Guadi Calvo, Rebelión
La siempre candente frontera India-Pakistán ha vuelto a su máxima tensión desde el atentado del 14 de febrero, en que un muyahidín suicida, del grupo Jaish-e-Mohammed, (JeM) (Ejército de Mohammed), lanzara un vehículo cargado de explosivos contra un ómnibus militar, matando una cincuentena de guardias de seguridad en la región cachemir de Pulwama. (Ver: Cachemira, más fuego a la caldera).
Tras el ataque, el Primer Ministro hindú Narendra Modi, amenazó con: “una respuesta adecuada”, a poco de las elecciones generales de mayo, en las que Modi va por un segundo mandato, el neo-fascista, no podía quedarse de brazos cruzados y advirtió que había dado “plena libertad” a las fuerzas armadas para decidir el momento y la naturaleza de lo “adecuado” de su respuesta.
Este martes 26 de febrero, 12 Mirage 2000 indios cruzaron la Línea de Control a las 3.30 de la mañana y lanzaron mil kilos de bombas en un campo de entrenamiento JeM, próximo a la ciudad de Balakot, en la provincia pakistaní de Khyber-Pakhtunkhwa, a unos 10 kilómetros de la frontera india. Esta es la primera acción que alcanza semejante nivel de conflictividad desde la guerra indo-pakistaní de 1971. El Primer Ministro pakistaní Imran Khan, condenó el ataque y dijo que respondería “en el momento y lugar de su elección”.