrania-, el establishment político europeo se ha centrado en comunicarse con Donald Trump y su equipo para conseguir ganarse su confianza. El domingo, un sonriente y apacible Volodymyr Zelensky, cuya imagen contrastaba con el presiente enfurruñado y agresivo que sufrió la humillación del Despacho Oval, se reunió con JD Vance, segundo protagonista de aquella gresca, para escenificar la unidad entre los dos países. Tanto Ucrania como sus socios continentales han comprendido a la perfección que la opinión del presidente estadounidense es maleable y que, como solía decirse del último Romanov, Nicolás II, su opinión parece determinada por la última persona con la que había tratado un tema concreto. Esos súbitos cambios de opinión, de lo que Ucrania quiere aprovecharse para convencer al líder de la Casa Blanca de que la ausencia de Putin fue un rechazo de facto a la negociación, son el motivo del duro trabajo de grupo de presión realizado el fin de semana, con llamadas de todos los líderes europeos de importancia y halagos más allá de lo creíble.

Tras su reunión del domingo con Zelensky, el vicepresidente Vance, considerado junto a Donald Trump Jr. exponente de la parte del equipo de Trump menos favorable a Ucrania, ofrecía buenas palabras sobre el presidente de Ucrania e insistía en la necesidad de lograr el final de esta sangrienta guerra. Antes, Vance había criticado a Rusia afirmando que “exige demasiado”. Las supuestas condiciones rusas para lograr el final de la guerra, publicadas por varios medios estadounidenses, posiciones de partida que Rusia es consciente de que no puede obtener por la vía de la diplomacia, incluyen aspectos territoriales y también de seguridad. En su propuesta de máximos -equivalente a la que exige Ucrania con la rendición unilateral rusa que planteaba Zelensky con su Fórmula de Paz y Plan de Victoria– implicaría la aceptación de la neutralidad, prohibición de presencia militar extranjera y el reconocimiento de la soberanía rusa de los cuatro territorios ucranianos anexionados en 2022 y Crimea, que se adhirió a Rusia en 2014.

Gaza: No sé cómo pueden dormir por las noches

Me había prometido permanecer en silencio, pero me resulta difícil no decir una palabra, por desgastada y rancia que sea en comparación con lo que sucede en Palestina

Andrea Zhok, La Haine

Realmente no sé cómo pueden dormir por las noches quienes apoyan y han apoyado, justifican y han justificado las masacres del ejército israelí en la Franja de Gaza y Cisjordania durante los últimos diecisiete meses.

Es un verdadero enigma para mí.

Esconderse detrás de las psicopatías latentes de Netanyahu no absuelve a nadie. No imaginéis que cuando Netanyahu se retire, tarde o temprano todo estará bien.

Todo nunca volverá a estar bien.

Que lo que está ocurriendo es un genocidio, incluso según las definiciones técnicas más exigentes, sólo lo puede negar quien no sabe utilizar las palabras. Pero en última instancia es irrelevante obsesionarse con las definiciones.

Llámelo etnocidio, matanza sistemática de civiles, masacre diaria, o como sea. Pero no es una guerra. Llamarlo guerra es una mentira repugnante.

No hay guerra cuando de un lado, como se puede ver en cientos de vídeos y fotos, hay civiles desarmados caminando frente a un hospital, o en una calle destartalada buscando agua o pasando la noche en una tienda de campaña, y por el otro lado hay misiles de última generación que caen de la nada y los hacen pedazos.

No es una guerra, es una matanza de seres humanos, es un exterminio.

martes, 20 de mayo de 2025

Israel ha perdido ya la guerra de Gaza, aunque aún no lo sepa


David Hearst, Middle East Eye

En el último episodio del concurso televisivo “The White House on Uber: How to pre-purchase a US President” (La Casa Blanca en Uber: Cómo precomprar a un presidente estadounidense) pareció, fugazmente, que el presentador estaba leyendo el guion correcto.

El presidente estadounidense Donald Trump dijo en Arabia Saudí que el intervencionismo liberal era un desastre. Es cierto. Dijo que no se pueden destruir y rehacer naciones. La Rusia postsoviética, Afganistán, Iraq, Libia y Yemen son prueba de ello. Dejó de bombardear Yemen y revirtió décadas de sanciones contra Siria, bloqueando en el proceso dos de las rutas clave de Israel hacia el dominio regional: la división de Siria y el inicio de una guerra con Irán.

Y digo fugazmente porque, como con Irán se ha repetido este guion muchas veces en las negociaciones sobre su programa nuclear, lo que un presidente estadounidense promete y lo que cumple son dos cosas diferentes.

Entre quienes se vieron sorprendidos por el anuncio de Trump de suspender las sanciones contra Siria se encontraban sus propios funcionarios del Tesoro estadounidense. El cese de las múltiples sanciones impuestas a Siria desde que Estados Unidos incluyó al país en su lista de Estados patrocinadores del terrorismo en 1979 no es fácil, ni será rápido ni exhaustivo.

Jeffrey Sachs: «Es terrible que Europa no haya rendido homenaje a los 27 millones de soviéticos muertos».

El famoso economista estadounidense acusa a los dirigentes europeos de no tener memoria histórica. Y, citando a Kennedy, señala un camino hacia la paz.
«Victoria», pintado por el pintor soviético Petr Aleksandrovich Krivonogov en 1948 para celebrar la toma de Berlín el 2 de mayo de 1945


Jeffrey D. Sachs, Krisis.info

El día en que Moscú celebra la victoria de la Unión Soviética sobre la Alemania nazi, Krisis publica una conmovedora intervención de Jeffrey Sachs. Esta es la traducción de un extracto del discurso pronunciado en Nicosia el 3 de mayo, durante una conversación de dos horas con Fideus Panayitou. El economista estadounidense llama a Europa, que intentó impedir la participación de los presidentes de Serbia y Eslovaquia en el desfile del Día de la Victoria en Moscú, a cumplir con su deber de memoria. Y destaca que, durante la Segunda Guerra Mundial, la Unión Soviética pagó un inmenso tributo humano: 27 millones de caídos que contribuyeron decisivamente a la derrota del nazismo (los muertos estadounidenses fueron 416.800). Para demostrar que hay una salida a la guerra en Ucrania, Sachs recuerda el discurso de paz pronunciado por John F. Kennedy el 10 de junio de 1963, apenas 165 días antes de su asesinato. Un valiente llamamiento al respeto al otro, que condujo a un acuerdo histórico con la URSS.
La Unión Soviética perdió 27 millones de personas para derrotar a Hitler: 27 millones de personas. La idea de que Europa no sea capaz de ir a rendir homenaje a los muertos y a rendir homenaje a ese logro de la humanidad es terrible. Horrible. Porque esto es un logro para toda la humanidad. Y fue un sacrificio indescriptible, como todos saben. Éste es un punto clave.

Hay un segundo punto que me gustaría plantear en relación con esto, para mostrar que hay un camino diferente. En 1963, el único presidente que verdaderamente he apreciado en mi vida, John F. Kennedy, pronunció un discurso, el 10 de junio de 1963, que los invito a ver. Es el discurso de fin de curso en la American University.

Creo que es el mayor discurso de política exterior de la historia moderna. Y es una conversación sobre cómo hacer la paz. Muy inusual. Y lo conservó porque la Crisis de los Misiles de Cuba, ocurrida unos meses antes, casi había hecho estallar el mundo entero. Y él dijo: “Necesitamos hacer algo diferente”.

Y, por cierto, sabía que tenía tanta oposición dentro de su propio gobierno que no compartió el borrador del discurso hasta el día anterior. Porque no quería que el Departamento de Defensa, el Departamento de Estado u otras agencias de seguridad intentaran bloquear el discurso. Así lo escribió junto con su brillante redactor de discursos, Ted Sorensen, a quien tuve la gran fortuna de conocer, amar y con quien entablar amistad. Y lo dijo el 10 de junio de 1963.

lunes, 19 de mayo de 2025

Puede que las ratas estén empezando a huir del barco del Genocidio

Tras año y medio de atrocidades genocidas, los consejos editoriales de numerosos medios de prensa europeos se han pronunciado de repente contra la embestida de Israel en Gaza
["El vergonzoso silencio de Occidente sobre Gaza. EEUU y sus aliados europeos deberían hacer más para moderar a Netanyahu"]

Caitlin Johnstone, Brave New Europe

Los canallas mediáticos del establishment están oliendo cierto cambio en la dirección del viento

La primera gota de lluvia llegó la semana pasada de la mano de The Financial Times en un artículo del consejo editorial titulado «El vergonzoso silencio de Occidente sobre Gaza», que denuncia a EEUU y Europa por no haber «emitido apenas una palabra de condena» de la criminalidad de su aliado, afirmando que «deberían avergonzarse de su silencio y dejar de permitir que Netanyahu actúe con impunidad».

Luego vino The Economist con un artículo titulado «La guerra en Gaza debe terminar», que argumenta que Trump debería presionar al régimen de Netanyahu para un alto el fuego, diciendo que «Las únicas personas que se benefician de continuar la guerra son el señor Netanyahu, que mantiene su coalición intacta, y sus aliados de extrema derecha, que sueñan con vaciar Gaza y reconstruir los asentamientos judíos allí.» https://x.com/FT/status/1920135077448634492

El sábado llegó un editorial de The Independent titulado «End the deafening silence on Gaza - it is time to speak up» («Acabemos con el ensordecedor silencio sobre Gaza: es hora de alzar la voz»), en el que se afirmaba que el primer ministro británico Keir Starmer «debería avergonzarse de no haber dicho nada, sobre todo ahora que Netanyahu ha anunciado nuevos planes para ampliar el ya devastador bombardeo de Gaza», y se afirmaba que «es hora de que el mundo despierte ante lo que está ocurriendo y exija el fin del sufrimiento de los palestinos atrapados en el enclave».

El Kabuki de Estambul: descifrado

El final es claro: Estados Unidos perderá toda la masa continental euroasiática. Ucrania, bajo estos inmensos imperativos geopolíticos, no es más que un peón sin soberanía en el (Gran) Juego.

Pepe Escobar, Strategic Culture

¿Realmente cambió el presidente Putin las reglas del juego al proponer la reanudación de las negociaciones sobre la guerra proxy en Ucrania en Estambul, más de tres años después de que la OTAN las frustrara?

Es complicado. Y depende de qué “juego” estemos hablando.
Lo que la maniobra rusa logró al instante fue sembrar el caos total entre los tres chiflados belicistas europeos (Starmer, el canciller de BlackRock y Le Petit Roi) del Cocaine Express.
La irrelevante Europa ni siquiera estaba presente en Estambul, salvo a través de una exhaustiva sesión informativa previa de la delegación ucraniana, de bajo nivel y mal vestida. A ello se sumó la ruidosa amenaza en los márgenes de la reunión, en la que se abogaba por “más sanciones” para “presionar a Rusia”.

En marzo de 2022, en Estambul, Kiev podría haber detenido la guerra. Todos los que estábamos en Estambul en ese momento podíamos prever que Kiev acabaría viéndose obligada a volver a la mesa de negociaciones.

Así que, en esencia, volvemos a las mismas negociaciones, con el mismo negociador ruso de alto nivel, el competente historiador Vladimir Medinsky, al frente de una delegación compuesta por profesionales, pero con Ucrania enfrentándose ahora a más de un millón de muertos, privada de al menos cuatro regiones, y más en camino, lo que queda de su riqueza mineral controlado de facto por Estados Unidos y un horrible agujero negro que pasa por ser una «economía». Estamos hablando de un territorio en estado 404.

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